martes, 17 de noviembre de 2015

Causa primigenia u origen del yihadismo

A partir de los execrables atentados de París se están sucediendo tantos comentarios, cada uno de ellos conteniendo una parte de la verdad sobre el problema del terrorismo islámico, que me resulta casi imposible sintetizar y exponer de forma clara mi visión sobre el yihadismo.

Intentaré hacer una exposición, comprensiva y accesible, a partir de un criterio clave:  el origen y el por qué del yihadismo. Creo que dependiendo de cuál se considere que es la causa primera del yihadismo se apostará por unas u otras medidas (soluciones) para afrontarlo.

¿Cuál sería la causa primigenia del yihadismo o terrorismo islámico?

Se me antoja que lo primero que deberíamos hacer es dilucidar si el origen del terrorismo islámico es exógeno (variables externas al mundo islámico) o endógeno (surge como consecuencia inevitable de las propias enseñanzas y razón de ser del Islam: el Corán).

Origen exógeno del yihadismo: las causas externas del yihadismo se encontrarían en culpables externos, pero no en las propias enseñanzas del Corán.
Todos sabemos quiénes son los defensores de esta explicación, o mejor sería decir quiénes legitiman o justifican al yihadismo:

1) Los propios musulmanes: prácticamente todos sin excepción. Incluso el musulmán más aparentemente pacífico y reconciliador no puede evitar sentirse ofendido cuando se cuestionan o critican mínimamente determinados contenidos del Corán. Doy fe de ello y proporcionaré ejemplos reales a quienes los soliciten. Existe siempre una tendencia en la población musulmana, en general, a abusar del victimismo instrumental. Así, los errores cometidos en el pasado por Occidente (colonialismo, explotación y expolio de recursos) siguen todavía muy presentes en el subconsciente colectivo del mundo musulmán.

2) Sectores de la izquierda occidental: existe una determinada izquierda que, en aras de continuar y ser fieles a la sempiterna lucha de clases a nivel internacional, no duda en posicionarse junto a cualquier ideología o sociedades suprematistas que también tengan como enemigo común al opresor capitalismo burgués. Mirarán siempre hacia otro lado, tanto si una tropelía o barbaridad la comete un etarra, un dictador de Corea del Norte o un grupo de yihadistas. También, como la generalidad de musulmanes, tienden a legitimar su posicionamiento político-ideológico en base a dos sentimientos férreamente insertos en el subconsciente colectivo: victimismo y lucha.

Veamos las coincidencias formales entre Islam y marxismo:

Marxismo: teoría suprematista que, tras reconocer a la clase proletaria como víctima, legitima la lucha (dictadura proletaria) para proclamar una nueva conciencia o verdad: socialismo utópico.

Islam: religión suprematista que pretende liberal a los musulmanes (víctimas) de los adoradores de falsos dioses. Para ello legitima la yihad (lucha) para proclamar la conciencia o única verdad de Alá.

Conclusiones: tanto el marxismo como el mundo islámico en general (tanto los más radicales como los más "tibios") creen dogmáticamente en una determinada verdad (socialismo y Alá respectivamente). Y la creencia o fe ciega en dichas verdades les instará a legitimar la lucha, oposición y beligerancia, contra el resto de falsas conciencias (la falsa conciencia burguesa y el falso Dios judeocristiano respectivamente).
Por tanto, comunismo radical e Islam son aliados naturales frente a sus enemigos comunes que son el capitalismo burgués y el falso Dios judeocristiano. Así, ambos suprematismos legitimarán y justificarán la lucha yihadista para que los oprimidos musulmanes puedan defenderse de las amenazas externas de las sociedades capitalistas.

Origen endógeno del yihadismo

1) Izquierda moderada o socialdemócratas: afortunadamente existe otra "izquierda" que reconoce que la causa primigenia del yihadismo es el Corán o, como mínimo, determinados versículos y capítulos del mismo. Sin embargo, instados por el buenismo y una errada visión de lo que significa ser una sociedad libre y democrática, claudican y ceden ante el mundo musulmán, creyendo que a través de la integración de sus ciudadanos se logrará "la paz perpetua kantiana" o imposibles "Alianzas entre civilizaciones". Son básicamente idealistas y pacifistas; siguen creyendo, pobres ilusos, en la validez de los tradicionales valores occidentales.

2) Liberalismo: los liberales, entre quienes me incluyo, lo tenemos claro: la causa primigenia y origen del yihadismo es la totalidad del Corán, no tan solo determinados pasajes del mismo. El liberalismo, celoso guardián de las libertades individuales, es consciente de que el Corán, en sí mismo, es un programa de vida o cosmovisión que aspira a ser el único válido para regir la humanidad. Punto y pelota. A partir de este reconocimiento, implícito en el propio Corán, por más lecturas interpretativas que se quieran hacer, solo cabe apelar a la autodefensa, mejor sería decir resurrección y/o reformulación, de nuestros propios valores occidentales; de nuestros propios programas de vida.
Si nuestros valores actuales ya no son válidos para salvar a la civilización occidental de la autoinmolación de su razón de ser, ya sea porque han sido relegados al olvido (víctimas del relativismo moral) o por estar sumidos en una imparable decadencia, entonces  se hace necesario reformular nuevos valores; se hace necesario proponer nuevos programas de vida alternativos al suprematismo islámico.

Nota: habría un tercer grupo (además de izquierdistas y liberales) que estaría conformado por un variopinto aglomerado de conservadores, suprematismos cristianos y/o ideológicos (véase Pegida en Alemania) que, de momento, no tienen suficiente peso. Aunque razones de peso no les falten en sus reivindicaciones y propuestas. Yo les considero como "la última bala" que debemos guardarnos en el cargador en caso de que las posiciones más "conciliadoras" fracasen, que será lo más probable.

Conclusiones: si no queremos que tomen fuerza los sectores más dogmáticos antimusulmanes, con el peligro que ello conllevaría en pérdidas de derechos y libertades, deberemos ser valientes y rescatar a Heidegger antes de que vuelvan a apropiárselo los extremistas radicales, es decir, tendremos que "civilizar" al estigmatizado pensador alemán y democratizarle lo suficiente como para que pueda salvaguardarnos del suprematismo musulmán, pero sin que por ello perdamos nuestras sacras libertades individuales.

Por todo lo expuesto, para mí la cuestión fundamental, para combatir al yihadismo, sería:

¿Cómo podemos rescatar y civilizar a Heidegger sin que por ello sufran merma los Derechos y libertades que hemos conseguido en Occidente con tanto esfuerzo y sacrificio?

Y con esta pregunta primera, enlazo con la otra pregunta, sin duda clave en el tema que nos ocupa:

¿Qué pasaría si la respuesta en defensa de unos valores exigiese no ser fiel a esos mismos valores?