martes, 21 de febrero de 2017

Crítica a los críticos de la liberación.

Tras escribir Peter Sloterdijk su magnífica "Crítica de la razón cínica", pareciera que la humanidad, efectivamente, y coincidiendo con Fukuyama, hubiese llegado al final de la historia. La obra del brillante pensador alemán significó, ni más ni menos, que un desenmascaramiento de quienes se erigían en desenmascaradores; supuso descubrir que detrás de todo crítico que, seguro de "su verdad", combatía conciencias enemigas, se escondía un prepotente despreciador: quien desprecia a quien desprecia acaba, inevitablemente, convirtiéndose en despreciador.

En este sentido, refiriéndose a los despreciadores que despreciaban a quienes despreciaban, Sloterdijk señaló que quizás hubiese sido el marxismo la conciencia más prepotente y despreciadora; la conciencia que con menos sentido del humor cosificó la conciencia enemiga (Sloterdijk en "Crítica de la razón cínica). Prepotencia esquizofrénica la llamó.

Desenmascarada la cínica prepotencia del marxismo... ¿Qué le queda por hacer a la humanidad? ¿Hacia dónde puede dirigirse la humanidad una vez demostrado y comprobado que todos sus dioses celestiales (religiones) y terrenales (ideologías) no son más que los intereses y deseos de "partes de"  la humanidad convertidos en conciencias verdaderas? Cualquier conciencia que a fuer de pasar por "buena y justa" aspire a pasar por universal y válida para todos los seres humanos es una prepotencia esquizofrénica. ¿Puede aceptar la historia más "ensayos" de nuevas prepotencias salvadoras y/o liberadoras tras los fracasos de las conciencias judeocristianas y marxistas?
Puede que la historia ya esté cansada de nosotros, los endiosados seres humanos, pero nosotros todavía seguimos obcecados en buscarle un sentido o fin último a nuestras vidas y, lo más grave, estamos dispuestos a imponerles nuestros sentidos (verdades) a las vidas de los demás. Los últimos suprematismos celosos de sus "verdades", Islam y comunismo, siguen empeñados en demostrarnos que la historia no ha concluido, porque todavía están por consumarse sus respectivas conciencias verdaderas. También ha irrumpido fuerte en el claro del bosque, dispuesto a la lucha entre conciencias, el feminismo, que, como no podía ser de otra manera, se torna cada vez más cínico y prepotente en la medida que "cosifica" sin piedad a la conciencia enemiga de la tradicional conciencia patriarcal. El otrora feminismo igualitario que, efectivamente, pretendía liberar a la mujer del yugo machista, ha acabado por radicalizarse hasta devenir una suerte de feminazismo dogmático y harto beligerante.

Nunca he sido marxista; nunca creí en la "verdad construida", que no hallada, del marxismo. No pude ser un ferviente marxista porque, desde muy joven, y debido a mi carácter en exceso introvertido y antigregario, me "rechinaba" el igualitarismo uniformador que proclamaba el marxismo: todos proletarios, todos iguales y nadie más que nadie. ¿En serio? ¿De verdad alguien podía creerse semejante patraña?
Supongo, sin embargo, que me fue imposible abrazar el marxismo porque, primero, nunca comulgué con el igualitarismo cristiano. Estoy seguro que bajo todo buen marxista, que se precie de serlo, subyace el germen del buen cristiano; cristianos y marxistas erigen a un único prototipo humano como el único posible, el único verdaderamente "bueno y justo". Todos los demás son pecadores o malvados burgueses a los que hay que combatir, bien látigo en mano (Jesucristo contra los mercaderes) o revolución proletaria mediante.
Siendo muy niño, en clase de religión, me dejó estupefacto el pasaje bíblico que hacía referencia al sacrificio de Abraham, dispuesto a ofrecerle a Dios la vida de su hijo. No recuerdo una historia más antivital e inhumana; no recuerdo una ofensa tan grave a la vida y a la razón del ser: ser para el sacrificio.
Y, sin embargo, el sacrificio es el motor que alimenta a todos los suprematismos celosos de sus verdades; el sacrificio es el precio que pagamos todos los seres humanos para poder vivir en sociedad y alimentar con nuestra sangre, nuestro sudor y nuestras lágrimas, al ente colectivo.

El hombre de carne y hueso, el ser individual, siempre es sacrificado por tal de alimentar las verdades de los otros; las verdades de los humanos que se erigen en dioses poseedores de verdades universales, por supuesto "buenas y justas".
El pobre trabajador que se sacrificaba siendo explotado en una fábrica, para mayor gloria de la verdad capitalista, fue más tarde sacrificado por el marxismo, primero convencido de que debía dar su vida por la "revolución",  y más tarde siendo obligado a subordinarla a los dictados de un Estado socialista, bueno y justo, por supuesto.
¿Qué locura es esta?
Pues es la locura de las prepotencias esquizofrénicas, la de quienes por tal de aspirar a amores universales no dudan en propinar latigazos a diestro y siniestro; la de quienes para alcanzar utópicos socialismos no dudan en imponer dictaduras proletarias "reeducadoras". Es la locura de los "buenos y justos".
¿Y qué hace una "locura" cuando es desenmascarada en su cinismo prepotente?
Pues se disfraza de poesía.

¡Y cuidado, mucho cuidado con los poetas!
Uno de los errores del marxismo, serio y ebrio de gravedad, fue el de rechazar la poesía. Creían los viejos marxistas que las masas se rendirían a la "objetividad" incontestable del materialismo dialéctico e histórico; creían que el realismo materialista haría libres a los hombres sin necesidad de recurrir al "humor" y la fantasía de los poetas. Tuvieron que llegar los poetas del fascismo para hacerles ver su error.
Pero el marxismo, en constante autocrítica, aprende de sus errores y sabe "reinventarse"; las nuevas teorías de la liberación, teorías sensibles y estéticas herederas del marxismo (feminismo, animalismo, ecologismo...), han aprendido a hacer poesía, que es tanto como aprender a volver a enmascarar su cinismo prepotente.
El psicodrama estético, o representación teatral instrumentalizada, tuvo su génesis en los "pechos desnudos" de las activistas feministas que, paradójicamente, boicotearon al padre de la teoría sensible (Adorno) cuando este tomaba el turno de palabra en un congreso. Quien a hierro mata...
Los poetas siempre mueren a manos de otros poetas, bien guillotinados (Robespierre), asesinados en la bañera (Marat) o con un piolet clavado en la espalda (Trotsky).
Nuestros poetas, ahora, cuidan mucho el lenguaje, y saben que para "seducir" a las masas  resulta más efectivo prometerles "asaltar los cielos" (lenguaje poético) en vez de arengarles a "conquistar el poder" (lenguaje beligerante). Gritan que hay que reivindicar con "alegría" y con humor. Han aprendido de los errores de sus "serios" mayores.

Pero da igual el "cuidado" que pongan los poetas de hoy para seducir a las masas; no importa que una señora diputada, ebria de poesía, amamante a su bebé en el mismo congreso; no importa que otra desnude sus pechos en un recinto sagrado; no importa que, emulando al mismísimo Jesucristo, se besen públicamente escenificando un sublime acto de amor. Más temprano que tarde, el cinismo prepotente, latente y reprimido, oculto tras los disfraces de psicodramas empalagosos, emerge y se desnuda orgulloso ante la atónita mirada de todos. No tardará en mostrar su dogmática verdad el animalista que le deseará la muerte a un niño aficionado a los toros; ni la feminista dispuesta a colgar por los genitales al hombre que osara mostrarse como un machista irredento.
Y así, las prepotencias esquizofrénicas de hoy, no pueden evitar mostrarnos su "verdadero" rostro; el rostro del resentimiento y el desprecio hacia el otro, hacia la conciencia enemiga. Hoy como ayer, los cínicos celosos de "su verdad" creen firmemente que "no hay nada más tonto que un trabajador de derechas" (Santiago Carrillo, comunista por la gracia de Dios).

No resulta difícil comprender que quienes osan arrogarse estar en posesión de la verdad de los buenos y justos (lamento insistir) no duden, también, en clasificar a los hombres en "buenos y malos" o "tontos y listos", según, claro está, sus propios criterios ideológicos.
Y aquí quería llegar, a la que quizás sí sea la única verdad que subyace en toda crítica cuyo único objetivo último es legitimar una conciencia verdadera (la propia) vs la conciencia enemiga (la de "los otros"):
¿De dónde surgen los "criterios ideológicos" para clasificar a los hombres? ¿De verdad surgen del análisis minucioso y objetivo de la realidad historia, como sugieren el materialismo dialéctico y el materialismo histórico marxista?

Retomando a Fichte, ¿no será que la clase de filosofía que elijamos dependerá de la clase de hombre que seamos?
¿No podría una determinada clase de hombre, antigregario y celoso de la preservación de su individualidad, ser de "derechas" a pesar de tener la condición social de un humilde trabajador? ¿Dónde está escrito que "la clase social" determine al hombre?

Cuando Santiago Carrillo insultaba a los trabajadores, que no eran de izquierdas, llamándoles tontos, les insultaba porque, desde el dogmatismo de su prepotencia despreciadora, estaba seguro que ser de "derechas" significaba ser de "los otros" (capitalistas, liberales, conservadores, fascistas...); significaba ser "cualquiera" que no abrazase la única y buena verdad de los justos. Pura y dura esquizofrenia prepotente.

Y en estas estamos. Las prepotencias esquizofrénicas de hoy, como las de ayer, siguen insultándonos a quienes, por encima de todo, deseamos ser libres.

miércoles, 8 de febrero de 2017

"Leftovers" y "Childhood´s end" (Dios o la Nada).

Introducción

No hay más opciones: o Dios o la Nada. Todo lo demás, tan solo son sombras y cenizas, o autoengaños del endiosado ser humano.

Podemos creer en lo que no vemos porque hay un modo del ser que, en tanto que vivenciado y experienciado en nuestra conciencia, es real, incluso a pesar de no existir en el ser-ahí que es el mundo.
Así, el ser humano está capacitado, en tanto que necesitado de sentido, para vivenciar la realidad o el ser de Dios. Somos incapaces de pensar la Nada, porque lo que no es, no puede ser pensado; menos aún vivenciado y experienciado como real. Dios puede llegar a ser tan real, para quienes lo experiencian como posibilidad de la realidad abierta, como Frodo o Darth Vader para quienes, alejados de la cuestión del ser, se refugian en otras fantasías y ficciones.

El ser humano, necesitado de sentido y trascendencia, quiere conocer el porqué de la última realidad que se le ofrece como posibilidad cierta: su muerte. Y sabiendo que por fuer ha de morir, al ser humano solo le queda responder las más graves y radicales preguntas: ¿Por qué y para qué vive? ¿Qué sentido tiene una vida finita que desemboca en la Nada que es la muerte?
No hay respuestas, solo angustia.
Y solo por la poderosa necesidad que le insta a mitigar y superar la trágica angustia existencial, el ser humano reflexiona y medita, sueña, y finalmente crea ficciones y fantasías que vivencia como reales.
¿Y qué es la ficción fantástica sino terapéutico autoengaño?

La ficción en la realidad

En una de mis anteriores reflexiones titulada "El Quijote en la ficción" abordé el tema de la realidad virtual, entendida esta como una irrealidad con posibilidad de ser vivenciada como real.
Hay dos graves cuestiones o preocupaciones, ontológicas y teológicas, que deberían hacer reflexionar al hombre: la cuestión del ser y el problema de Dios.
La búsqueda de la verdad de la realidad última, o fundamento último, nos insta al deporte que es el filosofar. Solo hallando la respuesta al porqué del ser - por qué hay algo en vez de nada - encontraremos la paz y la salvación. Creemos, de hecho, que respondiendo a las más graves y últimas preguntas dotaremos de sentido nuestra existencia. Pero... ¿y si no fuese así? ¿Y si conociésemos todas las respuestas y, aun así, toda la realidad (el mundo) se mostrara como un gran absurdo o sinsentido?
La ficción no surge de la nada, pues toda "creación" parte necesariamente de la realidad, de lo que, de facto, ya es en el mundo. Lo que hace la creación ficticia es coger notas de la realidad, determinados aspectos y cualidades de la realidad, para pensar otras realidades posibles.
Así, el filósofo Gustavo Bueno definió la ficción como una hipótesis operacional que realiza nuestra mente o conciencia. Por su parte, Rafael Vázquez Suárez aclara mucho más el concepto de ficción al referirse al mismo como experimento mental.
Yo, personalmente, creo que la ficción consiste en crear posibilidades en nuestra mente; posibilidades de nuevos modos de ser o realidades virtuales, como se prefiera.

Decía Heidegger que la poesía era el lenguaje del ser; la única vía para acceder y reflexionar sobre el ser. Pero no se refería al mero hecho de abordar la cuestión del ser a través de la literatura poética, que también, sino a través de la poiesis griega entendida como "creación".
Así, considero que la creación de ficciones (ciencia ficción y fantasía), tanto a partir de soportes literarios como audiovisuales (cine y tv) son perfectamente válidos para acercarnos, y poder entender mejor, la cuestión del ser y la verdad de Dios como posibilidad de ser.
En este sentido, creo que actualmente las series de ciencia ficción de la tv están desarrollando un alto potencial metafísico y ontológico accesible a la generalidad de los telespectadores. Así que a continuación comentaré y reflexionaré sobre dos grandes series de tv que considero de una gran calidad, tanto estética como metafísica: "Leftovers" y "Childhood´s end".

Argumento de "Leftovers"

Leftovers es, sin duda, una de las mejores series de tv de todos los tiempos. ¿Pero por qué?

Hay dos importantes porqués:

Primero: porque Leftovers plantea magistralmente la pregunta más urgente y radical del ser humano: la cuestión del ser, o el porqué del ser. Y plantea dicha cuestión sobre el ser a través del lenguaje poético; única manera, en el  parecer de Heidegger, de preguntar por el ser.

Segundo: porque Leftovers también plantea diferentes alternativas o respuestas a dicha cuestión ontológica, mostrándonos distintos tipos humanos (perfiles psicológicos) a través de los cuales el espectador, atento y expectante, puede reflexionar y, al tiempo, reconocerse en los personajes y, de paso, conocerse mejor a sí mismo.

Así pues, podríamos decir que "Leftovers" es una serie inteligente y enriquecedora. Algo que, desde luego, no es lo habitual en los tiempos que corren; tiempos en los que la cuestión del ser ha sido olvidada.
Lo paradójico es que este mismo olvido por la cuestión del ser, característico de la postmodernidad, ha ocasionado que "Leftovers" no consiga obtener el reconocimiento mayoritario del público. Y es que en Leftovers, precisamente, se halla implícita una dura crítica hacia nuestras anestesiadas sociedades; sociedades que rehúyen de cualquier deber y/o responsabilidad que pudieran resultarles dolorosos. ¿Quiénes se preguntan y se preocupan, hoy, por la cuestión del ser?

Un 14 de octubre, repentinamente, desaparece una importante parte de la humanidad. La mayoría de las familias perderá a alguno de sus miembros o, como en el caso de Nora Durst, a todos ellos.
¿Cómo se enfrentarán los supervivientes a estas dolorosas pérdidas? Pues a través de diferentes maneras para enfrentar el dolor; cada personaje elegirá una actitud vital a través de la cual poder superar su pérdida, aceptándola o negándola.

Leftovers es, en definitiva, una magnífica alegoría, una inteligente metáfora que nos hace reflexionar sobre el dolor humano, sobre la angustia existencial y el drama de vivir. La "Partida" o "Ascensión", como se denomina al hecho insólito e inexplicable de que una parte de la humanidad desapareciese un mismo día, es tan solo un pretexto; un pretexto que consigue, hábilmente, magnificar y sobredimensionar el drama personal de quienes pierden a sus seres queridos. Es un pretexto necesario para despertar conciencias y avivar el seso, para recordarnos lo deprisa que se pasa la vida y lo pronto que se llega la muerte.
La vida cotidiana en la que estamos inmersos no solo nos sumerge en la rutina y el hastío existencial, sino que, además, nos anestesia frente al dolor de la pérdida.
Todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos perdido a un ser querido; todos hemos sentido, entonces, la náusea ante la nada o el absurdo que es la existencia. Y, sin embargo, estamos tan magníficamente programados socialmente que, tras un período de duelo, volvemos a nuestras actividades habituales y rutinarias. Uno a uno, y en diferentes momentos, todos sufrimos y debemos sobreponernos al dolor de la pérdida, siempre indeseada e injusta. Y nada pasa, todo sigue igual, porque nos han condicionado y nos han hecho creer que "la vida debe seguir". Nuestro ser es sometido constantemente a una domesticadora anestesia institucionalizada.
Pero Leftovers, de manera inteligente y para sacudir las conciencias - desanestesiarnos-  nos presenta una pérdida colectiva, un terrible hecho dramático, que bien pudiera haber sido una guerra nuclear o una devastadora epidemia, pero que se nos presenta en forma de enigma indescifrable e incomprensible; porque esto es, en verdad, la cuestión sobre el ser: un enigma sobre el cual solo cabe hacerse preguntas, tales como ¿por qué somos algo más que nada? ¿Por qué hay vida y somos conscientes de ser "seres para la muerte"? ¿Qué sentido tiene vivir sabiendo que, finalmente, hemos de morir? ¿Hay vida después de la muerte?

Estamos preparados para afrontar el dolor uno a uno, cada cual cuando le toca, y el mundo sigue su curso impertérrito, como si nada hubiese sucedido, porque el ente social tiene su propia razón de ser capaz de asumir las pérdidas individuales como algo "natural".
Pero el mundo se detiene cuando la pérdida es colectiva y hace tambalear sus cimientos; cuando ante un hecho sumamente dramático el Dasein histórico -colectivo institucional- tiene que hacerse cargo del inmenso dolor de una época.
"Leftovers" nos presenta un nuevo mundo, y un nuevo Dasein histórico surgido a partir del dolor de un hecho crítico; nos expone las reacciones y las posibilidades del ser frente a lo enigmático.

Todos los personajes principales, ya antes del terrible suceso del 14-O, eran seres alienados inmersos en sus cotidianas y rutinarias vidas. Unos, sin embargo, eran más conscientes que otros de su desdicha (angustia existencial) y del hecho de llevar una vida inauténtica. Pero a todos ellos, a pesar de las apriorísticas diferencias personales, les transformará psicológicamente y/o espiritualmente el traumático "arrebatamiento" de sus seres queridos.
La trágica desaparición de una parte de la humanidad supondrá una caída del ser colectivo que obligará a la humanidad a reflexionar sobre sí misma; sobre el humanismo entendido como tabla de salvación del hombre. El trágico "arrebatamiento" propiciará el descubrimiento de nuevas posibilidades en la realidad abierta; posibilitará, en definitiva, la aparición de nuevas creencias y nuevos programas de vida.
Tras la caída todos los personajes deberán decidir cómo recogerse para superar el dolor de la pérdida y volver a proyectarse en el ex-sistere a través de una existencia auténtica, responsable y reflexiva.
Algunos personajes se encontrarán a sí mismos tras un duro recorrido introspectivo y aprenderán a saber quiénes son, otros se recogerán en las más variopintas sectas. De hecho, la posibilidad del recogimiento en una secta, tras una trágica pérdida dolorosa, se presentará en "Leftovers" como una atractiva alternativa para un número importante de seres humanos.
La proliferación de sectas, tanto mesiánicas como místico-espirituales, atentará directamente contra las familias, provocando la desintegración y dispersión de las mismas.
La dinámica argumental de la serie girará, por tanto, no solo en torno a las posibilidades abiertas a cada personaje, sino, sobre todo, alrededor de una dialéctica que enfrentará la posibilidad de recogimiento tradicional en la familia vs una nueva posibilidad de recogimiento en comunas colectivas.

Argumento de "Childhood´s end"

Cierto día, unos alienígenas contactan con los seres humanos escogiendo como profeta - el elegido - a solo uno de entre los miles de millones de habitantes del planeta Tierra.
El elegido será el encargado de comunicar la Buena Nueva: la humanidad vivirá una Edad de Oro, un período de esplendor de paz y felicidad donde no tendrán cabida las injusticias, ni las guerras, ni el sufrimiento ni las enfermedades. Se consumará, así, el sueño utópico del ser humano.
Los amos, como serán bautizados por los seres humanos, se autodefinirán, en realidad, como los supervisores encargados de llevar a cabo el plan universal de una Mente Suprema que rige el destino de todo el universo y, por tanto, de todos los mundos y sus criaturas.

Si "Leftovers" proponía la pregunta por la cuestión del ser, podríamos decir que "Childhood´s end" nos proporciona una respuesta a dicha cuestión.
Mientras que "Leftovers" es, en sí misma, una serie para hacernos reflexionar ofreciéndonos un amplio abanico de posibilidades del ser, "Childhoods end" nos da una respuesta convirtiendo en realidad el sueño ancestral del ser humano: consumar la utopía de vivir en paz y felicidad y conocer, nada más y nada menos, que a Dios. Aunque el honor de conocer a Dios - Mente Suprema en la ficción - solo le será concedido a un sacrificado y entusiasta científico.
Resumiendo, podríamos decir que "Leftovers" propone, sugiere e invita a reflexionar, mientras que "Childhood´s end" nos invita a digerir o aceptar la posibilidad de una realidad que, de darse, cambiaría radicalmente lo que entendemos por Humanidad.

Humanismo vs poshumanismo

A pesar de las diferencias argumentales entre "Leftovers" y "Childhood´s end", e incluso de las discrepancias a la hora de presentar el drama de sus protagonistas - sugerir posibilidades vs aceptación de hechos consumados- el grave tema que subyace en ambas ficciones es el que concierne a la pregunta por la salvación de la humanidad. De hecho, ambas ficciones buscan ("Leftovers") o responden creativamente ("Childhood´s end") a la cuestión del ser, tanto del ser- ahí en forma de Dasein individual (hombre), colectivo (humanidad), e incluso Dasein alienígena (los supervisores de la Mente Suprema).
¿Puede salvarse la humanidad de su propia autoinmolación? ¿Podemos salvarnos a nosotros mismos o "solo un Dios puede salvarnos" (Heidegger)?

Kevin Garvey, jefe de policía de Mapleton, es uno de los principales protagonistas de la serie "Leftovers" que vive inmerso en una rutinaria vida inauténtica.
Kevin se nos presenta a los telespectadores a través de un magnífico discurso que pretende ser un homenaje al padre y a la familia:

Un hombre le dijo al Universo:
- Señor, yo existo.
Y el Universo le contestó:
- Eso no me ha generado ninguna obligación.

Con esta introducción, Kevin apela a la responsabilidad del hombre como único dueño y señor de su destino y termina con un brindis final: ¡Por la familia!
Pero inmediatamente, tras formalizarse el brindis, el padre se acerca a su hijo y le susurra: - Casi me creí tu discurso.
Solo el padre sabe que Kevin es un farsante que no vive de acuerdo a como dice vivir. De hecho, Kevin está cada vez más distanciado de su esposa, la psicóloga Laurie, aunque ninguno de los dos se atreve a certificar "oficialmente" o en voz alta la ruptura del matrimonio. Sin embargo, la irrupción del "arrebatamiento" les obligará a poner las cartas sobre la mesa y a reconocer la dura realidad de sus vacías vidas. Kevin deberá enfrentarse a una dura crisis personal y existencial, recogiéndose dentro de sí mismo para luchar y mantener unida a la familia, mientras que su esposa Laurie entrará a formar parte de una secta, obligándose a desvincularse totalmente de cualquier lazo familiar y alejándose de su marido y su hija.
Kevin y Laurie simbolizarán dos opciones vitales distintas frente al dolor de la pérdida: la lucha por rehacer y construir nuevos proyectos de vida (Kevin) vs la opción claudicante de quienes para no sufrir optan por romper con cualquier lazo emocional y afectivo (Laurie).

Igual que el matrimonio de los dos protagonistas principales, la humanidad también se dividirá entre quienes seguirán apostando por un humanismo tradicional, que seguirá abogando por los valores de la familia y el mantenimiento de los lazos afectivos, y quienes optarán por un poshumanismo, caracterizado por una dispersión del individuo en un UNO místico-espiritual que pretenderá rehuir del dolor a través del silencio y la estoica resignación.

Volviendo a "Childhood´s end", también nos encontramos con una clara división entre quienes, a partir de la llegada de los supervisores alienígenas, abrazarán el nuevo poshumanismo de una esperanzadora Edad Dorada y quienes seguirán aferrándose al humanismo tradicional de siempre.

Análisis ontológico a partir de Heidegger y Sloterdijk

Me serviré de la analítica existencial de Heidegger para exponer con la máxima claridad posible las propuestas ontológicas que subyacen en "Leftovers" y "Childhoods end". E intentaré, además, superar o enriquecer dicha analítica heideggeriana con las nuevas propuestas del controvertido Peter Sloterdijk.

En el magnífico ensayo "Sin salvación", tras las huellas de Heidegge, Peter Sloterdijk explica los tres rasgos cinéticos que obran en la existencia humana: caída, experiencia y vuelta.
La caída tiene lugar cuando el Dasein se piensa a sí mismo, es decir, cuando reflexiona sobre el hecho de estar arrojado al mundo sin garantías de seguridad. La falsa vida cotidiana ( vida inauténtica) se encarga de proporcionarnos una falsa ilusión de seguridad para hacer llevaderas nuestras rutinarias existencias. Solo la caída, al hacernos conscientes de que no hay seguridad, nos permite experimentar el auténtico sentido del ser-ahí.
La experiencia se produce tras la caída, cuando el Dasein angustiado acepta que es un "ser para la muerte" y, en consecuencia, se obliga a apropiarse de su destino para proyectarse en el ex-sistere.
La proyección del ser- ahí en el mundo implica elegir un proyecto de vida, es decir, adueñarse del propio destino.
El Dasein, una vez se experiencia como dueño y señor de su destino, podrá elegir libremente entre dos opciones vitales: la dispersión vs el recogimiento.
La vuelta significará un nuevo comienzo, vivir o ensayar un nuevo programa de vida tras haber realizado la oportuna elección entre dispersión o recogimiento.

Vemos que tanto en "Leftovers" como en "Childhood´s end" tiene lugar una caída del Dasein a partir de dos hechos graves y trascendentales: la desaparición de una parte de la humanidad (el arrebatamiento) y la aparición de un nuevo Dasein alienígena (los supervisores de la Mente Suprema) que harán realidad la utopía de un mundo feliz.
Las dos series de tv se valen de diferentes ficciones para lograr que los protagonistas de las mismas,  y por ende también los telespectadores, reflexionen sobre el sentido de sus vidas. La reflexión, atenta y meditativa, se facilita a través de la sucesión de dos hechos impactantes y traumáticos para el conjunto de la humanidad que obligarán a esta a cuestionarse sus tradicionales programas de vida institucionalizados. Es decir, que obligarán a la humanidad a evaluar la validez del tradicional humanismo, entendido este como antropotécnica todavía eficaz para domesticar-civilizar al hombre y regular las normas del parque humano.
Una vez que las propuestas ficticias logran hacer reflexionar al telespectador, llamando su atención a través de hechos enigmáticos y sorprendentes, es decir, una vez consiguen dejarlo perplejo ante lo misterioso y novedoso de nuevas posibilidades del ser, le plantean las experiencias o las dos elecciones posibles: optar por la dispersión o por el recogimiento.

Proyección en la dispersión.

Si tras la caída, el Dasein opta por seguir siendo-de-cualquier manera, es decir, elige ser tutelado y dirigido por un Dasein colectivo que le garantice seguridad, paz y felicidad, entonces su individual ser-ahí se dispersa en lo común y gregario. En el parecer de Sloterdijk, esta es la opción más universal en tanto que también es la más sencilla, pues solo  implica obedecer y seguir unas normas y reglas establecidas a cambio de seguridad, paz y felicidad.
Podría decirse que el yo individual se diluye para formar parte de un yo colectivo. Esta es la opción que escoge Lauri en "Leftovers", cuando decide integrarse (fusionarse) con los miembros de una secta, por tal de hallar la paz y evitar el sufrimiento que implica estar vinculado a seres queridos que pueden morir o desaparecer en cualquier momento.
También en "Childhood´s end" la casi totalidad de la humanidad optará por dispersarse en un Dasein colectivo: el programa de vida de la Mente Suprema. La mayoría de seres humanos preferirán seguir las directrices de los "amos" o supervisores, pues estos les garantizarán la consecución de un utópico mundo feliz, sin injusticias, sin guerras y sin sufrimientos, donde la vida será larga y placentera.

Proyección en el recogimiento.

El protagonista de "Leftovers", el jefe de policía Kevin, optará por seguir luchando y por encontrarse a sí mismo, para, de esta manera, vencer a sus demonios, a los miedos y angustias que le atormentan.
El camino del recogimiento es el camino de la introspección y la reflexión, pero también es la vía cinética que exige movimiento y acción: creación.
Crear significa buscar nuevas posibilidades en la realidad abierta; significa hacernos y proyectarnos en el ex-sistere pero también en nuestro auténtico yo.
Este camino difícil, pues supone ejercer al máximo el potencial de la propia libertad individual, será elegido por solo una pequeña parte de la humanidad en "Childhood´s end"; será el camino del recogimiento elegido por todos los seres humanos que decidirán, libremente, vivir en Nueva Atenas.
El mismo nombre de "Nueva Atenas" nos retrotrae al pasado, es decir, a la cuna y origen de la civilización donde, según Heidegger, hay que encontrar la esencia del dasein histórico y, por tanto, el sentido del ser de la humanidad.
En Nueva Atenas se dan las condiciones necesarias para desarrollar una vida plenamente auténtica, propia de hombres de carne y hueso; es un lugar donde prima la creación y el arte, donde cada sujeto es libre para decidir su destino (sin la intervención de dioses o Mentes Supremas alienígenas). Sin embargo, en Nueva Atenas, y al contrario que en el resto del mundo supervisado por la Mente Suprema, todavía existen las enfermedades y el crimen. Es el precio que hay que pagar por gozar de la verdadera libertad: aceptar las incertidumbres y las adversidades del ex-sistere.