martes, 16 de septiembre de 2025

Eurabia y el olvido del Ser

INTRODUCCIÓN

A colación de la invasión de Ucrania, Occidente se está volviendo a retratar... una vez más. Y ya no sé cuántas veces van.

Un importante general de la OTAN, cuyo nombre ahora no recuerdo, reconoció estupefacto, ante los medios de comunicación, que no comprendía cómo había podido llegarse a la situación actual. También en España, hace unos años, nuestros políticos se quedaron sorprendidos, y muy contrariados, cuando se produjo el golpe de Estado en Cataluña. 

Sin embargo, el golpe en Cataluña se produjo y sigue permanentemente activo, vulnerando la legalidad constitucional, en un constante e incansable pulso contra un estado español que, de facto, ni está ni se le espera en Cataluña.  

La Europa habermasiana, de manera  parecida, también anda como pollo sin cabeza sin saber cómo enfrentar la superioridad militar y vital de Rusia. Sí, superioridad vital, que acaso sea tanto o más importante que la fuerza militar y tecnológica. Sin convicciones profundas (nacionales y espirituales), de nada le servirá a la Eurabia globalista endeudarse y empobrecer a sus ciudadanos en una guerra perdida de antemano.

Pero, tranquilos, que Borrell ya dijo que la Europa posmoderna, cuna del femimarxismo, ideologías LGTBIQ,  animalistas y otros muchos "istas", golpearía a Rusia donde más le dolería, con duras sanciones económicas y vetándola en Eurovisión y en eventos deportivos.

Rusia, por supuesto, está más fuerte que nunca, mientras que Europa agoniza inmersa en imparables crisis económicas (inflación y endeudamiento) y conflictos sociales producidos por una inmigración islámica descontrolada y generadora de inseguridad y delincuencia.

Estos son hechos reales, nudos, tercos y testarudos, que sólo los cínicos corruptos como Von der Brujen, Borrell y el payaso Zelenski se niegan a reconocer.

Mientras Gran Bretaña se manifiesta masivamente contra la islamización de su nación y Europa ya se ha convertido, de hecho, en Eurabia, los cínicos globalistas de Bruselas siguen intentando hacernos creer que nuestro mayor problema es Rusia.

Lo sucedido en España durante los últimos años, y lo que está sucediendo en Ucrania, esa aparente incapacidad para comprender la realidad, tiene una explicación muy sencilla: Occidente, Europa entera y España, se olvidaron del Ser, lo cual es tan grave como olvidarse de la realidad fáctica material y de "carne y hueso".

Y dicho olvido imperdonable (enfatizo) no ha sido inconsciente ni fruto del error, como a los "ingenuos humanistas" les gustaría hacernos creer, pues estos habermasianos ilustrados, "licenciaos", que diría José Mota, tienen de "ingenuos" lo que mis cojones de bolchevique: nada.

LA FILOSOFÍA ESPAÑOLA OLVIDADA

No voy a volver a referirme a las advertencias de Spengler ni de Heidegger, tampoco a las más recientes alertas de la valiente Oriana Fallaci, profetizando la realidad de una futura Eurabia. Estaba claro, por mucho que Fukuyama cacareara sus "predictivas ensoñaciones" sobre el final de la historia, que el mundo se dirigía, imparable, hacia un inevitable "choque de civilizaciones" (bien visto, Huntington).

Este choque de civilizaciones, o entre CONCIENCIAS en el claro del bosque, como yo prefiero llamarlo, también supo verlo mi admirado Peter Sloterdijk en su magnífica "Crítica de la razón cínica". Y con claridad meridiana lo vio Gustavo Bueno.

Todo el que quiso VER ya sabía que nuestro decadente Occidente llevaba décadas (desde el final de la II GM) caminando sobre la cuerda floja. Lo de Ucrania en Europa y lo de Cataluña y el socialcomunismo en España eran crónicas de muertes anunciadas. Sí, todos sabíamos que el futuro pintaba negro, pero resultaba más cómodo vivir en los mundos de Yupi.

Ante la ceguera voluntaria de muchos, quiero reivindicar a tres filósofos españoles que fueron especialmente "visionarios" sobre el tema que nos ocupa; pensadores que, de diferentes maneras, nos señalaron qué hacer para preservar la razón de ser española, al cabo también occidental: 

Ortega y Gasset: insistió en la necesidad de tener altura de miras y de pensar en grande. Nos enseñó que el drama de vivir era un constante quehacer que nos exigía elaborar proyectos vitales, colectivos y personales, eligiendo siempre entre diferentes alternativas o posibilidades de ser. Nos señaló la importancia de la "pre-ocupación", es decir, de la exigencia vital de ocuparnos con antelación de posibles problemas y conflictos futuros.

Si algo caracteriza a nuestras izquierdas es, precisamente, su modo de ser aristofóbico, profundamente antiorteguiano. Porque nuestras izquierdas nunca han tenido alturas de miras, sino, al contrario, siempre han alimentado los particularismos desvertebradores; siempre han negado la razón de ser de España y han rehuido del imperativo vital de preocuparse por el hecho serio de ser español. Nuestras izquierdas siempre se han mostrado permisivas, cuando no cómplices, con todas las ideologías beligerantes contra España y lo español.

Julián Marías: nos enseñó la diferencia entre España, una nación con trayectoria histórica real, y Cataluña, una región que pudo tener una trayectoria histórica posible como nación, pero que nunca llegó a serlo. Por eso nos alertó del grave error que suponía "contentar a los eternos descontentos"; a aquellos que defendían naciones ficticias que nunca llegaron a ser, pero que, a través de las cesiones de competencias del Estado (educación, sanidad, policía...) aumentaban progresivamente la posibilidad de ser de sus ficciones delirantes. 

Gustavo Bueno: tenía muy claro que solo la fuerza podía enfrentar a otra fuerza antagónica. Y sabía que si no nos asíamos a los restos del naufragio, ya fuere de nuestra nación española o de la civilización occidental, otra nación o civilización ocuparían sus respectivos lugares. Y así está sucediendo en España, donde Cataluña ya es independiente de facto. Y está ocurriendo en Europa, donde Rusia, ante la ausencia de una fuerza equivalente a la suya, está dispuesta a poner en jaque a la decadente civilización occidental.

Ni España ni Europa consideraron las advertencias de Spengler, Heidegger y otros muchos pensadores. Pero, peor aún, en España se silenciaron a nuestros filósofos más insignes, tildándolos de fachas y relegándolos al olvido y censurándolos en los libros de texto de los niños españoles. ¿Por qué? Pues porque los filósofos que he citado, considerados "fachas malosos", eran y siguen siendo contrarios al modo de ser idealista de las izquierdas marxistas, ahora habermasianas, que llevan décadas conduciendo a Europa hacia la autoinmolación de su histórica razón de ser.

El Ser siempre es "posibilidad", como explicó Ortega siguiendo a Heidegger; posibilidad de ser en la realidad abierta (Zubiri) que se consuma a través de trayectorias históricas reales (Julián Marías). Sólo los necios creen que todo lo que ya "es" seguirá "siendo", con tan solo desearlo y esperando, desde los más bellos sentimientos de sus también bellas almas, que los conflictos, la sempiterna lucha dialéctica entre conciencias, se resuelvan con "abrazos y sonrisas", de buen rollo.

Pero la terca y dura realidad no entiende de "buenos rollos", ni de mundos de Yupi ni de inconscientes e imposibles "Alianzas entre civilizaciones". La realidad sólo entiende de fuerzas y voluntades; entiende que el Ser, para poder seguir siendo, debe tener voluntad y fuerza para luchar, para perdurar en el tiempo (ser es perdurar). Pero hay que saber muy bien quién es el verdadero enemigo contra el que hay que luchar, que no es Rusia, sino lo que Oriana Fallaci denominó izquierdas antioccidentales.

Bien dijo Gustavo Bueno que una Constitución (ley de leyes), sin una fuerza operativa que la defendiera, era tan sólo "papel mojado". Y eso es también la Europa habermasiana: "papel mojado" con el que Putin, para sonrojo de femimarxistas y aliades castrados, juega a su antojo y se limpia su orgulloso culo.

Putin y Rusia sí han sabido leer los susurros del ser en el claro del bosque. Ellos saben que la política debe ser realista y materialista, sin permitirse la inconsciencia de soñar con imposibles idealismos.

CONCLUSIÓN

La Europa habermasiana no quiere creer que Europa ya es Eurabia; sigue creyendo que vencerá a la malvada Rusia. Eso, al menos, le hacen creer cínicamente a sus ciudadanos. Ciudadanos a los que están empobreciendo y crujiendo a impuestos (para pagar la guerra ruso-ucraniana) mientras sus barrios se llenan de delincuencia (robos, agresiones sexuales y violaciones...).

Cuando la realidad nos golpea con toda su dureza en los cojones no es porque no hayamos podido "comprender" como llegó a ser posible tan duro golpe, sino porque no quisimos ver ni comprender que dicho golpe era una posibilidad más en la realidad abierta.

miércoles, 19 de febrero de 2025

LA EUROPA TOTALITARIA y "España y el fascismo" de Gonzalo Fernández de la Mora

INTRODUCCIÓN

Me había prometido a mí mismo que las entradas referentes a la mutación de la vieja Europa en la nueva Eurabia serían las últimas. No tenía sentido seguir reflexionando sobre la decadencia de Occidente y su autoinmolación a través del sometimiento voluntario e inconsciente al Islam. La suerte ya está echada. Sin embargo, hace unos días no pude evitar leer un interesante ensayo de Fernández de la Mora (filósofo español) titulado "España y el fascismo". En dicho ensayo, Fernández de la Mora demostraba, con argumentos bien fundamentados e incontestables, que la España de Franco, en tanto que católica, nunca fue fascista.

Yo ya había leído argumentos parecidos, en la obra de Gustavo Bueno, que también desmontaban la idiosincrasia "fascista" del regimen franquista. De hecho, me sorprendió comprobar que Fernández de la Mora triturara las falacias de la conciencia adversaria (filosofar, decía Gustavo Bueno, siempre es pensar contra otra filosofía antagónica) valiéndose de un análisis sistémico categorial, riguroso y minucioso, que seguía el modelo aristotélico. Igual que Gustavo Bueno.

EL FASCISMO SEGÚN MARX 

Según el marxismo, el fascismo es la forma que reviste la sociedad capitalista en su última fase. Cuando el Capitalismo, siguiendo el camino de su progresiva descomposición, no puede sobrevivir con la democracia burguesa recurre a la dictadura, es decir, al fascismo.

Sin embargo, el pensador Palme Datt señaló que, tras el inevitable proceso de autodestrucción del Capitalismo ya no habría más salida que fascismo o comunismo. A Fernández de la Mora le interesaba recuperar esta tesis de Palme Datt porque, como explicó el filósofo español en "España y el fascismo", desde la izquierda se había construido una falaz definición de totalitarismo que lo vinculaba exclusivamente con el modo de ser fascista, nunca con el modo de ser comunista.

Según Fernández de la Mora, la definición categorial que igualaba totalitarismo exclusivamente con fascismo, era falaz porque no contemplaba los modos de ser totalitarios del nacionalsocialismo y el comunismo. De hecho, Fernández de la Mora apuntaba que ya entonces existían otros modos de ser totalitarios, como por ejemplo el maoísmo, el castrismo... Ahora también deberíamos añadir el totalitarismo islamista, el chavismo, el socialcomunismo existente en España y, aquí quería llegar, el totalitarismo de la Europa habermasiana.

EL TOTALITARISMO EUROPEO

Hace unos días, en un discurso memorable dirigido a los líderes europeos, el actual vicepresidente de Donald Trump se atrevió a señalar, por fin, que "el rey estaba desnudo".

JD Vance señaló, enérgicamente y sin titubeos, el totalitarismo que practica la Europa de la corrupta Von der Leyen y sus secuaces (Macron, Sánchez...); un modo de ser totalitario, ya indisimulado, que se atrevió incluso a anular las elecciones en Rumanía porque había ganado un partido que defendía la soberanía nacional de su país frente a las leyes globalistas (y socialdemócratas) impuestas desde Bruselas.

Desde este humilde blog ya se habían denunciando las políticas de la corrupta Europa habermasiana; políticas totalitarias que silencian, coaccionan y penalizan el pensamiento disidente; políticas que castigan a Polonia y Hungría por defender sus fronteras de la inmigración ilegal; politicas que destrozan la agricultura y ganadería comunitarias en aras de cumplir con idealistas protocolos ecologistas y para evitar "supuestos" cambios climáticos. 

La actual Europa totalitaria se ha cuidado mucho de calificar como modos de ser ultraderechistas, fascistas al cabo, a todos aquellos partidos que defienden las soberanías nacionales de sus respectivos países.

Resulta increible y asombroso comprobar cómo todas y cada una de las falacias referentes al fascismo, trituradas por Fernández de la Mora y Gustavo Bueno, siguen todavía hoy vigentes, manipulando y adoctrinando a una ciudadanía ignorante, cuando no sumisa y claudicante, que acepta resignada su sumisión al Islam y la llegada masiva de inmigrantes ilegales.

La ciudadanía europea no quiere ser tildada de fascista, ni de racista, xenófoba o transfoba. Pero no importa no ser fascista, la ciudadanía disidente también debe demostrar (inversión de la carga) su inocencia y estar libre de cualquier pecado por el que puedan acusarla los muchos comisarios políticos que, desde medios informativos y Redes Sociales, señalan a fascistas y ultraderechistas para que sean cancelados y linchados mediáticamente.

Y en la Europa de hoy cualquiera puede ser fascista, desde el científico que cuestiona el cambio climático o sostiene que sólo hay dos géneros (masculino y femenino) hasta el humilde ciudadano que se queja de que le ocupen la vivienda o no está de acuerdo con la llegada masiva y descontrolada de inmigrantes ilegales. Todos fascistas.

¿No deberíamos preguntarnos, siguiendo a Palme Datt, si no estamos ya, de facto, bajo el yugo de un totalitarismo de corte comunista disfrazado de "democratismo" (Gonzalo Fernández de la Mora) o "fundamentalismo democrático" (Gustavo Bueno)?

Si fuese cierta la tesis de Palme Datt, que postula que tras la caída del Capitalismo habrían de llegar modos de ser totalitarios fascistas o comunistas, deberíamos preocuparnos.

Sí, deberíamos preocuparnos, porque la progresiva desaparición de las clases medias en Europa, el empobreciento imparable de la burguesía demócrata, parece que esté anunciando el final de una era; el final del derecho a la propiedad privada y el final de las libertades individuales. 

Seremos felices sin tener nada.

Continuaré con una segunda parte.

 

 

jueves, 19 de octubre de 2023

EUROPA YA ES EURABIA

INTRODUCCIÓN

Mis últimas entradas: "La agonía del cristianismo" y "Eurabia o cristianismo hegeliano" han resultado ser "premonitorias", aunque tampoco había que ser muy inteligente para intuir que, más temprano que tarde, las irresponsables políticas migratorias de la UE nos acabarían pasando factura.

Primero Francia y Suecia, ahora también Bélgica, pero mucho me temo que, en breve, también España y la generalidad de Europa sufrirán las consecuencias de las inconscientes políticas de los "buenos y justos" (léase políticas de las izquierdas antioccidentales).

La realidad de una Eurabia,  amenazadora y contraria a los tradicionales valores occidentales, ya se ha materializado y se nos muestra cruenta y desnuda ante nuestros  ojos.

Cada vez más gente comienza a verbalizar, sin miedo, que "el rey está desnudo".



miércoles, 26 de julio de 2023

EURABIA O CRISTIANISMO HEGELIANO PARTE II

INTRODUCCIÓN

Le explicaba al amigo José, en anteriores comentarios de la parte I de esta reflexión:

Un cristiano hegeliano puede ser, perfectamente, también un ateo; porque lo que importa no es creer en un ente supremo (Dios) sino en un espíritu colectivo que aglutine y permita la perdurabilidad de la cosmovisión y razón de ser occidental.

Ahora quisiera matizar y añadir que ni siquiera sería necesario creer verdaderamente en ningún espíritu o razón de ser colectiva. Tan sólo tendríamos que desear creer, como señalara el psicólogo William James, en la verdad sentida que quisiéramos hacer nuestra. Se trataría, en realidad, de obligarnos a querer creer; obligarnos a autoengañarnos o autohipnotizarnos, como se prefiera, para huir de la náusea ante la nada y el sinsentido de la existencia.

Hace ya muchos años le pregunté a un buen amigo, comunista convencido, si había leído a Marx. Me respondió que no, que no había leído a Marx. Sin embargo, él creía en Marx y, por supuesto, en las bondades del comunismo. De manera parecida, cientos de miles de individuos se dicen cristianos sin haber leído la Biblia.

Para creer en algo no es necesario leer ni conocer, sino tan sólo sentir, es decir, tan sólo necesitamos descubrir qué clase de persona somos, y será nuestro modo de ser el que elija aquella filosofía y/o ideología más acorde con nuestro Yo (Fichte).

Mi tesis postula, por lo tanto, que en tiempos de la razón cínica (Peter Sloterdijk) sólo puede imperar el relativismo cultural y epistemológico (¿qué es la verdad?, preguntó cínicamente Poncio Pilatos), porque una vez desenmascaradas todas las prepotencias inherentes a los grandes metarrelatos del pasado (cristianismo, marxismo, capitalismo...) nadie puede creer realmente de corazón y con verdadera fe en los mismos. 

Ahora, la razón, que antaño fuese ilustrada, ya sólo puede ser cínica e hipócrita, sólo puede obligarse a creer en nuevos microrrelatos (femimarxismo, ecologismo, animalismo, ideologías LGTBI y queer...).

La intelligentsia humanista, los nuevos pastores del ser, no pudiendo defender ya los viejos y obsoletos metarrelatos del pasado lo han apostado todo a un nuevo poshumanismo multicultural que defiende la pluralidad de conciencias.

La apuesta, desde luego, es atrevida, pero también generosa: que cada cual se autorrealice o se identifique con la verdad sentida que desee. Nada que objetar.

Sin embargo, este nuevo poshumanismo, emancipador y sin duda con aspiración universalista, choca con el único gran metarrelato que todavía no ha limado suficientemente su celo dogmático: el Islam.

Incluso a los musulmanes más moderados y tolerantes les cuesta aceptar, por ejemplo, la realidad de la homosexualidad, un modo de ser que ya se ha visibilizado y aceptado ampliamente en Occidente.

¿Qué sucederá en Eurabia de aquí a unas décadas, cuando las sociedades europeas estén fuertemente islamizadas? ¿Perderán los homosexuales y las mujeres, sobre todo, derechos y libertades que costaron siglos conquistar?

Hasta ahora, Europa había apostado por políticas multiculturales de integración, sin duda loables, despreocupándose de la posibilidad de que en el futuro pudiera producirse un choque entre civilizaciones.

La intención era buena, pero lo ocurrido recientemente en Francia ha dejado al desnudo una terrible y dolorosa verdad: la integración multicultural ha fracasado.

Quizá ya sea hora de que Europa recupere al viejo Hegel, pero readaptándolo a la realidad de los nuevos tiempos posmodernos.

LA FENOMENOLOGÍA DEL ESPÍRITU

Hegel hizo una pertinente distinción entre religión positiva, revelada y heredera de la tradición, y religión natural, producto de la reflexión razonada. El filósofo alemán creía que era necesario buscar una síntesis entre los sentimientos, mitos y razón, para, así, dar forma a una suerte de nueva religión ideológica.

Dicha religion ideológica tendría como objetivo fomentar el sentimiento de pertenencia a un proyecto común, pero, al mismo tiempo, debería permitir el libre desarrollo de una ética individual, sin someter a los ciudadanos a los dictados de una moral colectiva.

Los individuos, siguiendo los dictados de la razón, deberían alcanzar una voluntaria autonomía moral, es decir, deberían hacer suya una concreta cosmovisión (normas y valores), pero voluntariamente y sin coacciones.

Esta propuesta hegeliana, en mi opinión, tiene varios puntos en común con algunas de las tesis de Slavoj Zizek y Gustavo Bueno, ambos marxistas (curioso).

Decía Zizek, en su obra "Menos que nada", que la adhesión a un líder, y a una determinada cosmovisión ideológica, debía producirse libre y conscientemente, sin coacciones por parte de un Estado impositor. Por eso, Zizek definía su modo de ser comunista como el propio de un ateo-religioso, porque el comunismo, según él, era una suerte de religión que no creía en Dios, pero sí creía, al modo hegeliano, en un proyecto común universalista o fin último; es decir, sentía y creía pertenecer a algo más que una moral teologal; sentía que pertenecía a algo parecido a lo que Rousseau denominó religión civil: el sentimiento de pertenencia a una razón de ser y a los símbolos culturales comunes de una civilización.

De manera parecida, Gustavo Bueno se autoproclamó ateo-católico, pero en vez de fundamentar dicho modo de ser a partir de una síntesis hegeliana (sentimientos y razón) lo hizo únicamente a través de los postulados de la razón del materialismo filosófico, prescindiendo de cualquier atisbo de idealismo sentimental.

Gustavo Bueno prescindió de la idea de espíritu hegeliano, es decir, prescindió de la abstracciones de la autoconciencia individual y colectiva, que sí hace suyas Zizek, porque Bueno fue, ante todo, aristotélico.

ARISTÓTELES FRENTE A HEGEL

Hegel consideró que la razón analítica de Kant era, en realidad, una razón del entendimiento, es decir, Hegel creyó que la razón podía construirse  o fundamentarse reflexivamente, porque, al cabo, la razón era el producto de las necesidades específicas de cada época. Así, cada época habría expresado a lo largo de la historia una concreta dialéctica de contrarios, fruto de la escisión entre razón y sentimientos.

La razón analítica de Kant hacía suyos dos principios de la lógica aristotélica que, hasta Hegel, parecían incuestionables:

1) El principio de identidad: A no puede dejar de ser A

2) El principio de no contradicción: A no puede ser al mismo tiempo no A

Sin embargo, Hegel superó los principios de la lógica aristotélica a través del lenguaje de la teología, porque, en su opinión, el filósofo debía poseer tanta fuerza estética como el poeta. Así tenía que ser, porque la filosofía debía crear nuevos mitos, ficciones sugerentes que permitieran crear un relato.

El relato, para Hegel, era el proceso narrativo a través del cual se manifestaba y se mantenía vivo el espíritu en su doble dimensión individual y colectiva para afrontar problemas teóricos y existenciales.

En esta definición de relato se halla la clave para entender no sólo a Hegel, sino a los actuales microrrelatos, tales como la ideología de género, la ideología queer o las crecientes mareas animalistas y ecologistas.

Hegel hizo suyo el lenguaje de la teología porque éste le permitía crear un relato burlando los dos principios ya citados de la lógica aristotélica.

De hecho, el avispado Hegel advirtió que el relato cristiano era tremendamente sugerente y poderoso porque negaba el principio de la lógica que postulaba que A no podía ser al mismo tiempo A y no A. 

La especulación teológica sí afirma que Jesús es al tiempo hombre y Dios, es decir, Jesús, contra toda lógica, sí puede ser A y no A.

Ahora se entiende mejor por qué Judith Butler, la ideóloga de la performatividad del género, se declara hegeliana:

Si Jesús podía ser al mismo tiempo hombre y Dios, ¿por qué un hombre no va a poder ser una mujer? Mejor aún ¿por qué no identificarnos con un género fluido que nos permita, según nuestra verdad sentida, ser A o B, hombre o mujer?

Negando la lógica aristotélica se niega la tradicional razón kantiana a través de la cual se fundamentan la ciencia y la biología. 

Y aquí quería llegar.

El metarrelato del Islam no está por la labor de asumir las nuevas espiritualidades o verdades sentidas que se están imponiendo en Occidente a través de la institucionalización (legal) de  políticas coactivas e impositoras. No puede, porque el Islam todavía está sometido, nunca mejor dicho, a los dictados de una religión revelada que todavía no permite el libre desarrollo de una ética individual; una ética que sí se permite, de momento, en Occidente.

Pero, claro, los seguidores de Gustavo Bueno, todavía fieles a los principios de la lógica aristotélica, también se niegan a construir relatos que pudieran resultar sugerentes y atractivos para dar forma a una espiritualidad cristiana y hegeliana.

CONCLUSIÓN

Yo sospecho que somos millones los occidentales que no comulgamos con el metarrelato, supremacista y dogmático del Islam. Tampoco podemos hacer nuestros, al ser contrarios a los principios de la razón lógica, los postulados hegelianos del trasnochado metarrelato comunista (Zizek). Ni podemos asumir las verdades sentidas de los microrrelatos que pretenden imponer las nuevas ideologias LGTBI y queer .

Pero, en mi opinión, sí hay que pensar a Hegel contra Hegel, o, al menos, contra sus hijos díscolos comunistas y demás ideólogos de peregrinas identidades de género.

Las sociedades europeas deberían crear un nuevo metarrelato cristiano y hegeliano a través del cual se manifestara y perviviera la espiritualidad occidental; deberían construir una serie de abstracciones (mitos y rituales litúrgicos) individuales y colectivos, que les permitieran salvar sus legados histórico-culturales.

Pero dicho relato debería difundirse, a la manera que proponía Hegel, a través de una razón sugerente que seduzca a los ciudadanos. Jamás debería imponerse, craso error que están cometiendo el femimarxismo y la Europa habermasiana, a través de políticas coactivas y/o penalizadoras, sino a través de una activa pedagogía social en toda la superestructura (educación, medios de comunicación y órganos e instituciones culturales).

Está claro que, en la actual época que nos ha tocado vivir, de nada sirve el razonamiento lógico. Es falso, como ha demostrado el reciente fracaso de VOX, que el dato (la realidad objetiva) mate al relato (el sentir subjetivo). Sólo un relato más poderoso y sugerente puede vencer a otro relato.

Ganará la conciencia que con más fuerza desee creer en su verdad sentida, y no la conciencia que todavía siga apegada a racionales lógicas aristotélicas.