martes, 27 de octubre de 2020

LOS NUEVOS DIOSES (los filósofos de la sospecha)

INTRODUCCIÓN

Siguiendo las apreciaciones de Heidegger, y anteriormente las de Nietzsche, podríamos decir que la muerte de Dios no significó el abandono de las creencias en mundos suprasensibles e idealismos utópicos, sino tan solo la sustitución del Dios cristiano por otros nuevos "dioses".

La necesidad de creer es un rasgo inherente y constitutivo de la naturaleza humana. El ser humano necesita creer para no desesperar (Kierkegaard) y para salvarse del sentimiento trágico de vivir (Unamuno); necesita creer para escapar del anodadamiento (Heidegger) y, en última instancia, para huir del suicidio (Camus). Filosofamos, pensamos y reflexionamos, para poder creer y para no desesperar, esta es la verdad que se esconde bajo la tramposa virtud que nos insta a conocer por conocer (trampa desenmascarada por Nietzsche).

“Si Dios no existiera se tendría que inventar” (Miguel de Unamuno) y, añadiría yo, tendría que “inventarse” a imagen y semejanza de las nuevas conciencias y sus respectivas razones de ser.

Anteriormente, Heidegger ya había caído en la cuenta de que el marxismo era una suerte de pseudoreligión, un nuevo credo o conciencia prepotente, dispuesta a ocupar el lugar de la tradicional conciencia burguesa y su Dios cristiano y occidental. De hecho, pese a las advertencias de Heidegger (silenciado a través del siempre eficaz estigma del nacionalsocialismo), durante el SXX se impuso la fe ciega en un nuevo dios eslavo o conciencia de clase (marxismo), al que Ortega le atribuyó ser el portador de una pseudomoral eslava; una pseudomoral sustituta de la tradicional moral occidental.

LOS ASESINOS DEL DIOS CRISTIANO

¿Hubo premeditación y alevosía en aquellos pensadores que participaron en el “asesinato” del Dios judeocristiano? ¿Existió realmente un interés crítico para poder hallar la verdad, o tan solo les movió el particularismo egocéntrico que les impelía a reivindicar sus respectivas propuestas teóricas o nuevas deidades?

Resulta curioso que, detrás de la crítica al Dios cristiano, por parte de los principales filósofos de la sospecha (Nietzsche, Freud y Marx), siempre subyazca la vindicación de sus respectivos sucedáneos o dioses particulares.

Criptobudismo: Nietzsche fue el precursor de lo que Peter Sloterdijk denominó criptobudismo, una nueva moral que, por cierto, también estuvo muy presente en Heidegger y en la obra de otros pensadores alemanes como Hermann Hesse.

El criptobudismo, o reinterpretación budista del idealismo hegeliano, aspira a un nuevo poshumanismo o, como proclamara Nietzsche, a una nueva clase de hombre (el superhombre). La verdad que le fue revelada a Nietzsche, a través de aforismos cargados de simbolismo, fue casi la misma que halló Heidegger en el claro del bosque; la misma verdad sobre la que Hermann Hesse reflexionaba una y otra vez, obsesivamente, en obras como “El juego de abalorios”, “El viaje a Oriente” o “Siddhartha”.

Se trataría, resumidamente, de hallar la paz espiritual y vivir una vida auténtica; se trataría de huir del engaño (mundo de apariencias) a través de la comunión o el cuidado del ser (Heidegger). Se trataría de buscar la fusión con el Uno absoluto o ser supremo (Hermann Hesse) y de abrazar la verdad de Zaratustra (Nietzsche). Se trataría de utilizar la reflexión meditativa de Heidegger, la meditación budista (Siddhartha) y el ascenso a la cima de Nietzsche para encontrarnos a nosotros mismos a través de vías o caminos de búsqueda y superación.

Nada nuevo que no hubiese descubierto siglos antes San Agustín.

Psicoanálisis: Freud también descubrió un nuevo dios: el Yo. Un dios al que también había que salvar de la vida inauténtica y de las falsas conciencias, por supuesto recorriendo también una vía; el camino de la introspección psicoanalítica. Freud también hizo hincapié en la necesidad de llegar a lo “oculto”, al subconsciente, descubriendo y desarticulando los mecanismos de defensa que el ello y el superyó, en constante conflicto dialéctico, tejían para sumirnos en el sentimiento trágico de vivir y en la desesperación (léase angustia, ansiedad y depresión).

Marxismo: Karl Marx hiló más fino. Se dedicó tan solo a reinterpretar la moral judeocristiana a través de un nuevo catecismo pseudoreligioso que, astutamente, y por recomendación de Engels, rebautizó como manifiesto (El manifiesto comunista), eliminando, así, cualquier connotación que pudiera recordar al tradicional cristianismo occidental. La nueva conciencia marxista, incluso siendo una burda copia del cristianismo, y una perversión que transmutaba, de hecho, los valores cristianos, se presentó al mundo como un nuevo dios; una nueva conciencia con una nueva verdad revelada bajo el brazo.

Hasta aquí los nuevos dioses que los filósofos de la sospecha propusieron como alternativa a los seres humanos: criptobudismo, psicoanálisis  y marxismo. Ahora hablemos de quienes se enfrentaron a ellos, también razón en mano, convirtiéndose en los últimos faros y atalayas de resistencia de Occidente.

RACIOVITALISMO Y EXISTENCIALISMO ESPAÑOLES

Resulta triste y paradójico que la única nación de Occidente que se mantuvo firme en la defensa del Dios cristiano y, por ende, preservó la generalidad de los valores inherentes a la moral occidental, haya sido destruida.

Los dos filósofos más importantes de los SXIX y XX, Miguel de Unamuno y Ortega y Gasset, no solo se caracterizaron por su defensa y amor a España y a su razón de ser, sino que, además, dieron forma a dos propuestas filosóficas originalmente españolas: el raciovitalismo y el existencialismo cristiano; filosofías, o modos de pensar, que se opusieron a las propuestas alternativas de los filósofos de la sospecha anteriormente citados.

Se me dirá que Unamuno no fue tan original como Ortega al esbozar (ni siquiera sistematizó mínimamente su propuesta) su filosofía existencialista, muy desarrollada también por pensadores como Heidegger o Sartre, entre otros. Y yo responderé que el existencialismo español (unamuniano) fue un híbrido que fusionó la filosofía existencial de Kierkegaard con el catolicismo español. Más tarde llegaría Gustavo Bueno, con su materialismo filosófico, para recoger el testigo de estos dos insignes filósofos españoles, para proporcionarnos otra creativa propuesta de salvación. Pero ahora toca rendir homenaje a quienes, en mi opinión, y con permiso de Suárez, Zubiri, Fernández de la Mora, Marías, Morente, Zambrano… han sido (son) los filósofos más egregios que ha dado España para goce y deleite de todos los españoles de bien: Ortega y Gasset y Miguel de Unamuno.


viernes, 16 de octubre de 2020

EL HUNDIMIENTO (caen los diques de contención en España)

INTRODUCCIÓN

Desde que sucedió el atentado del 11M (sin aclarar) y Zapatero alcanzó la presidencia del gobierno, se han ido derrumbando, uno tras otro, todos los diques que debían preservar a España de caer en manos de tiranos despóticos.

Zapatero abrió la puerta a Venezuela (léase a Podemos), pero debió esperar a la llegada del Mesías (Pedro Sánchez) para que alguien, lo suficientemente estúpido y sectario como él, se atreviera a traspasar todas las líneas rojas.

EL PRIMER DIQUE

Ante la gravedad de todo lo que se veía y se sabía, sobre un Podemos bolivariano, que se jactaba de ser un neocomunismo posmoderno,  la sociedad civil seria y responsable apoyó a VOX desde el minuto uno. Se construía, así, un primer dique de contención contra el socialcomunismo en ciernes.

Pero este primer dique de contención fue dinamitado, prácticamente nada más ver la luz, por nuestras recelosas izquierdas ilustradas que, a pesar de saber quién era Podemos, prefirió mil veces, desde el principio, a los podemitas que se declaraban abiertamente anticonstitucionales, antes que a un partido que alentaba a la defensa de la nación; a la nación, esa gran apestada a la que a muchos de nuestros rojos ilustrados se la sudaba.

Una vez inutilizado el primer dique de contención (VOX), estigmatizado y vilipendiado por la generalidad de los partidos políticos, la misma izquierda ilustrada, artífice de su derrumbe, construyó un ilusorio "dique de ensueño". 

EL SEGUNDO DIQUE

Nuestros sesudos bizantinos (izquierdas ilustradas) se obligaron al autoengaño y se obstinaron en autoconvencerse de que, en realidad, Sánchez estaba engañando a toda la antiEspaña (podemitas, secesionistas y tontilocos). De hecho, ninguno quiso ver que la moción de censura fue, en realidad, un golpe-moción orquestado junto a los rebeldes catalanes.

Fueron muchos los Javier Marías que, autohipnosis mediante, se negaron a ver la realidad de los hechos.

Resultó muy significativo que, precisamente el hijo de Julián Marías, que debería haber leído la obra de su padre, hiciera caso omiso de las pedagógicas enseñanzas que mostraba la "España inteligible". Tal fue la ceguera sectaria del hijo de Julián, como la de muchos marxistas que, hasta no hace mucho, aún tenían fe en que el psicópata de Moncloa daría un cambio de rumbo a sus políticas dictatoriales. Félix Ovejero certificó el derrumbe de este segundo dique.

EL ÚLTIMO DIQUE

La izquierda ilustrada, perpleja y sin dar crédito, todavía, a los hechos graves que se suceden en la realidad, se aferra, entonces, a su último dique de contención: Europa.

Pero este último dique, amigos míos, también es un "dique de ensueño"; un falso dique construido con la argamasa de la desesperación de quienes saben que el final está muy cercano.

CONCLUSIÓN

Obsérvese que nuestra "izquierda Ilustrada" ha estado implicada, directa o indirectamente, en  todas las acciones necesarias para dinamitar los sucesivos diques de contención que se construyeron contra el socialcomunismo. Primero, nuestros "leídos marxistas" señalaron a VOX como el enemigo a batir, retirando la diana de Podemos. Segundo, se aferraron a sus "deseos idealistas", obligándose al autoengaño (ensoñación) para no reconocer la realidad fáctica (cínicos habermasianos). Y, tercero, ahora han construido otra "falsa ilusión", deseando que Europa nos salve del desastre.

Nuestros autodenominados "constitucionalistas" han sido pieza clave y necesaria para el triunfo del golpe socialcomunista. ¿Por qué? Pues por una sencilla razón: porque siempre preferirán mil veces una dictadura comunista a una democracia donde gobierne la "derecha". Así de simple.

viernes, 2 de octubre de 2020

ESTILOS COGNITIVOS (aplicación política)

 INTRODUCCIÓN

Todos los individuos desarrollamos una determinada personalidad o forma de ser a partir de nuestra herencia biogenética y la suma de la influencia de factores ambientales y culturales. Los estilos cognitivos (maneras de enfrentar y aprehender la realidad) también estarán predeterminados biogenéticamente y modulados por factores circunstanciales.

Uno de los estilos cognitivos más estudiados, para determinar cómo nos relacionamos con el entorno y qué respuestas generamos en el mismo, es el DIC (dependencia/independencia de campo).

DEPENDENCIA E INDEPENDECIA DE CAMPO

Para no extenderme demasiado, he seleccionado algunas de las características de cada polo del estilo cognitivo DIC, según Jonassen y Grabowsky (1993):

Dependientes de campo: son individuos gestálticos que aceptan la estructura (lo que es); se orientan por los hechos y buscan soluciones pragmáticas adaptándose a la realidad problemática. Son individuos flexibles e improvisadores, disponen de habilidades sociales y son buenos comunicadores.

Independientes de campo: son individuos analíticos que generan una estructura propia (lo que debería ser); se centran en el estudio del concepto y filosofan y/o teorizan por tal de hallar una solución ideal a una realidad problemática. Son individuos rígidos que suelen destacar un rasgo (considerado relevante) para explicar una realidad compleja; son metódicos y científicos (o aspiran a serlo).

IMPLICACIONES POLÍTICAS (resolución de conflictos)

La acción política tiene como misión operar en la realidad por tal de resolver los conflictos de la polis y dar respuesta a los problemas de los ciudadanos.

Y la praxis política, como la acción de cualquier individuo inmerso en unas determinadas circunstancias, estará determinada por el estilo cognitivo inherente a dicha praxis, es decir, toda acción política se orientará hacia el contexto (hechos de la realidad) o hacia el concepto (idea) según predomine un estilo cognitivo dependiente o independiente de campo.

Una política pragmática (dependiente de campo) se centrará en ir resolviendo problemas, improvisando y mostrándose flexible ante los sucesivos conflictos que vayan surgiendo en una sociedad. Sin embargo, una política idealista (independiente de campo) se obcecará en mantener unos objetivos últimos rígidos e inamovibles.

LA IZQUIERDA ILUSTRADA (independiente de campo)

Una crítica habitual de nuestras “izquierdas ilustradas” al actual gobierno socialcomunista consiste en señalarle que carece de proyecto político. Nuestra izquierda ilustrada no entiende que se pueda gobernar sin definir, primero, un objetivo último, que, en su docto parecer siempre ha de ser buscar la transformación social que facilite alcanzar la justicia social. Por motivos parecidos critican a VOX, a quienes tildan de populistas y demagogos por no presentar un proyecto político sólido y racional.

¿Pero realmente no hay un proyecto político sólido en el programa de VOX, o se trata, tan solo, de despreciar una propuesta alejada del ideal marxista?

Nuestra izquierda ilustrada, en tanto que independiente de campo, no solo peca de rigidez idealista, sino también de arrogancia y soberbia.

Curiosamente, una de las características del independiente de campo, señalada por Jonassen y Grabowsky, es la tendencia o necesidad de destacar un rasgo relevante por tal de explicar una realidad compleja.

Nuestra izquierda ilustrada ya hace mucho tiempo que decidió creer ciegamente en un rasgo relevante de entre los muchos que podrían extraerse de la compleja realidad histórica: la lucha de clases.

La trampa de Marx, al pervertir la dialéctica hegeliana, convirtió a la lucha de clase en el “motor dialéctico” que explicaba el devenir histórico, y convirtió al nacionalismo en el rasgo relevante negativo para explicar la falta de progreso y la regresión de la razón a estadios de barbarie o de “precivilización”.

La izquierda ilustrada, como el independiente de campo, no acepta la estructura (realidad) tal y como es, sino que filosofa y teoriza por tal de determinar cómo debería ser. En este sentido, leí el otro día un fragmento de Andrés Trapiello, muy querido por nuestras izquierdas ilustradas, que decía lo siguiente:

“El sentido de la existencia consiste en transformar el mundo”.

No pude evitar responder a tan prepotente y marxista aseveración:

“Muy bien, pero seguro que Trapiello no cree que deba ser una ideología liberal-conservadora la que deba llevar a cabo la transformación del mundo”.

CONCLUSIÓN

Así son nuestras izquierdas ilustradas; así son los independientes de campo que, en vez de orientarse por los hechos, se orientan por los conceptos (ideas); así son quienes se obcecan en filosofar y teorizar sobre lo que ellos consideran los rasgos más relevantes de una realidad holística y compleja. Así son nuestros adorables bizantinos, siempre teorizando sobre el sexo de los ángeles, o siempre discutiendo conceptualmente sobre si el peligro que acecha es galgo o podenco, en vez de enfrentarlo operativamente, haciendo y actuando, resolviendo.

Por eso la partida política la está ganando el gobierno socialcomunista (dependiente de campo), buen comunicador, flexible y, sobre todo, improvisador. Y por eso solo VOX ha entendido de qué va el juego y cómo hay que jugar; aceptando las nuevas reglas, es decir, adaptándose y asumiendo la nueva realidad, y no soñando con “realidades ideales” (léase mundos Yupi).