jueves, 16 de julio de 2020

RELATO, ESTÉTICA Y MORAL

CONSTRUIR UN NUEVO RELATO (comentarios a una proclama de Félix Ovejero)

Me gusta Félix Ovejero porque, desde que le leo, he observado que es de los pocos que todavía se dicen marxistas y, sin embargo, ha evolucionado intelectualmente y comienza a entender de qué va el asunto.

El asunto, por supuesto, va sobre el “golpe permanente”  que sigue activo en Cataluña con la complicidad del sanchismo felón y traidor (también golpista).

Ovejero, pareciera que un poco harto de todo, aseveró en uno de sus lúcidos artículos (cito textualmente):

 “Es necesario recuperar Cataluña moral y políticamente”.

 ¡Por fin! Finalmente, una de las mentes mejor amuebladas de la “izquierda” se atreve a señalar que no puede haber recuperación únicamente política, ni en Cataluña ni en España, sin que se realice, al tiempo, una recuperación moral.

La recuperación política ya sabemos que ha de pasar, forzosamente, por el respeto y acatamiento de la legalidad vigente; es necesario que el marco constitucional se defienda operativamente y que no sea, tan solo, papel mojado o, en el peor de los casos, el papel higiénico con el que los diferentes particularismos tontilocos se limpian el culo.

Pensadores constitucionalistas como Mikel Arteta deben comprenderlo: no basta  únicamente con defender un constitucionalismo que apele a un “patriotismo de farol”, es decir, a un patriotismo que admita el sentimiento de pertenencia a la nación española, pero, como señala el joven filósofo, sin necesidad de “mostrarse orgulloso” por ello.

No, no vale jugar a ser “el buen constitucionalista” tan ambigua y asépticamente, y menos ante CONCIENCIAS ENEMIGAS que son tramposas y cínicas; conciencias que, a través de la autohipnosis y el autoengaño, son capaces de defender con total descaro y desvergüenza las mayores falsedades.

MORAL Y ESTÉTICA

Por supuesto que el constitucionalismo español debe recuperar una “moral”. ¿Pero qué moral? ¿He aquí la trascendente y crucial cuestión?
Espero que nuestros constitucionalistas no pequen de “ingenuos humanistas” y crean que es posible, todavía hoy (como papá Habermas), recuperar una moral de corte kantiano, es decir, una moral IDEALISTA sujeta a un bello imperativo categórico universal. Se acabó el tiempo de creer en universalismos (léase también internacionalismos); se acabó creer en “falsas ingenuidades” que enmascaraban, en realidad, las voluntades de poder de conciencias prepotentes y soberbias (marxismo, islamismo, femimarxismo…). Se acabó.

Si ya no nos vale recuperar una “moral kantiana”, que se ha demostrado DÉBIL e INOPERATIVA frente a las amenazas del Islam en toda Europa y ante las acciones subversivas de cualquier provincianismo tontiloco, ¿qué moral deberíamos recuperar?
Muy fácil: NUESTRA MORAL. Debemos recuperar nuestra moral frente a las morales (verdades) de los otros.
Debemos defender una moral que sea fuerte y operativa ante el resto de morales enemigas. Solo VOX, como antes Gustavo Bueno, parece entender esta necesidad de salvaguardar nuestra razón de ser, nuestro legado histórico-cultural, nuestros mitos, nuestro RELATO en definitiva.

¿CÓMO CONSTRUIR UN RELATO?

Y aquí quería llegar. Fue Félix Ovejero, precisamente, quien apeló también a la necesidad de que los constitucionalistas construyeran un NUEVO relato en Cataluña, una cosmovisión alternativa a la de los tontilocos provincianos.

La idea es buena y de “extrema necesidad”, desde luego, pero no bastaría con construir un relato asépticamente RACIONAL (error de Mikel Arteta). De hecho, no hay relato (mito al cabo) que pueda ser asimilado por las masas (que es de lo que se trata) sin su correspondiente dosis de PENSAMIENTO SENSIBLE y ESTÉTICO.

Un relato meramente racional, legitimado en base a argumentos fundamentados históricamente, por ejemplo, ya no bastaría para crear o “despertar” conciencias. Necesitamos despojarnos de nuestros harapos de orgullosos ilustrados, ya desgastados e inútiles. Tenemos que colocarnos la coraza y bajar a la arena del circo; enfrentar al enemigo con sus mismas armas. No hay tu tía.

Por cada trapo estelado, nosotros debemos hacer ondear cien banderas patrias. Si sus banderas son grandes, las nuestras gigantes; si sus lenguas se institucionalizan y se imponen ilegalmente, la lengua española, que es también la de Dios, debe defenderse e IMPONERSE legalmente, sin complejos, como la lengua común que es de TODOS los españoles y de medio mundo.
Y no importara que, en el fondo de nuestros corazones, no creamos en banderas ni en lenguas ni en dioses, porque de lo que se trata es de salvaguardar nuestros derechos y libertades.

Como dijo Unamuno, y por algo lo diría alguien que combatió con gallardía a todos los tontilocos de España: “Si Dios no existiera tendríamos que inventarlo”.

No hay otra: INVENTAR dioses, mitos y relatos, que es, al cabo, lo que hacen todos nuestros enemigos, desde los provincianos vascos y catalanes hasta los musulmanes impositores, pasando por el dogmático femimarxismo y los diferentes colectivos nacidos del marxismo cultural.

Todos se están yendo de rositas: los golpistas catalanes, el mosso Trapero, Ábalos con "su Delcy", Iglesias con su Dina, el siniestro Marlaska, Simón el dicharachero... Y no pasa nada.

jueves, 9 de julio de 2020

FEMINISMO EN LA FICCIÓN CINEMATOGRÁFICA



INTRODUCCIÓN


El otro día leía en internet, en el muro de Félix Ovejero, uno de sus “papers”, donde se publicaba un estudio que demostraba cómo, en los últimos años, las historias de mujeres, hechas por y para mujeres, comenzaban a superar a las producciones cinematográficas pensadas para un público más masculino. 
Pero no sólo las historias (relatos y guiones) se están escribiendo actualmente desde una “perspectiva” más feminista, incluso  LGTBI, sino que cada vez, con mayor frecuencia, los roles protagonistas recaen en mujeres. ¿Casualidad?


Me comentaba mi hija, hace unos días, que su profesora de historia del cine reivindicó apasionadamente, en clase, a una de las pioneras en el mundo del séptimo arte: Alice Guy, primera persona (mujer) en filmar una ficción titulada “El hada de las coles” en 1896.


Según la profesora de mi hija, la historia había obviado deliberadamente la importancia del trabajo desempeñado por aquella mujer. Y, claro, como a mí tampoco me sonaba de nada Alice Guy, mi hija me zasqueó sin piedad cuando le dije que la primera película de ficción de la historia fue aquella del cohete estrellándose en el ojo de la luna (“El viaje a la luna” de Meliés).

No cabe duda de que, con razón o sin ella, actualmente hay un creciente interés general por reivindicar el papel de la mujer, no solo en el cine, sino también en la historia y en la sociedad presente.


REIVINDICACIÓN DE LA MUJER PROTAGONISTA


Miguel de Unamuno escribió “La tía Tula” en 1907. Mucho ha llovido desde entonces, y muchas han sido las interpretaciones que, a partir de argumentaciones místico-religiosas, han pretendido elaborar el perfil psicológico de Gertrudis. En mi opinión, sin embargo, lo que hizo Unamuno con el personaje de Gertrudis fue adelantarse a su tiempo y mostrarnos cómo sería la feminista del futuro (ver aquí).


Curiosamente, este fin de semana he visto la genial “¿Qué hacemos con los hijos?”, de Pedro Lazaga. Una película que pudiera pasar por casposa para el observador poco atento, ya que Martínez Soria es el protagonista. Sin embargo, la película está inspirada en una obra del dramaturgo Carlos Llopis, autor de agudo ingenio y sagaz observador de lo cotidiano. La película “¿Qué hacer con los hijos?” no solo es una inteligente disección de la sociedad española de los años 60, sino una crítica sutil, disfrazada de humor, contra el tradicional patriarcado español (el de por mis cojones y cuando seas padre comerás huevos). Hay que verla.


Lo que pretendo decir, aludiendo a estas ficciones (ambas literarias) es que el germen de un protofeminismo crítico con el heteropatriarcado, ya estaba ahí, entre nosotros, desde hace mucho tiempo; pero se encontraba larvado, en una suerte de estado de latencia “amable”, semioculto. ¿Quizás reprimido?


DE LA REPRESIÓN A LA PREPOTENCIA DESNUDA


Si hay una constante que se repite terca y obstinadamente, a lo largo de la historia, es la paradoja que encierra la dinámica dialéctica de la conciencia: no hay conciencia reprimida que, tras liberarse, no mute en desnuda prepotencia señorial. Esto es lo que le ha pasado al feminismo primigenio, legítimo y necesario, ahora reconvertido en femimarxismo dogmático. 


Tan solo será necesario que una conciencia, la que sea, comience a sentirse libre, para que su nueva condición de conciencia emancipada pretenda no solo ser “igual, sino mejor que la tradicional conciencia enemiga. Es más, desde la militancia en fervientes dogmatismos, la conciencia feminista “empoderada”, como la llaman ahora, aspirará a sustituir a la conciencia heteropatriarcal en todos los niveles de la vida política, social e incluso religioso-cultural. Así debe ser, porque la conciencia ebria de prepotencia señorial siempre acaba manifestándose en la realidad abierta como un modo de ser pseudoreligioso (ver aquí paralelismos con “La tía tula”).


DE LA PREPOTENCIA DESNUDA A LA PERVERSIÓN


Cuando una conciencia dogmática alcanza el poder (se empodera) no tarda en pervertir la verdad y la realidad. ¿Cómo? Pues transmutando valores (tesis nietzscheana) y reinterpretando la historia a través del control de la cultura (armas posmodernas). La perversión y la transmutación de la verdad (lo que realmente fue) se logra deconstruyendo “lo que fue” para, posteriormente y hermenéutica mediante, mostrar un nuevo modo de ser de lo “que debería haber sido” o, simplemente, para mostrar lo que ahora queremos que sea.


El cine, la ficción en general, se convierte de esta manera en un arma posmoderna, como ya señalé, al servicio de la proclamación de nuevas verdades; verdades diseñadas según los gustos estéticos y ético-morales de la prepotencia señorial de turno. Y ahora, como veremos a continuación, es el turno del femimarxismo cultural.


QUÍTATE TÚ QUE YA ME PONGO YO


Sin embargo, lo que ha sucedido en el mundo del cine y en las series de TV no es una transmutación de valores, sino más bien una transmutación de roles de género. Esto ha sido así porque las mujeres de ahora no desean revalorizar, menos aún reivindicar, los valores femeninos tradicionales. 

Mi mujer, por ejemplo, nos llama a mi hija y a mí los insensibles, porque a ninguno de los dos nos gustan los truños ñoño-sentimentaloides. 


¿Qué chica joven de ahora, inteligente y vitalista, va a preferir “Mujercitas” antes que a “Superwoman? 


¿Qué chica de ahora prefiere ver “Sentido y sensibilidad” antes que a Lagertha (“Vikings”) matando a sus enemigos (hombres)?


Las series de ficción han sabido entender muy bien al nuevo feminismo, es decir, a la nueva mujer del SXXI; una mujer que gusta de mitos y héroes, en la más clásica y épica tradición patriarcal. Pero, eso sí, los relatos han de ser reinterpretados por la nueva conciencia femimarxista, con mujeres como absolutas protagonistas. Dios ahora será mujer. Jesucristo fue, en realidad, una mujer. Ahora los superhéroes deberán ser superheroinas: “Superwoman”, “Spiderwoman”, “Catwoman”…


Ya no vende “Wyatt Earp”, sino su actual descendiente, fémina, por su puesto, “Wynonna Earp”. Las series de acción ya no tienen líderes, sino lideresas (“Los 100”, “Vikings”, “Strike back”…).


¿Os acordáis del entrañable detective “Colombo”? Pues ahora podréis ver a su alter ego femenino en la magnífica “Killing Eve”. Esta serie, muy buena, ha conseguido el pleno: una mujer como investigadora desaliñada, simpática y tenaz, haciendo de Colombo, y una psicópata, también mujer, en el rol de un criminal inteligente y refinado, una Hannibal Lécter que, de momento, no parece que coma carne humana.


CONCLUSIÓN


La granja sigue igual, manteniendo vivos los tradicionales valores del heteropratiarcado, pero el granjero le ha cedido la dirección, graciosamente, y por incomparecencia, a una granjera empoderada. Y feminista.

Y a los tíos, en general, nos da igual, porque las nuevas heroínas son igual de fuertes y valientes que John Wayne, pero, sin duda, están mucho más buenorras.
A través de la estética sucumbirá el patriarcado.


viernes, 3 de julio de 2020

Izquierdas, reaccionarias vs ilustradas

ESPAÑA COMO PROBLEMA (de Ortega a nuestros días)

INTRODUCCIÓN

Ortega y Unamuno, ya antes del franquismo, reflexionaron largo y tendido sobre el "problema de España".
Todos sabemos que la generación del 98 se caracterizó por una crítica constante y apasionada a la razón de ser española. Dicha crítica, sin duda metafísica, u ontológica en palabras de Félix Ovejero, estuvo presente en la obra de importantes pensadores españoles que, insisto, ya mostraron su preocupación por el ser de España antes de la existencia del franquismo.
Julián Marías, por ejemplo, desarrolló toda una tesis raciovitalista, muy deudora de la obra de Ortega, explicándonos la diferencia entre trayectoria histórica real vs trayectoria histórica posible (lo que fue versus lo que pudo haber sido, pero no fue).

Nuestros pensadores patrios actuales, sin embargo, suelen obviar el legado de nuestros filósofos del pasado. Nada que objetar. Pero, justamente por  ello, las izquierdas ilustradas actuales exponen "su parecer", respecto al tema que nos ocupa, actualizándolo y retomándolo a partir de nuestra errada Transición, aunque antes de la misma ya fuese una constante la pre-ocupación por España.

Félix Ovejero nos dice lo siguiente:

En nuestro caso, explica Ovejero, el problema es el resultado de una ontología política –de un relato—asentado en dos tesis erradas:

a) Existe una continuidad moral entre el franquismo y el llamado régimen del 78.

b) El franquismo y España son dos conceptos indisociables. 

De a y b se sigue que:

a) Cualquier política contraria a España es una política antifranquista y progresista.

b) El nacionalismo es progresivo.

c)  El Estado, concreción del “régimen del 78”, está viciado de origen y cualquier política centralizadora –que en cualquier otro país se valora por su eficacia y su contribución a la igualdad entre los ciudadanos—es reaccionaria y represora.

Nuestra izquierda ha asumido las dos tesis.

CRÍTICA

Totalmente de acuerdo con Félix, las dos tesis erradas (enfatizo) que nuestra izquierda reaccionaria ha hecho suyas, constituyen dos pilares argumentales sobre los que la antiEspaña, en general, edifica sus falsos relatos.
Las tres conclusiones que se siguen, del hecho de asumir estas tesis, también son acertadas. Sin duda, Félix Ovejero hila fino.

Pero yo, desde mi perspectiva liberal, no pude evitar apreciar un descuido involuntario (o no) al exponer dichas conclusiones. A saber:

Félix concluye que para las izquierdas reaccionarias cualquier política contraria a España es una política antifranquista y progresista (cita textual).
Pero a esta conclusión le falta "perspectiva orteguiana"; necesita del otro punto de vista (liberal-conservador) que complemente esta "verdad parcial" evitando, así, la hemiplejía moral e ideológica.

Ovejero obvió concluir la siguiente verdad inherente y siempre presente en las izquierdas ilustradas:

Cualquier política a favor de España se considera franquista y facha.

Al obviar esta "parte de verdad" (no sé si por descuido o con astuta intencionalidad) Félix Ovejero deja caer todo el peso de su crítica en "las izquierdas reaccionarias", pero, al tiempo, salva (libera de culpa) a las "izquierdas ilustradas".

Me explico....
Si lo común y característico de "la izquierda reaccionaria" es articular políticas "contrarias a España", lo propio de las "izquierdas ilustradas" es sospechar y recelar de las políticas "a favor de España".
Félix, en su línea más habermasiana, pareciera hacer suya aquella peregrina recomendación de Mikel Arteta: Debemos ser patriotas, pero sin mostrarnos excesivamente orgullosos de nuestro patriotismo (parafraseo).

Nuestra "izquierda Ilustrada" sigue obcecada en sorber y soplar al mismo tiempo: patriotas sí, pero con contención, por tal de, así, evitar llegar a convertirnos en malosos nacionalistas.

Por eso a la "izquierda Ilustrada" le cuesta tanto aceptar políticas "a favor de España"; y por eso rechaza, con mayor o menor disimulo, la realidad de VOX.

Creen las izquierdas reaccionarias que cualquier política contraria a España sería buena, y creen que articular dichas políticas  corresponde a buenos antifranquistas.

Pero nuestras izquierdas ilustradas también creen algo muy parecido: articular políticas a favor de España es propio de "fachas" como VOX.
Y esto no lo digo yo, sino dos ilustrados de izquierdas como son Manuel Ruíz Zamora y Gregorio Morán.
Manuel Ruíz acusó a VOX de ser portador de un franquismo sociológico y Gregorio Morán consideró que VOX es un retoño del franquismo.

Todas nuestras izquierdas, ya sean reaccionarias o ilustradas, siguen necesitando a Franco, bien para proclamarse ellas mismas "antifranquistas"  o para acusar a VOX de ser franquista.

¡Menudo panorama!

Tenemos a las izquierdas reaccionarias abiertamente contra España, pero también tenemos a las izquierdas ilustradas disimuladamente contra quienes están a favor de España.
No hay ninguna izquierda, ninguna, que le dé la importancia que se merece al hecho serio de ser español.

Por lo visto hay que ser español, ma non troppo... Voilà l' equidistance!