viernes, 29 de octubre de 2021

LA VERDAD SENTIDA vs LA VERDAD CIENTÍFICA (serie de TV "Sex education")

INTRODUCCIÓN

Hay que ver las series de Netflix. Sí, hay que verlas, aunque muchos "espíritus libres" se nieguen a rebajarse a ver series que consideran manipuladoras y adoctrinadoras. Por supuesto, las series de Netflix, bajo la falsa apariencia de la cotidianidad, están pensadas para ser digeridas fácilmente por espectadores jóvenes y adolescentes. Pero no nos dejemos engañar por las falsas apariencias, porque detrás del pueril conflicto entre una pareja de jóvenes enamorados o de una familia disfuncional se esconde una verdad velada; una verdad que todavía es pre-sentida; una pre-verdad que todavía es idea, pero que, a través de la ficción cinematográfica, aspira a ser.

INSTITUCIONALIZAR LA IDEA

Decía Heidegger, en "Ser y tiempo", que la cotidianidad del ser había provocado, paradójicamente, que nos olvidáramos de él; que olvidásemos la cuestión o pregunta por el ser.

Efectivamente, relacionamos el ser (lo que es) con todo lo que nos rodea. El ser se nos presenta de forma familiar y habitual. Vivimos con y en-el ser de las cosas, del mundo y de nosotros mismos (nuestro ser) desde un ámbito de cotidianidad que nos sumerge en la rutina de lo que siempre es. Estamos inmersos en una vida rutinaria que nos insta a ser y a hacer aquello que de nosotros se espera; una rutina cotidiana implantada, no por una ley o letra escrita, sino a través de los usos, costumbres y tradiciones que condicionan nuestras acciones, creencias y sentimientos.

Pero Heidegger también nos enseñó que era posible "desvelar la verdad", por mucho que ésta se ocultara tras el velo de lo cotidiano. Para ello, decía el genio alemán, debemos permanecer atentos y expectantes ante la realidad abierta, ante el mundo que se nos presenta en su "modo de ser aparente". Solo tenemos que escuchar atentamente los susurros del ser, que no gustan de gritar sino de manifestarse misteriosa y enigmáticamente. Los susurros del ser, o de la realidad abierta, nos descubrirán las ideas que se nos ofrecerán como nuevas posibilidades de ser.

Una vez que la idea queda desnuda y se desoculta ante nuestra conciencia, que es donde se manifiesta y actualiza como pre-ser o modo de ser virtual, solo tendremos que operar en la realidad para conseguir que lo que deseamos (la idea) pueda llegar a ser. Dicho en términos marxistas-leninistas: deberemos operar en la realidad material para que la teoría (la idea) se consuma en la praxis convirtiéndose en hecho, realidad o verdad.

Pero hay ideas que no pueden materializarse fácticamente, por ser conceptos puramente metafísicos, conceptos inexistentes y contrarios a todas las leyes de la naturaleza. Pongamos, por ejemplo, la idea de la identidad de género no binaria (queer).

La idea desvelada por el movimiento queer postula que, además de los dos sexos biológicos, masculino y femenino, existe una nueva posibilidad o modo de ser sexual no binario que no sería masculino ni femenino. Sería "otre cose" (permítaseme el chiste fácil).

Como decía, esta idea, nuevo modo de ser o verdad, no puede consumarse como realidad, ya que no existe el sexo no binario; es decir, no existe el sexo que no esté biológicamente definido como masculino o femenino, si exceptuamos algunos casos de hermafroditismo.

Al movimiento queer, por tanto, solo le queda una opción: institucionalizar su idea a través de políticas operativas.

Pero para poder institucionalizar una idea imposible de poder consumarse fácticamente en el ex-sistere (en el mundo) hay que negar la verdad heredada por el logos, pero ya no solo la verdad heredada por un logos tradicional (la verdad burguesa que rechazaba el marxismo, o la verdad heteropatriarcal que rechaza el feminismo), sino que hay que negar, también, la verdad científica y biológica para, así, imponer una nueva verdad: la verdad sentida.

La verdad sentida, pero, solo puede reconocerse colectivamente como verdad, si, primero, se institucionaliza a través del conjunto de todas las superestructuras del estado: medios de información, sistema educativo y asociaciones y organismos culturales.  

Resulta curioso, al respecto, que la aparición de plataformas de ocio audiovisual, como Netflix, se hayan convertido en poco tiempo en una magnífica herramienta (antropotécnica, que diría Sloterdijk) para "criar y domesticar" al ganado humano cebándolo con nuevas verdades (pienso adoctrinador). No cabe duda de que las plataformas de ocio audiovisual se han mostrado como eficaces herramientas para institucionalizar nuevas verdades y/o posibilidades del ser.

Netflix, pero también HBO y Amazon Prime, junto con la ayuda inestimable de las RRSS (Facebook, Youtube...) se han convertido en medios imprescindibles para construir un nuevo poshumanismo. Pero ¿un nuevo poshumanismo por qué y para qué? Esta es la pregunta del millón que no toca ahora responder, pero que, sin duda, forma parte de la guerra cultural que está llevando a cabo la agenda globalizadora que pretende acabar con el humanismo tradicional formado por el "círculo de alfabetizados" (ver Sloterdijk en "Normas para el parque humano").

El nuevo poshumanismo ya no estará formado por un "circulo de alfabetizados" regidos por la razón ilustrada y sus principios lógicos y científicos, sino por un círculo de sentimentalizados que empoderarán sus conciencias sentientes hasta endiosarlas y convertirlas en nuevos supremacismos dogmáticos. 

Veamos, a través de la serie "Sex Educatiom" de Netflix, cómo la nueva conciencia queer, recorre los tres estadios antes mencionados: 

1) Desocultación de la idea.

2) Institucionalización de la idea.

3) Supremacismo dogmático de la idea.


SEX EDUCATION (serie de Netflix)

Soy consciente de que muchos espectadores de "Sex Education", y de otras series de Netflix, se fijan, tan solo, en esa realidad cotidiana que envuelve sus tramas aparentemente insulsas y pueriles. La mayoría de nosotros, después de ver unos cuantos minutos de esta serie, podríamos estar tentados de clasificarla como un producto más para "teenagers"; la típica serie juvenil que ahonda en los típicos problemas y conflictos de los adolescentes; una serie sobre los primeros amores y primeras experiencias sexuales de desorientados jovenzuelos. Además, la serie, en tanto que inmersa en la cotidianidad, también muestra las difíciles relaciones de los jóvenes con sus familias y el mundo circundante que les rodea (instituto, profesores, amigos...).

Pero, como señalé en la introducción de esta reflexión, si nos obligamos a ver la serie con heideggeriana atención expectante, no nos será difícil desocultar la verdad que, sutilmente en la primera temporada, pero con prepotente descaro en las últimas, se disfraza de cotidianidad para, así, colarse en las mentes más alcornoqueñas, todavía inmaduras de nuestros jóvenes, haciéndoles creer que un nuevo poshumanismo sentimental, emocional y empático, puede y debe sustituir al tradicional humanismo racional y científico.

Curiosamente, el modo en que se presentan y desarrollan las tres temporadas de "Sex education" me ha recordado a la manera en que opera la dinámica de la conciencia, ya descrita por Hegel. Primero, la conciencia experimenta una idea, como modo de ser real que todavía no es en el ex-sistere. Después, dicha idea o pre-ser, presente y manifiesto en la conciencia individual, se difunde a través de la palabra para que, a su vez, pueda ser experimentado por una conciencia colectiva más amplia. Cuando la idea logra el reconocimiento colectivo se institucionaliza como verdad y, con el tiempo, muta inevitablemente en verdad siupremacista y dogmática.

PRIMERA TEMPORADA (desocultación de la idea)

La primera temporada de "Sex education" resulta una propuesta inteligente, creativa y original, ya que plantea los habituales conflictos de los adolescentes a través de interesantes tramas argumentativas que muestran de forma atractiva y entretenida las relaciones de los jóvenes protagonistas en-y-con los otros (amigos, familiares, profesores...). Además, a lo largo de los diferentes capítulos, se suceden interesantes aportaciones pedagógicas, en torno al mundo de la sexualidad, que enriquecen el contenido de la serie y favorecen el debate y la crítica reflexiva.

Pero, a pesar de un buen planteamiento narrativo y de unos personajes que resultan notablemente creíbles, la serie no puede evitar caer en un facilón maniqueísmo de buenos vs malos.

Los malos, en esta primera temporada, y como no podría ser de otra manera, son todos hombres. La conciencia enemiga es la conciencia heteropatriarcal, contraria a la feminista; una conciencia masculina que se muestra rígida e intolerante, es decir, que aparece como la mala o falsa conciencia que no se muestra abierta y empática para aceptar la diversidad de conciencias. Y, creedme, la serie presenta un amplio abanico de posibilidades de ser o diversidad de conciencias, dentro de lo que ya se conoce como ideología LGTBI.

Sin embargo, esta primera temporada todavía resulta simpática, porque se limita a desvelar sutilmente, y poco a poco, las nuevas verdades sentidas, sin forzarnos a "digerir" de golpe y sin anestesia algunas propuestas que, desde luego a mí, me parecieron ebrias de un gran frikismo bizarro. Los guionistas, seguramente, consideraron que no había que mostrar todas las cartas en la primera temporada y se limitaron a seducir a los espectadores a través del humor, mostrándonos historias interesantes, pero sin rehuir de su razón de ser: reivindicar la aceptación de la diversidad de conciencias (ideologías LGTBI).

SEGUNDA TEMPORADA (institucionalización de la idea)

Los guionistas, sin duda crecidos por el éxito de la primera temporada, comienzan a "desvelar" su verdad. En esta segunda temporada sucederán dos hechos que considero claves y harto significativos para comenzar a intuir las intenciones (prepotentes) que quedarán al desnudo, definitivamente, en la tercera temporada. 

Como decía, en esta segunda temporada se producirán dos hechos, en realidad dos conversiones, que resultarán fundamentales para entender cómo propone la nueva conciencia LGTBI afrontar y solucionar determinados conflictos y problemas que se dan en los adolescentes.

Las conversiones las realizarán dos jóvenes heterosexuales, un chico y una chica, que, tras fracasar respectivamente en sus relaciones con los demás y consigo mismos (típicos problemas de identidad de los adolescentes), encontrarán la solución a sus problemas aceptando una nueva orientación homosexual.

Atención, no estamos hablando de dos personajes que, en principio, estuvieran reprimiendo o "no aceptando" su orientación homosexual, sino de dos chicos que, tras fracasar en sus primeras experiencias amorosas, decidirán probar nuevas alternativas. De hecho, además de estos dos conversos, la serie cuenta con un protagonista homosexual que sí acepta su orientación sexual, pero muestra todavía una lucha interna por "salir del armario" y visibilizar su homosexualidad.

Lo que quiero decir es que sí, la serie nos presenta al típico chico homosexual, que intuye o sabe que lo es, pero no se atreve a visibilizar su verdad, pero, además, "Sex education" se atreve a ir mucho más lejos, llegando a proponer (tal parece) la aceptación de la homosexualidad como remedio o cura a diferentes problemas y/o conflictos identitarios. Veamos los dos casos o conversiones que aparecen en la serie:

El chico agresivo: el maniqueísmo de la serie nos presenta al típico machote heteropatriarcal, el deportista agresivo y violento, carente de empatía, que acosa a los demás, pero, sobre todo, a su compañero homosexual. Tras reconocer su homosexualidad, que permanecía latente y reprimida inconscientemente, el "machote malote" dejará de ser agresivo y se tornará más amable y logrará un mayor autocontrol de sus emociones. ¿En serio? ¿La homosexualidad como terapia?

La chica friki con vaginismo: este personaje es muy polémico y controvertido y se nos presenta como una friki muy creativa pero con dificultades para establecer relaciones sociales con los demás. Podría tratarse, perfectamente, de un caso de asperger; alguien que no tolera el contacto personal y que desarrolla vaginismo (dolor ante la penetración). La chica es una ferviente creyente de los mundos alienígenas y, de hecho, va a clase disfrazada como uno de los personajes de su bizarras creaciones literarias, ficciones con un alto contenido erótico-sexual que muchos profesores y alumnos consideran pornográficas y desagradables. Después de no lograr mantener relaciones sexuales con algunos chicos (debido a su vaginismo) se reconocerá lesbiana, solucionando así sus problemas, no solo al evitar el dolor por la penetración, sino también logrando mayor estabilidad emocional y desprendiéndose de inseguridades personales.

En esta segunda temporada, la nueva verdad (conciencia LGTBI) comenzará no solo a institucionalizarse y a reconocerse como abanico de nuevas alternativas o modos de ser, sino que se postulará como solución a determinados problemas psicológicos y/o emocionales. Muy sospechoso cuanto menos.

TERCERA TEMPORADA (supremacismo dogmático)

La tercera temporada de "Sex education" se despachará con una revolución, por parte del alumnado, para derrocar a la opresora y tradicionalista dirección del centro. 

El triunfo del alumnado, sobre la opresora dirección del centro, constituirá, de hecho, el triunfo de la dictadura, no proletaria sino queer; significará el triunfo de la verdad sentida de los rebeldes que impondrán su neolingua (todos, todas y todes) y sus gustos psicoestéticos. Pero también significará el triunfo de las almas bellas "diferentes" (léase frikis), que podrán dar rienda suelta a su fantasiosa imaginación sin rendir cuentas con la realidad.

La serie, consciente del trato maniqueo que dispensó a los roles masculinos en temporadas anteriores, decidirá astutamente que, en la tercera temporada, la dirección del centro recaiga en una mujer, pero en una mujer que ha hecho suyos los valores del heteropatriarcado tradicional: responsabilidad, trabajo, superación, sacrificio, competitidad...

La nueva directora, aunque mujer, carecerá de la empatía necesaria para tolerar la diversidad de conciencias que impera en el instituto, y se convertirá en la nueva malvada, de pensamiento rígido e inflexible, de la tercera temporada.

Hasta aquí mis "apuntes" sobre la serie "Sex education", aunque, sin duda, a esta serie, fiel reflejo del nuevo poshumanismo que postula la verdad sentida, podrían dedicársele otros muchos análisis socio-políticos, psicológicos e incluso filosóficos.