jueves, 19 de octubre de 2023

EUROPA YA ES EURABIA

INTRODUCCIÓN

Mis últimas entradas: "La agonía del cristianismo" y "Eurabia o cristianismo hegeliano" han resultado ser "premonitorias", aunque tampoco había que ser muy inteligente para intuir que, más temprano que tarde, las irresponsables políticas migratorias de la UE nos acabarían pasando factura.

Primero Francia y Suecia, ahora también Bélgica, pero mucho me temo que, en breve, también España y la generalidad de Europa sufrirán las consecuencias de las inconscientes políticas de los "buenos y justos" (léase políticas de las izquierdas antioccidentales).

La realidad de una Eurabia,  amenazadora y contraria a los tradicionales valores occidentales, ya se ha materializado y se nos muestra cruenta y desnuda ante nuestros  ojos.

Cada vez más gente comienza a verbalizar, sin miedo, que "el rey está desnudo".



miércoles, 26 de julio de 2023

EURABIA O CRISTIANISMO HEGELIANO PARTE II

INTRODUCCIÓN

Le explicaba al amigo José, en anteriores comentarios de la parte I de esta reflexión:

Un cristiano hegeliano puede ser, perfectamente, también un ateo; porque lo que importa no es creer en un ente supremo (Dios) sino en un espíritu colectivo que aglutine y permita la perdurabilidad de la cosmovisión y razón de ser occidental.

Ahora quisiera matizar y añadir que ni siquiera sería necesario creer verdaderamente en ningún espíritu o razón de ser colectiva. Tan sólo tendríamos que desear creer, como señalara el psicólogo William James, en la verdad sentida que quisiéramos hacer nuestra. Se trataría, en realidad, de obligarnos a querer creer; obligarnos a autoengañarnos o autohipnotizarnos, como se prefiera, para huir de la náusea ante la nada y el sinsentido de la existencia.

Hace ya muchos años le pregunté a un buen amigo, comunista convencido, si había leído a Marx. Me respondió que no, que no había leído a Marx. Sin embargo, él creía en Marx y, por supuesto, en las bondades del comunismo. De manera parecida, cientos de miles de individuos se dicen cristianos sin haber leído la Biblia.

Para creer en algo no es necesario leer ni conocer, sino tan sólo sentir, es decir, tan sólo necesitamos descubrir qué clase de persona somos, y será nuestro modo de ser el que elija aquella filosofía y/o ideología más acorde con nuestro Yo (Fichte).

Mi tesis postula, por lo tanto, que en tiempos de la razón cínica (Peter Sloterdijk) sólo puede imperar el relativismo cultural y epistemológico (¿qué es la verdad?, preguntó cínicamente Poncio Pilatos), porque una vez desenmascaradas todas las prepotencias inherentes a los grandes metarrelatos del pasado (cristianismo, marxismo, capitalismo...) nadie puede creer realmente de corazón y con verdadera fe en los mismos. 

Ahora, la razón, que antaño fuese ilustrada, ya sólo puede ser cínica e hipócrita, sólo puede obligarse a creer en nuevos microrrelatos (femimarxismo, ecologismo, animalismo, ideologías LGTBI y queer...).

La intelligentsia humanista, los nuevos pastores del ser, no pudiendo defender ya los viejos y obsoletos metarrelatos del pasado lo han apostado todo a un nuevo poshumanismo multicultural que defiende la pluralidad de conciencias.

La apuesta, desde luego, es atrevida, pero también generosa: que cada cual se autorrealice o se identifique con la verdad sentida que desee. Nada que objetar.

Sin embargo, este nuevo poshumanismo, emancipador y sin duda con aspiración universalista, choca con el único gran metarrelato que todavía no ha limado suficientemente su celo dogmático: el Islam.

Incluso a los musulmanes más moderados y tolerantes les cuesta aceptar, por ejemplo, la realidad de la homosexualidad, un modo de ser que ya se ha visibilizado y aceptado ampliamente en Occidente.

¿Qué sucederá en Eurabia de aquí a unas décadas, cuando las sociedades europeas estén fuertemente islamizadas? ¿Perderán los homosexuales y las mujeres, sobre todo, derechos y libertades que costaron siglos conquistar?

Hasta ahora, Europa había apostado por políticas multiculturales de integración, sin duda loables, despreocupándose de la posibilidad de que en el futuro pudiera producirse un choque entre civilizaciones.

La intención era buena, pero lo ocurrido recientemente en Francia ha dejado al desnudo una terrible y dolorosa verdad: la integración multicultural ha fracasado.

Quizá ya sea hora de que Europa recupere al viejo Hegel, pero readaptándolo a la realidad de los nuevos tiempos posmodernos.

LA FENOMENOLOGÍA DEL ESPÍRITU

Hegel hizo una pertinente distinción entre religión positiva, revelada y heredera de la tradición, y religión natural, producto de la reflexión razonada. El filósofo alemán creía que era necesario buscar una síntesis entre los sentimientos, mitos y razón, para, así, dar forma a una suerte de nueva religión ideológica.

Dicha religion ideológica tendría como objetivo fomentar el sentimiento de pertenencia a un proyecto común, pero, al mismo tiempo, debería permitir el libre desarrollo de una ética individual, sin someter a los ciudadanos a los dictados de una moral colectiva.

Los individuos, siguiendo los dictados de la razón, deberían alcanzar una voluntaria autonomía moral, es decir, deberían hacer suya una concreta cosmovisión (normas y valores), pero voluntariamente y sin coacciones.

Esta propuesta hegeliana, en mi opinión, tiene varios puntos en común con algunas de las tesis de Slavoj Zizek y Gustavo Bueno, ambos marxistas (curioso).

Decía Zizek, en su obra "Menos que nada", que la adhesión a un líder, y a una determinada cosmovisión ideológica, debía producirse libre y conscientemente, sin coacciones por parte de un Estado impositor. Por eso, Zizek definía su modo de ser comunista como el propio de un ateo-religioso, porque el comunismo, según él, era una suerte de religión que no creía en Dios, pero sí creía, al modo hegeliano, en un proyecto común universalista o fin último; es decir, sentía y creía pertenecer a algo más que una moral teologal; sentía que pertenecía a algo parecido a lo que Rousseau denominó religión civil: el sentimiento de pertenencia a una razón de ser y a los símbolos culturales comunes de una civilización.

De manera parecida, Gustavo Bueno se autoproclamó ateo-católico, pero en vez de fundamentar dicho modo de ser a partir de una síntesis hegeliana (sentimientos y razón) lo hizo únicamente a través de los postulados de la razón del materialismo filosófico, prescindiendo de cualquier atisbo de idealismo sentimental.

Gustavo Bueno prescindió de la idea de espíritu hegeliano, es decir, prescindió de la abstracciones de la autoconciencia individual y colectiva, que sí hace suyas Zizek, porque Bueno fue, ante todo, aristotélico.

ARISTÓTELES FRENTE A HEGEL

Hegel consideró que la razón analítica de Kant era, en realidad, una razón del entendimiento, es decir, Hegel creyó que la razón podía construirse  o fundamentarse reflexivamente, porque, al cabo, la razón era el producto de las necesidades específicas de cada época. Así, cada época habría expresado a lo largo de la historia una concreta dialéctica de contrarios, fruto de la escisión entre razón y sentimientos.

La razón analítica de Kant hacía suyos dos principios de la lógica aristotélica que, hasta Hegel, parecían incuestionables:

1) El principio de identidad: A no puede dejar de ser A

2) El principio de no contradicción: A no puede ser al mismo tiempo no A

Sin embargo, Hegel superó los principios de la lógica aristotélica a través del lenguaje de la teología, porque, en su opinión, el filósofo debía poseer tanta fuerza estética como el poeta. Así tenía que ser, porque la filosofía debía crear nuevos mitos, ficciones sugerentes que permitieran crear un relato.

El relato, para Hegel, era el proceso narrativo a través del cual se manifestaba y se mantenía vivo el espíritu en su doble dimensión individual y colectiva para afrontar problemas teóricos y existenciales.

En esta definición de relato se halla la clave para entender no sólo a Hegel, sino a los actuales microrrelatos, tales como la ideología de género, la ideología queer o las crecientes mareas animalistas y ecologistas.

Hegel hizo suyo el lenguaje de la teología porque éste le permitía crear un relato burlando los dos principios ya citados de la lógica aristotélica.

De hecho, el avispado Hegel advirtió que el relato cristiano era tremendamente sugerente y poderoso porque negaba el principio de la lógica que postulaba que A no podía ser al mismo tiempo A y no A. 

La especulación teológica sí afirma que Jesús es al tiempo hombre y Dios, es decir, Jesús, contra toda lógica, sí puede ser A y no A.

Ahora se entiende mejor por qué Judith Butler, la ideóloga de la performatividad del género, se declara hegeliana:

Si Jesús podía ser al mismo tiempo hombre y Dios, ¿por qué un hombre no va a poder ser una mujer? Mejor aún ¿por qué no identificarnos con un género fluido que nos permita, según nuestra verdad sentida, ser A o B, hombre o mujer?

Negando la lógica aristotélica se niega la tradicional razón kantiana a través de la cual se fundamentan la ciencia y la biología. 

Y aquí quería llegar.

El metarrelato del Islam no está por la labor de asumir las nuevas espiritualidades o verdades sentidas que se están imponiendo en Occidente a través de la institucionalización (legal) de  políticas coactivas e impositoras. No puede, porque el Islam todavía está sometido, nunca mejor dicho, a los dictados de una religión revelada que todavía no permite el libre desarrollo de una ética individual; una ética que sí se permite, de momento, en Occidente.

Pero, claro, los seguidores de Gustavo Bueno, todavía fieles a los principios de la lógica aristotélica, también se niegan a construir relatos que pudieran resultar sugerentes y atractivos para dar forma a una espiritualidad cristiana y hegeliana.

CONCLUSIÓN

Yo sospecho que somos millones los occidentales que no comulgamos con el metarrelato, supremacista y dogmático del Islam. Tampoco podemos hacer nuestros, al ser contrarios a los principios de la razón lógica, los postulados hegelianos del trasnochado metarrelato comunista (Zizek). Ni podemos asumir las verdades sentidas de los microrrelatos que pretenden imponer las nuevas ideologias LGTBI y queer .

Pero, en mi opinión, sí hay que pensar a Hegel contra Hegel, o, al menos, contra sus hijos díscolos comunistas y demás ideólogos de peregrinas identidades de género.

Las sociedades europeas deberían crear un nuevo metarrelato cristiano y hegeliano a través del cual se manifestara y perviviera la espiritualidad occidental; deberían construir una serie de abstracciones (mitos y rituales litúrgicos) individuales y colectivos, que les permitieran salvar sus legados histórico-culturales.

Pero dicho relato debería difundirse, a la manera que proponía Hegel, a través de una razón sugerente que seduzca a los ciudadanos. Jamás debería imponerse, craso error que están cometiendo el femimarxismo y la Europa habermasiana, a través de políticas coactivas y/o penalizadoras, sino a través de una activa pedagogía social en toda la superestructura (educación, medios de comunicación y órganos e instituciones culturales).

Está claro que, en la actual época que nos ha tocado vivir, de nada sirve el razonamiento lógico. Es falso, como ha demostrado el reciente fracaso de VOX, que el dato (la realidad objetiva) mate al relato (el sentir subjetivo). Sólo un relato más poderoso y sugerente puede vencer a otro relato.

Ganará la conciencia que con más fuerza desee creer en su verdad sentida, y no la conciencia que todavía siga apegada a racionales lógicas aristotélicas.




viernes, 21 de julio de 2023

EURABIA O CRISTIANISMO HEGELIANO (salvar a Occidente) PARTE I

INTRODUCCIÓN

Unamuno creyó que la única manera de salvar al cristianismo pasaba, inevitablemente, por salvar a Occidente de su decadencia moral. Así nos lo explicó Don Miguel en su obra "La agonía del cristianismo". El insigne filósofo pensaba que Occidente agonizaba porque también agonizaba el cristianismo, y viceversa. La agonía de Occidente y la del cristianismo eran una misma agonía provocada por la perdida de valores tradicionales y, sobre todo, debida a la perdida de fe espiritual.

Sin embargo, Unamuno no realizó ninguna propuesta fundamentada filosóficamente para salvar al occidente cristiano. No pudo hacerla, porque su preocupación, como él mismo insistía en señalar, era espiritual y, por tanto, individual. Para Unamuno la agonía del auténtico cristiano era una cuestión íntima y muy personal, un asunto entre su alma y Dios. Por eso Unamuno se mostró muy beligerante con lo que denominó cristianismo social, un cristianismo politizado que aspiraba no tanto a salvar almas como a generar transformaciones sociales.

Ortega y Gasset sí propuso la unificación de Europa, en la forma de un novedoso proyecto supranacional confederado, que pudiera salvaguardarla de posibles amenazas externas.

Pero ni Unamuno ni Ortega, entonces, pensaron que el Islam pudiera ser una importante amenaza para Occidente, porque a principios del SXX, y cuando Ortega publicó "La rebelión de las masas" en 1930, sólo el comunismo y la China maoísta se consideraban potenciales enemigos de la civilización occidental. No obstante, Ortega sí que apuntó, en la ya mencionada "Rebelión de las masas", que el gran magma islámico podría devenir una amenaza futura:

"La probabilidad de un Estado europeo se impone necesariamente, La ocasión que lo impulse puede ser cualquiera: por ejemplo, la coleta de un chino que asome por los Urales,  o bien una sacudida del gran magma islámico".

Ya en 1930 Ortega apostaba por una Europa fuerte y unida que pudiera hacer frente a futuras amenazas (chinas o islámicas) susceptibles de provocar posibles choques entre civilizaciones.

Yo había pensado titular esta reflexión "Occidente frente al Islam", pero los recientes acontecimientos ocurridos en Francia, país inmerso literalmente en una guerra civil entre franceses autóctonos y masas de inmigrantes musulmanes, me han hecho ver que el occidente allende los mares, integrado sobre todo por países como EEUU, Australia o Nueva Zelanda, todavía se encuentra lejos y a salvo de las sacudidas del gran magma islámico.

Sin embargo, la vieja y decadente Europa sí está dramáticamente enfrentada al Islam, hasta el punto de haberse convertido, de hecho, en Eurabia, tal y como anunció que sucedería la pensadora Oriana Fallaci.

La escritora Oriana Fallaci (1929-2006) acusó al Islam de ser el enemigo que se había instalado en Europa, en nuestras casas y sin querer dialogar (cita literal). Acusó al Islam de no querer integrarse en la sociedades occidentales, pero también acusó a la izquierda europea de ser antioccidental, entre otros motivos, por permitir y alentar la inmigración ilegal musulmana.

Curiosamente, Fallaci, que desde muy joven había sido profundamente anticlerical, sintió una gran admiración por el Papa Benedicto XVI, y ya en su madurez se definió como una atea-cristiana. Más adelante recuperaré está peculiar autodefinición para relacionarla con la de ateo-religioso de Slavoj Zizek y la de ateo-católico de Gustavo Bueno.

Quizá fue Spengler, autor de "La decadencia de Occidente" (publicada en dos volúmenes en 1918 y 1922) el primero en refererirse a la desaparición de la civilización occidental. Enríquez de Aguilar escribió lo siguiente en las páginas de El Español Digital (2021) a colación de la profética obra de Spengler:

"De acuerdo con su teoría, Spengler anunciaba ya en 1922 la decadencia de Occidente, cuya etapa final consideró que coincidiría con el inicio del S XXI.

Hoy, la lectura de "La decadencia de Occidente" nos parece esencial, porque parece que nos toca vivir esa etapa de decadencia, de absoluta degeneración, previa a su final; lo que venga después no sabemos qué será, pero no será lo mismo."

¿Qué ha sucedido en Europa durante las últimas décadas para que, a pesar de las advertencias de pensadores como Spengler, Ortega, Oriana Fallaci..., el Islam haya podido dar forma a Eurabia, delante de nuestras narices y sin que nadie le chistara?

Han sucedido muchas cosas, sin duda, pero una de las más relevantes ya fue señalada por Oriana Fallaci: la izquierda europea, profundamente antioccidental, ha favorecido la implantación de irresponsables políticas de inmigración (políticas de puertas abiertas) que han facilitado la desintegración de la razón de ser occidental de la vieja Europa.


LA IZQUIERDA EUROPEA ANTIOCCIDENTAL

La civilización europea comenzó a constituirse a partir del primer proyecto humanista universal llevado a cabo por Roma (Heidegger en "Cartas sobre el humanismo") y más tarde por el cristianismo, también un proyecto humanista universal.

Como bien señaló Unamuno en "La agonía del cristianismo", el destino de la civilización occidental estuvo, desde el principio, ligado a la razón de ser cristiana. Pero el carácter cristiano de occidente comenzó a debilitarse y/o diluirse a partir del SXVIII, con el triunfo de las ideas ilustradas y la Revolución Francesa (1789). La razón y la ciencia moderna acabaron por desterrar la "espiritualidad cristiana" a un rincón olvidado de la historia, ya que la fe espiritual fue despreciada al ser considerada una creencia suprasensible, esencialista o metafísica.

Todas las izquierdas a lo largo de la historia, desde la primera izquierda definida jacobina hasta la maoísta, se autoproclamaron racionalistas y/o materialistas, es decir, se definieron como ideologías carentes de fundamentos religiosos y metafísicos.

Esta primigenia obsesión de las izquierdas por desprenderse de esencialismos sigue muy viva en los actuales dirigentes europeos. De hecho, la Europa globalista de hoy, que sueña con implantar la Agenda 2030, se autoproclama racional y constitucionalista y, por supuesto, laica.

La Europa habermasiana (socialdemócrata) desprecia profundadamente tanto al cristianismo como a las identidades nacionales, por considerarlas ebrias de esencialismos metafísicos, y por eso apuesta por las entidades políticas (democracia deliberativa, leyes constitucionales, diálogo comunicativo...) para articular una Europa supranacional que pueda despojar de soberanía nacional a los países que la integran.

Sin embargo, las políticas que lleva a cabo la Unión Europea pecan de no pocas incongruencias que dejan al desnudo su cínico e hipócrita doble rasero moral. Resulta curioso, cuanto menos, que en Europa siga despreciándose abiertamente la religión cristiana, al tiempo que se condesciende y se articulan políticas harto permisivas con la religión islámica. La intelligentzia europea (socialdemócrata, insisto) coacciona y penaliza a los países miembros de la UE que defienden sus respectivas soberanías nacionales, ya sea porque no permiten la entrada de inmigrantes musulmanes, caso de Polonia, o por negarse a suscribir determinados postulados de la globalista Agenda 2030.

En España, por ejemplo, las izquierdas siguen en su empeño de desterrar la religión católica de la enseñanza pública, mientras alientan y permiten que se den clases del Corán en las escuelas. Otro tanto sucede con la lengua común española, que en Cataluña, sin ir mas lejos, se persigue y es ninguneada, mientras en muchos colegios catalanes se comienzan a dar clases de lengua árabe.

La UE, que se vanagloria de despreciar cualquier esencialismo metafísico y/o religioso, ha devenido un fallido proyecto supranacional que no duda en subyugar a sus ciudadanos llevándolos a la ruina económica y social, por mor de satisfacer sus idealistas aspiraciones; ensoñaciones teleológicas ebrias de diversos esencialismos metafísicos que están presentes en los nuevos metadiscursos ecologistas y de género.

Si nos fijamos, la Europa habermasiada, no olvidemos que una Europa de izquierdas, dice despreciar las identidades nacionales y la religión cristiana por considerarlas impregnadas de fundamentaciones metafísicas, pero esta misma Europa socialdemócrata y constitucionalista se muestra harto permisiva con el Islam, una religión que, en el parecer del filósofo Peter Sloterdijk, todavía no ha limado suficientemente su celo dogmático.

¿Por qué las izquierdas europeas desprecian la religión cristiana pero, al tiempo, condescienden con la religión islámica?

La respuesta la dio Oriana Fallaci cuando señaló que la izquierda europea era/es profundamente antioccidental. Porque ser antioccidental implica, necesariamente, ser anticristiano y enemigo de las naciones soberanas.

Cuando Oriana Fallaci comprendió que la desintegración de Europa llegaría de la mano del Islam, y que éste era el medio a través del cual las izquierdas europeas pretendían dinamitar los dos pilares de la civilización occidental: nacionalismo y cristianismo, decidió que no tenía por qué estar reñido ser atea y cristiana; es más, Fallaci comprendió que soló una conciencia o razón de ser cristiana podría hacer frente a su conciencia antagónica islámica.

Oriana Fallaci, al proclamarse atea-cristiana,  fue la primera pensadora en deshacer la tramposa ilusión de alternativas de la que se servían las izquierdas para imponer su laicismo. El nudo gordiano que nos legó el perverso marxismo no podía desatarse utilizando la lógica y la razón, porque la lógica racional exigía justificaciones coherentes que no permitían incongruencias como, por ejemplo, la de ser ateo y, al tiempo, cristiano.

Oriana Fallaci, militante de izquierdas y anticlerical durante toda su rebelde juventud, decidió defender a Occidente de la amenaza del Islam. Y lo hizo cortando de un certero y valiente tajo la trampa que durante décadas construyó el marxismo para generar sentimientos de culpa y complejos en los escrupulosos liberales. Por supuesto que podemos ser ateos y cristianos, porque el ateo no cree en entes suprasensibles (dioses) pero puede creer perfectamente en una razón de ser o cosmovisión cristiana que dé sentido a su existencia. 

Se trataba, sencillamente, de anteponer el metarrelato cristiano al marxista, por una mera cuestión de supervivencia, por imperativo vital y existencial. Se trataba de articular una nueva propuesta liberal-conservadora que no sólo se preocupara por las necesidades materiales de la nación, sino también por las espirituales.

METARRELATOS

Decía que hoy, más que nunca, es necesario recuperar una liturgia espiritual, occidental y cristiana, que pueda salvar a Europa del gran magma islámico, porque sólo la fuerza espiritual (ojo, no necesariamente religiosa) nos permitirá sortear las tramposas ilusiones de alternativas con las que las izquierdas antioccidentales anulan la vitalidad y la voluntad de ser de las naciones europeas.

Es falso, como insisten en señalar las mentes más racionales, que el dato mata al relato. Por supuesto, para una mente racional y lógica, los datos, es decir, los hechos objetivos, deberían anteponerse a los relatos fantasiosos y subjetivos. Pero en tiempos posmodernos, donde impera la razón cínica, profundamente emocional y sentimental, solo un relato bien construido y fundamentado podrá vencer a su antagonista.

El metarrelato marxista castró y secuestró al tradicional liberalismo occidental convirtiéndolo en un permisivo liberalismo social, haciéndole caer en al trampa de una falsa ilusión de alternativas: si era conservador, entonces también era fascista. De esta manera, el liberalismo se enfrentó a una aporía que conducía a un callejón sin salida: si los liberales defendían a sus respectivas naciones, mostrándose dispuestos a salvaguardar la razón de ser de las mismas y su legado histórico-cultural, entonces eran tildados de fascistas. Pero si el liberalismo condescendía y permitía que sus sociedades coexistieran con conciencias antagónicas y contrarias a los valores de la civilización occidental, entonces el liberalismo claudicaba y se entregaba sumiso a una lenta y progresiva invasión, ya fuere comunista o islámica.

Cuando el liberalismo primigenio, republicano y nacional, mutó en liberalismo social, quedó rendido al metarrelato marxista. El liberalismo, lleno de complejos y carente de fuerza espiritual, se autoinmoló, renegando de sí mismo para no parecer un bárbaro irracional o un vulgar fascista. 

Así, el liberalismo social, convertido en liberalismo permisivo (Zizek), no tuvo más remedio que condescender y permitir que el comunismo y el Islam camparan alegremente por Europa, porque prohibir o ponerle límites al multiculturalismo o pluralidad de conciencias hubiese sido propio de fachas.


DEL AUTOENGAÑO A LA AUTOHIPNOSIS CÍNICA

Pensaba Unamuno, y con él supongo que la generalidad de los viejos liberales, que recurrir a autoengaños era deshonesto e inmoral.

Unamuno no pudo aceptar autoengaños cínicos que le permitieran creer en Dios cuando, en realidad, él era agónicamente consciente de haber perdido la fe (ver "La agonía del cristianismo"). Y es que Unamuno, como el resto de liberales de la vieja escuela, se obligó, ante la duda y la falta de fe, a ser permisivo y tolerante aceptando la pluralidad de conciencias en el claro del bosque.

Por eso Unamuno se mostró contradictorio en los albores de 1936, primero apoyando el Alzamiento Nacional para salvar a la España cristiana y occidental, pero más tarde arrepintiéndose, para, así, alejarse de la vehemencia de los bárbaros nacionalcatólicos y volver al redil de los buenos y talanteros liberales.

No, Unamuno no pudo traicionar a la diosa razón, pero la posmodernidad sí descubrió cómo burlar la razón, la lógica y el sentido común, a través de una serie de autoengaños cínicos que le permitirían legitimar e imponer nuevos microrrelatos o verdades sentidas.

Para Unamuno ser cristiano consistía en mantener viva la fe espiritual, pero de verdad, reconociéndose uno mismo como un verdadero creyente. Por este motivo, Unamuno, tanto en "Del sentimiento trágico de la vida" como en "La agonía del cristianismo", criticó duramente la apuesta de Pascal, considerándola un razonamiento utilitarista o pragmático que nada tenía que ver con la verdadera fe.

Vino a decir Pascal que "creer en Dios" era una apuesta segura, pues si Dios no existía nada se habría perdio por haber creído en él. Pero si Dios existiese, creer en él salvaría nuestras almas.

Unamuno, por supuesto, no creía que la falsa impostura de Pascal pudiera salvar el alma de quienes se autoengañaban pensando que la verdadera fe espiritual podía sustituirse por una artera y utilitarista apuesta. 

También el psicólogo William James recurrió a un autoengaño más sofisticado para poder creer en Dios ante la falta de auténtica fe.

Argumentó James que era posible llegar a creer en Dios si nos obligábamos a ello, apelando a una voluntad de creer que, a fuer de ser deseada, nos autoconvenciese de su existencia. Por supuesto, Unamuno tampoco aceptó este ardid psicológico, refinado autoengaño, por considerar que la verdadera fe espiritual nacía espontáneamente en y desde el individuo, y no como consecuencia de construir una creencia cognitiva fundamentada en los deseos y voliciones del sujeto.

Sin embargo, en mi humilde opinión, debemos reconocerle a William James haber sido el primero en descubrir los principios de la estrategia psicológica que Peter Sloterdijk denominaría autohipnosis cínica, al cabo un autoengaño psicológico consistente en construir y legitimar creencias en función de los intereses de los metarrelatos o metadiscursos de la ideología de turno.

LA REINVENCIÓN DE LA METAFÍSICA EN LA POSMODERNIDAD

Decía Ortega que "la vida es drama y exigencia programática, por lo que toda acción vital es acción posible que provoca titubeos metafísicos".

Ortega nos habló de titubeos metafísicos, porque entendió que si la vida era constante pre-ocupación (ocuparse con antelacion) por cuestiones futuras, era obvio que ese anticiparse a lo que todavía no era, se manifestaba y actualizaba en la conciencia del sujeto como un pre-ser o idea hegeliana que aspiraba a consumarse como futuro-ser-en-el mundo.

La metafísica hegeliana, por tanto, ha estado presente en todos los metarrelatos que pretendieron dar sentido a la marcha de la historia o ansíaban la consecución de un fin último absoluto. Pero en el parecer de Lyotard, los grandes metarrelatos (cristianismo, ilustración, marxismo y capitalismo) ya habían sido superados por la posmodernidad, es decir, ya no seducían ni concienciaban a las masas. Por esta razón, Lyotard, hijo de la posmodernidad y del marxismo cultural, abogó por la defensa e implantación de microrrelatos resultantes de la pluralidad cultural y la diversidad de conciencias. Se comenzó a legitimar, así, el multiculturalismo que actualmente imponen las élites globalistas en la decadente Europa.

La cultura posmoderna, heredera de la Escuela de Frankfurt, y como bien observó Peter Sloterdijk en su "Crítica de la razón cínica", recelaba de cualquier conciencia prepotente que se erigiese en autoridad indiscutible. Ya no tenían vigencia los grandes metadiscursos de otrora, pues ninguno de ellos había conducido realmente a la liberación y emancipacion de los individuos. Por ello Theodor Adorno, desconfiando de los metarrelatos tradicionales, que consideraba prepotencias señoriales autoritarias, defendió la articulación de un nuevo pensamiento sensible, emocional y sentimental, que respetara, como ya indicara Lyotard, la diversidad y pluralidad de conciencias.

Ciertamente, el recelo y desconfianza en los grandes metarrelatos ocasionó que las sociedades occidentales se tornaran incrédulas (Lyotard). Pero esa primera incredulidad, en el parecer de Sloterdijk, dio paso a la configuración de un nuevo modo de ser occidental, fundamentado en lo que el filósofo alemán llamó razón cínica.

Los nuevos microrrelatos, en realidad nuevas conciencias posmodernas, se desprendieron de cualquier atisbo de fundamentación racional y lógica, apelando a sus respectivos derecho-a-ser en base a justificaciones sentimentales y/o victimistas. Dichos microrrelatos se sirvieron de una nueva razón cínica donde el sofisma, el engaño, la manipulación y tergiversación de la verdad, en el parecer de Sloterdijk, se convirtieron en los argumentos por excelencia.

Según Sloterdijk, estas nuevas conciencias (microrrelatos) se legitiman gracias a una estrategia psicológica que él denomina autohipnosis cínica, un autoengaño, como ya hemos visto, que es heredero de la voluntad de creer de William James.

A través de la autohipnosis cínica los indidividuos salvan las disonancias cognitivas (disincronías entre la realidad y los deseos del yo), obligándose a creer en aquello que mejor sirve a sus intereses emocionales y sentimentales.

Esta nueva razón cínica posmoderna salva a la izquierda, permitiéndole superar el trasnochado materialismo dialéctico marxista, reinventándose éste en la forma de un nuevo marxismo cultural.

Este nuevo marxismo cultural ha adelantado al liberalismo social por la izquierda, erigiéndose en una propuesta todavía más tolerante y permisiva ante la pluralidad de conciencias, hasta el punto de imponer, legislación institucional mediante, lo que yo llamo una multiplicidad de verdades sentidas.

LA IMPOSICIÓN DE LAS VERDADES SENTIDAS

No, no me he desviado del tema de esta refexión: "Eurabia". No lo he hecho, porque, como intentaré demostrar a continuación, si el Islam está consiguiendo configurar una nueva realidad histórica llamada Eurabia, ha sido, principalmente, porque la actual Europa socialdemócrata es profundamente antioccidental, es decir, es una convencida antinacionalista y anticristiana.

La verdad, la cruda verdad, es que el marxismo no ha fracasado en su empeño de articular su soñado proyecto internacionalista.

El marxismo ha sabido mutar, o metamorfosear, como señaló López Laso, reinventándose y adaptándose al sentir de la posmodernidad; ha sabido utilizar el multiculturalismo y la pluralidad de conciencias en su propio beneficio, para, así, ensayar un nuevo proyecto internacionalista, ahora globalista, que sigue los postulados hegelianos para conducir a la humanidad a un último fin absoluto o final de la historia.

Hoy, un hombre cualquiera, con un par de cojones de toro, puede autodefinirse como una mujer, y toda la sociedad, en su conjunto, deberá aceptar su verdad sentida, ¿por qué no aceptar la verdad sentida del Islam?

Toda verdad sentida es una verdad subjetiva que experimenta el sujeto en su conciencia (Hegel), a pesar de que dicha verdad o modo de pre-ser no pudiera tener su correspondencia con la realidad. Ya no importa la verdad aristotélica sujeta a la lógica racional, pues si lo que sentimos no se corresponde con la realidad, pues tanto peor para la realidad.

Un hombre que se autoperciba como mujer se podrá autoengañar, autohipnosis cínica mediante, diciéndose a sí mismo que la verdad es lo que él desea fervientemente que sea verdad, y no lo que dicte la realidad, la ciencia o la biología. De esta manera, la propuesta psicológica de Willian James ha encontrado, a pesar de las reticencias de Unamuno en el pasado, un tardío reconocimiento posmoderno.

Ahora resulta más fácil que nunca burlar las disonancias cognitivas, las discrepancias entre los deseos del yo y la realidad. Por eso, también triunfa la verdad sentida de los nacionalismo fraccionarios, porque no importa, por ejemplo, que Cataluña nunca haya sido históricamente ni un reino ni una nación. Basta con que la conciencia colectiva o espíritu hegeliano de todo un pueblo crea que Cataluña es una nación.

Las izquierdas antioccidentales nos dicen que las violaciones y abusos sexuales que muchos musulmanes cometen en Europa no son fruto de la maldad, sino de sus creencias culturales, es decir, son fruto de sus verdades sentidas; porque muchos de estos delincuentes creen, realmente, que la mujer es un ser inferior que debe someterse al varón.

¿Cómo hacer frente a esta multitud de verdades sentidas que están destrozando  la civilización occidental?

VOLVER A HEGEL

Mi tesis es osada, lo sé, pero se fundamenta en la necesidad, imperativo vital y existencial, de crear un nuevo cristianismo hegeliano que pueda salvar a Occidente del gran magma islámico. 

En la segunda parte de esta reflexión relacionaré "la fenomenología del espirítu" de Hegel con las tesis de Judith Butler (la performatividad del genéro) y las del comunista Zizek, ateo-religioso, confrontándolas con la propuesta de la razón histórica cristiana de Gustavo Bueno, que también postuló un nuevo modo de ser ateo-católico





martes, 4 de julio de 2023

"La agonía del cristianismo" de Unamuno (parte II)

INTRODUCCIÓN

Unamuno se pregunta qué es el cristianismo en el capítulo 2 de su librito "la agonía del cristianismo", reflexionando sobre el origen judío del mismo y llegando a unas interesantes conclusiones.

Fue San Pablo, en el parecer de Unamuno, quien elaboró una suerte de síntesis entre las creencias de fariseos y saduceos, aportando componentes helénicos (inmortalidad del alma) a la nueva doctrina cristiana.

Los fariseos, decía Unamno, creían en la resurrección de la carne y en la otra vida, pero los saduceos no. 

Escribió Unamuno:

Los judíos saduceos, materialistas, buscaban la resurrección de la carne en los hijos. Y en el dinero, claro...

Los saduceos, más materialistas que los fariseos, creían que el Mesías era el propio pueblo judío, el pueblo escogido. Por eso los saduceos, al no creeer en la resurrección de la carne ni en "la otra vida", buscaron la perdurabilidad del pueblo judío a través de la prole (los hijos). De ahí que Carlos Marx, un judío saduceo en el parecer de Unamuno, hiciera una filosofía del proletariado exenta de espiritualidad; porque la perdurabilidad de una idea (la razón de ser de un pueblo) sólo puede garantizarse en tanto, a lo largo de la historia, pervivan sucesivas generaciones de individuos que transmitan y mantengan viva la Verdad de esa idea o razón de ser.


EL JUDAÍSMO HELENIZADO Y EL ESPÍRITU HEGELIANO


Según Unamuno, fue San Pablo, el fariseo platonizante, es decir, idealista, quien fusionó los dogmas de la resurrección de la carne (creencia farisea) y la inmortalidad del alma (creencia helénica). Para ello San Pablo convirtió el Verbo (Evangelio) en letra (Biblia). 

Esta conversión del Verbo en letra, reveló a San Pablo como el Apóstol de los Gentiles, es decir, el apóstol de los paganos, porque, según Unamuno:

La inmortalidad del alma que se escribe, del espíritu de la letra, es un dogma filosófico pagano. Basta leer el Fedón de Platón para convencerse.

A Unamuno no se le escapó que, en realidad, además del idealismo platónico, era la idea del espíritu hegeliano la que subyacía tanto en la doctrina cristiana como en la marxista. El cristianismo anunciaba la salvación de las almas, y el marxismo la salvación de los hombres en una idealizada sociedad sin clases. Ambos proclamaban el final de la historia.

En el capítulo 3, titulado "Verbo y letra", Unamuno explica que durante una discusión entre Lenin y Marx, Lenin le hizo observar a Marx algo que reñía con la realidad. Pero Marx, obviando la evidencia de la observación realizada por Lenin, se limitó a contestarle: Tanto peor para la realidad.

Unamuno nos dice que Marx tomó de Hegel la negadora expresión "tanto peor para la realidad", porque claro, a Hegel no le importaba tanto lo que era como lo que podría llegar a ser; y lo que podría llegar a ser siempre sería una síntesis o fin último absoluto que pondría fin a las luchas entre conciencias.

Es una pena que Unamuno, más enfrascado en cuestiones teológicas, no desarrollara con mayor profundidad algunas pinceladas filosóficas que enriquecían sus autodiálogos reflexivos.

Marx tomó mucho de Hegel, como todos sabemos y sabía Unamuno. 

Unamuno lo explicaba en el capítulo 3:  "Marx creía que las cosas hacían a los hombres y producían cosas", es decir, Marx creía que los modos de producción determinaban las creencias y la cultura de los hombres (la superestructura). 

Hoy sabemos que no es así. Pero ya entonces, en 1923, Unamuno receló de este postulado marxista, porque Unamuno, conocedor de Hegel, sabía que, en realidad, eran las ideas las que hacían a los hombres.

Unamuno vio un claro paralelismo entre el cristianismo y el marxismo. De hecho, el marxismo, en tanto que hegeliano, también era un evangelio, porque lo evangélico siempre es la esperanza en el fin de la historia (cita en el capítulo 3). 

El marxismo, como el cristianismo, también aspiraba a crear un determinado modo de ser hombre, pero Unamuno receló de ese nuevo modo de ser que atentaba, directamente, contra los cimientos del cristianismo. Y receló, sobre todo, del caballo de Troya que fue el cristianismo social, porque la fusión del cristianismo con el marxismo sólo podría llevar a Occidente a su autoinmolación.

Y era esta creencia tan heideggeriana sobre la autoinmolación de occidente (Heidegger ya nos adviritió de que en el seno del humanismo anidaba el germen de su propia autodestrucción) la que, seguramente, generó la angustia y la agonía unamuniana, porque, de manera parecida, también Unamuno creyó que en el seno del cristianismo anidaba el germen que habría de destruir occidente.

Por ello no dudó Unamuno en enmendarle la plana al mismísimo Spengler, autor de la profética "La decadencia de Occidente", señalando que el hundimiento de occidente no era otra cosa que la agonía del cristianismo (cita literal).


EL CRISTIANISMO SOCIAL


La pre-ocupación de Unamuno ante la proliferación de lo que él llamó cristianismo social quedó patente en el siguiente párrafo del capítulo 6 titulado "El supuesto cristianismo social":

 ¡Qué es eso del reino social de Jesucristo, con que tanto nos marean los jesuitas?

Los jesuitas, los degenerados hijos de Íñigo de Loyola, nos vienen con la cantinela esa del reinado social de Jesucristo, y con ese criterio político quieren tratar los problemas políticos, económicos y sociales. El Cristo nada tiene que ver ni con el socialismo ni con la propiedad privada.

Según Unamuno, el auténtico cristianismo quiere buscar la vida eterna fuera de la historia (cita literal). Por eso Unamuno no aceptaba el "caracter social" y político que, influenciado por el marxismo, comenzó a atribuírsele al cristianismo.

¿Qué temía realmente Unamuno de ese "cristianismo social" que comenzaba a emerger a principios del SXX? ¿Acaso temía que el marxismo, astutamente, diluyera el primigenio mensaje cristiano en una suerte de ideología evangélica?

En este párrafo Unamuno nos da la respuesta:

Si muere la fe cristiana, la fe desesperada y agónica morirá nuestra civilización; si muere nuestra civilización morirá la fe cristiana.

El cristianismo comenzó a agonizar cuando se hizo político. Y desde entonces, y en el parecer de Unamuno, se están muriendo la civilización occidental y el cristianismo, al mismo tiempo, porque la muerte de uno lleva consigo irremediablemente la muerte del otro.


CONCLUSIÓN


Unamuno vivió con dolor la agonía del cristianismo que, en su parecer, suponía también la agonía de la civilización occidental.

Recordemos de nuevo (ver parte I) las palabras de Unamuno:

El cristianismo mata a la civilización occidental; a la vez que ésta a aquel. Y así viven, matándose. Y muchos creen que nace una nueva religión... el bolchevismo.

Yo me atrevería a interpretar estas palabras de Unamuno de la siguiente manera:

Lo que nos quería decir Unamuno (recordemos, en 1923) es que Occidente agonizaba en la medida que perdía su fe espiritual; es decir, la civilización occidental se hundía en la decadencia (Spengler) en la medida que se olvidaba del problema teologal y de las cuestiones metafísicas o del alma (el Ser heideggeriano).

Desde el momento en que Occidente sustituyó el cristianismo espiritual por un cristianismo social (jesuita y marxista) se despojó a sí mismo de alma y, con ello, abandonó la defensa de su razón de ser, dejando a otras conciencias antagónicas (bolcheviques) imponer sus respectivas verdades. Por eso, escribió Unamuno:

Un cristiano puede suicidarse racionalmente y puede matar la inteligencia de los demás. Y es lo que hacen los jesuitas. Hoy apenas hay nada más tonto que un jesuita; por lo menos un jesuita español.

Heidegger, de manera parecida, nos hubiera dicho que un humanista podía autoinmolarse, porque el pensador alemán, como Unamuno, también vio en el evangelio marxista (una religión en el parecer de Heidegeger) una amenaza contra la civilización occidental.

¿Pero a qué amenazas concretas se refería Unamuno?

Unamuno no sabía qué conciencia ocuparía el lugar que dejaba vacante la agonizante civilización occidental, pero se atrevió a especular:

¿Sería el bolchevismo o el fascismo? ¿El peligro amarillo, el peligro negro? ¿El peligro musulmán?

Unamuno enumeró diferentes conciencias que, ante la agonía del cristianismo y Occidente, podrían imponer sus respectivas razones de ser. Pero lo más curioso es que, sin apostar claramente por ninguna, sí se atrevió a descartar el peligro musulmán:

En cuanto el mahometismo tiene que actuar en la historia, haciéndose civil y político, se cristianiza, se hace cristiano. Lo que quiere decir que se hace agónico.

Supongo que en 1923 el Islam no podía considerarse una amenaza para Occidente. Unamuno consideró que el Islam, en tanto que religión monoteísta como el cristianismo, acabaría padeciendo los mismos males que occidente en la medida que se politizara y mutara en una suerte de Islamismo social.

Sin embargo, la civilización islámica ha demostrado que, lejos de hacerse agónica, es decir, lejos de perder su espiritualidad como vaticinó Unamuno, se ha convertido en una conciencia fuerte capaz de mantener viva su fe, conquistando Europa (ahora Eurabia) no sólo a través del vientre de sus mujeres; a través de su prole, como los saduceos, sino preservando su fe ante los contaminantes ideológicos (femimarxismo, ideologías de género, animalismo, veganismo...) que, de facto, ya han destruido la cristiandad y a Occidente.



domingo, 25 de junio de 2023

"La agonía del cristianismo" de Miguel de Unamuno (parte I)

INTRODUCCIÓN

El pequeño librito "La agonía del cristianismo" fue escrito en 1924 en París, cuando Unamuno, según sus propias palabras, se refugió en la capital francesa para huir de la dictadura pretoriana y cesariana española del general Miguel Primo de Rivera.

Reconocía Unamuno que este autodiálogo, o monólogo consigo mismo, fue escrito estando preso de una fiebre espiritual, inmerso en una de sus eternas congojas religiosas.

Unamuno se despedía así en el prólogo de 1930:

"Este librito ha restablecido el verdadero sentido, el originario o etimológico de la voz agonía, el de lucha.  Gracias a ello no se confundirá un agonizante con un muriente o un moribundo. Se puede  morir sin agonía y se puede vivir, y muchos años, en ella y de ella. Un verdadero agonizante es un agonista, protagonista unas veces, antagonista otras.

Y ahora, lector de lengua española, adiós y hasta que volvamos a encontrarnos en autodiálogo; tú, a tu agonía, y yo, a la mía, y que Dios nos las bendiga".

Anteriormente, en su "Del sentimiento trágico de la vida" (1912), el genial Unamuno también se despidió de sus lectores de muy forma parecida:

"Espero, lector, que mientras dure nuestra tragedia, en algún entreacto, volvamos a encontrarnos. Y nos reconoceremos. Y perdona si te he molestado más de lo debido e inevitable, más de lo que, al tomar la pluma para distraerte un poco de tus ilusiones,me propuse. ¡ Y Dios no te dé paz y sí Gloria!


EL REENCUENTRO GENERACIONAL FRUSTRADO

Como ya he señalado en la introducción, Unamuno se despedía de sus lectores deseando un reencuentro; un reconocimiento y complicidad entre iguales, entre agonizantes que padecían y sentían de forma parecida la tragedia de vivir y la pre-ocupación por el problema teologal, que diría Zubiri.

Agustín García Calvo, en el prólogo de la edición de 1986, y en cierta manera, también reconocía que se había vuelto a encontrar con Unamuno, tras explicar que siendo muy joven, allá entre cuarto y sexto de bachillerato (cita literal), ya había leído casi todos los libros de Don Miguel.

De hecho, el prólogo de García Calvo de 1986 estaba dirigido a los estudiantes, muchachos de diecisiete o pocos más años, que tenían la posibilidad de poder reencontrarse con Unamuno en una España que todavía no había sido totalmente controlada y dominada por la moralina progresista (léase socialista).

Agustín García Calvo cerraba su prólogo de la siguiente manera:

"Me atrevo a poner apuesta a que habrá, entre los muchachos de estos dias a quienes estos libros lleguen, muchos que los lean como suyos y que hallen en ellos los mismos gozos y alborozos con que yo (mentira parece) los leía a mis dieciséis y diecisiete años".

Mi generación fue de las últimas en tener el privilegio de poder leer a Unamuno en lo que entonces se conocía como B.U.P (Bachillerato Unificado Polivalente), estudios regulados por la Ley General de Eduación de 1970. En 1990 llegaría la LOGSE (Ley Orgánica General del Sistema Educativo) aprobada por el PSOE. Y con la LOGSE comenzó la lenta labor zapadora del socialismo español, consistente en desterrar de las aulas cualquier atisbo de saber que no estuviera fundamentado en las Ciencias.

Todavía en 1986 pudo escribir Agustín García Calvo dirigiéndose a la juventud de entonces:

"Me diréis, acaso, que "La agonía del cristianismo" es un libro de teología. Bueno, si se quiere es, ciertamente, una especie de sermón... Pero teología, metafísica, ontología, filosofía, no son más que nombres para recluir, denigrar y dejar de oír cosas que tocan a la raíz misma de las creencias en las que vivimos. Y no está de más que una y otra vez suenen sermones teológicos, pero que tengan su gracia, como el de Unamuno, en medio de una Ciencia que ya no se plantea sus fundamentos, sino que sólo juega con números a los que ha domesticado a su servicio".

No hace mucho, precisamente, yo mismo explicaba que la Ciencia había sido prostituida (instrumentalizada) siendo obligada, como dijera García Calvo en su prólogo, a jugar con los números, domesticándolos y poniéndolos al servicio de la ideología de turno.

Sin embargo, los chicos de ahora, entre los 16-17 años, ya no leen a Unamuno. No pueden, porque los sucesivos sistemas educativos (todos implantados por gobiernos socialistas) le han negado a Unamuno, y a otros muchos pensadores, la posibilidad de reencontrarse con nuevas generaciones de jóvenes españoles.

Así se borra la memoria histórica de una nación, impidiendo el reencuentro de lo viejo con lo nuevo; rompiendo la cadena de transmisión que mantiene viva la tradición del pasado con proyectos de vida futuros.

Ya no es posible un reencuentro generacional como el que se dio entre Unamuno y Agustín García Calvo; no es posible, porque se han dinamitado todos los puentes que unían a los jóvenes con las tradiciones, la patria, la familia, Dios...

A los jóvenes de hoy se les ha despojado de alma; se les ha negado la posiblidad de reconocerse como agonizantes; se les ha negado la posibilidad de conocer sus raíces y el legado histórico de sus padres; se les ha negado, en definitiva, la posibilidad de conocerse a sí mismos, Porque, como bien dejó escrito Julián Marías en su "España inteligible", no puede amarse aquello que se desconoce. Y la triste verdad es que los jóvenes de hoy no conocen, no saben quién fue Unamuno, pero tampoco conocen la importancia del hecho serio que supone ser español,

Ningún joven español de nuestro tiempo podría sentir la angustia unamuniana que tan magníficamente expresó Don Miguel en su Conclusión de "La agonía del cristianismo" (París, 1924):

"La agonía de mi patria, que se muere, ha removido en mi alma la agonía del cristianismo. Siento a la vez la política elevada a religion y la religión elevada a política. Siento la agonía del Cristo español, del Cristo agonizante. Y siento la agonia de Europa, de la civilización que llamamos cristiana, de la civilización grecolatina u occidental. Y las dos agonías son una misma. El cristianismo mata a la civilización occidental, a la vez que ésta a aquél. Y así  viven, matándose. Y muchos creen que nace una nueva religión de origen judaico y a la vez tártaro: el bolchevismo. Una religión cuyos dos profetas son Carlos Marx y Dostoyesvsky".






viernes, 26 de mayo de 2023

La DICTADURA PERFECTA (película sobre política y medios informativos)

INTRODUCCIÓN

Hace unos días, por casualidad y vencido por el aburrimiento, vi una película que me gustó bastante; una película mejicana titulada "¡Que viva México!

Así, como el que no quiere la cosa, descubrí al director de cine Luis Estrada y a los geniales actores Damián Alcáraz, Alfonso Herrera y  Joaquín Cosío.

"Que viva México! es una buena película, quizá excesivamente larga, pero entretenida y desternillante en no pocos momentos. La fotografía es preciosista y los paisajes y la ambientación están muy cuidados.

Motivado ante semejante hallazgo, me dispuse a ver más películas de Luis Estrada y descubrí un puñado de joyas cinematográficas de gran valor: "El Infierno", "La ley de Herodes" y "La dictadura perfecta".

En la película "El Infierno" brilla singularmente el personaje de "Cochiloco", interpretado por Joaquín Cosío. El film cuenta con un brillante guión - una bien hilvanada historia de narcos- y, de nuevo, una genial fotografía y escenas de acción muy logradas. Película muy recomendable.

"La ley de Herodes" cuenta la historia de un político de segunda división que es enviado por el partido a ejercer como alcalde en un pequeño pueblecito perdido en la nada. La película retrata muy bien la mutación del inocente e inexperto politico, al principio ingenuo y honrado, hasta convertirse en un despiadado mafioso corrupto. Esta genialidad no tiene desperdicio.

Pero, parafraseando al ya desaparecido y célebre Paco Umbral, en esta entrada he venido a hablar de "La dictadura perfecta".


LA DICTADURA PERFECTA

¡Peliculón! 

La historia que cuenta "La dictadura perfecta" es la crónica cruda, desagarradora y desesperanzadora, de la realidad mejicana; la realidad de una nación sometida al poder de narcos, políticos corruptos y medios de comunicación vendidos al mejor postor.

Pero "La dictadura perfecta" (2014), y esto es lo que me resultó más doloroso al descubrir esta joya cinematográfica, también retrata fielmente la realidad de la política española.

El golpe-moción de Pedro Sánchez en 2018 supuso la culminación de un asalto al poder, en complicidad con el golpismo catalán, que traspasó todas las líneas rojas habidas y por haber. España, desde aquel momento, ha estado sometida a una sutil dictadura mucho más perfecta que la que retrata la película mejicana.

La desgarradora cinta de Luis Estrada describe cómo, en perfecta comunión, la política y los medios de comunicación se ponen de acuerdo para hacer pasar por "verdad" burdas mentiras que, en principio, ni el más tonto podría creerse.

Sin embargo, como se verá a lo largo de la película, y merced a las artimañas de una poderosa cadena de televisión, la realidad no sólo se tergiversará, sino que se reinventará y construirá al servicio de los intereses del poder político de turno. 

Hay una significativa escena en la que un taimado periodista, maestro en la manipulación de la realidad, le señala a un político que uno de sus casos de corrupción se está convirtiendo en trending topic en las RRSS. Y el político, sin inmutarse pero muy cabreado, le responde:

"Yo me paso los trending topic por los cojones. Los pendejos de mis electores sólo ven la televisión".

Y he ahí una cruda verdad que conoce muy bien el sanchismo: lo importante no es tanto controlar las RRSS, que también, como RTVE.

El sanchismo ha entendido perfectamente cómo funciona el cinismo posmoderno, pero, sobre todo, ha entendido que lo tiene que hacer, para implantar la dictadura perfecta, es dominar y controlar los medios de comunicación.

Esto también lo sabía muy bien Podemos, que no tardó en pedir la Secretaría del Estado de Telecomunicaciones como pago a su alianza con el PSOE. Pero Sánchez fue más listo y sólo permitió que Pablo Iglesias tuviera acceso a las comisiones internas del CNI. Total, a Sánchez le importaba y le sigue importando una higa la seguridad nacional, como ha demostrado con sus recientes genuflexiones y claudicaciones ante Marruecos,

Sánchez prefirió que Podemos tuviese acceso a importantes cuestiones (y secretos) de Estado antes que cederle el control de los medios informativos. Una decisión muy significativa que nos da la medida de lo que el sanchismo considera verdaderamente importante: controlar y dominar la opinión pública.


LA DICTADURA SANCHISTA

Nada más consumar el golpe-moción, Pedro Sánchez se dedicó a depurar mandos del ejército y las Fuerzas de Seguridad y, acto seguido, colocó a dedo a Rosa María Mateo en el cargo de directora de RTVE (Radio Televisión Española).

Se suponía que Rosa María Mateo sólo debería ocupar el cargo durante unos meses, pero acabó estando tres años manipulando la televisión pública de todos los españoles, para mayor gloria de Sánchez y su gobierno de mediocres inmorales.

Desde que Sánchez llegó al poder ya no hizo falta seguir disimulando. Ya antes, el tándem formado por Zapatero y Gabilondo, dejó al desnudo la cruda verdad que revelaba que los medios de comunicación de España estaban al servicio del pérfido PSOE.

Zapatero, ante un micro abierto, le reconocía a Gabilondo (periodista) que había que seguir tensionando a la ciudadanía desde los medios de información, porque eso les beneficiaba.

EL PSOE podía lograr, a través del control de los medios de información (RTVE y prensa escrita) que se magnificara el robo de unas cremas faciales (caso Cifuentes), pero, al tiempo, sabía cómo ocultar sus propias verdades incómodas (caso Delcy, EREs andaluces...).

De hecho, el dominio y control de los medios de comunicación le permitió al PSOE sobredimensionar las corruptelas del PP (algunas ridículas, como las de Camps o Rita Barberá) y tapar, al tiempo, sus múltiples y más graves trapos sucios, y los de sus aliados (ya nadie habla del caso Pujol).

La verdad no desvelada no es verdad; y lo que no se visibiliza nunca puede llegar a ser verdad. Así de simple y efectivo, porque, como bien señala la cinta mejicana, la mayoría de los pinches electores continúa fiándose de lo que se diga en la televisión.

Pero, como ya he señalado, mi intención es demostrar que la actual dictadura implantada por Sánchez es mucho más perfecta que la que retrata Luis Estrada en su película, que es una dictadura cimentada en la alianza entre políticos y periodistas.

La dictadura de Sánchez es mucho más perfecta, porque no sólo controla RTVE, sino también la generalidad de la prensa escrita y las RRSS. Y lo más importante, el sanchismo tiene comprado a todo el cine español.

De hecho, la dictadura sanchista es tan perfecta que, a día de hoy, resultaría imposible filmar una película tan valiente y honesta como la de Luis Estrada.

Y es este hecho, la imposibilidad de filmar una película como "La dictadura perfecta", el que, precisamente, demuestra que la dictadura sanchista es mucho más perfecta que la mejicana. 

CONCLUSIÓN

En España no existe el cine disidente, porque ya hace muchos años que el cine español se vendió a los dictados de la "verdad progre".

Durante años, el cine español se ha dedicado a hacer películas adoctrinadoras y sectarias sobre la Guerra Civil, cuando no mediocres películas palomiteras, ahora también con obligados contenidos LGTBI y woke.

Hacer en España una película crítica y valiente, como la mejicana "La dictadura perfecta", sería imposible, porque en España sí estamos viviendo una auténtica dictadura perfecta; tan perfecta que ni siquiera a través del cine se cuestiona la "verdad progre"; tan perfecta que los adversarios políticos son agredidos sin que los medios de información se hagan eco de dichas agresiones; tan perfecta que nadie ha impedido los recientes fraudes electorales, a través del voto por correo, cuando todo el mundo sabía de las intenciones de Sánchez al tomar al asalto el control  de numerosos organismos estatales (Correos, Indra, CIS...).

La dictadura perfecta es aquella en la que se está preparando un pucherazo electoral, a la vista de todos, pero nadie hace nada por evitarlo. Tal es la impotencia y sometimiento de la ciudadanía española.




domingo, 21 de mayo de 2023

SUPREMACISMO SOCIALDEMÓCRATA (crítica a Gustavo Bueno)

RAZÓN SUPREMACISTA vs RAZÓN DEMOCRÁTICA (crítica a Gustavo Bueno)

INTRODUCCIÓN

El Antiguo Régimen fue un sistema socio-político injusto que aceptaba las desigualdades sociales (sociedad estamental) y concentraba todos los poderes en las figuras de un monarca absolutista y la Iglesia. Fue un sistema fundamentado en una razón supremacista legitimada y justificada por designio divino.

Gustavo Bueno, en su libro “El mito de la izquierda”, consideró que fue en el año 1789, con el derrocamiento del Antiguo Régimen (a partir de ahora AR), cuando apareció la nación política y con ésta aparecieron las “izquierdas”, seis generaciones de izquierdas que se definirían a lo largo de la historia por su oposición al AR.

Pero me gustaría señalar, aunque resulte una obviedad, que estas primeras izquierdas, que defendieron la igualdad a través de la razón ilustrada, fueron izquierdas liberales que, no lo olvidemos, lograron la igualdad jurídica entre ciudadanos a través de leyes que emanaban de Estados democráticos y de Derecho.

TERMINOLOGÍA CONCEPTUAL en “El mito de la izquierda” de Gustavo Bueno.

Gustavo Bueno, en su libro “El mito de la izquierda”,  distinguió 6 generaciones de izquierdas definidas:

1ª -Izquierda jacobina: republicana y nacional.
2ª- Izquierda liberal: nacional pero no necesariamente republicana.
3ª- Anarquismo: surgió en la I Internacional y fue contrario al Estado-Nación (prescindirá del Estado operativo). Sus parámetros no fueron reales sino idealistas, pero su proyecto libertario y universal realizó una reconstrucción de la historia a través de una racionalidad holizada (concepto clave, como veremos más adelante, para considerarlo dentro del grupo de las “izquierdas definidas”).
4ª- Socialdemocracia: aparecerá en la II Internacional y recuperará el proyecto del Estado nacional.
5ª- Comunismo: emergió en la III Internacional  y apostó por una “patria socialista” internacional con aspiración de universalidad.
6ª -Maoísmo: se dio en China y fue, de hecho, un particularismo comunista.

NACIMIENTO DE LA IZQUIERDA

Gustavo Bueno consideró que la izquierda nació espacial e ideológicamente con la culminación de la Revolución Francesa (1789); una revolución que posibilitó, a su vez, el nacimiento de la nación política. La izquierda lo es, precisamente, porque durante las asambleas revolucionarias defendían los postulados igualitarios (contrarios al Antiguo Régimen) y se sentaban (ubicación espacial) a la izquierda de la cámara.
La derecha, por tanto, también quedó definida espacial e ideológicamente, como contraria a aceptar la nueva realidad que representaba la nueva nación política constituida por ciudadanos libres e iguales.

Las dos ideas fundamentales que defenderán las izquierdas, desde entonces, serán la igualdad y razón: la búsqueda del igualitarismo (igualdad entre ciudadanos) a través del uso de una racionalidad holizadora (transformadora).

IGUALITARISMO: no debe entenderse como búsqueda de un “igualitarismo utópico”, sino como búsqueda de igualdad jurídica (primeras izquierdas) e igualdad social (izquierdas posteriores).

RACIONALIDAD HOLIZADORA: consistirá en categorizar la historia (racionalizarla) a través de la lógica para explicar las transformaciones sociales como la que tuvo lugar, por ejemplo, durante la Revolución francesa, cuando el AR devino nación política compuesta por individuos iguales entre sí (ciudadanos).

* Matiz importante: según Gustavo Bueno la razón de la izquierda debe definirse siempre desde la razón científica, evitando así “esencialismos” metafísicos.

NACIÓN POLÍTICA

La nación política, como ya se ha dicho, surgió de un Estado pre-existente; surgió del Estado del Antiguo Régimen, en el 1789 y como consecuencia de la transformación del AR en un Estado-Nación. La nación política no se definirá desde la biología (dónde se nace) ni desde la etnia (raza) ni desde rasgos históricos-culturales, pues es una república laica de ciudadanos. Así pues, el primer parámetro o idea funcional de la izquierda, su primer valor, será ser una izquierda política, nacional y republicana. Más tarde, a través de un proceso de racionalidad holizadora, las primeras izquierdas se cuestionarán la idea de Estado y elaborarán proyectos sin Estado (anarquismo) o el proyecto de un Estado inter-nacional (marxismo). De hecho, el socialismo es anterior al marxismo, pero será la ideología marxista la que dará forma a un socialismo-estatal.

TESIS que defenderé:

“Sin liberalismo sólo hay diferentes formas de supremacismos ideológicos”

Desde el momento en que desaparece el AR y se acepta la igualdad jurídica entre ciudadanos, desaparece, de facto, el supremacismo inherente a la monarquía absolutista, es decir, desaparece la creencia, sustentada por el sistema político-social del AR, de que la desigualdad entre los hombres provenía del designio divino. La derrota de este primer “supremacismo” supuso el triunfo de la razón.

Sin embargo, como hoy sabemos, el concepto ideológico que es la Razón Ilustrada también puede mutar en razón instrumental (ver Adorno y Horkheimer), es decir, puede erigirse en verdad incuestionable y absoluta orientada a servir los fines últimos de una determinada ideología; dicha razón instrumental, aunque disfrazada de demócrata y/o científica, también podría devenir supremacista y acabar imponiendo políticas totalitarias.

La crisis (me niego a utilizar el término "pandemia") que generó el Covid19 reveló una gran verdad: las supuestas democracias occidentales, apelando a una razón científica, articularon una serie de políticas totalitarias, cuyo claro objetivo fue conseguir el control y dominio de la población.

En definitiva, lo que hizo la razón instrumental occidental fue pervertir y/o prostituir, como se prefiera, a la razón científica, manipulando y falseando los postulados de la metodología de la ciencia.

Según la tesis que defenderé, será supremacista cualquier ideología o acción política que, a pesar de defender una sociedad de ciudadanos iguales a través de una racionalidad holizadora, se erigiese, para ello, en única y verdadera conciencia, es decir, mutara en supremacismo ideológico análogo al del AR.

Así pues, yo no clasificaría las ideologías surgidas tras el AR como “izquierdas definidas” o “izquierdas indefinidas”. No lo haría en base al posicionamiento espacial que ocuparon los revolucionarios y defensores del AR durante la Revolución Francesa. Dicha clasificación, por más que pretenda definir conceptoses una cuestión ontológica que, como reconoce el propio Bueno, no ayuda en el momento actual a identificar de forma clara quiénes son los verdaderos enemigos de la libertad. Así, los fascistas siempre seguirán siendo “los otros”, porque siempre habrá una izquierda más a la izquierda que su predecesora.

PROPUESTA DE CLASIFICACIÓN

Yo propondría corregir la clasificación taxonómica de Gustavo Bueno de esta manera, respetando el orden cronológico, pero sin referirme en absoluto al concepto “izquierda”, diferenciando, así, a los sistemas e ideologías sustentados en razones supremacistas de aquellos otros constituidos por razones democráticas.

La clasificación sería la siguiente:

1- Supremacismo absolutista del AR
2- Liberalismo
3- Anarquismo
4- Socialdemocracia
5- Supremacismo marxista, del cual surgirán tres  ideologías que, a su vez, compartirán semejanzas y diferencias:
                     -Supremacismo comunista
                     -Supremacismo fascista
                     -Supremacismo nacionalsocialista
.

Obsérvese que solo el liberalismo, el anarquismo y la socialdemocracia, además de otras formas híbridas como el socioliberalismo, no atentan contra las libertades de los ciudadanos en aras de perseguir utópicos fines últimos.

El supremacismo del Antiguo Régimen, por ser el único que emanó directamente de la Gracia Divina (Dios), no necesitó justificarse a sí mismo. Sin embargo, los demás supremacismos, todos surgidos a partir de la conciencia marxista, no tuvieron más remedio que justificar sus prepotentes y señoriales conciencias a través de la razón
No importará, en mi opinión,  y al contrario de lo que pensara Gustavo Bueno, que dichas razones tuviesen pretensiones “científicas” (marxismo) o se fundamentaran en la tradición y la cultura (fascismo y nacionalsocialismo). En todos los casos la razón fue pervertida o instrumentalizada para lograr determinados fines; en todos los casos, por tanto, dichas conciencia pecaron de supremacismo al negar al resto de conciencias, es decir, al negar las libertades individuales, pues todas ellas comparten dos fundamentales puntos en común: son antiliberales y antidemocráticas.

CONCLUSIÓN

La historia, el devenir histórico, no concluyó con la caída de la URSS. Pareciera que, tras la caída del régimen soviético, ya no pudieran surgir en Occidente nuevas razones supremacistas.

Y, sin embargo, la crisis del Covid19, primero, y más recientemente la guerra ruso-ucraniana, nos ha mostrado el rostro más totalitario de las democracias deliberativas; democracias de los buenos y justos, no lo olvidemos, que confinaron inconstitucionalmente a sus ciudadanos, les coaccionaron y enmerdaron (como reconoció Macron) y les obligaron a llevar mascarillas en espacios abiertos y desérticos, campos y playas.
Hoy, las democracias deliberativas empobrecen a sus ciudadanos; destruyen, consciente e intencionadamente, a las clases medias y legislan contra la propiedad privada. No dudan, estas democracias, en institucionalizar leyes sectarias y partidistas, como la Ley de memoria histórica y la Ley de Violencia de género, en una España que, de facto, está sufriendo las consecuencias de una razón supremacista que alcanzó el poder a través de un golpe-moción bien orquestado.

¿Y qué decir de Europa?

Baste ver a Europa rendida a los intereses de los EEUU, rindiéndole pleitesía al títere Zelensky, para comprobar cómo los nuevos pastores del ser se sirven de una guerra para acabar de destruir los últimos cimientos de una Europa próspera y libre; una Europa que pretenden convertir en Eurabia.
Vemos, de nuevo, una razón supremacista pervirtiendo determinados postulados científicos, referentes a la ecología y climatología global, para imponer políticas totalitarias y cercenadoras de derechos y libertades.
El supremacismo marxista de antaño, fundamentado a través de un supuesto materialismo científico, ha mutado en un supremacismo socialdemócrata que no duda, de nuevo, en vestirse con ropajes científicos, para, así, legitimar sus políticas totalitarias.

La ciencia de hoy, por decirlo clara y crudamente, se ha convertido en la puta de los nuevos supremacismos teleológicos (agenda 2030) e ideológicos (LGTBI, ecologistas, animalistas...). 
La justificación científica lo mismo ha servido para un roto que para un descosido; tanto para cercenar derechos y libertades en nombre de la ecologia (cambio climático) como para imponer medidas  totalitarias durante la crisis sanitaria del Covid19.
Pero si la ciencia no se doblega a los dictados de las ideologías queer, entonces, tanto peor para la ciencia. Porque a la ciencia, como a la prostituta, se la utiliza (instrumentaliza) cuando conviene, pero, cuando está de más, es negada y despreciada.

domingo, 14 de mayo de 2023

COMISARIOS POLÍTICOS Y MENTES ABIERTAS

INTRODUCCIÓN

Últimamente he estado viendo películas bélicas no estadounidenses, sobre todo películas alemanas, rusas y chinas.

El cine alemán sobre la II GM, por ejemplo, nos ha regalado cuatro magníficas joyas:

- Die Brücke (El puente, 1954)

- Stalingrado (1993)

- El hundimiento (2004)

- Sin novedad en el frente (2022)

Los alemanes son, en mi opinión, los europeos que han hecho hasta la fecha el mejor cine bélico sobre la IIGM. 

Sin embargo, en la presente reflexión voy a comentar dos películas bélicas producidas en el este de Europa (Estonia y Rusia), pues ambas, y de forma muy explícita, se atreven a explicarnos la "intrahistoria", que diría Unamuno, que formó parte del pasado común de los países que estuvieron integrados en la ya extinta URSS.


COMISARIOS POLÍTICOS

No recuerdo que en ninguna película bélica sobre la IIGM, que fuese anterir a 1990, se introdujera en las tramas argumentativas la figura del comisario político soviético.

Pero, como decía, he descubierto dos películas europeas donde, además de inteligentes guiones, espléndidas escenas de acción y acertados vestuarios y ambientaciones, se reflexiona sobre la importancia de la figura de los comisarios políticos, personajes claves para entender realmente cómo Stalin pudo vencer al más organizado y superior ejército alemán e imponer un régimen tiránico, basado en el miedo, en todo el territorio soviético.

"1944" : este es el título de la película bélica producida en Estonia en 2015, una fecha relativamente reciente.

La película nos cuenta la intrahistoria, tan olvidada por el cine estadounidense, de Estonia; un país que quedó dividido al estallar la IIGM y cuya población fue reclutada tanto por la Alemania nazi como por el ejército soviético.

Las motivaciones para alistarse en uno u otro bando fueron muy dispares entre los jóvenes estonios. Muchos jóvenes se alistaron en el ejército alemán tras comprobar cómo la URSS, una vez controlado y dominado el territorio, expropiaba las tierras de los pequeños campesinos y enviaban a Siberia a quienes se oponían. Por supuesto, tambien había muchos jóvenes estonios que se alistaban para combatir al "fascismo".

En una brillante escena de la película se produce un significativo diálogo, cargado de connotaciones político-ideológicas, entre dos jóvenes.

El joven idealista le decía a su compañero que la lucha, en realidad, era contra el "fascismo": 

- No podemos luchar junto a los fascistas,  proclamaba seguro de su verdad.

- Pero tú siempre serás un "burgués" para los soviéticos, le contestaba el otro. Recuerda que parte de tu familia está en Siberia y la otra vive atemorizada y vigilada por los comisarios políticos.

Esta escena refleja perfectamente cómo un irresponsable idealista, ebrio de sueños poéticos, puede llegar a ser un perfecto tonto útil obcecado en tirar piedras contra su propio tejado; contra su propia familia y contra sí mismo. Un joven, hijo de una familia campesina con tierras, que se dejaba arrastrar por el relato ideológico de los resentidos, hasta el punto de luchar no sólo contra sus propios intereses, sino contra su propia razón de ser.

Pero no todos los jóvenes se alistaban voluntariamente, sino que muchos eran obligados a alistarse en uno u otro ejército, dependiendo de qué bando dominase el territorio ocupado.

Uno de estos jovénes alistados forzosamente será elegido por un comisario político para que ejerza de chivato entre sus compañeros y delate a los desafectos con el regimen soviético. Lo primero que le preguntará al joven será por su afiliación al partido, pareciéndole muy bien para sus objetivos que el joven no estuviese afiliado, pues ello podría despertar recelos entre sus compañeros. A continuación, instará al joven para ejerza de testigo contra su capitán, acusado en un tribunal militar por haber cometido el delito de negarse a ejecutar a unos compatriotas estonios durante una refriega.

La crítica contra la figura de este comisario político es brutal, describiendo acertadamente la manera de manipular, coaccionar y ejercer su poder tiránico, no sólo contra los disidentes, sino contra los oficiales que no mostrasen demasiadas afinidades con "el partido".

"La gran ofensiva: 1942": una valiente e inteligente producción rusa de 2019, donde es más que evidente que los rusos intentan entonar un tímido mea culpa por su pasado soviético, pero sin zaherir demasiado (todavía quedan muchos nostálgicos comunistas) y permitiendo que los dos "malos" de la película, un comisario político y un subteniente de contraespionaje, acaben redimiéndose de sus pecados.

El comisario político asignado a un pelotón de soldados no sólo será el encargado de "motivar" a la tropa, sino que deberá vigilar el "pensamiento" de sus camaradas, evitando el derrotismo y las declaraciones contra el régimen soviético. 

La película comienza, prácticamente, con una ofensiva contra unas trincheras alemanas, con el comisario empujando a los "rezagados" a la primera línea de fuego, exponiendo su propia vida, todo hay que decirlo, sin un atisbo de cobardía. Ahí se destaca también la acción heróica de un soldado veterano, risueño y buen camarada, que permite tomar las trincheras enemigas.

A lo largo de la película, el comisario vigilará e interrogara, de forma más o menos velada, al capitán de la compañía, ingeniero en su anterior vida civil, y al "filósofo", un soldado que trabajaba como panadero antes de la guerra.

Como también sucediera en la película de Estonia, "1944", el comisario comenzará preguntándole al capitán por su afiliación al partido:

- No, no estoy afiliado, contesta el capitán. No es obligatorio estar afiliado, ¿verdad?

- No, no es obligatorio, le confirma el comisario político.

Pero, a partir de ese momento, el comisario pondrá al capitán en su "lista negra" junto al filósofo, al que descubrió soltándoles a sus compañeros una disertación patriótica "prorusa", que no prosoviética.

El "filósofo" les había confesado imprudentemente a sus compañeros que él fue profesor de  filosofía en la universidad antes de la revolución bolchevique, pero tras el triunfo del comunismo tuvo que dejar el cargo y trabajar como panadero. No da más explicaciones sobre el porqué de ese "cambio" en su vida laboral, pero a continuación se desinhibe catárticamente y "baja la guardia", reconociéndose como un nacionalista ruso:

- Rusia perdurará, pero no así la URSS. Cuando la URSS ya haya desaparecido, Rusia seguirá siendo una nación grande y fuerte.

Más tarde, con la película ya bastante avanzada, llegará un subteniente de contraespionaje cruzando las líneas enemigas. Entonces se producirá una situación surrealista, casi caricaturesca, cuando un avión alemán lanza unos panfletos de propaganda sobre las trincheras. 

Los soldados rusos ni se inmutarán ante la lluvia de propaganda enemiga, pero el comisario político y el subteniente de contraespionaje se pondrán literalmente histéricos, amenazando a todos los soldados con un consejo de guerra si leían los panfletos.

El comisario, nervioso y desesperado, se hace con una pequeña carretilla y, junto a unos soldados, se pone a recoger frenéticamente todos los panfletos de las trincheras.

Los soldados se quedan atónitos y no dan crédito ante tanto despropósito. La actitud en exceso exagerada del comisario político les asombra y lleva a un soldado a exclamar:

- Resulta increíble comprobar la poca confianza que tienen en nosotros.

Efectivamente, ni el comisario político ni el subteniente de contraespionaje, que veía traidores y espías por todas partes, confiaban en la lealtad de los soldados. Y por ello no dudan en registrarlos a todos para asegurarse de que ninguno de ellos había guardado panfletos.

Pero hete aquí que descubren que el risueño soldado veterano, el valiente cuya acción heróica permitió tomar las trincheas alemanas, había guardado unos panfletos para utilizarlos como papel para liar tabaco.

De nada le servirán al soldado sus excusas ni la defensa encendida de su capitán, pues el comisario y el subteniente decidirán llevarle a un consejo de guerra por su inocente y pueril acción.

No sigo para evitar spoilear a quien esté interesado en ver la película.


MENTES ABIERTAS

A veces, para matar el tiempo, veo series que no me entusiasman demasiado, pero que al no exigir demasiada atención para seguir sus simplones argumentos, me permiten quedarme dormido en el sofá sin temor a perderme nada importante (la edad no perdona).

Una de estas series es Star Trek: Enterprise, entretenida pero en exceso insulsa y predecible.

Pero, como ya he dicho en alguna ocasión, incluso entre las ficciones cinematográficas más mediocres pueden encontrarse preciosas perlas de tanto en tanto.

La perla que encontré el otro día, viendo Star Trek, fue un breve diálogo, insuficientemente desarrollado, entre el capitán Archer y su segunda al mando, la vulcaniana T´Pol.

El capitán debía decidir si confiar en una nueva civilización que habían descubierto en los confines de la galaxia:

- Yo soy de mente abierta - reconocía el capitán-  y creo que debemos darle una oportunidad a esta nueva cultura.

- En ocasiones, tener la mente abierta - le contestaba la racional y lógica vulcaniana- se confunde con creer en las verdades que queremos creer.

Y ya está, allí se acabó tan jugoso diálogo, sin que ninguno de los dos personajes profundizara en el hondo significado que encerraba la frase de la teniente T´Pol: 

Tener la mente abierta, en ocasiones, se confunde con creer en aquello que queremos creer.

No sé si los guionistas fueron conscientes de la genial pincelada filosófica, incluso ontológica, que, como el que no quiere la cosa, colaron a través de un breve diálogo aparentemente intranscendente.

Sólo dos frases bastaron para que la racional y lógica T´Pol dejara al desnudo las flaquezas del pensamiento idealista del capitán Archer, ese "Pensamiento Alicia", terriblemente posmoderno, contra el que nos alertara Gustavo Bueno.

Efectivamente, muchos de nuestros intelectuales, que se dicen progresistas, gustan de autoproclamarse individuos tolerantes y de mentes abiertas, pero sus mentes, en realidad, no están abiertas a la Verdad, sino a sus verdades; a aquellas verdades, en su parecer buenas y justas, en las que ellos desean creer.

El pensamiento racional y lógico de T´Pol, que bien pudiera haberlo expresado el propio Gustavo Bueno, alertaba al capitán Archer de su proceder inconsciente e irresponsable, dispuesto a arriesgarse guiado por sus deseos, y no por la realidad y los hechos objetivos.

Y la realidad, los hechos objetivos y la lógica, demandaban prudencia ante una situación desconocida. Pero, claro, el futuro siempre es un gran desconocido y quien no arriesga no gana. ¿Acaso no arriesgaron los conquistadores españoles cuando se lanzaron a la aventura de descubrir las Américas?

Las series de la ficción, por supuesto, siempre deben apostar a favor del idealista que se obliga  a creer en los mundos de Yupi. No puede ser de otra manera, porque hay que mantener vivas la intriga y la aventura, el misterio que nos insta a descubrir lo desconocido. Si la teniente T´Pol se obligara, en cada capítulo de la serie, a seguir su racional lógica vulcaniana, no habría ficción que desarrollar.

Así debe ser en la ficción, ya sea cinematográfica o novelada, pero ¿también debería ser así en la realidad del mundo en el que ex-sistimos? 

¿Tienen derecho nuestros políticos de mente abierta, como el capitán Archer, a poner en riesgo nuestras vidas y el porvenir de las futuras generaciones, en aras de consumar sus diferentes ensoñaciones ecológicas, animalistas, de género... porque ellos creen en "verdades" en las que quieren creer?


COMISARIOS POLÍTICOS DE MENTES ABIERTAS (conclusión)

Y así ha sido, viendo películas bélicas y una serie mediocrilla como Star Trek, como mi mente febril, no se si abierta o cerrada, ha establecido o descubierto, como se prefiera, la estrecha relación que existe entre nuestros actuales comisarios políticos y el hecho de que todos ellos, como el capitán Archer, se jacten de ser individuos de mentes abiertas.

Ahora en Europa, y como en tiempos de la extinta URSS, estamos siendo vigilados y coaccionados por comisarios políticos al servicio de la nueva agenda 2030, una suerte de nuevo internacionalismo, ahora globalista, que no duda en someternos a los dictados de sus políticas inconscientes e irresponsables.

Los nuevos comisarios políticos, títeres en realidad de poderes mucho más siniestros que amenazan las soberanías nacionales, son Von Der Leyen, Sánchez, Macron y Trudeau, pero también lo son Feijoó y hasta el último mono que luce en la solapa de su chaqueta la chapita multicolor con el logo de la pérfida Agenda 2030.

Desde luego, los nuevos comisarios políticos son más refinados, más taimados y astutos que aquellos individuos chuscos y dogmáticos que, en tiempos pretéritos, estaban al servicio del partido comunista de la URSS. Nuestros políticos actuales, todos ellos de mentes abiertas,  han aprendido a disfrazarse con los ropajes de los buenos y talanteros demócratas para, así, engañar a unas masas adormeciadas y aborregadas. Porque sí, porque la Verdad, los hechos nudos, tercos y obstinados, ya no importan, sino que sólo importan las verdades globalistas en las que ellos creen y en las que pretenden hacernos creer.

A los díscolos disidentes ya no se los llevan a Siberia, sino que los enmerdan y putean, como hicieron Macron y Trudeau a todos los ciudadanos que se negaron a recibir una inoculación experimental. Ya no les obligan a afiliarse al partido único, porque todos los ciudadanos europeos, sin ser conscientes de ello, están ya, de facto, afiliados al único partido globalista que está imponiendo en toda Europa, a través de políticas de miedo, presión y coacción, su siniestra hoja de ruta: seremos felices sin tener nada.

¿Tan difícil es poder ver lo que está sucediendo delante de nuestras narices?