domingo, 14 de mayo de 2023

COMISARIOS POLÍTICOS Y MENTES ABIERTAS

INTRODUCCIÓN

Últimamente he estado viendo películas bélicas no estadounidenses, sobre todo películas alemanas, rusas y chinas.

El cine alemán sobre la II GM, por ejemplo, nos ha regalado cuatro magníficas joyas:

- Die Brücke (El puente, 1954)

- Stalingrado (1993)

- El hundimiento (2004)

- Sin novedad en el frente (2022)

Los alemanes son, en mi opinión, los europeos que han hecho hasta la fecha el mejor cine bélico sobre la IIGM. 

Sin embargo, en la presente reflexión voy a comentar dos películas bélicas producidas en el este de Europa (Estonia y Rusia), pues ambas, y de forma muy explícita, se atreven a explicarnos la "intrahistoria", que diría Unamuno, que formó parte del pasado común de los países que estuvieron integrados en la ya extinta URSS.


COMISARIOS POLÍTICOS

No recuerdo que en ninguna película bélica sobre la IIGM, que fuese anterir a 1990, se introdujera en las tramas argumentativas la figura del comisario político soviético.

Pero, como decía, he descubierto dos películas europeas donde, además de inteligentes guiones, espléndidas escenas de acción y acertados vestuarios y ambientaciones, se reflexiona sobre la importancia de la figura de los comisarios políticos, personajes claves para entender realmente cómo Stalin pudo vencer al más organizado y superior ejército alemán e imponer un régimen tiránico, basado en el miedo, en todo el territorio soviético.

"1944" : este es el título de la película bélica producida en Estonia en 2015, una fecha relativamente reciente.

La película nos cuenta la intrahistoria, tan olvidada por el cine estadounidense, de Estonia; un país que quedó dividido al estallar la IIGM y cuya población fue reclutada tanto por la Alemania nazi como por el ejército soviético.

Las motivaciones para alistarse en uno u otro bando fueron muy dispares entre los jóvenes estonios. Muchos jóvenes se alistaron en el ejército alemán tras comprobar cómo la URSS, una vez controlado y dominado el territorio, expropiaba las tierras de los pequeños campesinos y enviaban a Siberia a quienes se oponían. Por supuesto, tambien había muchos jóvenes estonios que se alistaban para combatir al "fascismo".

En una brillante escena de la película se produce un significativo diálogo, cargado de connotaciones político-ideológicas, entre dos jóvenes.

El joven idealista le decía a su compañero que la lucha, en realidad, era contra el "fascismo": 

- No podemos luchar junto a los fascistas,  proclamaba seguro de su verdad.

- Pero tú siempre serás un "burgués" para los soviéticos, le contestaba el otro. Recuerda que parte de tu familia está en Siberia y la otra vive atemorizada y vigilada por los comisarios políticos.

Esta escena refleja perfectamente cómo un irresponsable idealista, ebrio de sueños poéticos, puede llegar a ser un perfecto tonto útil obcecado en tirar piedras contra su propio tejado; contra su propia familia y contra sí mismo. Un joven, hijo de una familia campesina con tierras, que se dejaba arrastrar por el relato ideológico de los resentidos, hasta el punto de luchar no sólo contra sus propios intereses, sino contra su propia razón de ser.

Pero no todos los jóvenes se alistaban voluntariamente, sino que muchos eran obligados a alistarse en uno u otro ejército, dependiendo de qué bando dominase el territorio ocupado.

Uno de estos jovénes alistados forzosamente será elegido por un comisario político para que ejerza de chivato entre sus compañeros y delate a los desafectos con el regimen soviético. Lo primero que le preguntará al joven será por su afiliación al partido, pareciéndole muy bien para sus objetivos que el joven no estuviese afiliado, pues ello podría despertar recelos entre sus compañeros. A continuación, instará al joven para ejerza de testigo contra su capitán, acusado en un tribunal militar por haber cometido el delito de negarse a ejecutar a unos compatriotas estonios durante una refriega.

La crítica contra la figura de este comisario político es brutal, describiendo acertadamente la manera de manipular, coaccionar y ejercer su poder tiránico, no sólo contra los disidentes, sino contra los oficiales que no mostrasen demasiadas afinidades con "el partido".

"La gran ofensiva: 1942": una valiente e inteligente producción rusa de 2019, donde es más que evidente que los rusos intentan entonar un tímido mea culpa por su pasado soviético, pero sin zaherir demasiado (todavía quedan muchos nostálgicos comunistas) y permitiendo que los dos "malos" de la película, un comisario político y un subteniente de contraespionaje, acaben redimiéndose de sus pecados.

El comisario político asignado a un pelotón de soldados no sólo será el encargado de "motivar" a la tropa, sino que deberá vigilar el "pensamiento" de sus camaradas, evitando el derrotismo y las declaraciones contra el régimen soviético. 

La película comienza, prácticamente, con una ofensiva contra unas trincheras alemanas, con el comisario empujando a los "rezagados" a la primera línea de fuego, exponiendo su propia vida, todo hay que decirlo, sin un atisbo de cobardía. Ahí se destaca también la acción heróica de un soldado veterano, risueño y buen camarada, que permite tomar las trincheras enemigas.

A lo largo de la película, el comisario vigilará e interrogara, de forma más o menos velada, al capitán de la compañía, ingeniero en su anterior vida civil, y al "filósofo", un soldado que trabajaba como panadero antes de la guerra.

Como también sucediera en la película de Estonia, "1944", el comisario comenzará preguntándole al capitán por su afiliación al partido:

- No, no estoy afiliado, contesta el capitán. No es obligatorio estar afiliado, ¿verdad?

- No, no es obligatorio, le confirma el comisario político.

Pero, a partir de ese momento, el comisario pondrá al capitán en su "lista negra" junto al filósofo, al que descubrió soltándoles a sus compañeros una disertación patriótica "prorusa", que no prosoviética.

El "filósofo" les había confesado imprudentemente a sus compañeros que él fue profesor de  filosofía en la universidad antes de la revolución bolchevique, pero tras el triunfo del comunismo tuvo que dejar el cargo y trabajar como panadero. No da más explicaciones sobre el porqué de ese "cambio" en su vida laboral, pero a continuación se desinhibe catárticamente y "baja la guardia", reconociéndose como un nacionalista ruso:

- Rusia perdurará, pero no así la URSS. Cuando la URSS ya haya desaparecido, Rusia seguirá siendo una nación grande y fuerte.

Más tarde, con la película ya bastante avanzada, llegará un subteniente de contraespionaje cruzando las líneas enemigas. Entonces se producirá una situación surrealista, casi caricaturesca, cuando un avión alemán lanza unos panfletos de propaganda sobre las trincheras. 

Los soldados rusos ni se inmutarán ante la lluvia de propaganda enemiga, pero el comisario político y el subteniente de contraespionaje se pondrán literalmente histéricos, amenazando a todos los soldados con un consejo de guerra si leían los panfletos.

El comisario, nervioso y desesperado, se hace con una pequeña carretilla y, junto a unos soldados, se pone a recoger frenéticamente todos los panfletos de las trincheras.

Los soldados se quedan atónitos y no dan crédito ante tanto despropósito. La actitud en exceso exagerada del comisario político les asombra y lleva a un soldado a exclamar:

- Resulta increíble comprobar la poca confianza que tienen en nosotros.

Efectivamente, ni el comisario político ni el subteniente de contraespionaje, que veía traidores y espías por todas partes, confiaban en la lealtad de los soldados. Y por ello no dudan en registrarlos a todos para asegurarse de que ninguno de ellos había guardado panfletos.

Pero hete aquí que descubren que el risueño soldado veterano, el valiente cuya acción heróica permitió tomar las trincheas alemanas, había guardado unos panfletos para utilizarlos como papel para liar tabaco.

De nada le servirán al soldado sus excusas ni la defensa encendida de su capitán, pues el comisario y el subteniente decidirán llevarle a un consejo de guerra por su inocente y pueril acción.

No sigo para evitar spoilear a quien esté interesado en ver la película.


MENTES ABIERTAS

A veces, para matar el tiempo, veo series que no me entusiasman demasiado, pero que al no exigir demasiada atención para seguir sus simplones argumentos, me permiten quedarme dormido en el sofá sin temor a perderme nada importante (la edad no perdona).

Una de estas series es Star Trek: Enterprise, entretenida pero en exceso insulsa y predecible.

Pero, como ya he dicho en alguna ocasión, incluso entre las ficciones cinematográficas más mediocres pueden encontrarse preciosas perlas de tanto en tanto.

La perla que encontré el otro día, viendo Star Trek, fue un breve diálogo, insuficientemente desarrollado, entre el capitán Archer y su segunda al mando, la vulcaniana T´Pol.

El capitán debía decidir si confiar en una nueva civilización que habían descubierto en los confines de la galaxia:

- Yo soy de mente abierta - reconocía el capitán-  y creo que debemos darle una oportunidad a esta nueva cultura.

- En ocasiones, tener la mente abierta - le contestaba la racional y lógica vulcaniana- se confunde con creer en las verdades que queremos creer.

Y ya está, allí se acabó tan jugoso diálogo, sin que ninguno de los dos personajes profundizara en el hondo significado que encerraba la frase de la teniente T´Pol: 

Tener la mente abierta, en ocasiones, se confunde con creer en aquello que queremos creer.

No sé si los guionistas fueron conscientes de la genial pincelada filosófica, incluso ontológica, que, como el que no quiere la cosa, colaron a través de un breve diálogo aparentemente intranscendente.

Sólo dos frases bastaron para que la racional y lógica T´Pol dejara al desnudo las flaquezas del pensamiento idealista del capitán Archer, ese "Pensamiento Alicia", terriblemente posmoderno, contra el que nos alertara Gustavo Bueno.

Efectivamente, muchos de nuestros intelectuales, que se dicen progresistas, gustan de autoproclamarse individuos tolerantes y de mentes abiertas, pero sus mentes, en realidad, no están abiertas a la Verdad, sino a sus verdades; a aquellas verdades, en su parecer buenas y justas, en las que ellos desean creer.

El pensamiento racional y lógico de T´Pol, que bien pudiera haberlo expresado el propio Gustavo Bueno, alertaba al capitán Archer de su proceder inconsciente e irresponsable, dispuesto a arriesgarse guiado por sus deseos, y no por la realidad y los hechos objetivos.

Y la realidad, los hechos objetivos y la lógica, demandaban prudencia ante una situación desconocida. Pero, claro, el futuro siempre es un gran desconocido y quien no arriesga no gana. ¿Acaso no arriesgaron los conquistadores españoles cuando se lanzaron a la aventura de descubrir las Américas?

Las series de la ficción, por supuesto, siempre deben apostar a favor del idealista que se obliga  a creer en los mundos de Yupi. No puede ser de otra manera, porque hay que mantener vivas la intriga y la aventura, el misterio que nos insta a descubrir lo desconocido. Si la teniente T´Pol se obligara, en cada capítulo de la serie, a seguir su racional lógica vulcaniana, no habría ficción que desarrollar.

Así debe ser en la ficción, ya sea cinematográfica o novelada, pero ¿también debería ser así en la realidad del mundo en el que ex-sistimos? 

¿Tienen derecho nuestros políticos de mente abierta, como el capitán Archer, a poner en riesgo nuestras vidas y el porvenir de las futuras generaciones, en aras de consumar sus diferentes ensoñaciones ecológicas, animalistas, de género... porque ellos creen en "verdades" en las que quieren creer?


COMISARIOS POLÍTICOS DE MENTES ABIERTAS (conclusión)

Y así ha sido, viendo películas bélicas y una serie mediocrilla como Star Trek, como mi mente febril, no se si abierta o cerrada, ha establecido o descubierto, como se prefiera, la estrecha relación que existe entre nuestros actuales comisarios políticos y el hecho de que todos ellos, como el capitán Archer, se jacten de ser individuos de mentes abiertas.

Ahora en Europa, y como en tiempos de la extinta URSS, estamos siendo vigilados y coaccionados por comisarios políticos al servicio de la nueva agenda 2030, una suerte de nuevo internacionalismo, ahora globalista, que no duda en someternos a los dictados de sus políticas inconscientes e irresponsables.

Los nuevos comisarios políticos, títeres en realidad de poderes mucho más siniestros que amenazan las soberanías nacionales, son Von Der Leyen, Sánchez, Macron y Trudeau, pero también lo son Feijoó y hasta el último mono que luce en la solapa de su chaqueta la chapita multicolor con el logo de la pérfida Agenda 2030.

Desde luego, los nuevos comisarios políticos son más refinados, más taimados y astutos que aquellos individuos chuscos y dogmáticos que, en tiempos pretéritos, estaban al servicio del partido comunista de la URSS. Nuestros políticos actuales, todos ellos de mentes abiertas,  han aprendido a disfrazarse con los ropajes de los buenos y talanteros demócratas para, así, engañar a unas masas adormeciadas y aborregadas. Porque sí, porque la Verdad, los hechos nudos, tercos y obstinados, ya no importan, sino que sólo importan las verdades globalistas en las que ellos creen y en las que pretenden hacernos creer.

A los díscolos disidentes ya no se los llevan a Siberia, sino que los enmerdan y putean, como hicieron Macron y Trudeau a todos los ciudadanos que se negaron a recibir una inoculación experimental. Ya no les obligan a afiliarse al partido único, porque todos los ciudadanos europeos, sin ser conscientes de ello, están ya, de facto, afiliados al único partido globalista que está imponiendo en toda Europa, a través de políticas de miedo, presión y coacción, su siniestra hoja de ruta: seremos felices sin tener nada.

¿Tan difícil es poder ver lo que está sucediendo delante de nuestras narices?


14 comentarios:

  1. Hola, Herrgoldmundo

    Decía Kant, y con razón, que es imposible el conocimiento metafísico (tal como él entendía la metafísica o como se entendía en su época) de manera científica, pero sin embargo afirmaba que existía una tendencia metafísica, inextirpable, que es universal en el ser humano.

    Digo esto porque es la única forma de entender lo que nos ocurre en la actualidad. De no ser así entonces simplemente no entendería cómo poder explicar los fenómenos que se están produciendo en la actualidad. En fin, trataré de explicarme.

    Supuestamente estamos en una época donde se nos dice que no existen ya los grandes relatos. Pese a ello observamos diariamente que sí que existen los grandes relatos o al menos existe un gran relato que es el imperante ¿Cómo es ello posible?

    Supuestamente estamos en una época donde se nos dice que los valores son relativos por ser meramente subjetivos. Pese a ello observamos diariamente que sí que existen valores que nos dicen que son objetivos y universales ¿Cómo es ello posible?

    Supuestamente estamos en una época donde se nos dice que existe un pluralismo de valores y que todos deben de ser respetados. Pese a ello observamos diariamente que se tratan de imponer unos valores con la consiguiente “muerte civil” de aquellas personas que no comparten dichos valores ¿Cómo es ello posible?

    Supuestamente estamos en una época donde se nos dice que toda forma de totalitarismo debe de ser abolida. Pese a ello observamos diariamente que existen todo tipo de comisariados políticos que tratan de imponer una determinada ideología ¿Cómo es ello posible?

    Supuestamente estamos en una época donde se nos dice que el individuo lo es absolutamente todo y, por tanto, toda mediación (nación, iglesia, familia, etc) debe de ser abolida. Pese a ello observamos diariamente que de lo que se trata es de acabar con el individuo en aras de “algo” que está por encima de él ¿Cómo es ello posible?

    Supuestamente estamos en una posmodernidad que considera que todo lo anterior debe de ser arrumbado. Pese a ello observamos diariamente que se desean imponer ideologías que ya han sido arrumbadas en la historia reciente ¿Cómo es ello posible?

    La única forma de explicarlo o, al menos, de explicármelo, es considerar que pese a todo lo que se diga en el ser humano existe y, como bien decía Kant, una tendencia metafísica que es universal en el ser humano. Es que de no de ser así simplemente no entendería cómo se nos dice una cosa, pero la realidad es contraria a lo que se dice.

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  2. Decía Zubiri que en el hombre se daban tres dimensiones, a saber, individual, social e histórica. Igualmente decía que todo intento teórico por tratar de extirpar alguna de esas dimensiones era un intento, teórico y práctico, de acabar con la persona. Por tanto, el problema sería cómo articular la dimensión individual con la dimensión social.

    Se ha dicho, y estoy de acuerdo con ello, que en el sistema comunista prevaleció la dimensión social sobre la dimensión individual y, por tanto, la persona quedó anulada. Se ha dicho, y no estoy de acuerdo con ello, que en el Occidente capitalista se ha primado la dimensión individual sobre la dimensión social. Estaría de acuerdo si lo que se nos dijera es que en realidad lo que se prima es hacernos creer que triunfa la dimensión individual cuando diariamente y, como vemos, ello no es así.

    Al poder jamás le ha interesado fomentar una verdadera dimensión individual. Pero es que además el poder siempre lo ha tenido bastante fácil. Y lo ha tenido fácil porque es el mismo individuo el que antepone su ser “gregario” (dimensión social sin la dimensión individual) a su ser individual (dentro de una dimensión social). Pese a todo lo que se diga alcanzar la libertad conlleva el tener que soportar una pesada carga. La libertad conlleva, indisolublemente ligada a ella, un alto grado de responsabilidad. El animal gregario nunca se hace responsable de sus actos. Las acciones del animal gregario quedan justificadas, por tanto, disueltas, en el grupo. El animal gregario no soporta el tener que cargar con el pesado fardo de la libertad. Es precisamente por ello por lo que animal gregario detesta y odia a todo aquel que se salga del rebaño. Aquel que se sale del rebaño es un espejo que se coloca ante el animal gregario y que le recuerda permanentemente lo que el animal gregario debería de hacer. Y lo que hace es tratar de romper el espejo para no verse reflejado. En fin, algo que ya nos relató Platón en su mito de la caverna.

    Acabas diciendo, Herrgoldmundo: “¿Tan difícil es poder ver lo que está sucediendo delante de nuestras narices?”

    Pues sí, para el animal gregario es lo más difícil de ver. Es que ver la realidad que está delante de nuestras narices nos recuerda quienes somos y qué deberíamos de hacer. En el fondo no es que no la vea, sino que no la desea ver y para ello se buscan miles de subterfugios. Siempre me ha hecho gracia cuando se pinta al hombre del medievo o de la antigüedad como animales gregarios mientras que es a partir de aquel famoso pronunciamiento: “Sapere aude” cuando el hombre ha quedado liberado. Supuestamente el hombre “moderno” ya no tendría ninguna justificación para ser un animal gregario a diferencia del hombre “antiguo”. Y esa es precisamente la razón por la que el hombre “moderno” es más gregario, si cabe, que el hombre “antiguo”.

    Un cordial saludo

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  3. Hola Herrgoldmundo

    Dices: “Ortega lo clava cuando se refiere a los "titubeos metafísicos", porque si la vida es constante pre-ocupación (ocuparse con antelación) por cuestiones futuras, es obvio que ese "anticiparse" a lo que todavía no es, se manifiesta y actualiza en la conciencia del sujeto como un pre-ser o idea hegeliana que aspira a consumarse como un futuro ser-en el mundo.”

    Creo que tanto Ortega como Kant tenían razón. Más allá de la distinción entre filosofía primera y metafísica, efectivamente, en toda persona anida cierto “titubeo metafísico”. La cuestión no sería el albergar, que considero inextirpable, cierto “titubeo metafísico” sino la valoración que se haga del mismo. Dicha valoración puede ir desde un “sano” escepticismo hasta el dogmatismo. El problema, claro está, reside en el dogmatismo metafísico.

    El problema, por ejemplo, no reside en ser demócrata o marxista, sino en ser fundamentalista democrático o marxista. Claro que todos tenemos una idea (mejor o peor fundamentada) de cómo debe ser regida una sociedad política. El problema reside en considerar que esa idea agota toda la realidad política o que dicha idea “funcionará” al margen de todas las circunstancias reales o aconteceres históricos.

    ¿Qué hará el fundamentalista cuando la realidad no dé razón de su ideal? Uno pensaría que trataría de “adecuar” el ideal a la realidad. Pero no, el fundamentalista lo que tratará de hacer es retorcer la realidad, hasta hacerla irreconocible, para que ésta se adecúe a su ideal, cual lecho de Procusto. La pena, claro está, es que ese fundamentalista, que ese comisario político, a pesar de que viva en y de un mundo ideal, sus acciones se realizan en el mundo real.

    Dices: “Las imposiciones que padecemos los ciudadanos europeos ya no emanan de la voluntad de Dios ni de rancios comunismos, sino de las voluntades de los "buenos y justos" demócratas: por que todo es bueno y justo si se consensúa "democráticamente".”

    Sí, efectivamente, la palabra es consenso. Lo que ocurre es que la palabra puede dar lugar a confusión. Si uno va al diccionario de la lengua española podrá leer:
    Consenso: “Acuerdo adoptado por consentimiento entre todos los miembros de un grupo”
    Consensuar: “Adoptar una decisión de común acuerdo entre dos o más partes.

    ¿Pero es así como se toman las decisiones en un parlamento? No, por supuesto que no. No se adoptan decisiones de común acuerdo entre dos o más partes.
    Es por ello por lo que Gustavo Bueno distinguía entre acuerdo y consenso. El acuerdo correspondería a lo que en el diccionario de la lengua española se denomina consenso ¿Qué sería entonces el consenso para Gustavo Bueno? Pues sería el mecanismo por el cual se adopta una postura por el hecho de que en una votación una postura alcanza más votos que otra. Por lo tanto, puede existir consenso sin acuerdo, que es lo que se da mayoritariamente en los parlamentos democráticos.

    Eso sí, apostillaba G. Bueno que el consenso se fundamentaba en un acuerdo. En democracia hay un acuerdo previo entre todos los grupos políticos mediante el cual una postura saldrá ganadora si consigue unas determinadas mayorías, aunque no se haya alcanzado acuerdo alguno. Es a eso a lo que se le llama consenso.

    Lo indignante de todo ello es que al consenso se lo identifique con una especie de “voluntad general”. Si un partido A saca 3.000.000 de votos, un partido B saca 1.800.000 votos y un partido C saca 1.300.000 votos, pero el partido B se une con C para gobernar, se dirá que dicho resultado es fruto de un consenso y que expresa la “voluntad general”. Lo cual es decir ya demasiado. Pero nada, la gente así lo cree.
    Y claro, si esa es la “voluntad” del pueblo que se ha alcanzado mediante un consenso cómo va a venir un individuo a decir que no está de acuerdo o que dicho consenso es imprudente para un país. Ahí, precisamente ahí, es cuando el fundamentalista democrático se transfigura en comisario político para hacerle ver al insurrecto que o cambia de opinión o pagará muy cara las consecuencias. Y dicho comisario político puede ser tu vecino.

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  4. Dices: “Entonces, cuando Habermas comprende que el carácter relativo de la verdad (la verdad ideológica o metafísica) es ya incuestionable (así lo creo yo también), busca una solución para afrontarlo y superarlo: la democracia deliberativa”

    Personalmente considero que la verdad no es relativa sino histórica. Bien es verdad que sin seres humanos no habría verdad, pero sin realidad, tampoco habría verdad. La verdad es algo que se va “construyendo”. Pero no se construye sobre la nada, sino que se construye montada sobre los diferentes modos y formas de realidad.

    Esa verdad construida no es una verdad a priori sino que tendrá que ser experienciada. En la ciencia, por ejemplo, esa experiencia se logra a través del experimento científico. El problema del positivismo es considerar que toda experiencia, o que el único criterio de validez, consiste en identificar experiencia con experimento científico.

    Existen otros tipos de experiencias de dan o quitan la razón sobre lo previamente postulado. Así, otro tipo de experiencia, es la experiencia histórica. Hoy en día sabemos que el comunismo es falso. Y lo sabemos gracias a la experiencia histórica. Sí, a priori y sobre el papel, el comunismo era un ideal mediante el cual se alcanzaría un mundo mejor gracias a la creación de un hombre nuevo. Pero ha sido la experiencia histórica la que ha quitado la razón de lo postulado en el marxismo.

    Un cordial saludo

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  5. Sigo...

    Nos guste o no, tenemos que aceptar que las "verdades" que actualmente se están institucionalizando, consensos democráticos mediante, están fundamentadas según los postulados de una Razón instrumental subjetiva y estético-sentimental.

    La Razón instrumental es siempre metafísica en tanto que ideológica; es la hija predilecta de la posmodernidad, como bien señalaron Adorno y Horkheimer.

    El triunfo de esta Razón instrumental va intímamente ligado al hecho (éste si objetivo) de que sus pastores ideológicos hayan endiosado al todopoderoso relativismo hasta convertirlo, paradójicamente, en una verdad incuestionable.

    Cuando la Escuela de Frankfurt y Habermas comprendieron que el relativismo era una verdad incuestionable, porque la razón ilustrada (objetiva y científica) siempre, instada por los imperativos vitales del dominio y control, acababa mutando en Razón instrumental, decidieron ensayar nuevas vías para salvar a la susodicha Razón ilustrada.
    Habermas propondría que, ante el inevitable relativismo, al menos podría articularse una vía comunicativa de diálogo y acuerdo para institucionalizar la verdad a través de una democracia deliberativa.

    Pero ya estamos viendo qué clases de consensos están alcanzado nuestros "representantes políticos", que se sienten legitimados democráticamente, no solo para pervertir la verdad histórica (Ley de memoria democrática), sino para aseverar, Ley VioGen mediante, que todos los hombres son violadores en potencia.

    Hace una friolera de años escribí una reflexión que titulé "Mediocridad consensuada":

    (https://sanchopancesco.blogspot.com/2014/05/mediocridad-consensuada-conchita-en.html)

    En "Mediocridad consensuada" analicé el triunfo de Conchita en Eurovisión (2014). Y llegué a la conclusión de que el triunfo de Conchita constituyó también el éxito de la razón instrumental sentimental.
    Gracias a unas masas formadas desde postulados relativistas, el público (los jueces al cabo) decidió que tenía ganar una canción transgresora cargada de reivindicaciones político-ideológicas.
    No ganó la mejor propuesta musical ni el mejor vocalista. Ganó una IDEA.
    De aquellos polvos, los presentes lodos (nuevas ideologías) que han embarrado todas las políticas en Europa y EEUU.

    Con el triunfo de Conchita en Eurovisión el verbo (léase la idea) se hizo carne.
    Conchita fue la "mesías" que reveló en el claro de un escenario, que no de un bosque, una nueva "verdad sentida", pura metafísica fundamentada en victimismos y resentimientos.

    Y aquí seguimos, sufriendo las políticas consensudas de unos metafísicos que dicen prescindir de postulados metafísicos en las fundamentaciones de sus ideologías perversas y delirantes, contrarias a los postulados de la razón lógica y objetiva.

    Un saludo cordial

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  6. Buenos dias

    Decia Margaret Tatcher que el socialismo se acaba cuando se acaba...........el dinero de los demas

    Las verdades ilusorias, sentimentales, de Alicia y su pensamiento se acabaran cuando la realidad se imponga.

    Y pongo un ejemplo de actualidad: Hace un año y meses, D Wladimir aviso que iba a Kiev, y que no seria el unico. Lo que hay es una guerra de trincheras como las del 18 pero con drones de ciencia ficcion de hace 10 años

    Ni con enemigo a las puertas, aprendemos
    Cuando nos toque sera tarde para quejarnos y para actuar como bien saben los venezolanos


    Saludos


    Jose

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  7. Hola Herrgoldmundo

    Dices: “El problema, en mi opinión, no radica en el hecho de consensuar (de alguna manera habrá que establecer las reglas para el parque humano). Lo problemático (la adversidad que hay que salvar) consiste en discernir entre quiénes y qué debe consensuarse; qué verdades deberían institucionalizarse como "buenas y justas"?”

    Sí, efectivamente, es de radical importancia saber qué verdades son “buenas y justas”. Por supuesto que de alguna manera habrá que establecer las reglas para el parque humano. Pero lo que deseaba transmitir es que ese parque humano al menos debería de conocer esas reglas. De esa manera se evitaría mucho fundamentalismo democrático. Si una persona no conoce la diferencia entre acuerdo y consenso y además considera que el consenso es fruto de una “voluntad general” alcanzada mediante un proceso deliberativo pues ya tenemos una sociedad que da de sí fundamentalistas democráticas. De lo que se trata no es de conocer una presunta democracia en sí, a modo de idea platónica, sino de conocer las democracias realmente existentes. La realidad es el mejor antídoto contra todo tipo de fundamentalismos e idealismos.

    Dices: “¿Le importa al secesionismo catalán las "verdades históricas" que demuestran, terca y obstinadamente, que "Cataluña nunca fue reino" o que la gramática de la lengua valenciana fuese anterior a la catalana? No, claro que estas verdades no le importan. Al secesionismo sólo le importan sus mitos; los relatos sentimentales que mantienen vivos a través de una liturgia colectiva en la que participan los medios de información y las granjas-escuela.”

    Sí, pero el problema y la razón por la que el secesionismo catalán triunfa no es porque cínicamente sus próceres nieguen las “verdades históricas” y que sus secuaces, ya no por cinismo, sino por ignorancia, lograda desde un determinado sistema “educativo” corrompido y corrupto, nieguen igualmente una verdad histórica, sino porque los que no son secesionistas y, al igual que aquellos, niegan también la existencia de cualquier verdad histórica o de cualquier verdad objetiva.
    ¿Si no existe la verdad objetiva ni la verdad histórica entonces por qué no iban a tener razón los secesionistas (se preguntará un no secesionista)? Y si además dichos partidos son “democráticos”, y no ejercen la “violencia”, por qué no iban a poder independizarse. ¿Qué más dará, pensará un fundamentalista democrático, si España se “rompe”, siempre y cuando, dicha ruptura sea fruto de la voluntad general nacida de un proceso deliberativo? Quizá si esos fundamentalistas supieran que ni existe esa presunta voluntad general ni ese presunto proceso deliberativo la cosa podría cambiar.

    Dices: “Habermas propondría que, ante el inevitable relativismo, al menos podría articularse una vía comunicativa de diálogo y acuerdo para institucionalizar la verdad a través de una democracia deliberativa. Pero ya estamos viendo qué clases de consensos están alcanzado nuestros "representantes políticos", que se sienten legitimados democráticamente, no solo para pervertir la verdad histórica (Ley de memoria democrática),…….”

    Sí, efectivamente, así ha sido. Lo que ya no sé es si los diferentes partidos políticos han entendido lo que es la “razón procedimental” de Habermas.
    Habermas considera que dicha “razón procedimental” se aplica en un contexto histórico y cultural concreto, es decir, Habermas no parte de una posición idealista o relativista, que era precisamente lo que trataba de evitar, para que de esa forma se pudiera condenar, por ejemplo, la lapidación de las mujeres. En un contexto puramente relativista no se podrá condenar la lapidación o la ablación del clítoris. Y así, desde un horizonte relativista, una mujer puede condenar un presunto machismo absoluto e imperante en Occidente mientras mira hacia otro lado cuando son lapidadas en otras culturas.

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  8. Para Habermas, y no conozco mucho su obra, los interlocutores deben de ser miembros de una misma comunidad se significado (yo diría de valores) y deberían de compartir una serie de mínimos lógicos (pretensiones de verdad, rectitud y veracidad) para poder llevar a cabo, de forma fructífera, un proceso deliberativo. Es lo que Adela Cortina (discípula de Habermas) llamó ética de mínimos.
    Insisto, no conozco mucho su obra, por lo cual no sé (quizás podrías ayudarme) es cómo se ha de resolver la cuestión cuando se enfrentan dos “culturas”. Si sé cómo lo resuelve G. Bueno y creo que no queda otra.

    Por supuesto que en una comunidad que comparta un mínimo de valores (como era Europa hace algún tiempo) se podía llegar a acuerdos, por ejemplo, entre ateos y creyentes, mediante la implantación de una sociedad laica (con todas las tensiones que se quiera). Pero si ello fue posible es porque la sociedad, y a través de un proceso histórico, compartía ya una ética de mínimos. Y desde esa ética de mínimos, que permite la convivencia social, después cada cual podrá llevar a cabo sus planes de vida personal (ética de máximos)

    El problema en la actualidad es que Europa no comparte una ética de mínimos. Y no la comparte debido a la instalación en Europa de otras cosmovisiones fruto de un desarrollo histórico diferente al Occidental. Bueno, en realidad el problema es mucho más grave. Si esa fuera el problema ya hace mucho tiempo que Europa hubiera acabado con esas cosmovisiones o no hubiera permitido su implantación en suelo Occidental.

    El problema no nos ha venido desde “fuera” sino que ha surgido desde “dentro”. Es porque Occidente se ha instalado en el nihilismo y en el relativismo por lo que ha permitido que otras cosmovisiones se instalen en Occidente en pie de igualdad, e incluso en mayor grado, con respecto a la cosmovisión occidental de hace algunas décadas.

    Y claro, uno podría pensar que todo quedará en un empate técnico. Pues de eso nada. Porque las diferentes cosmovisiones son dogmáticas y, por tanto, no cejarán en su empeño de imponer sus diferentes cosmovisiones mientras que la cosmovisión europea tradicional (si es que queda algo de ella) no va a tener valedores por la sencilla razón de que desde el nihilismo o desde el relativismo no se alcanzan las “fuerzas” suficientes para defender la cosmovisión propia.

    Dices: “Con el triunfo de Conchita en Eurovisión el verbo (léase la idea) se hizo carne.”
    Me ha encantado tu reflexión en torno a Conchita (me la apropiaré). Sí, efectivamente, el verbo se hizo carne. Así como en la segunda persona de la Trinidad solo caben dos naturalezas (divina y humana) ahora, y en lo tocante a la naturaleza humana, y por su negación, caben tantas naturalezas como sienta el Logos o el Verbo.

    Dices: “Y aquí seguimos, sufriendo las políticas consensuadas de unos metafísicos que dicen prescindir de postulados metafísicos en las fundamentaciones de sus ideologías perversas y delirantes, contrarias a los postulados de la razón lógica y objetiva.

    Y lo que te rondaré, morena

    Un cordial saludo

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  9. Hola Elías

    Dices:

    ¿Si no existe la verdad objetiva ni la verdad histórica entonces por qué no iban a tener razón los secesionistas (se preguntará un no secesionista)?

    La verdad objetiva y la verdad histórica existen. Y esto lo sabe hasta el Tato; lo saben los tontilocos de la terra y lo saben los socialistas traidores y los peperos cobardes.
    No es una cuestión de "saber o no saber", sino de creer.
    El secesionista se obliga a creer, autoengaño o autohipnosis mediante (Sloterdijk), aquello en lo que desea creer. Y los demás (socialistas y peperos) dejan que los nacionalismos fragmentarios crean en lo que quieran, por puro cálculo electoralista. No hay más, ni menos.

    Dices:

    "Habermas considera que dicha “razón procedimental” se aplica en un contexto histórico y cultural concreto, es decir, Habermas no parte de una posición idealista o relativista, que era precisamente lo que trataba de evitar, para que de esa forma se pudiera condenar, por ejemplo, la lapidación de las mujeres".

    La "razón procedimental" de Habermas sí parte de una "pretensión" que es puro idealismo. Habermas, como Kant, aspira a acordar unas normas comunes (similar a la ética de mínimos de Adela Cortina) que tengan validez universal. Puro idealismo.

    Dices:

    "Para Habermas, y no conozco mucho su obra, los interlocutores deben de ser miembros de una misma comunidad se significado (yo diría de valores) y deberían de compartir una serie de mínimos lógicos (pretensiones de verdad, rectitud y veracidad) para poder llevar a cabo, de forma fructífera, un proceso deliberativo. Es lo que Adela Cortina (discípula de Habermas) llamó ética de mínimos".

    En la "Ética del discurso", Habermas defiende la tesis de que es posible un conocimiento fundamentado. Así, para juzgar una norma ética (determinar si es buena y justa), propone que los interlocutores (diferentes culturas) lleguen a un acuerdo.
    Pero dicho acuerdo deberá lograrse cumpliendo dos principios:
    - El principio de universalización.
    - El principio de discurso.

    El principio de universalización afirma que una norma será correcta si respeta por igual los intereses de todos los afectados por ella. Este principio es de clara inspiración kantiana.

    El principio de discurso exige que para que pueda garantizarse el principio de universalización, TODOS (subrayo) los afectados por una norma deberán dar su consentimiento participando en un discurso práctico (diálogo comunicativo).

    Obviamente, Habermas entiende que validar una norma a través del consenso de "todos" es imposible, por lo que apela a un consenso alcanzado por actores CUALIFICADOS.

    Los actores cualificados, para validar una norma, deberán llegar en lo posible a una "situación ideal del habla" (atención al carácter ideal de dicha situación); una situación ideal, insisto, que deberá garantizar la simetría entre los interlocutores, sin coacciones ni discriminaciones o prejuicios.

    Sigo...

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  10. Sigo...

    He intentado resumir brevemente los apuntes que tenía sobre la obra de Habermas; apuntes que utilicé en su día para rebatir las ensoñaciones idealistas de nuestros "constitucionalistas" socialistas, peperos y del ya extinto partido C´s.

    Algunos de esos constitucionalistas habermasianos, votantes y/o simpatizantes de C´s, Mikel Arteta y Félix Ovejero entre ellos, no dudaron en calificar mi discurso de "fascista", tan sólo por esgrimir argumentos fundamentados en el MF de Gustavo Bueno.
    Lo paradójico es que, precisamente quienes apelaban a la "Ética del discurso" de Habermas, se ciscaban en los postulados de dicha ética, negándome la simetría entre interlocutores durante el discurso (intercambio dialéctico), recurriendo a prejuicios y descalificaciones ad hominem.

    Esta "asimetría", contraria a los postulados del "habla ideal" de Habermas, no sólo la incumplen sistemáticamente sus discípulos y más fervientes creyentes, sino que el propio Habermas la incumplió, como ya expliqué en comentarios anteriores, cuando llamó "joven fascista" a Peter Sloterdijk y pretendió coaccionarle poniendo a otros colegas en su contra, pero a través de correos privados, sin dar la cara.

    Si nos fijamos, uno de los requisistos para que haya simetría entre los interlocutores es la ausencia de coacciones.
    ¿Y acaso no coacciona la UE, a través de multas y sanciones, a los países díscolos que NO DESEAN hacer suyas las políticas consensuadas por la democracia habemasiana?

    Un saludo cordial

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  11. Edito: socialdemocracia habermasiana.

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  12. Hola, Herrgoldmundo
    Dices: “La "razón procedimental" de Habermas sí parte de una "pretensión" que es puro idealismo. Habermas, como Kant, aspira a acordar unas normas comunes (similar a la ética de mínimos de Adela Cortina) que tengan validez universal. Puro idealismo.”

    No conozco ningún sistema ético o de valores que no tenga pretensiones de universalidad. Juzgo como algo imposible el que alguien posea un sistema de valores con pretensiones meramente individuales. Dos personas podrán poseer dos sistemas de valores diferentes, eso sí, ambos sistemas de valores poseen pretensiones de universalidad. Es que la moral es constitutivamente universal, o mejor dicho, universalizable. Y que toda moral tienda a ser universalizable lo juzgo como un hecho ( es el hecho moral).

    Habermas no cree que los valores sean objetivos ( yo tampoco lo creo), es decir, que exista un mundo de valores dados al margen de los intereses del ser humano. Habermas cree que los valores son puramente subjetivos ( con lo cual no estoy de acuerdo). Eso sí, Habermas como Rawls, consideran que se pueden alcanzar unos mínimos mediante unos determinados procedimientos. Son las denominadas éticas procedimentales con las que tampoco estoy de acuerdo.

    Y sí, efectivamente, Habermas nos habla de una situación ideal del habla al margen de cómo se comporte él a título individual. La descalificación personal de Habermas no tendría que descalificar su sistema.

    Pero el que nos hable de una situación ideal no implica, o no tiene que hacerlo, que sea idealista. Al menos así lo entiendo. Es decir, sería idealista si considerara que ese ideal se podría alcanzar en la realidad de forma absoluta o definitiva. Todos, absolutamente todos, nos movemos por ideales. Cuestión aparte es que haya unos que consideren esos ideales como perfectamente alcanzables en la realidad y otros que consideren esos ideales como ideas reguladores que hay que perseguir aún sabiendo que nunca serán alcanzadas. Para mi Habermas sería un idealista si considerara, al modo marxista, que ese ideal podría alcanzable de forma definitiva en la “tierra”.

    Un ideal que poseemos, por ejemplo, es la armonía dentro de la familia. ¿En la realidad se alcanzará plenamente esa armonía dentro de la familia? No, por supuesto que no. ¿Qué hacemos entonces? Acabar con ese ideal porque no se va a cumplir plenamente en la realidad. No, ese ideal es algo que debe de ser perseguido aunque sepamos que nunca será alcanzado en la realidad. Personalmente no creo que se pueda tildar a una persona de idealista por poseer ese ideal salvo que esa persona considera que dicho ideal se puede alcanzar plenamente y de forma definitiva. Eso último, sí que sería constitutivo de idealismo.

    Y esto último es una crítica al pensamiento de Gustavo Bueno. Creo que G. Bueno se sigue moviendo en la modernidad por considerar, al igual que Habermas, que los valores son meramente subjetivos (desde la filosofía de Zubiri puede defenderse que además también hay una parte de racionalidad). Pero independientemente de ello considero, con razón o sin ella, que para Gustavo Bueno si los ideales no se cumplían al 100% entonces dicho ideal debía ser tildado de puro idealismo. Pero es que eso sería tanto como negar la historia. Porque es que la historia se ha forjado con ideales aunque no se hayan implantado o cumplido de forma absoluta o definitiva.

    Otra cuestión, en la que sí estoy con G. Bueno, es que cuando en la práctica no se alcanzan acuerdos con otras cosmovisiones, que ademas atentan con destruir el nuestro, sigamos empecinados en mantener dicho diálogo. Entonces sí que cabría hablar de idealismo. No cabe mayor idealismo que considerar que la situaciones cambian por el hecho de nosotros desearlo.

    Un cordial saludo

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  13. Hola Elías

    Dices:

    "No conozco ningún sistema ético o de valores que no tenga pretensiones de universalidad".

    Cierto, estamos de acuerdo, por eso me sorprendió este párrafo tuyo:

    "Habermas considera que dicha “razón procedimental” se aplica en un contexto histórico y cultural concreto, es decir, Habermas no parte de una posición idealista o relativista, que era precisamente lo que trataba de evitar, para que de esa forma se pudiera condenar, por ejemplo, la lapidación de las mujeres".



    Explicabas que Habermas no partía de una posición idealista o relativista. Pero, en mi opinión y como tú mismo has señalado, todo sistema ético (moral al cabo) tiene aspiración de universalidad, ergo parte de postulados idealistas.

    Dices también:

    "Y sí, efectivamente, Habermas nos habla de una situación ideal del habla al margen de cómo se comporte él a título individual. La descalificación personal de Habermas no tendría que descalificar su sistema".

    Tienes razón, la "situación ideal del habla" que propone Habermas no debería descalificarse a través de un ad hominem contra su persona.
    Pero puse el ejemplo del cinismo que Habermas mostró contra Sloterdijk no sólo para descalificar a Habermas, que también (no es santo de mi devoción), sino para ilustrar lo fácil que resulta desviarse de los postulados de su sistema ideal.
    De hecho, también puse como ejemplo el proceder de la UE, muy habermasiana, pero que en la praxis del día a día burla constantemente los postulados habermasianos a través de una democracia deliberativa que, unilateralmente, impone su credo ideológico a los países contrarios al mismo (Hungría, Polonia, Italia...) castigándolos con sanciones económicas o dificultando la recepción de ayudas de financiación.

    En definitiva, lo que pretendo demostrar, a través de ejemplos ilustrativos, es que el sistema del habla ideal de Habermas, en tanto que ideal, no casa con la realidad.
    Pero es que, además, como también señalas tú mismo, la ética habermasiana choca con la realidad al partir de otro supuesto ideal: requerir que todos los interlocutores llamados a alcanzar acuerdos éticos sean miembros de una misma comunidad de significados (léase valores).

    Aquí lo explicas muy bien tú mismo:

    "Otra cuestión, en la que sí estoy con G. Bueno, es que cuando en la práctica no se alcanzan acuerdos con otras cosmovisiones, que ademas atentan con destruir el nuestro, sigamos empecinados en mantener dicho diálogo. Entonces sí que cabría hablar de idealismo. No cabe mayor idealismo que considerar que la situaciones cambian por el hecho de nosotros desearlo".

    Efectivamente, y por esto que señalas es tan peligroso el idealismo habermasiano, a la postre el referente moral de los ideólogos socialdemócratas que rigen el destino de la UE... y de España.

    Sigo...

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  14. Sigo...

    Hace ya muchos años, un regidor de un ayuntamiento catalán me confesó que la policía local, con la ayuda de los mozos, estaba desarticulando una red islámica radical que operaba a través de una mezquita salafita en nuestro municipio.
    Me rogó encarecidamente que no difundiera la noticia para no generar alarma social ni provocar actitudes xenófobas. En su opinión, era cuestión de tiempo que los colectivos musulmanes, poco a poco, se fuesen integrando a nuestra cultura. Dicho en términos habermasianos, vino a decirme que, con el tiempo, los colectivos islámicos también serían miembros de nuestra misma comunidad de valores, o "ética de mínimos", como se prefiera.

    Han pasado ya casi 15 años y yo lo único que percibo es todo lo contrario. Las nuevas generaciones de niños musulmanes nacidos en Cataluña están más islamizados que los de las primeras generaciones. Y lo están porque ahora son mayoría y se sienten más fuertes, no sólo para defender sus valores, sino para criticar abiertamente (de momento pacíficamente) nuestros valores occidentales.

    Parafraseando al propio Habermas y su "hay que pensar a Heidegger contra Heidegger", yo creo que lo más urgente, hoy, es comenzar a "pensar a Habermas contra Habermas". Porque, como ya advirtiera G. Bueno acertadamente:
    "Si no nos asimos a los restos del naufragio de nuestra civilización, otra ocupará su lugar".
    Y los restos del naufragio no se salvaguardarán esperando, como ingenuos idealistas, que una conciencia antagónica a la nuestra acabe compartiendo nuestros valores, porque sí, porque nosostros estamos convencidos de que son los más "buenos y justos".

    Un saludo cordial

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