lunes, 9 de agosto de 2021

METAFÍSICA MARXISTA (el negro de VOX)

INTRODUCCIÓN

Karl Popper sostuvo que tanto el psicoanálisis como el marxismo, ambas teorías no falsables (no refutables), quedaban fuera del ámbito científico.
De esta manera, la teoría marxista, en el parecer de Popper, debería considerarse otra suerte de metafísica. Ortega y Gasset ya señaló que el marxismo era una "pseudomoral" y Bertrand Russell lo tildó de pseudofilosofía. Más recientemente, Gustavo Bueno le dio la vuelta del revés a Marx y dejó al descubierto todo su esencialismo metafísico.
¿Y AHORA QUÉ?
Los criterios de demarcación de Popper, para determinar qué cabe considerarse o no "ciencia", resultan incontestables a día de hoy. Podría concluirse que el SXX aprendió, definitivamente, que el estatus de ciencia no podía otorgársele al marxismo, teoría que no permitía ser falsada (refutada) porque ésta siempre rebatía las críticas contrarias con argumentos ad hoc.
Y, sin embargo, el marxismo, en tanto que religión, o metafísica si se prefiere, sigue muy vivo, mimetizado o "metamorfoseado", que diría López Laso, en otros nuevos "modos de ser" también internacionalistas, ahora llamados posnacionales y transnacionales (Habermas).
Pero, sobre todo, la esencia del marxismo, y su afán por reivindicar una única conciencia verdadera, puede apreciarse en las pretensiones, dogmáticas e impositoras, del actual globalismo multicultural; podemos detectarlo en el diseño de una gran agenda futura para el conjunto de la humanidad; un proyecto que bien podría considerarse un novedoso "poshumanismo" que se vale de nuevas técnicas antropotécnicas (Sloterdijk) para criar y domesticar al ganado humano.
LA PARADOJA HABERMASIANA
Viendo cómo, efectivamente, los actuales pastores del ser, ahora globalistas, han decidido implantar "su verdad" o conciencia auténtica a través de una masiva vacunación (terapia génica), resulta paradójico que Jürgen Habermas tildara de "joven fascista" a Peter Sloterdijk, por atreverse éste, precisamente, a señalar la posibilidad de que un nuevo poshumanismo (ver "Reglas para el parque humano") se valiera de innovadoras técnicas eugenésicas para "pastorear" al ganado humano y evitar la superpoblación del planeta.
Habermas reaccionó airado ante las especulaciones filosóficas de Sloterdijk, carentes de afán apologista, que revelaban la existencia de nuevas posibilidades de "pastoreo".
Quizá lo que le molestó a Habermas fue que Sloterdijk se acercara demasiado a la verdad; le molestó que alguien dijera en "voz alta" lo que la intelligentsia globalista lleva ya tiempo susurrando y cuchicheando a puerta cerrada: es necesario un nuevo orden mundial (reseteo de la vida tal y como la conocemos) y es necesario reducir el número de habitantes del planeta Tierra.
Pero no hay buen "pastor del ser" que no tenga una buena jauría de perros rabiosos prestos a silenciar a los últimos espíritus libres; no hay gurú espiritual que se precie que no tenga una numerosa legión de fieles dispuestos a corromper y pervertir la verdad.
El nuevo internacionalismo global (marxismo mimetizado) ha aprendido que para imponer su verdad debe combatir a la gran conciencia contraria (capitalista, tradicional y heteropatriarcal) a través de la acción erosiva (guerrillera) de multitud de pequeñas conciencias endiosadas que, como perros furiosos, ladran y muerden a todo aquel que ose alejarse del rebaño.
Estos perros y mamporreros varios (sobre todo periodistas del régimen, femimarxistas, podemitas y otras hierbas parecidas) aceptan, e incluso consideran legítimo, que una mujer sea agredida, si es de VOX. Se regocijan cuando un político como Ignacio Garriga es insultado y menospreciado, porque, aunque negro, cometió el pecado de pertenecer a VOX. Ponen el grito en el cielo si un hombre mata a una mujer, pero callan cuales putillas cada vez que una madre mata a su hijo.
Estos perros rabiosos señalan y boicotean a un rockero como Sherpa por defender el hecho serio de ser español; por decir algo tan de sentido común como que una nación debe preservar y defender sus fronteras de invasiones (como, por cierto, se recoge en nuestra Constitución).
Estos esbirros del nuevo orden mundial, que bloquean al disidente en las RRSS a las primeras de cambio o amenazan con "reventar" la cara" de su interlocutor (por "facha", faltaría más), son los dignos herederos del marxismo cultural; son los hijos de Adorno y de los ofendiditos de la Escuela de Frankfurt; son los que ladran reivindicando la supremacía moral de un pensamiento sensible, emocional y sentimental, a través del cual instrumentalizan y rentabilizan el victimismo, bien magnificándolo o, las más de las veces, inventándoselo.
Inventar victimismos, recuperar y actualizar agravios pasados, mentir y difamar, perseguir y boicotear al disidente, hasta que, incluso, Ignacio Garriga, al que llaman despectivamente "el negro de VOX" nuestras sectarias izquierdas, parezca más totalitario que el papito Stalin, por el mero hecho de militar en VOX, un partido demócrata y más constitucionalista que muchos constitucionalistas, que, por cierto, callan y miran para otro lado cada vez que socialcomunistas, tontilocos y hasta el último lerdo del pueblo, vulneran la legalidad institucional.

El nuevo "neomarxismo" campa por sus fueros, sin que nadie lo frene, por una España arruinada económica y moralmente. Y en Europa, los buenos y justos están acorralando, coaccionando y presionando a países como Polonia y Hungría para que abracen la fe verdadera de una ingeniería social que ha diseñado una agenda globalizadora a imagen y semejanza de sus sueños teleológicos (léase metafísicos).