martes, 4 de julio de 2023

"La agonía del cristianismo" de Unamuno (parte II)

INTRODUCCIÓN

Unamuno se pregunta qué es el cristianismo en el capítulo 2 de su librito "la agonía del cristianismo", reflexionando sobre el origen judío del mismo y llegando a unas interesantes conclusiones.

Fue San Pablo, en el parecer de Unamuno, quien elaboró una suerte de síntesis entre las creencias de fariseos y saduceos, aportando componentes helénicos (inmortalidad del alma) a la nueva doctrina cristiana.

Los fariseos, decía Unamno, creían en la resurrección de la carne y en la otra vida, pero los saduceos no. 

Escribió Unamuno:

Los judíos saduceos, materialistas, buscaban la resurrección de la carne en los hijos. Y en el dinero, claro...

Los saduceos, más materialistas que los fariseos, creían que el Mesías era el propio pueblo judío, el pueblo escogido. Por eso los saduceos, al no creeer en la resurrección de la carne ni en "la otra vida", buscaron la perdurabilidad del pueblo judío a través de la prole (los hijos). De ahí que Carlos Marx, un judío saduceo en el parecer de Unamuno, hiciera una filosofía del proletariado exenta de espiritualidad; porque la perdurabilidad de una idea (la razón de ser de un pueblo) sólo puede garantizarse en tanto, a lo largo de la historia, pervivan sucesivas generaciones de individuos que transmitan y mantengan viva la Verdad de esa idea o razón de ser.


EL JUDAÍSMO HELENIZADO Y EL ESPÍRITU HEGELIANO


Según Unamuno, fue San Pablo, el fariseo platonizante, es decir, idealista, quien fusionó los dogmas de la resurrección de la carne (creencia farisea) y la inmortalidad del alma (creencia helénica). Para ello San Pablo convirtió el Verbo (Evangelio) en letra (Biblia). 

Esta conversión del Verbo en letra, reveló a San Pablo como el Apóstol de los Gentiles, es decir, el apóstol de los paganos, porque, según Unamuno:

La inmortalidad del alma que se escribe, del espíritu de la letra, es un dogma filosófico pagano. Basta leer el Fedón de Platón para convencerse.

A Unamuno no se le escapó que, en realidad, además del idealismo platónico, era la idea del espíritu hegeliano la que subyacía tanto en la doctrina cristiana como en la marxista. El cristianismo anunciaba la salvación de las almas, y el marxismo la salvación de los hombres en una idealizada sociedad sin clases. Ambos proclamaban el final de la historia.

En el capítulo 3, titulado "Verbo y letra", Unamuno explica que durante una discusión entre Lenin y Marx, Lenin le hizo observar a Marx algo que reñía con la realidad. Pero Marx, obviando la evidencia de la observación realizada por Lenin, se limitó a contestarle: Tanto peor para la realidad.

Unamuno nos dice que Marx tomó de Hegel la negadora expresión "tanto peor para la realidad", porque claro, a Hegel no le importaba tanto lo que era como lo que podría llegar a ser; y lo que podría llegar a ser siempre sería una síntesis o fin último absoluto que pondría fin a las luchas entre conciencias.

Es una pena que Unamuno, más enfrascado en cuestiones teológicas, no desarrollara con mayor profundidad algunas pinceladas filosóficas que enriquecían sus autodiálogos reflexivos.

Marx tomó mucho de Hegel, como todos sabemos y sabía Unamuno. 

Unamuno lo explicaba en el capítulo 3:  "Marx creía que las cosas hacían a los hombres y producían cosas", es decir, Marx creía que los modos de producción determinaban las creencias y la cultura de los hombres (la superestructura). 

Hoy sabemos que no es así. Pero ya entonces, en 1923, Unamuno receló de este postulado marxista, porque Unamuno, conocedor de Hegel, sabía que, en realidad, eran las ideas las que hacían a los hombres.

Unamuno vio un claro paralelismo entre el cristianismo y el marxismo. De hecho, el marxismo, en tanto que hegeliano, también era un evangelio, porque lo evangélico siempre es la esperanza en el fin de la historia (cita en el capítulo 3). 

El marxismo, como el cristianismo, también aspiraba a crear un determinado modo de ser hombre, pero Unamuno receló de ese nuevo modo de ser que atentaba, directamente, contra los cimientos del cristianismo. Y receló, sobre todo, del caballo de Troya que fue el cristianismo social, porque la fusión del cristianismo con el marxismo sólo podría llevar a Occidente a su autoinmolación.

Y era esta creencia tan heideggeriana sobre la autoinmolación de occidente (Heidegger ya nos adviritió de que en el seno del humanismo anidaba el germen de su propia autodestrucción) la que, seguramente, generó la angustia y la agonía unamuniana, porque, de manera parecida, también Unamuno creyó que en el seno del cristianismo anidaba el germen que habría de destruir occidente.

Por ello no dudó Unamuno en enmendarle la plana al mismísimo Spengler, autor de la profética "La decadencia de Occidente", señalando que el hundimiento de occidente no era otra cosa que la agonía del cristianismo (cita literal).


EL CRISTIANISMO SOCIAL


La pre-ocupación de Unamuno ante la proliferación de lo que él llamó cristianismo social quedó patente en el siguiente párrafo del capítulo 6 titulado "El supuesto cristianismo social":

 ¡Qué es eso del reino social de Jesucristo, con que tanto nos marean los jesuitas?

Los jesuitas, los degenerados hijos de Íñigo de Loyola, nos vienen con la cantinela esa del reinado social de Jesucristo, y con ese criterio político quieren tratar los problemas políticos, económicos y sociales. El Cristo nada tiene que ver ni con el socialismo ni con la propiedad privada.

Según Unamuno, el auténtico cristianismo quiere buscar la vida eterna fuera de la historia (cita literal). Por eso Unamuno no aceptaba el "caracter social" y político que, influenciado por el marxismo, comenzó a atribuírsele al cristianismo.

¿Qué temía realmente Unamuno de ese "cristianismo social" que comenzaba a emerger a principios del SXX? ¿Acaso temía que el marxismo, astutamente, diluyera el primigenio mensaje cristiano en una suerte de ideología evangélica?

En este párrafo Unamuno nos da la respuesta:

Si muere la fe cristiana, la fe desesperada y agónica morirá nuestra civilización; si muere nuestra civilización morirá la fe cristiana.

El cristianismo comenzó a agonizar cuando se hizo político. Y desde entonces, y en el parecer de Unamuno, se están muriendo la civilización occidental y el cristianismo, al mismo tiempo, porque la muerte de uno lleva consigo irremediablemente la muerte del otro.


CONCLUSIÓN


Unamuno vivió con dolor la agonía del cristianismo que, en su parecer, suponía también la agonía de la civilización occidental.

Recordemos de nuevo (ver parte I) las palabras de Unamuno:

El cristianismo mata a la civilización occidental; a la vez que ésta a aquel. Y así viven, matándose. Y muchos creen que nace una nueva religión... el bolchevismo.

Yo me atrevería a interpretar estas palabras de Unamuno de la siguiente manera:

Lo que nos quería decir Unamuno (recordemos, en 1923) es que Occidente agonizaba en la medida que perdía su fe espiritual; es decir, la civilización occidental se hundía en la decadencia (Spengler) en la medida que se olvidaba del problema teologal y de las cuestiones metafísicas o del alma (el Ser heideggeriano).

Desde el momento en que Occidente sustituyó el cristianismo espiritual por un cristianismo social (jesuita y marxista) se despojó a sí mismo de alma y, con ello, abandonó la defensa de su razón de ser, dejando a otras conciencias antagónicas (bolcheviques) imponer sus respectivas verdades. Por eso, escribió Unamuno:

Un cristiano puede suicidarse racionalmente y puede matar la inteligencia de los demás. Y es lo que hacen los jesuitas. Hoy apenas hay nada más tonto que un jesuita; por lo menos un jesuita español.

Heidegger, de manera parecida, nos hubiera dicho que un humanista podía autoinmolarse, porque el pensador alemán, como Unamuno, también vio en el evangelio marxista (una religión en el parecer de Heidegeger) una amenaza contra la civilización occidental.

¿Pero a qué amenazas concretas se refería Unamuno?

Unamuno no sabía qué conciencia ocuparía el lugar que dejaba vacante la agonizante civilización occidental, pero se atrevió a especular:

¿Sería el bolchevismo o el fascismo? ¿El peligro amarillo, el peligro negro? ¿El peligro musulmán?

Unamuno enumeró diferentes conciencias que, ante la agonía del cristianismo y Occidente, podrían imponer sus respectivas razones de ser. Pero lo más curioso es que, sin apostar claramente por ninguna, sí se atrevió a descartar el peligro musulmán:

En cuanto el mahometismo tiene que actuar en la historia, haciéndose civil y político, se cristianiza, se hace cristiano. Lo que quiere decir que se hace agónico.

Supongo que en 1923 el Islam no podía considerarse una amenaza para Occidente. Unamuno consideró que el Islam, en tanto que religión monoteísta como el cristianismo, acabaría padeciendo los mismos males que occidente en la medida que se politizara y mutara en una suerte de Islamismo social.

Sin embargo, la civilización islámica ha demostrado que, lejos de hacerse agónica, es decir, lejos de perder su espiritualidad como vaticinó Unamuno, se ha convertido en una conciencia fuerte capaz de mantener viva su fe, conquistando Europa (ahora Eurabia) no sólo a través del vientre de sus mujeres; a través de su prole, como los saduceos, sino preservando su fe ante los contaminantes ideológicos (femimarxismo, ideologías de género, animalismo, veganismo...) que, de facto, ya han destruido la cristiandad y a Occidente.



7 comentarios:

  1. Hola Herrgoldmundo

    Decía J. Girardi “Dios no solo ha dejado de estar presente, sino que incluso ha dejado de estar ausente”. Esta es la gran tragedia, el “indiferentismo”. No se trataría tanto de un “olvido del problema teologal y de las cuestiones metafísicas o del alma (el Ser heideggeriano)” como el de ser indiferentes a tales problemas. Ahora no es que se niegue a Dios (ateísmo) o que se nieguen cuestiones metafísicas es que simplemente se vive de forma indiferente a tales problemas, es decir, que se vive como si tales cuestiones no importaran ( ya ni siquiera se toma uno la molestia de afrontar dichas cuestiones aunque solo sea para negarlas). ¿Qué es lo único que importa? El estado del bienestar (cada vez mas depauperado) y el fundamentalismo democrático (democracia procedimental). Es que definitivamente he llegado a la conclusión, gracias a G. Bueno, de que en realidad es lo único que importa ya en Occidente. Todo lo que salga de un “acuerdo” procedimental democrático, aunque sea el pactar con filoterroristas o con independentistas, da absolutamente igual siempre que dicho “pacto” se haya alcanzado mediante un proceso democrático y “presuntamente” no dinamite el estado del bienestar.

    Dices: “Y receló, sobre todo, del caballo de Troya que fue el cristianismo social, porque la fusión del cristianismo con el marxismo sólo podría llevar a Occidente a su autoinmolación.”

    Estas palabras me hacen recordar aquellas famosas imágenes en que un indignado Papa Juan Pablo II amonestaba de manera pública, en la pista del Aeropuerto Internacional de Managua en 1983, a Ernesto Cardenal. “En los años 80 el Papa Juan Pablo II y el cardenal Joseph Ratzinger su prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe (antiguamente denominada Inquisición) que después sería elegido por la curia cardenalicia pontífice con el nombre de Benedicto XVI, impusieron la suspensión (a divinis) a d´Escoto cuya vinculación con la Teología de la Liberación era manifiesta. Miguel d'Escoto optó por la teología de la liberación, y en 1975, en secreto, se unió al sandinismo. Junto a d´Escoto, el Vaticano sancionó en los mismos términos a otros dos sacerdotes nicaragüenses. Fueron el jesuita Fernando Cardenal a quien en 1996 se revocaría la suspensión, y su hermano Ernesto”. !Ah!, por cierto, el actual Papa Francisco revocó la “suspensión a divinis” que pesaba sobre Cardenal y que le impedía ejercer sus funciones sacerdotales.

    Totalmente de acuerdo con tu conclusión donde dices brillantemente : “Desde el momento en que Occidente sustituyó el cristianismo espiritual por un cristianismo social (jesuita y marxista) se despojó a sí mismo de alma y, con ello, abandonó la defensa de su razón de ser, dejando a otras conciencias antagónicas (bolcheviques) imponer sus respectivas verdades……·

    Eso sí, para llegar hasta ahí tuvo que darse un renacimiento humanista, una ilustración, un triunfo de la razón instrumental, del cientificismo, de la democracia, del nihilismo, del relativismo, etc. En definitiva, un proceso de secularización y de secularismo. Creo que todo ello ha supuesto un duro golpe al cristianismo que lo ha desconcertado y, por aquello de adaptarse a los tiempos, ha errado en numerosas ocasiones. Pero efectivamente, sea por las razones que fueren, prácticamente hoy el cristianismo (al menos el catolicismo) no supone ningún tipo de defensa frente a otras “razones de ser”. Y no sé hasta qué punto aunque no se hubiera convertido en un cristianismo social hubiera sido una posibilidad real contra las conciencias antagónicas. Y es precisamente por ello por lo que juzgo que dicho fenómeno no podrá darse en los países islámicos. Es decir, no creo que pueda darse una suerte de Islamismo Social. Para ello tendría que darse un devenir histórico análogo al sufrido en Occidente durante los últimos siglos.

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  2. ¿Y qué hacer?

    Pues nada. Personalmente considero que el Cristianismo seguirá siendo algo meramente testimonial, por tanto, sin vigor alguno. El destino de Occidente ya se ha jugado y se ha perdido. Descanse en Paz. Solo nos quedará la nostalgia de lo que fuimos y el dolor de lo que pudimos seguir siendo

    Un cordial saludo

    PD: Te felicito nuevamente porque es de lo mejor que te he leído.

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  3. Hola Elías

    Me ha parecido muy interesante tu aportación sobre Juan Pablo II y el entonces cardenal Ratzinger, que impusieron la suspensión (a divinis) a Miguel d´Escoto (vinculado a la teología de la liberación) y al jesuita Fernando Cardenal.

    En una de mis reflexiones, ahora no recuerdo cuál, expliqué que la esencia española era principalmente comunista debido al interés histórico de una parte del catolicismo español por la "justicia social".
    Señalé, entonces, que Falange Española fue la heredera de las tesis de los jesuitas y la Iglesia de la liberación. Filósofos falangistas como Laín Entralgo o Ridruejo desarrollaron una filosofía muy centrada en la ética y la justicia social que les aproximó a los postulados marxistas. De la mano de estos filósofos falangistas se coló el marxismo en las universidades españolas. Y así hasta hoy.

    El actual Papa Francisco es un rojo peronista. Eso puede verse a la legua. No me extraña que revocara la suspensión que pesaba sobre Cardenal.

    ¿Por qué y cómo "rescatar" al cristianismo?
    En mi opinión, resulta de vital necesidad salvar a las actuales naciones europeas a través de la defensa de una "razón de ser cristiana" que funcione como un eje aglutinador y vertebrador común de la civilización occidental.

    Estoy desarrollando una osada tesis aunando postulados de Zizek (ateo religioso) y Gustavo Bueno (ateo católico) para superar el puritanismo unamuniano, que no aceptaba el cristianismo social o político, pero tampoco aceptaba una falsa fe utilitaria o pragmática (véase Pascal y William James).
    Estoy en ello.

    Un saludo cordial

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  4. Hola Herrgoldmundo

    Poca gente conoce el denominado como Pacto de las Catacumbas. “El 16 de noviembre de 1965, unos cuarenta sacerdotes de la Iglesia católica (entre ellos varios obispos latinoamericanos) que se encuentran en Roma participando en el Concilio Vaticano II se reúnen en las Catacumbas de Domitila para firmar un compromiso conocido como el Pacto de las catacumbas. El documento ha sido considerado uno de los antecedentes de la teología de la liberación.” ¡Ay!, ese concilio Vaticano II cambió muchas cosas pero no todas para bien.

    Igualmente es poco conocido que uno de los discípulos, posiblemente el más querido por Zubiri, Ignacio Ellacuría, y desde la filosofía de su maestro, aportó un “arsenal” filosófico a la teoría de la Liberación.

    No hay duda de que la Iglesia Católica debe de poseer una determinada doctrina social. Pero creo que se equivocó, no por mala fe, al abrazar el marxismo, como núcleo de dicha doctrina social. Recomendaría el libro del sacerdote católico Robert Sirico, hermano menor del actor Tony Sirico (Los soprano), que lleva por título: “En defesa del libre mercado: El argumento moral en favor de una economía libre”. Sé que de entrada “chirría” que un sacerdote católico defienda el libre mercado, pero al leer su libro, muy ameno, por cierto, se entiende perfectamente las razones intelectuales de ello.

    Por favor, Herrgoldmundo, cuando termines tu osada tesis, tienes que darla a conocer. Estoy de acuerdo en que resulta de vital importancia la defensa de una “razón de ser cristiana”, más allá de cuestiones religiosas, como hacía G. Bueno.
    Todos sabemos que Occidente se constituyó fundamentándose en tres pilares: el judeo-cristianismo, el Derecho Romano y la filosofía Griega (Zubiri hablaba de un cuarto pilar: La ciencia moderna). Si uno de esos pilares falla, es decir, si una nota de esa esencia constitutiva de Occidente desaparece, simplemente, y con ella, desaparece la civilización de Occidente tal y como la conocemos. Y eso es precisamente lo que está pasando. Personalmente considero que la herencia de la filosofía Griega así como del Cristianismo están desapareciendo y por ello desaparece Occidente tal y como la conocíamos. Revertir ese proceso, aunque es una tarea urgente, la juzgo en la actualidad como imposible. Y para los que no creemos en los milagros solo nos queda resignarnos.


    Un saludo cordial

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  5. Hola Elías

    Dices:

    "Estoy de acuerdo en que resulta de vital importancia la defensa de una “razón de ser cristiana”, más allá de cuestiones religiosas, como hacía G. Bueno.
    Todos sabemos que Occidente se constituyó fundamentándose en tres pilares: el judeo-cristianismo, el Derecho Romano y la filosofía Griega (Zubiri hablaba de un cuarto pilar: La ciencia moderna). Si uno de esos pilares falla, es decir, si una nota de esa esencia constitutiva de Occidente desaparece, simplemente, y con ella, desaparece la civilización de Occidente tal y como la conocemos. Y eso es precisamente lo que está pasando".

    Sí, la civilización occidental se está diluyendo cual azucarillo en la historia. Y eso que Spengler, a quien han citado tanto Unamuno como Ortega, ya nos avisó de la decadencia imparable de nuestra razón de ser europea y cristiana.

    Creo que tanto Zizek como G. Bueno llegaron a conclusiones muy parecidas, aunque por diferentes vías, entendiendo que sin una liturgia hegeliana, que mantuviera viva la llama espiritual de un pueblo, civilización o nación, no podría salvaguardarse una razón histórica (Ortega); una razón de ser vital para ser y seguir siendo que, en gran medida, está inevitablemente impregnada de "esencialismo metafísico".

    Le estoy dedicando tiempo a mi osada reflexión, pero el verano y los placeres inherentes al mismo (sol, playa, cervecitas...) creo que ralentizarán mi tarea.

    Un saludo cordial

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  6. Hola Herrgoldmundo

    No solo de ideas vive el hombre; también necesita de pan para vivir

    Disfruta de tus merecidas vacaciones

    Un cordial saludo

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  7. Hola Elías

    También te deseo que pases unas felices vacaciones.

    Un saludo cordial

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