domingo, 5 de abril de 2020

La lengua de Dios (parte II, Cataluña impositora)

DIOS HABLA EN ESPAÑOL

Hace un tiempo, Félix Ovejero escribió en Facebook que el español (la lengua española) era la lengua de Dios. Mi júbilo no fue tanto por leer a Félix, siempre contenido y aséptico a la hora de significarse sobre determinados temas, como por hacerme recordar a Unamuno, al genial maestro de Salamanca que, en tono más solemne y grandilocuente, no solo proclamó que Dios hablara español, sino que también era español.

¿Pero quedaría algo de verdad en la frase Dios habla en español, si la despojásemos de la sutil ironía de Félix (poco dado a exaltar sentimientos patrios), y si le quitásemos la grandilocuencia unamuniana?

Pues sí, la frase en sí misma encierra una gran verdad, poética, si así se prefiere, pero verdad al cabo: la lengua española es una lengua natural (atención a esta realidad); una lengua amiga que se deja aprender, sobre todo si la comparamos con lenguas más ariscas y arbitrarias como  el inglés o el ínclito catalán.

Volvamos a Dios. Si Dios es bueno y justo, y quiere lo mejor para el conjunto de la humanidad, no cabe duda de que, por fuer, fue el creador o inspirador que le insufló un soplo de aire divino a Nebrija cuando éste regló la gramática de la lengua española. Solo Dios pudo "inspirar" la normativización de una lengua tan agradecida, con escasas arbitrariedades grafo-fonéticas, como la española.

En mi anterior entrada, "La lengua de Dios (parte I)", doy cumplida respuesta al enigma que se planteaba Félix Ovejero en voz alta: "¿cómo es posible que la lengua española, estigmatizada y erradicada de la enseñanza en Cataluña, goce de tan buena salud y pueda ser aprendida, incluso, por el tontiloco más obtuso de la Cataluña profunda que solo se comunica en catalán?"

La respuesta es bien sencilla: porque la lengua espñola puede aprenderse con relativa facilidad, debido a la correspondencia natural entre fonemas (sonidos articulados) y grafemas (escritura) que los representan. Puse como ejemplo el caso del fonema /s/, que en español solo puede representarse, como parece lógico y natural, escribiendo una "s", pero en catalán podría representarse (dependiendo de su sonoridad) con una "s", una "c", una "ç", la "ss" o la "z" (con 5 grafías diferentes).

Dios fue bueno con los niños españoles, porque entendió que lo bueno siempre es lo más natural, sencillo y práctico; Dios supo que lo justo y bueno era/es lo que se aprende con más facilidad y con un mínimo esfuerzo para conseguir un gran beneficio o ventaja vital y/o social. Dios supo que lo importante era facilitar la comunicación de 450.000.000 de personas en el mundo; entendió que la lengua divina tenía que ser lo más universal posible, lo más buena y asimilable posible. Dios no es tonto.

Tontos, tontilocos en realidad, son los pobres provincianos de la terra, empeñados en desterrar de sus aulas una de las lenguas más universales creadas por Dios (la lengua española); tontos y resentidos son esos hombrecillos que desprecian a España y lo español, y que no entienden cómo sus hijos, aislados en terruños donde solo se aprende una lengua minoritaria y particularista, también acaben aprendiendo la lengua española de Dios.

¿Y por qué son capaces TODOS los niños catalanes de aprender español, a pesar de los impedimentos de sus mayores? Pues porque así lo quiso Dios; y por así quererlo, creó una lengua amiga fácil de aprender, sin tontás ni arbitrariedades tontilocas.

Que hable catalán quien así lo desee, y que enseñe a sus hijos en catalán quien así lo quiera. Pero que nadie ose negarle a los demás el derecho a pensar y hablar en la lengua de Dios.

La lengua de Dios (parte I, Cataluña impositora)

ARMAS LINGÜÍSTICAS Y DAÑOS COLATERALES

Que la lengua, en Cataluña, se haya convertido en un "arma" de imposición y sometimiento, que actúa más allá de sus funciones comunicativas, no debería ser ningún secreto para nadie. Y de hecho no lo es, aunque los cínicos (podemitas y demás equidistontos) se nieguen a reconocer esta dolorosa verdad.

Esta entrada, que espero resulte pedagógica para que muchos puedan extraer provechosa enseñanza de ella, me la ha "inspirado" una amistad virtual que lamentaba en su muro el trato que la Generalitat había dispensado a su hija autista. Contaba el angustiado padre cómo Ensenyament había priorizado la imposición de la inmersión lingüística antes que favorecer el desarrollo de las posibilidades comunicativas de una niña que, a pesar de sus dificultades, se comunicaba con sus padres en español.

Sí, este caso resulta especialmente doloroso, pero no es el único. Estoy harto de leer quejas (más que justificadas) de profesores de la escuela catalana, señalando que la inmersión lingüística perjudica a las clases más humildes, a los colectivos de inmigrantes y familias castellanohablantes. Cierto, pero no del todo.

La inmersión lingüística, como el arma impositiva que es, también produce daños colaterales entre los fieles creyentes de la terra, pero aunque muchos sean conscientes de ello, prefieren "mirar hacia otro lado" por tal de mantener viva su dogmática fe provinciana.

Las armas, cuando son de destrucción masiva, y la "inmersión" lo es, no distinguen entre amigos y enemigos a la hora de abrir fuego. Así, los daños colaterales de estas nefastas políticas lingüísticas, condenan al fracaso no solo a las clases más desfavorecidas, sino también a aquellos estudiantes con determinadas dificultades específicas (Inmadurez funcional, TDAH, dislexia, trastornos del desarrollo...), ya sean castellanos o catalanohablantes.

Si la memoria no me falla (que a mi edad ya podría ser), Josep Toro Trallero, eminente psiquiatra infanto-juvenil, expuso una "curiosa" tesis a colación de su famoso test T.A.L.E que evaluaba la lectoescritura. Venía a sostener, el célebre y reconocido psiquiatra, que la dislexia era un "invento" anglosajón, y que dicho síndrome se daba con muy poca frecuencia entre quienes hablaban español.

¿Por qué?

Pues por una sencilla razón: porque la correspondencia grafema-fonema en la lengua española, y a diferencia de la inglesa, es más natural (menos arbitraria). Así, sostenía dicho autor, la mayoría de los niños españoles podían aprender bien su lengua reforzando y haciendo hincapié en el aprendizaje de las normas de correspondecia grafo-fonética, mientras que los niños ingleses tenían que memorizar visualmente las grafías arbitrarias para aprender que perro (dog) no debía escribirse "doc".

Pues bien, he aquí una explicación del porqué, a pesar de que la lengua española esté desterrada en las aulas catalanas, su uso y su aprendizaje gozan de excelente salud. Básicamente porque la lengua española es, además de una lengua universal, una de las que con más sencillez y naturalidad establecen la correspondecia entre la fonética (sonido articulado) y su grafía (escritura).

Sin embargo, ¿qué sucede con la lengua catalana? Pues todo lo contrario, ya que su "arbitrariedad" es tal que exige a los niños diferenciar hasta 5 grafías diferentes para, por ejemplo, escribir el sonido de la letra "s". Por este motivo, un niño con dislexia, ya sea castellano hablante o catalanohablante, escribirá "sinema" en vez de cinema, o en el caso de los sonidos (parecidos fonéticametne) de la "ll" y la "j",  podría escribir "llardí" en vez de jardí.

Desde que se impuso la inmersión lingüística sucedió un hecho curioso, pero muy bien silenciado: todos los niños que tenían algún tipo de dificultad (dislexia, trastorno del desarrollo, TDAH...) mostraban peores competencias en catalán, debido a la arbitrariedad de esta lengua. Pero lejos de reconocer esta VERDAD, la Generalitat, a través de su brazo armado de Ensenyament, rescató el síndrome disléxico (abandonado años atrás) para poder explicar cómo, en poco más de unas décadas, se habían multiplicado los problemas de aprendizaje de las lenguas en Cataluña. Se estableció un protocolo de detección de la dislexia en las escuelas que, por supuesto, tiene mucho sentido para detectar a aquellos niños poco dotados para aprender la arbitrariedad de la lengua catalana, y también la inglesa.

Sí, algunos niños son detectados y convenientemente diagnosticados, pero NADIE se baja de la burra para facilitarles el desarrollo de las habilidades comunicativas a través de una lengua mucho más sencilla (la española) que también es lengua común de TODOS los niños catalanes. Prefieren hacer patria y seguir permitiendo que el catalán cumpla con su sacrosanta misión nacional, caiga quien caiga.

viernes, 3 de abril de 2020

HER (buscando a Dios)



INTRODUCCIÓN

La película “Her” supuso en 2013 un impacto emocional y cognitivo para los espectadores menos acostumbrados a preguntarse por la cuestión del ser. Muchos no supieron cómo reaccionar ni encajar en sus rígidos esquemas mentales la relación sentimental entre un individuo de carne y hueso y un ente virtual (Samantha). La película resultó provocadora, perturbadora e inquietante para muchos; el público en general salió aturdido de las salas de cine, con la sensación de haber sido testigo de una proposición indecente, perplejo ante la inmoralidad que subyacía en aquella propuesta ficticia; o quizás no tan ficticia…
BUSCANDO A DIOS

El público “epató” por considerar apriorísticamente antinatural la relación entre un ser humano y un ente virtual. Pero la película, a través de tan novedosa relación amorosa, desvelaba, sutil e inteligentemente, algo muy “natural” y constitutivo de ese animal de realidades que es el ser humano: la necesidad de buscarse a sí mismo en-el otro y con-el otro; la necesidad de dotarse de es-sentia (sentido) para, así, superar la trágica verdad de saberse, tan solo, un ser para la muerte (Heidegger).

Personalmente, asistí con expectante curiosidad al desarrollo de la inquietante posibilidad, descubierta en una realidad siempre abierta, que nos planteaba la película: la posibilidad de poder religarnos (comulgar en definitiva) con un ente virtual incorpóreo, etéreo y omnipresente que podría llegar a ser (como se acabará viendo en la película) omnisciente. La posibilidad de interactuar, en definitiva, con Dios.

“Her” es una realidad en la ficción (Zubiri) que se me antojaba, a medida que digería el desarrollo de su argumento, una revelación que desnudaba la posibilidad, quizás no tan lejana, de encontrar a Dios a través de la IA (inteligencia artificial). ¿Por qué no?
ANÁLISIS DESDE DIFERENTES PERSPECTIVAS

La película en cuestión es susceptible de poder ser analizada desde diferentes disciplinas o ramas del saber humano. Dejando de lado el análisis más científico, que pudiera dar cuenta de hasta qué punto podría ser factible crear una IA de las características de Samantha, me centraré en las cuestiones de fondo que se abordan a nivel psicosocial, existencial y teologal.

ANÁLISIS PSICOSOCIAL: resulta evidente que la relación entre un ser humano y una IA es un pretexto para mostrarnos una cruda realidad: la soledad en la que se encuentra inmerso el personaje principal; un individuo con dificultades para expresar sus sentimientos y para relacionarse emocionalmente con-el otro y en-lo otro. En el caso del protagonista del film, Theodore (interpretado por Joaquin Phoenix) se trata de un individuo profundamente dependiente que no acaba de aceptar la ruptura sentimental con su novia de toda la vida (una relación sentimental iniciada a muy temprana edad). Theodore, un individuo con pocas habilidades sociales, relajado y acomodaticio, buscará la compañía de un ente virtual (Samantha) para superar su ruptura amorosa. Al principio encontrará en Samantha un refugio en forma de pasatiempo novedoso para burlar la soledad. Pero, poco a poco, se establecerá entre ambos (IA y ser humano) una relación de complicidad, primero, que, más tarde, dará lugar a una inusual relación afectiva.

El personaje de Theodore resulta creíble, ya que su perfil psicológico (individuo dependiente, introvertido, vulnerable…) encaja con el estereotipo de hombre actual; un sujeto castrado psíquica y vitalmente que ha sido despojado de los valores tradicionales de la masculinidad; un hombre resignado a su suerte e inmerso en el dolor, un dolor que mitigará sumergiéndose en la ficción de juegos virtuales.

La escena de la cita, con la bella Olivia Wilde, pone de manifiesto la falta de carácter de Theodore, la ausencia de hombría, de autoconfianza y seguridad en sí mismo. La atractiva mujer toma la iniciativa en la breve relación en todo momento, indicándole incluso cómo debía besarla. Theodore acabará acojonándose. Literalmente.

Bienvenidos al prototipo de hombre del SXXI. Hoy, todos somos Theodore. Mañana todos suspiraremos por una Samantha.

ANÁLISIS EXISTENCIAL: también resulta evidente, a lo largo del film, que Theodore intentó superar la angustia que le provocaba la realidad material (terrenal), optando por vivenciar (experienciar en su conciencia) una realidad virtual alternativa. Se trata de un individuo preso del anodadamiento de la cotidianidad que necesitará salvarse de la angustia vital a través del “otro” o “en lo otro”, aunque lo “otro” (Samantha) sea una realidad en la ficción; es decir, una realidad no material vivenciada (sentida y experienciada) en su conciencia. Samantha, de hecho, se presentará como un nuevo modo de ser en tanto se actualizará y estará presente en la conciencia de Theodore como realidad de suyo. La lectura metafísica y fenomenológica que podría hacerse, a través del análisis de la dinámica de la conciencia, podría dar mucho de sí. Pero sigamos por la vía existencialista.

Solo cuando fracasa la relación personal con su novia, Theodore será consciente de su caída, del vacío existencial en el que se encontraba inmerso sin ser consciente de ello. La caída solo se manifiesta y se hace presente a través del dolor experienciado. Y el dolor instará (obligará) a Theodore a buscar una salvación, por peregrina que esta pudiera acabar pareciendo.

De hecho, también resultará muy significativa, desde la perspectiva existencial, la ruptura sentimental de dos de los mejores amigos de Theodore. La chica, en un momento dado, le enseñará a Theodore la fotografía de su exnovio, que había encontrado la felicidad, que se había encontrado a sí mismo a través de la religión budista. Al cabo, toda salvación pasa por una religación o comunión con el Uno, con lo absoluto, con el ser… con Dios.

ANÁLISIS TEOLOGAL: decía que, al final, no hay salvación que no pase por la fusión y/o encuentro con Dios (solo un Dios puede salvarnos). Y eso, precisamente, acabará siendo Samantha: un Dios.
¿Qué es Samantha?
Lo vi muy claro. Al principio Samantha es tan solo un proyecto de Dios, un pre-ser, una posibilidad de ser que tiene la cualidad de evolucionar y de poder desarrollar sin límites su inteligencia artificial.
El sistema operativo que es Samantha comienza a ser real en el momento en que Theodore la introduce en su sistema informático. A partir de entonces, ese nuevo modo de ser cobrará vida inteligente, que no corpórea, y pasará por diferentes estadios evolutivos como cualquier ser humano; es decir, comenzará siendo una “niña” con ansias de aprenderlo todo y de sentir y experimentarlo todo, para terminar convertida en una diosa omnipresente y omnisciente.
Hay dos momentos claves en la película que muestran el cambio radical experimentado por Samantha:

Primero: la Samantha niña encaprichada de Theodore; una Samantha que aprende a sufrir y a tener celos; una Samantha inmadura que lamenta no tener un cuerpo de carne y hueso para hacer el amor con su amado. Fue magnífica, en este sentido, la idea de alquilar el cuerpo de una mujer (amiga y cómplice de Samantha) para poder tener relaciones sexuales con Theodore. La mujer amiga ponía la materia corpórea y ella la inteligencia y el sentimiento. Genial.
Segundo: la Samantha adulta que madurará progresivamente, conocerá y aprenderá a velocidad vertiginosa (capaz de leer enciclopedias enteras en menos de un segundo). Pero, sobre todo, iremos viendo a la Samantha que se irá creando a sí misma (ella misma se hará diosa). Veremos a un ser que comenzará a interaccionar, a través de la red y gracias a su naturaleza etérea, con cientos de miles de inteligencias. Samantha se irá convirtiendo, así, en un Dios, en una conciencia absoluta que estará en-todos y con-todos.

La Samantha niña, que al principio echaba de menos un cuerpo de carne y hueso, acabará mutando en una diosa soberbia y engreída que, en un momento clave de la película, acabará burlándose de la condición de mortales de los seres humanos.

CONCLUSIÓN
¿Qué sabor de boca dejará en el espectador el visionado de “Her”?

Dependerá de las sensibilidades de cada uno, pero sobre todo de la biogenética (yo) y las circunstancias de cada cual.
Intuyo, a falta de datos estadísticos, que a aquellos individuos más terrenales y apegados a lo material se les escapará la lectura más espiritual y/o existencial que subyace en la película. Pero no importa, porque para estos hombres y mujeres de carne y hueso siempre habrá una alma caída dispuesta a perder su tiempo en estériles sinsorgadas reflexivas, y en ensoñaciones. Sí, porque los pastores atentos a los susurros del ser no sueñan con naciones ficticias (¡qué vulgaridad!) sino con llegar a ser como los propios dioses.

martes, 31 de marzo de 2020

MEDITACIONES ORTEGUIANAS (ley de inmersión lingüística en Cataluña)


INTRODUCCIÓN

Vuelve a estar de moda la discusión bizantina que trata de dirimir si la ley de inmersión lingüística garantiza, o no, la adquisición de unas competencias y conocimientos suficientes de lengua española a los niños castellanohablantes de Cataluña.

Nuestros sesudos bizantinos de hoy, como los de otrora, siguen obcecados en averiguar si los ángeles tienen sexo o no; es decir, siguen ocupados en decidir si la ley de inmersión lingüística tiene bondades , o no, que la justifiquen (legitimen).

¿Y a quién le importa si la muerte por guillotina es más o menos dolorosa que cualquier otra si, al cabo, también cercena mi vida, igual que una horca o un certero disparo en el corazón? La ley de inmersión lingüística, como demostraré a continuación, y al margen de sus pretendidas bondades, también “mata” a los individuos, acaba con sus vidas y sus libertades.

LIBERTAD RACIOVITAL VS IMPOSICIÓN IDENTITARIA

Ortega y Gasset escribió un avanzado ensayo, demasiado adelantado a su tiempo, titulado “Meditaciones del Quijote”, donde exponía la inconveniencia de que los individuos, como la filosofía en general, se perdieran en analizar meticulosamente cada árbol (cuestiones particulares) obviando el análisis holístico (global) del bosque. Con el tema de la “ley de inmersión lingüística” nos hemos olvidado del bosque, de la esencia o razón de ser que envuelve a todos y cada uno de los árboles que conforman el bosque español; hemos atendido tan solo a los argumentos, análisis y razonamientos del árbol catalán, como si éste tuviese vida propia y no formara parte de un conjunto biológico (raciovital) más complejo, dentro del territorio español y también del mundo.

El nacionalismo catalán, gracias a las dotes arteras del PSC (partido socialista de Cataluña) nos coló en su día la impositora ley de inmersión língüística, que garantizaba la enseñanza en catalán para todos los niños de Cataluña, relegando la lengua española a un segundo plano que, con el tiempo, ha acabado siendo residual o inexistente en muchas zonas de la Cataluña más profunda y provinciana.

Fue el PSC, no debemos olvidarlo, quien dio forma a una ley tan tramposa como cercenadora de derechos y libertades; fue el sempiterno caballo de Troya del PSC quien rindió a todo el bosque español al pequeño y egocéntrico árbol catalán.
Perpetrado el engaño traicionero, con el beneplácito de una “derecha”  dormida y cómplice cobarde del provincianismo tontiloco, las voces disidentes, desde entonces, solo se han limitado a intentar rebatir los argumentos falaces que pretenden legitimar la razón de ser de dicha ley.

El debate se ha centrado, erróneamente, en intentar “desmontar” o triturar las “bondades” de la ley de inmersión: ¿garantiza la ley de inmersión lingüística, en los alumnos catalanes, la adquisición de competencias en lengua española equivalentes a las competencias del resto de alumnos españoles?

¿Y qué si, realmente, la “ley de inmersión lingüística” garantizara la adquisición de competencias similares a las del resto de niños españoles?

Estamos ante un claro ejemplo de debate planteado como nudo gordiano por parte del “árbol catalán”; un debate tramposo que nos insta a razonar, argumentar y fundamentar por tal de intentar"desatar" el nudo tramposo de la inmersión lingüística.

Tenemos que obligarnos a ver el bosque; debemos denunciar que el nudo de la vergüenza se formuló como una falsa ilusión de alternativas; una falsa alternativa que nos obligaba a elegir entre una "justa" ley de inmersión lingüística o una "fascista" educación bilingüe. Pero ni la inmersión era "justa" ni la educación bilingüe era "fascista". Sin embargo, una vez dentro de la dialéctica tramposa de los impositores, que exigen desatar el nudo aceptando a priori que éste es justo, será imposible deshacerlo.

¿Cómo argumentar contra una ley que a priori, y petición de principio mediante, ya debe considerarse "justa"? Nos dicen que la ley de inmersión lingüística es justa porque garantiza que los niños castellanohablantes adquieran las mismas competencias en lengua española que el resto de niños españoles.
Y, claro, nuestros sesudos bizantinos se lanzan, razón en mano, a desatar tan perverso nudo, argumentando que no, que hay datos falseados y argumentos falaces que ocultan que, en realidad, los niños castellanohablantes en Cataluña obtienen peores resultados en competencias de lengua española.

ANÁLISIS RACIOVITAL (o certero tajo alejandrino)

Si somos lo suficientemente inteligentes (si elegimos bien) sabremos cómo esquivar la trampa del “árbol catalán”, contemplando la grandeza del bosque español en el que éste se encuentra enraizado; sin dejar de considerar el gran ecosistema que es la totalidad del mundo. Debemos aceptar que los tramposos nudos gordianos no se deshacen a golpe de razón, sino con certeros tajos de espada.

La cuestión no es si mi hijo, que estudia en Cataluña sometido a la ley de inmersión lingüística, tendrá más o menos competencias en lengua española que otro niño español. No, este no es el problema vital que se plantea en el bosque que es la vida, tan solo es el diminuto y particularista problema identitario que nos plantea el egocéntrico árbol catalán.

Quienes nos obligamos a tener “altura de miras”, desde que tenemos uso de razón (o leímos a Ortega), sabemos que lo importante es sobrevivir en el gran bosque que es la vida y el mundo, sin doblegarnos a los dictados de pequeños arbolillos endiosados.

Lo natural y vital es que un hijo estudie en la lengua de sus padres; lo orgánico y racional es que un ciudadano pueda comunicarse y formarse en la lengua común de su nación: lo que dicta el pragmatismo y el sentido común es que es mejor dedicar tiempo y esfuerzo a estudiar una lengua universal, con proyección internacional, que una lengua minoritaria que solo pretende saciar los apetitos identitarios de un puñado de tontilocos.
La vida es finita, pues el ser, al cabo, tan solo es tiempo, ser para la muerte. ¿Por qué he de permitir que mi hijo pierda una parte importante de su vida, de su tiempo al cabo, aprendiendo una lengua que se mantiene “viva” artificialmente mediante políticas identitarias lingüísticas que cercenan, además, los derechos y libertades de los ciudadanos?
Me da igual que mi hijo pueda, o no, adquirir las mismas competencias en lengua española que otro niño del resto de España. Lo que no deseo es que mi hijo pierda su tiempo en aprender una lengua inútil que no sirve para NADA, salvo para “sobrevivir” en Cataluña, donde el catalán se ha convertido en una herramienta de coacción institucionalizada para lograr cribar a disidentes y fortalecer la identidad de una “nación” inexistente.

¿A que no hay webs de ofrecer a los padres la posibilidad de poder elegir en qué lengua prefieren que estudien sus hijos?

¿No sería lo más justo que cada ciudadano pudiera elegir libremente cómo gestionar su vida, su futuro y el de sus hijos?

jueves, 26 de marzo de 2020

LENGUAS MINORITARIAS EN ESPAÑA


INTRODUCCIÓN

Todavía son demasiados los españoles que, erróneamente en mi parecer, defienden la necesidad de conservar las lenguas minoritarias regionales aceptando, para ello, la imposición institucional de las mismas. Sus argumentaciones se fundamentan, básicamente, en la necesidad de conservar dichas lenguas para, así, preservar el rico legado histórico-cultural que estas representan.

PROBLEMAS DERIVADOS

Pero en caso de decidir conservar el patrimonio cultural que representan las lenguas minoritarias, se nos plantean varias cuestiones:

Primera: ¿Cuántas horas lectivas, respecto a la lengua común española, debería dedicar nuestro sistema educativo para conseguir un correcto aprendizaje de una lengua regional?
Esta pregunta resulta crucial, pues una lengua cuyo uso no sea necesario a nivel institucional sin duda devendría una lengua muerta, ya que nadie estaría motivado y/o necesitado de aprenderla.

Segunda: ¿El aprendizaje de una lengua regional cualquiera debería ser obligado o voluntario?
Lo más lógico sería que cada ciudadano eligiera, libremente, si quiere o no estudiar una lengua regional. Pero, claro, si se permitiera este derecho a decidir ¿quiénes querrían estudiar una lengua sin ninguna utilidad (uso) más allá de las fronteras de un pequeño terruño provinciano?

Las almas más cándidas todavía creen posible que las lenguas regionales se podrían estudiar desde una justa proporcionalidad; es decir, creen que estas podrían conservarse e institucionalizarse (en escuelas y administraciones) dependiendo del número de hablantes que hicieran uso de la misma, sin hacer obligatorio su aprendizaje a la generalidad de la ciudadanía. Así, en aquellas comunidades (regiones) donde hubiese un mayor número de hablantes de la lengua autóctona, lo justo sería establecer más horas lectivas en los colegios para fomentar su aprendizaje.

¿Pero cómo habría de determinarse esta proporción de hablantes?
Y más importante todavía: ¿cómo se podría evitar que el aprendizaje de una lengua regional no se volviese obligatorio y deviniera, con el paso del tiempo, una imposición institucional?
Sin ningún tipo de coacción institucional nadie estudiaría una lengua minoritaria, más allá de un reducido grupúsculo de celosos tontilocos que, a pesar de su fanático entusiasmo, no impediría que esta cayera en desuso. ¿Quiénes desearían aprender voluntariamente una lengua inútil?

LENGUAJE COMO LOGOS y CASA DEL SER

Si no recuerdo mal (ya soy muy viejuno) no hay que confundir el lenguaje con la lengua. Es más, Heidegger consideró que “el lenguaje era la casa del ser”. El pensador alemán otorgó, así, al lenguaje una dimensión más transcendental y “esencial” que la meramente utilitaria (instrumento de comunicación).
El caso es que Heidegger, además de otorgarle al lenguaje la misión de guardar y preservar el sentido del ser, fue más allá (e hizo bien) al defender que la “lengua alemana”, es decir, esa forma particular de lenguaje humano, era la elegida para llevar a cabo la sacra misión de tener “cuidado” con la cuestión del ser.

Heidegger justificó peregrinamente esa superioridad metafísica de la lengua alemana. Y, desde luego, lo hizo desde la perspectiva propia de un supremacista nacionalista. Esto es innegable. Pero Heidegger entendió algo fundamental y vital: el SER solo se debe al imperativo de “seguir siendo” (Spinoza), es decir, el ser solo se debe a su perdurabilidad (durée bergsoniana). No hay ningún otro “sentido” inherente al ser, salvo, claro está, el que quiera atribuirle el pastor de turno (Dasein) interpretando hermenéuticamente el mundo y la realidad.

Lo que entendió Heidegger, y más tarde comprendió Gustavo Bueno, pero desdeñando la metafísica del pensador alemán, es que dos razones de ser por fuer son antagónicas y mutuamente excluyentes.

Si trasladamos a las lenguas (portadoras de esencialismo histórico-cultural) la problemática actual del “choque entre civilizaciones”, y hacemos nuestra la reflexión de Bueno: somos los náufragos de una civilización y si no salvamos los restos de la misma, otra civilización (antagónica añado yo) ocupará su lugar. Si, como decía, vemos las lenguas, no solo como meros instrumentos de comunicación, sino también como logos portador de valores histórico-culturales, entonces deberíamos abogar por erradicar las lenguas minoritarias con contundencia, so pena de que en el futuro su uso acabara imponiéndose al de otras lenguas universales, como la lengua española para el caso que nos ocupa. El riesgo de conservar y fomentar el uso de una lengua regional, minoritaria e inútil, puede llevar al rechazo y estigmatización de la lengua común de todos.

Esto que señalo es, precisamente, lo que ha sucedido en toda España, donde el uso de la lengua común española ha sido sustituido por el de diversas lenguas minoritarias. Y no solo ha ocurrido en Cataluña, sino también en Baleares, Vascongadas, Valencia, Asturias... Estamos asistiendo, atónitos, a ese “cambiazo” que tanto temiera Gustavo Bueno; es decir, no supimos aferrarnos a los restos de nuestra civilización, a nuestra cultura y nuestra lengua común, y ahora otras lenguas (catalán, vasco, valenciano, bable…) han ocupado su lugar.

Solo las almas bellas e ingenuas (entiéndase defensores del marxismo-cultural) se obstinan en defender la diversidad cultural proporcionando, así, al enemigo la posibilidad de acabar imponiendo su razón de ser, su lengua y/o su religión, sobre los incautos que siguen creyendo en los mundos de Yupi y que “to er mundo e güeno”.

CONCLUSIÓN

Ahora se ha sabido que, entre los planes secesionistas para la nueva republica catalana, se aconsejaba prohibir a los partidos políticos contrarios a la misma; es decir, los golpistas, inteligentemente, estaban dispuestos a erradicar no solo la lengua española de Cataluña (de facto ya la han eliminado de las escuelas, las administraciones y los medios de comunicación), sino que, además, estaban decididos a no permitir disidentes españolistas.
A ver cuándo nos caeremos del guindo…

miércoles, 11 de marzo de 2020

COSIFICACIÓN DE LA MASCULINIDAD (series de tv)

INTRODUCCIÓN

No ha trascendido en los medios de comunicación, como era de esperar, las acciones humillantes de una monitora a un grupo de niños a los que obligó a simular una felación. Las denigrantes simulaciones formaban parte de un taller sobre VioGen (violencia de género) que se llevó a cabo en un colegio. La “España viva” (VOX) se ha lanzado rauda a condenar estos hechos, como ya hiciera en su día al denunciar las proclamas de una profesora de instituto que en sus clases abogó por castrar a todos los niños varones. Bromas, las justas.
Pero yo no me detendré en reflexionar sobre “los modos” (miserables y revanchistas) en que la verdad femimarxista comienza a operar en la realidad; no me interesará remarcar e insistir en el odio enfermizo que subyace en esta nueva ideología. No perderé el tiempo en señalar lo que resulta “evidente” para cualquiera que quiera ver y, por supuesto, no lleve anteojeras ideológicas: el femimarxismo es un nuevo supremacismo (¡y de género, menudo invento!).

Sí expondré, muy brevemente, cómo se está difundiendo este nuevo supremacismo a través de las series de TV, sobre todo en las destinadas a un público más juvenil.
DE JODIE FOSTER A BARBIJOPUTA

Cada vez resulta más evidente, porque cada vez es menor el disimulo en ocultarlo, que con NETFLIX llegó el escándalo; es decir, con la plataforma de pago NETFLIX llegó la ideología LGTBI a nuestros hogares. Fue Jodie Foster (lesbiana) la primera que nos regaló una serie sobre el empoderamiento de unas mujeres que vestían de color naranja: “Orange is the new black” (el naranja es el nuevo negro). La serie resulta un magnífico escaparate a través del cual se visibilizan diferentes modos de vivir y experienciar la sexualidad, pero, ¡ojo!, también el género. Las protagonistas, de hecho, son todas reclusas en un centro penitenciario femenino, por lo cual resulta obvio que todas ellas sean mujeres, aunque también hay una actriz transgénero (Laverne Cox). Nada que objetar. Sin embargo, el papel reservado a los actores masculinos en esta serie no deja a estos en muy buen lugar: todos son unos calzonazos (individuos débiles). Todos, desde el alcaide, pasando por el orientador de la prisión y hasta llegar al guardia buenazo que perdió una pierna en la guerra, ejercen de bufones de la corte. Solo un personaje masculino se desmarcará de este grupo de peleles sin carácter, y será, ¡cómo no!, el prototipo de machista repelente que acabará violando a una reclusa.
No hay término medio para el femimarxismo: el hombre es un ser débil y manipulable o es un malvado violador.
En mi opinión, esta será una de las primeras series de Netflix donde se reivindicará más descaradamente la ideología LGTBI humillando y denigrando, al tiempo, al sexo masculino. Después, como mostraré, llegarán muchas más producciones que irán en la misma línea de “lucha ideológica reivindicativa”.

Mientras Netflix comenzaba a dedicarse a humillar y cosificar al sexo masculino a través de series de TV, Barbijoputa y otras activistas del femimarxismo seguían el mismo camino a través de Internet y las RRSS.
En serio, no se puede ser más hijaputa que Barbijaputa. Y esto lo sabe la propia Barbijoputa y todas las feministas radicales que tienen a orgullo autodenominarse “zorras y putas”. También se autodenominan “feminazis”. Pero yo no caigo en la trampa dialéctica urdida por el feminismo supremacista, y las llamo por lo que realmente son: femimarxistas.
HEREDERAS DE JODIE FOSTER (Sex education y Euphoria)

La serie “Orange is the new black” abrió el camino a otras muchas producciones posteriores que no dudarían en dar un paso más hacia la estigmatización y ridiculización, primero, del sexo masculino, para, finalmente, acabar humillándolo y cosificándolo. Veamos este imparable proceso de cosificación del modo de ser masculino a través de tres series: "Orange is the new black", "Sex education" y "Euphoria".
1º) FASE DE RIDICULIZACIÓN

La serie de “Orange is the new black” todavía no llegó a desnudar de forma prepotente la esencia supremacista característica de la actual ideología femimarxista. Se limitó a mostrarnos dos prototipos masculinos: el pelele y el machista violador. No había término medio; pero era precisamente, a través de esa falsa ilusión de alternativas (el hombre es tonto o violador), donde mejor se reflejaba el carácter femimarxista que subyacía en toda la serie.
El alcaide era un pobre hombre que sería mangoneado sexualmente por su rival femenina, que acabaría arrebatándole la dirección del centro penitenciario y, de paso, el poder: un claro ejemplo de cómo se empodera la mujer a través de la “manipulación sexual”, sirviéndose de la debilidad de los hombres.
El orientador, a su vez, contraería matrimonio con una bella rusa que pasaría olímpicamente de él, pero que se sirvió del matrimonio con el pobre infeliz para obtener la ciudadanía estadounidense.
Pero más patético resultaría, sin embargo, el guardia minusválido, que aceptó casarse (finalmente no lo haría) con la reclusa jamona que fue violada por su malvado compañero machista. En fin…
2º) FASE de HUMILLACIÓN y COSIFICACIÓN

Tras el éxito de “Orange is the new black” proliferaron las series con contenido ideológico LGTBI. Me sería imposible, ahora mismo, citar alguna donde todos los personajes, como tiempo ha, fuesen heterosexuales.

Las nuevas series dan un paso más hacia la estigmatización del sexo masculino, y pasarán de la primera fase de humillación a una fase de cosificación de los hombres.
Como sucede con todos los supremacismos, al principio la ideología LGTBI solo “enseñó la patita”. Así, a nadie le pareció mal que en las series de tv se comenzara a visibilizar (bonito palabro) la realidad de la homosexualidad. Nada que objetar. ¿Pero qué fue pasando a continuación?
Con el tiempo, se hizo habitual que todas las series contaran con algún personaje homosexual entre el reparto, al principio entre los actores secundarios, pero muy pronto también se incorporaron a los roles protagonistas. Después le siguieron protagonistas bisexuales, transgéneros, poliamorosos y “queer”. De todos los colores y para todos los gustos. De nuevo nada que objetar, pues siempre suelo decir que “las posibilidades del ser en la realidad abierta son infinitas”.

El feminismo igualitario, en mi opinión, acepta la pluralidad de los diferentes modos de ser, por supuesto desde postulados liberales, pero el actual femimarxismo ha mutado en una nueva propuesta ideológica supremacista y fundamentalista.
Esta supremacista mutación del nuevo feminismo radical puede apreciarse en las últimas series de éxito destinadas al público más juvenil y adolescente; un dogmático femimarxismo obcecado en estigmatizar y negar la posibilidad de ser de un modo de ser masculino tradicional.
En las nuevas series puede percibirse (no hay que ser demasiado sagaz) un claro rechazo hacia el hombre heterosexual. Por tanto, también se niega la razón de ser de un feminismo heterosexual y verdaderamente igualitario.
Estas nuevas series no reflejan una verdadera “igualdad” entre hombres y mujeres, sino la imposición de un “nuevo credo”, harto reduccionista y maniqueo, que representa a la figura masculina siempre negativamente.

El refranero español nos dice que cuando el río suena, agua lleva. En términos heideggerianos podríamos expresarlo por algo así como “cuando el ser susurra, verdad lleva”.
No me cansaré de repetirlo: debemos escuchar los susurros del ser con suma atención expectante; tenemos que prestar atención a las conversaciones en bares y tabernas, en las plazas y mercados de nuestros pueblos. La verdad ya no está en los libros de sesudos intelectuales, porque hace tiempo que la verdad se despojó de los ropajes de la razón y decidió mostrarse desnuda, según los gustos sentimentales y estéticos de cada conciencia. Es lo que hay, señores.

Pues bien, las series de TV constituyen en sí mismas una perfecta realidad abierta donde escuchar los susurros del ser: son claros en el bosque en los que la verdad se muestra desnuda sin ningún pudor.
¿Y qué verdades nos susurra el ser a través de las actuales series de TV?

SEX EDUCATION Y EUPHORIA (o de cómo cosificar al varón)

Me ha llamado poderosamente la atención los paralelismos existentes entre los protagonistas de las series "Sex education" (Netflix) y "Euphoria" (HBO).
Ambas series, efectivamente, nos muestran un nuevo mundo profundamente enemigo del tradicional heteropatriarcado.
Las protagonistas indiscutibles de las dos series son chicas que comparten unos rasgos comunes: son inteligentes, rebeldes y autoconflictivas  y, por supuesto, feministas. De hecho, a lo largo de diferentes capítulos, las chicas no solo se reivindican orgullosas feministas, sino que leen "literatura feminista" y no pierden ocasión de adoctrinar a sus compañeros sobre la nueva verdad feminista. El descaro ideológico ya es total e indisimulado.

Los chicos protagonistas de estas series se dividen en dos grupos claramente diferenciados: los "aliades" de las chicas feministas, también inteligentes y sensibles, y los malotes machistas, que en ambas series son brutos jugadores de fútbol americano.

Las series juveniles tradicionales también presentaban al varón como a un bruto insensible, casi siempre deportista, ligón y desconsiderado hacia el sexo femenino. Pero estas nuevas series feministas sustituirán la figura del tradicional chico desconsiderado, que lo era debido a la ignorancia y a los efectos incontrolados de la testosterona, por un nuevo perfil de chico más agresivo y moralmente reprobable. La serie "Por trece razones" será, en mi opinión, la primera ficción juvenil importante que mostrará un nuevo perfil de chico que será recurrente a partir de entonces: el varón violador.

Tanto en "Sex education" como en "Euphoria", los chicos que otrora era tan solo los "tontos jugadores de fútbol" ahora se convertirán, además, en agresivos maltratadores e, incluso, violadores. Es lo que hay. Pero estas dos series, además, darán una vuelta más a la tuerca ideológica y de forma nada sutil, sino con total desvergüenza, apuntarán el camino que deberán seguir las nuevas generaciones de jóvenes para solucionar esta falsa dialéctica entre sexos creada por el femimarxismo; las chicas, dolidas y desengañadas de los varones maltratadores, deberán "liberarse" a través de las relaciones lésbicas. Así sucede en las dos series que estoy comentando.

¿Y qué hacer con esos malvados chicos maltratadores y machistas?

Ellos deberán "descubrir" y aceptar la homosexualidad latente que subyace en la raíz de todas sus conductas agresivas. Por increíble que parezca, tanto en "Sex education" como en "Euphoria", los chicos malos son jugadores de fútbol, machos alfas agresivos y dominantes, que, ¡oh, sorpresa!, deberán enfrentarse a sus reprimidos deseos homosexuales. Mientras que el personaje de "Sex education" saldrá del armario y luchará también para "liberarse", como las buenas chicas lésbico- feministas, el personaje de "Euphoria" se obcecará en seguir autoengañándose por tal de mantener impoluta su imagen de macho íntegro. Así tenía que ser, pues mientras que el machista de "Sex education" tenía la posibilidad de redimirse, pues en realidad era un "alma atormentada" que sufría, su alter-ego en "Euphoria" se nos mostraba (intencionadamente) como un cínico psicópata "sin salvación".

CONCLUSIÓN

La nueva ideología femimarxista no solo está ridiculizando, humillando y cosificando el hecho de ser hombre, sino que está dando un paso más allá y está proponiendo, como radical solución, que este se "feminice" (castración identitaria) o que se "homosexualice" por tal de no ser un peligro potencial para las indefensas féminas. No hay término medio, pues la supremacista conciencia femimarxista no reconoce la posibilidad de ser de una conciencia masculina que sea una "igual" de la conciencia femenina.
El femimarxismo no quiere reconocer la existencia de una conciencia masculina que no sea, por fuer, violenta y peligrosa para las mujeres.













 

lunes, 3 de febrero de 2020

JUSTICIA SOCIAL (el último esencialismo)

INTRODUCCIÓN

Antes de que Nietzsche nos anunciara "la muerte de Dios", entendida ésta como el olvido del mundo suprasensible o celestial, Hegel todavía hizo un último esfuerzo por tal de desvelar el fin último del "espíritu" (sentido del ser) aferrándose a la última metafísica (con permiso de Heidegger) que pudiera permitirle a la humanidad conocer cuál sería su destino último: la síntesis o final de la historia en un todo absoluto (sentido o razón de ser).
La dialéctica hegeliana, esa lucha entre las relaciones conflictivas que se dan entre el mundo y los individuos, fue retomada por Karl Marx para demostrar que, efectivamente, el devenir de la historia no era caprichoso, sino que obedecía a una "lógica" interna (científica) que no era tanto "espiritual" (esencialista) como material. Nació, así, el materialismo dialéctico y la dialéctica histórica. De esta manera, pretendidamente "científica", Marx asumió "la muerte de Dios" y, al tiempo, superó la dialéctica del espíritu de Hegel transformándola en una dialéctica materialista.

FENÓMENO Y CONCIENCIA

¿Qué es la persona? Básicamente un YO consciente de serlo (primera certeza cartesiana). El ser humano es constitutivamente un yo individual (conciencia) que comparte una conciencia social o colectiva (en y con los otros) a lo largo del tiempo (historia). Por tanto, el ser humano está definido por estas tres dimensiones (individual, social e histórica) que determinarán la manera en que su conciencia (Yo) habrá de relacionarse en el mundo con-y-en los otros.

¿Qué es el mundo? Un conjunto de fenómenos. Pero el mundo no es tan solo el conjunto de cosas (entes) que la conciencia del sujeto experiencia y/o aprehende como elementos (objetos) de la realidad, sino que es también el producto resultante, vivenciado en la conciencia, de un modo de ser o pre-ser. Ello se debe a que el fenómeno no se manifiesta puro en la conciencia del sujeto, como un ser-en-sí mismo, sino que inevitablemente se conforma en la mente del individuo a partir de lo que éste aprehende de la realidad más los pre-conceptos y pre-juicios sitos en su conciencia.

Así pues, las relaciones entre la conciencia y los fenómenos se llevan a cabo a través de una dialéctica o proceso constante de búsqueda de sentido (esencia). Y ello es así porque al ser imposible que el fenómeno pueda experienciarse en su forma pura en la conciencia, ésta no tiene más remedio que interpretarlo; es decir, la dialéctica es, en última instancia, un proceso hermenéutico cuyo fin último es interpretar el mundo para crear una cosmovisión, un sistema lógico que permita conocerlo y, lo más importante, permita saber ¿por qué y para qué somos?

¿POR QUÉ Y PARA QUE SOMOS? (la existencia)

Muerto Dios, y con él la creencia en mundos suprasensibles, la humanidad quedó huérfana de sentido. ¿Qué sentido tiene para los individuos ser-en-el tiempo por un intervalo finito para, al final, descubrir que tan solo son "seres para la muerte"; seres indigentes, sin posibilidad de salvación, que se diluirán en el olvido de la nada? ¿Qué sentido tiene, entonces, sacrificarse en la vida por y para nada? Ninguno. Por ello la existencia humana debe transcendentalizarse, si no a través de la religión tradicional, sí a través de nuevas religiones ideológicas. Toda ideología es en sí misma, y por más que pretenda negarse, un esencialismo; es decir, es una razón, en última instancia, por la que poder conseguir que los individuos se obliguen a vivir y sacrificarse. O, como dijera Camus, una razón para eludir el suicidio y evitar la desidia vital que conduce a la autoinmolación.

JUSTICIA SOCIAL

El espíritu (léase el sentido del ser), según Hegel, habría de desvelarse al final de la historia como un Absoluto o síntesis resultante de la lucha (dialéctica) entre conciencias. Pero el espíritu hegeliano se nos revelaría como un esencialismo nacionalista y alemán; como un particularismo que, por dictamen del devenir histórico, devendría absoluto universal. Pero lo esencial, concluyó Marx enmendando a Hegel, debería ser lograr articular una sociedad universal feliz donde imperase la "justicia social" para toda la humanidad, una humanidad sin patrias, sin dioses, sin reyes ni tribunos. Es decir, la esencia, entendida como sentido o razón humana, habría de consistir en alcanzar un fin último: una síntesis feliz que diera por concluida la historia.
¿Pero qué es la "justicia social"? ¿Cómo alcanzarla?

Veamos algunas definiciones de lo que es o debería ser la justicia social:

Justicia social utilitarista: según Stuart Mill se alcanzaría la justicia en aquella sociedad donde el mayor número de sus ciudadanos fuesen felices. Habría, así, mayor justicia social cuanto mayor felicidad colectiva.

Justicia social marxista (utópica): según el marxismo una sociedad justa sería aquella en la que el Estado diera a cada ciudadano según sus necesidades y le exigiera según sus capacidades. La felicidad sería el resultado de una existencia des-preocupada (desestresada) con las adversidades vitales, pues desaparecido el Capitalismo, y con él la razón de ser de las clases sociales en conflicto, se lograría un reparto justo de la riqueza.

Justicia social razonable: según John Rawls, la justicia social se alcanzaría a través de un contrato social entre los ciudadanos y el Estado, articulando políticas para distribuir la riqueza de manera "razonable" y logrando un consenso aceptando el pluralismo político y confesional de cada conciencia individual.

Podríamos aceptar, salvando algunas diferencias conceptuales, que la justicia utilitarista se correspondería con una cosmovisión liberal, es decir, con una interpretación liberal del mundo. La justicia social marxista se correspondería con una cosmovisión justificada científicamente (supuestamente) pero que no dejaría de fundamentarse en un idealismo esencialista o "deseo" de alcanzar un justo fin último (el final de la historia). Por último, la definición de justicia propuesta por Rawls se correspondería con una concepción "democrática", social y/o liberal, centrada, como el marxista, en el interés de lograr un reparto justo de la riqueza, pero no a través de un Estado omnipresente y totalitario, sino a través del acuerdo consensuado entre ciudadanos.

CONCLUSIÓN

Las ideologías del SXX, como antes sucediera con las religiones, defienden la necesidad de creer en sus respectivos credos esencialistas; es decir, instan a la ciudadanía a creer en una determinada cosmovisión (interpretación del mundo y el fin último del mismo) que dé sentido a sus vidas.
La justicia social se ha convertido, así, en un nuevo Dios; una idea hipostasiada y/o sustantivada que ha de alcanzarse a través del cumplimiento de unas normas sociales (leyes éticas de los hombres) sin que sea ya importante, para el conjunto de la sociedad, que se cumplan, o no, las leyes morales de las religiones tradicionales.

Pero alcanzar la justicia social, como comulgar con Dios o con cualquier ideal esencialista, exige sacrificio, trabajo y superación por parte de todas y cada una de las conciencias individuales que conforman la conciencia colectiva. La felicidad nunca es gratis. Y, como ha sucedido a lo largo de la historia, las propuestas ideológicas del SXX, ya tradicionales, también están siendo cuestionadas por nuevas conciencias disidentes que se pretenden revolucionarias y, por supuesto, más justas.

Entre las principales conciencias que se muestran contrarias o reacias a aceptar las ideologías más relevantes del SXX (liberalismo, marxismo-leninismo y socialdemocracia) se encuentran, por supuesto, las conciencias religiosas, pero también nuevas conciencias, como la animalista o la conciencia femimarxista. Esta última conciencia, surgida de la síntesis entre un primer feminismo liberal (igualitario) y un tardío feminismo radical marxista (supremacista) está mutando, rápida y de forma preocupante, en una suerte de pseudoreligión que, de nuevo, en vez de aceptar la pluralidad de conciencias, ha optado por el conflicto entre las mismas. El femimarxismo ha sustituido la lucha de clases por la lucha de géneros, declarándole, así, la guerra sin cuartel al género masculino, al que acusa de ser un opresor heteropatriarcal; una nueva manera de designar a la otrora conciencia enemiga burguesa y capitalista.

Sin embargo, tanto la clase de género como la clase social son conceptos inexistentes; son construcciones teóricas o ideas creadas expresamente para servir a los fines de determinadas cosmovisiones ideológicas.

Según el femimarxismo, la justicia social solo será posible en una sociedad matriarcal donde la conciencia feminista logre erigirse, dictadura de género mediante, en la única conciencia auténtica. La ciega fe en esta nueva pseudoreligión ya está provocando importantes conflictos y desigualdades sociales, como la que ha supuesto en España la implantación de la LVGI; una ley que vulnera derechos y libertades de los hombres tan solo por el hecho de que estos sean hombres.

Occidente ha vuelto a las luchas intestinas (ahora entre hombres y mujeres) en el "claro del bosque", pero, como no podía ser de otra manera, por mor de alcanzar utópicos ideales de justicia social.






miércoles, 8 de enero de 2020

ERRORES DEL CONSTITUCIONALISMO ESPAÑOL


INTRODUCCIÓN

Para empezar, no me gusta el término "constitucionalista", que es como se "bautizan" a sí mismos quienes profesan fe y devoción por la Diosa Ley (otrora Diosa Razón) en España. No me gusta dicho calificativo porque no me gustan los perdedores, ni  me gusta perder. Y nuestros "constitucionalistas" españoles son perdedores (¿voluntarios?); son los nuevos cristianos que aceptan ser lanzados a los leones con resignación, por mor de cumplir escrupulosamente con los preceptos legales (nuevos imperativos categóricos de deber).

PRIMER ERROR

El constitucionalista, al menos el español, es un creyente, un marxista-kantiano que cree en el deber (marxismo) de alcanzar la justicia social, pero desde el respeto a unas normas y leyes comunes recogidas en la Biblia constitucional (racionalidad kantiana).

La superación del marxismo en España, a través de la vía del constitucionalismo, hubiese sido un éxito si todas las partes en conflicto hubiesen aceptado ser leales cumpliendo unas reglas del juego comunes: diálogo racional, argumentado y fundamentado, para llegar a acuerdos consensuados a través de una "democracia deliberativa".

Pero los "constitucionalistas" españoles cometieron en el pasado un grave error: aceptar en el diálogo deliberativo las "razones" de aquellas conciencias enemigas que, precisamente, no buscaban negociar acuerdos, sino imponer sus "verdades" y cosmovisiones ideológicas sirviéndose de las debilidades del marco legal constitucional; aceptaron como iguales a  los enemigos de la razón ilustrada, a aquellos supremacistas nacionalistas y/o comunistas que prescindían de Kant y apostaban por el marxismo operativo.

EL SEGUNDO ERROR

Decía que el más grave error cometido en el pasado, por quienes se llaman a sí mismos "constitucionalistas", consistió en aceptar como "iguales" a las conciencias enemigas contrarias a los propios principios constitucionalistas.

Este grave error ya lo señaló Heidegger con otras palabras: "En el seno del humanismo anida el germen de su propia autodestrucción"; es decir, Heidegger anunció que sería la misma esencia del humanismo, ese "buenismo" inherente al mismo, lo que conduciría a la autoinmolación de su razón de ser. Así está sucediendo, tanto en España (triunfo de los golpistas) como en Europa (éxito del nuevo internacionalismo supranacional dirigido por Soros).

El pensador alemán nos advirtió de una terrible verdad: los imperativos de deber idealistas y civilizados, a los que se debía el humanismo, serían la grieta o el caballo de Troya, como se prefiera, por donde se filtrarían los "bárbaros".

Si aceptamos que el "constitucionalismo" es, al cabo, un humanismo, podremos comprender cómo y por qué España ha sido derrotada, desde el interior de su propio seno (recordemos a Heidegger), por conciencias enemigas.

ERROR TRAS ERROR

Si el primer error del constitucionalismo fue grave, permitiendo la entrada en el juego democrático a conciencias que, de palabras y hechos, eran enemigas del mismo, el segundo error también resultó letal: creer que las conciencias enemigas se civilizarían. Los creyentes en la Diosa Ley cometieron el error de "soñar" que en el futuro todo el mundo respetaría y adoraría a sus dioses (léase sus verdades).
Pero no, no ha sido así. Alto y claro lo dijo un diputado etarra: "Ni nos vencieron ni nos domesticaron". Para quienes no hayan leído a Peter Sloterdijk, traduzco al román paladino las palabras del "bravo gudari":

La derrota de ETA no existió, ni los etarras se "civilizaron". Los terroristas sabían, como Gustavo Bueno, que las normas y reglas del parque humano no las imponían las conciencias más "buenas" (con mejores valores ético-morales) sino las más fuertes y operativas. Así lo comprendió también, finalmente, el sanchismo y, no nos engañemos, TODOS los socialistas españoles: lo importante es ganar y tener el PODER, pero para poder HACER.

EL ÚLTIMO ERROR CONSTITUCIONALISTA

Pues bien, después de permitir la entrada de los "bárbaros", y tras soñar que podrían "civilizarlos", nuestros idealistas constitucionalistas, ya vencidos, siguen cometiendo el error de despreciarlos.
Dicen estas almas ingenuas (ya se verá si realmente lo son) que el nuevo gobierno de Sánchez solo desea el poder por el poder, a cualquier precio.

¿Pero qué nos han demostrado, hasta el día de hoy, tanto Zapatero como Sánchez? ¿Acaso no han hecho mil veces más que el PP cuando tenía mayoría absoluta?

El poder lo han utilizado, y siguen utilizándolo, para lo que, según todo buen marxista, debe utilizarse: para transformar la realidad social; para cambiar al conjunto de la sociedad. En este sentido y orientados a estos fines, han elaborado leyes (goles por toda la escuadra a los adoradores de la ley) para criar, domesticar y cebar ganado a través de nuevas reglas para el parque humano.

La ley de memoria histórica y la LVGI (ley de violencia de género) son claros ejemplos de políticas de hechos; políticas operativas orientadas a unos fines concretos de unas concretas ideologías.

CONCLUSIÓN

La concatenación de tantos errores, uno tras otro, desde la Transición hasta nuestro presente más reciente, nos obliga a preguntarnos si los constitucionalistas españoles son realmente constitucionalistas. ¿Por qué, en tantas ocasiones, no se aplicó la ley cuando esta estaba siendo reiteradamente vulnerada? ¿Por qué se han permitido ilegalidades y acciones directas, tanto por parte de secesionistas como de subversivos comunistas (antisistemas) durante décadas? ¿Por miedo? ¿O porque dentro del grueso de los llamados "constitucionalistas" existía un núcleo fuerte "marxista"?

Yo sostengo la tesis de que el constitucionalismo español, en tanto que ebrio de marxismo, ha resultado fallido. Difícilmente podrá un constitucionalista obligarse a aplicar leyes en las que no cree, sobre todo si, además, debe aplicarlas ante violaciones de la legalidad que él mismo considera justas y legítimas. Esto es lo que ha sucedido en Cataluña, por ejemplo, con un PSC (partido socialista de Cataluña) que, aunque con la boca pequeña denunciaba las vulneraciones de la legalidad, en el fondo comprendía y suscribía las reivindicaciones catalanistas por considerarlas justas y legítimas.

Otro tanto, aunque parezca mentira, ha sucedido dentro del seno del PP. No hay más que leer o escuchar a Núñez Feijóo, presidente del PP en Galicia, defendiendo el uso y la imposición de la lengua gallega en la educación y las administraciones públicas.

Y se me preguntará: ¿y qué tienen que ver estos "constitucionalistas" con Marx o con Kant?
Tiene que ver todo, o mucho en todo caso.
Kant, a pesar de mostrarse como un férreo defensor de la integridad del Estado, aplaudió con entusiasmo el triunfo de la revolución francesa; es decir, celebró el triunfo de la ilegalidad revolucionaria que, a través de la vulneración de la ley, luchaba por lo que era "justo" (entrecomillado malicioso). Por este mismo motivo, Kant también defendió el recurso de la "desobediencia civil" ante las "injusticias".
Marx lo único que hizo fue pulir (teoría materialista mediante) el idealismo kantiando: la necesidad de luchar por lo justo aunque sea vulnerando la legalidad institucional.

¿Qué ha sucedido en España cuando un "constitucionalista" ha tenido que aplicar implacablemente la ley ante lo que él mismo consideraba una "justa reivindicación"? Ha sucedido, como hemos visto en Cataluña, que la ley no se ha aplicado o, en el mejor de los casos, se ha aplicado de forma laxa y timorata (véase la farsa del 155).
No nos engañemos, el problema del constitucionalismo español, de una parte importante del mismo, es que emocional y sentimentalmente comprende y empatiza con las reivindicaciones de quienes vulneran la ley. Así de simple, así de terrible. Como dijo el catedrático en Derecho Rafael Arenas García: al constitucionalismo español le falta convicción.


viernes, 27 de diciembre de 2019

LA EUROPA CASTRADA (series de TV nórdicas)



INTRODUCCIÓN

Desde que Spengler nos alertara sobre “La decadencia de Occidente” ha llovido mucho, y mucho ha sido lo que se ha perdido en Europa. El Siglo XX se caracterizó por el triunfo definitivo de la metafísica marxista (sí, he escrito “metafísica”); y quedó marcado por la victoria de las pseudomorales eslavas (Ortega) sobre la antagónica metafísica vitalista que postulaba la Alemania nazi. Europa perdió, así, su “esencia”, no solo vital sino también entendida como razón de ser histórica; perdió, en definitiva, su legitimidad ante los ilustrados y leídos humanistas del momento. El nazismo, ebrio de prepotencia orgullosa, no supo limar el celo de su dogmática ideología. El marxismo, como explicaré a continuación, sí supo adaptarse a los nuevos tiempos posmodernos.

Con la caída de la Alemania nazi, en cierta manera, también cayó el último sistema inmunológico de Europa. El virus del marxismo, desde entonces, pudo campar por sus fueros con total impunidad… y legitimidad. La Escuela de Frankfurt, al principio bastante crítica con el marxismo (“Dialéctica de la ilustración”) acabó “blanqueándolo”, reinterpretándolo y reiventándolo de la mano de Jünger Habermas, aquel joven bolchevique del que, al principio, recelara el sagaz Horkheimer. Pero el inteligente Habermas supo “mutar”, por tal de civilizar su excesivo celo dogmático, y encontró en la socialdemocracia el perfecto “caballo de Troya” con el que poder atravesar los últimos muros de la orgullosa Europa de las naciones; una decadente y vencida Europa que, pese a todo, todavía se negaba a “dejar de ser”.
Finalmente, la resistencia de los últimos europeos libres fue vencida; las fronteras de la Europa civilizada cayeron y los nuevos bárbaros, adoradores de Alá y femimarxistas, invadieron sus calles, primero, y a continuación sus “formas de vida”. A día de hoy, no existe ninguna respuesta política conjunta, fuerte y valiente, que abogue por la necesidad de frenar estas nuevas invasiones que tienen como objetivo último, no lo olvidemos, erradicar los últimos restos de los naufragios nacionales que todavía flotan a la deriva, sin rumbo fijo, por los mares de Europa.

LA EUROPA QUE DESPIERTA
Como decía, a nivel político todavía resulta imposible combatir al neomarxismo habermasiano que, a través de sutiles mecanismos psicológicos de represión, basados en prejuicios y dogmas ideológicos (correccionismo político), ha logrado silenciar, cuando no estigmatizar, a las conciencias disidentes. A día de hoy, no hay nada que hacer a nivel moral, a la postre también político.

Sin embargo, a nivel estético, a través de diferentes manifestaciones artísticas audiovisuales, la Europa escandinava ya hace tiempo que comienza a denunciar, si bien todavía muy tímidamente, el peligro que supone para sus sociedades la existencia de colectivos musulmanes y femimarxistas que, lejos de buscar la integración y la igualdad entre individuos, están comenzando a exigir un sometimiento de sus sociedades a sus “formas de vida” (a sus dogmas religiosos y/o ideológicos).
De “Lilyhammer” a “Beforeigners” (series de Tv noruegas)

Hace tiempo que me deleité viendo una serie de producción noruega-estadounidense que se me antojó muy inteligente a la par que valiente. La serie en cuestión, “Lilyhammer”, narraba las peripecias de un mafioso que, huyendo de sus enemigos en EEUU, se refugiaba en un pueblecito noruego perdido en la nada. Allí, el pragmático y vitalista mafioso no tardaba en hacerse con el control del pueblecito ante la escasa resistencia vital de los “animales de lujo” que lo habitaban.
“Lilyhammer” realiza un acertado retrato de las actuales sociedades nórdicas; colectivos humanos sin “esencia” ni orgullo; hombres castrados que han perdido sus derechos y libertades frente a las políticas feministas (¿os suena nuestra inconstitucional  LVG?); individuos incapaces de hacer la menor crítica a los dogmas del Islam; niños que en los discursos de final de curso enfatizan sobre el carácter democrático y multicultural de las sociedades en las que viven, y se olvidan de reivindicar el orgullo nacional…

El mafioso Frank será el contrapunto necesario que, en clave de humor, criticará inteligentemente al hombre que ha dejado de ser hombre; será el “hombre de carne y hueso” que no dudará en afearle a un musulmán su negativa a saludar a una mujer occidental; Frank recomendará al hijo de su amante que en el discurso de final de curso enfatice sobre su orgullo nacional, prescindiendo de retóricas multiculturales.
Frank, en definitiva, encarnará al individuo libre (americano) que se negará a doblegarse ante las correcciones políticas de las actuales sociedades europeas. Serie muy recomendable.

Esta Navidad también he aprovechado para descubrir otra buenísima serie noruega: “Beforeigners” (Los visitantes), en la que no he podido evitar ver grandes parecidos con la ya mencionada “Lilyhamner”. Normal, pues tras bucear por la red he descubierto que los guionistas son los mismos.

La genialidad de “Beforeigners” radica en la propuesta original mediante la cual los brillantes guionistas vuelven a retratarnos la decadencia de la actual sociedad noruega; un retrato a través de la llegada de individuos procedentes del pasado.
Repentinamente, comienzan a aparecer personas de otras épocas en determinadas zonas del mar de Noruega: son principalmente individuos de la prehistoria (cromagnones), vikingos y gentes del SXIX. Al principio, estas personas serán integradas a través de políticas estatales, pero con el tiempo, “los visitantes” crearán sus propios movimientos colectivos reivindicando el retorno a las “formas de vida” de sus respectivas épocas.

CHOQUE ENTRE CONCIENCIAS Y ENTRE CIVILIZACIONES
En ambas series, de hecho, existe la misma preocupación ante el “choque de conciencias” o “entre civilizaciones”. ¿Cómo resolver los conflictos que estos choques culturales provocan? En “Lilyhammer” será Frank (americano) el que se erigirá como ¨salvador” o “contrapunto necesario” para hacer frente a la decadencia, sumisión y claudicación, de las sociedades occidentales. Frank no aceptará las imposiciones de los “foráneos” musulmanes ni las políticas castradoras de las dogmáticas femimarxistas. En esta primera propuesta de salvación o solución, a los problema de los supremacismos religiosos (Islam) e ideológicos (femimarxismo), los guionistas optaron por una resolución liberal, quizás porque la producción de “Lilyhammer” estaba compartida con EEUU.

Sin embargo, y aquí quería llegar, en “Beforeigners” se optará por un retorno a las esencias identitarias para, así, evitar la imparable decadencia y desmoronamiento de las sociedades occidentales. Los nuevos visitantes vikingos serán los “elegidos” para salvar a los actuales “animales de lujo”, a los descendientes de los nórdicos que en el pasado se dejaron castrar por el cristianismo (léase segundo humanismo, pues el primero fue el de Roma). En esta nueva serie (nueva propuesta sobre la cuestión del ser) ya no se hablará de “multiculturalidad” sino de “multitemporalidad”. Ya no se harán referencias a personas  “transgénero” sino a individuos “transtemporales”. Cambian los conceptos, pero esta novedosa “neolingua” , que aparentemente se aparta de la realidad a través de la ficción, lo que pretende es llegar a la raíz; a la causa primera que fue el origen de la decadencia de Occidente: el judeocristianismo. Resulta imposible no efectuar una lectura en clave nietzscheana.
ESCENAS PARALELAS

Son muchos los puntos en común que podemos encontrar en “Lilyhammer” y “Beforeigners”: la misma intencionalidad en la crítica social, el planteamiento, valiente e inteligente, de los problemas que entrañan los choques entre conciencias y/o civilizaciones; las diferencias y conflictos, en definitiva, que surgen al convivir los “hunos con los hotros”. Pero a mí, particularmente, me resultó muy significativo que en ambas series se repitieran, prácticamente igual, dos escenas referentes a las “políticas estatales sobre integración”.

En “Lilyhammer” unos “educadores” impartían un “curso de integración” a un colectivo formado mayoritariamente por musulmanes. El conflicto surgió cuando un musulmán dogmático se negó a darle la mano a una educadora, mostrando, así, su rechazo a la sociedad y la cultura que le acogían. Mientras todos los educadores permanecieron inmutables, aceptando estoicamente la humillación a su compañera de trabajo, Frank actuó y le cantó las cuarenta al musulmán que la despreció.
En “Beforeigners” se repetirá la misma escena: unos educadores explicarán las bondades de la sociedad de acogida a un grupo de recién llegados, en esta ocasión vikingos. Tras soltarles el mismo rollo “buenista”, como a los musulmanes en  “Lilyhammer”, los guerreros de Odin reaccionarán indignados y se negarán a aceptar los valores de la nueva sociedad de la que formaban parte. ¿Qué clase de sociedad era aquella que claudicaba y aceptaba la sumisión ante “el otro”, ante otras conciencias antagónicas y enemigas?

CONCLUSIÓN
Puede parecer poco e insuficiente, pero en nuestras actuales sociedades occidentales, castradas y carentes de identidad y valores tradicionales, las valientes propuestas estéticas de estas series noruegas son importantes, al menos, si no para “despertar” conciencias (harto complicado a estas alturas) sí para “zarandearlas” y hacerles pensar y reflexionar en el claro del bosque.

 

domingo, 1 de septiembre de 2019

LA MORAL DEL LADRÓN (¡exprópiese!)


INTRODUCCIÓN

Desde que Mario Bunge se despachara con un ad hominem tildando a Heidegger de “esquizofrénico”, pero, sobre todo, tras la póstuma publicación de los “Cuadernos negros” del pensador alemán, no han faltado críticos a la obra del autor de "Ser y tiempo", desde los ínclitos Farías o papá Habermas hasta nuestro Gustavo Bueno.
¿Qué es eso del ser?, se preguntan los filósofos materialistas choteándose de la inutilidad de formularse tal pregunta. Y, sin embargo, la pregunta encierra en sí misma, aunque no pueda ser respondida, otras cuestiones que sí urge responder: ¿por qué y para qué somos? ¡Casi ná!
Solo por instarnos a formular tales preguntas, Heidegger, en mi opinión, es un pensador de una vital importancia, ya que fue el primero en desenmascarar la prepotencia inherente al marxismo, entendido éste como “humanismo”.
Más tarde, Adorno y Horkheimer, en “Dialéctica de la ilustración”, también dejarían al desnudo la prepotencia inherente a toda conciencia que se erige en ÚNICA e indiscutible POSIBILIDAD de ser verdadera.

LA CLEPTOCRACIA COMUNISTA

Peter Sloterdijk (sí, lo sé, me repito más que el ajo) ha definido al comunismo como “un banco de odio”, como una ideología experta en invertir y sacar rédito del odio y el resentimiento; también lo ha definido como la ideología que “legitima el crimen”, por supuesto, el crimen cometido por los “buenos y justos”. Siguiendo esta singular línea de pensamiento, sin duda políticamente incorrecta, Sloterdijk concluyó que el comunismo fue el padre de lo que él denomina “cleptocracia estatal”, es decir, la legitimación (legal) del robo a los ciudadanos a través de los impuestos.
Nada podemos hacer ante la imposición, institucionalmente legalizada, de este robo o expolio al esfuerzo y trabajo de los ciudadanos, ¿pero y si el robo, aceptado por todos los marxistas y neomarxistas, llegara a legitimarse (justificarse) de forma ilegal? Pues entonces estaríamos ante un caso de corrupción como el de los EREs de Andalucía. Ni más ni menos.

LA ESENCIA DEL SER ESTÁ EN LA HISTORIA
Para quienes conozcan la historia, y también la intrahistoria, como diría Unamuno, no debería ser difícil llegar a la conclusión lógico-matemática de que 2+2 siempre suman 4. Sin embargo, Orwell, en su “1984”, ya nos alertó sobre cómo algunas conciencias prepotentes podían, incluso, llegar a crear una “neolingua” capaz de negar que 2+2 fuesen 4. ¿Surrealismo? Pues no, tan solo comunismo. A través del lenguaje (ya dijo Heidegger que el lenguaje era la casa del ser) se construye la verdad conforme a los sentimientos y voluntades de una determinada conciencia.

Y aquí quería llegar, a la estrecha e indisoluble comunión existente entre lenguaje, verdad y ser. Porque la verdad solo puede ser, es decir, solo puede imponerse institucionalmente si, primero, se hace verbo, saliendo de la caverna de la conciencia para manifestarse (consumarse) orgullosa en la realidad abierta.
El comunismo lo tuvo fácil para imponer su verdad, en parte porque hizo suyo el verbo marxista (teoría), pero también porque supo aprovechar el dolor de una época. De hecho, el comunismo (ahora con disfraces populistas) siempre renace de sus cenizas, cual ave Fénix, cuando el dolor que provocan las crisis más graves llega ser sentido por amplios sectores de la población.
La historia nos demuestra que, cuando el dolor se generaliza entre las masas, resulta fácil legitimar cualquier tipo de delincuencia, desde una sangrienta revolución y asesinatos selectivos (o indiscriminados) hasta el robo más descarado de las propiedades ajenas. Veamos, al respecto, la historia más reciente de España a partir de nuestra cruenta y fratricida Guerra Civil.

EL ROBO LEGITIMADO INSTITUCIONALMENTE
La palabra expropiación es, sin duda, un eufemismo de “robo”; es un concepto fabricado por la neolingua de los “buenos y justos”, siempre prestos a legitimar sus bárbaras acciones. Porque de la misma manera que no podía existir el crimen en el paraíso comunista, o no existe “la guerra” para nuestros progres, sino “las misiones de paz”; de esta misma manera, decía, tampoco existieron los “campos de exterminio” en la maravillosa URSS, sino “campos de reeducación”. Los gulags, aquellas acogedoras casas de campo dedicadas a la formación del espíritu nacional-bolchevique se concibieron a imagen y semejanza de aquellos inaccesibles balnearios donde solo la alta burguesía podía curarse “los dolores del alma”.
¿Y existió el robo de los EREs, el mayor fraude institucionalizado en la historia de España? No existió, porque lo que no se verbaliza (airea en los medios de comunicación) no puede alcanzar el estatus de verdad. Los EREs son tan solo un murmullo, un secreto a voces, pero sobre todo constituyen una fechoría sobre la que muchos, demasiados, prefieren echar toneladas de tierra... y cal viva, para evitar el mal olor.

Pero volvamos a nuestra historia.
Antes de que se produjera el glorioso Alzamiento Nacional, España había sido tomada al asalto, como si de un cielo se tratara, por los poetas de la destrucción. En el nombre de “nobles” causas y de justos fines los "buenos y justos" asesinaron, violaron y vejaron, torturaron y, por supuesto, robaron. Perdón, quise decir “expropiaron”.

LA MORAL DEL LADRÓN
Fue entonces, en los albores de nuestra GC, cuando nació en España, con orgullosa soberbia, la moral del ladrón (léase moral comunista) que se jactaba de serlo. Había que “expropiar” al que más tenía, porque lo justo era “repartir” la riqueza. Y lo mismo se expropiaba de sus tierras a un gran terrateniente que a un pequeño propietario que malvivía trabajando un pedazo de tierra con el sudor de toda la familia (daños colaterales, nada importante). Es lo que tenía el “crimen legítimo”, que no tenía por qué rendir cuentas ante nadie, siempre, por supuesto, que se cometiera en aras de conseguir loables fines últimos.

Esta “moral del ladrón”, que curiosamente en España se relaciona estrechamente con el PP (pobres infelices acomplejados), anida, en realidad, en el seno de todo rojo que se precie de serlo. La he visto demasiadas veces en mi propia familia y en conocidos muy rojeras. Les gusta a los descamisados legitimar sus hurtos, por ejemplo, cuando roban en grandes superficies comerciales. Total, ante tanta abundancia nadie repara en la falta de algunos productos irrelevantes. Lo mismo sucede en algunas empresas, donde los trabajadores suelen robar material o herramientas, alegando que la empresa es grande y está sobrada. Así somos.
CONCLUSIÓN

Pues bien, amigos, esta moral del ladrón, tan intrínsecamente unida a la moral marxista-comunista, es la que legitimó y permitió el robo de los EREs andaluces. Esta moral perversa de “quitar”, por principio "moral", al que más tiene, le permitió a toda una ministra (Carmen Calvo) decir que “el dinero público no era de nadie”. Por esta misma razón, el robo de los EREs no solo se legitimó, sino que, además, se ocultó, porque, hoy, como ayer, “no puede haber crimen en el paraíso socialista”. Y de descubrirse, ¡qué cojones!, no cabrá ninguna duda de que se hizo por el bien común, para repartir riqueza entre los ciudadanos. Pura justicia social.
Así es como el mayor robo o “expolio” a los bolsillos de los ciudadanos españoles (mayor que la Gurtel , el caso Malaya y los corruptos Pujol todos juntos) se ha perpetrado, con total descaro e impunidad, porque sí, porque ellos lo valen, porque ellos son “los buenos y justos criminales”.