viernes, 11 de septiembre de 2020

DOMINIO ILUSTRADO (cómo destruir a España)


INTRODUCCIÓN

Hay que aceptar la realidad y asumir que “España ha sido destruida”. Estoy convencido y no me cabe duda alguna. No he llegado a esta dura conclusión por ser un pesimista ontológico, que lo soy, ni por pecar de victimismo. No hay tampoco, como pudieran sospechar algunos, ningún atisbo de histrionismo grandilocuente en mi aseveración, que es, por cierto, la misma que ya expresó Donald Trump ante una concurrida rueda de prensa. Estas líneas las escribo desde la tristeza y la resignación; desde la tristeza que me produce ver a una gran nación hundida en la miseria económica y moral, y desde la estoica resignación que me obliga a aceptar la derrota sin paliativos ni paños calientes.

La “antiEspaña” ha ganado, finalmente, la Guerra Civil.

Seguimos sin entender cómo ha sido posible que España haya sido tomada al asalto por quienes la desprecian y la odian. Continuamos inmersos en un estado de perplejidad que nos impide hacer un honesto (duro y sincero) análisis retrospectivo de los hechos que vienen sucediéndose desde el “providencial” 11M. Hay miedo y “quienes se mueven no salen en la foto” (que se lo pregunten a Cayetana Álvarez de Toledo, pero sobre todo a VOX).

Como insistiera Ortega, hay que llegar a la raíz del problema. Hay que encontrar a los verdaderos CULPABLES INTELECTUALES que, como suele enseñarnos la historia, no son los títeres felones que ponen rostro, nombres y apellidos, a las viles traiciones y vulneraciones de la legalidad que se cometen. 

Un felón solo puede operar cuando las circunstancias le son FAVORABLES (subrayo); es decir, cuando se dan las condiciones adecuadas en la superestructura sociopolítica y cultural para permitirle delinquir con garantías de éxito y con total impunidad.

LA IZQUIERDA ILUSTRADA (dominio de la superestructura)

Yo sostengo la tesis, que a continuación expondré y argumentaré, de que nuestra “izquierda ilustrada” (leídos marxistas) ha sido la verdadera y única culpable que ha facilitado y posibilitado no solo el golpe procesista en Cataluña, sino también el “golpe-moción” de Pedro Sánchez.

Fue el propio Jürgen Habermas, haciendo suyas las conclusiones de Adorno y Horkheimer en “Dialéctica de la Ilustración”, quien reconoció que lo que subyacía bajo la dialéctica marxista (lucha de clases) era en realidad una dialéctica nietzscheana de “dominio y control”. El que fuera un joven radical y peligroso bolchevique (en el parecer de Horkheimer) fue evolucionando política y filosóficamente hasta devenir un convencido socialdemócrata.

Habermas había entendido que el objetivo último que perseguía el marxismo, es decir, el dominio y control de la superestructura a través de una necesaria dictadura proletaria, era la clave para conseguir una transformación social efectiva. Seguía compartiendo los fines del marxismo, pero no los medios revolucionarios bolcheviques para alcanzarlos.

Voy a insistir en este punto: entender a Habermas y su evolución intelectual nos permitirá entender a nuestra propia “izquierda ilustrada”.

Recordemos que nuestra actual “izquierda ilustrada”, la más veterana sobre todo, procede mayoritariamente del ya extinto PCE (partido comunista español). No lo olvidemos, como tampoco debemos olvidar los orígenes “bolcheviques” del joven Habermas.

BREVE RECORRIDO HISTÓRICO

Nuestra “izquierda ilustrada”, a partir de los años 50 y 60, “colonizó”, controló y dominó, las universidades españolas. Intelectuales falangistas como Aranguren, Ridruejo y Entralgo, obsesionados por la “justicia social” y las relaciones entre ética y moral, abrieron la puerta de atrás para que se colaran los comunistas, también de la mano de los jesuitas y la Iglesia de la liberación. La universidad española pasó, así, de estar bajo el control de numerarios del Opus a estar dominada por la moralina falangista-comunista. La justicia social se convirtió en el nuevo Dios al que había que adorar.

Una vez logrado el dominio en las universidades españolas resultó fácil adoctrinar a varias generaciones de jóvenes en la “verdad socialista”. En las facultades ya no se leía a Ortega, ni a Zubiri ni a Morente. Ya solo se leía a Marx y a todos sus intérpretes, marxismo en todas sus variantes, de todos los colores y para todos los gustos.

Poco a poco, las ideas socialistas, que coincidían mucho con las falangistas del “pan y la justicia” se fueron propagando, legitimándose como alternativa “democrática” al régimen franquista. La patria, sin embargo, uno de los pilares básicos que defendía el falangismo, no les importaba. España se la “soplaba” (Fernando Savater) o se la “sudaba” (declaración reciente de Félix Ovejero). En su afán por defender un “patriotismo constitucional”, desligándolo de la necesidad de preservar la idea de nación, nuestros socialdemócratas le allanaron y facilitaron el camino de la subversión a los particularistas periféricos. Así sucedió en Cataluña y en Vascongadas, donde el socialismo (PSV y PSC) traicionaron durante décadas el “hecho serio de ser español”, siempre poniéndose de perfil, siempre EQUIDISTANTES ante los atropellos a la lengua, las libertades y derechos de TODOS los españoles.

CONCLUSIÓN

Hace unas horas, todo un “presidente” de la nación española ha lamentado en el Congreso la muerte por suicidio de un asesino etarra. Casi al unísono, una iletrada comunistoide ha reconocido que la ley de Violencia de Género se hizo para perseguir y dejar fuera de la ley al pensamiento disidente.

Nuestra “izquierda ilustrada” se afana en desvincularse de estas izquierdas progres, reaccionarias o indefinidas, pero ella es la madre de todos estos engendros; era a ella a quien “España se la soplaba” y le importaba una higa, porque consideraba algo pecaminoso sentirse “orgulloso por ser español” (Mikel Arteta). Nuestras “izquierdas ilustradas” también han sido el muro de contención ideológico contra VOX, desde Sampayo, Arcadi Espada, Manuel Ruíz o Gregorio Morán… hasta diputados de C´s y del propio PP (CAdT). Todos se apuntaron al legítimo deporte de perseguir al “facha”. Por supuesto, también todos los medios de comunicación arremetieron contra VOX.

Cuando una ideología (la marxista) domina y controla toda la superestructura de una nación, desde las instituciones educativas, medios de comunicación, organismos culturales… puede decidir, incluso, DESTRUIR la propia nación; ninguneándola, troceándola y convirtiéndola en “nación de naciones”; negando, incluso, su propia realidad histórica, como viene haciéndose en Cataluña y Vascongadas durante décadas y sin que nadie chiste.

domingo, 23 de agosto de 2020

NO SE PERDONA LA SOBERBIA EN ESPAÑA

INTRODUCCIÓN

Una de las políticas más valientes e inteligentes de España, Cayetana Álvarez de Toledo, acaba de ser estigmatizada y silenciada dentro de su propio partido. No han faltado los carroñeros de turno para darse un festín con el cadáver de tan valiente y excelente intelectual.

UN CARROÑERO

Pues sí, el mamporrero y lameculos Marhuenda (periodista) se ha permitido la bellaquería de hacer leña del árbol caído y de dar lanzada a moro muerto, como gusta a la generalidad de todos los resentidos, mediocres y aristófobos de las Españas.

El problema de CAdT, sin embargo, no es ser soberbia, sino ser inteligente y estar muy segura de sí misma. Terribles pecados. De hecho, el único problema de CAdT es no poder evitar dejar a todos sus oponentes en el más espantoso de los ridículos. No es que ella pretenda, como aseveran los mindundis como Marhuenda, mostrarse soberbia, sino que "soberbia y altiva", prepotente y repelente es como la VEN quienes no tienen alturas de miras. 

¿Qué culpa tendrá CAdT de que la biogenética la haya dibujado así, mejor y mucho más excelente que la media de los pobres mortales?

¿Acaso tenía la culpa Jessica Rabit, como ella misma señalara, de que la dibujaran tan voluptuosa y tremendamente seductora?

¿Tenía la culpa el Aquiles interpretado por Brad Pitt de ser un tío buenorro y, además, el mejor guerrero entre los griegos?

LA ARISTOFOBIA ESPAÑOLA

Pero, aquí quería llegar, al desprecio prepotente que legitima a los "envidiosos igualitaristas" a arremeter, siempre, contra todo lo que sea mejor (aristos) y más excelente.

Para Heráclito "uno era como miles si era el mejor", pero para nuestra casta política y nuestros individuos-masa, que no ciudadanos, una rata cualquiera, cínica y artera, puede llegar a convertirse en dios.

En nuestras aulas debería ser de lectura obligatoria "La envidia igualitaria", de Fernández de la Mora. Y, sobre todo, debería leerse a Ortega y sus tesis sobre el carácter aristófobo de las masas españolas. 

Cuando Ortega se refirió despectivamente al marxismo y sus derivados como "Pseudomorales eslavas", lo hizo con verdadero conocimiento de causa. Pero si ustedes son de los que opinan que Ortega era un "facha", echen mano de Bertrand Russell y creanle cuando aseveró que el marxismo era una suerte de "pseudofilosofía", es decir, añado yo, una moral hemipléjica que en vez de diferenciar entre clases de personas (Ortega) hacía hincapié en las diferencias entre clases sociales.

Pero la realidad, terca y obstinada, desmiente a la pseudomoral marxista, como ha desmentido, con el paso del tiempo, aquella manida proclama del infame Carrillo que sostenía que "ser trabajador y de derechas era propio de tontos" , o de "palerdos", como diría ahora algún "licenciao".

Un trabajador humilde puede ser, al tiempo, un individuo miserable ebrio de resentimiento y revanchismo, como ha demostrado Podemos. Pero también puede darse un trabajador humilde que esté lleno de orgullo de ser quien es y orgulloso de la nación a la que pertenece, como ha demostrado la realidad de VOX.

Es un problema de clases de personas, señores, como ya señaló Ortega. Y no olvidemos que, donde más se ha querido y admirado a Cayetana, su inteligencia y su valentía,  ha sido entre las filas de VOX.

Desde las izquierdas, y salvo alguna honrosa excepción (Félix Ovejero), lo más suave que le han dicho a Cayetana ha sido "faltona". Y, a partir de ahí, cualquier calificativo despectivo ha servido para ridiculizar y despreciar a Cayetana, de la misma manera que en España, y durante demasiado tiempo, lleva ridiculizándose y despreciándose el mérito y la excelencia.

domingo, 16 de agosto de 2020

IZQUIERDAS REACCIONARIAS vs ILUSTRADAS (parte II)

PEDRO INSUA, EL MANIQUEÍSMO Y LAS BUENAS IZQUIERDAS

Hace unos días elaboré una reflexión a cuenta de la diferencia entre "izquierda reaccionaria"e "izquierda Ilustrada". Ahora toca hablar de Pedro Insua, que insiste en el empeño,en su columna de El mundo, de ahondar en dicha diferenciación.

Pareciera que el sentido último de los escritos de la generalidad de nuestros ilustrados y "leídos marxistas" fuese salvar y diferenciar a las "buenas" izquierdas de las malosas izquierdas progres, reaccionarias o indefinidas.

Decía Insua, hace unos días, que el discurso de VOX era maniqueo por meter a todas las izquierdas en el mismo saco. Con esta intervención se apuntaba Insua a la moda de "salvar a la izquierda buena"; intentándonos convencer de que NO todas las izquierdas le han hecho el caldo gordo a los particularismos nacionalistas. 

Pero Insua yerra, miente arteramente o en verdad cree que la prepotente y supremacista "moral marxista" puede ser absuelta de sus muchos pecados.

Se trata, como viene sucediendo desde que los pensadores de la escuela de Frankfurt enmendaran al marxismo, a través de la teoría crítica, de rescatar lo que de justo y bueno pudiera contener la teoría de Marx.

Tal es la tarea que siguen acometiendo, hoy, las izquierdas ilustradas, las que insisten, como Insua, en diferenciarse de las izquierdas reaccionarias, de "las malas izquierdas".

Decía Félix Ovejero, en un magnífico artículo que yo consideré falto de perspectiva orteguiana, que las izquierdas malosas (progres, reaccionarias, indefinidas...) actuaban contra España por considerar que toda política contra la nación común se consideraba, al tiempo, antifranquista.

Pero Félix Ovejero no explicó que las "izquierdas ilustradas", si bien no apoyan abiertamente políticas "contra España" (al estilo podemita), sí están siempre al acecho para señalar, denunciar y estigmatizar a todos aquellos que defiendan políticas "a favor de España; y, sobre todo, siempre se muestran recelosas, cuando no descaradamente beligerantes (Sampayo, Espada, Arteta, Ruíz Zamora...) contra quienes se exhiben orgullosamente españoles. Todos contra VOX.

¿Recuerdan la defensa del "patriotismo constitucional" de Mikel Arteta recomendando no mostrar orgullo por el hecho de ser español?

Pues bien, VOX no miente, ni, por lo tanto, peca de MANIQUEÍSMO (acusación de Pedro Insua).

Todas las izquierdas en España, directa o indirectamente, nos han traído a la triste realidad de ruina y podredumbre moral en la que estamos inmersos. Los hunos (las izquierdas reaccionarias) porque declararon abiertamente la guerra a la razón de ser española, y los "hotros" (las izquierdas ilustradas) porque se cuidaron mucho, desde siempre, de dejar a la nación sin "anticuerpos"; sin opciones, políticas y/o ideológicas, que pudieran frenar al comunismo infecto.

A un ente orgánico, pongamos por ejemplo una nación, se le puede matar de dos maneras: asesinándolo al estilo bolchevique, por las bravas, o despojándole de defensas (valores, creencias, orgullo...) para dejarle agonizar lentamente, como han hecho las izquierdas ilustradas durante décadas en España. Por eso nuestros Mikel Arteta,  Arcadi Espada, Sampayo, Ruíz Zamora... nunca vieron con buenos ojos la vital y necesaria vacuna de VOX.

Todas las izquierdas, por tanto, y como bien argumenta VOX, son culpables de que España haya sido destruida.

No olvidemos, tampoco, mencionar al PP como un partido más que, en las últimas décadas, se ha conducido como un representante más de nuestras izquierdas ilustradas; un partido que, si bien no ha actuado directamente contra España, sí ha impedido articular políticas operativas que defendieran la integridad de la nación y la igualdad efectiva y real entre TODOS los españoles.

jueves, 16 de julio de 2020

RELATO, ESTÉTICA Y MORAL

CONSTRUIR UN NUEVO RELATO (comentarios a una proclama de Félix Ovejero)

Me gusta Félix Ovejero porque, desde que le leo, he observado que es de los pocos que todavía se dicen marxistas y, sin embargo, ha evolucionado intelectualmente y comienza a entender de qué va el asunto.

El asunto, por supuesto, va sobre el “golpe permanente”  que sigue activo en Cataluña con la complicidad del sanchismo felón y traidor (también golpista).

Ovejero, pareciera que un poco harto de todo, aseveró en uno de sus lúcidos artículos (cito textualmente):

 “Es necesario recuperar Cataluña moral y políticamente”.

 ¡Por fin! Finalmente, una de las mentes mejor amuebladas de la “izquierda” se atreve a señalar que no puede haber recuperación únicamente política, ni en Cataluña ni en España, sin que se realice, al tiempo, una recuperación moral.

La recuperación política ya sabemos que ha de pasar, forzosamente, por el respeto y acatamiento de la legalidad vigente; es necesario que el marco constitucional se defienda operativamente y que no sea, tan solo, papel mojado o, en el peor de los casos, el papel higiénico con el que los diferentes particularismos tontilocos se limpian el culo.

Pensadores constitucionalistas como Mikel Arteta deben comprenderlo: no basta  únicamente con defender un constitucionalismo que apele a un “patriotismo de farol”, es decir, a un patriotismo que admita el sentimiento de pertenencia a la nación española, pero, como señala el joven filósofo, sin necesidad de “mostrarse orgulloso” por ello.

No, no vale jugar a ser “el buen constitucionalista” tan ambigua y asépticamente, y menos ante CONCIENCIAS ENEMIGAS que son tramposas y cínicas; conciencias que, a través de la autohipnosis y el autoengaño, son capaces de defender con total descaro y desvergüenza las mayores falsedades.

MORAL Y ESTÉTICA

Por supuesto que el constitucionalismo español debe recuperar una “moral”. ¿Pero qué moral? ¿He aquí la trascendente y crucial cuestión?
Espero que nuestros constitucionalistas no pequen de “ingenuos humanistas” y crean que es posible, todavía hoy (como papá Habermas), recuperar una moral de corte kantiano, es decir, una moral IDEALISTA sujeta a un bello imperativo categórico universal. Se acabó el tiempo de creer en universalismos (léase también internacionalismos); se acabó creer en “falsas ingenuidades” que enmascaraban, en realidad, las voluntades de poder de conciencias prepotentes y soberbias (marxismo, islamismo, femimarxismo…). Se acabó.

Si ya no nos vale recuperar una “moral kantiana”, que se ha demostrado DÉBIL e INOPERATIVA frente a las amenazas del Islam en toda Europa y ante las acciones subversivas de cualquier provincianismo tontiloco, ¿qué moral deberíamos recuperar?
Muy fácil: NUESTRA MORAL. Debemos recuperar nuestra moral frente a las morales (verdades) de los otros.
Debemos defender una moral que sea fuerte y operativa ante el resto de morales enemigas. Solo VOX, como antes Gustavo Bueno, parece entender esta necesidad de salvaguardar nuestra razón de ser, nuestro legado histórico-cultural, nuestros mitos, nuestro RELATO en definitiva.

¿CÓMO CONSTRUIR UN RELATO?

Y aquí quería llegar. Fue Félix Ovejero, precisamente, quien apeló también a la necesidad de que los constitucionalistas construyeran un NUEVO relato en Cataluña, una cosmovisión alternativa a la de los tontilocos provincianos.

La idea es buena y de “extrema necesidad”, desde luego, pero no bastaría con construir un relato asépticamente RACIONAL (error de Mikel Arteta). De hecho, no hay relato (mito al cabo) que pueda ser asimilado por las masas (que es de lo que se trata) sin su correspondiente dosis de PENSAMIENTO SENSIBLE y ESTÉTICO.

Un relato meramente racional, legitimado en base a argumentos fundamentados históricamente, por ejemplo, ya no bastaría para crear o “despertar” conciencias. Necesitamos despojarnos de nuestros harapos de orgullosos ilustrados, ya desgastados e inútiles. Tenemos que colocarnos la coraza y bajar a la arena del circo; enfrentar al enemigo con sus mismas armas. No hay tu tía.

Por cada trapo estelado, nosotros debemos hacer ondear cien banderas patrias. Si sus banderas son grandes, las nuestras gigantes; si sus lenguas se institucionalizan y se imponen ilegalmente, la lengua española, que es también la de Dios, debe defenderse e IMPONERSE legalmente, sin complejos, como la lengua común que es de TODOS los españoles y de medio mundo.
Y no importara que, en el fondo de nuestros corazones, no creamos en banderas ni en lenguas ni en dioses, porque de lo que se trata es de salvaguardar nuestros derechos y libertades.

Como dijo Unamuno, y por algo lo diría alguien que combatió con gallardía a todos los tontilocos de España: “Si Dios no existiera tendríamos que inventarlo”.

No hay otra: INVENTAR dioses, mitos y relatos, que es, al cabo, lo que hacen todos nuestros enemigos, desde los provincianos vascos y catalanes hasta los musulmanes impositores, pasando por el dogmático femimarxismo y los diferentes colectivos nacidos del marxismo cultural.

Todos se están yendo de rositas: los golpistas catalanes, el mosso Trapero, Ábalos con "su Delcy", Iglesias con su Dina, el siniestro Marlaska, Simón el dicharachero... Y no pasa nada.

jueves, 9 de julio de 2020

FEMINISMO EN LA FICCIÓN CINEMATOGRÁFICA



INTRODUCCIÓN


El otro día leía en internet, en el muro de Félix Ovejero, uno de sus “papers”, donde se publicaba un estudio que demostraba cómo, en los últimos años, las historias de mujeres, hechas por y para mujeres, comenzaban a superar a las producciones cinematográficas pensadas para un público más masculino. 
Pero no sólo las historias (relatos y guiones) se están escribiendo actualmente desde una “perspectiva” más feminista, incluso  LGTBI, sino que cada vez, con mayor frecuencia, los roles protagonistas recaen en mujeres. ¿Casualidad?


Me comentaba mi hija, hace unos días, que su profesora de historia del cine reivindicó apasionadamente, en clase, a una de las pioneras en el mundo del séptimo arte: Alice Guy, primera persona (mujer) en filmar una ficción titulada “El hada de las coles” en 1896.


Según la profesora de mi hija, la historia había obviado deliberadamente la importancia del trabajo desempeñado por aquella mujer. Y, claro, como a mí tampoco me sonaba de nada Alice Guy, mi hija me zasqueó sin piedad cuando le dije que la primera película de ficción de la historia fue aquella del cohete estrellándose en el ojo de la luna (“El viaje a la luna” de Meliés).

No cabe duda de que, con razón o sin ella, actualmente hay un creciente interés general por reivindicar el papel de la mujer, no solo en el cine, sino también en la historia y en la sociedad presente.


REIVINDICACIÓN DE LA MUJER PROTAGONISTA


Miguel de Unamuno escribió “La tía Tula” en 1907. Mucho ha llovido desde entonces, y muchas han sido las interpretaciones que, a partir de argumentaciones místico-religiosas, han pretendido elaborar el perfil psicológico de Gertrudis. En mi opinión, sin embargo, lo que hizo Unamuno con el personaje de Gertrudis fue adelantarse a su tiempo y mostrarnos cómo sería la feminista del futuro (ver aquí).


Curiosamente, este fin de semana he visto la genial “¿Qué hacemos con los hijos?”, de Pedro Lazaga. Una película que pudiera pasar por casposa para el observador poco atento, ya que Martínez Soria es el protagonista. Sin embargo, la película está inspirada en una obra del dramaturgo Carlos Llopis, autor de agudo ingenio y sagaz observador de lo cotidiano. La película “¿Qué hacer con los hijos?” no solo es una inteligente disección de la sociedad española de los años 60, sino una crítica sutil, disfrazada de humor, contra el tradicional patriarcado español (el de por mis cojones y cuando seas padre comerás huevos). Hay que verla.


Lo que pretendo decir, aludiendo a estas ficciones (ambas literarias) es que el germen de un protofeminismo crítico con el heteropatriarcado, ya estaba ahí, entre nosotros, desde hace mucho tiempo; pero se encontraba larvado, en una suerte de estado de latencia “amable”, semioculto. ¿Quizás reprimido?


DE LA REPRESIÓN A LA PREPOTENCIA DESNUDA


Si hay una constante que se repite terca y obstinadamente, a lo largo de la historia, es la paradoja que encierra la dinámica dialéctica de la conciencia: no hay conciencia reprimida que, tras liberarse, no mute en desnuda prepotencia señorial. Esto es lo que le ha pasado al feminismo primigenio, legítimo y necesario, ahora reconvertido en femimarxismo dogmático. 


Tan solo será necesario que una conciencia, la que sea, comience a sentirse libre, para que su nueva condición de conciencia emancipada pretenda no solo ser “igual, sino mejor que la tradicional conciencia enemiga. Es más, desde la militancia en fervientes dogmatismos, la conciencia feminista “empoderada”, como la llaman ahora, aspirará a sustituir a la conciencia heteropatriarcal en todos los niveles de la vida política, social e incluso religioso-cultural. Así debe ser, porque la conciencia ebria de prepotencia señorial siempre acaba manifestándose en la realidad abierta como un modo de ser pseudoreligioso (ver aquí paralelismos con “La tía tula”).


DE LA PREPOTENCIA DESNUDA A LA PERVERSIÓN


Cuando una conciencia dogmática alcanza el poder (se empodera) no tarda en pervertir la verdad y la realidad. ¿Cómo? Pues transmutando valores (tesis nietzscheana) y reinterpretando la historia a través del control de la cultura (armas posmodernas). La perversión y la transmutación de la verdad (lo que realmente fue) se logra deconstruyendo “lo que fue” para, posteriormente y hermenéutica mediante, mostrar un nuevo modo de ser de lo “que debería haber sido” o, simplemente, para mostrar lo que ahora queremos que sea.


El cine, la ficción en general, se convierte de esta manera en un arma posmoderna, como ya señalé, al servicio de la proclamación de nuevas verdades; verdades diseñadas según los gustos estéticos y ético-morales de la prepotencia señorial de turno. Y ahora, como veremos a continuación, es el turno del femimarxismo cultural.


QUÍTATE TÚ QUE YA ME PONGO YO


Sin embargo, lo que ha sucedido en el mundo del cine y en las series de TV no es una transmutación de valores, sino más bien una transmutación de roles de género. Esto ha sido así porque las mujeres de ahora no desean revalorizar, menos aún reivindicar, los valores femeninos tradicionales. 

Mi mujer, por ejemplo, nos llama a mi hija y a mí los insensibles, porque a ninguno de los dos nos gustan los truños ñoño-sentimentaloides. 


¿Qué chica joven de ahora, inteligente y vitalista, va a preferir “Mujercitas” antes que a “Superwoman? 


¿Qué chica de ahora prefiere ver “Sentido y sensibilidad” antes que a Lagertha (“Vikings”) matando a sus enemigos (hombres)?


Las series de ficción han sabido entender muy bien al nuevo feminismo, es decir, a la nueva mujer del SXXI; una mujer que gusta de mitos y héroes, en la más clásica y épica tradición patriarcal. Pero, eso sí, los relatos han de ser reinterpretados por la nueva conciencia femimarxista, con mujeres como absolutas protagonistas. Dios ahora será mujer. Jesucristo fue, en realidad, una mujer. Ahora los superhéroes deberán ser superheroinas: “Superwoman”, “Spiderwoman”, “Catwoman”…


Ya no vende “Wyatt Earp”, sino su actual descendiente, fémina, por su puesto, “Wynonna Earp”. Las series de acción ya no tienen líderes, sino lideresas (“Los 100”, “Vikings”, “Strike back”…).


¿Os acordáis del entrañable detective “Colombo”? Pues ahora podréis ver a su alter ego femenino en la magnífica “Killing Eve”. Esta serie, muy buena, ha conseguido el pleno: una mujer como investigadora desaliñada, simpática y tenaz, haciendo de Colombo, y una psicópata, también mujer, en el rol de un criminal inteligente y refinado, una Hannibal Lécter que, de momento, no parece que coma carne humana.


CONCLUSIÓN


La granja sigue igual, manteniendo vivos los tradicionales valores del heteropratiarcado, pero el granjero le ha cedido la dirección, graciosamente, y por incomparecencia, a una granjera empoderada. Y feminista.

Y a los tíos, en general, nos da igual, porque las nuevas heroínas son igual de fuertes y valientes que John Wayne, pero, sin duda, están mucho más buenorras.
A través de la estética sucumbirá el patriarcado.


viernes, 3 de julio de 2020

Izquierdas, reaccionarias vs ilustradas

ESPAÑA COMO PROBLEMA (de Ortega a nuestros días)

INTRODUCCIÓN

Ortega y Unamuno, ya antes del franquismo, reflexionaron largo y tendido sobre el "problema de España".
Todos sabemos que la generación del 98 se caracterizó por una crítica constante y apasionada a la razón de ser española. Dicha crítica, sin duda metafísica, u ontológica en palabras de Félix Ovejero, estuvo presente en la obra de importantes pensadores españoles que, insisto, ya mostraron su preocupación por el ser de España antes de la existencia del franquismo.
Julián Marías, por ejemplo, desarrolló toda una tesis raciovitalista, muy deudora de la obra de Ortega, explicándonos la diferencia entre trayectoria histórica real vs trayectoria histórica posible (lo que fue versus lo que pudo haber sido, pero no fue).

Nuestros pensadores patrios actuales, sin embargo, suelen obviar el legado de nuestros filósofos del pasado. Nada que objetar. Pero, justamente por  ello, las izquierdas ilustradas actuales exponen "su parecer", respecto al tema que nos ocupa, actualizándolo y retomándolo a partir de nuestra errada Transición, aunque antes de la misma ya fuese una constante la pre-ocupación por España.

Félix Ovejero nos dice lo siguiente:

En nuestro caso, explica Ovejero, el problema es el resultado de una ontología política –de un relato—asentado en dos tesis erradas:

a) Existe una continuidad moral entre el franquismo y el llamado régimen del 78.

b) El franquismo y España son dos conceptos indisociables. 

De a y b se sigue que:

a) Cualquier política contraria a España es una política antifranquista y progresista.

b) El nacionalismo es progresivo.

c)  El Estado, concreción del “régimen del 78”, está viciado de origen y cualquier política centralizadora –que en cualquier otro país se valora por su eficacia y su contribución a la igualdad entre los ciudadanos—es reaccionaria y represora.

Nuestra izquierda ha asumido las dos tesis.

CRÍTICA

Totalmente de acuerdo con Félix, las dos tesis erradas (enfatizo) que nuestra izquierda reaccionaria ha hecho suyas, constituyen dos pilares argumentales sobre los que la antiEspaña, en general, edifica sus falsos relatos.
Las tres conclusiones que se siguen, del hecho de asumir estas tesis, también son acertadas. Sin duda, Félix Ovejero hila fino.

Pero yo, desde mi perspectiva liberal, no pude evitar apreciar un descuido involuntario (o no) al exponer dichas conclusiones. A saber:

Félix concluye que para las izquierdas reaccionarias cualquier política contraria a España es una política antifranquista y progresista (cita textual).
Pero a esta conclusión le falta "perspectiva orteguiana"; necesita del otro punto de vista (liberal-conservador) que complemente esta "verdad parcial" evitando, así, la hemiplejía moral e ideológica.

Ovejero obvió concluir la siguiente verdad inherente y siempre presente en las izquierdas ilustradas:

Cualquier política a favor de España se considera franquista y facha.

Al obviar esta "parte de verdad" (no sé si por descuido o con astuta intencionalidad) Félix Ovejero deja caer todo el peso de su crítica en "las izquierdas reaccionarias", pero, al tiempo, salva (libera de culpa) a las "izquierdas ilustradas".

Me explico....
Si lo común y característico de "la izquierda reaccionaria" es articular políticas "contrarias a España", lo propio de las "izquierdas ilustradas" es sospechar y recelar de las políticas "a favor de España".
Félix, en su línea más habermasiana, pareciera hacer suya aquella peregrina recomendación de Mikel Arteta: Debemos ser patriotas, pero sin mostrarnos excesivamente orgullosos de nuestro patriotismo (parafraseo).

Nuestra "izquierda Ilustrada" sigue obcecada en sorber y soplar al mismo tiempo: patriotas sí, pero con contención, por tal de, así, evitar llegar a convertirnos en malosos nacionalistas.

Por eso a la "izquierda Ilustrada" le cuesta tanto aceptar políticas "a favor de España"; y por eso rechaza, con mayor o menor disimulo, la realidad de VOX.

Creen las izquierdas reaccionarias que cualquier política contraria a España sería buena, y creen que articular dichas políticas  corresponde a buenos antifranquistas.

Pero nuestras izquierdas ilustradas también creen algo muy parecido: articular políticas a favor de España es propio de "fachas" como VOX.
Y esto no lo digo yo, sino dos ilustrados de izquierdas como son Manuel Ruíz Zamora y Gregorio Morán.
Manuel Ruíz acusó a VOX de ser portador de un franquismo sociológico y Gregorio Morán consideró que VOX es un retoño del franquismo.

Todas nuestras izquierdas, ya sean reaccionarias o ilustradas, siguen necesitando a Franco, bien para proclamarse ellas mismas "antifranquistas"  o para acusar a VOX de ser franquista.

¡Menudo panorama!

Tenemos a las izquierdas reaccionarias abiertamente contra España, pero también tenemos a las izquierdas ilustradas disimuladamente contra quienes están a favor de España.
No hay ninguna izquierda, ninguna, que le dé la importancia que se merece al hecho serio de ser español.

Por lo visto hay que ser español, ma non troppo... Voilà l' equidistance!

lunes, 29 de junio de 2020

FIESTA Y BURLA (feminismo y LGTBI)

INTRODUCCIÓN


La fiesta y el permiso para la burla son gracias, concesiones a la ciudadanía que el poder jerarquizado, siempre, desde el principio de los tiempos, ha otorgado históricamente a siervos y súbditos, para así, mejor domesticar al ganado humano.


La fiesta es una antropotécnica (herramienta de doma y crianza) necesaria para permitir la catarsis, puntual y controlada, de las frustraciones y miedos de las masas. Y la burla, la bufonada consentida hasta ciertos límites (más extensos cuanto más permisivo sea el poder de turno), permite a los oprimidos el derecho a la pataleta y a la crítica enmascarada, siempre que dicha crítica no sea demasiado explícita o cuestione abiertamente la legitimidad de los pastores del ser. Ambos recursos, fiesta y burla, se han gestionado y dosificado tradicionalmente buscando un equilibrio que garantizara la convivencia entre los pastores y el rebaño humano.

UN BREVE RECORRIDO HISTÓRICO

En todas las sociedades primitivas, a lo largo de la historia, se han dado rituales periódicos, fiestas comunitarias de hermanamiento que, además de fortalecer los lazos de unión entre iguales, familias y vecinos, servían para permitir la transgresión puntual de las reglas y normas del parque humano. 

Algunas de las normas que, casi desde el principio de los tiempos, han impuesto todas las sociedades, desde las más primitivas hasta las más civilizadas, eran las que regulaban y estipulaban por qué, cuándo y cómo era lícita la ingesta de sustancias embriagadoras; cuándo podíamos reírnos de los propios dioses o, al menos, burlar su estricta vigilancia represora.
Desde el principio, los pastores de rebaños entendieron que para conservar (la tierra y la superviviencia de la tribu) era necesario controlar y dosificar los apetitos de las masas, sus necesidades más vitales, espirituales e irracionales.

La fiesta, entendida como tiempo de transgresión, relajo de normas, y momento para para dar rienda suelta al vitalismo más irracional, ha evolucionado mucho a lo largo de la historia, desde los rituales dirigidos por chamanes en pequeñas tribus, las bacanales griegas, las orgías y espectáculos circenses de Roma hasta las fiestas religiosas establecidas por los tres monoteísmos más importantes (judaísmo, cristianismo e islamismo).
También el laicismo, nacido de la Revolución Francesa, tuvo que mantener viva la fiesta, si no religiosa, sí civil e ideológica.

FIESTA E IDEOLOGÍA

La posmodernidad, el período histórico que no solo enterró la verdad de nuestros padres, sino que encumbró la verdad sentida de todas y cada una de las conciencias individuales, difuminó, cuando no dinamitó, las fiestas tradicionales, tanto religiosas como nacionales. Pero no pudo evitar, al tiempo, crear y legitimar sus propias fiestas; es decir, necesitó crear sus propias antropotécnicas para civilizar (domar y criar) al nuevo ganado posthumano.

Ahora, los nuevos pastores del ser, como los de otrora, deciden cómo y cuándo celebrar “sus fiestas”, que ya no solo serán transgresoras y catárticas, sino, sobre todo, reivindicativas. Precisamente, si las fiestas tradicionales (véase, por ejemplo, el Carnaval) tenían como principal función “burlar”, durante unos días, las normas y reglas del poder establecido, ahora las fiestas, al contrario, servirán para legitimar y justificar la verdad de determinadas conciencias. Las fiestas se han convertido en reivindicaciones de conciencias (modos de ser), privándole así, al “hombre de carne y hueso”,  de la gracia de poder transgredir y sentirse libre, por un tiempo, del yugo del poder establecido.


CONCLUSIÓN

Lo común en las fiestas tradicionales era su carácter universal; una invitación a todos los miembros de la tribu, hombres y mujeres, altos y bajos, feos y guapos, heteros u homosexuales, a participar de la transgresión puntual para poder burlar la rigidez de las normas por unos días, sin importar la condición de clase, sexo o credo. La fiesta era para todos, incluso para quienes no creían en el dios Manitú, en Odín o Alá.

Ahora, todo un ministro como Marlaska, al servicio de su verdad, que no de todos los ciudadanos, decide quiénes pueden participar en su fiesta del orgullo gay (antes C´s no podía, ahora, tras la bajada de bragas de Arrimadas, sí); ministras como la nefasta Carmen Calvo deciden qué mujeres pueden ser consideradas feministas (no todas, “bonitas”, podéis ser feministas).

Y si antes la Iglesia, por ejemplo, hacia la vista gorda  y permitía en las fiestas determinados ritos paganos, ajenos a su razón de ser religiosa, ahora, por el contrario, es el propio gobierno quien pone a todas las instituciones del Estado (Correos, Guardia Civil…) al servicio de su razones, de sus verdades y de “sus fiestas”.

Este vil gobierno socialcomunista nos ha privado hasta del derecho a la libre catarsis y la festiva transgresión, ideologizándolo todo, contaminando y pervirtiendo la razón de ser de la fiesta. Y no te atrevas a cuestionar “sus verdades”, porque serás relegado al ostracismo y bloqueado en las RRSS. Así ejercen el poder “los buenos y justos”.



lunes, 25 de mayo de 2020

SÁNCHEZ ZULÚ (la guerra incivilizada)




INTRODUCCIÓN


Decía Heráclito: “La guerra es la madre de todas las cosas, a unos hombres hace libres y a otros esclavos”. 


El filósofo presocrático se refería a la guerra entendiéndola como “conflicto entre partes”, como dialéctica o lucha entre contrarios. Del resultado final de dicha lucha dependería que una de las partes fuese la dominante (libre) y la otra la sometida (esclava).

La guerra, aunque siempre cruenta e indeseable, también ha sido susceptible, a lo largo de la historia, de poder desarrollarse más o menos “civilizadamente” o, por el contrario, a la manera de “los bárbaros”, sin cuartel y sin respetar un mínimo principio ético-moral. Con la política siempre ha sucedido otro tanto, se podían desempeñar estrategias diplomáticas conciliadoras o estrategias más beligerantes y agresivas. Política y guerra siempre han aparecido lo largo de la historia unidas de forma indisoluble. No pueden entenderse la una sin la otra.


SHAKA ZULÚ (serie de 1986)


Ahora sabemos, gracias a la labor encomiable de la antropología, que a lo largo de la historia han existido pueblos y culturas que realizaban “la guerra” de una forma más ritual-deportiva que sanguinaria. Recuerdo ahora, a bote pronto, cómo en la película “El hombre que quiso ser rey” (muy recomendable) los pueblos rivales, en lo que hoy sería Afganistán, se declaraban la guerra “meando en el río” cuando las mujeres del contrario iban allí a lavar la ropa. Los guerreros, de hecho, se colocaban máscaras y escenificaban una serie de danzas, exhibiendo sus armas, más con el objetivo de demostrar su bravura que con intención de matar.

La serie “Shaka Zulú” también refleja un importante alarde de investigación antropológica, mostrándonos cómo las diferentes tribus zulúes se enfrentaban entre sí a través de una serie de “danzas guerreras”, provocándose los dos bandos, situados uno enfrente del otro, pero sin matar al contrario. Este ritual, catártico y deportivo, se fue al traste cuando un sanguinario caudillo, llamado Shaka, decidió “romper las reglas del juego”. El ambicioso Shaka recurrió a la técnica para desarrollar un arma que, más que ornamental, resultara operativa y, en definitiva, mortal: la iklwa, una especie de lanza corta, muy polivalente, que lo mismo podía utilizarse como espada o cuchillo que se podía arrojar contra el enemigo. Shaka sumó a su innovadora tecnología su desmesurada “voluntad de poder”. O quizás fuese su inmensa ambición la que le “inspiró” la creación de un arma que le permitiera subyugar a todos los pueblos vecinos.


SÁNCHEZ ZULÚ


Pues bien, lo que más me llamó la atención cuando vi “Shaka Zulú”, siendo todavía un niño-adolescente, fue la sorpresa inesperada que causaba en el enemigo el hecho de que un pueblo rival les estuviera matando realmente, de verdad, sin escenificaciones rituales. La sorpresa era tal que los guerreros se quedaban paralizados, sin dar crédito a lo que sucedía, mientras las letales iklwas los masacraban, uno a uno, sin que apenas nadie ofreciera resistencia. ¿Qué estaba pasando?

Se habían roto “las reglas del juego”; se había vulnerado la ley tradicional, no escrita, que estipulaba cómo hacer la guerra de forma civilizada. Había surgido una nueva manera de hacer la guerra.


Esto, amigos míos, es lo que ha sucedido en España con el ambicioso Sánchez. Con el actual presidente del gobierno ha surgido una nueva manera de hacer política incivilizada, letal para la nación y para todos los españoles. Sánchez zulú ha desarrollado armas propias de artero, traidor y felón, que han dejado estupefacta a la generalidad de la oposición, sin capacidad de reacción.

A la sorpresa primera, ¿cómo se ha atrevido a tanto?, le ha seguido una suerte de resignación paralizante que ha dejado a toda la clase política indefensa, esperando todos los políticos a ser fagocitados, anulados o eliminados por la nueva política artera y sin escrúpulos de Sánchez zulú.
La parálisis del contrario, incapaz de reaccionar ante "la nueva realidad", le ha permito a Sánchez masacrar a la oposición a golpe de decretos, abusando de la mentira y la deslealtad hacia España y el conjunto de los españóles.


CONCLUSIÓN

Por primera vez en democracia, desde que se iniciara la Transición tras la muerte del Caudillo, un político ambicioso y sin escrúpulos ha traspasado todas las líneas rojas y "ha roto las reglas del juego democrático". Un peligroso Shaka ha puesto en peligro la misma integridad de la patria y el futuro de todos los españoles.





domingo, 17 de mayo de 2020

EL PSICÓPATA ENCADENADO (todo es personal)


INTRODUCCIÓN


Siempre suelo decir que incluso en el libro más malo podemos encontrar una perla, una idea o reflexión valiosa cargada de sentido. También en películas y series de TV podemos encontrar grandes verdades que, a menudo, subyacen ocultas entre tramas y guiones mediocres.


REALIDAD EN LA FICCIÓN


La mayoría de las ficciones, ya sean literarias o cinematográficas, muestran el desarrollo paralelo de las trayectorias vitales de uno o varios individuos (protagonistas) inmersos en unas determinadas circunstancias o trayectorias históricas (contexto). El conflicto entre el yo y su circunstancia siempre es dinámico, y se manifiesta y actualiza constantemente, pues dicho “conflicto” es el que alimenta el interés del lector/espectador, hasta lograr que lo que sucede en la ficción sea vivenciado por éste como una cuestión personal que le permita empatizar con los protagonistas y, sobre todo, le inste a tomar partido. Siempre, tanto en la realidad como en la ficción, se nos presentan conflictos ante los que debemos tomar partido.


EVOLUCIÓN DEL CONFLICTO


Una rápida ojeada por la historia del cine y las series de TV nos permite observar cómo se ha ido mostrando el conflicto a los espectadores, desde el burdo maniqueísmo de las primeras ficciones, que solo distinguían entre buenos y malos, hasta los conflictos actuales, más elaborados, donde el bien y el mal quedan prácticamente difuminados y relativizados.

Cuando al espectador se le insta a tomar partido por un personaje ambiguo, le surgen dudas, pero, sobre todo, se le obliga a cuestionar, evaluar, juzgar… Ya no bastará, tan solo, con estar de parte de los buenos. Antes, los espectadores lo tenían fácil, sabían quiénes eran los malos. Pero ahora las complicadas ficciones nos muestran a “malos” más humanizados, incluso consiguen convencer a las almas más bellas de que monstruosos psicópatas y sanguinarios terroristas, tienen Derechos. 
¿Pero hasta cuándo hay que respetar los derechos de un asesino que supone una grave amenaza para TODOS? ¿Cuál es el límite?


LA PERSONALIZACIÓN DEL CONFLICTO


Hay una constante que se repite, una y otra vez, en la mayoría de las ficciones cinematográficas: el protagonista solo adquiere su condición de héroe, es decir, solo se decide a actuar cuando el conflicto comienza a afectarle personalmente; cuando la realidad problemática, vista desde la distancia, comienza a pasarle factura a él mismo y los “suyos”. Antes de que el conflicto se personalice (le afecte grave y directamente), el protagonista suele actuar como un “alma bella” defensora de idealismos y de loables principios ético-morales. Contempla, pero no actúa.


EL PSICÓPATA ENCADENADO


En la serie de Ciencia Ficción “Los 100”, en su 5ª temporada, aparece un personaje secundario que, sin embargo, será relevante para definir el destino de algunos de los principales protagonistas. Se trata de un peligroso psicópata, un asesino en serie muy inteligente pero carente de “conciencia moral” (como él mismo reconocerá) e incapaz de controlar sus instintos.


Pues bien, la serie ficticia (o no tanto) nos muestra cómo una civilizada comunidad descubre la manera de tener “bajo control” al peligroso psicópata, sin necesidad de acabar con su vida. El peligroso individuo permanece libre, entre el resto de ciudadanos, pero portando un collar que le aplica descargas eléctricas cuando el guardián de turno, a través de un mando a distancia, considera que pierde el control y se torna agresivo.

Se producirán sucesivos altercados en los que el psicópata, descontrolado, atacará a varios ciudadanos, hiriendo a unos e incluso matando a varios, ya que el portador del mando a distancia no siempre logra activar el collar a tiempo. Pero nadie cuestiona el Derecho del psicópata a seguir con vida.


El hecho más significativo, sobresaliente diría yo, ocurre cuando una doctora que está custodiando al psicópata, “se descuida” y éste, desenfrenado, ataca a su pareja hasta casi matarla. Entonces, la “dulce doctora”, que hasta el momento solo había aplicado descargas eléctricas disuasorias, cada vez que el psicópata atacaba o mataba a alguien, toma el mando y lo achicharra, literalmente.


CONCLUSIÓN


La mayoría de las “almas bellas” están dispuestas a aceptar y soportar daños colaterales, por supuesto, pero siempre que los daños recaigan sobre los otros, no directamente sobre ellos y los suyos.


Solo cuando el psicópata Pedro Sánchez ataque de muerte a la generalidad de los españoles, arruinándolos y llevándolos a la miseria, las almas bellas más afectadas, de forma personal, decidirán que ya se acabó el tiempo de gracia para el felón. Pero para entonces, quizás ya sea demasiado tarde, y algunos de sus seres queridos ya no puedan estar junto a ellas. Es lo que tiene mantener con vida a los psicópatas, dándoles balones de oxígeno y permitiéndoles sobrevivir políticamente. 

España está en poder de un peligroso psicópata y una panda de comunistas bolivarianos. Supuestamente, el actual gobierno socialcomunista está encadenado a una Constitución que nos preserva de sus desvaríos e instintos más asesinos. Pero... ¿hasta cuándo resistirá el collar protector de nuestra Carta Magna?





domingo, 10 de mayo de 2020

¡JOÍOS NIÑOS! vs IDEOLOGÍA LGTBI

INTRODUCCIÓN

Hace ya unos meses, aprovechando un día que se adivinaba soleado, salí a hacer una de mis largas caminatas "heideggerianas"; largos paseos que lo mismo me sirven para rebajar triglicéridos, colesteroles y barriga, que me permiten reflexionar sobre la frustrante realidad y el hecho trágico que supone el drama de vivir.

CAMINOS DE BOSQUE

Como decía, en uno de mis habituales paseos montañeses, recorriendo caminos rodeados de pinos, coincidí con un hombre bastante más joven que yo. Caminaba el sujeto, feliz, flanqueado por dos pequeños: un niño de unos 4 o 5 años y una pequeña de poco más de tres. A medida que me acercaba a ellos se me esbozaba una tímida sonrisa. ¡Qué recuerdos! El niño, to chulo, hacía sonar un silbato mientras la pequeña, alegre y jocosa, canturreaba letras ininteligibles.

Al llegar a la misma altura que ellos, el niño me miró fijamente y me obsequió con un sonoro y retador toque de silbato, como queriéndome decir "¡y tú qué miras!". La niña, por el contrario, me saludó con una bella sonrisa y me dijo "hola". ¡Hola!, le respondí agradecido. ¡Buenas!, añadió el padre orgulloso de su prole. Y tras devolverle el saludo proseguí mi camino, sin poder evitar recordarme a mí mismo paseando con mis pequeños hace ya algunos años.

El último paseo con el pequeño, antes de que fuese secuestrado y apartado de mí por las perversas tecnologías, fue hace más de tres años (él tendría unos 10 años). Recuerdo que la última vez que logré sacarle de casa, para que paseáramos juntos, tuve que sobornarle ofreciéndole 5 euros. Ahora ya no se mueve del sofá, o de la cama, ni por 10 euros. Prefiere pasarse las horas frente a la Play, el ordenador o el móvil. Sí, mi hijo es un otaku.

¡Cómo han cambiado los tiempos! Los mejores recuerdos que tengo con mi padre se retrotraen a aquellos sábados y domingos, o días de vacaciones, en que nos llevaba a mis hermanos y a mí a recorrer montañas, senderos o cualquier lugar apartado de la civilización. Mi padre fue un provinciano amante de la naturaleza que tuvo la desgracia de tener que vivir y morir en la urbanita Barcelona (¿cuántas veces exclamaría que él no se moriría en Cataluña?).

A cada paso que daba, el estrecho sendero por el que transitaba parecía empeñarse en despertar mi memoria. ¡Cómo echaba de menos a mis pequeñucos! Ya no volvería a pasear más con ellos. Han crecido y sus gustos e intereses están muy alejados de los míos. A ninguno de mis hijos les gusta la naturaleza.
Ya solo me queda la esperanza de llegar a ser abuelo. Me gustaría volver a recorrer bosques y senderos junto a unos nietos a los que poder explicarles cuentos y chistes, cosas sobre la naturaleza, curiosidades y tonterías, como hice yo con mis hijos y como hizo mi padre con los suyos.

NUEVAS IDEOLOGÍAS

Al llegar a casa pillé a mi hija por banda y, como el que no quiere la cosa, tras iniciar una conversación saqué a colación, distraidamente, el tema de los hijos:

- Oye, ya sabes que si alguna vez cometes un "desliz" y te quedas embarazada no debes preocuparte, la mamá y yo criamos a tu bebé.

- ¡Otra vez, viejo! ¡Qué pesado! Ya te he dicho mil veces que no pienso tener hijos. No pienso quedarme 9 meses con un niño dentro de mí y luego tener que sufrir los dolores del parto.

- ¿Por qué no te quedas preñado tú?, setenció furiosa.

- ¡Ya lo está!, apostilló el pequeño, siempre al acecho, señalando mi "generosa" barriga.

Y así, eludiendo el tema de los nietos, mis dos vástagos comenzaron a descojonarse, lo cual facilitó que mi hija se relajara y me "regalase" una lección gratuita de ideología LGTBI.
Mi joven empoderada (joío palabro) me largó un rollo patatero sobre las diferencias entre sexo y género. Me ilustró apasionadamente, explicándome que, en realidad, muchos "trans" estaban confundidos porque no diferenciaban correctamente entre lo que era sentir su propio cuerpo a nivel biológico (sexual) y a nivel cultural (género). Llegó a su propia conclusión (que no recuerdo) y, a continuación, pillándome en braguillas, me soltó:

- ¿Tú qué crees, viejo?

Yo le solté una sarta de sinsorgadas (en realidad no he reflexionado suficientemente sobre el tema en cuestión). Y mi hija, frunciendo ligeramente el ceño, seguramente advirtiendo que yo no tenía ni pajolera idea, se volvió a su habitación despidiéndose con un condescendiente vale.

Me preocupé, porque antes pensaba que mi hija no quería tener hijos por cabezonería propia de adolescentes, pero, tras comprobar que su decisión estaba tan bien meditada y fundamentada, sentí pánico: ¿me negaría mi hija la Gracia y la dicha de ser abuelo?

Caí en la cuenta, entonces, de que los tiempos, las costumbres, valores y creencias, estaban cambiando demasiado rápido; tan rápido que la vida, lo que para mí significaba el hecho de estar vivo y religado a la naturaleza, se estaba olvidando y, peor aún, se estaba despreciando sin ningún disimulo. Otras nuevas conciencias (ideologías) se están mostrando ahora desnudas en el claro del bosque. Nuevas "verdades" seducen a nuestros hijos y nos los arrebatan; nuevos modos de ser que nos niegan la esperanza en un futuro mejor; un futuro con hijos y con nietos.

¡Joíos niños! Recordé la expresión que repetía machaconamente un amigo de mi padre (tuvo 6 churumbeles). Cada vez que alguno de sus hijos se la liaba parda, se quejaba soltando su "¡joíos niños!", pero siempre con la boca chica, porque aquel buen hombre sabía, a pesar de todo, que sus hijos eran lo más valioso que tenía.
Los hijos, por mucho que nos toquen los huevecillos (como yo suelo decir), son lo más valioso de nuestras vidas... al menos de momento y hasta que una ideología supremacista  dicte lo contrario.

viernes, 8 de mayo de 2020

DISONANCIA COGNITIVA Y L A APUESTA DE PASCAL (golpe en Cataluña)



INTRODUCCIÓN

Hace poco más de un año, leí que algunos integrantes del gremio de la psicología explicaban a los medios, y también a la ciudadanía necesitada de engaños, que los secesionistas catalanes padecían un claro trastorno de disonancia cognitiva. Dicho trastorno explicaría la sintomatología delirante y la evidente desconexión entre realidad-ficción que caracterizan al fanático de la Terra (catalanes independentistas).

El ciudadano medio, pero también muchos analistas e intelectuales, se congratularon, entusiasmados, de que algunos estudiosos de la mente humana hubiesen dado con el diagnóstico del mal que aquejaba al tontiloquismo provinciano.

¿De verdad? ¿Realmente creen haber dejado al desnudo los mecanismos psicológicos que subyacen en el autoengaño cínico? Yo creo que no.

PERSPECTIVA ONTOLÓGICO-FILOSÓFICA

¿Qué es la disonancia cognitiva? Podríamos decir, siguiendo a Ortega, que es la discrepancia entre el yo y las circunstancias; la no coincidencia entre el sujeto y su mundo; es la natural e inevitable diferencia entre lo que queremos o creemos ser y lo que realmente somos.
La disonancia cognitiva, pero, no es una particularidad (patología) exclusiva de determinados individuos o grupos humanos, sino que es un universal que afecta al conjunto de la humanidad; es el choque entre ser y pre-ser que se da en la conciencia de manera constante y dinámica.

La disonancia cognitiva es ontológica y constitutiva del ser humano; es la enfermedad a la que se refiriera Unamuno en su “Del sentimiento trágico de la vida”; esa enfermedad del alma, terrible, que nos insta a creernos dioses, cuando, en realidad, somos tan solo seres indigentes cuyo único destino fatal es ser para la muerte.

Los primeros síntomas o padecimiento de disonancia cognitiva surgen a edad temprana en todos nosotros, cuando nuestra inteligencia comienza a desarrollarse y entramos en contacto con el apasionante mundo a través de la operatividad abstracta (Piaget). No tardamos en pensar en la muerte, en lo absurdo que es la existencia, y nos decimos a nosotros mismos que, por fuer, debe haber algún sentido último, una razón o un porqué que justifique nuestras vidas. La realidad nos dice que no, que solo hay muerte, pero nuestro orgulloso y altivo Yo, nuestro yo absoluto-relativo, que diría Zubiri, se niega aceptar el sinsentido del ser.

Tras la irrupción en nuestras vidas de esta dolorosa disonancia cognitiva ontológica, que bien podría interpretarse como una caída en términos heideggerianos, nuestra inteligencia se ve impelida a trabajar y buscar (razonar, crear e idear...) para salvar al Yo de la angustia vital; para mitigar su dolor y frenar pulsiones suicidas. Ya dijo Albert Camus que la finalidad de la filosofía consistía, en última instancia, en huir del suicidio (parafraseo).

Será entonces, ante la aparición del dolor de una época, cuando las conciencia colectivas salvadoras, religiosas, ideológicas, místicas o criptobudistas, aprovecharán para proponer sus respectivas curas a las atormentadas conciencias individuales

LA CURA DE PASCAL (solo para cínicos)

Todas las propuestas religiosas e ideológicas surgen, en primer lugar, como curas del alma; como promesas de esperanza y salvación. Si el individuo tiene fe en la causa de una cosmovisión redentora, cualquiera, entonces se salvará, pero deberá, primero, sacrificarse por dicha causa.
El primer sacrificio que toda causa demanda a un individuo es que, para hacerla suya, debe creer en sus dogmas. Si el individuo es un ingenuo, un "alma bella", creerá ciegamente y se convertirá en un fiel devoto. Pero,  ¿y si el individuo es una persona inteligente que ha visto las ventajas de creer en una causa, aunque sospecha o, peor aún, es consciente de la falsedad de la misma?

En no pocas ocasiones, los individuos se ven inmersos en dilemas existenciales, la mayoría de las veces dilemas ético-morales. El dilema surge siempre cuando el sujeto es consciente de la discrepancia entre realidad y deseo.
Pongamos por ejemplo, para el tema que nos ocupa, el caso del independentismo catalán.

La realidad le muestra a un tontiloco, nítidamente y razón mediante, que Cataluña es España.
El deseo, pero, le insta a creer, a través de sentimentalismos emocionales, que Cataluña no es España.

Efectivamente, lo que se plantea en la conciencia del sujeto es un dilema, una discrepancia entre deseo y realidad, pero esta disonancia cognitiva es común, como señalé en mi introducción, a la generalidad de los seres humanos. Podremos, perfectamente, desear ser millonarios, pero la realidad nos mostrará, terca y obstinadamente, que somos pobres. Francisco, mi vecino, desea ser Napoleón, pero tan solo es Paco, el hijo de la Justina.
¿En qué momento podremos hablar de disonancia cognitiva como patología? Pues sólo cuando el individuo, en vez de afrontar dicha discrepancia como un componente constitutivo de sí mismo (todos somos eternos soñadores) dé un paso más y rompa todo vínculo con la realidad. Esta ruptura o paso definitivo para negar la realidad lo dará el loco, pero no el cínico.

De hecho, el tontiloco provinciano es un cínico, pero no un loco. Fue Unamuno, sagazmente, quien añadió el adjetivo de tonto al de loco, formando un neologismo (tontiloco) que debería ser utilizado con más frecuencia, no como insulto, sino como acertada descripción de un modo de ser; una forma de ser deshonesta y tramposa.
El tontiloco no es un auténtico creyente, ergo tampoco padece una auténtica disonancia cognitiva; tan solo hace suya la apuesta de Pascal, demostrando que de tonto no tiene ni un pelo.

La apuesta de Pascal constituye, en sí misma, lo que podríamos considerar un autoengaño consciente, ya denunciado por Unamuno en su "Del sentimiento trágico de la vida". Decía Pascal que lo más conveniente, ventajoso y práctico (todo puro utilitarismo) era creer en Dios. Creer en Dios se convertía, según los argumentos de Pascal, en una apuesta segura. Si Dios existía realmente, habríamos hecho bien en creer, pero si resultaba que Dios no existía, tampoco habríamos perdido nada por haber creído. Es decir, con la apuesta en la fe, léase el deseo de creer, el individuo ganaba siempre.

Pero, como bien supo ver Unamuno, la fe que propugnaba Pascal era una fe impostada; era, en realidad, un autoengaño consciente, no una fe auténtica. Sloterdijk, más recientemente, se ha referido a dicha trampa, urdida por la conciencia creyente, como el producto de una autohipnosis consciente.

CONCLUSIÓN

El tontiloco catalán, es en realidad un cínicoloco, pues no padece disonancia cognitiva, menos aún delirios de fantasía, como sostuvo el juez Marchena para disculpar el proceder del golpe secesionista. Un cínicoloco es, en realidad, más cínico que loco; es un astuto pragmático que ha aprendido mucho de Pascal. El cínicoloco ha aprendido que le resulta ventajoso apostar en la creencia de la nación catalana. De hecho, si el secesionista lleva hasta las últimas consecuencias su ruptura con la realidad y vence, todo habrá valido la pena, pero si fracasa tampoco pasará nada, porque siempre habrá un Marchena o un socialcomunista a mano para disfrazar de locura o patología lo que no es sino pragmático cinismo.


viernes, 1 de mayo de 2020

LA DIALÉCTICA DE LAS LÁGRIMAS (Solón vs Pablo Iglesias)



INTRODUCCIÓN


Las “izquierdas posmodernas” españolas, es decir, los “progresistas” de siempre, ahora sanchificados y podemizados, se obcecan en seguir negando la realidad para, así, ajustarla mejor a sus “idealistas conciencias”.


Nuestros posmodernos continúan creando posverdades (falsas verdades) y ficticias realidades; se siguen obstinando en creer, autohipnosisis sugestivas mediante, en sus sentimentales mundos de Yupi.
Pero estos infames, tras pervertir la razón e instrumentalizarla, aún están llegando más lejos, atreviéndose, incluso, a pervertir los sentimientos más puros y honestos, hasta convertirlos, también, en herramientas al servicio de sus intereses bastardos.


EL SENTIMENTALISMO INSTRUMENTAL


De la misma manera que la “razón ilustrada” devino “razón instrumental”, orientada a la consecución de determinados fines concretos, la otrora espontánea expresión de las emociones también está siendo forzada a convertirse en falsa representación psicoestética; en nuevo sentimentalismo instrumental al servicio de nuevas conciencias ñoño-soñadoras.
Así, la razón lógico-tradicional de nuestros padres está siendo sustituida por la razón estético-sensible de nuestras madres. Pero no, ni siquiera eso, pues la razón de nuestras madres, aunque ebria de emotiva empatía, todavía estaba religada a la realidad, a la tierra, a la vida… a la verdad.

Ahora, sin embargo, se impone la ficticia verdad femimarxista y su “ideología de género”; una “verdad” que nada o muy poco tiene que ver con la razón de ser histórica de los respetables matriarcados tradicionales.
Femimarxistas y podemitas, ellos, ellas y elles, y la madre que los parió a todos, están pervirtiendo los sentimientos más puros, necesarios para la catarsis de las almas más atormentadas, hasta convertirlos en impostadas “bufonadas ideológicas”.


LAS LÁGRIMAS DE CARNE Y HUESO DE SOLÓN


Unamuno, en su “Del sentimiento trágico de la vida”, cuenta el episodio acaecido entre un poderoso gobernante (cuyo nombre recuerdo) y el sabio Solón.
Estando Solón llorando amarga y desconsoladamente, tras la muerte de su hijo, se le acercó un rey para preguntarle “por qué lloraba”. En el parecer del poderoso, no denotaba demasiada sabiduría lamentarse por un hecho ya irremediable. ¿No ves, preguntó el gobernante a Solón, que llorar no sirve de nada?


Y Solón le contestó: - Pues, precisamente, por eso lloro, porque no sirve de nada.


Las lágrimas de Solón surgían de la impotencia y de la frustración, eran el fruto de la catarsis, sincera y honesta, de un alma verdaderamente atormentada; un alma que sabía que ya NADA podía hacer para devolverle la vida a su hijo. Eran lágrimas humanas, pero también, como diría Don Miguel, eran lágrimas de “carne y hueso”. No eran, en absoluto, lágrimas instrumentales.


LAS LÁGRIMAS PSICOESTÉTICAS DE PABLO IGLESIAS


Los patéticos psicodramas representados por Pablo Iglesias, a través de llantos impostados, falsos y bufonescos, nos provocarían la risa, incluso las carcajadas más despiadadas, si no fuera porque bajo la apariencia de su fingida “sensibilidad humanista” se esconde un ser sin alma. Peor aún, se esconde un “destructor de almas”, un individuo despreciable que, con su proceder, alimenta la sospecha de que cualquier llanto, como el suyo propio, pueda ser, tan solo, un impostado “llanto instrumental”. 


Lo verdaderamente grave de todo el pensamiento estético-sensible posmoderno no radica en que éste se postule como una mentira cínica y descarada, que también, sino que consiste en negarles a los últimos hombres de carne y hueso la posibilidad de poder llorar sin que ello sirva para NADA; llorar, tan solo, para purificar el alma; llorar para exorcizar el sentimiento trágico de vivir…


Lo trágico de las lágrimas de Pablo Iglesias es que su “calculada instrumentación” niega la verdad de otras lágrimas más sinceras y honestas, lágrimas inútiles, pero necesarias para el espíritu, como las del sabio Solón.

miércoles, 29 de abril de 2020

EL CAPITAL Y LA MORAL MARXISTA

INTRODUCCIÓN


"El manifiesto comunista" constituye un acertado análisis que explica cómo, a lo largo de la historia, unas reducidas élites oligárquicas (poderes señoriales) se apropiaron de la fuerza del trabajo de los individuos: mediante la relación señor-esclavo en la antigüedad, señor-siervo en la EM hasta llegar a la relación burgués-obrero o capitalista-proletario que se estableció a partir de la Revolución industrial.
A lo largo de la historia se han dado, por tanto, dos formas de dominación a través del trabajo explotador:

La primera: durante la antigüedad (sistema esclavista) y el feudalismo se desarrolló un dominio personal del amo o señor para explotar la fuerza del trabajo de esclavos y siervos.
La segunda: a partir de la Revolución industrial apareció un dominio abstracto, practicado por un nuevo sistema capitalista.

En "El capital", Marx resuelve la paradoja inherente al Capitalismo, el cual no surge del mero intercambio comercial o circulación de bienes, pero tampoco puede surgir si no hay Mercado (intercambio de bienes). A través del estudio y análisis de la evolución histórica del intercambio de equivalencias, Marx descubrirá que la potencia del trabajo humano será el factor que hará posible el incremento del valor de un bien: La plusvalía.

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL INTERCAMBIO DE EQUIVALENCIAS

Desde edades muy tempranas el hombre practicó el comercio como manera de suplir carencias y satisfacer necesidades vitales. Al principio, el intercambio de mercancías se realizaba a través del trueque, es decir, estableciendo equivalencias entre productos de diferente valor. El valor venía determinado por la escasez o abundancia de un producto; por ejemplo, la sal fue un producto al que se le daba gran valor en lugares donde escaseaba y por eso una pequeña cantidad de dicho producto se intercambiaba por grandes cantidades de otros.
Así, por ejemplo, un puñado de sal (bien escaso) podía intercambiarse por varios kilos de frutas (bien abundante).
Pronto se hizo necesario acuñar monedas (dinero) para facilitar los intercambios comerciales. De esa manera el intercambio de equivalencias pasó de ser producto x producto a ser producto x dinero.

Ejemplo: si un camello valía 5 dinares, el comprador lo adquiría por 5 dinares, pero tras no necesitarlo o precisar otro producto más urgente podía volver a venderlo por 5 dinares. No se producía ningún incremento en el valor del bien (camello).

Sin embargo, imaginemos que el individuo que compró el camello por 5 dinares, decidiera volver a venderlo por 8 dinares al cabo de un tiempo. El individuo argumenta que trabajó dedicándose a cuidarlo (proporcionándole cobijo y comida). Dice que hizo al camello más resistente y fuerte, y también que lo adiestró y domesticó para que fuese más útil en determinadas tareas.
¿Qué ha ocurrido?
Ha sucedido que el comprador ha incrementado el valor de la mercancía (camello) a través de su potencia de trabajo. Vende el camello más caro porque ahora éste tiene un plusvalor. Ya no es el mismo camello, sino que es un camello mejor.

Este individuo descubrirá que para incrementar el valor de su compra (inversión) debe trabajar, pero pronto descubrirá también que para crear más plusvalor, necesitará más fuerza de trabajo: esclavos y/o trabajadores. Vio que comprando 10 camellos a 5 dinares cada uno (50 dinares) podría venderlos, al cabo de un tiempo, por 80 y obtener una plusvalía de 30 dinares.
De esta manera, el intercambio de equivalencias adquirió una forma más perversa: dinero x dinero, es decir, ya no se intercambiaba dinero a cambio de un producto necesario para suplir carencias y satisfacer necesidades vitales, sino que el dinero se convertía en justificación de sí mismo; ya no era un "medio" (para adquirir bienes y productos) sino que se transformó en un fin en sí mismo. El objetivo del dinero pasó a ser acumular más dinero, es decir, su finalidad pasó a ser producir más capital.
Nuestro comerciante de camellos no tardó en comprar esclavos (nueva inversión) para que trabajaran en la cría y doma de sus camellos. Así aumentaba la producción y las ganancias (plusvalía) a cambio de muy poco: proporcionar techo y comida a sus esclavos. De esta manera se apropiaba de la fuerza del trabajo de sus esclavos en su propio beneficio.
Con la revolución industrial se establecería un nuevo intercambio económico entre burgués (empresario) y asalariado (trabajador): fuerza de trabajo x salario. Se pretendería, de esta manera, que el trabajador también percibiera una parte de la plusvalía generada por aportar su fuerza de trabajo. ¿Pero la parte de plusvalía que recibía/recibe el trabajador era/es suficiente y justa?

EL REPARTO DE LA PLUSVALÍA

No quiero profundizar en este punto crucial para no extenderme en exceso, tan solo señalaré que, como consecuencia de legitimar al Capital como justificación de sí mismo, fue necesario justificar la apropiación de la fuerza del trabajo; fue necesario pervertir el intercambio de equivalencias entre fuerza del trabajo x remuneración (salario) de tal manera que la fuerza del trabajo resultase infravalorada y las riquezas que ésta generase, en forma de plusvalías, les llegasen al empresario capitalista como acumulación de beneficios.

Para poder hacer un reparto justo de las plusvalías generadas por la fuerza del trabajo primero es necesario determinar cuál es el valor de la fuerza del trabajo.
Pero el valor de la fuerza del trabajo no puede objetivarse científicamente como pretendió Marx, considerando valores de cambio (tiempo de trabajo) y valores de uso (necesidad del producto).
El valor de la fuerza del trabajo es aquel que se determinada socialmente en cada momento histórico, es decir, es el valor que la conciencia colectiva de una época justifica como "bueno y justo".
Las primeras prepotencias señoriales, la de los amos y señores, consideraban "buena y justa" la mínima inversión que debían hacer para garantizar la subsistencia de sus esclavos y siervos. El valor de la fuerza del trabajo equivalía a la inversión mínima necesaria para garantizar, tan solo, el alimento y cobijo del trabajador.
Así, en períodos antiguos, el amo o señor consideraba casi nulo el valor de la fuerza del trabajo de su esclavo o siervo, legitimándose dicha explotación como buena y justa, pues ni el esclavo ni el siervo eran considerados como personas portadoras de dignidad y derechos. Cuanto más se infravaloraba el valor de la fuerza del trabajo, más se le expropiaba al esclavo o siervo su fuerza de trabajo, quedando un mayor beneficio económico para el amo o señor en forma de plusvalía.

PLUSVALÍA Y MORAL

Si nos fijamos, para valorar la fuerza del trabajo debemos recurrir, inevitablemente, a justificaciones morales, y no solo económicas (tiempo de producción y necesidades del producto). Si solo se realizara una justificación económica, lo lógico y lo más racional sería que quien deseara obtener beneficios para enriquecerse minimizase al máximo sus inversiones, una de las cuales sería reducir gastos en la fuerza del trabajo (mayor jornada laboral, menos salario, peores condiciones laborales, rigidez autoritaria...).
El tema del valor de la fuerza del trabajo, por tanto, es una cuestión moral. Y la moral, como sabemos, va íntimamente ligada a la razón que, dialéctica histórica mediante, decide en cada momento histórico qué es "bueno y justo" o, sencillamente, qué es "verdad".

La conciencia colectiva o verdad institucionalizada ha ido evolucionando a medida que la razón ilustrada ha ido emancipando y liberando a los hombres, reconociéndoles a estos su dignidad y sus derechos. Y con estos reconocimientos se ha ido revalorizando, paralelamente, el valor de la fuerza del trabajo. Ya nadie acepta que un obrero deba vender su fuerza del trabajo a cambio, tan solo, de comida y cobijo, para garantizar su mera subsistencia.
El trabajador de hoy quiere vivir, no tan solo subsistir, quiere autorrealizarse como persona libre y en libertad.
Ya lo expresó Aristóteles en su "Política" al enunciar que "no se trata solo de vivir, sino de vivir bien". O, como solía repetir mi padre, liberal y en absoluto marxista: "hay que trabajar para vivir, y no vivir para trabajar".
De hecho, Aristóteles diferenció diferentes usos del dinero: una crematística natural, necesaria y útil para vivir, y una crematística superflua, cuyo único fin consiste en acumular riquezas.

Pero sigue existiendo conflicto entre empresarios y/o emprendedores y trabajadores, porque los primeros no están dispuestos a invertir y arriesgar su capital sin la promesa (alta probabilidad) de obtener suculentas plusvalías, y los segundos no están dispuestos a vender su fuerza de trabajo a cambio de miseros platos de lentejas.
¿Quién debe apropiarse de las plusvalías generadas a través de la fuerza de los trabajadores? ¿Debe apropiárselas el empresario, el Estado o los propios trabajadores a través del ejercicio de su propia libertad? ¿Y por qué legitimamos o justificamos que sean unos u otros quienes tengan derecho a apropiarse de las plusvalías? ¿Sería factible la tercera opción, más cercana al ideal anarquista?

Para responder a estas preguntas tenemos que plantearnos, de nuevo, cuestiones morales; ¿qué es bueno o malo, aceptable o inaceptable?

El Capital se ha convertido en un nuevo Dios; en un nuevo ente supremum que proporciona felicidad, no en forma de eterna vida celestial, sino facilitando el goce de los sentidos en el mundo terrenal: más sexo, más diversión, más ocio, todo podrá comprarse con dinero salvo disponer de "tiempo infinito" para vivir.
la Ilustración, a través de la razón, desenmascaró la trampa moral del supremacismo religioso. No debe resultarnos extraño, por tanto, que el liberalismo, hijo de la Razón ilustrada, magnificara y legitimara el capital por el capital como suerte de nuevo Dios; como nuevo sucedáneo de felicidad y promesa de esperanza. De la misma manera que los antiguos creyentes soñaban con un paraíso celestial tras morir, así sueñan los hijos del capitalismo con que, un buen día, les toque la lotería. Todo es sueño y esperanza, todo se reduce a creencia y fe.

Pero, como no podría ser de otra manera, el supremacismo capitalista fue desenmascarado por Marx; el pensador alemán descubrió el autoengaño que subyacía en la trampa moral del capitalismo, de la misma manera que la ilustración liberal desenmascaró la trampa moral inherente a las religiones.

¿Y qué nos propuso Marx? ¿Qué autoengaño articuló el marxismo, en forma de trampa moral, para poder convencernos de que es posible alcanzar una perfecta sociedad "buena y justa"?
La trampa consistió en despreciar a una clase de persona; a aquel tipo de hombre que deseara, ante todo y por encima de todo, ser libre. Así, el marxismo no solo despreció al soberbio liberal, sino también, y de forma harto despectiva, al iluso anarquista. Estas falsas conciencias tendrían que ser negadas y deslegitimadas, primero, y reeducadas, despuésdurante la necesaria dictadura proletaria que seguiría a la revolución socialista.
El marxismo quería, tan solo, a un nuevo tipo de hombre que voluntariamente, convencido en tanto que consciente de ser el portador de una nueva concienca "buena y justa", supeditara su libertad individual al bien común; es decir, que autolimitara su libertad en aras de lograr la auténtica y verdadera conciencia en la perfecta sociedad proletaria. Quería, en definitiva, a un hombre sumiso y dócil que aceptase que el Estado decidiese por él cuál sería el reparto más justo de las plusvalías generadas por la fuerza de su trabajo.


lunes, 27 de abril de 2020

LA ESENCIA ESPAÑOLA vs EL PSOE NIHILISTA



INTRODUCCIÓN
La presente reflexión se me antoja necesaria para comprender mejor el proceder de nuestro actual gobierno socialcomunista (PSOE y Podemos); un gobierno conformado por la suma de diferentes izquierdas indefinidas, todas ellas ebrias de nihilismo negativo; izquierdas que no solo niegan la razón de ser de la nación española, sino que parecen empeñadas en despojarnos a todos de "alma y esperanza". Izquierdas apátridas y cainitas que nos niegan el futuro. De hecho, como ha aseverado Donald Trump, España ha sido destruida, de facto y ante nuestras narices, sin que nadie chistara ni moviera un dedo por evitarlo.

Quiero enfatizar el significado de esencia, entendida ésta como el sentido de aquello que es (por qué y para qué es) para enfrentarlo al concepto de nihilismo, entendido este como "ausencia de sentido apriorístico en el ente".

Un nihilismo positivo negaría los valores y sentidos (esencias) tradicionales, tanto religiosos como culturales, pero, al tiempo, se obligaría a buscar nuevos sentidos, creándolos o construyéndolos.
Sin embargo, nuestro gobierno socialcomunista está ebrio de nihilismo negativo, es decir, niega la esencia del modo de ser español, pero también niega la posibilidad de poder crear o construir nuevos sentidos, conduciéndose a través de "políticas" negligentes y autodestructivas cuyo único fin último parece consistir, tan solo, en mantenerse en el poder de forma perpetua (voluntad de perdurabilidad), como sea y al precio que sea. Caiga quien caiga.

NIHILISMO CÍNICO O NEGATIVO
Algunos analistas se han referido al PSOE de Sánchez como el portador de un proyecto nihilista, reprochándole a dicho partido que hubiese basculado hacia el bloque nihilista de las izquierdas indefinidas. ¿Pero qué podemos entender por bloque nihilista?
Si nos ceñimos a la acepción nietzscheana de nihilismo, deberemos entenderlo como una renuncia u olvido (Heidegger) de los tradicionales valores sublimes, suprasensibles o supraterrenales de nuestros padres. Es decir, el nihilismo supondría des-preocuparse por el sentido del ser (Heidegger), desentenderse del problema teologal (Zubiri); supondría renunciar a la asunción de unos valores éticos-morales que aspirasen a la consecución de un loable, bueno y justo fin último.

El PSOE de Pedro Sánchez, en tanto que conformado por la suma de izquierdas indefinidas extravagantes (grupúsculos femimarxistas), divagantes (filosofías estético-sensibles) y fundamentalistas (IU y Podemos), sería un partido nihilista; un partido sin esencia (sentido o razón de ser), pues ni se obliga a defender un Estado operativo y fuerte, para mantener la integridad de la nación, ni contempla la articulación de un proyecto común para todos los ciudadanos españoles.

Al nihilista no le preocupa Dios porque niega la existencia de Dios (idea suprasensible); pero, aunque diga lo contrario, tampoco le preocupa la moral, ni la justicia ni la libertad (también hipóstasis o sustantivaciones de ideas suprasensibles), porque sin la aceptación de unos valores universales para todos (ya sean los de la verdad de Dios, la de un imperativo categórico moral kantiano o los valores de una verdad constitucional), solo quedaría cínico pragmatismo.
Las izquierdas indefinidas (extravagantes, divagantes y fundamentalistas) ni siquiera creerían en una verdad constitucional, es decir, no defenderían la operatividad de un Estado fuerte en una nación política de ciudadanos.
LA ESENCIA MARXISTA (disfrazada de materialismo)

Las tesis marxistas, aunque Marx pretendiera validarlas científicamente parten de una perversa suposición (a priori) consistente en negar la recíproca influencia, inevitable, entre las fuerzas productivas y la conciencia social. Así, según el materialismo histórico, la infraestructura (medios de producción y fuerza del trabajo) determinarían (otorgarían sentido) a la superestructura (instituciones jurídico-políticas y educativas). 

La crítica más sencilla que desmontaría las tesis marxistas, consistiría, tan solo, en postularlas al revés, es decir, enunciando, en el caso que nos ocupa, que la superestructura o conciencia social es la que determina la infraestructura (relaciones entre fuerzas productivas). ¿Por qué no?
Sin embargo, quienes no somos marxistas, porque no creemos en determinismos hegelianos, sino en el Dasein inmerso en un azarístico devenir vital (realidad y mundo), aceptamos como inevitable la mutua interacción (feedback que se retroalimenta) entre infraestructura y superestructura. Los dos se hacen y se modifican mutuamente a lo largo del devenir histórico. Y a partir de dicha interacción se construyen las esencias que han de dar sentido a la existencia humana.

El empeño del comunismo, siguiendo obstinadamente las tesis marxistas, ha consistido en buscar la transformación (revolución mediante) de las relaciones de producción por tal de hacerlas más justas y crear una nueva conciencia social. Más justas, sí, pero desde la valoración (juicio) de una conciencia que, a priori, ya había hecho suya la cosmovisión teleológica del idealismo absoluto hegeliano: la esencia (sentido de ser) de la historia consistiría en consumarse en un fin último o absoluto, que sería la perfecta y feliz sociedad socialista.
He remarcado con mayúsculas la palabra esencia (entendida como sentido o razón de ser) porque el marxismo es, en mi opinión, esencialista, como cualquier conciencia religiosa y/o ideológica. El marxismo construyó toda una teoría ad hoc (a través del materialismo dialéctico e histórico) tan solo para legitimar una pre-conciencia (modo de pre-ser) ante las demás conciencias, no solo despreciándolas, sino cosificándolas y calificándolas de enemigas.

Algún día nuestros marxistas deberán explicarnos por qué, todavía a día de hoy, debemos presuponerles a ellos una moral superior a la del judeocristianismo o incluso a la de otros supremacismos (islamistas o fascistas).

VOLVIENDO AL TEMA DE LA ESENCIA
No podemos comenzar a construir una casa sin, primero, diseñar unos planos, es decir, sin primero tener en consideración no solo deseos y gustos estéticos, sino también teniendo en cuenta las características del terreno donde pretendo edificar. Pero para poder integrar mi yo en unas determinadas circunstancias debo, primero, conocerme a mí mismo, es decir, debo saber quién soy, qué quiero y para qué lo quiero. Debo conocer mi esencia (conocer la razón de ser de mi yo). Del mismo modo, para poder articular y/o vertebrar una sociedad deberé hallar y/o construir (tanto dará al cabo) una cosmovisión a priori (interpretación del mundo, del hombre y la realidad) que me permita planificar el modo de ser futuro de dicha sociedad; deberé encontrar una razón de ser (esencia) que justifique la creación de un tipo concreto de sociedad. ¿Quiero una sociedad más justa o una sociedad más libre? 
Marx, su pre-conciencia o modo de pre-ser creyó (fundamentalismo ideológico) que la justicia sería la meta fundamental a alcanzar para lograr el fin último de una nueva conciencia social que permitiría la consecución de una "sociedad feliz".

Me descojono, de verdad, de quienes se dicen antiesencialistas, porque todos somos inevitablemente esencialistas; todos somos creyentes en tanto todos hacemos nuestras unas determinadas cosmovisiones teleológicas que proporcionan sentido y significado a nuestras vidas. Todos, menos quizás, el nuevo socialcomunismo que se ha hecho con el poder en España.
Tan creyente es el esencialista religioso como el ideológico, ya sea liberal o marxista; pero también son creyentes los nacionalistas e incluso los ateos (cuya esencia es no creer en la esencia). Son esencialistas todos cuantos proyectan y construyen por tal de lograr un fin último común con aspiración de presunta universalidad.

Sin embargo, nuestro actual gobierno de ineptos e inútiles socialcomunistas no proyecta ni construye, no planifica, no organiza ni se obliga a defender la unidad España. 
¿Podríamos decir, por tanto, que España está en manos de cínicos nihilistas que nos conducen hacia la autoinmolación como nación? Ni siquiera los marxistas-leninistas (esencialistas al cabo) se hubiesen atrevido a tanto... ¿o sí?