domingo, 26 de marzo de 2023

ORTEGA FRENTE A GUSTAVO BUENO

INTRODUCCIÓN

Los discípulos de Gustavo Bueno no pierden ocasión en descalificar a Ortega y Gasset, sobre todo debido al sueño del filósofo madrileño de poder articular un Estado supranacional europeo; un sueño o posibilidad real histórica que el propio Ortega confesó anhelar en su "Rebelión de las masas" (prólogo para franceses de 1937).

La principal crítica del MF (materialismo filosófico) al pensamiento de Ortega parte de considerar (craso error) que Ortega era un "idealista" y, por tanto, éste también se servía de una filosofía idealista (fantasiosa) para intentar "salvar a España" a través de Europa; a través de un Estado supranacional europeo. 

Desde luego, es bien cierto que el propio Ortega escribió en el citado Prólogo para franceses de 1937, de su "Rebelion de las masas": 

" La figura de ese Estado supranacional será, claro está, muy distinta de las usadas...".

¿Pero cómo imaginó Ortega que sería la figura de su hipotético Estado supranacional europeo?  Pues, como intentaré demostrar a continuación, no lo imaginó desde una perspectiva idealista, sino desde la articulación de un Estado supranacional raciovitalista y operativo, en absoluto habermasiano,

De hecho, el propio Ortega, como si intuyera que décadas más tarde Gustavo Bueno le tildaría de idealista, dejó escrito en su "Rebelión de las masas":

"No es, pues, debilidad ante las solicitaciones de la fantasía ni propensión a un "idealismo" que detesto, y contra el cual he combatido toda mi vida, lo que me lleva a pensar así. Ha sido el realismo histórico el que me ha hecho ver que la unidad de Europa no es un "ideal", sino un hecho".

EUROPA COMO HECHO, NO COMO IDEAL

Fijémonos cómo el propio Ortega dejó bien claro que él no era un idealista (enfatizo en negrita), porque no consideraba que la unidad de Europa fuese un ideal, sino un hecho consumado a través de lo que Ortega denominó realismo histórico.

Es cierto que Ortega apeló a la defensa de un proyecto civilizador supranacional, ¿pero ese proyecto civilizador suyo cómo habría de ser? ¿Debería ser un proyecto plurinacional, al modo de un Estado confederal que preservara las diferentes soberanías nacionales integrantes? ¿O, por el contrario, debería constituirse como una proyecto federal, al modo de la socialdemocracia habermasiana, arrebatándole a los países miembros sus respectivas soberanías nacionales?

El problema de Ortega es que no argumenta cómo podría llegar a articularse ese Estado supranacional europeo que, según él, debería ser, al tiempo, unificador pero también plurinacional.

Ortega se limita a decir al respecto:

"Esta idea acrobática (articular un proyecto supranacional unificador y plurinacional) , chocaría con los hombres de cabezas toscas".

En esta sustancialización del "europeísmo", entendido como alianza entre iguales, que no deja de ser una idea hipostasiada en la conciencia, podría radicar el carácter idealista, acrobático, humanista y soñador, de la propuesta orteguiana. Aunque, según Ortega, su propuesta era complicada (acrobática), pero no imposible.

La idea supranacional de Ortega, en su parecer, no sería un imposible ideal, sino que sería un proyecto difícil de llevarse a la praxis por culpa de los hombres de cabezas toscas.

¿Quiénes eran estos hombres de cabezas toscas a los que se refiere Ortega?

El propio Ortega responde: 

Son cabezas pesadas nacidas para existir bajo las perpetuas tiranías de Oriente.

Y a continuación nos describe cómo son estas cabezas pesadas, que se dejan seducir por las promesas de las tiranía de Oriente (léase comunistas):

Este hombre-masa es el hombre previamente vaciado de su propia historia, sin entrañas de pasado y, por lo mismo, dócil a todas las disciplinas llamadas internacionales... tiene sólo apetitos, cree que tiene sólo derechos y no cree que tiene obligaciones; es el hombre sin la nobleza que obliga. 

No creo, después de leer esta definición de hombre-masa (hombre de cabeza tosca o pesada vaciado de su propia historia) que Ortega hiciera suyo, hoy, el ideario globalista de la Europa habermasiana; un proyecto supranacional que, precisamente, arrebata a las naciones que lo integran su soberanía nacional y su pasado para, así, ensayar un nuevo internacionalismo muy inspirado en las marxistas tiranías de Oriente, pero edulcorado bajo la apariencia de una socialdemocracia talantera.

NACIÓN PARTICULARISTA VS NACIÓN FRAGMENTARIA

Creo que la mayoría de los discípulos de G. Bueno, salvo Manuel F. Lorenzo, no han leído a Ortega con suficiente atención expectante; no han sabido ver las evidentes coincidencias entre determinados postulados del MF y la filosofía raciovitalista, que no idealista, de Ortega y Gasset.

Explica Manuel F. Lorenzo en su libro "Nacionalismo contra globalización" (2021):

Ortega ha sido el chivo expiatorio de los actuales anti-europeístas (entre ellos los seguidores de G. Bueno) que nos recuerdan la famosa frase del filósofo madrileño "España es el problema, y Europa la solución". Pero la Europa actual es una oligarquía de políticos, banqueros y medios de comunicación, caracterizada por la mediocridad de un europeísmo utópico que sueña con ceder soberanía, no importa cuánta, a una Europa Federal. Ortega nunca defendió tal cosa, pues en su concepción de unidad europea se suponía una fuerte política nacionalizadora en España (contra los particularismos periféricos) y no una mera cesión supranacional de competencias estatales. Ortega tenía otra filosofía muy diferente del papanatismo europeísta hoy dominante... y se atrevió a proponer una nueva filosofia llamada raciovitalismo.

A Ortega, sin embargo, se le ha criticado tanto o más que a Julían Marías, su discípulo, por definir la nación española como un sugestivo proyecto de vida en común articulado en la unidad desde la pluralidad. También Julián Marías nos dejó una definición poco afortunada: España es una nación de naciones; una definición que se han apropiado las izquierdas federalistas y que Gustavo Bueno, por cierto, trituró de forma impecable.

Sin embargo, el propio G. Bueno definió la nación española como una nación envolvente; es decir, como una nación que "envolvió" (leáse en términos piagetianos de asimilar y acomodar) a otras nacionalidades, dando lugar a la unidad de un superior conjunto plural.

La nación histórica española (constituida a lo largo de la historia) fue envolviendo y/o integrando en un proyecto común más amplio y unitario al resto de pueblos (naciones) de su entorno.

La idea común que subyace en las definiciones, tanto de Ortega como de Marías o G. Bueno, insiste en un mismo hecho: España se hizo nación a través de un principio de incorporación o constitución de unidades sociales superiores (Julián Marías).

Insisto: tanto el raciovitalismo orteguiano (realismo histórico) como el MF coinciden al reconocer que España se fue haciendo a través de hechos, a partir de un devenir histórico que Julián Marías llamó trayectorias históricas reales.

Hay, pues, una clara coincidencia entre el raciovitalismo y el MF al entender cómo se forjó la nación histórica española, como un proyecto integrador y continuista, y ello al margen de que cada propuesta filosófica se valga de diferentes terminologías conceptuales para expresar la misma verdad.

Estas diferencias conceptuales podemos observarlas en el modo en que cada filósofo denominó a los particularismos regionalistas. Ortega utilizó el término nacionalismo periférico y Gustavo Bueno el de nacionalismo radical, pero, en ambos casos, esos modos de ser eran particularismos degenerados en tanto que secesionistas:

"En efecto, nuetra crítica al nacionalismo radical...deriva de su consideración de concepto particular degenerado ("España frente a Europa" de G. Bueno).

Así pues, tanto la filosofía raciovitalista de Ortega como el MF de G. Bueno trituraron el idealismo secesionista, aunque hay que reconocer que G. Bueno fundamentó su crítica mucho mejor que el filósofo madrileño.

Los objetivos últimos de la nación particularista (Ortega) y los de la nación fragmentaria (G. Bueno) eran los mismos: romper la unidad e integridad de la nación española.

Pero Ortega y Bueno no coincidieron tan sólo al explicar cómo se fue haciendo España, integrando o envolviendo a otras realidades nacionales posibles,  sino que los dos filósofos entendieron que la forma política del imperio era la mejor posible para civilizar y preservar la razón de ser de Occidente,

IMPERIO GENERADOR  (EUROPA CONFEDERAL VS EUROPA FEDERAL)

Insisto: no basta con decir, como dicen los discípulos de Gustavo Bueno, que Ortega era idealista en tanto que europeísta. No basta.

Para empezar habría que diferenciar entre el europeísmo de Ortega (de carácter confederal) del europeísmo federal de la socialdemocracia habermasiana (ver Manuel F. Lorenzo). Pero, sobre todo, deberíamos diferenciar entre los pretéritos fines que inspiraron la articulación de la supranación europea orteguiana de los fines que actualmente persigue la supranacion europea habermasiana.

Demos, por tanto, unas pequeñas pinceladas para explicar las diferencias entre un proyecto político de unidad confederada y otro articulado desde una unidad federal.

Una supranación europea confederada (como la pensó Ortega) sería una unidad integradora de pluralidades nacionales, donde cada nación preservaría su propia soberanía nacional participando, al tiempo, en la política de un superior proyecto común europeo. Una supranación europea federal, sin embargo, articularía un fuerte poder central que anularía o  limitaría la soberanía nacional de los diferentes países integrantes.

La supranación europea de hoy, socialdemócrata en esencia, posee un marcado carácter federal, es decir, pretende anular la soberanía nacional de las diferentes naciones que la integran. Desde Bruselas se decide el destino de las diferentes naciones. Y aquellas naciones europeas que se muestran díscolas disidentes, defensoras de sus respectivas razones de ser nacionales, son coaccionadas, amezadas y castigadas (sancionadas económicamente).

No, la Europa que anheló Ortega no era la Europa habermasiana, idealista y socialdemócrata, que hoy padecemos. La Europa orteguiana era más aristoi e imperialista, no solo por salvaguardar las diferentes soberanías nacionales, sino porque sus fines comunes, como bien he subrayado anteriormente, eran muy diferentes a los de la actual supranación europea.

Escribió Ortega:

La probabilidad de un Estado Europeo se impone necesariamente. La ocasión que lleve súbitamente al proceso puede ser cualquiera: por ejemplo, la coleta de un chino que asome por los Urales o bien una sacudida del gran magma islámico.

Dos fines, los mismos que el imperio generador de Gustavo Bueno, perseguía la supranación orteguiana: generar un proceso civilizador occidental y salvaguardar al mismo de amenazas externas, las islámicas y la del gigante chino que ya comenzaba a "despertar".

La Europa habermasiana, por el contrario, facilita la disolución de la razón de ser occidental, no solo dejándola indefensa ante amenazas externas (Islam), sino dinamitando, desde dentro, las diferentes soberanías nacionales que son, al cabo, las últimas depositarias de tradicionales valores trascendentales y la última defensa frente a lo que Ortega llamó pseudomorales eslavas (comunismo).

Mi tesis es la siguiente: la idea de imperio generador de Gustavo Bueno coincide con la idea orteguiana de una Europa supranacional confederal. Podríamos decir, grosso modo, que ambos filósofos creían en la articulación de lo que podríamos llamar un imperio confederado; es decir, una gran supranación (imperio europeo) operativa y generadora de principios civilizadores (no depredadores) que, al tiempo, salvaguardara su propia razón de ser.

He aquí las dos características principales que comparten el imperio generador de Bueno y la supranación confederal de Ortega.

1) Generar y difundir la moral de una civilizadora razón superior (Occidental).

2) Garantizar la supervivencia del imperio generador defendiéndolo de las amenazas de otras morales. 

No cabe duda de que tanto el raciovitalismo orteguiano como el MF se refieren a proyectos muy parecidos, llámense supranacionales o imperiales, pero, en ambos casos, proyectos que se constituyen desde una unidad superior envolviendo a otras pluralidades (regionales y/o nacionales); proyectos que tienen como fin desarrollar un proceso civilizador que ha de ser defendido.

La principal diferencia entre las propuestas "imperialistas" de Ortega y Bueno no está, por tanto, en los mismos fines que ambas comparten, sino en el quién, quién debería liderar ese proyecto civilizador occidental salvaguardándolo de enemisgos internos y externos (comunistas e islamistas).

Ortega, como sabemos, creyó que dicho líder (salvador de Occidente) debería ser una supranación europea, pero en absoluto una supranación habermasiana (léase socialdemócrata), sino un proyecto unitario de carácter confederal o "imperialista", como se prefiera. Sin embargo, G. Bueno desconfiaba de Europa, porque la Europa actual, sumida en la decadencia y la falta de convicción moral, no solo ataca a las diferentes soberanías nacionales, sino que es incapaz de articular eficaces políticas operativas para preservar su propia razón de ser. De hecho, la propuesta de G. Bueno es más osada que la orteguiana: debería ser España la que liderara un nuevo proyecto civilizador (hispanoaméricano), asiéndose a los restos del naufragio de lo que fue el imperio generador español. 

España, hoy como ayer, siempre frente a Europa.



miércoles, 15 de marzo de 2023

LA PERSONALIDAD Y LOS DIFERENTES MODOS DE SER

INTRODUCCIÓN

Desde la filosofía, pero también desde la sociología, la antropología, la biología y, sobre todo, desde la psicología, diferentes ramas del saber se han formulado la siguiente pregunta:

¿Somos quienes estamos predestinados a ser, ya sea por designio divino o imperativo biogenético, o somos lo que la sociedad, nuestro medio y circunstancias, nos instan a ser  a través de condicionamientos y moldeamientos psicosociales y culturales?

La humanidad lleva tiempo intentando dar respuesta a esta crucial cuestión, pero no sólo por un desinteresado amor al saber, sino porque, históricamente, han sido numerosas las religiones e ideologías que han fundamentado sus cosmovisones (interpretaciones sobre el mundo y el ser humano) a partir de un determinado prototipo o modo de ser hombre, es decir, a través de lo que Heidegger llamó un Dasein histórico.

SIN ALMA SOMOS GANADO HUMANO

Cuando Nietzsche proclamó solemnemente su célebre "Dios ha muerto", no estaba tanto anunciando la muerte de un ente supremo celestial, que también, como la negación de que cualquier esencialismo y/o idea suprasensible (Dios, alma, espíritu...) pudieran ser elementos constitutivos del modo de ser humano.

Así pues, el comienzo de la modernidad arrancó con la desocultación de una terrible verdad:

Las distintas personalidades de los seres humanos, los diferentes modos de ser en y con-el mundo, no estaban predeterminadas por designios divinos, sino por factores biogenéticos y/o socioculturales.

Este nuevo modo posmoderno de considerar al ser humano como una copia (herencia genética) de sus progenitores o como el resultado de un moldeamiento sociocultural, tiene sus referentes más lejanos en la "Política" de Platón, donde el filósofo griego ya pensó que para articular su república ideal sería necesario, primero, criar y domesticar un determinado tipo de ganado humano.

El filósofo Peter Sloterdijk ha utilizado, no sin cierta intencionalidad maliciosa, el concepto de ganado humano (ver "Normas para el parque humano") para referirse a los individuos que, a lo largo de la historia, fueron moldeados en las granjas-escuelas a través de antropotécnicas humanistas, es decir, a través de herramientas civilizadoras y uniformadoras.

La intención de Platón, como la de cualquier humanismo desde los tiempos de la antigua Roma, fue la de crear hombres comprometidos con la polis; individuos cuyas personalidades individuales quedaran diluidas en un gran YO o conciencia colectiva. Se trataba, ayer como hoy, de crear una masa uniforme fácil de pastorear (leáse manipular y adoctrinar).

LA CONCIENCIA COLECTIVA

El marxismo fue la ideología del SXX que con mayor celo dogmático ensayó la creación de un nuevo modo de ser hombre: el modo de ser proletario, un modo de ser y estar en el mundo que le exigía al buen ciudadano sacrificar su personalidad individual poniéndola al servicio de una gran personalidad o conciencia colectiva.

La respuesta al supremacismo marxista, conciencia prepotente que negaba al resto de conciencias, llegó en la forma del nacionalsocialismo, el cual postularía un nuevo modo de ser humano: el modo de ser ario.

La conciencia marxista consideró que el modo de ser hombre (el nuevo hombre proletario) podía moldearse y crearse a través de pedagogía social institucionalizada por el Estado.  De hecho, fue en la ya extinta URSS donde se desarrolló la reflexología rusa, una predecesora de la psicología conductista que consideraba que el modo de ser de cada individuo (su personalidad) se originaba a partir de procesos neurológicos y bioquímicos entre el sujeto y su medio circundante. La conducta, sostenían, no dependía tanto de factores internos del individuo (cognitivos y emocionales) como del intercambio entre estímulos y respuestas. La conducta humana, por tanto, era susceptible de poder ser condicionada o moldeada; susceptible, en definitiva, de poder ser manipulada y adoctrinada para dar forma a concretos modos de ser hombre.

El nacionalsocialismo, por su parte, y siguiendo también la vía cientifista de la URSS, postuló la herencia biogenética (la raza) como el componente esencial a apartir del cual se originaría el conjunto de rasgos de personalidad que definirían, a su vez, el modo de ser del individuo. En este caso, un modo de ser ario.

Obsérvese que ambos supremacismos, marxista y nacionalsocialista, perseguían la consecución de utópicas sociedades futuras; sociedades que, por fuer, para alcanzar sus metas ideológicas debían estar habitadas por un concreto modo de ser hombre (proletario o ario). Ambas ideologías dogmáticas, por tanto,  negaron y combatieron al resto de conciencias, principalmente a las de corte liberal y anarquista.

Estas conciencia colectivas, endiosadas, determinaron qué rasgos de personalidad, por tanto, debía compartir el conjunto de la ciudadanía. A los ciudadanos, en definitiva, se les exigía que diluyeran su yo individual en un yo colectivo. Ni el marxismo ni el nacionalsocialismo podían tolerar la disidencia ideológica y por ello la combatieron sin piedad, bien a través de gulags (URSS) o campos de exterminio (Alemania). Ser tildado de burgués en la URSS de Stalin podía ser tan terrible como ser etiquetado judío en la Alemania del III Reich.

No hubo diferencias significativas entre las diferentes antropotécnicas o herramientas de cría y domesticación que emplearon la conciencia marxista y la nacionalsocialista, salvo la "oportunidad" (entrecomillado malicioso) que ofrecía el marxismo a los disidentes para poder ser reeducados por el Estado. Los judíos ni siquiera tuvieron esa "oportunidad" redentora, porque la herencia biogenética no era susceptible de poder modificarse como, en teoría, sí podía ser modificada la conducta. 

Tras la II Guerra Mundial, y tras desenmascararse el carácter totalitario del taimado marxismo, que supo disfrazar mucho mejor que el nacionalsocialismo su prepotencia señorial, las sociedades occidentales ensayaron nuevos modos de ser hombre creando una suerte de híbrido ideológico, liberalsocialista o socialdemócrata, cuyo objetivo último era evitar el retorno a la provincia heideggeriana. De dar forma a este nuevo modo de ser se encargarían los filósofos de la Escuela de Frankfurt, destacándose Habermas como el padre de una nueva conciencia europeísta articulada a través de democracias deliberativas.

NUEVOS MODOS DE SER

Las actuales sociedades occidentales viven en un aparente clima de libertad. Los ciudadanos, en su mayoría, se sienten libres y creen que la humanidad, por fin, se libró de la presencia de conciencias totalitarias que les dictaban qué pensar y cómo obrar.

Sin embargo, los ciudadanos europeos de hoy, y como no podría ser de otra manera, también son el producto de unas prácticas más refinadas para criar y domesticar ganado humano.

Las granjas-escuelas se han convertido en la herrramienta antropotécnica por excelencia para crear un nuevo modo de ser europeo, aunque quizás sería más lógico hablar de un modo de ser occidental.

La nueva conciencia europea u occidental ha limado el celo dogmático de marxistas y nacionalsocialistas. Ya no extermina a las conciencias disidentes, como hacían los nazis, ni las recluye en campos de reeducación como los comunistas. La conciencia actual no necesita "reeducar" a los ciudadanos, porque el sistema educativo ya los moldea, desde muy pequeñitos, para que el día de mañana sean obedientes y sumisos.

Frente al modo de ser proletario y el modo de ser ario, ha surgido una nueva conciencia o modo de ser occidental que, como sus predecesoras, también persigue un utópico fin último teleológico: una sociedad futura donde los ciudadanos no tendrán nada pero serán felices (eslogan mesiánico de la agenda 2030).

Las nuevas técnicas antropotécnicas, más refinadas y perversas, están logrando convencer a muchos ciudadanos de que no existe el sexo binario, es decir, nos dicen que podemos, con tan solo desearlo, ser "algo más que hombres o mujeres". No sólo podemos sentir que somos un género neutro (ni hombre ni mujer) sino que nuestro género puede fluir, permitiendo que podamos sentirnos, indistintamente y según el día (permítaseme la broma), ora hombre ora mujer. Toda una locura colectiva.

¿Pero acaso no fueron también locuras colectivas los modos de ser comunista y nacionalsocialista?

Ahora, los actuales pastores del ser intentan normativizar un nuevo modo de ser persone, permitiendo la libre autodeterminación identitaria de los individuos. Para ello, de nuevo, hay que moldear conciencias desde las escuelas y desde los órganos del poder. Hay que institucionalizar las nuevas verdades reveladas por las ideologías LGTBI y queer. Y, de nuevo, hay que estigmatizar y perseguir a los disidentes.

Decía que las nuevas herramientas antropotécnicas de hoy son más refinadas que las utilizadas por el marxismo y el nacionalssocialismo, A los disidentes ya no se les recluyen en gulags ni en campos de exterminio, simplemente se les "enmerda", como reconoció el presidente Macron, hasta hacerles la vida imposible,

Sí, recordemos (no está de más hacerlo) que los nuevos pastores del ser decidieron, no ha mucho, que había que putear a quienes se negaran a inocularse una sustancia experimental que políticos y mercenarios de la salud (OMS y farmacéuticas) dieron en llamar "vacuna". También son puteados los intelectuales, sobre todo profesores, que se niegan a aceptar las nuevas verdades de las ideologías de género. 

El actual poshumanismo no ha abandonado los tintes totalitarios de sus predecesores. No ha podido abandonarlos porque, en el fondo, todo proceso civilizador, de cría y domesticación del ganado humano, exige el cumplimiento estricto de unas normas y reglas destinadas a institucionalizar un concreto modo de ser hombre. Y ahora no toca ser hombre o mujer, sino persone, y ¡ay de aquellos que se opongan a estos nuevos modos de ser!


jueves, 4 de agosto de 2022

LA EUROPA HEGELIANA

POLÍTICA DE ILUSIÓN DE ALTERNATIVAS (sin salvación)

INTRODUCCIÓN

Los seguidores de Antonio Trevijano, incansables, insisten en repetirnos que vivimos bajo un régimen partitocrático, es decir, bajo el paraguas de una falsa democracia. Y tienen razón.

El sistema de partidos en España tiene como fin último mantener vivo un espejismo; una falsa ilusión de alternativas que le hace creer a la ciudadanía que es libre para elegir entre diferentes opciones políticas (derechas vs izquierdas) cuando, en realidad, el sistema de partidos no permite una auténtica democracia participativa, sino que actúa como un sistema oligárquico.

ILUSIÓN DE ALTERNATIVAS EN EUROPA

Sí, los "trevijaners" (calificativo cariñoso) tienen razón, pero la gravedad de su verdad no afecta sólo a España, sino a toda Europa. No hay escapatoria ni salvación.

Decía Zizek, en "Menos que nada", que en Europa ya no existía la política dualista de idealistas vs materialistas, sino dos políticas ideológicas materialistas: 

El materialismo democrático (habermasiano) vs el materialismo dialéctico (heredero de Marx).

Lo mismo sucede en España, donde tanto PSOE como PP se encuadran dentro del marco teórico del materialismo democrático (socialdemócrata) vs el materialismo dialéctico de Podemos y otros grupúsculos nostálgicos del marxismo. Ya no hay derechas ni izquierdas.

De hecho, Zizek señala que en la Europa de hoy impera el materialismo democrático, de la misma manera, añado yo, que en España lo hace la socialdemocracia del "PPSOE"; un materialismo o biomaterialismo que sólo reconoce cuerpos y lenguaje (Badiou) y que impone sus leyes a través del consenso de la "democracia deliberativa".

Pero, como bien señaló Badiou, estas democracias deliberativas (no olvidemos que habermasianas) no dudan, consenso mediante, en IMPONER "su verdad": 

"No debe haber democracia para los enemigos de la democracia". 

Por sentencias como ésta, Gustavo Bueno acusó a estas democracias deliberativas de pecar de lo que él llamó "fundamentalismo democrático". Por sentencias como ésta, totalitarios como Macron estuvieron dispuestos a imponer sus verdades a través del miedo y la coacción, enmerdando a los últimos disidentes.

También Sloterdijk, tras su desencuentro con Habermas, que le llamó "joven fascista ", se refirió en su día a la paradoja que subyacía en la dialéctica habermasiana, que se jactaba de fundamentarse en el diálogo y el intercambio comunicativo, pero que no dudaba en deslegitimar los argumentos contrarios tildándolos de "antidemocráticos o fascistas". Puro supremacismo o fundamentalismo que se amparaba en la verdad de un nuevo dios: el consenso.

Estamos viendo cómo, en aras de este endiosado consenso, la Europa habermasiana nos está imponiendo un nuevo proyecto globalista hegeliano (la agenda 2030), que, en palabras de Sloterdijk (ver "Sin salvación) se podría considerar como un nuevo proceso civilizador para acoger nuevas manifestaciones de lo absoluto.

CONCLUSIÓN

No hay escapatoria, ni en España ni en Europa. 

Durante las últimas décadas se han ido tejiendo, delante de nuestras narices, falsas ilusiones de libertad que nos han convertido en animales de lujo (Sloterdijk); ilusiones que nos han convertido en animales de granja, sí, pero  también en ganado exquisito y refinado. Queremos estar siempre bien cebados y  siempre pedimos más seguridad, más protección, más certidumbre, más Estado en definitiva.

No sé si en el  2030 seremos más felices, pero, desde luego, no tendremos NADA, ni bienes materiales ni la libertad para decidir si queremos vacunarnos, poner la temperatura por debajo de 27 grados, comer carne o llevar corbata.

Nos va a quedar un mundo muy "bonito y feliz".

sábado, 23 de abril de 2022

EL FEMIMARXISMO QUE NO CESA

INTRODUCCIÓN

No hace mucho, en otra de mis reflexiones, critiqué duramente la ideología supremacista del actual femimarxismo que, imparable, está enraizando en la sociedad española a través de la legitimidad que le otorga el poder institucional.

Sí, en España ya tenemos un Ministerio de Igualdad que, en realidad, no es otra cosa que un ministerio al servicio de la causa femimarxista; un ministerio pagado por todos los españoles para atentar contra los derechos y libertades de los hombres españoles. Así están las cosas.

EL ODIO PERMITIDO

Después de implantar una ley inconstitucional, como la ley de Violencia de Género, el femimarxismo no puede por menos que regocijarse ante semejante logro: haber convertido a todos los varones, de hecho y con la ley en la mano, en culpables tan sólo por haber nacido hombres. 

Después de semejante atropello a la ley y la justicia, legitimando el odio y el desprecio al varón (siempre violador y maltratador), no ha resultado difícil que las dogmáticas femimarxistas se estén despachando a gusto mostrando al desnudo sus más execrables y despreciables miserias morales. Y con total impunidad.

Ya comenté el caso de la profesora de instituto que explicó a toda su clase, segura de su "verdad", que los niños varones deberían ser castrados al nacer. Pero lo más grave, en mi opinión, es que este odio visceral y patológico está normalizándose, mostrándose públicamente como algo natural que ya no causa revuelo ni indignación.

Por ejemplo, el otro día, en First Dates (programa de TV), una joven lesbiana de 18 años, después de manifestar entre risas que el sexo masculino le daba asco, añadió que los hombres deberían ser exterminados, un poquito al menos, añadió intentando quitarle hierro al asunto.

Y el asunto, el grave asunto, era que aquella aprendiz del dogmático femimarxismo podía darse el lujo de mostrar todo su odio y desprecio al varón como algo natural, incluso "chistoso", sin que nadie se rasgara las vestiduras por ello.

¿Qué hubiese sucedido si un chaval, un hombre cualquiera, hubiese dicho públicamente que las mujeres deberían ser exterminadas, un poquito? 

POCA BROMA

A estas "locas del coño", como las define mi madre, hay que tomárselas muy en serio. Poca broma con lo que está sucediendo.

Al principio, todo el mundo se descojonaba del lenguaje inclusivo y hacía mofa de estas locas y sus "todos, todas y todes". Ahora son legión.

No ha mucho, otra de estas locas, emulando a Bruno Bettelheim, nos explicaba que el cuento de la Sirenita legitimaba la mutilación genital femenina, y que Caperucita, en realidad, había sido violada.

Casi al mismo tiempo, otra de estas iluminadas proclamaba que el pene masculino era un arma para someter a la mujer. Y suma y sigue...

La sociedad, tal parece que anestesiada, no le presta la suficiente atención a estas "locas del coño". Craso error.

Bruno Bettelheim  fue un psicoanalista, es decir, un hermeneuta que se hizo famoso por deconstruir los cuentos infantiles según los postulados del psicoanálisis. Ahora, una tal Sandra Sabatés hace lo propio, pero deconstruyendo los cuentos infantiles a partir de la hermenéutica victimista y resentida de la ideología femimarxista. 

Hay que tomarse muy en serio esta nueva ideología femimarxista, conciencia supremacistaal cabo, que pretende interpretar la realidad según los postulados, argumentos y fundamentos, de su "verdad sentida".

La gente siempre olvida a Hegel y olvida cómo funciona la dinámica de la conciencia. Pero Marx supo ver la verdad que se escondía en Hegel: cómo el pre-ser (que solo es un modo de ser en la conciencia) puede devenir un modo de ser en el ex-sistere, en el mundo exterior, con tan sólo obligarnos a transformar operativamente la sociedad según los sueños del poeta de turno.

Y si Marx supo comprender a Hegel, no cabe duda de que el femimarxismo, que no feminazismo, ha hecho suya la dialéctica marxista, sustituyendo la lucha de clases por una nueva dialéctica de lucha de sexos.

Y esta nueva dialéctica de sexos es mucho más peligrosa que la de clases, porque no solo enfrenta a la mujer contra el hombre, sino que rompe el núcleo familiar enfrentando a la hija contra el padre y a la hermana contra el hermano. Y este sueño esquizofrénico del actual femimarxismo ya está transformando las sociedades occidentales.

Atención, porque ya está sucediendo, niñas que crecen temiendo al varón; que están aprendiendo a despreciarlo y a odiarlo; niñas que se autodefinen como lesbianas porque los hombres les repugnan; niñas que recelan y sospechan de las muestras de afecto de sus propios padres, porque estos, en tanto que hombres, son susceptibles de ser unos peligrosos pervertidos.

Está sucediendo. Y nadie hace nada.





jueves, 3 de marzo de 2022

EL DESPRECIO AL VARÓN (hombre, al cabo)

INTRODUCCIÓN

Unamuno elaboró en su novela "La tía Tula" el perfil psicológico de lo que, actualmente, podríamos considerar una femimarxista radical: una mujer que soñaba con ser madre sin catar varón; una mujer arisca que despreciaba al sexo masculino. Tula solía acabar su interacción con cualquier hombre, incluso con el párroco de su pueblo, con un despectivo "hombre, al cabo", dando a entender que ningún varón, por virtuoso y religioso que fuera, estaba libre del pecado de "ser  hombre", de pensar y actuar como un hombre.

He ahí el grave pecado que no perdona el femimarxismo; la existencia del hombre. Hemos visto como algunas fieles creyentes han llevado su fe demasiado lejos, como la profesora de un instituto que declaró en su clase, ante el estupor de sus alumnos, que los niños varones deberían ser castrados al nacer. Sí, en ocasiones, su sucio y dogmático subconsciente se desnuda catárticamente, liberándose de los mecanismos represivos que intentaban esconder sus más oscuros deseos.

Pero el femimarxismo, con el tiempo, también está aprendiendo a "refinarse", es decir, está aprendiendo a reprimir y ocultar sus más inconfesables sueños supremacistas. Las locas feministas de hoy, que por algo son también marxistas, que no nazis, han aprendido que para "crear conciencia de género", que no de clase, primero tienen que dominar y controlar toda la superestructura: sistema educativo, medios de información e instituciones culturales. En ello están.

Ya tenemos una inútil ministra de Igualdad en España; tenemos chiringuitos femimarxistas repartidos por todo el territorio nacional; tenemos asesoras de género en nuestras escuelas y, peor aún, en nuestro castrado ejército. Cada vez son más los "aliades", hombres sumisos y claudicantes, que se declaran feministas (jajaja...). Pero todavía quedan hombres, los últimos hombres libres, que se resisten a sucumbir a los castradores cantos sirénidos que, hábilmente, estas locas disfrazan con melodías de bellos igualitarismos. 

La IGUALDAD entre hombres y mujeres ya existe de facto, y así se reconoce en nuestra Constitución, pero hay que seguir insistiendo en que la mujer de hoy continúa estando oprimida y es víctima del varón, siempre agresivo y violador, siempre "hombre al cabo".

HETERO O GAY, HOMBRES AL CABO

Las femimarxistas atacaron, primero, a la presa más desprotegida: el varón "provinciano", que era un objetivo fácil en tanto que hombre primitivo, instintivo y de "cagada fácil"; el bocas que todavía se enorgullecía de ser el típico macho español depositario de los valores de sus abuelos. A estos se los comieron con patatas.

Después fueron a por los varones "civilizados", los ilustrados con pasado marxista. No les resultó difícil reclutar "aliades" entre estos hombres, tibios y mansos, que podían ser tanto heteros como homosexuales.

Pero pincharon en hueso al intentar rendir a los últimos hombres de carne y hueso que seguían estando orgullosos de su hombría, independientemente de su orientación sexual.

Obsérvese que entre los últimos hombres de carne y hueso también he incluido a los homosexuales. ¿Por qué? Porque de la misma manera que hay heterosexuales aliades y afeminados, también hay homosexuales ebrios de testosterona que se sienten hombres, con dos cojones y con todas las de la ley.

Por eso, el femimarxismo, que de tonto no tiene un pelo, no tolera al homosexual testosterónico y prefiere a la loca fashion con pluma, de la misma manera que prefiere al heterosexual afeminado y sumiso. El hombre, sea cual sea su orientación sexual, debe ser sometido a los dictados del supremacismo femimarxista, es decir, debe ser "aliade" (siervo) de la hembra empoderada. ¿Cómo lograrlo? Pues a través de la ficción, el cine y la televisión.

QUÍTATE QUE ME PONGO YO

Como ya expliqué en otra de mis reflexiones, la conciencia supremacista, y el femimarxismo lo es, no busca la verdadera igualdad entre conciencias, sino el dominio y control del Ser, el mundo y la realidad.

Para ello, la "conciencia de género femenino" debe calar en todas y cada una de las conciencias individuales. Y para llegar a cada conciencia individual, y a la realidad misma, nada mejor que hacerlo a través de las posibilidades que ofrece la ficción: las series de televisión.

Podría enumerar un sinfín de series donde, como diría Nietzsche, se están transmutando los valores de la tradicional conciencia heteropatriarcal para readaptarlos y reinterpretarlos según los dictados de la nueva conciencia femimarxista.

Pongamos algunos ejemplos:

"The Witcher" (el brujo), "Valhalla", "1883" y "Merlí".

En todas estas series, y en casi la generalidad de las series actuales, las protagonistas son mujeres. Pero estas protagonistas, como también expliqué en otra reflexión, no desempeñan roles "tradicionales femeninos", sino que le han arrebato al varón la testosterona, hacen suyos los valores tradicionales masculinos, tales como la fuerza, el honor, la valentía, el sacrificio, la heroicidad...

El femimarxismo ha entendido que "el pensamiento sensible", a través del cual se legitimó el feminismo primigenio "no vende", y que para empoderarse tiene que actuar y pensar como un hombre, aunque sea en un cuerpo de mujer. No se trata de empoderar valores femeninos, sino de arrebatarle al varón su esencia, espíritu o testosterona, como se prefiera, y cambiar al amo de la granja (bien visto, Orwell).

En The Witcher, como en la más reciente "La rueda del tiempo", los actores varones quedan relegados a la labor de guardianes protectores; son la guardia pretoriana que debe proteger a las mujeres protagonistas empoderadas que son, realmente, las que tienen el poder, mágico y supranatural, para cambiar el mundo.

"Valhalla", precuela de la exitosa "Vikingos", es otro claro ejemplo de la transmutación de valores a la que me refiero. Ahora la protagonista es Freija, una guerrera empoderada que folla con quien quiere y cuando quiere; es una rubia buenorra de 1,85 de estatura que sobrepasa en altura a muchos de sus compañeros varones. ¿Casualidad? 

Pero en esta serie aún han ido más lejos y han matado dos pájaros de un tiro, colándonos, además, a una condesa vikinga y negra. ¡Será por transmutación de valores y realidades históricas!

Con "1883" también le tocó al western ser presa de la conciencia femimarxista. La protagonista, de nuevo es una empoderada buenorra, rubia de 1´75, que lo mismo se folla a un ingenuo vaquero que a un aguerrido indio de las praderas. Para más inri, la protagonista es la narradora que en cada capítulo nos regala una pildorita de pensamiento intimista y ñoño-sentimental, al que añade algunas reflexiones existencialistas sobre la vida y la muerte. Este prototipo de mujer empoderada lo tiene todo: buenorra, folladora, guerrera y además filósofa. ¡Toma del frasco, Carrasco!

Por último quiero referirme a "Merlí", donde el protagonista ya no será el rebelde y díscolo profesor de filosofía de un instituto, sino la rebelde y díscola profesora de filosofía de una universidad.






martes, 4 de enero de 2022

ISABEL (serie de TVE)

 

INTRODUCCIÓN

He acabado de ver, hace muy poco, la serie “Isabel”; una serie histórica centrada en la figura de la reina Isabel la católica. Huelga explicar por qué, hasta ahora, había evitado su visionado en esta España nuestra, donde la ideología “progre” todo lo infecta, manipula y tergiversa.

Sin embargo, y hasta donde llegan mis conocimientos, la serie es muy fiel a la verdad sobre cómo se sucedieron los hechos históricos, aunque se permita bastantes “licencias” a la hora de interpretar el perfil psicológico de los personajes: algo, por otro lado, inevitable, ya que tan solo podemos aproximarnos al carácter de los mismos a través de descripciones sitas en textos de la época. En líneas generales, pero, los protagonistas que participaron en la gran gesta de dar forma a la nación española, y al primer estado de la Edad Moderna en Europa, son creíbles y, sobre todo, tienen “alma”. Más tarde insistiré sobre esta importante cuestión.

LOS PERFILES PSICOLÓGICOS

Como ya he señalado, los perfiles psicológicos de los principales protagonistas están muy bien desarrollados y matizados, sobre todo los rasgos más sobresalientes y característicos de los mismos. Así, la reina Isabel se nos muestra tal y como la mayoría de los escritos de la época la describieron: mujer de gran fe, idealista, obstinada y con una gran fuerza de voluntad. Fernando el católico, el rey soldado, aparece como un monarca más pragmático que idealista; un gran estratega a pesar de su carácter enérgico e impulsivo.

Sabido es que, efectivamente, la reina Isabel hizo prevalecer sobre Aragón las leyes de Castilla, las cuales legitimaban su derecho y el de sus hijas para poder ser reinas y poder decidir si sus esposos serían sus iguales o meros consortes. También defendió en todo momento la autonomía de los órganos de gobierno castellanos. Pero lo mismo hizo Aragón conservando y defendiendo la legitimidad de sus propios consejos de autogobierno. Hasta aquí todo correcto y fiel a la verdad histórica, de no ser porque los guionistas, cómo no, decidieron colar, disimuladamente, varios anacronismos históricos: discursos “proto-feministas” de la reina Isabel apelando a la igualdad entre hombres y mujeres, no solo en asuntos políticos, sino también en lo concerniente a las relaciones amoroso-sentimentales entre hombre y mujer.

Esta licencia anacrónica, por parte de los guionistas de la serie, resultaría anecdótica, e incluso simpática, si no fuera porque, como ya he dicho, en España no hay titiritero progre que no dé “puntá sin hilo”.

Seguramente, y es opinión personal, la reina Isabel defendió con vehemencia sus derechos de sucesión, a pesar de ser mujer, no porque fuese una “feminista adelantada a su tiempo”, sino porque así se lo permitían las leyes de Castilla y se lo exigía su carácter recto y disciplinado de devota católica.

Otras licencias, sin sesgos ideológicos, pero igualmente anacrónicas y difícilmente creíbles en la época que nos ocupa, serían las que se observan cuando tienen lugar grandes pasiones y amores desenfrenados entre infantes, príncipes y princesas, cuyos matrimonios son concertados por sus padres, y, sin embargo, sienten un flechazo y un recíproco “amor a primera vista” en cuanto ven por primera vez a sus desconocidas parejas. Todo muy propio del romanticismo característico de las “novelas de caballerías”, como hábilmente indican los guionistas, por boca de los protagonistas de la serie, para justificar, así, tanta dicha y ventura. Con esta inteligente “licencia”, los guionistas aportan a la serie el componente sensual que, sin duda, la enriquece y la hace más atractiva a un público más amplio y menos interesado en la veracidad de los hechos históricos que, insisto, se narran no solo de forma amena y comprensiva, sino también muy pedagógica.

MORAL Y ÉTICA

Insisto en señalar que los perfiles de los protagonistas, a pesar de algunas licencias ya mencionadas, no solo son creíbles, sino que también resultan muy humanos; todos ellos se nos muestran como hombres y mujeres de carne y hueso, con sus bondades, pero también con sus defectos y debilidades. La serie no peca de maniqueísmo descarado, sobre todo cuando le hubiese resultado harto fácil caricaturizar a figuras históricas como Torquemada o el cardenal Cisneros, blancos predilectos de quienes dan crédito a la leyenda negra sobre España y se muestran orgullosamente anticlericales.

Que el clero de la época era corrupto no es ningún secreto. Pero, además de la corrupción de los monjes en sus monasterios, o del propio Papa en Roma, la serie describe perfectamente el carácter cínico de sus más importantes protagonistas, no solo de reyes y validos, sino también de religiosos, como el astuto obispo Carrillo o el fiel cardenal Mendoza. No todo era blanco o negro. A lo largo de la serie, las sucesivas tramas y circunstancias históricas exigirán a sus protagonistas debatirse entre interesantes y difíciles conflictos ético-morales; se les exigirá elegir entre servir a los intereses colectivos del reino o a sus éticas personales.

A lo largo de toda la serie se entabla una lucha en las conciencias de los personajes más importantes: reyes, príncipes, nobles y alto clero. Todos ellos, en algún u otro momento, deberán optar por respetar la moral católica imperante en la época, conduciéndose virtuosa y rectamente, o ser fieles a una ética inmoral: realizar elecciones personales, contrarias a sus propios principios morales, pero necesarias para la consecución de loables fines.

Pero la ética inmoral que desempeñarán los protagonistas será, paradójicamente, excesivamente "moral"; es decir, todos los actos, por inmorales que fueren, se justificarán por mor de lograr, como ya señalé, un objetivo moral superior. No será una ética inmoral coherente con el propio sentir del individuo, situada más allá del bien y del mal, sino que será una ética inmoral trágica que provocará graves sentimientos de culpa y remordimientos en quienes la practican. Así se apreciará, por ejemplo, cuando la reina Isabel ordena la expulsión de judíos y moriscos. En todo momento, la reina muestra desagrado y no es partidaria de tal acción, pero las circunstancias del momento, y la todavía frágil unidad religiosa, obligan a la reina a traicionar su "ética personal" en aras de beneficiar y garantizar la consecución de un imperativo moral superior: una España totalmente cristiana y católica.

Analizando más detenidamente esta constante dialéctica de traición del Yo individual, en aras de servir superiores morales colectivas, no pude evitar ver, en la dinámica histórica que protagonizaron los RRCC, el reflejo de las supremacistas teleologías comunistas y nacionalsocialistas. La diferencia, pero, es que los RRCC, en tanto que ebrios de moral católica, vivenciaron trágicamente la toma de decisiones que les resultaron contrarias a sus principios religiosos, pero los dogmáticos comunistas y nazis (en su mayoría al menos) estuvieron orgullosos de obrar a través de una ética inmoral, más allá del bien y del mal, pues sus respectivos Yo fueron totalmente coherentes con los principios que exigían sus morales superiores.

Quizás hoy no seríamos lo que hoy somos sin el celo dogmático moral que otrora mostraron los RRCC. ¿Qué hubiese sucedido si la reina Isabel, por ejemplo, se hubiese obligado a practicar una "ética moral" coherente con sus principios católicos? Sin la toma de Granada, primero, la posterior expulsión de infieles, y sin la incesante lucha contra el turco, que amenazaba con invadir Europa, quizás actualmente ya estaríamos rezando hacia la Meca y nuestras mujeres taparían sus rostros con velos opresores.

En este sentido, la actual moral occidental, ebria de ingenuo humanismo habermasiano, se ha empeñado en tirar por la borda todo nuestro legado histórico, cultural y religioso. No solo se admite la entrada irregular e ilegal (subrayo) de infieles, sino que se alienta la llegada de los mismos. Las naciones de Occidente están siendo dominadas y controladas por un transnacionalismo globalista, con aspiraciones supranacionales, que está abandonando a los ciudadanos europeos a su suerte.

ESTADO OPERATIVO (perspectiva desde el Materialismo filosófico)

Resulta harto evidente que la nación española se articuló a partir de la creación del primer Estado europeo, operativo y fuerte, de la Edad Moderna. Los RRCC no solo consiguieron la unidad territorial y religiosa de la península, sino que limitaron, bajo un Estado autoritario, el poder de la nobleza, siempre ombliguista y particularista.

De hecho, podríamos considerar, incluso, que las acciones de los RRCC constituyeron en sí mismas, la existencia de una proto-izquierda definida, muy adelantada a su época y a la aparición de las primeras izquierdas definidas, jacobinas y liberales, que, tras el triunfo de la Revolución Francesa en 1789, proclamaron la república nacional entre ciudadanos iguales.

Por supuesto, en la España de los RRCC todavía no podía hablarse de "democracia" ni de "igualdad" tal y como la entendemos actualmente en términos político-jurídicos. Sin embargo, las acciones de los RRCC, declarando "súbditos e iguales" a todos los pueblos del reino de las Españas, peninsulares y allende los mares (pueblos indígenas incluidos), constituyeron un primer ordenamiento jurídico que se adelantó a la abolición de la esclavitud algunos siglos antes de que esta tuviera lugar.

Por otra parte, el Estado autoritario de los RRCC se ocupó de la defensa de la nación; a la preservación de la unidad territorial por encima de los particularismos y fueros de la nobleza. Y también articuló la organización de instituciones administrativas orientadas, precisamente, a la salvaguarda del propio Estado, garantizado el carácter operativo del mismo a través de la fuerza coactiva y la legislación de leyes comunes para TODOS los súbditos.

CONCLUSIÓN

La serie Isabel, en mi opinión, muestra suficiente rigor histórico, aunque aderezado con inevitables dosis de ficción que hacen más atractiva la historia de los RRCC, que es también la historia de nuestra España. Pero, a pesar de las necesarias "licencias artísticas", la serie plasma magistralmente las políticas operativas llevadas a cabo por Isabel y Fernando, además de dejar constancia de la importancia de los ejércitos y la tecnología militar para dar forma, poco a poco, a una nación envolvente (Gustavo Bueno) que habría de devenir imperio generador.



viernes, 29 de octubre de 2021

LA VERDAD SENTIDA vs LA VERDAD CIENTÍFICA (serie de TV "Sex education")

INTRODUCCIÓN

Hay que ver las series de Netflix. Sí, hay que verlas, aunque muchos "espíritus libres" se nieguen a rebajarse a ver series que consideran manipuladoras y adoctrinadoras. Por supuesto, las series de Netflix, bajo la falsa apariencia de la cotidianidad, están pensadas para ser digeridas fácilmente por espectadores jóvenes y adolescentes. Pero no nos dejemos engañar por las falsas apariencias, porque detrás del pueril conflicto entre una pareja de jóvenes enamorados o de una familia disfuncional se esconde una verdad velada; una verdad que todavía es pre-sentida; una pre-verdad que todavía es idea, pero que, a través de la ficción cinematográfica, aspira a ser.

INSTITUCIONALIZAR LA IDEA

Decía Heidegger, en "Ser y tiempo", que la cotidianidad del ser había provocado, paradójicamente, que nos olvidáramos de él; que olvidásemos la cuestión o pregunta por el ser.

Efectivamente, relacionamos el ser (lo que es) con todo lo que nos rodea. El ser se nos presenta de forma familiar y habitual. Vivimos con y en-el ser de las cosas, del mundo y de nosotros mismos (nuestro ser) desde un ámbito de cotidianidad que nos sumerge en la rutina de lo que siempre es. Estamos inmersos en una vida rutinaria que nos insta a ser y a hacer aquello que de nosotros se espera; una rutina cotidiana implantada, no por una ley o letra escrita, sino a través de los usos, costumbres y tradiciones que condicionan nuestras acciones, creencias y sentimientos.

Pero Heidegger también nos enseñó que era posible "desvelar la verdad", por mucho que ésta se ocultara tras el velo de lo cotidiano. Para ello, decía el genio alemán, debemos permanecer atentos y expectantes ante la realidad abierta, ante el mundo que se nos presenta en su "modo de ser aparente". Solo tenemos que escuchar atentamente los susurros del ser, que no gustan de gritar sino de manifestarse misteriosa y enigmáticamente. Los susurros del ser, o de la realidad abierta, nos descubrirán las ideas que se nos ofrecerán como nuevas posibilidades de ser.

Una vez que la idea queda desnuda y se desoculta ante nuestra conciencia, que es donde se manifiesta y actualiza como pre-ser o modo de ser virtual, solo tendremos que operar en la realidad para conseguir que lo que deseamos (la idea) pueda llegar a ser. Dicho en términos marxistas-leninistas: deberemos operar en la realidad material para que la teoría (la idea) se consuma en la praxis convirtiéndose en hecho, realidad o verdad.

Pero hay ideas que no pueden materializarse fácticamente, por ser conceptos puramente metafísicos, conceptos inexistentes y contrarios a todas las leyes de la naturaleza. Pongamos, por ejemplo, la idea de la identidad de género no binaria (queer).

La idea desvelada por el movimiento queer postula que, además de los dos sexos biológicos, masculino y femenino, existe una nueva posibilidad o modo de ser sexual no binario que no sería masculino ni femenino. Sería "otre cose" (permítaseme el chiste fácil).

Como decía, esta idea, nuevo modo de ser o verdad, no puede consumarse como realidad, ya que no existe el sexo no binario; es decir, no existe el sexo que no esté biológicamente definido como masculino o femenino, si exceptuamos algunos casos de hermafroditismo.

Al movimiento queer, por tanto, solo le queda una opción: institucionalizar su idea a través de políticas operativas.

Pero para poder institucionalizar una idea imposible de poder consumarse fácticamente en el ex-sistere (en el mundo) hay que negar la verdad heredada por el logos, pero ya no solo la verdad heredada por un logos tradicional (la verdad burguesa que rechazaba el marxismo, o la verdad heteropatriarcal que rechaza el feminismo), sino que hay que negar, también, la verdad científica y biológica para, así, imponer una nueva verdad: la verdad sentida.

La verdad sentida, pero, solo puede reconocerse colectivamente como verdad, si, primero, se institucionaliza a través del conjunto de todas las superestructuras del estado: medios de información, sistema educativo y asociaciones y organismos culturales.  

Resulta curioso, al respecto, que la aparición de plataformas de ocio audiovisual, como Netflix, se hayan convertido en poco tiempo en una magnífica herramienta (antropotécnica, que diría Sloterdijk) para "criar y domesticar" al ganado humano cebándolo con nuevas verdades (pienso adoctrinador). No cabe duda de que las plataformas de ocio audiovisual se han mostrado como eficaces herramientas para institucionalizar nuevas verdades y/o posibilidades del ser.

Netflix, pero también HBO y Amazon Prime, junto con la ayuda inestimable de las RRSS (Facebook, Youtube...) se han convertido en medios imprescindibles para construir un nuevo poshumanismo. Pero ¿un nuevo poshumanismo por qué y para qué? Esta es la pregunta del millón que no toca ahora responder, pero que, sin duda, forma parte de la guerra cultural que está llevando a cabo la agenda globalizadora que pretende acabar con el humanismo tradicional formado por el "círculo de alfabetizados" (ver Sloterdijk en "Normas para el parque humano").

El nuevo poshumanismo ya no estará formado por un "circulo de alfabetizados" regidos por la razón ilustrada y sus principios lógicos y científicos, sino por un círculo de sentimentalizados que empoderarán sus conciencias sentientes hasta endiosarlas y convertirlas en nuevos supremacismos dogmáticos. 

Veamos, a través de la serie "Sex Educatiom" de Netflix, cómo la nueva conciencia queer, recorre los tres estadios antes mencionados: 

1) Desocultación de la idea.

2) Institucionalización de la idea.

3) Supremacismo dogmático de la idea.


SEX EDUCATION (serie de Netflix)

Soy consciente de que muchos espectadores de "Sex Education", y de otras series de Netflix, se fijan, tan solo, en esa realidad cotidiana que envuelve sus tramas aparentemente insulsas y pueriles. La mayoría de nosotros, después de ver unos cuantos minutos de esta serie, podríamos estar tentados de clasificarla como un producto más para "teenagers"; la típica serie juvenil que ahonda en los típicos problemas y conflictos de los adolescentes; una serie sobre los primeros amores y primeras experiencias sexuales de desorientados jovenzuelos. Además, la serie, en tanto que inmersa en la cotidianidad, también muestra las difíciles relaciones de los jóvenes con sus familias y el mundo circundante que les rodea (instituto, profesores, amigos...).

Pero, como señalé en la introducción de esta reflexión, si nos obligamos a ver la serie con heideggeriana atención expectante, no nos será difícil desocultar la verdad que, sutilmente en la primera temporada, pero con prepotente descaro en las últimas, se disfraza de cotidianidad para, así, colarse en las mentes más alcornoqueñas, todavía inmaduras de nuestros jóvenes, haciéndoles creer que un nuevo poshumanismo sentimental, emocional y empático, puede y debe sustituir al tradicional humanismo racional y científico.

Curiosamente, el modo en que se presentan y desarrollan las tres temporadas de "Sex education" me ha recordado a la manera en que opera la dinámica de la conciencia, ya descrita por Hegel. Primero, la conciencia experimenta una idea, como modo de ser real que todavía no es en el ex-sistere. Después, dicha idea o pre-ser, presente y manifiesto en la conciencia individual, se difunde a través de la palabra para que, a su vez, pueda ser experimentado por una conciencia colectiva más amplia. Cuando la idea logra el reconocimiento colectivo se institucionaliza como verdad y, con el tiempo, muta inevitablemente en verdad siupremacista y dogmática.

PRIMERA TEMPORADA (desocultación de la idea)

La primera temporada de "Sex education" resulta una propuesta inteligente, creativa y original, ya que plantea los habituales conflictos de los adolescentes a través de interesantes tramas argumentativas que muestran de forma atractiva y entretenida las relaciones de los jóvenes protagonistas en-y-con los otros (amigos, familiares, profesores...). Además, a lo largo de los diferentes capítulos, se suceden interesantes aportaciones pedagógicas, en torno al mundo de la sexualidad, que enriquecen el contenido de la serie y favorecen el debate y la crítica reflexiva.

Pero, a pesar de un buen planteamiento narrativo y de unos personajes que resultan notablemente creíbles, la serie no puede evitar caer en un facilón maniqueísmo de buenos vs malos.

Los malos, en esta primera temporada, y como no podría ser de otra manera, son todos hombres. La conciencia enemiga es la conciencia heteropatriarcal, contraria a la feminista; una conciencia masculina que se muestra rígida e intolerante, es decir, que aparece como la mala o falsa conciencia que no se muestra abierta y empática para aceptar la diversidad de conciencias. Y, creedme, la serie presenta un amplio abanico de posibilidades de ser o diversidad de conciencias, dentro de lo que ya se conoce como ideología LGTBI.

Sin embargo, esta primera temporada todavía resulta simpática, porque se limita a desvelar sutilmente, y poco a poco, las nuevas verdades sentidas, sin forzarnos a "digerir" de golpe y sin anestesia algunas propuestas que, desde luego a mí, me parecieron ebrias de un gran frikismo bizarro. Los guionistas, seguramente, consideraron que no había que mostrar todas las cartas en la primera temporada y se limitaron a seducir a los espectadores a través del humor, mostrándonos historias interesantes, pero sin rehuir de su razón de ser: reivindicar la aceptación de la diversidad de conciencias (ideologías LGTBI).

SEGUNDA TEMPORADA (institucionalización de la idea)

Los guionistas, sin duda crecidos por el éxito de la primera temporada, comienzan a "desvelar" su verdad. En esta segunda temporada sucederán dos hechos que considero claves y harto significativos para comenzar a intuir las intenciones (prepotentes) que quedarán al desnudo, definitivamente, en la tercera temporada. 

Como decía, en esta segunda temporada se producirán dos hechos, en realidad dos conversiones, que resultarán fundamentales para entender cómo propone la nueva conciencia LGTBI afrontar y solucionar determinados conflictos y problemas que se dan en los adolescentes.

Las conversiones las realizarán dos jóvenes heterosexuales, un chico y una chica, que, tras fracasar respectivamente en sus relaciones con los demás y consigo mismos (típicos problemas de identidad de los adolescentes), encontrarán la solución a sus problemas aceptando una nueva orientación homosexual.

Atención, no estamos hablando de dos personajes que, en principio, estuvieran reprimiendo o "no aceptando" su orientación homosexual, sino de dos chicos que, tras fracasar en sus primeras experiencias amorosas, decidirán probar nuevas alternativas. De hecho, además de estos dos conversos, la serie cuenta con un protagonista homosexual que sí acepta su orientación sexual, pero muestra todavía una lucha interna por "salir del armario" y visibilizar su homosexualidad.

Lo que quiero decir es que sí, la serie nos presenta al típico chico homosexual, que intuye o sabe que lo es, pero no se atreve a visibilizar su verdad, pero, además, "Sex education" se atreve a ir mucho más lejos, llegando a proponer (tal parece) la aceptación de la homosexualidad como remedio o cura a diferentes problemas y/o conflictos identitarios. Veamos los dos casos o conversiones que aparecen en la serie:

El chico agresivo: el maniqueísmo de la serie nos presenta al típico machote heteropatriarcal, el deportista agresivo y violento, carente de empatía, que acosa a los demás, pero, sobre todo, a su compañero homosexual. Tras reconocer su homosexualidad, que permanecía latente y reprimida inconscientemente, el "machote malote" dejará de ser agresivo y se tornará más amable y logrará un mayor autocontrol de sus emociones. ¿En serio? ¿La homosexualidad como terapia?

La chica friki con vaginismo: este personaje es muy polémico y controvertido y se nos presenta como una friki muy creativa pero con dificultades para establecer relaciones sociales con los demás. Podría tratarse, perfectamente, de un caso de asperger; alguien que no tolera el contacto personal y que desarrolla vaginismo (dolor ante la penetración). La chica es una ferviente creyente de los mundos alienígenas y, de hecho, va a clase disfrazada como uno de los personajes de su bizarras creaciones literarias, ficciones con un alto contenido erótico-sexual que muchos profesores y alumnos consideran pornográficas y desagradables. Después de no lograr mantener relaciones sexuales con algunos chicos (debido a su vaginismo) se reconocerá lesbiana, solucionando así sus problemas, no solo al evitar el dolor por la penetración, sino también logrando mayor estabilidad emocional y desprendiéndose de inseguridades personales.

En esta segunda temporada, la nueva verdad (conciencia LGTBI) comenzará no solo a institucionalizarse y a reconocerse como abanico de nuevas alternativas o modos de ser, sino que se postulará como solución a determinados problemas psicológicos y/o emocionales. Muy sospechoso cuanto menos.

TERCERA TEMPORADA (supremacismo dogmático)

La tercera temporada de "Sex education" se despachará con una revolución, por parte del alumnado, para derrocar a la opresora y tradicionalista dirección del centro. 

El triunfo del alumnado, sobre la opresora dirección del centro, constituirá, de hecho, el triunfo de la dictadura, no proletaria sino queer; significará el triunfo de la verdad sentida de los rebeldes que impondrán su neolingua (todos, todas y todes) y sus gustos psicoestéticos. Pero también significará el triunfo de las almas bellas "diferentes" (léase frikis), que podrán dar rienda suelta a su fantasiosa imaginación sin rendir cuentas con la realidad.

La serie, consciente del trato maniqueo que dispensó a los roles masculinos en temporadas anteriores, decidirá astutamente que, en la tercera temporada, la dirección del centro recaiga en una mujer, pero en una mujer que ha hecho suyos los valores del heteropatriarcado tradicional: responsabilidad, trabajo, superación, sacrificio, competitidad...

La nueva directora, aunque mujer, carecerá de la empatía necesaria para tolerar la diversidad de conciencias que impera en el instituto, y se convertirá en la nueva malvada, de pensamiento rígido e inflexible, de la tercera temporada.

Hasta aquí mis "apuntes" sobre la serie "Sex education", aunque, sin duda, a esta serie, fiel reflejo del nuevo poshumanismo que postula la verdad sentida, podrían dedicársele otros muchos análisis socio-políticos, psicológicos e incluso filosóficos.





lunes, 9 de agosto de 2021

METAFÍSICA MARXISTA (el negro de VOX)

INTRODUCCIÓN

Karl Popper sostuvo que tanto el psicoanálisis como el marxismo, ambas teorías no falsables (no refutables), quedaban fuera del ámbito científico.
De esta manera, la teoría marxista, en el parecer de Popper, debería considerarse otra suerte de metafísica. Ortega y Gasset ya señaló que el marxismo era una "pseudomoral" y Bertrand Russell lo tildó de pseudofilosofía. Más recientemente, Gustavo Bueno le dio la vuelta del revés a Marx y dejó al descubierto todo su esencialismo metafísico.
¿Y AHORA QUÉ?
Los criterios de demarcación de Popper, para determinar qué cabe considerarse o no "ciencia", resultan incontestables a día de hoy. Podría concluirse que el SXX aprendió, definitivamente, que el estatus de ciencia no podía otorgársele al marxismo, teoría que no permitía ser falsada (refutada) porque ésta siempre rebatía las críticas contrarias con argumentos ad hoc.
Y, sin embargo, el marxismo, en tanto que religión, o metafísica si se prefiere, sigue muy vivo, mimetizado o "metamorfoseado", que diría López Laso, en otros nuevos "modos de ser" también internacionalistas, ahora llamados posnacionales y transnacionales (Habermas).
Pero, sobre todo, la esencia del marxismo, y su afán por reivindicar una única conciencia verdadera, puede apreciarse en las pretensiones, dogmáticas e impositoras, del actual globalismo multicultural; podemos detectarlo en el diseño de una gran agenda futura para el conjunto de la humanidad; un proyecto que bien podría considerarse un novedoso "poshumanismo" que se vale de nuevas técnicas antropotécnicas (Sloterdijk) para criar y domesticar al ganado humano.
LA PARADOJA HABERMASIANA
Viendo cómo, efectivamente, los actuales pastores del ser, ahora globalistas, han decidido implantar "su verdad" o conciencia auténtica a través de una masiva vacunación (terapia génica), resulta paradójico que Jürgen Habermas tildara de "joven fascista" a Peter Sloterdijk, por atreverse éste, precisamente, a señalar la posibilidad de que un nuevo poshumanismo (ver "Reglas para el parque humano") se valiera de innovadoras técnicas eugenésicas para "pastorear" al ganado humano y evitar la superpoblación del planeta.
Habermas reaccionó airado ante las especulaciones filosóficas de Sloterdijk, carentes de afán apologista, que revelaban la existencia de nuevas posibilidades de "pastoreo".
Quizá lo que le molestó a Habermas fue que Sloterdijk se acercara demasiado a la verdad; le molestó que alguien dijera en "voz alta" lo que la intelligentsia globalista lleva ya tiempo susurrando y cuchicheando a puerta cerrada: es necesario un nuevo orden mundial (reseteo de la vida tal y como la conocemos) y es necesario reducir el número de habitantes del planeta Tierra.
Pero no hay buen "pastor del ser" que no tenga una buena jauría de perros rabiosos prestos a silenciar a los últimos espíritus libres; no hay gurú espiritual que se precie que no tenga una numerosa legión de fieles dispuestos a corromper y pervertir la verdad.
El nuevo internacionalismo global (marxismo mimetizado) ha aprendido que para imponer su verdad debe combatir a la gran conciencia contraria (capitalista, tradicional y heteropatriarcal) a través de la acción erosiva (guerrillera) de multitud de pequeñas conciencias endiosadas que, como perros furiosos, ladran y muerden a todo aquel que ose alejarse del rebaño.
Estos perros y mamporreros varios (sobre todo periodistas del régimen, femimarxistas, podemitas y otras hierbas parecidas) aceptan, e incluso consideran legítimo, que una mujer sea agredida, si es de VOX. Se regocijan cuando un político como Ignacio Garriga es insultado y menospreciado, porque, aunque negro, cometió el pecado de pertenecer a VOX. Ponen el grito en el cielo si un hombre mata a una mujer, pero callan cuales putillas cada vez que una madre mata a su hijo.
Estos perros rabiosos señalan y boicotean a un rockero como Sherpa por defender el hecho serio de ser español; por decir algo tan de sentido común como que una nación debe preservar y defender sus fronteras de invasiones (como, por cierto, se recoge en nuestra Constitución).
Estos esbirros del nuevo orden mundial, que bloquean al disidente en las RRSS a las primeras de cambio o amenazan con "reventar" la cara" de su interlocutor (por "facha", faltaría más), son los dignos herederos del marxismo cultural; son los hijos de Adorno y de los ofendiditos de la Escuela de Frankfurt; son los que ladran reivindicando la supremacía moral de un pensamiento sensible, emocional y sentimental, a través del cual instrumentalizan y rentabilizan el victimismo, bien magnificándolo o, las más de las veces, inventándoselo.
Inventar victimismos, recuperar y actualizar agravios pasados, mentir y difamar, perseguir y boicotear al disidente, hasta que, incluso, Ignacio Garriga, al que llaman despectivamente "el negro de VOX" nuestras sectarias izquierdas, parezca más totalitario que el papito Stalin, por el mero hecho de militar en VOX, un partido demócrata y más constitucionalista que muchos constitucionalistas, que, por cierto, callan y miran para otro lado cada vez que socialcomunistas, tontilocos y hasta el último lerdo del pueblo, vulneran la legalidad institucional.

El nuevo "neomarxismo" campa por sus fueros, sin que nadie lo frene, por una España arruinada económica y moralmente. Y en Europa, los buenos y justos están acorralando, coaccionando y presionando a países como Polonia y Hungría para que abracen la fe verdadera de una ingeniería social que ha diseñado una agenda globalizadora a imagen y semejanza de sus sueños teleológicos (léase metafísicos).

martes, 8 de junio de 2021

UN MUNDO FELIZ (serie de tv “Brave New World”)


INTRODUCCIÓN

La serie de TV “Brave new world” está basada en la novela distópica “Un Mundo feliz” (1930) de Aldous Huxley. Pero la nueva versión de la obra de Huxley no es una fiel adaptación de la misma, sino una “interpretación” que no solo desarrolla algunas de las ideas sitas en “Un mundo feliz”, sino que abre nuevas posibilidades hermenéuticas para “imaginar” los orígenes de dicho mundo “feliz” y el porqué de su autodestrucción.

A continuación intentaré analizar y comentar, desde diferentes perspectivas psicológicas y ontológico-existenciales, las posibilidades especulativas que se abren a la realidad abierta, a través de la ficción, en la serie “Brave new world”. Pero primero será obligado exponer un breve resumen de la obra original de Aldous Huxley.

“UN MUNDO FELIZ” (resumen del libro)

La sociedad perfecta y feliz que muestra la obra de Huxley fue creada por Henry Ford, el cual articuló un sistema social a partir de la manipulación y control de una serie de herramientas antropotécnicas:

1)    Tecnología biogenética capaz de manipular las características de un embrión humano para decidir sus cualidades físicas e intelectuales.

2)    Condicionamiento a través de hipnopedia: aprendizaje a través del sueño durante la niñez.

3)    Administración de soma: drogas para erradicar la ansiedad y la angustia existencial de los ciudadanos.

4)    Libertad y permisividad sexual, para proporcionar goce a los ciudadanos y evitar, así, “actitudes y ritos” sociales no deseados, tales como la monogamia, la familia, el solipsismo y la acción creativa (arte, literatura, religión, amor…).

El uso de la ingeniería genética y el condicionamiento (hipnopedia o pedagogía a través del sueño) permitirá crear diferentes estamentos sociales (clases de personas) que garantizarán una división del trabajo exenta de luchas de clases.

Todos los ciudadanos serán felices en sus puestos de trabajo y aceptarán de buen grado las responsabilidades que les sean asignadas, acordes a su estatus jerárquico (establecido a través del alfabeto griego). Los ciudadanos Alfa, dotados de gran inteligencia y belleza física, ocuparán los puestos de dirección; los Beta, también muy agraciados físicamente pero con un cociente de inteligencia algo menor que los Alfa, serán más “neumáticos” (atractivos para los placeres sexuales) y ocuparán puestos técnicos también importantes. Los Delta, Gamma y Epsilon (últimos en el escalafón jerárquico) irán desempeñando los trabajos más manuales y con menos responsabilidad.

Los tres protagonistas principales de “Un mundo feliz” son:

Bertrand Marx, un Alfa de gran inteligencia, pero que muestra problemas de adaptación, posiblemente debido a un “fallo” durante el proceso embrionario que ocasionó que fuese más pequeño que la media de los Alfa. No se siente aceptado por las mujeres ni respetado en su cargo.

Lenina Crowe es la beta por excelencia, “neumática” (escultural, bella y especialmente dotada para practicar sexo), preocupada tan solo de satisfacerse a sí misma y a los Alfa, pero con más limitaciones intelectuales que Bernard.

Por último, está John, el salvaje, que fue concebido sexualmente por Bertrand Marx y su acompañante durante una visita a la reserva de los salvajes (territorio fuera del mundo distópico). La madre de John, al perderse en la reserva, no pudo regresar con Bertrand al mundo feliz y por ello debió vivir y criar a John en la tierra de los salvajes, donde le enseñó a su hijo a leer, sobre todo las obras completas de Shakespeare.

El conflicto surgirá cuando John arribe a la perfecta sociedad feliz, acompañando a Bertrand y Lenina, y enfrente sus valores, sus miedos, angustias y culpas, a las despreocupaciones de los satisfechos ciudadanos, produciendo, así, un grave choque cultural y entre conciencias.

Tras el conflicto cultural, también entre conciencias, que surgirá entre los principales protagonistas, Bertrand Marx acabará en el exilio por ser incapaz de adaptarse a la sociedad perfecta, en parte debido a las influencias de John, el cual se retirará a una zona solitaria y aislada para no relacionarse con los demás. Sin embargo, John, y a pesar de su retiro, acabará suicidándose.

Lenina, por su parte, se enamorará de John, pero no será correspondida por el mismo. Esto le generará nuevos sentimientos y emociones desconocidos para ella, pues jamás había tenido dificultades para mantener relaciones sexuales con cualquier hombre, aunque ya tuviera problemas en el pasado por mostrar tendencias monogámicas (relaciones sexuales con un mismo hombre durante un largo período de tiempo).

BRAVE NEW WORLD (la serie de tv)

Como ya anuncié en la introducción, la serie muestra algunas diferencias respecto a la obra original de Huxley, pero, en mi opinión, estas diferencias enriquecen la serie, pues ofrecen al espectador atento un amplio abanico de nuevas posibilidades interpretativas.

La serie de TV, hija de nuestra época, introducirá tecnologías actuales en el mundo feliz, tales como las Redes Sociales, que permitirán el contacto directo y permanente de los ciudadanos con una Inteligencia Artificial (Indra); una IA que no solo controlará y vigilará las vidas de los individuos cual si de un Gran Hermano se tratara, sino que, además, facilitará que cualquier ciudadano pueda seguir la vida cotidiana (Dasman y alienación) de los demás.

En la obra de Huxley se nos dice que la revolución fordiana (Henry Ford) fue la que permitió el desarrollo de una tecnología embrionaria para crear ciudadanos perfectos en una sociedad perfecta. Pero en la serie de TV (atención, spoiler) se nos revela una nueva verdad sobre el origen de cómo y por qué se fundó Nuevo Londres (el mundo feliz):

Tras el derrumbe de la civilización humana y un final apocalíptico, 10 científicos brillantes crean una Inteligencia Artificial llamada Indra, que les mantendrá a ellos con vida, en estado de “hibernación” y creará toda una obra de ingeniería social y arquitectónica (cual Matrix) para construir un mundo perfecto habitado por ciudadanos perfectos. Así, Indra (la IA) será en realidad una conciencia creadora (suerte de dios omnipotente y omnipresente) que dirigirá la sociedad feliz a través de las RRSS.

Mientras se desarrolla el proyecto de ingeniería social de estos 10 científicos, el resto de seres humanos, que sobrevivieron a la catástrofe apocalíptica, vivirá en condiciones de extrema pobreza en las tierras salvajes, en sociedades ancladas en el pasado y reconvertidas en una suerte de gran parque temático (que recuerda a la serie West World) donde sus habitantes (trabajadores) se dedicarán a representar, a través de actuaciones psicodramáticas y performances, cómo era la vida antes de la caída de la civilización.

Una diferencia importante entre la novela de Huxley y la serie de TV será, por tanto, el contexto donde se desarrolla la vida de los salvajes. En la obra de Huxley, las tierras salvajes eran reservas de indígenas donde todavía vivían humanos de una forma primitiva, celebrando ritos mágico-religiosos y ceremonias tradicionales (como el matrimonio), mientras que en la serie de TV las tierras salvajes aparecerán como barriadas obreras de los años 70-80. La civilización superviviente al apocalipsis (tierras salvajes) malvive en unas pésimas condiciones que, inevitablemente, nos recuerdan a la vida de los proletarios, víctimas del deshumanizado capitalismo, durante los primeros años de la revolución industrial.

La madre de John, en la obra original, enseñó a su hijo a leer a través de las obras de Shakespeare, mientras que en la serie de TV, la madre aparece como una mujer deprimida y dada a la bebida. Esta diferencia se me antoja importante, ya que el John de Huxley aparece como un “individuo ilustrado” inmerso en un contexto sociocultural adverso; un sujeto angustiado que vive en una sociedad donde sus cualidades intelectuales no son valoradas, provocándole sentimientos de “inadaptación y desarraigo”. Sin embargo, el John de la serie de TV aparecerá como un obrero alienado de los años 80s, un individuo mediocre, sin éxito en el amor, que vive con su madre borracha, angustiado en la rutina de su cotidianidad y que busca refugio en la música para evadirse de la realidad.

Otra diferencia importante entre la novela de Huxley y la serie de TV concierne al desenlace final. La obra original permite la perdurabilidad de la sociedad feliz, aunque sus principales protagonistas acaban fuera de la misma, Bertrand exiliado y John muerto tras suicidarse.

Sin embargo, la serie de TV opta por la autodestrucción (desde dentro del sistema a través de la IA, Heidegger humanismo anida el germen autodestrucción ) del mundo feliz, pero salvando a todos los protagonistas. Indra, tras sucesivas simulaciones de posibilidades algorítmicas, llega a la conclusión de que la única manera de erradicar por completo la infelicidad de los seres humanos es eliminándolos, y por ello decide reiniciarse (hacer tabla rasa) y comenzar una nueva simulación de otro mundo feliz, tras permitir la destrucción del primigenio.

PSICOLOGÍA DE LOS PERSONAJES

La serie de TV, como la novela original de Huxley, nos muestra a un Bertrand Marx sutilmente inadaptado, alguien que, a pesar de no encajar perfectamente en la sociedad perfecta, tiene la suficiente capacidad y autocontrol para simular y aparentar fingida felicidad. El personaje de la novela, sin embargo, evolucionará (tras su encuentro con John) hacia una actitud más radical, y una reivindicación de su Yo más libre y personal, que acabará costándole el exilio. Sin embargo, el Bertrand de la serie de TV, más pragmático, evolucionará hacia un cinismo existencial que le permitirá no solo evitar el exilio o el recondicionamiento (castigos para los inadaptados), sino que le facilitará erigirse en el nuevo líder de un nuevo Mundo feliz tras la caída y autodestrucción del mundo creado por Indra.

El personaje de John "el salvaje" es, en mi opinión, el más adulterado en la nueva adaptación televisiva de la obra de Huxley.

El John original, el del libro, es un individuo inmerso en el "sentimiento trágico de vivir"; una persona que ha leído y ha podido acceder al círculo de los alfabetizados gracias a su madre, que provenía de la feliz sociedad fordiana. La cultura adquirida a través de los libros convierten a John en un individuo de "conciencia alienada", un hombre de carne y hueso consciente de estar "fuera de lugar".  Y tal es su angustia existencial que, finalmente, acaba suicidándose.

Sin embargo, el John de la nueva versión televisiva es lo que podríamos denominar un "tipo vulgar"; un mindundis enamorado de una tía buenorra que se ríe de él; es un pringado que hace un trabajo de pringados y se siente fracasado. Este John ya no es un ilustrado alfabetizado, sino un alma sensible enamorado de la música que, en otro tiempo, escuchaba la gente antes de que la sociedad colapsara.

A través del "nuevo John", los guionistas de la serie han sabido ver, perfectamente, el signo de los nuevos tiempos. Si el John de Huxley era un individuo leído y racional, este John será hijo de la posmodernidad: un ignorante sentimental que se refugiará en la estética de la música para huir de su realidad cotidiana. El John posmoderno también es un individuo alienado, pero, además, se mostrará como un mediocre que reprime su frustración interior. Finalmente, la frustración acumulada acabará generando fuertes sentimientos de resentimiento hacia todos y contra todos. Su estancia en el mundo feliz, lejos de provocar un "recogimiento interior", como sucede en la obra original de Huxley, generará una creciente indocilidad rebelde  que acabará contagiando a los proletas (epsilones) del mundo feliz, los cuales, inspirados por su nuevo "líder" acabarán llevando a cabo una sangrienta revolución.

ANÁLISIS ONTOLÓGICO

La aporía (callejón sin salida) o paradoja que subyace en "Brave new world" es la misma que en su día señalara Heidegger: ¿cómo puede salvarse de sí misma la humanidad si en el propio seno de su endiosado humanismo anida el germen de su autodestrucción?

Heidegger concluyó que "solo un dios podría salvarnos". Y en la serie de TV será Indra, la IA, el análogo a un dios creador, omnisciente y omnipresente, quien se arrogará la potestad de decidir cómo y cuándo salvar, o no, a la utópica sociedad feliz.

Podríamos concluir que el John de Huxley presenta un perfil elaborado a partir de postulados existencialistas: un individuo que sufre y se recoge en sí mismo, mientras que el perfil del John televisivo se ajusta más a una interpretación marxista de la realidad: un individuo que sufre y decide rebelarse y transformar un entorno que considera injusto.

Huxley optó por la vía existencialista, pues su "salvaje" era profundamente heideggeriano, mientras que la serie de TV nos presenta a un salvaje proletario. Así, mientras el salvaje heideggeriano se recogía en sí mismo, huyendo de la sociedad feliz y viviendo como un eremita, el salvaje marxista, orgulloso y prepotente, propiciará la rebelión de los "epsilones" (clase obrera en el mundo feliz). 

El salvaje heideggeriano acabará suicidándose, mientras que el marxista acabará, ni más ni menos, que destruyendo a toda la sociedad "feliz". Al final, ninguna vía, ni la del recogimiento interior ni la revolucionaria, permitirá la salvación del individuo. Quizás por ello, Indra (a la postre un dios) decidirá salvar a la humanidad, pero después de permitir, primero, que la ya existente fuese destruida por la revolución epsilón. 

Vuelve a repetirse, de esta manera, el mito del diluvio universal: destruir para salvar, eliminar para volver a crear. La misma tesis marxista que hizo suyo el mito cristiano del "castigo divino" como modo de operar en la realidad: eliminar lo viejo (injusto) para construir una nueva sociedad, un "nuevo mundo" más justo y feliz.

Resulta inevitable no ver una "sutil crítica" al marxismo revolucionario; a la vía que opta por las acciones directas y que, a la postre, más que "salvar" y transformar una sociedad, acaba destruyendo a aquellos que desea emancipar y/o liberar.

UN MUNDO POSMODERNO (música vs literatura)

La nueva serie "Brave New World" realiza un cambio, respecto a la obra original de Huxley, que considero muy significativo: la apuesta por un nuevo poshumanismo, emocional y sentimental, frente al humanismo tradicional de Huxley.

El "salvaje" de Huxley pertenecía al "círculo de los alfabetizados", sabía leer, mientras que el "salvaje" de la serie de TV es un apasionado de la música. Pero no de cualquier música, sino de la música de "Lou Reed". La canción "A perfect day" se repite de forma constante a lo largo de la serie, como si fuese la biblia de un ferviente creyente, o de manera parecida a como el salvaje ilustrado de Huxley recurría a Shakespeare.

El nuevo humanismo ya no es racional (alfabetizado) sino emocionalmente irracional. La música y los sentimientos se erigen como una suerte de "guías espirituales" que acompañan a John en su melancólica y depresiva existencia, permitiéndole rehuir de la cotidianidad de su vida mediocre.