No es Dios el que se presenta enigmáticamente sino que es el poder de lo real, la propia realidad, la que nos está presente de forma enigmática. Y será ese carácter enigmático el que nos llevará a plantearnos el problema de Dios en el sentido de cuál será la realidad fundamento o realidad última de todo lo real.
Una persona, y desde el poder de lo real, podrá llegar a la creencia de que Dios no existe. Y por tanto, Dios no se le presentará enigmáticamente.
Una persona, y desde el poder de lo real, podrá llegar a la creencia de que Dios no existe. Y por tanto, Dios no se le presentará enigmáticamente.
Sí, sí, totalmente de acuerdo.
Efectivamente, es la propia realidad la que nos está presente de forma enigmática. ¿Pero por qué la realidad se nos presenta enigmáticamente? Según Zubiri, porque la realidad es abierta (es potencia y posibilidad de ser) y por eso el poder de lo real nos impele, mediante la religación a la misma, a preguntarnos por la realidad fundamento; nos genera la necesidad de buscar sentidos y significados.
Bien, pero ¿Cómo demuestra Zubiri que "exista" o haya ese poder de lo real?
El mismo Zubiri argumenta que dicho poder (que se apodera del hombre) se evidencia a través de hechos que se manifiestan en la realidad como ser-en la realidad, posibilidad en la realidad y enigmáticamente en la realidad.
Pues bien, yo opino que tales hechos no son más que interpretaciones bien razonadas y, eso sí, muy originales. Yo no le quito mérito a Zubiri, pero insisto en que su interpretación para explicar cómo se origina la necesidad, inherente al ser humano, de buscar un sentido a su existencia, es tan solo una interpretación más.
El hecho, objetivo y comprobable a lo largo de la historia, es que, efectivamente, el ser humano ha estado impelido por la necesidad de buscar el fundamento de su ser absoluto relativo, para hacerse a sí mismo y dotarse de es-sentia (sentido).
Ahora bien, creo que sigue estando sujeto a interpretación la causa o motor que nos insta a dicha necesidad de búsqueda.
Zubiri cree que el motor, fuerza o poder que nos impele a buscar el fundamento de la realidad es algo que él denomina poder de lo real. Bien, pero para mí, ese algo podría perfectamente interpretarse de diferentes maneras, y llamarse poder de Dios, o poder del ser.
Sé que para Zubiri no sería así, porque él parte primero de la realidad, sin la cual no podría haber ser ni, por tanto, un ser supremo (Dios). Lo que digo es que, perfectamente, podría ser de otra manera.
¿Podría considerarse el Ser de Heidegger como el análogo a la realidad de Zubiri?
Opinión :
Sí, el Ser de Heidegger podría entenderse como la Realidad de Zubiri. Ahora bien, la realidad humana es una realidad abierta, es decir, que su ser no está dado sino que tiene que hacer-se. Y ese tener que hacerse se logra apoyándose en la realidad última, posibilitante e impelente que es el poder de lo real. Por eso para Zubiri el hombre no es un ser “arrojado” sino que es un ser “religado”.
El hombre, y gracias al poder de lo real, y en función de las circunstancias que le han tocado vivir en suerte, tendrá que hacer-se o configurar su propio ser, es decir, su yo personal. Ahora bien, no hay un “nosotros mismos” previo que el hombre tenga que descubrir sino que ese “nosotros mismo” será algo que cada persona tendrá que “construir”.
El hombre, y gracias al poder de lo real, y en función de las circunstancias que le han tocado vivir en suerte, tendrá que hacer-se o configurar su propio ser, es decir, su yo personal. Ahora bien, no hay un “nosotros mismos” previo que el hombre tenga que descubrir sino que ese “nosotros mismo” será algo que cada persona tendrá que “construir”.
Exacto, el Ser de Heidegger podría entenderse, o interpretarse, como la realidad de Zubiri.
De acuerdo, la realidad humana es una realidad abierta; y el hombre, en tanto que religado a la misma, debe hacerse eligiendo entre diferentes posibilidades o trayectorias vitales posibles. Hasta aquí, incluso Sartre podría suscribir la tesis zubiriana, que también sería muy orteguiana, por cierto.
Sin embargo, después llegamos a la diferenciación entre descubrir (Heidegger) y construir (Sartre y Zubiri).
¿De verdad podemos hablar de una diferencia significativa y sustancial entre descubrir y construir?
Para mí, descubrir sería el análogo a construir interpretando, al cabo otro modo de construcción racional.
Yo no encuentro ninguna diferencia entre construir una verdad o descubrir una verdad. ¿Dónde radica la diferencia?
Lo que se descubre podrá ser o no verdad, porque dependerá del pastor que, meditando y reflexionando, interprete la realidad según su apriorística forma de ser. Pero es que, también, la verdad que se construya, a través de razón consensuada, podrá serlo o no, porque la verdad que encierre dependerá de cómo sea el sujeto o grupo que la haya construido.
Me explico: no es la vía (meditación vs razón lógica) ni el modo (descubrimiento vs construcción) quienes determinan el ser verdad, sino el tipo de hombre que seamos.
Un grupo humano o un pastor determinado, por ejemplo, podrá construir unos ideales (marxismo) y otro grupo o pastor podrá decir que los descubrió (Heidegger). Pero a mí me importará una higa (permíteme la grosera expresión) cómo hayan sido justificados dichos ideales. Lo que me importará será comprobar si dichos ideales se ajustan y coinciden con el tipo de hombre que yo soy.
Opinión:
Personalmente considero que ese ideal es algo que cada ser humano deberá de “construir” y no de “descubrir”. No hay que estar atentos a la escucha de que se nos revele dicho ideal sino que hay que construirlo de forma activa. Es que los ideales no se encuentran en cielo abierto sino que deben de ser construidos desde la realidad.
Exacto, mi interlocutor reconoce que, personalmente, cree que los ideales deben construirse (es una preferencia subjetiva surgida de la clase de hombre que es). Sin embargo, también personalmente, quizás otros prefieran que los ideales se descubran artística o poéticamente.
Sí, porque lo construido desde la realidad también implica (se reconozca o no) incorporar a dicha construcción las subjetividades e interpretaciones que, desde la realidad, hacen todos y cada uno de los constructores individuales o colectivos.
La realidad "abierta"
Nos vamos acercando al punto clave que deseo señalar: no hay diferencias significativas entre descubrir o construir los significados o sentidos de la realidad o del ser del ente (cosa).
La realidad es abierta porque, efectivamente, aprehendemos la realidad, pero no aprehendemos toda la realidad; no todos sus posibles contenidos y/o significados. Y esto es así porque la realidad es más que las notas aprehendidas (cierto). Aquí quería llegar, a este ser más que las notas aprehendidas.
La realidad como formalidad está dada en todo acto de aprehensión pero lo que no está dado es lo que esa cosa sea.
Claro, la realidad se nos da como formalidad (a través de sus notas) al ser aprehendida, pero en dicho acto de aprehensión no está dado ese algo más que es la cosa, no está dado lo que esa cosa sea (como tú bien señalas).
¿Y qué es ese algo más de la realidad (no aprehendido a través de sus notas) y que denominamos lo que esa cosa sea?
Pues yo creo que es lo que Heidegger denominaba el ser-en sí del ente, o el ser de la cosa, es decir, ese algo más que es la cosa, además de presencia y manifestación como ser-en el mundo.
Ese algo más se adiciona a la manifestación de ser-en de la cosa (presente) a través de dos modos de ser de la cosa: posibilidad y enigma, que se dan al mismo tiempo.
Volviendo a Heidegger, podríamos decir que el ser-en sí de la cosa se manifiesta, además de como ser-en, como potencia o posibilidad de ser.
El carácter de potencia y posibilidad de la cosa (carácter enigmático o desconocido) nos obliga a descubrir y/o construir ese algo más que es la cosa, es decir, nos insta, obliga o impele a darle un sentido o significado.
Hasta aquí, Zubiri no hace más que reinterpretar a Heidegger, en mi personal opinión.
¿En qué punto, por tanto, se distancia, supuestamente, Zubiri de Heidegger?
Al parecer se distancian en el modo (vía) a través del cual afrontar el carácter enigmático de la realidad, es decir, en la manera de otorgar sentido y significado a ese algo más que subyace en la realidad de la cosa, o ser-en sí de la cosa. Sí, es cierto, Heidegger habla de descubrir y Zubiri de construir ese algo más, pero en realidad se están refiriendo a lo mismo.
Cuando yo señalo que, de facto, no hay diferencia entre descubrir y construir, se me podría rebatir:
Hombre, Herrgolmundo, pues claro que hay diferencia. Una persona puede considerar, siguiendo a Platón o a la filosofía denominada cristiana, en que la verdad está ya dada y que lo único que tenemos que hacer los hombres es descubrirla. Es decir, que la verdad, y gracias a la razón natural (dejemos a un lado la revelación en sentido cristiano), podrá ser descubierta de una vez y para siempre.
Vale, pero es que ni Heidegger ni yo mismo nos referimos al descubrir como un hallar lo que ya es (a priori); no se trata de descubrir una verdad ya dada, no, al menos, en el sentido platónico ni, por supuesto, en sentido religioso.
¿De qué se trata, entonces? Pues se trata de crear:
Sí, toda construcción es una cuasi libre creación. Yo jamás he dicho, porque entre otras cosas no lo creo, que los ideales se construyan o deban construirse desde una razón racional. En el hombre también se dan los sentimientos y las voliciones. Quien construye los ideales no es la razón sino que es el hombre. Y el hombre es a una razón, sentimientos y voluntad. Y por tanto los ideales se construyen desde todas y cada una de sus dimensiones.
Efectivamente, llegados a este punto es Ortega quien se erige en mejor pedagogo para explicarnos qué implica que la realidad y/o la cosa real sea, además de un ser-en, también modos de ser en potencia y en posibilidad. Implica la imperiosa necesidad de crear para dotar de sentido y significado ese algo más que subyace en la cosa como posibilidad de ser; supone interpretar lo que intuimos, es decir, lo que es la es-sentía del ser-en sí de la cosa misma.
¿Y qué implica crear? ¿Acaso tan solo construir? ¿Construir desde la nada?
No, crear es también descubrir y/o hallar significados a partir de lo ya dado (interpretar). Sí, a partir de lo ya dado (aprehendido), pero también a partir de la herencia y los condicionantes biogenéticos que nos son transmitidos por la historia.
He resaltado en negrita la palabra intuir, porque creo que la intuición primaria es la capacidad que más acerca o religa a la persona al ser-en sí verdadero de la cosa, a ese algo más que es la realidad.
¿Pero qué es la intuición?
Es la manifestación de nuestro yo a través de sensaciones, sospechas, creencias infundadas, también anhelos y deseos. Es puro sentir irracional. Pero todas estas intuiciones no solo están condicionadas psiconeurológicamente (genética) sino también biogenéticamente, como bien señala Zubiri. Es decir, nuestro yo no solo está determinado por la genética de nuestros padres biológicos, sino también por la biogenética heredada a través de un yo histórico (Dasein histórico).
Cuando Heidegger habla de descubrir la verdad, los significados o sentidos del ser-en sí de la cosa, y Ortega se refiere a crear, nos están hablando, realmente, de construir y hacer; se refieren a ese constante quehacer al que nos obliga la vida como drama (Ortega), o al que nos impele el poder de lo real (Zubiri).
Si tuviese que señalar alguna diferencia entre el construir de Zubiri y el descubrir de Heidegger, señalaría una: la responsabilidad hacia el logos o herencia transmitida biogenéticamente; es decir, la diferencia entre construir siguiendo los dictados de nuestro yo histórico (Dasein histórico) o construir siguiendo los dictados de la razón normativizada y/o consensuada en cada tiempo presente.
Concluyo:
El descubrir de Heidegger es, tan solo, un no olvidar lo que somos y lo que hemos sido; no se trata de hallar una verdad ya dada en un mundo ideal; sino de construirla, pero reflexionando y meditando sobre nuestro yo particular y nuestro yo colectivo (Dasein histórico). Ese no olvidar lo que somos ni lo que hemos sido es, en definitiva, lo que constituye el cuidado del ser.
El descubrir de Heidegger, por tanto, nada tiene que ver con el hallar verdades absolutas en mundos ideales, tendría más que ver con la mística introspectiva que nos insta a descubrir quiénes somos; tendría que ver con el conócete de San Agustín e, incluso, con la autorreflexión sobre nosotros mismos a la que nos invita el psicoanálisis.
Para crear o construir tenemos que saber, primero, cómo somos, es decir, debemos descubrir quiénes somos.
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