INTRODUCCIÓN
Decía Navarro Crego, un discípulo de Bueno, o en cualquier caso un filósofo que hace suyos los postulados del MF, que "la verdad se construye" (cito literal) y que no existe la pre-verdad.
En mi opinión, efectivamente, la verdad ontológica siempre se construye, ya sea legitimándose a través de revelaciones (religión), desvelaciones (metafísica) o consenso ideológico (marxismo y estructuralismo). Pero la verdad sobre el ser no puede tener certeza científica, por más que los más taimados hayan tirado de “materialismo científico” para justificarla a ella y sus fines últimos.
Sin embargo, la pre-verdad, entendida como manifestación o modo de ser de una idea en la conciencia, antes de ser-ahí en la existencia, sí es REAL, aunque no exista. Y esta condición de ser-anterior a la existencia es necesaria e inevitable, pues para CREAR primero hay que idear (imaginar, concebir, pre-sentir, intuir…) un pre-ser POSIBLE que todavía NO ES.
PRE-SER PARA PODER SER
Decía Navarro Crego, un discípulo de Bueno, o en cualquier caso un filósofo que hace suyos los postulados del MF, que "la verdad se construye" (cito literal) y que no existe la pre-verdad.
En mi opinión, efectivamente, la verdad ontológica siempre se construye, ya sea legitimándose a través de revelaciones (religión), desvelaciones (metafísica) o consenso ideológico (marxismo y estructuralismo). Pero la verdad sobre el ser no puede tener certeza científica, por más que los más taimados hayan tirado de “materialismo científico” para justificarla a ella y sus fines últimos.
Sin embargo, la pre-verdad, entendida como manifestación o modo de ser de una idea en la conciencia, antes de ser-ahí en la existencia, sí es REAL, aunque no exista. Y esta condición de ser-anterior a la existencia es necesaria e inevitable, pues para CREAR primero hay que idear (imaginar, concebir, pre-sentir, intuir…) un pre-ser POSIBLE que todavía NO ES.
PRE-SER PARA PODER SER
Podríamos decir, para entendernos, que la pre-verdad existe en la conciencia, aunque toddavía no exista en el ser-ahí, en el mundo.
En no pocas ocasiones, la única diferencia entre la idea (pre-sentida) por un loco y la de un ideólogo radica, tan solo, en el hecho de que estos puedan conseguir o no que “los otros” también la hagan suya.
A un sujeto excepcional (visionario) que tuviera una idea “original”, pero que no lograse un eco y/o reconocimiento social suficiente, se le recluiría en un psiquiátrico. Pero si, por los motivos que fueren (el sentir y dolor de una época determinada, intereses políticos…), dicho “creador” encontrara el apoyo de colectivos político-ideológicos con poder suficiente, su idea se INSTITUCIONALIZARÍA y alcanzaría el estatus de VERDAD.
Ahí tenemos, por ejemplo, al tontiloco Arana (genial Unamuno) logrando que su pre-verdad sentida consiguiera, merced a unas circunstancias socio-políticas favorables, ser institucionalizada, otorgándosele, así, rango de verdad a la ficticia nación vasca.
Pero también tenemos a los locos creadores de la ideología de género, una pre-verdad que poco a poco está consiguiendo institucionalizarse (legitimarse) ante los aplausos de hordas de fervientes seguidores y la estupefacción de quienes asistimos, atónitos, a la destrucción de los últimos restos del naufragio de Occidente.
En no pocas ocasiones, la única diferencia entre la idea (pre-sentida) por un loco y la de un ideólogo radica, tan solo, en el hecho de que estos puedan conseguir o no que “los otros” también la hagan suya.
A un sujeto excepcional (visionario) que tuviera una idea “original”, pero que no lograse un eco y/o reconocimiento social suficiente, se le recluiría en un psiquiátrico. Pero si, por los motivos que fueren (el sentir y dolor de una época determinada, intereses políticos…), dicho “creador” encontrara el apoyo de colectivos político-ideológicos con poder suficiente, su idea se INSTITUCIONALIZARÍA y alcanzaría el estatus de VERDAD.
Ahí tenemos, por ejemplo, al tontiloco Arana (genial Unamuno) logrando que su pre-verdad sentida consiguiera, merced a unas circunstancias socio-políticas favorables, ser institucionalizada, otorgándosele, así, rango de verdad a la ficticia nación vasca.
Pero también tenemos a los locos creadores de la ideología de género, una pre-verdad que poco a poco está consiguiendo institucionalizarse (legitimarse) ante los aplausos de hordas de fervientes seguidores y la estupefacción de quienes asistimos, atónitos, a la destrucción de los últimos restos del naufragio de Occidente.