lunes, 10 de agosto de 2015

Hermann Hesse en "Los Hijos del III Reich"

Hace tiempo que deseaba ver "Los Hijos del III Reich", una miniserie alemana (dos capítulos) que narra las vivencias de un grupo de 5 amigos durante la II Guerra Mundial.
La serie es magnífica y cuenta con una excelente fotografía, un buen guión y una cuidadosa ambientación de la época. ¡Sobresaliente y muy recomendable!

Sin embargo, en esta breve entrada, no pretendo reflexionar sobre "Los Hijos del III Reich", sin duda una producción cinematográfica a la altura de otras dos grandes películas alemanas: "El Puente" ("Die Brücke") y "El Hundimiento" ("Der Untergang").
En esta ocasión (pues en otra, Dios dirá) mi intención es la de señalar la presencia del espíritu de Hermann Hesse en uno de los personajes: el joven Friedhelm (interpretado por el actor Tom Schilling).

Friedhelm es, sin duda, un viajero del Círculo (ver "El Viaje a Oriente, de Hesse), un ávido lector (¿intelectual?) que rechaza la guerra pero que se ve inmerso en la misma, víctima de las circunstancias.
El joven Friedhelm, tachado de cobarde por sus compañeros, intenta mantenerse al margen de lo que él considera la farsa nacionalsocialista. Así, vive apartado y estigmatizado por su grupo de iguales (compañeros de armas), mientras se dedica a leer libros.

Primera presencia del espíritu de Hermann Hesse.

Durante una de las lecturas de Friedhelm, la cámara realiza un significativo zoom (primer plano) para mostrarnos qué libro está leyendo: "Demian".
A quienes hemos leído "Demian" no se nos pueden escapar los evidentes paralelismos entre el protagonista de la novela de Hesse, el joven Emile Sinclair, y el estigmatizado Friedhelm:
Ambos jóvenes están perdidos y buscan un guía o un camino de salvación; los dos se sienten aislados del grupo, incomprendidos y ajenos al gregarismo uniformador que pretende "domarles". Sin embargo, mientras que Sinclair logra "salvarse" a través de su amistad con Demian (espíritu afín), Friedhelm no encuentra a un "igual" en el que reconocerse. De hecho, el hermano de Friedhelm es un héroe veterano, además del teniente que comanda su unidad, lo cual hace todavía mucho más difícil su situación.
Así pues, a falta de un guía o referente "salvador", Friedhelm acabará perdiéndose y dejará de ser un viajero del Círculo, dejará de buscarse a sí mismo y acabará fusionándose con la realidad; terminará aceptando su condición de soldado del III Reich, se "deshumanizará" y se endurecerá hasta acabar cometiendo actos inmorales que él mismo, antes de su "transformación", criticaba con apasionado fervor.

Segunda presencia del espíritu de Hermann Hesse.

Antes de la rendición completa de Friedhelm, frente a las adversas circunstancias, todavía parece quedar un atisbo de esperanza para él cuando llega un joven soldado de reemplazo.
El joven soldado recién llegado le confiesa su intención de ir a estudiar filosofía con Heidegger, a Friburgo, en cuanto acabe la guerra. Mientras, el ya resabiado Friedhelm, lo mira con desconfianza, pues, aunque moralmente derrotado y deshecho, todavía se resiste a renegar de sí mismo y rendirse ante los seductores cantos de sirena del nacionalsocialismo, una promesa suprematista que llegó a seducir a Heidegger, pero no a Hermann Hesse.

Tercera presencia del espíritu de Hermann Hesse.

Pero es cuando Friedhelm, finalmente, se rinde ante la realidad de las circunstancias, cuando la película nos regala la mejor secuencia en forma de un guiño, sin suda inspirado en "El lobo Estepario" y "El viaje a Oriente":
Friedhelm, agotado y decaído, reposa sentando junto a un árbol cuando, de repente, se le acerca un magnífico ejemplar de lobo (¿un lobo estepario?).
El lobo mira fijamente a Friedhelm por unos segundo y, finalmente, le gruñe, reprochándole en lo que se había convertido.
La figura del lobo de la estepa es recurrente en la obra de Hesse y,  además de dar título a su célebre novela "El lobo estepario", es una figura que está cargada de simbolismo: representa la auténtica libertad, la libertad de quienes se reconocen y se aceptan a sí mismos prescindiendo de las presiones gregarias del grupo; representa la supremacía de la voluntad del yo individual frente a las imposiciones y coacciones del yo colectivo y uniformador.
Una escena muy parecida acontece en "El viaje a Oriente", cuando el desorientado H.H, después de haber abandonado el Círculo de viajeros, es puesto a prueba por Leo por tal de ver si aún tiene salvación y puede redimirse de sus pecados: un lobo se cruza en el camino de H.H y solicita su atención, pero él se desentiende y lo rechaza. Prueba no superada, como se verá al final del relato.
En el caso de Friedhelm, es el propio lobo (su auténtico yo reprimido) el que se le aparece y se le encara para "afearle" su claudicación ante las circunstancias.

Cuarta presencia del espíritu de Hermann Hesse.

Lo lógico, siguiendo el recorrido de "autocuración" literario de las obras de Hermann Hesse, hubiese sido que tras la desorientada búsqueda y la transitoria claudicación llegase la redención o salvación del personaje (como sucede en los casos de "Demian", "El Lobo Estepario" o "El Viaje a Oriente).
Sin embargo, el joven Friedhelm, siguiendo los pasos de los protagonistas secundarios de "Bajo las ruedas" y "Gertrudis", opta por el suicidio vital; pierde la fe y la esperanza y se autoinmola lanzándose contra los enemigos.

A pesar del "pesimista" final, quizás obligado por tal de acentuar la crítica de lo que supuso el suprematismo nacionalsocialista, no cabe duda de que Hesse está presente en la excelente "los Hijos del III Reich" a través del angustiado personaje de Friedhelm.




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