miércoles, 7 de diciembre de 2016

El saber y la verdad (parte II)


La paradoja del humanismo


La primera parte de "El saber y la verdad" concluyó con el brillante descubrimiento de Heidegger que dejaba al descubierto las "vergüenzas" del humanismo, al cabo un suprematismo más que se erigía a sí mismo, cual soberbio diosecillo, en "bueno y justo"; un antropocentrismo humano, demasiado humano, que se autoproclamaba como la única conciencia verdadera capaz de civilizar (domar y domesticar) al hombre, y todo por tal de alejarle de la barbarie de la naturaleza. Nada tuvo de extraño, por tanto, que el marxismo, aspirante a ocupar el hueco vacante dejado por Dios, recogiera el desfallecido y decadente humanismo judeocristiano y lo hiciera suyo. Para ser "buenos y justos" había que seguir siendo "humanistas".

Como ya señalé, la II Guerra Mundial supuso un "antes y un después" que hizo que Heidegger se cuestionara las bondades apriorísticas que se le suponían a todas aquellas ideologías que, a fuer de "humanistas", pretendían legitimarse como necesaria e inevitablemente "buenas y justas".
Todo el mundo señaló y condenó el retorno del nacionalsocialismo hacia la naturaleza más embrutecedora, incivilizada y exenta de humanismo, como una vuelta a la barbarie. Pero el mundo miró hacia otro lado cuando los justos y buenos humanistas demostraron ser tanto o más bárbaros que los propios nazis. Las fuerzas aliadas masacraron a las poblaciones civiles de Hiroshima y Nagasaki con el lanzamiento de las dos bombas atómicas. Y el otrora bienintencionado marxismo mutó en pérfido comunismo genocida (la URSS de Stalin, la China de Mao y la Camboya de Pol Pot dieron fe de ello).
¿Qué estaba pasando? ¿Quiénes eran los "buenos" y quiénes los malos?
Heidegger, en "Cartas sobre el humanismo", ponía el dedo en la llaga: todo humanismo se convierte en esencia de sí mismo; es decir, tiende a autolegitimarse como el más bueno y justo. Y cuando el hombre se endiosa y se cree en posesión de la verdad (la absoluta y eterna verdad universal) no duda en hacer lo que sea necesario para defenderla e imponerla. Así se condujo el nacionalsocialismo, pero también las humanistas sociedades liberales-capitalistas y los comunistas herederos del humanista marxismo.
La Escuela de Frankfurt, con pensadores como Adorno, Horkheimer y Erich Fromm a la cabeza, lejos de "mirar hacia otro lado", no obviaron las observaciones de Heidegger. De hecho, Habermas, también distinguido filósofo de la misma escuela de tradición marxista, aceptó que "era necesario pensar a Heidegger contra Heidegger".
Así, los pensadores de la Escuela de Frankfurt descubrieron la paradoja inherente al humanismo:

El humanismo, pretendiendo liberar al hombre, no puede evitar, al tiempo, ejercer el dominio sobre el mismo.

Civilizando a Heidegger


Cuentan que Horkheimer, coautor junto a Adorno de "Dialéctica de la ilustración", estuvo tentado de no hacer públicas sus conclusiones al respecto de cómo se había conducido la razón ilustrada a lo largo de la historia.
Horkheimer había llegado a la misma conclusión que Heidegger: en la esencia del humanismo se hallaba el germen de su propia autodestrucción.
Reconocer la verdad señalada por Heidegger suponía cuestionar las "bondades" apriorísticas de la última razón ilustrada que se había erigido como única conciencia verdadera a finales del SXX: el humanismo marxista.
La Escuela de Frankfurt, de clara tradición marxista y con pensadores como los ya mencionados Horkheimer y Adorno, y junto a otros de gran relevancia, como Marcuse o Fromm, se encontró frente a una difícil encrucijada: o hacían públicos los ensayos que demostraban que toda ideología liberadora (como la marxista) era al tiempo dominadora, o los ocultaban por tal de no alimentar a los ideólogos liberal-conservadores contrarios al marxismo.
Finalmente, Theodor Adorno, compañero de Horkheimer, impuso su postura de que era necesario "tirar de la manta" y hacer pública la verdad.
¿Y cuál era la verdad?
La verdad era que toda ideología liberadora que luchaba contra una prepotencia señorial represora acababa convirtiéndose ella misma en cínica prepotencia dominadora; la verdad era que la libertad individual siempre era sacrificada y reprimida en cualquier sistema social en aras de garantizar la seguridad y el bien común. La dolorosa verdad que enfrentaron Horkheimer y Adorno fue que, si bien fue cierto que el Capitalismo explotó y convirtió a los seres humanos en medios sacrificables, privándoles de su dignidad y libertad individual, no fue menos cierto que el marxismo, en su lectura más comunista, hizo lo mismo: reprimió, cuando no anuló, las libertades individuales en aras de lograr fines últimos colectivos.

Sí, Heidegger tenía razón, pero era necesario "civilizarlo", es decir, era necesario salvar al humanismo de la barbarie del nacionalsocialismo, pero también del comunismo. Era necesaria una tercera vía que permitiera salvar al humanismo de su propia autodestrucción; era necesario preservar y defender la dignidad y las libertades individuales frente a los diferentes despotismos, tanto de las izquierdas como de las derechas.
Hasta entonces, solo se contemplaban dos vías para seguir domando y domesticando al ser humano, para mantenerlo sumiso y civilizado al cabo: la correspondiente a la razón cínica que sabía la verdad demostrada por Heidegger (corroborada después por Adorno y Horkheimer) y la vía pesimista del propio Heidegger: "ya solo un Dios podría salvar a la humanidad".
Frente a la vía pesimista y resignada de Heidegger, los cínicos seguían apostando por mostrar, ante las masas, un falso optimismo antropológico; es decir, sabedores de que no había solución y de que solo era cuestión de tiempo que la humanidad se autodestruyera a sí misma, se dedicaban a ganar tiempo y a no enfrentar los graves problemas, dejando que el devenir de la historia siguiera su curso.

Los ingenuos optimistas antropológicos


Si los falsos optimistas antropológicos, que no creían realmente posible salvar al humanismo, pecaban de hipócrita cinismo, podríamos decir que las terceras vías abiertas por los optimistas, pecaron de ingenuidad, o como dijera Heidegger, pecaron por mostrar un humanismo excesivamente cándido.

Los primeros en ponerse "manos a la obra", para salvar al humanismo de su propia autoinmolación, fueron Adorno y Horkheimer, que se vieron obligados a reinterpretar y corregir la teoría marxista, autocrítica mediante, por tal de actualizarla a la nueva verdad aceptada: todo humanismo (antropotécnica civilizadora) es al tiempo liberador y dominador. Se trataba, por tanto, de corregir lo que de despótico pudiera haber en el marxismo, para, así, poder seguir postulándolo como posibilidad de salvación del ser humano.
La idea general que subyacía en los defensores del optimismo antropológico era que sería posible equilibrar las libertades individuales con los intereses sociales.
Así, Erich Fromm desarrollaría su tesis de la libertad positiva en sociedad; una libertad individual que le permitiría al sujeto su autorrealización personal, pero integrado y formando parte del conjunto de la sociedad, evitando, así, sentimientos de alienación.
Habermas, por su parte, ofrecerá su propuesta de una teoría de la acción comunicativa, la cual defenderá hacer cambios sociales a través del entendimiento entre individuos, y no mediante la lucha de clases marxista.
En definitiva, se trató de civilizar a Heidegger a través de la corrección y reinterpretación del marxismo (cuyo dogmatismo marxista-leninista provocó al respuesta nacionalsocialista). De hecho, la mayoría de los pensadores de la escuela de Frankfurt se distanciaron claramente del comunismo, pero apostando por una socialdemocracia que habría de lograr, al tiempo, la conciliación y el equilibrio entre libertad individual e interés social.

Además de las terceras vías políticas que supusieron las alternativas socialdemócratas de los pensadores de la Escuela de Frankfurt, consideraremos las posibilidades ofrecidas por otras vías más místico-espirituales (Zubiri) y/o estético-creativas (Sloterdijk), las cuales también tendrán como finalidad última salvar al humanismo.
Todas las terceras vías, tanto las políticas como las místico-espirituales o estéticas, tendrán como objetivo último conciliar el ser-en sí individual con el ser-en lo otro y/o el ser-con el otro.
Habrá, por tanto, tantas verdades como vías o caminos de salvación se postulen.

Continuará.

7 comentarios:

  1. Saludos, Herr Goldmundo


    Creo que estamos de acuerdo en que el hombre está constituido por tres dimensiones, a saber, la individual, la social y la histórica. Tres dimensiones que no pueden ser anuladas so pena de anular al hombre mismo.

    Por tanto, cualquier teoría social, económica o política que no tenga en cuenta dichas dimensiones es una teoría que llevada a la práctica acabará por anular al hombre.

    El hombre, y como ya he dicho, posee una dimensión social. Y por dimensión social, y siguiendo a Zubiri, ha de entenderse aquel constitutivo con-vivencial que se da en todo hombre. El hombre únicamente puede ser plenamente humano en convivencia con los demás seres humanos. Por tanto, un hombre “no puede hacerse” plenamente humano al margen de los demás seres humanos. Una cuestión es la hominización y otra es la humanización. Únicamente nos humanizamos en nuestra relación constitutiva (con-vivencia) con los demás.

    Y claro, el problema es cómo podemos compatibilizar esa dimensión individual y esa dimensión social. Pero que tienen que ser compatibilizadas son pena de reducir al hombre a una y única dimensión creo que es algo que se sigue al menos desde la concepción que yo defiendo en torno al hombre.

    Dices: “Todas las terceras vías, tanto las políticas como las místico-espirituales o estéticas, tendrán como objetivo último conciliar el ser-en sí individual con el ser-en lo otro y/o el ser-con el otro.”

    Sí, y yo estaría plenamente de acuerdo. Cuestión aparte serían las propuestas concretas para realizar dicha conciliación.

    Un saludo cordial

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  2. Hola, Herr Goldmundo

    Dices: “La idea general que subyacía en los defensores del optimismo antropológico era que sería posible equilibrar las libertades individuales con los intereses sociales.
    Así, Erich Fromm desarrollaría su tesis de la libertad positiva en sociedad; una libertad individual que le permitiría al sujeto su autorrealización personal, pero integrado y formando parte del conjunto de la sociedad, evitando, así, sentimientos de alienación.
    Habermas, por su parte, ofrecerá su propuesta de una teoría de la acción comunicativa, la cual defenderá hacer cambios sociales a través del entendimiento entre individuos, y no mediante la lucha de clases marxista.”

    Verás, parece, y efectivamente que dicho optimismo antropológico no se ha visto refrendado por la realidad en la que actualmente vivimos. Y aquí habría que hacer varias consideraciones. La primera sería el de cuánto tiempo histórico habría que dejar pasar para considerar que la postulación de dicho optimismos antropológico ha fracasado. Es que lo grandes cambios necesitan su tiempo. En cualquier caso pretender que los procesos históricos, que la experiencias histórica, se adecue a lo postulado teóricamente es una quimera. Lo que habría que evaluar es si lo que existe actualmente ha supuesto o no una mejora con respecto a la época anterior de la cual se deseaba salir. Es decir, no creo que sea suficiente con decir que como no se han cumplido punto por punto todo lo que se postulaba ello sea motivo para abandonar tal o cual tesis. Insisto, los procesos históricos llevan su tiempo y si dichos procesos suponen una mejora, aunque sea pequeña, con respecto a lo anterior creo que ya la valoración ha de ser positiva. Lo cual no quiere decir que no se deba ir profundizando y postulando nuevas formas de estar en la realidad. Es que no creo que sea una cuestión de todo o nada. Es que si se trata de una cuestión de todo o nada entonces al final nada nos resultará satisfactorio.

    O dicho de otra forma, se podrá tildar únicamente de humanistas excesivamente cándidos a todos aquellos que consideraran que el advenimiento de sus tesis supondría la llegada de un final de la historia por alcanzarse con ellas la felicidad definitiva. Pero de no ser así, y simplemente lo que se postulaba era mejorar una situación que se juzgaba como intolerable entonces no creo que quepa tildarlos de cándidos.


    Verás, hace ya mucho tiempo que leí un libro sobre la revolución rusa (y maldita sea, no recuerdo a su autor) que hacía un balance de la misma. Y en ese balance me di cuenta de una cuestión que ignoraba. El autor, que no era nada proclive al comunismo, se preguntaba por el balance que podría hacerse en torno a ella y venía, poco más o menos, a preguntarse ¿Pero un balance con respecto a qué? ¿Un balance con respecto al resto de sociedades europeas o un balance con respecto a la situación rusa anterior a dicha revolución?

    Porque claro, hay que partir de las posibilidades reales que se dan en un momento determinado de la historia. Pedir, por ejemplo, que la Rusia Zarista se convirtiera en una sociedad democrática no es partir de las posibilidades reales ni conocer la historia rusa. Y en este sentido, e insisto que únicamente en este sentido, dicho autor consideraba que el comunismo había supuesto una mejora con respecto a la Rusia zarista.

    Por tanto, decir que el comunismo supone una mejora con respecto a lo que se daban en el resto de la sociedad europea, al menos tras la II Guerra Mundial, es un auténtico disparate histórico pero no así el poder defender que sí supuso una mejora con respecto a la Rusia Zarista

    Un saludo cordial

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  3. Hola Elías.

    Desde luego no lo veo como tú. No creo que el comunismo haya aportado nada "bueno" a la humanidad. Sí hicieron aportaciones a favor de la dignidad de los hombres el liberalismo, primero, y el marxismo, que tuvo que corregir la deriva perversa de la filosofía liberal que devino inhumano capitalismo.

    Está claro que el hombre es un animal social, y por lo tanto inevitablemente político; su ser en-sí, de hecho, y como intentará demostrar Sloterdijk, siempre es COEXISTENCIA en lo otro y con lo otro, incluso antes del nacimiento.

    Tengo problemas con internet y no puedo explayarme tanto como quisiera. En cuanto pueda desarrollaré el tema de la libertad individual vs el interés colectivo desde la perspectiva de la verdad del ser; es decir, como lucha entre la verdad individual coartada y/o reprimida por la verdad histórica del ente colectivo.

    Un saludo cordial.

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  4. Hola Herr Goldmundo

    Dices: “Desde luego no lo veo como tú. No creo que el comunismo haya aportado nada "bueno" a la humanidad. Sí hicieron aportaciones a favor de la dignidad de los hombres el liberalismo, primero, y el marxismo, que tuvo que corregir la deriva perversa de la filosofía liberal que devino inhumano capitalismo.”

    Francamente, es que no sé lo que no ves como yo. Yo lo que he dicho es que una determinada concepción, sea ésta la que fuere, debe también de ser “medida” con respecto a aquello que se desea superar y teniendo en cuenta las posibilidades reales que se dan en un determinado momento socio-histórico ¿Estás o no de acuerdo con ello?

    ¿Tú crees que la democracia era una posibilidad real para sustituir a la Rusia Zarista o crees, por ejemplo, que en España la democracia era una posibilidad real en los años 50?

    Verás, no se trata de si el comunismo, y era a lo que yo me refería, era una mejor alternativa a lo que se proponía en Europa tras su experiencia histórica, por la que no había pasado Rusia, sino a si el comunismo supuso una mejora en las condiciones de vida con respecto a las existentes en la Rusia Zarista.

    Yo personalmente no lo sé. Para ello habría que ser un historiador que conociera la realidad histórica que se daba en la Rusia Zarista y en la Rusia Comunista. Para el autor que te cité sí supuso un mejora mientras que otro autor podría valorarlo de forma diferente.

    En cualquier caso, y espero que entiendas lo que te voy a decir, no se trata de si tú, que nos ha vivido en la Rusia Zarista ni en la Rusia comunista, juzgas que el comunismo no ha aportado nada a la humanidad sino de si a los rusos el comunismo les supuso una mejora con respecto a las condiciones de vida de la Rusia Zarista. Porque en caso de ser así entonces habría que valorar positivamente el comunismo en Rusia.

    Salvo que lo que propongas es que como juzgas al comunismo de la forma en que lo haces lo que tendrían que haber hecho los rusos es seguir instalados en la Rusia Zarista aunque las condiciones de vida fueran peores para ellos con tal de que no hubiera triunfado el comunismo.

    Verás, yo entiendo tú postura, porque yo también detesto el comunismo, si la democracia hubiera sido una posibilidad real. Pero es que la democracia no era una posibilidad real como no lo es en la actual Arabia Saudí. Pero qué pasa, que si en Arabia Saudí aparece un nuevo régimen que mejora las condiciones de vida de las personas, y aunque no sea aquel en el que yo vivo o aquel que yo espero o deseo, voy a juzgar negativamente dicho régimen. Es que de ser así parece que lo verdaderamente importante son las ideologías y no que las personas mejoren sus condiciones de vida en la medida de sus propias posibilidades y según sus propias circunstancias socio-históricas.

    Un saludo cordial

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  5. Hola Elías.

    Tú mismo te contestas acertadamente:

    "Yo personalmente no lo sé. Para ello habría que ser un historiador que conociera la realidad histórica que se daba en la Rusia Zarista y en la Rusia Comunista. Para el autor que te cité sí supuso un mejora mientras que otro autor podría valorarlo de forma diferente".

    Exacto, cada autor hace valoraciones (interpretaciones) que son siempre subjetivas y están cargadas de prejuicios y sesgos ideológicos. Yo no iba a ser una excepción.
    Hasta donde yo sé, los bolcheviques se negaron a luchar en la I GM porque dicha guerra era una guerra burguesa que nada tenía que ver con el pueblo ruso. Sí, el pueblo ruso fue sacrificado en los campos de batalla.
    Pero, mira por donde, al estallar la II GM, el pueblo ruso siguió siendo sacrificado, solo que en nombre de la "madre Rusia". Y se cuenta que murieron a millares a manos de sus oficiales, que no toleraban ni a los desertores ni a quienes "titubeaban" a la hora de atacar.
    Y no me vale que me digan que bajo el mando de Stalin murieron para defender la URSS del invasor alemán. La URSS comunista de Stalin también fue invasora: Polonia, Estonia, Letonia, Lituania, Finlandia...

    Y si hablamos del pueblo, tanta hambre y tanta opresión sufrió el pueblo ruso con el régimen zarista como con el comunista. Pero, estamos de acuerdo, allá cada cual con sus valoraciones.

    La verdad de un Dasein histórico no tiene por qué ser compartida, en una determinada época, por todas las verdades individuales. Como intentaré demostrar en mi última entrada, la conciliación o equilibrio entre libertad individual y bien colectivo dependerá de la "clase de personas" que mayoritariamente formen un colectivo social.

    Un saludo cordial.

    P.d. Nos estamos adelantando al tema que reservo para el final.

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  6. Hola Herr Goldmundo

    Dices: “Exacto, cada autor hace valoraciones (interpretaciones) que son siempre subjetivas y están cargadas de prejuicios y sesgos ideológicos. Yo no iba a ser una excepción.”

    Hombre, yo no diría tanto. Creo que en la historia se da una cierta objetividad. No creo que ningún historiador, o que ninguna persona sensata, diga que en términos generales se vivía mejor en la Sudáfrica del apartheid, en la Rusia comunista o en la Alemania nazi que en la Holanda actual, por ejemplo. Cuestión bien diferente es que se resalten más, en función de sus creencias, unos condiciones objetivas que otras. Pero yo sí que creo que se puede llegar a una cierta objetividad, pese a no ser una ciencia exacta, en cuestiones de historia. Es más, no creo que tenga la misma validez el decir que Cataluña era una nación hace ya mil años que decir que fue España la que se constituyó como Nación. Que hay historiadores que sostienen lo primero es un hecho pero que dichos historiadores están equivocados también es un hecho. Ahora bien, si se defiende que el estudio de la historia no sirve para nada entonces lo que no se podrá hacer a continuación es esgrimir una presunto estudio de la historia para justificar tesis alguna.

    Pero bueno, quizá me esté adelantando y quizá sea mejor tratar la cuestión de fondo con tu último artículo.

    Un cordial saludo.

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  7. Hola Elías.

    Claro, los hechos históricos son objetivos, pero las valoraciones de los mismos por fuer son subjetivas.
    En el caso de Cataluña, y razón histórica real y objetiva en mano, podemos describir cómo y cuándo se produjo la unión del reino de Castilla con la Corona de Aragón para dar forma al proyecto de nación que sería España.
    Ahora bien, no faltarán "historiadores" particularistas que realicen valoraciones subjetivas para explicarnos el porqué de tal hecho y, sobre todo, para decirnos qué consecuencias se derivaron de él.

    Un saludo cordial.

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