martes, 21 de febrero de 2017

Crítica a los críticos de la liberación.

Tras escribir Peter Sloterdijk su magnífica "Crítica de la razón cínica", pareciera que la humanidad, efectivamente, y coincidiendo con Fukuyama, hubiese llegado al final de la historia. La obra del brillante pensador alemán significó, ni más ni menos, que un desenmascaramiento de quienes se erigían en desenmascaradores; supuso descubrir que detrás de todo crítico que, seguro de "su verdad", combatía conciencias enemigas, se escondía un prepotente despreciador: quien desprecia a quien desprecia acaba, inevitablemente, convirtiéndose en despreciador.

En este sentido, refiriéndose a los despreciadores que despreciaban a quienes despreciaban, Sloterdijk señaló que quizás hubiese sido el marxismo la conciencia más prepotente y despreciadora; la conciencia que con menos sentido del humor cosificó la conciencia enemiga (Sloterdijk en "Crítica de la razón cínica). Prepotencia esquizofrénica la llamó.

Desenmascarada la cínica prepotencia del marxismo... ¿Qué le queda por hacer a la humanidad? ¿Hacia dónde puede dirigirse la humanidad una vez demostrado y comprobado que todos sus dioses celestiales (religiones) y terrenales (ideologías) no son más que los intereses y deseos de "partes de"  la humanidad convertidos en conciencias verdaderas? Cualquier conciencia que a fuer de pasar por "buena y justa" aspire a pasar por universal y válida para todos los seres humanos es una prepotencia esquizofrénica. ¿Puede aceptar la historia más "ensayos" de nuevas prepotencias salvadoras y/o liberadoras tras los fracasos de las conciencias judeocristianas y marxistas?
Puede que la historia ya esté cansada de nosotros, los endiosados seres humanos, pero nosotros todavía seguimos obcecados en buscarle un sentido o fin último a nuestras vidas y, lo más grave, estamos dispuestos a imponerles nuestros sentidos (verdades) a las vidas de los demás. Los últimos suprematismos celosos de sus "verdades", Islam y comunismo, siguen empeñados en demostrarnos que la historia no ha concluido, porque todavía están por consumarse sus respectivas conciencias verdaderas. También ha irrumpido fuerte en el claro del bosque, dispuesto a la lucha entre conciencias, el feminismo, que, como no podía ser de otra manera, se torna cada vez más cínico y prepotente en la medida que "cosifica" sin piedad a la conciencia enemiga de la tradicional conciencia patriarcal. El otrora feminismo igualitario que, efectivamente, pretendía liberar a la mujer del yugo machista, ha acabado por radicalizarse hasta devenir una suerte de feminazismo dogmático y harto beligerante.

Nunca he sido marxista; nunca creí en la "verdad construida", que no hallada, del marxismo. No pude ser un ferviente marxista porque, desde muy joven, y debido a mi carácter en exceso introvertido y antigregario, me "rechinaba" el igualitarismo uniformador que proclamaba el marxismo: todos proletarios, todos iguales y nadie más que nadie. ¿En serio? ¿De verdad alguien podía creerse semejante patraña?
Supongo, sin embargo, que me fue imposible abrazar el marxismo porque, primero, nunca comulgué con el igualitarismo cristiano. Estoy seguro que bajo todo buen marxista, que se precie de serlo, subyace el germen del buen cristiano; cristianos y marxistas erigen a un único prototipo humano como el único posible, el único verdaderamente "bueno y justo". Todos los demás son pecadores o malvados burgueses a los que hay que combatir, bien látigo en mano (Jesucristo contra los mercaderes) o revolución proletaria mediante.
Siendo muy niño, en clase de religión, me dejó estupefacto el pasaje bíblico que hacía referencia al sacrificio de Abraham, dispuesto a ofrecerle a Dios la vida de su hijo. No recuerdo una historia más antivital e inhumana; no recuerdo una ofensa tan grave a la vida y a la razón del ser: ser para el sacrificio.
Y, sin embargo, el sacrificio es el motor que alimenta a todos los suprematismos celosos de sus verdades; el sacrificio es el precio que pagamos todos los seres humanos para poder vivir en sociedad y alimentar con nuestra sangre, nuestro sudor y nuestras lágrimas, al ente colectivo.

El hombre de carne y hueso, el ser individual, siempre es sacrificado por tal de alimentar las verdades de los otros; las verdades de los humanos que se erigen en dioses poseedores de verdades universales, por supuesto "buenas y justas".
El pobre trabajador que se sacrificaba siendo explotado en una fábrica, para mayor gloria de la verdad capitalista, fue más tarde sacrificado por el marxismo, primero convencido de que debía dar su vida por la "revolución",  y más tarde siendo obligado a subordinarla a los dictados de un Estado socialista, bueno y justo, por supuesto.
¿Qué locura es esta?
Pues es la locura de las prepotencias esquizofrénicas, la de quienes por tal de aspirar a amores universales no dudan en propinar latigazos a diestro y siniestro; la de quienes para alcanzar utópicos socialismos no dudan en imponer dictaduras proletarias "reeducadoras". Es la locura de los "buenos y justos".
¿Y qué hace una "locura" cuando es desenmascarada en su cinismo prepotente?
Pues se disfraza de poesía.

¡Y cuidado, mucho cuidado con los poetas!
Uno de los errores del marxismo, serio y ebrio de gravedad, fue el de rechazar la poesía. Creían los viejos marxistas que las masas se rendirían a la "objetividad" incontestable del materialismo dialéctico e histórico; creían que el realismo materialista haría libres a los hombres sin necesidad de recurrir al "humor" y la fantasía de los poetas. Tuvieron que llegar los poetas del fascismo para hacerles ver su error.
Pero el marxismo, en constante autocrítica, aprende de sus errores y sabe "reinventarse"; las nuevas teorías de la liberación, teorías sensibles y estéticas herederas del marxismo (feminismo, animalismo, ecologismo...), han aprendido a hacer poesía, que es tanto como aprender a volver a enmascarar su cinismo prepotente.
El psicodrama estético, o representación teatral instrumentalizada, tuvo su génesis en los "pechos desnudos" de las activistas feministas que, paradójicamente, boicotearon al padre de la teoría sensible (Adorno) cuando este tomaba el turno de palabra en un congreso. Quien a hierro mata...
Los poetas siempre mueren a manos de otros poetas, bien guillotinados (Robespierre), asesinados en la bañera (Marat) o con un piolet clavado en la espalda (Trotsky).
Nuestros poetas, ahora, cuidan mucho el lenguaje, y saben que para "seducir" a las masas  resulta más efectivo prometerles "asaltar los cielos" (lenguaje poético) en vez de arengarles a "conquistar el poder" (lenguaje beligerante). Gritan que hay que reivindicar con "alegría" y con humor. Han aprendido de los errores de sus "serios" mayores.

Pero da igual el "cuidado" que pongan los poetas de hoy para seducir a las masas; no importa que una señora diputada, ebria de poesía, amamante a su bebé en el mismo congreso; no importa que otra desnude sus pechos en un recinto sagrado; no importa que, emulando al mismísimo Jesucristo, se besen públicamente escenificando un sublime acto de amor. Más temprano que tarde, el cinismo prepotente, latente y reprimido, oculto tras los disfraces de psicodramas empalagosos, emerge y se desnuda orgulloso ante la atónita mirada de todos. No tardará en mostrar su dogmática verdad el animalista que le deseará la muerte a un niño aficionado a los toros; ni la feminista dispuesta a colgar por los genitales al hombre que osara mostrarse como un machista irredento.
Y así, las prepotencias esquizofrénicas de hoy, no pueden evitar mostrarnos su "verdadero" rostro; el rostro del resentimiento y el desprecio hacia el otro, hacia la conciencia enemiga. Hoy como ayer, los cínicos celosos de "su verdad" creen firmemente que "no hay nada más tonto que un trabajador de derechas" (Santiago Carrillo, comunista por la gracia de Dios).

No resulta difícil comprender que quienes osan arrogarse estar en posesión de la verdad de los buenos y justos (lamento insistir) no duden, también, en clasificar a los hombres en "buenos y malos" o "tontos y listos", según, claro está, sus propios criterios ideológicos.
Y aquí quería llegar, a la que quizás sí sea la única verdad que subyace en toda crítica cuyo único objetivo último es legitimar una conciencia verdadera (la propia) vs la conciencia enemiga (la de "los otros"):
¿De dónde surgen los "criterios ideológicos" para clasificar a los hombres? ¿De verdad surgen del análisis minucioso y objetivo de la realidad historia, como sugieren el materialismo dialéctico y el materialismo histórico marxista?

Retomando a Fichte, ¿no será que la clase de filosofía que elijamos dependerá de la clase de hombre que seamos?
¿No podría una determinada clase de hombre, antigregario y celoso de la preservación de su individualidad, ser de "derechas" a pesar de tener la condición social de un humilde trabajador? ¿Dónde está escrito que "la clase social" determine al hombre?

Cuando Santiago Carrillo insultaba a los trabajadores, que no eran de izquierdas, llamándoles tontos, les insultaba porque, desde el dogmatismo de su prepotencia despreciadora, estaba seguro que ser de "derechas" significaba ser de "los otros" (capitalistas, liberales, conservadores, fascistas...); significaba ser "cualquiera" que no abrazase la única y buena verdad de los justos. Pura y dura esquizofrenia prepotente.

Y en estas estamos. Las prepotencias esquizofrénicas de hoy, como las de ayer, siguen insultándonos a quienes, por encima de todo, deseamos ser libres.

18 comentarios:

  1. Saludos Herr Goldmundo

    Dices: “Nunca he sido marxista; nunca creí en la "verdad construida", que no hallada, del marxismo….”
    Igualmente dices: “Estoy seguro que bajo todo buen marxista, que se precie de serlo, subyace el germen del buen cristiano; cristianos y marxistas erigen a un único prototipo humano como el único posible, el único verdaderamente "bueno y justo".”

    Verás, salvo que te esté malinterpretando creo que la cuestión es justamente la contraria. El marxismo, al igual que el judeocristianismo, consideran que la verdad es hallada y no es construida. Bien es verdad que unos consideran que dicha verdad es hallada o revelada mediante la fe mientras que los otros consideran que es revelada mediante la razón. En cualquier caso ambos consideran que se puede acceder, y de forma definitiva, a la verdad. De una u otra forma ambos proponen el fin de la historia.

    Pero es que el que la verdad sea construida es justamente lo contrario de considerar que la verdad puede ser alcanzada de forma definitiva. Una cuestión es considerar que existe una verdad ontológica y otra bien distinta es considerar que dicha verdad pueda ser alcanzada de forma definitiva (verdad epistemológica).

    La verdad es histórica. Es decir, la verdad se va desvelando históricamente. Y se va desvelando históricamente postulando y “experienciando” lo postulado en las sucesivas etapas históricas pero sabiendo que dicha verdad ( Realidad-verdadera) no podrá ser apresada de forma definitiva. La realidad es abierta, constitutivamente dinámica, por lo que va dando de sí más y más realidad. Tanto el judeocristianismo como el marxismo toman una “foto fija” como la totalidad de la realidad.

    Lo que subyace en el fondo de todo suprematismo es la consideración de que la verdad, e independientemente de la vía de acceso ( fe o razón), puede ser alcanzada de forma definitiva. No existe una razón/alma pura (incontaminada) que sea capaz, y por serlo, de alcanzar la verdad al margen de todo interés, creencias, deseos y voliciones. La razón es sentiente.

    Insisto, se puede creer en la Verdad pero ello no tiene que significar que el contenido de dicha verdad deba de ser “construido” desde la realidad y mediante continuas postulaciones sobre qué ha de entenderse por dicha Verdad. Pero es que además dichas postulaciones deberán de ser experienciadas personal, social e históricamente. La Verdad puede que esté desvelada pero no así su contenido. El contenido de dicha verdad es histórico. La verdad es histórica.

    Un saludo cordial


    PD: Como siempre es un placer leerte

    ResponderEliminar
  2. Hola Elías.

    Efectivamente, muy bien visto. Como bien señalas: "El marxismo considera que la verdad es hallada". Cierto.
    De hecho, comencé mi párrafo escribiendo:
    "Nunca creí en la verdad revelada del marxismo..."

    Sin embargo, tras releerlo, decidí corregirlo y, entre comillas, preferí señalar que, en realidad, la verdad marxista (en mi parecer) fue "construida" (según los intereses y deseos de Marx) y "no hallada".
    ¿Por qué me autocorregí?
    Pues precisamente porque uno de los aspectos que critico del marxismo es su carácter pseudofilosófico o de teoría construida ad hoc.

    Me explico:
    Yo distinguiría entre las diferentes verdades que nos proporciona el marxismo a través del materialismo histórico (verdad epistemológica) y el materialismo dialéctico (verdad ontológica).
    El materialismo histórico sería, en mi opinión, un método válido para permitirnos hallar una verdad epistemológica, como bien señalas. Efectivamente, la verdad es historia y se desvela a través de hechos objetivos. El análisis histórico que realizaron Marx y Engels en "El manifiesto" fue impecable. Nada que objetar.
    Considero, por tanto, que Marx y Engels, acertaron en el diagnóstico o delimitación del problema histórico de su tiempo a través de un método científico objetivo. Sin embargo, no estoy de acuerdo con la interpretación (creativa construcción) subjetiva que supuso el análisis llevado a cabo a través del materialismo dialéctico.
    La verdad ontológica o sentido último de la historia que se deduce del materialismo dialéctico no es "hallada", como pretendió hacernos creer el marxismo.
    ¿Por qué no es "hallada"? Pues porque, como intenté señalar, la verdad ontológica es una verdad inevitablemente "condicionada" a priori (Fichte).
    Como sabemos, la dialéctica marxista hizo suya la generalidad de la teoría o dinámica de la dialéctica de Hegel.
    Según Hegel, el movimiento dialéctico (lucha) de la conciencia culmina con la experiencia o "ser meditado", es decir, culmina con el hallazgo de un sentido o verdad desvelada; el hallazgo de una síntesis entre la conciencia óntica y pre-ontológica, de tal manera que el resultado es un modo de ser real; un modo de ser, al que nos hemos referido constantemente con Zubiri, que es real en tanto que experienciado y vivenciado; en tanto que presente y actualizado en la conciencia.

    Ahora bien, para que dicha síntesis o experiencia vivenciada en la conciencia pueda ser calificada como "hallazgo" debería ser OBJETIVA; debería ser una verdad epistemológica resultante de la síntesis entre fenómenos puros aprehendidos en nuestra conciencia (fenomenología).
    Pero llegados a este punto, Heidegger criticó acertadamente la dialéctica hegeliana (a la postre también marxista), señalando la imposibilidad de que nuestra conciencia realizara una síntesis (hallara verdades o sentidos ontológicos) "tan solo" a través de fenómenos o hechos objetivos.
    Heidegger vio, sagaz, que en nuestra conciencia, además de los fenómenos o datos objetivos que podemos aprehender de la realidad, también se hallan pre-conceptos y pre-juicios que forman parte de la subjetividad de cada individuo (muy parecido a la inteligencia sentiente de Zubiri).
    Así, cada individuo es susceptible de hallar "su" propia verdad o sentido.
    Y yo creo, aunque quizás me equivoque o no sepa explicarme con suficiente claridad, que desde el momento en que pueden resultar tantas experiencias o sentidos como conciencias humanas existan, no sería correcto hablar de "hallar", sino de "construir" verdades a partir de los "materiales de construcción" (preconceptos y prejuicios) con los que, a priori, cuenta cada individuo.

    No sé sí conseguí explicarme con claridad. Házmelo saber y/o corrígeme.

    Un saludo cordial.

    ResponderEliminar
  3. Sartre interpretó mal a Heidegger. Por eso el uno era existencialista (humanista) y Heidegger, no. Sartre consideraba que el hombre es un ser que tiene que hacer-se a sí mismo pero desde sí mismo mientras que Heidegger, al igual que Zubiri, consideraban que el hombre tiene que hacer-se a sí mismo pero no desde sí mismo sino desde el Ser (Heidegger) o desde la Realidad (Zubiri).

    La cuestión, tanto en Heidegger como en Zubiri, es cómo puede accederse a ese Ser o a esa Realidad. Heidegger consideraba que sería mediante la comprensión (hermenéutica) mientras que Zubiri consideraba que sería mediante la impresión (aprehensión primordial de realidad).

    No se trataría por tanto de que todo hombre lleve en sí un determinado número de pre-conceptos y pre-juicios, que obviamente debería de someter a crítica, sino que todo hombre tiene que “construir” “sentidos”. Pero eso sí, esos “sentidos” que el hombre tiene que “construir”, y según la consideración de Heidegger y Zubiri, deben de estar “guiados” por el Ser o por la Realidad. Es decir, según Zubiri y Heidegger, no pueden construirse todos los sentidos que se deseen ni todos son igualmente válidos. Todo aquel sentido que no esté construido desde el Ser o desde la Realidad no es verdaderamente un sentido.
    Esa es la crítica que lanza Heidegger, y Zubiri, a toda aquella filosofía o doctrina que considera que el hombre puede alcanzar la verdad por sí mismo (alma, razón pura, etc) al margen del Ser.

    Dices: “Pero llegados a este punto, Heidegger criticó acertadamente la dialéctica hegeliana (a la postre también marxista), señalando la imposibilidad de que nuestra conciencia realizara una síntesis (hallara verdades o sentidos ontológicos) "tan solo" a través de fenómenos o hechos objetivos”

    Sí, esa es la crítica que lanza Heidegger a toda la tradición filosófica, es decir, el olvido del Ser o el no tener en cuenta la diferencia ontológica. Por eso él intenta una “navegación” hasta los orígenes de la filosofía griega porque considera que en dichos orígenes (presocráticos) estaba presenta dicha diferencia que poco a poco se fue “oscureciendo”.

    Ahora soy yo que no sé si conseguí explicarme con claridad. Y en justa reciprocidad soy yo ahora el que te digo que si no lo he conseguido házmelo saber y/o corrígeme.

    Un cordial saludo

    ResponderEliminar
  4. A ver, tal y como yo lo entiendo, y como he señalado en otras ocasiones, sigo sin ver clara la diferencia entre "hallar" y "construir", pues, en mi opinión, en ambos casos se trataría de CREAR, entendiendo todo acto creativo como poiesis o construcción necesaria para desocultar la verdad del ser (aletheia).

    Para mí toda creación es una construcción que implica, al tiempo, una necesaria INTERPRETACIÓN (hermenéutica) de la realidad. Por este motivo soy más heideggeriano que marxista, porque entiendo, como Heidegger, que toda cosmovisión o interpretación del mundo bebe de unas determinadas fuentes que son el origen o raíz primera de la verdad que ha de ser desvelada.
    ¿Pero cuáles son estos "orígenes" que habrían de conducirnos al hallazgo, desocultamiento o construcción (para mí tanto da) de una verdad ontológica?
    Marx llegó a la conclusión de que dichos orígenes había que encontrarlos, a lo largo de la historia, en la dinámica de los sistemas de producción, los cuales determinaron la dinámica de la lucha de clases. Hegel, por su parte, consideró que el origen o motor de la historia era el "espíritu" de los pueblos o naciones que, tras una dialéctica o confrontación entre ellos mismos, habrían de alcanzar una síntesis conciliadora en un UNO absoluto; de manera parecida a como Marx sostuvo que la síntesis final de la historia sería la utópica sociedad socialista (sin clases).

    Si yo no entendí mal a Heidegger, que podría ser, este se dio cuenta de que tanto Hegel como Marx habían considerado un motor primero del devenir histórico a partir de lo que ellos consideraron, a priori, un fin último de la historia "deseable" y conforme a sus intereses. Sus respectivas teorías estaban construidas ad hoc.
    Hegel creyó que la síntesis de los espíritus de las diferentes naciones conduciría a un final de la historia de la humanidad; y lo creyó así porque, determinado por el dolor de su época, creyó ver en el triunfo de un UNO aglutinador (imperialismo napoleónico) el final de los diferentes particularismos nacionalistas. Otro tanto le sucedió a Marx, que determinado por el dolor de su época, que era la época del inhumano capitalismo, entendió que la justa síntesis con la que habría de concluir la historia debería ser el socialismo, entendido este como ausencia de lucha entre clases.

    Heidegger, tal y como yo lo entiendo, fue el más honesto, porque de los tres fue el único que se dijo a sí mismo: "pues pa chulo, chulo, mi pirulo".
    ¿Dónde estaba escrito que el fin último de la historia habría de ser la consumación o síntesis de un espíritu o UNO absoluto? ¿Dónde estaba escrito que el fin último habría de ser la materialización (idea realizada operativamente) de una utópica sociedad sin clases?
    ¿Dónde estaban escritas esas verdades que debían ser "halladas"? ¿Estaban realmente escritas en la historia? ¿O eran INTERPRETACIONES que cada filósofo hizo, prejuicios y voliciones mediante, al analizar la dinámica de la realidad histórica?

    ¿Y por qué el fin último de la historia no podría haber sido un orgulloso IV Reich de los 1000 años? ¿¿??

    ResponderEliminar
  5. Heidegger lo único que hizo, sobre todo en "Cartas sobre el humanismo", fue señalar que el pre-supuesto humanismo marxista tan solo era eso: "un presupuesto" o una POSIBILIDAD más de entre las muchas posibilidades que nos ofrece la realidad abierta; una posibilidad tan LEGÍTIMA, o tan cuestionable, como la posibilidad que significó el nacionalsocialismo, por ejemplo.

    Obviamente, Heidegger no se manifestó jamás en estos términos (yo también interpreto a Heidegger, como ya he reconocido en otras ocasiones). Heidegger era demasiado inteligente y cauto y prefirió criticar o "triturar", que diría Gustavo Bueno, antes que proponer o reivindicar posibilidades alternativas. Pero cuando acusó al humanismo, y por ende también al marxismo, de erigirse en "esencia de sí mismo", le acusó, como bien has señalado, de construir "su verdad" desde-sí-mismo.

    Y cuando una teoría cualquiera se erige en ser la única poseedora de la verdad, es decir, cuando proclama que su conciencia o INTERPRETACIÓN del mundo y la realidad es la única "buena y justa", entonces deviene, inevitablemente, suprematismo dogmático.
    Y esto es, en mi parecer el marxismo: un suprematismo dogmático que defiende celosamente como única verdad universal posible su "conciencia verdadera", y ello al margen de que su desarrollo o camino hacia la praxis sea llevado a cabo "democráticamente" (socialdemocracia) o a través de vías revolucionarias y dictaduras proletarias (marxismo-leninismo).

    Espero haberme explicado algo mejor ahora.

    Un saludo cordial.

    ResponderEliminar
  6. Hola Herr Goldmundo

    Para mi hay una diferencia entre hallar y construir. Hallar es encontrar algo que ya estaba mientras que construir es crear algo que no estaba desde algo que sí está. No es lo mismo encontrar una casa que construir una casa.

    ¿El sentido de “encuentra” o se “crea”. Es decir, hay un sentido de la vida, independiente de los intereses de todo ser humano, y cuya misión es únicamente encontrarlo o el sentido de la vida es algo que debemos de construir desde algo previo?

    La teoría objetivista de los valores o del sentido consideraba que existía una verdad. Y que dicha verdad era eterna e inmutable, es decir, a-histórica, independiente de todo interés o vicisitud humana. Y la misión del hombre era hallar ese sentido eterno e inmutable. O dicho de otra forma, todo hombre, e independiente de las circunstancias personales, sociales o históricas, es capaz de hallar dicha verdad.

    Personalmente creo que la verdad no se da de forma definitiva, entera y redonda sino que se va desplegando a lo largo de la historia y que los hombres lo que hacen es “construir” o postular cuál es esa verdad aún a sabiendas que jamás alcanzarán definitivamente dicha verdad.

    Es que a veces me da la sensación de que consideras que somos capaces de alcanzar definitivamente la verdad entera al margen de la historia o de que podríamos ser capaces, y mediante una y única interpretación, de alcanzar definitivamente dicha verdad. No sé si me estoy equivocando.

    Sé que por un lado dices que todo conlleva una necesaria interpretación con lo cual consideras, y estoy de acuerdo con ello, que todo alcance de la verdad está mediada por la cultura con lo cual dicha labor hermenéutica debe de realizarse una y otra vez a lo largo de la historia. Pero es que a veces me da la sensación, y discúlpame si te malinterpreto, que consideras que se es capaz de hallar definitivamente dicha verdad. Para mi no es tanto que debamos de desvelar la verdad como que es la propia verdad la que se va desvelando a lo largo de la historia.


    Dices: “¿Pero cuáles son estos "orígenes" que habrían de conducirnos al hallazgo, desocultamiento o construcción (para mí tanto da) de una verdad ontológica?
    Marx llegó a la conclusión de que dichos orígenes había que encontrarlos, a lo largo de la historia, en la dinámica de los sistemas de producción, los cuales determinaron la dinámica de la lucha de clases. Hegel, por su parte, consideró que el origen o motor de la historia era el "espíritu" de los pueblos o naciones que, tras una dialéctica o confrontación entre ellos mismos, habrían de alcanzar una síntesis conciliadora en un UNO absoluto; de manera parecida a como Marx sostuvo que la síntesis final de la historia sería la utópica sociedad socialista (sin clases).”

    Para mi el problema radica en la consideración de que la verdad puede ser desvelada definitivamente independientemente de los caminos que siguieran Marx o Hegel. Ambos consideraron que habían desvelado la verdad última del Ser. Pero es que además intentan describir esa verdad, el Ser, con o desde categorías ónticas (entes) y no con o desde categorías ontológicas ( lenguaje poético en el caso de Heidegger).

    ResponderEliminar
  7. Dices: “Si yo no entendí mal a Heidegger, que podría ser, este se dio cuenta de que tanto Hegel como Marx habían considerado un motor primero del devenir histórico a partir de lo que ellos consideraron, a priori, un fin último de la historia "deseable" y conforme a sus intereses. Sus respectivas teorías estaban construidas ad hoc.
    Hegel creyó que la síntesis de los espíritus de las diferentes naciones conduciría a un final de la historia de la humanidad; y lo creyó así porque, determinado por el dolor de su época, creyó ver en el triunfo de un UNO aglutinador (imperialismo napoleónico) el final de los diferentes particularismos nacionalistas. Otro tanto le sucedió a Marx, que determinado por el dolor de su época, que era la época del inhumano capitalismo, entendió que la justa síntesis con la que habría de concluir la historia debería ser el socialismo, entendido este como ausencia de lucha entre clases.”

    Bueno, lo mismo podríamos decir del Heidegger que abrazó el nacionalsocialismo. Y aquí quisiera ser prudente porque no conozco a Heidegger tan bien como tú. Pero me da que lo que Heidegger denunciaba es que esa postulación se realizada desde un plano óntico y no desde el óntológico con lo cual todas estaban abocadas al fracaso.

    Dices: “Heidegger lo único que hizo, sobre todo en "Cartas sobre el humanismo", fue señalar que el pre-supuesto humanismo marxista tan solo era eso: "un presupuesto" o una POSIBILIDAD más de entre las muchas posibilidades que nos ofrece la realidad abierta; una posibilidad tan LEGÍTIMA, o tan cuestionable, como la posibilidad que significó el nacionalsocialismo, por ejemplo.”

    Pues yo considero, y tómalo como una mera consideración, que Heidegger precisamente lo que denuncia es el fondo que se da en todo humanismo, es decir, en esa idea de que el hombre es capaz, y desde sí mismo y por sí mismo( razón pura, libertad, etc), de alcanzar la verdad al margen del Ser.

    ResponderEliminar
  8. Hola Elías.

    Planteas varias cuestiones. Vayamos por partes...

    Estamos de acuerdo en que "hallar" y "construir" tienen orígenes y significados etimológicamente diferentes, de la misma manera que no es lo mismo "descubrir" que "inventar". Claro que son conceptos diferentes, pero en mi opinión, y en lo concerniente al tema que nos ocupa, no encuentro diferencias significativas entre "hallar" y "construir".

    ¿Por qué no encuentro diferencias sustanciales en lo que se refiere a la búsqueda y/o construcción de sentidos?
    Es muy fácil, pues porque creo que el hecho de hablar de "hallar" o de "construir" dependerá tan solo de las consideraciones "apriorísticas" que sobre la esencia tenga un pensador.

    Si Sartre pensaba que no había una esencia a priori, sino que el hombre se encontraba, primero, desnudo de sentido en el ex-sistere, estaba claro que debería CONSTRUIRLA a lo largo de su devenir vital. Pero, claro, también podría decirse que debería "encontrarla" o "hallarla" de entre las muchas posibilidades ofrecidas por la realidad abierta (Zubiri)o en la apertura del claro del bosque (Heidegger).
    De hecho, también Marx dijo "hallar" el sentido o fin último de la humanidad (vivir en felices comunidades socialistas). Pero, ¡atención al muy ladino!, LEGITIMÓ "su" verdad a través del análisis científico y objetivo de la historia (realidad).

    ¿Dónde está, entonces, la trampa del marxismo al utilizar el término "hallar"?

    Pues en la argucia de LEGITIMAR un sentido o conciencia verdadera como la única posible, despojándola para ello de cualquier atisbo de subjetividad.
    Marx rehúye de cualquier misticismo o posicionamiento cripto-budista, como la atención meditativa y expectante de Heidegger. Y rehúye de ellos porque, en su racional parecer, la verdad, para tener carácter de ÚNICA y UNIVERSAL, solo puede ser "hallada" a través de un método científico y objetivo.
    Sí, podemos concederle a Marx que la verdad epistemológica pueda ser hallada mediante un método científico y objetivo, pero no que la verdad ontológica, la verdad relativa al sentido del ser, o sentido último de la historia y la humanidad, pueda "deducirse" a partir de sus INTERPRETACIONES de los hechos objetivos de la historia.

    Y es que, al cabo, Marx también INTERPRETA hermenéuticamente, es decir, CREA su verdad.
    Y es que la verdad, en mi opinión, si no es revelada solo podrá ser CREADA. O Dios o la Nada. No hay tu tía. Lo mismo me da, a mí, que un sentido sea "hallado" o "construido".
    El término hallar, en todo caso, y como ya señalé, tan solo pretende hacernos creer, arteramente, que la verdad postulada como única y universal "ya estaba" a priori "oculta" entre los entresijos de la historia y que, por tanto, solo necesitábamos los métodos adecuados (materialismo histórico y dialéctico) para encontrarla.

    ¡Venga hombre!Semejante patraña solo puede "colar" entre fervientes creyentes, porque, en realidad, todo celoso marxista es un creyente de "su" verdad, que lo único que ha hecho es trocar la fe en una religión por la fe en una ideología.
    Pero, claro, a quienes NO creemos que la vida tenga sentido, pues la existencia es tan solo un absurdo, no puede engañarnos.

    Sigo...

    ResponderEliminar
  9. Sigo...

    Con mi primera parrafada (lamento su extensión) queda contestada tu pregunta: ¿El sentido se "encuentra" o se "crea"?
    En mi opinión, el sentido SIEMPRE se crea, aunque, por tal de legitimar su verdad como única y universal, "algunos" pretendan construir metodologías ad hoc para demostrar objetivamente el hallazgo del mismo.

    Dices que tienes la sensación de que yo creo en la posibilidad de poder alcanzar una verdad "entera" que, entiendo, sería absoluta y universal.
    Pues no, Elías. No creo en tal posibilidad. Yo, en todo caso, solo creo en la posibilidad de poder alcanzar "mi" verdad. Y, en ocasiones, ni eso; ni siquiera creo posible hallar una "verdad", mal que sea en forma de autoengaño subjetivo y personal, para aferrarme con ilusión a la vida. Soy, como Heidegger, un pesimista antropológico. Si pudiera, créeme, me perdería largas temporadas en una cabaña aislada en la Selva Negra.

    Efectivamente, yo también creo que ni Hegel ni Marx desvelaron o hallaron la verdad ontológica o verdad última del ser.
    Es cierto que Marx, astuto él, intentó superar el idealismo de Hegel revistiendo su dialéctica materialista con ropajes científicos. Pero Marx no engañó a Ortega, que calificó al marxismo de "pseudomoral eslava", ni a Bertrand Russell que lo tildó de "pseudofilosofía", menos aún engañó a Heidegger, que bien supo ver que el marxismo no era sino una suerte de "religión laica".

    La dialéctica de la ilustración, desde Adorno y Horkheimer, viene desempeñando una "lucha" entre quienes desenmascaran la prepotencia esquizofrénica del marxismo y quienes todavía, a través de la autocrítica y la reinterpretación, pretenden salvar la teoría marxista como una posibilidad todavía vigente para dar un sentido último a la humanidad.

    Por este motivo, para alertar sobre las constantes reinterpretaciones del marxismo, alertaba en mi reflexión sobre los "nuevos poetas" herederos de Marx; poetas que, como otrora hiciera Marx, han vuelto a aprovecharse del dolor de una época (crisis económica) para volver a postular como salvación la articulación de Estados Todopoderosos y omnipotentes.

    Heidegger, efectivamente, criticó al humanismo por carecer de "humildad ontológica", y por ser tan soberbio y cínico como para endiosarse y erigirse en esencia de sí mismo, haciendo oídos sordos a los dictados del ser.
    Pero, ¿sabes qué pasa?, que el ser es tan burlón y cachondo que solo nos "susurra" y, además, se manifiesta ante nosotros enigmáticamente. Y, al final, claro está, por mucho que permanezcamos atentos y expectantes a sus dictados, no nos queda otra que INTERPRETAR y/o CREAR los significados que nos "sugiere".

    Un saludo cordial.

    ResponderEliminar
  10. Hola Herr Goldmundo

    Dices: “Si Sartre pensaba que no había una esencia a priori, sino que el hombre se encontraba, primero, desnudo de sentido en el ex-sistere, estaba claro que debería CONSTRUIRLA a lo largo de su devenir vital. Pero, claro, también podría decirse que debería "encontrarla" o "hallarla" de entre las muchas posibilidades ofrecidas por la realidad abierta (Zubiri)o en la apertura del claro del bosque (Heidegger).”

    Bien, de acuerdo. Lo que ocurre, y es lo que yo deseaba resaltar, que para Sartre esa construcción se hace desde la mera subjetividad mientras que para Zubiri y para Heidegger dicha construcción se hace desde el Ser o desde la Realidad- Fundamento. Es que no es lo mismo construir desde el Ser que construir desde la Nada:

    Dices: “Pero, claro, a quienes NO creemos que la vida tenga sentido, pues la existencia es tan solo un absurdo, no puede engañarnos. Pero es que también dices: “¿sabes qué pasa?, que el ser es tan burlón y cachondo que solo nos "susurra" y, además, se manifiesta ante nosotros enigmáticamente. Y, al final, claro está, por mucho que permanezcamos atentos y expectantes a sus dictados, no nos queda otra que INTERPRETAR y/o CREAR los significados que nos "sugiere".”

    Francamente, ya no se si crees en el Ser o en la Nada. Y sí, efectivamente, el Ser es “cachondo” y burlón. ¿Qué esperabas? Que te revelara a ti, y de forma definitiva, su verdadero rostro.

    Dices: “Y es que la verdad, en mi opinión, si no es revelada solo podrá ser CREADA. O Dios o la Nada. No hay tu tía. Lo mismo me da, a mí, que un sentido sea "hallado" o "construido".

    Sí, créeme, hay tía de sobra. Lo que pasa es que tú insisten en considerar, con razón o sin ella, que dicha revelación tiene que ser inmediata y definitiva. Y yo considero, con razón o sin ella, que la verdad se revela históricamente. Es que tanto Heidegger como Zubiri consideraban que hay “algo” que se “oculta” en todo “desvelamiento”. No es que el Ser no se revele sino que no lo hace de forma entera y redonda. De ahí el que tengamos que seguir postulando o reinterpretando. Sí, el Ser puede ser hallado porque el mismo se nos ha desvelado pero su verdadero sentido o rostro es algo que debe de ser construido y experienciado. La Verdad (Ontológica) está revelada pero la verdad ( epistemológica) no. El conocimiento ( verdad epistemológica) de esa Verdad ( ontológica) debe de irse construyendo.
    Sí, claro, es más tranquilizador el considerar que poseemos la verdad total y absoluta porque ésta se nos revela de forma definitiva como nos hicieron creer en tiempos pretéritos.

    Sí, sé que vas a saltar sobre tu silla y me dirás que tú no crees que la verdad se nos revele de forma definitiva. Pero entonces es que no entiendo tu postura. Es decir, aceptas plenamente que no pueda ser “hallada” definitivamente pero continuamente preguntas cuál es el sentido último y verdadero del Ser ( Verdad). Y no digo yo que no haya que preguntarse una y otra vez por el sentido último del Ser pero sabiendo que su rostro no se nos va a “mostrar” definitivamente. Que ello es una fuente constitutiva de desesperación no cabe duda alguna pero es que precisamente en dicho lugar donde debemos de estar. Y esto también hay que saber aceptarlo “deportivamente” o “quijotescamente”.

    Un saludo cordial



    ResponderEliminar
  11. Hola Elías.

    Claro, la verdad ontológica se nos desvela a lo largo de la historia, pero esto, precisamente, nos insta a preguntarnos si dicho proceso de "desocultación" culminará (algún día) en un fin último o no.
    Las preguntas del millón: ¿ya se ha consumado el fin de la historia o no? ¿Hacia dónde se dirige la humanidad?

    Estas son cuestiones y pre-ocupaciones perfectamente legítimas de ser formuladas. Ahora bien, si la respuesta consiste en un "esperemos a ver qué pasa", pues a mí, personalmente, no me vale.

    Y no me vale porque mi vida es finita, y si quiero dotar de sentido o significado mi vida, antes de morir, no puedo esperar al final de los tiempos para saber si mi existencia tuvo una razón de ser sujeta a los dictados y designios de un ser Supremo o de una Realidad-fundamento, tanto me da.

    Y fíjate si es un imperativo vital formularse estas graves cuestiones, aunque sea deportivamente (Ortega), que la misma necesidad de buscar respuestas nos insta a CREAR religiones e ideologías.
    La cuestión, pero, es que tras la crisis de valores de la Modernidad ya no nos vale creer en la Verdad revelada de las sagradas escrituras; tampoco nos sirve, al menos a mí, la verdad "profetizada" por Hegel, ni, por supuesto, la "verdad" marxista.

    A medida que la historia va desenmascarando a los falsos profetas o "falsas conciencias" (tanto religiosas como ideológicas) resulta inevitable que nos preguntemos si ello se debe, sencillamente, a que NO hay un fin último. Si Fukuyama tuviese razón y ya se hubiese consumado el fin de la historia... ¿qué sentido tendría, ya, la existencia del das-sein histórico (humanidad)?
    ¿Qué nos quedaría?
    ¿Acaso las nuevas "alternativas" que aspiran a convertirse en nuevas conciencias auténticas (animalismo, feminismo, veganismo...)?
    La constante proliferación de estas nuevas "creencias" nos están indicando, de hecho, que lo que está arraigando en la generalidad de los seres humanos es un DESESPERANZADOR "sálvese quien pueda".

    Bien, me parece perfecto, pero insisto en el tema central que pretendía mi reflexión: "criticar a los críticos".
    Si los animalistas y las feministas, para reivindicar sus respectivas conciencias verdaderas, tienen que cosificar y despreciar a quienes no creen que los animales sean sus "iguales" o a quienes, sencillamente, no les da la gana de reivindicarse "feministas", entonces alerto de que nuevos problemas comienzan a dibujarse en el horizonte. Ya no digamos si, para más inri, aparecen unos tipejos disfrazados de "demócratas regeneracionistas" que, en realidad, tan solo aspiran a resucitar al dogmático marxismo-leninismo cercenando libertades individuales, éstas sí SAGRADAS.

    Como señalaba, nuevas prepotencias esquizofrénicas están "ocupando" el lugar que las prepotencias señoriales de otrora dejaron vacante. Y esto está sucediendo porque los seres humanos están sedientos de "sentidos", y prefieren saciar su sed con el brebaje que sea antes que mostrar humildad ontológica. Y mucho me temo que estos "nuevos creyentes" no se conduzcan con excesiva "deportividad".
    ¡Miedo me da, Satanás!

    Un saludo cordial

    ResponderEliminar
  12. Saludos Alexandre

    Si consideramos que la verdad ontológica (Verdad) se nos desvela a lo largo de la historia entonces no creo que quepa preguntarse si dicha verdad ya ha sido desvelada. Y más concretamente justo en el preciso momento de nuestra existencia concreta.
    Dices que no te vale porque tu vida es finita y quieres que ya se te conteste si el sentido que tú le has dado a la vida es o no el Verdadero sentido en el caso de que haya algún sentido. Bien, esa es una postura, la comparta o no, sobre la que no tengo nada que decir.

    El problema de los falsos profetas no es que no profeticen la verdad sino que la falsedad consiste en considerar que esa verdad es definitiva o en que han sabido apresarla definitvamente. Yo no creo que no valga la verdad revelada en las sagradas escrituras como no creo que no valga la verdad que se pueda dar el marxismo, en el feminismo o en el “animalismo”. Es decir, esas ideología han “construidoo” unos valores y unos sentidos Pues claro que hay verdades encerradas en esas “ideologías” lo que ocurre es que no es toda la verdad y que necesitan ser continuamente reinterpretadas.

    Un cordial saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Discúlpame Herr goldmundo por haberte llamado Alexandre

      Eliminar
  13. Hola Elías.

    Efectivamente, a través de la obra de arte o de la idea pensada creamos y/o construimos verdades. Cierto.

    Pero el problema de que surjan nuevas "verdades" (feminismo, animalismo, veganismo...) no radica en que dichas verdades no tengan derecho a postularse como tales, sino en que, más pronto que tarde, terminan desenmascarando su prepotencia y desprecio mostrándose dogmáticamente suprematistas frente a las conciencias tradicionales.

    Es que es tan sencillo como apostar por la libertad individual. Punto. Tan fácil, y por lo visto tan difícil, como dejar que cada cual se autorrealice y dote de sentido su vida como le venga en gana, pero, eso sí, sin vulnerar las libertades de los demás.

    Te pondré varios ejemplos:

    Primero: hace años, estando en la cola de un establecimiento de comida rápida, noté un húmedo lametón en mi pierna (yo llevaba bermudas). Al girarme vi un enorme pastor alemán olisqueándome, todo baboso y asqueroso. Miré a los dueños del perro y estos, sonrientes, me espetaron el consabido "solo quiere jugar". Les dije, enfadado, que yo NO quería jugar con su perro y que, en cualquier caso, me resultaba asqueroso que su perro me lamiera (¿después de haber estado olisqueando mierdas por la calle, tal vez?). Finalmente llamé al encargado y le pregunté que cómo era posible que dejaran entrar animales en un establecimiento de comida. El encargado, después de darme la razón, invitó a salir a la calle al matrimonio y a su perro.
    ¿Qué pasó?
    Pues que el entrañable matrimonio, que andaría por la cincuentena, se dedicó a insultarme desde la calle llamándome insensible, inhumano y, finalmente, TERRORISTA (sí, con mayúsculas lo pongo).

    Segundo: otro día, voy a abrir la persiana del local donde ejerzo y pillo, infraganti, a una chica joven (unos 20 años) con su perrito meando alegremente en el mármol de la entrada. Entonces, le pido, por supuesto enfadado, que retire a su perrito y le pregunto, atónito, si es que no veía que su perrito estaba meando en mi fachada.
    ¿Qué me contestó?
    Pues que en algún sitio tenía que hacer sus necesidades el perrito y que lo que yo tenía que hacer era fregar cada día la entrada de mi local. ¿Crees que miento?
    Indignado, le amenacé con llamar a la guardia municipal si volvía a verla con su perrito meando en mi fachada. Y entonces la chica, enfurecida, me dijo de todo: violento, agresivo y, ¡atención!, MACHISTA, por haberme atrevido a "amenazar", según ella, a una chica indefensa.

    Podría contarte varias decenas de anécdotas más, donde los nuevos suprematistas (animalistas y feministas) abusan de la instrumentalización del victimismo para anteponer su libertad a la de los demás. Puro y duro despotismo.

    Pero lo peor, no es que impongan su ley del embudo, sino que la sociedad comienza a ceder ante sus imposiciones, cegada por el correccionismo político.

    Un ejemplo de corrección política:

    En la entrada del colegio de mi hijo colocaron varios carteles normativos. En uno de ellos se prohibía jugar a la pelota, en otro se prohibía estar en determinado lugar sin un adulto. Pero el último, que llamó mi atención, no se limitaba a prohibir, como los anteriores, sino también a "congraciarse" con quienes se pudieran sentir molestos por la norma. Decía así:

    "A la escuela le gustan los animales, pero os rogamos que no entréis al centro con vuestras mascotas".

    ¿Y qué cojones importa si les gustan o no los animales? ¿No podrían haberse limitado, como en las otras normas, a prohibir la entrada de mascotas "y punto"?

    En fin, lo dejo, que me caliento... :)

    Un cordial saludo.

    ResponderEliminar
  14. Hola Herr Goldmundo

    Dices: “Es que es tan sencillo como apostar por la libertad individual. Punto. Tan fácil, y por lo visto tan difícil, como dejar que cada cual se autorrealice y dote de sentido su vida como le venga en gana, pero, eso sí, sin vulnerar las libertades de los demás.”

    En un mundo tan complejo como el actual dudo mucho que sea tan sencillo aquello que nos propones. ¿Sabes la complejidad que supone el armonizar libertades individuales?

    Es que nos propones el apostar por la libertad individual sin que vulneremos las libertades de los demás. Y yo no digo que ese no sea ese el camino sino que pongo en duda es que sea tan fácil como nos quieres hacer creer. Nos podrías decir cuál es el ámbito, y hasta donde alcanza, de esa libertad individual con respecto a la libertad de los demás. Sí, decir que hay que armonizar la dimensión individual que se da en todo ser humano con la dimensión social es fácil de decir pero es endiabladamente difícil de llevar a la práctica y más en un mundo tan complejo como el actual.


    Recientemente estuve en Viena. Y allí las “mascotas” entran, y como una más, en cualquier tipo de establecimiento (pero no en todos). Son más educados esas “mascotas” que muchos españoles. La solución no pasa por prohibir la entrada de “mascotas” a todos los establecimientos ( a algunos sí, claro está). Quizá la solución pase porque cada persona se haga responsable de su “mascota” y sabiendo cómo se comporta su mascota sea lo suficientemente educado y responsable para saber dónde puede y dónde no puede entrar con su mascota. Pero eso no es nada fácil. Eso supone una larga labor de educación social, la adopción de una serie de valores y de normas y normativas que no se consiguen de la noche a la mañana.


    Un saludo cordial

    ResponderEliminar
  15. Hola Elías.

    Uyyyy, ¡con la Iglesia hemos topado! Mucho me temo que tú seas uno más de los cientos de miles de ciudadanos que consideran que su mascota "es uno más de la familia".
    Mejor dejemos el tema en este punto. Hoy, todavía por lo menos, se puede ser de derechas o de izquierdas, del Barça o del Madrid, fumador o no fumador. Pero ¡ay! de aquel que no se declare antiespecista o feminista...

    Un saludo cordial.

    P.d. pregunto por pura curiosidad: ¿tú tienes perro, verdad? :)

    ResponderEliminar
  16. Hola Herr Goldmundo

    Creo que no has entendido nada de lo que te he dicho. He dicho que una cosa son los valores positivos que puede defender el feminismo y otra bien diferente es el feminismo intolerante y radical. Y una cosa es defender una visión distinta en torno a los animales y otra bien diferente es que los animales tengan el mismo estatuto que los humanos. Sí, quizá me expresé mal y tenía que haber dicho que los animales son una “más” (entrecomillado ) de la familia. De hecho yo a mi perro no le permitía lo que sí le podía permitir a un humano por la sencilla razón de que era un perro aunque fuera uno “más” de la familia.

    Yo por ejemplo detesto esa imagen tradicional que se posee en torno a la naturaleza y en torno a los animales como meros servidores de los intereses humanos y que por tanto están puestos para disponer de ellos como se nos antoje o incluso los lleguemos a considerar “mascotas” ( los animales no son mascotas). Creo en todos aquellos movimientos que empiezan a considerar que tanto la naturaleza como los animales constituyen bienes en sí mismo y no solo bienes instrumentales. Otra cuestión, y con la que ya no estaría de acuerdo, es cuando se les quiere dotar del mismo valor que el valor que posee el ser humano.

    Dices: “Pero ¡ay! de aquel que no se declare antiespecista o feminista...”

    Pues dependerá de cómo entiendas tú esos términos. Yo estoy en contra de aquellas corrientes que dan el mismo estatuto ontológico al ser humano que al resto de especies. En ese sentido yo también soy antiespecista. Pero a lo que me opongo radicalmente es a la consideración de que los seres vivos están únicamente para servirnos y que podemos disponer de ellos a nuestro antojo y según nuestras necesidades.
    Yo estoy en contra de aquel feminismo radical que únicamente destila odio contra los hombres o que sistemáticamente, y cuando no se le da la razón en sus tesis, acusan a cualquier hombre de machista. En ese sentido yo también estoy en contra de ese feminismo radical. Ahora bien, con lo que no puedo estar en contra es de aquellos movimientos feministas que desean una igualdad de derechos sociales, políticos y económicos.

    Dijiste: “Dices: “Es que es tan sencillo como apostar por la libertad individual. Punto. Tan fácil, y por lo visto tan difícil, como dejar que cada cual se autorrealice y dote de sentido su vida como le venga en gana, pero, eso sí, sin vulnerar las libertades de los demás.”

    Pues bien, yo lo que quise hacerte saber, y con el ejemplo de mi estancia en Viena, es que es compatible nuestra libertad individual siempre y cuando yo eduque a mi perro. Tú no tienes que aguantar que un perro que no deseas te olfatee o que orine en la fachada de tu casa como yo tengo todo el derecho del mundo a pasear con mi perro o entrar en un establecimiento ( no en cualquiera claro está) si mi perro está educado.

    Dices: “P.d. pregunto por pura curiosidad: ¿tú tienes perro, verdad? :)

    En la actualidad, no. Pero créeme, no se trata de si yo tengo perro o de si tú no tienes. Es que yo puede tener perro, y de hecho cuando lo tenía, y no por ello le permitía orinar en las fachadas ni que se acercará a la gente para olfatearlos o lamerlos. Es que es una cuestión de educación y de respeto a las libertades de los demás. Eso sí, también deseo que respeten la mía.

    Dices: “Uyyyy, ¡con la Iglesia hemos topado! Mucho me temo que tú seas uno más de los cientos de miles de ciudadanos que consideran que su mascota "es uno más de la familia".

    Espero que una vez aclarado mi punto de vista no sigas pensando como pensabas. Por cierto, no serás tú uno de esos millones de personas que consideran que los animales están para servirnos y que podamos disponer de ellos como nos venga en gana ¿no?

    Un cordial saludo

    ResponderEliminar
  17. Hola Elías.

    Yo soy el más ferviente defensor de los animales y me encantan los animales... en la naturaleza. Me encanta hacer salidas al campo con mis hijos y descubrir animales, observarlos y estudiarlos, y enseñarle a mi prole a respetarlos.
    No, no creo que los animales estén para servirnos. No, al menos, para servir a nuestros "caprichos". Y cuando me refiero a nuestros caprichos lo mismo me refiero a quienes desean tener un cinturón de piel de cocodrilo o un abrigo hecho con un bebé foca, como también me refiero a quienes, endiosados de señorío, convierten a sus mascotas en prisioneros recluidos en pisos de 50 m2.
    Algunos dicen que sus mascotas son de la familia, y que estas tienen derechos, pero jamás respetaron la LIBERTAD de las mismas. Quienes tienen mascotas jamás les preguntaron a ellas si deseaban ser fieles y sumisas a sus soberbios y, las más de las veces, maleducados amos.
    Estoy de acuerdo contigo, el término "mascota" es un eufemismo de "siervo", por más que los dueños de las mismas digan defender sus derechos y consideren que son uno más de la familia.

    Yo me crié y me eduqué disfrutando de los documentales de "El hombre y la tierra". Pero, además, mi padre nos transmitió a mis hermanos y a mí mismo el amor por la naturaleza; saber disfrutar de un hermoso paisaje y de todas sus criaturas... en libertad.

    En realidad yo estoy hasta los cojones de otro animal, del "animal de lujo" en que se ha convertido el ser humano.

    Un saludo cordial.

    ResponderEliminar