martes, 6 de noviembre de 2018

Golpe de Estado en España (la izquierda subversiva de siempre)


Introducción
 
El mismísimo Mussolini señaló que "la fuente del fascismo era el horror por la vida cómoda". Los primeros pensadores que intuyeron que una vida cómoda era también, inevitablemente, una vida "vacía de emociones", fueron Fichte y Kierkegaard. Pero fue Heidegger, con su tesis sobre el "das Man" y la vida inauténtica quien acabó descubriendo la estrecha relación entre la pérdida de sentido de nuestras existencias y el hecho de vivir sin proyectos vitales ilusionantes (ver también Ortega). De hecho, nuestro poético José Antonio (orteguiano) también apeló a la revolución nacionalsindicalista desde la defensa de una "España alegre y faldicorta"; apeló a la "poesía prometedora" (esperanzadora) y a la ilusión como motor para lograr que España fuese "una, grande y libre".

Pero seamos justos, porque otros fascismos actuales  (inteligentemente disfrazados de "demócratas") también han llamado a la movilización de las masas apelando a la "revolució dels somriures" (secesionismo catalán) o pidiendo "asaltar los cielos" con alegría y entusiasmo (Podemos). Las nuevas revueltas o "revoluciones" que están proliferando por toda Europa están siendo promovidas y dirigidas por las "izquierdas de siempre"; las sempiternas izquierdas antiliberales cuyo único afán consiste en transformar las sociedades que, paradójicamente, las toleran y les permiten dinamitar la convivencia y los marcos constitucionales desde dentro del propio sistema.
Pero el problema de las izquierdas
comunistas-fascistas de hoy (de nuevo aliadas a través de renovados pactos de Ribbentrop-Molotov) es que son dogmáticas y harto beligerantes contra "el otro", contra las demás conciencias disidentes (liberales y conservadoras) que no comulgan con sus respectivas verdades. Nada nuevo bajo el Sol.

He conocido a gente inteligente, que yo presuponía sensata, abrazar con entusiasmo, por ejemplo, el "procés secesionista" en Cataluña: gente que, ante mi asombro, mutaba en cínica redomada para afirmar, sin empacho, que lo sucedido en Cataluña no fue un "golpe de Estado", sino una "pirula" (tradúzcase por ardid o trampa artera). Personas inteligentes capaces de justificar lo injustificable (estratagemas y violaciones anticonstitucionales y antidemocráticas) por tal de, así, ver cumplidos sus sueños más utópicos: recuperar viejas repúblicas, lograr articular Estados supremacistas (comunistas) y dinamitar viejas y gloriosas naciones. Son los buenos y justos.

Hay gente que no puede soportar la verdad. De hecho, el genial Unamuno sostenía que las masas, en realidad, deseaban ser "engañadas" por los titiriteros, curas y bachilleres de turno (poetas todos). Sin embargo, lo más grave, en mi parecer, es que hay demasiada gente que no sabe soportar, estoica y dignamente, la insoportable levedad del ser. Hay demasiada gente incapaz de recluirse y recogerse en su soledad para afrontar el sentimiento trágico de la vida o el drama de vivir, como se prefiera. Hay demasiada gente que confunde lo "cotidiano" con aburrimiento y hastío, porque son incapaces de estar en paz consigo mismos, porque son incapaces de aceptar que son, tan solo, "seres para la muerte".
En nuestras actuales sociedades del bienestar, donde la generalidad de la ciudadanía vive cómodamente, y también sumida en el aburrimiento, ya no es el dolor ante agravios e injusticias lo que moviliza a las masas, sino la promesa de emociones e ilusiones. Por eso, el victimismo de los procesistas es falso, por más que lo sobredimensionen y exageren; por este motivo ya no cuela el victimismo de Podemos, obsesionado en dibujarnos una España hundida en la pobreza y la precariedad, todavía en manos de malvados caciques franquistas.

Ahora sí, ahora sí es posible entender por qué las filas "dels revolucionaris dels somriures", como las filas de los cínicos podemistas, estaban plagadas de jóvenes pijitos, burgueses hijos de burgueses, que se aburrían y necesitaban más deporte vital para dar sentido a sus vidas.
Jóvenes aburridos y mayores nostálgicos y acomodados, también devorados por el hastío existencial, se han conjurado en Cataluña, y ahora también en España,  para jugar el partido de sus vidas. Ya no les basta con proyectar sus ensoñaciones esquizofrénicas viendo jugar al Barça, ahora necesitan, además, ser ellos mismos los jugadores reales en un campo de juego real, obviando, irresponsablemente, los riesgos, también reales, que conlleva jugar tan peligroso partido.
Quienes no aprecian lo que de hermoso hay en la cotidianidad, en el milagroso hecho de vivir y sobrevivir un día más a la existencia, no han entendido nada; y, peor aún, serán susceptibles de ser seducidos por los cantos sirénidos de los poetas cuyo deporte preferido es siempre cazar "almas cándidas". ¿Pero quiénes son esas almas cándidas, supuestamente ingenuas, que se dejan seducir y cazar por pastores truhanes que les prometen hacer realidad bellos e imposibles sueños?

Los nuevos poetas (pastores del ser) han de ser necesariamente "demócratas"; y si no lo son, deben parecerlo y hacer creer a "los otros" que en verdad lo son. Los nuevos poetas, como los de otrora, se erigen en libertadores, en altruistas teóricos de la liberación dispuestos a emancipar a los hombres de sus servidumbres y vasallajes. ¿Pero de qué servidumbres y vasallajes han de "liberar" al hombre occidental de hoy estos poetas vendedores de sueños? Ya no hay amos y esclavos, ni señores y siervos; ni siquiera podría decirse que los malvados burgueses capitalistas de hoy nieguen las libertades y derechos del resto de ciudadanos (me niego a utilizar el concepto erróneo y perverso de "clase trabajadora"). ¿De qué hay que emancipar a los ciudadanos de hoy, muerto Dios y con él el poder de las religiones? Los reyes de ahora ya no tienen tampoco un poder absolutista; ni siquiera la actual aristocracia (duques, marqueses, condes...) conserva los privilegios de antaño (Antiguo Régimen).

Hay que emancipar a los hombres del Capitalismo, me dirán los más astutos poetas; emanciparlos de ese Capitalismo otrora salvaje (S XIX), y más tarde "civilizado", que supo adaptarse a las exigencias de los llamados "Estados del bienestar" (S XX). Un Capitalismo que ha sabido sobrevivir cediendo y reconociendo las libertades y derechos de "los otros"; un Capitalismo que sabe disminuir su celo dogmático y evitar convertirse en conciencia supremacista, porque lo único que desea es garantizar la estabilidad y la continuidad del sistema.

¡Ah, amigos, pero a los ojos de nuestros poetas el sistema sigue siendo injusto!  Y para combatir las injusticias todo vale, desde perpetrar golpes de Estados hasta promover falsas mociones de censura por tal de alcanzar el ansiado poder. Todo vale. Y quienes no defienden abiertamente la comisión de golpes a la legalidad, se ponen de perfil y callan (para no perjudicar a sus "hijos de puta"); algunos incluso legitimarán acciones bastardas, tales como silenciar a los disidentes (Ábalos en Alsasua). Y serán muchos los que, a pesar de todo, seguirán negándose a aceptar la ayuda de "cirujanos de hierro"; porque, ante todo, hay que ser de "izquierdas". A nuestras izquierdas ni siquiera les vale que los nuevos "cirujanos" ya no promuevan ruidos de sables en los cuarteles; tanto les da que sean tan demócratas como ellos o que acaten la Constitución y la legalidad. No son de "los suyos". Antes el caos y la destrucción (antes Podemos que Vox dijo un "sabio") que aceptar la ayuda de "salvapatrias" esencialistas. En estas estamos.
Suerte tuvimos, en los albores del 36, que intelectuales de la talla de Ortega y Gasset, Unamuno, Baroja, Maeztu, y tantos otros, no tuviesen tantos remilgos; suerte tuvimos de que, entonces, todavía había muchos más ciudadanos dispuestos a defender la nación española de revoluciones frentepopulistas (bolcheviques).

Me hacen "gracia" nuestros poetas, los buenos y justos que critican la dependencia de la ciudadanía a poderes hipostasiados que emanan de las realidades materiales del Capitalismo y las naciones; poderes que pasan por naturales, cuando, en el parecer de nuestros poetas, no lo son. ¡Capitalismo y nación son elucubraciones esencialistas y metafísicas!, vociferan a los cuatro vientos, indignados o fingiendo indignación, porque la indignación, como el victimismo hábilmente calculado e instrumentalizado, son los versos de los que se vale la poesía seductora.
Digo yo, sin embargo, que para no ser realidades "naturales", sino ideas suprasensibles sustantivadas, tanto el sistema liberal capitalista como la razón de ser de las naciones han sabido pervivir, reciclarse y adaptarse a los dolores de las diferentes épocas. Y ello a pesar de que nunca faltan fascistas (izquierdas a la postre) dispuestos a transformar lo que
es en lo que, según sus supremacistas conciencias, debería ser. La culpa, por supuesto, es de "los otros", de esa otra ciudadanía, no consciente y alienada,  que todavía no ha abrazado la verdadera fe liberadora. ¡Malditos liberales!

Convengamos, sin embargo, que la idea de nación es un concepto hipostasiado. ¿Acaso no pecará de esa misma sustantivación el concepto de "posnación"? Si el nacionalismo es hipóstasis esencialista también lo será la idea de "posnacionalismo". ¿Qué tiene de natural, real y material, el idealismo que defiende la articulación de un gran estado universal "posnacional"? ¿Era más "natural" el concepto ideal del internacionalismo marxista (o el Estado supranacional europeo que defienden algunos hoy) que la idea de nación?

Materializar golpes de Estado 

Para proponer una cura (poesía fascista) primero hay que provocar un "dolor anímico" en la conciencia (ser consciente de dicho dolor). Así, nuestras anestesiadas sociedades sumidas en el hastío de lo cotidiano, deberán recordar, despertar la memoria dormida y recuperar viejos agravios, antiguos resentimientos y pretéritas pérdidas emocionales. Habrá que crear una conciencia victimizada, porque el recuerdo es subjetivo, y por ello el poeta deberá crear un mito (un relato) que dé sentido y justifique una determinada voluntad de poder (poder ser). No valen todos los recuerdos; solo los que ayuden a operar (transformar la realidad) a través de cualquier medio (praxis marxista-leninista copiada también por el fascismo) que permita alcanzar loables fines. "Los relatos y las lágrimas van juntos" (Peter Sloterdijk).

Una vez se despierta el "dolor anímico" y las masas (me niego a decir ciudadanía) ya creen ciegamente en relatos míticos, confeccionados para determinados fines, la partida podrá comenzar. A los individuos se les propondrá "jugar" el partido de una época; se le instará a participar en el glorioso momento histórico que les ha tocado vivir. Ya no habrán excusas para refugiarse en el aburrimiento cotidiano; el individuo anónimo podrá trascendentalizar su Yo alcanzando ilusionantes fines supremos (proyectos de vida con formas de nuevas repúblicas o naciones ficticias). Pero toda acción conlleva una reacción. Cuando el Estado es débil e inoperativo, y fracasa en su vital función de salvaguardar la legalidad institucional, el partido que habrá de jugarse carecerá de reglas y todo valdrá. No digamos si, además, como está sucediendo en España, es un partido político con minoría parlamentaría el que da un golpe y se hace con el poder.

Si el fascismo se disfraza de legitimidad democrática (gobierno del PSOE sanchista) podrá engañar a muchos durante un breve período de tiempo, pero una vez comiencen a visualizarse sus traiciones, mentiras e indignidades, solo engañarán a unos pocos. Estos pocos serán los verdaderos creyentes. El problema radicará, como ya ha sucedido en Cataluña, y ahora está sucediendo en España, en que estos "pocos" creyentes leales logren el control del Estado a través de los medios de comunicación, la educación y las FFAA (depuración de altos mandos del ejército). Me consta que el gobierno golpista de Sánchez ya ha dado todos estos pasos.

Una democracia falsa, hipostasiada e idealizada, que tan solo es "papel mojado", es casi tan peligrosa, o más, que una dictadura que se materializa por las bravas. Pero los buenos y justos, siempre prestos a ver esencialismos en los nacionalismos, nunca han querido ver que la sustantivación de la "democracia", cosificada y susceptible de poder ser pervertida y mancillada por todos (dependiendo de los intereses particularistas de cada ideología), también podría resultar letal convirtiéndose en"el caballo de Troya" a través del cual puedan colarse"nuevos fascistas" (Sánchez y compañía en España).

Nadie se atreve a decirlo en voz alta (¡tan grande es ya el temor!) pero, en privado, cada vez más ciudadanos depositan sus esperanzas en el ejército, último garante de las libertades y derechos de TODOS los españoles. El ejército ha quedado como la única fuerza "viva" capaz de pararles los pies a los golpistas; golpistas tramposos y sin escrúpulos éticos (ya no digamos morales) dispuestos a todo. La ciudadanía, abandonada a su suerte y reclamando nuevas elecciones ante la artera ocupación del poder por parte de una conjura bien calculada de la antiEspaña, nada puede hacer, salvo vociferar, frustrarse y enojarse. Mientras, los golpistas hacen y deshacen según sus criterios ideológicos, troceando a España un poquito más cada día que pasa. Hasta los más optimistas, que ya no creen que nuestro castrado ejército tenga capacidad de reacción, piensan, de todas formas, que algo malo, triste y trágico pasará en los próximos meses.

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