INTRODUCCIÓN
Una de las políticas más valientes e inteligentes de España, Cayetana Álvarez de Toledo, acaba de ser estigmatizada y silenciada dentro de su propio partido. No han faltado los carroñeros de turno para darse un festín con el cadáver de tan valiente y excelente intelectual.
UN CARROÑERO
Pues sí, el mamporrero y lameculos Marhuenda (periodista) se ha permitido la bellaquería de hacer leña del árbol caído y de dar lanzada a moro muerto, como gusta a la generalidad de todos los resentidos, mediocres y aristófobos de las Españas.
El problema de CAdT, sin embargo, no es ser soberbia, sino ser inteligente y estar muy segura de sí misma. Terribles pecados. De hecho, el único problema de CAdT es no poder evitar dejar a todos sus oponentes en el más espantoso de los ridículos. No es que ella pretenda, como aseveran los mindundis como Marhuenda, mostrarse soberbia, sino que "soberbia y altiva", prepotente y repelente es como la VEN quienes no tienen alturas de miras.
¿Qué culpa tendrá CAdT de que la biogenética la haya dibujado así, mejor y mucho más excelente que la media de los pobres mortales?
¿Acaso tenía la culpa Jessica Rabit, como ella misma señalara, de que la dibujaran tan voluptuosa y tremendamente seductora?
¿Tenía la culpa el Aquiles interpretado por Brad Pitt de ser un tío buenorro y, además, el mejor guerrero entre los griegos?
LA ARISTOFOBIA ESPAÑOLA
Pero, aquí quería llegar, al desprecio prepotente que legitima a los "envidiosos igualitaristas" a arremeter, siempre, contra todo lo que sea mejor (aristos) y más excelente.
Para Heráclito "uno era como miles si era el mejor", pero para nuestra casta política y nuestros individuos-masa, que no ciudadanos, una rata cualquiera, cínica y artera, puede llegar a convertirse en dios.
En nuestras aulas debería ser de lectura obligatoria "La envidia igualitaria", de Fernández de la Mora. Y, sobre todo, debería leerse a Ortega y sus tesis sobre el carácter aristófobo de las masas españolas.
Cuando Ortega se refirió despectivamente al marxismo y sus derivados como "Pseudomorales eslavas", lo hizo con verdadero conocimiento de causa. Pero si ustedes son de los que opinan que Ortega era un "facha", echen mano de Bertrand Russell y creanle cuando aseveró que el marxismo era una suerte de "pseudofilosofía", es decir, añado yo, una moral hemipléjica que en vez de diferenciar entre clases de personas (Ortega) hacía hincapié en las diferencias entre clases sociales.
Pero la realidad, terca y obstinada, desmiente a la pseudomoral marxista, como ha desmentido, con el paso del tiempo, aquella manida proclama del infame Carrillo que sostenía que "ser trabajador y de derechas era propio de tontos" , o de "palerdos", como diría ahora algún "licenciao".
Un trabajador humilde puede ser, al tiempo, un individuo miserable ebrio de resentimiento y revanchismo, como ha demostrado Podemos. Pero también puede darse un trabajador humilde que esté lleno de orgullo de ser quien es y orgulloso de la nación a la que pertenece, como ha demostrado la realidad de VOX.
Es un problema de clases de personas, señores, como ya señaló Ortega. Y no olvidemos que, donde más se ha querido y admirado a Cayetana, su inteligencia y su valentía, ha sido entre las filas de VOX.
Desde las izquierdas, y salvo alguna honrosa excepción (Félix Ovejero), lo más suave que le han dicho a Cayetana ha sido "faltona". Y, a partir de ahí, cualquier calificativo despectivo ha servido para ridiculizar y despreciar a Cayetana, de la misma manera que en España, y durante demasiado tiempo, lleva ridiculizándose y despreciándose el mérito y la excelencia.