INTRODUCCIÓN
En la primera parte, dedicada a elaborar un perfil psicológico de nuestras izquierdas ilustradas (españolas), expuse argumentos que demostraban que tanto en la ideología nacionalista como en la ideología internacionalista (ahora reconvertida en posnacionalismo y transnacionalismo habermasiano) subyacían esencialismos, ideas hipostasiadas que proporcionaban sentidos trascendentales y teleológicos a sus respectivas filosofías políticas. De hecho, ya señalé que toda filosofía política es inevitablemente moral, es decir, se fundamenta en justificaciones o razones ideológicas (ideas) que trascienden la mera realidad.
¿Por qué, entonces, diferentes clases de personas optan por hacer suyas diferentes ideologías o filosofías políticas?
Ya dijo Fichte (idealista alemán) que no escogíamos una determinada filosofía en función de sus demostradas bondades, validez universal, sino dependiendo de la clase de persona que fuésemos. Vino a decirnos, en definitiva, que a cada perfil psicológico le era propio un gusto estético y una afinidad moral que se correspondían con unas concretas filosofías y cosmovisiones ideológicas (interpretaciones del mundo y la vida).
Así que, siguiendo a Fichte y a riesgo de pecar de psicologismo (hermenéutica posmoderna), me atreveré a elaborar un perfil de nuestra izquierda ilustrada considerando los rasgos psicológicos y los modos de ser, en el mundo y con "lo otro", que la caracterizan.
PSICOLOGÍA DE NUESTRA IZQUIERDA ILUSTRADA
Me atrevería a aseverar, en base a mi experiencia personal y diversas lecturas sobre el tema, que el rasgo esencial y más sobresaliente que subyace en nuestras izquierdas es su marcado carácter marxista (como diría García Domínguez, son mayoritariamente "leídos marxistas").
Los más refinados marxistas de otrora han evolucionado, pero, hacia un filomarxismo habermasiano o patriotismo constitucional que antepone la relevancia de la entidad política vs la entidad nacional. Consideran nuestras izquierdas ilustradas (habermasianas) que establecer unas reglas del juego consensuadas, a través de una democracia deliberativa, comunicativa y dialogante, debería ser suficiente para articular estados constitucionalistas que garanticen los derechos y libertades de todos los ciudadanos. Según ellos, poner el énfasis en esencialismos nacionalistas solo conduciría a repetir errores históricos y facilitar el retorno de la provincia heideggeriana. Tal sería, resumidamente, la tesis que defienden las izquierdas que se dicen constitucionalistas (PSOE, PP y C´s): considerar al nacionalismo como una conciencia potencialmente supremacista. De ahí que filósofos habermasianos, como Mikel Arteta, consideren que no es necesario mostrar "orgullo nacional" para defender un patriotismo político (constitucional). Por eso, otros brillantes filósofos españoles, como Fernando Savater o Félix Ovejero, desprecian, se la sopla o se la suda (palabras suyas), la nación española. Algunos, como Ovejero, incluso han escrito libros para diferenciar a las buenas izquierdas (ilustradas y constitucionalistas) de las malas (populistas y reaccionarias). Pero lo que subyace en el interior de todos ellos, por ilustrados, buenos y justos que se pretendan, es el temor, todavía muy presente en sus conciencias, de que vuelva la barbarie o "retorne la provincia heideggeriana" (que VOX simboliza o representa, según Arcadi Espada). Así, dicho temor impele a nuestros ilustrados (Mikel Arteta de nuevo) a preferir lo que consideran un "mal menor": "el retorno de la urbe comunista" de la mano de Podemos. Siguen creyendo, en el fondo de sus conciencias marxistas, que siempre será preferible la barbarie comunista (internacionalista) a la barbarie nacionalista. Como se puede apreciar, una clara cuestión de preferencias estético-morales o, como dijera Fichte, identificación del Yo (psicología) con una determinada filosofía y/o ideología.
¿Cómo es, entonces, el Yo (perfil psicológico) de quienes exhiben este doble rasero moral o muestran mayor permisividad y tolerancia hacia el supremacismo comunista?
Han sido muchos los pensadores, desde Kierkegaard hasta Nietzsche, pasando por Fernández de la Mora y Peter Sloterdijk, que han señalado dos rasgos psicológicos inherentes a las ideologías de izquierdas: el resentimiento y la envidia. Pero no deseo ahora añadir nada sobre el resentimiento nietzscheano, que según el filósofo alemán generaba la moral de los débiles (léase desposeídos) vs la moral de los más fuertes. Tampoco me referiré a la envidia que, en el parecer de Kierkegaard, subyace en el ateo que no acepta su presencia en Dios; es decir, que no acepta su presencia en algo más superior y elevado que él. Sin duda, se podrían extraer interesantes reflexiones sobre las evidentes relaciones entre el resentimiento y la envidia y el hecho de ser de izquierdas. Baste, tan solo, señalar cómo el comunismo de Podemos se encarga de arremeter, día tras día, contra empresarios de éxito como Amancio Ortega; cómo los podemitas, en su día y demagogia mediante, se reivindicaron como trabajadores "descamisados" que vivían, orgullosamente además, en humildes barrios obreros.
Sí me gustaría señalar la importante relación entre el hecho de ser de izquierdas y la idea de "envidia igualitaria", desarrollada por Fernández de la Mora; una forma particular de envidia que el filósofo español postuló como el motor que ha movido históricamente, desde tiempos de la Grecia Clásica, a los individuos más mediocres, por lo general también resentidos, a desterrar y despreciar lo más elevado, mejor y excelente. Ortega y Gasset, en esta misma línea, llamó "aristofobia" a esta insana necesidad de arremeter contra lo mejor y más excelente. Y mucho escribió, también, sobre el individuo ejemplar y el hombre-masa, dado a hacer suya lo que Ortega denominó "pseudomoral eslava " (marxismo).
Me interesa, dejando de lado lo que sin duda son dos rasgos inherentes del individuo de izquierdas, el resentimiento y la envidia, centrarme en el rasgo que considero más relevante y que mejor define el "modo de ser" de la Izquierda Ilustrada: el desprecio.
Decía Sloterdijk en su "Crítica de la razón cínica" que el marxismo había sido la conciencia que con mayor prepotencia había cosificado y despreciado al resto de conciencias. De hecho, a los comunistas los definió como "los buenos criminales"; individuos capaces de legitimar los mayores crímenes y barbaridades en aras de conseguir loables fines últimos. Sin duda, como diría Zizek, los comunistas son fervientes ateos religiosos entregados celosamente a los dogmas de su fe.
Sin embargo, a pesar de las bien argumentadas y fundamentadas explicaciones de Sloterdijk sobre la prepotencia marxista y la criminalidad comunista, y a pesar de las confesiones, sin duda esclarecedoras e impagables, del comunista Slavoj Zizek, demostrando la presencia de esencialismo metafísico (religiosidad atea) subyacente en la ideología comunista, a pesar de todo ello, digo, nuestras Izquierdas Ilustradas siguen prefiriendo mil veces el comunismo de Podemos antes que a los liberal-conservadores de VOX. ¿Por qué? ¿Por qué desprecian tanto a VOX?
De entre todos nuestros "rojos ilustrados" (vamos a pagar al desprecio con desprecio) quizás haya sido Arcadi Espada, como ya señalé en la primera parte de "Perfil psicológico de las Izquierdas Ilustradas", el que con mayor prepotencia refinada, muy civilizada, eso sí, haya despreciado a la conciencia antagónica que representa VOX. Arcadi Espada, no solo alertó sobre el "retorno de la barbarie" que suponía la aparición de VOX en el claro del bosque de la política española, sino que despreció a la nueva formación política y, por ende, a millones de españoles, calificando al nuevo partido de cochambre intelectual, política y moral (cita literal).
No recuerdo a ningún político ni intelectual de peso, análogo a la importancia mediática que pueda tener Arcadi Espada, que se haya referido a Podemos, por ejemplo, con un desprecio tan evidente y desmesurado. Pero sí han sido muchos los pensadores de nuestras Izquierdas Ilustradas que no han disimulado su desprecio, irracional y, por qué no decirlo, endiosado, hacia VOX. A todos les ha bastado con sospechar o intuir que VOX era potencialmente un peligro para la democracia para juzgarlo y sentenciarlo al ostracismo mediático.
CONCLUSIÓN
Si el marxismo fue la conciencia que con mayor prepotencia despreció al resto de conciencias, como cree Sloterdijk y también creo yo (véanse los argumentos que lo prueban en "Crítica de la razón cínica"), no cabe duda de que nuestra Izquierda Ilustrada, ebria de dicho desprecio prepotente, es digna heredera del marxismo al que, sin duda, todavía se siente vinculada afectivamente, debido a los pretéritos apegos tempranos con el mismo.
Así, podríamos concluir, que la envidia y el resentimiento serían los rasgos psicológicos más presentes en la generalidad de las izquierdas proletarias, sobre todo entre el lumpenproletariado, carente de conciencia de clase, que ignora qué significa ser marxista, pero no duda en arremeter contra cualquiera que se le antoje mejor que él o que haya tenido más suerte en la vida que él.
Pero el desprecio prepotente, en mi opinión, sería el rasgo psicológico que mejor definiría a nuestra Izquierda Ilustrada. Una izquierda que tiene esa soberbia endiosada que le permite arrogarse estar en posesión de la Verdad o, en su defecto, que les permite creer que están situados en la mejor de las opciones políticas posibles: el patriotismo constitucional.
Como señaló Sloterdijk, retomando a Nietzsche, "todo el que desprecia a quien desprecia se convierte, inevitablemente, en despreciador". Así, de manera parecida, nuestra Izquierda Ilustrada se siente legitimada para despreciar a VOX, por considerarlo un partido peligroso (racista, xenófobo, homófobo y machista) que desprecia a los inmigrantes, a los homosexuales y a las mujeres (cuando en realidad VOX tan solo pide regular la inmigración ilegal y pide combatir ideológicamente a los nuevos dogmatismos femimarxistas y a las impositoras ideologías LGTBI). No importa que VOX no se haya pronunciado ni proclamado "extrema derecha"; ni importa que los hechos desmientan a sus detractores y despreciadores. A los despreciadores de nuestras Izquierdas Ilustradas les basta con sospechar e intuir que VOX es un despreciador, de la misma manera que a las Izquierdas reaccionarias (por utilziar la terminología de Ovejero) les bastó siempre con considerar fachas a los paniaguados socialdemócratas del PP y C´s.
Para legitimar el desprecio hacia un despreciador, primero hay que cosificar y convertir a la conciencia antagónica (VOX) en despreciadora, aunque no lo sea. Bastará, tan solo, con sospechar que pueda ser una conciencia despreciadora en "potencia". Y en esto, amigos míos, en pervertir la verdad y la realidad, el marxismo en general, y nuestras izquierdas en particular, son maestros aventajados.