lunes, 25 de enero de 2021

Perfil psicológico de la Izquierda Ilustrada (española)

INTRODUCCIÓN

Hace un año aproximadamente escribí una pequeña reflexión a colación de un artículo de Arcadi Espada, sin duda un digno representante de nuestras izquierdas ilustradas. El artículo, titulado "Oyen voces", pretendía deslegitimar, como suelen hacer nuestros "leídos marxistas", al partido político VOX.

Decía lo siguiente:

“Más me preocupa que algún rudo columnista -se hace el rudo, pero en el fondo es fino y delicado como un haiku- empiece a oír voces. ¡Aunque no dejaría de ser lógico!”

A través de este breve párrafo, Arcadi exponía una doble preocupación: por un lado, temía que algún periodista "rudo", que no civilizado y progresista (comme il faut) pudiera comenzar a oír voces, es decir, empezara a dedicar su tiempo a reflexionar y analizar los argumentos de VOX. Pero, al tiempo, con cinismo refinado, Arcadi calificaba dichos argumentos (argumentos de VOX) de irracionales y esencialistas susurros del Ser.

Me hizo gracia este hábil juego de palabras de Arcadi, igualando el hecho de prestarle atención a VOX (oírle) con la vana actitud de oír a los locos; a los individuos que oyen voces (léase argumentos metafísicos y/ o esencialistas).

Todos asociamos el hecho de oír voces inexistentes a signos de alarma psicológica, síntomas propios de locos o iluminados endiosados. Arcadi Espada, de esta sutil manera, volvía a vociferar (él sí a través de las voces de los buenos y justos) la alerta antifascista del comunista Pablo Iglesias. Desde luego, nadie puede negarle a Arcadi Espada la exquisita retórica de la que hacen gala los "leídos marxistas" de estética habermasiana, siempre tan aparentemente refinados, dialogantes, talanteros... Siempre tan educados (civilizados) cuando de insultar y menospreciar a las conciencias enemigas se trata

¿Pero nuestra Izquierda Ilustrada es en verdad tan ingenuamente humanista (dialogante y tolerante) como pretende aparentar a través del disfraz de la democracia deliberativa?

DE VOCES E INGENUIDADES HUMANISTAS

Desde que Kant, a través de su obra "Crítica de la Razón Pura", expusiera la imposibilidad de demostrar la existencia de conceptos metafísicos, como Dios y alma, los sabios y filósofos parecieron ponerse de acuerdo para estigmatizar y rechazar cualquier tipo de conocimiento o experiencia manifiesta en la conciencia que pecara de irracionalidad, es decir, decidieron olvidarse (véase Heidegger y el olvido del Ser) de todo aquello que no pudiera ser argumentado y fundamentado a través de lo que ellos consideraban "racional".

Kierkegaard, en su "Tratado  sobre la desesperación" (cap. II, "la desesperación es pecado") dejó escrito lo siguiente: 

"El diálogo entre el Aislado (individuo en el que Dios no está presente) y Dios no entrará nunca en el cerebro de los filósofos; ellos no hacen más que universalizar imaginariamente los individuos en la especie" (humana).

Efectivamente, al filósofo no le estaba permitido, hasta la llegada de la posmodernidad, pecar de psicologismo; no le estaba permitido enfrentarse a las verdades sentidas y vivenciadas que algunos individuos experimentaban en sus subjetivas conciencias. Solo podía ser Verdad aquel conocimiento con rango de universalidad, que fuese válido y aplicable a todo el conjunto de los seres humanos.

Pero Kierkegaard, muy presente en la obra magna de Miguel de Unamuno, "Del sentimiento trágico de la vida", sí considero que la desesperación era/es constitutiva de todos los seres humanos; es decir, era un universal. Nuestro Miguel de Unamuno, descalificado por muchos de nuestros contemporáneos por mostrarse en exceso irracional, también creyó que "el sentimiento trágico de la vida", provocado por la sed de inmortalidad de los seres humanos, era un universal. Incluso Ortega se refirió al "drama de vivir", a esa angustia existencial, presente en la generalidad de los seres humanos y surgida del enfrentamiento entre nuestro Yo con las circunstancias del medio (mundo).

Creo que se podría reconocer como verdad universal el hecho de que nuestro Yo individual siempre está en relación con el mundo, en y con "lo otro", en una constante lucha dialéctica por alcanzar una síntesis redentora que le libere del sufrimiento existencial. En mi opinión, dará igual cómo llamemos a dicha "angustia" provocada por el mero hecho de ex-sistir, de ser arrojados desnudos a la realidad y estar sometidos a las contingencias de las circunstancias. 

Marx, el poeta (profeta) de la liberación, que anunció la emancipación de todos los seres humanos, también acuñó el concepto de alienación para explicar este sufrimiento inherente y constitutivo de todos los seres humano; un sufrimiento derivado, según él, de la lucha entre clases y la vida inauténtica que llevaban los individuos proletarios. Heidegger, mucho más universalista que Marx, pues no consideró diferencias entre clases sociales, se refirió al Dasman, a la vida vegetativa, sin sentido, que se sustentaba en una rutinaria cotidianidad que enmascaraba el sufrimiento existencial.

La mayoría de los filósofos, por racionalistas que se hayan pretendido, han ejercido, realmente, como poetas. Y sobre los poetas, también escribió Kierkegaard:

"Los confines de la dialéctica de la desesperación serían la poesía con orientación religiosa; el pecado de soñar en vez de ser, adoptar una relación estética de imaginación con el bien y la verdad, en vez de establecer una relación real".

¿Y qué es nuestra Izquierda Ilustrada sino un grupo de poetas ebrios de "sus verdades"; borrachos de bellos ideales, sueños y ensoñaciones, que se apartan de Dios y de las religiones tradicionales para crear sus propios dogmas de fe (pseudoreligiones, como bien señaló Heidegger)?

Decía Kierkegaard que el poeta no podía, instado por la razón, aceptar su presencia en Dios, por lo cual se dedicaba a soñar a Dios (hacer poesía). Dios es demasiado elevado y no puede entrar en la cabeza del poeta, razón por la cual Dios es ignorado y convertido en nada.

Kierkegaard hiló muy fino, pues el poeta (léase ilustrado de izquierdas) se obliga, paradójicamente, a ser racional cuando, en realidad, es un místico irracional; un ferviente espiritualista o un ateo religioso, como bien explica Slavoj Zizek en su reveladora obra "Menos que nada".

Hay que decirles, alto y claro, a Arcadi Espada y nuestras Izquierdas Ilustradas que ellos, los idealistas habermasianos en definitiva, son también creyentes y poetas irracionales que todavía, por supuesto, y bajo sus disfraces de ingenuos humanistas, neokantianos y filomarxistas, sueñan con futuros internacionalismos o fines últimos teleológicos, pero a través de nuevos modos de ser posnacionales y transnacionales. 

No, nuestra Izquierda Ilustrada no es "ingenua", sabe muy bien qué quiere y está dispuesta a todo por tal de conseguirlo, desde aceptar como "mal menor" a Podemos (rancio y peligroso comunismo) hasta cosificar a las conciencias contrarias (a VOX y sus votantes). Todo vale, desde el más refinado sofisma hasta la mentira más descarada, o aliarse con golpistas rebeldes  y terroristas con tal de combatir a esencialismos antagónicos. 

TODA FILOSOFÍA POLÍTICA ES INEVITABLEMENTE METAFÍSICA

Lo que no puede permitir nuestra Izquierda Ilustrada es que un partido como VOX, un partido con fuertes convicciones, pueda ocupar su lugar en el claro del bosque para entablar la batalla ideológica que, durante tantos años, han evitado las falsas derechas españolas (los socialdemócratas del PP y C´s). 

Cuidado, nos advierten, los de antes eran "fachas", pero estos de VOX, además, están muy locos; creen en la realidad material de la nación española y defienden la  unidad indivisible de la misma. ¡Por favor!

Pero los simpatizantes de VOX, de serlo, no serían los únicos locos. En las últimas décadas, se han reconocido dos nuevos tipos de inteligencia que se han postulado como posibilidades de ser en algunas clases de personas: la inteligencia existencial (Howard Gardner) y la inteligencia espiritual; entendida como inteligencia capaz de vivenciar como reales determinados “modos de ser” que se actualizan y manifiestan virtualmente en la conciencia (Brian Draper). Ambas formas de inteligencia comparten dos rasgos fundamentales: una pre-ocupación (ocuparse con antelación) por la propia conciencia individual en relación con el todo (cosmos, mundo o vida), y también comparten el hecho de darse en individuos singulares con altas capacidades, a menudo tildados de locos.

Nuestro genial pensador Xavier Zubiri, como en tantas otras cuestiones, se adelantó a estos estudiosos de la “inteligencia humana”. A la pre-ocupación (ocuparse con antelación) que muestran los individuos respecto al Todo la llamó preocupación teologal, y a la comunión entre individuo y mundo/vida la denominó religación. A través de dicha religación, decía nuestro brillante filósofo, el ser humano se instaba a dotarse de sentido (esencia) valiéndose para ello de diferentes vías (lógico-científicas, religiosas, místicas, filosóficas y artísticas) para, así, poder hallar “su” verdad. Todas estas vías, pero, serían RACIONALES (enfatizo), pues todas son producto de la Razón humana. No importará, por tanto, cómo lleguemos a hallar un sentido, ya sea a través de vías de revelación (religión), de desocultación (metafísica) o construcciones consensuadas (democracia deliberativa habermasiana).

Todos necesitamos dar sentido a nuestras vidas. Y toda política, por tanto, en tanto que promesa de futuro y esperanza, es esencialista o moral, aunque dicho componente metafísico se muestre orgullosamente desnudo (VOX) o se enmascare bajo los disfraces de las democracias deliberativas (socialdemocracia).

El mismo Arcadi Espada, fijémonos, señala en el párrafo que he extraído de su artículo, que oír voces no dejaría de ser lógico, entiéndase: no dejaría de ser otra posibilidad más hallada por la razón humana. Pero Arcadi, sibilino y astuto cual Ulises, aprovecha el juego de palabras VOX= VOZ para matar dos pájaros de un tiro: para deslegitimar a la nueva formación política de VOX, calificándola de cochambre intelectual, política y moral (cito literalmente) y, al tiempo, para señalar que lo inherente a todo nacionalismo es oír voces, es decir, escuchar los susurros ontológicos del ser a través de esencialismos suprasensibles y metafísicos.

CONCLUSIÓN

Arcadi, por tanto, reta a los esencialistas (nacionalistas españoles) a que le demuestren qué es el ser de España; es más, les reta a que demuestren la existencia de dicha “razón de ser”, la realidad de su ser-ahí en el mundo. Y juega con ventaja, desde luego, porque desde que Mario Bunge deslegitimara toda la metafísica de Heidegger, a través del ad hominem de la locura, los nuevos Ulises (Arcadi es uno de ellos, y aventajado) han sabido disfrazarse de cuerdos para convencer (seducir) a la ciudadanía para que ésta taponara sus oídos con cera ante determinados cánticos esencialistas.

¡No, grita nuestro Ulises constitucionalista, la ciudadanía cuerda, inteligente y moralmente “buena y justa”, no debe escuchar los peligrosos cantos de las sirenas! (léase las proclamas de VOX). No deben oír esas voces, porque los cánticos seductores de VOX llevan a la cochambre intelectual y moral. Algún día, supongo, nuestras Izquierdas Ilustradas explicarán en base a qué argumentos, que no sean los propios del marxismo supremacista, consideran cochambre intelectual y moral aseverar la realidad material de la nación y defender la unidad territorial y política de la patria.

En cierto sentido, Arcadi, como la generalidad de la socialdemocracia europea, desea que la ciudadanía solo oiga unas determinadas voces; las voces de quienes, como Lenin, creían y siguen creyendo ciegamente en un “devenir concreto”; en un esencialismo concreto (heredero del marxismo). Nos quieren obligar a aceptar con resignación un “designio histórico”, que no teológico, aunque dicho designio (creencia en un final o síntesis última) no deje de ser otra suerte de esencialismo, pero, claro, un esencialismo disfrazado de racionalidad democrática, por tanto, más “justo”.

Pero Arcadi sí escucha todas las voces. Él, como el cínico Ulises, se ata al mástil de la embarcación que es España (y que también podría ser Europa) dejando sus oídos libres, mientras el resto de la ciudadanía, con los oídos taponados con cera, permanece sorda a determinadas verdades incómodas. De hecho, para ensordecer y cegar a la ciudadanía, las buenas izquierdas ya llevan décadas encargándose de dominar y controlar toda la superestructura social: educación, medios de comunicación y asociaciones e instituciones culturales. ¡Y a pesar de ello, más de tres millones de españoles votaron a VOX en las últimas elecciones!

Los cínicos que oyen todas las voces, como Arcadi y nuestras Izquierdas Ilustradas, no quieren que lleguen a demasiados oídos algunas verdades, tales como la urgente necesidad de regular los flujos migratorios, desenmascarar la inconstitucionalidad (contraria a Derecho) que se esconde tras la LVG (ley de Violencia de Género que presupone culpables, a priori, a todos los hombres por el hecho de ser hombres). No desean que demasiados oídos oigan la verdad que muestra el sectarismo revanchista de la ley de memoria histórica; no desean que se cuestione “la razón de ser de las autonomías”. Porque, claro, la razón de ser de España es “discutible y cuestionable”, como la propia nación española, pero la razón de ser de las taifas autonómicas, que tan vehementemente defienden los “ontológicos particularistas”, es palabra de Dios. La realidad de las autonomías no es cuestionable, como otras tantas realidades y/o ensoñaciones (ideología LGTBI, ideología femimarxista, naciones vasca y catalana…). No son cuestionables porque así lo han decidido, consenso mediante, nuestros racionalistas cuerdos.

Pendiente la continuación en una parte II.

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