jueves, 29 de abril de 2021

HABERMAS, CONSTITUCIONALISTAS (y la espiritualidad marxista)

INTRODUCCIÓN

Gustavo Bueno decía que no había que entender el concepto de “espíritu” como el análogo al pneuma de la filosofía griega (concepto mitológico) sino como un subproducto dialéctico en relación a la materia.

La idea de espíritu en filosofía se desarrolló a partir de la escolástica, considerando la existencia de un acto puro o ser inmaterial, análogo al primer motor inmóvil de Aristóteles, que, siendo causa de sí mismo (no creado por nada ni por nadie) era origen y creador del universo material.

La filosofía escolástica identificó este primer espíritu (motor inmóvil aristotélico) con la idea de Dios (ser inmaterial). Desde entonces, la filosofía occidental ha identificado todo lo referente a lo espiritual con esencialismos e ideas y/o mundos suprasensibles (alienos al mundo material).

Así, cuando el marxismo se reivindicó materialista cometió el error, o la trampa (como yo sostengo), de negar la sustancia espiritual en aras de mejor reivindicar un materialismo puro. Negó, en definitiva, el carácter metafísico de su pseudofilosofía, como la definió acertadamente Bertrand Russell.

LA METAFÍSICA MARXISTA

Llevo mucho tiempo insistiendo en señalar que el marxismo también es un esencialismo; intentando demostrar, a partir de un primer pre-sentimiento intuitivo que siempre me ha acompañado, que toda religión y/o filosofía o ideología están impregnados de inevitable metafísica.

Finalmente, al acceder a la obra de Gustavo Bueno, encontré la que considero la mejor argumentación que fundamenta y explica la presencia de la idea de espíritu, entendiéndola como un subproducto que surge, inevitablemente, a partir del proceso dialéctico material.

EL ESPÍRITU VIVENCIADO

Lo que viene a sostener Gustavo Bueno, salvando las diferencias con el existencialismo sartriano, es que el espíritu no es una esencia a priori, sino que, en tanto que subproducto surgido de las relaciones dialécticas materiales (transformaciones operativas y manipulativas) de los seres humanos, aparecerá, dentro de la materia ontológica general, como un género de materialidad M2 (ensoñaciones y sentimientos vivenciados). Las ideas, por tanto, tienen la cualidad de vivenciarse en la conciencia individual, antes incluso de llegar a ser; es decir, antes de consumarse como verdad o realidad en el ex-sistere, en el mundo.

Así, si un cristiano vivencia la idea de Dios como un modo de ser real, manifiesto y actualizado en su conciencia, un marxista, de manera parecida, vivencia y hace suya (presente en su conciencia) las ideas hipostasiadas (abstractas y virtuales) de justicia social o sociedad ideal.

Vivenciar virtualmente una idea, sentirla, en definitiva, significará hacerla nuestra; significará apoderarnos del espíritu, razón de ser y/o esencia de la misma, para consumarla operativamente en el mundo real.

Tradicionalmente hemos relacionado la espiritualidad con lo religioso y lo místico, negándonos a aceptar el carácter espiritual de determinadas ideologías. Resulta paradójico porque, precisamente, ideología es un concepto que etimológicamente significa conjunto de ideas (creencias y valores) que decidimos hacer nuestros, preservándolos y defendiéndolos. Y estas ideas son siempre virtuales, es decir, son sentimientos que vivenciamos en nuestras conciencias como modos de ser reales.

IMPLICACIONES POLÍTICAS

A menudo leo, sorprendido, a gente anónima, pero también a sesudos intelectuales, preguntarse cómo es posible que nuestras izquierdas (las que padecemos en España) sean tan dogmáticas y sectarias.

Y, paradójicamente, nuestros pensadores de cabecera, leídos marxistas que conforman nuestras izquierdas ilustradas, siempre ven la paja en el ojo ajeno; es decir, siempre ven esencialismos”peligrosos en aquellas ideologías que se fundamentan a partir de entidades nacionales. Y claro, esta visión borrosa, hemipléjica y sesgada, les insta a combatirlas como las cochambres políticas, morales e intelectuales que consideran que son. ¡Joío Arcadi Espada!

Otro tanto sucede con lo que consideran malas izquierdas; esas izquierdas extravagantes y divagantes que G. Bueno considerara indefinidas, y que el capo de los constitucionalistas habermasianos (Félix Ovejero) ha dado en llamar reaccionarias. Nuestros constitucionalistas también combaten a estas izquierdas que se han dejado seducir por las ensoñaciones (espirituales) de los nacionalismos periféricos, pero lo hacen con la boca chica, porque, al cabo, estas izquierdas son sus díscolas hermanas ideológicas. Al final, como dejó bien claro Mikel Arteta, siempre será mil veces preferible el comunismo divagante y extravagante de Podemos que el liberal-conservadurismo de VOX. Cuestión de afectos tempranos o, si se prefiere, de modos de sentir y vivenciar nuestra propia espiritualidad (ideología).

A menudo solemos decir que las izquierdas, en general, se han arrogado una superioridad moral que les permiten legitimar cualquier acto criminal o vulneración de la legalidad, por miserable que estos sean. Hemos visto en Cataluña cómo Podemos (mil veces preferible a VOX) apoyaba el golpe de Estado del secesionismo. Hemos visto a Pedro Sánchez blanquear, e incluso cantar las excelencias, de Bildu, partido filoterrorista. Pero no pasa nada, todo se acepta, se justifica o se soporta como un mal menor, porque peor sería que gobernara la malosa derechona. ¡Por favor!

Pero lo más frustrante de todo ha sido comprobar cómo nuestras izquierdas ilustradas, a pesar de sus tan cacareados centrismos equidistantes, al final siempre acaban tirando pal monte, como las cabritillas marxistas que son. Al final siempre acaban magnificando y sobredimensionando mucho más las reacciones legítimas de VOX (el cartel de los menas angelitos) en un sempiterno intento, inmoral y descarado, por igualar a los agresores (quienes matan a españoles por llevar tirantes con la bandera de España) con quienes defienden sus derechos y libertades; comparando a quienes apedrean al adversario con quienes, orgullosos, se fuman un puro mientras la chusma roja le increpa. ¡Habrase visto tanta chulería facha! ¡Eso sí que no!

Y esto es, realmente, lo que no soportan los discípulos de Habermas: el orgullo de quienes se sienten españoles, porque, como decía Arteta en su defensa del patriotismo constitucional, hay que ser españoles pero sin mostrar orgullo por ello. Claro que sí, guapis, porque la única estética, moral al cabo, buena y justa es la de los cínicos habermasianos; la moral de esos centristas que creen haberse despojado de cualquier atisbo de esencialismo espiritual y que, sin embargo, son más creyentes que el nacionalista más acérrimo.

CONCLUSIÓN

La paradoja que subyace en nuestras izquierdas ilustradas, siempre prestas a combatir los dogmatismos de “los hunos y los hotros” es que, como bien señalaran Adorno y Horkheimer, ellas mismas han mutado en una Razón Ilustrada supremacista, intransigente y celosa de su verdad, que lo mismo penaliza a Polonia por defender su nación y su catolicismo, que no duda en mentir para cosificar y/o deslegitimar a la conciencia contraria (VOX). 

Y cuando la realidad no tiene su correspondencia aristotélica con las proposiciones falaces y prejuiciosas que enarbolan, porque no se ha demostrado que VOX sea un partido de “ultraderecha”, entonces se convierten en sofistas. Entonces, cuando la terca realidad no se compadece de sus sospechas y prejuicios, no dudan en instrumentalizar la realidad fáctica, a la que tanto les gusta referirse, utilizando el pensamiento sensible y la hermenéutica psicoestética para interpretar palabras y hechos (de nuevo el cartel de VOX) según los dictados de su ideología. Tradúzcase: según las creencias espirituales de su ideología religiosa que les permite creerse, por ejemplo, que la patria es el lugar donde se está a gusto (puro sentimentalismo), y no la tierra de nuestros padres y el lugar donde se nace (materialismo realista).

3 comentarios:

  1. Apreciado amigo

    No le comente el anterior post por la razon que sus argumentos tienen mas profundidad y calado que los que yo pudiera aportar, pero en esta has vuelto al barro de la trinchera

    Y por dos puntos has centrado tu articulo

    1.- El esencialismo, milenarismo, que yo defino como simple herejia del catolicismo, otros como pseudomoral eslava, y alguno mas como hijo y derivado del cristianismo

    Nuestros marxismo. Inasequible al desaliento, ajeno al mundo y a su realidad. Indiferente ante la Verdad y el Hombre y sus penas. Absolutamento inhumano, y mas aun cuando se esconde en el mal llamado bien social, esa excusa que les impide ayudar, trabajar, o simplemente empatizar con el otro, o el " aflijido"

    2.- Te veo con ganas de dar tralla a los llamados intelectuales, esos que han aprehendido el espiritu esencial, en fondo y formas, del supremacismo cultural que les hace inermes, y por tanto justifica su incapacidad, ante la realidad

    Seres espirituales


    La Realidad, como base de la Realidad, nos ha pegado bien fuerte y hemos visto como nuestra inteligenstzia, nuestros lideres, nuestros gobernantes son, y voy a ser suave, absolutamente torpes

    No creo que sea un mal español, si bien fue Toynbee quien dijo que la caida de las civilizaciones viene mas provocada por " implosion interna", por incapacidad de las elites en dirigir los destinos del imperio, de la nacion, del pueblo o como lo queramos llamar, que por los ataques del exterior

    Lo que es lamentable, triste, pero imposible de corregir porque "natura non dona, salamanca non presta" a quienes se consideran como los elegidos, y nos llevan como ciego que guia a los ciegos como el magnifico cuadro de Bruegel

    Nada mas que un desolado, " ya los sabiamos". Y un comentario que te solicito: ¿ que opinas de un articulo publicado hoy en disidenta sobre " la covid y la plebe", en donde el articulista expone las dificultad, y la apatia del gobernante, en poner orden a la plebe rebelde que no entiende que ciertas situaciones son parecidas a una guerra- ¿ No nos estariamos entrando en el mismo agujero que nos propone Zizek, y todos los leninistas, de dirigir la sociedad " manu militari "?

    Te adelanto mi comentario: Plebe he visto, y asombrado me quede hace muchos años en el cuartel militar de que es lo que tenia de compatriotas, pero despues he visto.........demasiada chusma encorbatada


    Saludos cordiales



    Jose

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  2. Hola José

    Sí, tienes razón. Me veo obligado a descender al "barro de la trinchera" (bonita expresión), pero no por gusto, sino por necesidad. A nadie le gusta vivir en, por y para la trinchera, a no ser, claro está, que se trate de uno de esos políticos "tensionadores" (Zapatero, Sánchez, Iglesias...) a los que el perenne conflicto y la polarización les beneficia.

    Como VOX, yo solo desciendo a la trinchera por "extrema necesidad", obligado por los que, primero, cavaron la suya para romper la integridad y unidad de la nación y la convivencia entre españoles.

    Todos los países tienen un grupo selecto de intelectuales (intelligentsia) que orientan, median y/o moldean las directrices ideológicas y los discursos políticos de sus respectivas naciones.
    España ha tenido la desgracia de tener una intelligentsia (por razones que ya he expuesto en otras reflexiones) profundamente influenciada por la impronta marxista.

    Así, pues, en primer lugar hay que combatir a la perversa y errada ideología marxista. Pero, en segundo lugar y acto seguido, hay que desenmascarar la prepotencia dogmática inherente al modo de ser de nuestros "leídos marxistas", calificativo que García Domínguez otorgó a nuestras "izquierdas ilustrada" a modo de reconocido galardón.

    Intentaré leer ese artículo de Disidentia al que te refieres y comentaré.

    Un saludo cordial

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  3. Hola de nuevo José

    He leído el artículo "el Covid-19 y la plebe" y ha sido una gran decepción. Pensaba comentar aquí las falacias y sesgos ideológicos que hallé en el mismo, pero no merece la pena. Hay dos comentaristas (Brigante y Henry Killer) que rebaten con acierto y soltura el ejercicio "sofista" del autor de tan mediocre (¿plebeyo?) artículo.

    Un saludo cordial

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