domingo, 26 de marzo de 2023

ORTEGA FRENTE A GUSTAVO BUENO

INTRODUCCIÓN

Los discípulos de Gustavo Bueno no pierden ocasión en descalificar a Ortega y Gasset, sobre todo debido al sueño del filósofo madrileño de poder articular un Estado supranacional europeo; un sueño o posibilidad real histórica que el propio Ortega confesó anhelar en su "Rebelión de las masas" (prólogo para franceses de 1937).

La principal crítica del MF (materialismo filosófico) al pensamiento de Ortega parte de considerar (craso error) que Ortega era un "idealista" y, por tanto, éste también se servía de una filosofía idealista (fantasiosa) para intentar "salvar a España" a través de Europa; a través de un Estado supranacional europeo. 

Desde luego, es bien cierto que el propio Ortega escribió en el citado Prólogo para franceses de 1937, de su "Rebelion de las masas": 

" La figura de ese Estado supranacional será, claro está, muy distinta de las usadas...".

¿Pero cómo imaginó Ortega que sería la figura de su hipotético Estado supranacional europeo?  Pues, como intentaré demostrar a continuación, no lo imaginó desde una perspectiva idealista, sino desde la articulación de un Estado supranacional raciovitalista y operativo, en absoluto habermasiano,

De hecho, el propio Ortega, como si intuyera que décadas más tarde Gustavo Bueno le tildaría de idealista, dejó escrito en su "Rebelión de las masas":

"No es, pues, debilidad ante las solicitaciones de la fantasía ni propensión a un "idealismo" que detesto, y contra el cual he combatido toda mi vida, lo que me lleva a pensar así. Ha sido el realismo histórico el que me ha hecho ver que la unidad de Europa no es un "ideal", sino un hecho".

EUROPA COMO HECHO, NO COMO IDEAL

Fijémonos cómo el propio Ortega dejó bien claro que él no era un idealista (enfatizo en negrita), porque no consideraba que la unidad de Europa fuese un ideal, sino un hecho consumado a través de lo que Ortega denominó realismo histórico.

Es cierto que Ortega apeló a la defensa de un proyecto civilizador supranacional, ¿pero ese proyecto civilizador suyo cómo habría de ser? ¿Debería ser un proyecto plurinacional, al modo de un Estado confederal que preservara las diferentes soberanías nacionales integrantes? ¿O, por el contrario, debería constituirse como una proyecto federal, al modo de la socialdemocracia habermasiana, arrebatándole a los países miembros sus respectivas soberanías nacionales?

El problema de Ortega es que no argumenta cómo podría llegar a articularse ese Estado supranacional europeo que, según él, debería ser, al tiempo, unificador pero también plurinacional.

Ortega se limita a decir al respecto:

"Esta idea acrobática (articular un proyecto supranacional unificador y plurinacional) , chocaría con los hombres de cabezas toscas".

En esta sustancialización del "europeísmo", entendido como alianza entre iguales, que no deja de ser una idea hipostasiada en la conciencia, podría radicar el carácter idealista, acrobático, humanista y soñador, de la propuesta orteguiana. Aunque, según Ortega, su propuesta era complicada (acrobática), pero no imposible.

La idea supranacional de Ortega, en su parecer, no sería un imposible ideal, sino que sería un proyecto difícil de llevarse a la praxis por culpa de los hombres de cabezas toscas.

¿Quiénes eran estos hombres de cabezas toscas a los que se refiere Ortega?

El propio Ortega responde: 

Son cabezas pesadas nacidas para existir bajo las perpetuas tiranías de Oriente.

Y a continuación nos describe cómo son estas cabezas pesadas, que se dejan seducir por las promesas de las tiranía de Oriente (léase comunistas):

Este hombre-masa es el hombre previamente vaciado de su propia historia, sin entrañas de pasado y, por lo mismo, dócil a todas las disciplinas llamadas internacionales... tiene sólo apetitos, cree que tiene sólo derechos y no cree que tiene obligaciones; es el hombre sin la nobleza que obliga. 

No creo, después de leer esta definición de hombre-masa (hombre de cabeza tosca o pesada vaciado de su propia historia) que Ortega hiciera suyo, hoy, el ideario globalista de la Europa habermasiana; un proyecto supranacional que, precisamente, arrebata a las naciones que lo integran su soberanía nacional y su pasado para, así, ensayar un nuevo internacionalismo muy inspirado en las marxistas tiranías de Oriente, pero edulcorado bajo la apariencia de una socialdemocracia talantera.

NACIÓN PARTICULARISTA VS NACIÓN FRAGMENTARIA

Creo que la mayoría de los discípulos de G. Bueno, salvo Manuel F. Lorenzo, no han leído a Ortega con suficiente atención expectante; no han sabido ver las evidentes coincidencias entre determinados postulados del MF y la filosofía raciovitalista, que no idealista, de Ortega y Gasset.

Explica Manuel F. Lorenzo en su libro "Nacionalismo contra globalización" (2021):

Ortega ha sido el chivo expiatorio de los actuales anti-europeístas (entre ellos los seguidores de G. Bueno) que nos recuerdan la famosa frase del filósofo madrileño "España es el problema, y Europa la solución". Pero la Europa actual es una oligarquía de políticos, banqueros y medios de comunicación, caracterizada por la mediocridad de un europeísmo utópico que sueña con ceder soberanía, no importa cuánta, a una Europa Federal. Ortega nunca defendió tal cosa, pues en su concepción de unidad europea se suponía una fuerte política nacionalizadora en España (contra los particularismos periféricos) y no una mera cesión supranacional de competencias estatales. Ortega tenía otra filosofía muy diferente del papanatismo europeísta hoy dominante... y se atrevió a proponer una nueva filosofia llamada raciovitalismo.

A Ortega, sin embargo, se le ha criticado tanto o más que a Julían Marías, su discípulo, por definir la nación española como un sugestivo proyecto de vida en común articulado en la unidad desde la pluralidad. También Julián Marías nos dejó una definición poco afortunada: España es una nación de naciones; una definición que se han apropiado las izquierdas federalistas y que Gustavo Bueno, por cierto, trituró de forma impecable.

Sin embargo, el propio G. Bueno definió la nación española como una nación envolvente; es decir, como una nación que "envolvió" (leáse en términos piagetianos de asimilar y acomodar) a otras nacionalidades, dando lugar a la unidad de un superior conjunto plural.

La nación histórica española (constituida a lo largo de la historia) fue envolviendo y/o integrando en un proyecto común más amplio y unitario al resto de pueblos (naciones) de su entorno.

La idea común que subyace en las definiciones, tanto de Ortega como de Marías o G. Bueno, insiste en un mismo hecho: España se hizo nación a través de un principio de incorporación o constitución de unidades sociales superiores (Julián Marías).

Insisto: tanto el raciovitalismo orteguiano (realismo histórico) como el MF coinciden al reconocer que España se fue haciendo a través de hechos, a partir de un devenir histórico que Julián Marías llamó trayectorias históricas reales.

Hay, pues, una clara coincidencia entre el raciovitalismo y el MF al entender cómo se forjó la nación histórica española, como un proyecto integrador y continuista, y ello al margen de que cada propuesta filosófica se valga de diferentes terminologías conceptuales para expresar la misma verdad.

Estas diferencias conceptuales podemos observarlas en el modo en que cada filósofo denominó a los particularismos regionalistas. Ortega utilizó el término nacionalismo periférico y Gustavo Bueno el de nacionalismo radical, pero, en ambos casos, esos modos de ser eran particularismos degenerados en tanto que secesionistas:

"En efecto, nuetra crítica al nacionalismo radical...deriva de su consideración de concepto particular degenerado ("España frente a Europa" de G. Bueno).

Así pues, tanto la filosofía raciovitalista de Ortega como el MF de G. Bueno trituraron el idealismo secesionista, aunque hay que reconocer que G. Bueno fundamentó su crítica mucho mejor que el filósofo madrileño.

Los objetivos últimos de la nación particularista (Ortega) y los de la nación fragmentaria (G. Bueno) eran los mismos: romper la unidad e integridad de la nación española.

Pero Ortega y Bueno no coincidieron tan sólo al explicar cómo se fue haciendo España, integrando o envolviendo a otras realidades nacionales posibles,  sino que los dos filósofos entendieron que la forma política del imperio era la mejor posible para civilizar y preservar la razón de ser de Occidente,

IMPERIO GENERADOR  (EUROPA CONFEDERAL VS EUROPA FEDERAL)

Insisto: no basta con decir, como dicen los discípulos de Gustavo Bueno, que Ortega era idealista en tanto que europeísta. No basta.

Para empezar habría que diferenciar entre el europeísmo de Ortega (de carácter confederal) del europeísmo federal de la socialdemocracia habermasiana (ver Manuel F. Lorenzo). Pero, sobre todo, deberíamos diferenciar entre los pretéritos fines que inspiraron la articulación de la supranación europea orteguiana de los fines que actualmente persigue la supranacion europea habermasiana.

Demos, por tanto, unas pequeñas pinceladas para explicar las diferencias entre un proyecto político de unidad confederada y otro articulado desde una unidad federal.

Una supranación europea confederada (como la pensó Ortega) sería una unidad integradora de pluralidades nacionales, donde cada nación preservaría su propia soberanía nacional participando, al tiempo, en la política de un superior proyecto común europeo. Una supranación europea federal, sin embargo, articularía un fuerte poder central que anularía o  limitaría la soberanía nacional de los diferentes países integrantes.

La supranación europea de hoy, socialdemócrata en esencia, posee un marcado carácter federal, es decir, pretende anular la soberanía nacional de las diferentes naciones que la integran. Desde Bruselas se decide el destino de las diferentes naciones. Y aquellas naciones europeas que se muestran díscolas disidentes, defensoras de sus respectivas razones de ser nacionales, son coaccionadas, amezadas y castigadas (sancionadas económicamente).

No, la Europa que anheló Ortega no era la Europa habermasiana, idealista y socialdemócrata, que hoy padecemos. La Europa orteguiana era más aristoi e imperialista, no solo por salvaguardar las diferentes soberanías nacionales, sino porque sus fines comunes, como bien he subrayado anteriormente, eran muy diferentes a los de la actual supranación europea.

Escribió Ortega:

La probabilidad de un Estado Europeo se impone necesariamente. La ocasión que lleve súbitamente al proceso puede ser cualquiera: por ejemplo, la coleta de un chino que asome por los Urales o bien una sacudida del gran magma islámico.

Dos fines, los mismos que el imperio generador de Gustavo Bueno, perseguía la supranación orteguiana: generar un proceso civilizador occidental y salvaguardar al mismo de amenazas externas, las islámicas y la del gigante chino que ya comenzaba a "despertar".

La Europa habermasiana, por el contrario, facilita la disolución de la razón de ser occidental, no solo dejándola indefensa ante amenazas externas (Islam), sino dinamitando, desde dentro, las diferentes soberanías nacionales que son, al cabo, las últimas depositarias de tradicionales valores trascendentales y la última defensa frente a lo que Ortega llamó pseudomorales eslavas (comunismo).

Mi tesis es la siguiente: la idea de imperio generador de Gustavo Bueno coincide con la idea orteguiana de una Europa supranacional confederal. Podríamos decir, grosso modo, que ambos filósofos creían en la articulación de lo que podríamos llamar un imperio confederado; es decir, una gran supranación (imperio europeo) operativa y generadora de principios civilizadores (no depredadores) que, al tiempo, salvaguardara su propia razón de ser.

He aquí las dos características principales que comparten el imperio generador de Bueno y la supranación confederal de Ortega.

1) Generar y difundir la moral de una civilizadora razón superior (Occidental).

2) Garantizar la supervivencia del imperio generador defendiéndolo de las amenazas de otras morales. 

No cabe duda de que tanto el raciovitalismo orteguiano como el MF se refieren a proyectos muy parecidos, llámense supranacionales o imperiales, pero, en ambos casos, proyectos que se constituyen desde una unidad superior envolviendo a otras pluralidades (regionales y/o nacionales); proyectos que tienen como fin desarrollar un proceso civilizador que ha de ser defendido.

La principal diferencia entre las propuestas "imperialistas" de Ortega y Bueno no está, por tanto, en los mismos fines que ambas comparten, sino en el quién, quién debería liderar ese proyecto civilizador occidental salvaguardándolo de enemisgos internos y externos (comunistas e islamistas).

Ortega, como sabemos, creyó que dicho líder (salvador de Occidente) debería ser una supranación europea, pero en absoluto una supranación habermasiana (léase socialdemócrata), sino un proyecto unitario de carácter confederal o "imperialista", como se prefiera. Sin embargo, G. Bueno desconfiaba de Europa, porque la Europa actual, sumida en la decadencia y la falta de convicción moral, no solo ataca a las diferentes soberanías nacionales, sino que es incapaz de articular eficaces políticas operativas para preservar su propia razón de ser. De hecho, la propuesta de G. Bueno es más osada que la orteguiana: debería ser España la que liderara un nuevo proyecto civilizador (hispanoaméricano), asiéndose a los restos del naufragio de lo que fue el imperio generador español. 

España, hoy como ayer, siempre frente a Europa.



34 comentarios:


  1. Hola, Herrgoldmundo

    En primer lugar quisiera felicitarle por tan magnífico artículo. Has tratado tantos temas, y tan interesantes, que no sé si sabré dar una respuesta ordenada a los mismos o si podré responder a todas las cuestiones que planteas.

    Si la crítica que se le formula a Ortega desde el materialismo filosófico es que no argumenta “cómo podría llegar a articularse ese Estado supranacional europeo que, según él, debería ser, al tiempo, unificador pero también plurinacional” dicha crítica podría volverse contra quien la formula. Y digo esto porque desde el materialismo filosófico también se habla de establecer una plataforma desde la hispanidad pero hasta donde yo sé dicha idea nunca fue articulada. Por tanto, y desde ese punto de vista, la propuesta de G. Bueno sería tan idealista como la de Ortega.

    Según lo entiendo, G. Bueno reserva el término de nación envolvente a la nación histórica, y no, a la nación política. Es la nación histórica la que se va constituyendo a lo largo de la mal denominada reconquista, bajo el ortograma del imperio, mediante un “envolvimiento” de las diferentes naciones étnicas. Dicho proceso constituyente va dando de sí la nación histórica llamada España que Pedro Insua (libro: “Cuando España echó a andar”), considera terminada, o mejor dicho, constituida, en el siglo XIII con Fernando III “el Santo” y su hijo Alfonso X “el Sabio”. Y digo mal llamada reconquista porque con ese término se da a entender que lo que se reconquista es España cuando en realidad se trata de una conquista y lo que se constituye mediante la misma es propiamente la Nación Histórica, es decir, España como nación histórica. Para Insua la Hispania Romana y la Hispania Visigótica no son España. La nación política ya presupone la nación envolvente o histórica y cabe situarla en las cortes de Cádiz (1812) que es cuando se produce, al menos en teoría, el paso del Antiguo Régimen al régimen que surge tras la revolución francesa donde se producen los cambios en la forma de estado por todos conocidos. Hecha esta matización, equivocada o no, creo que no queda desvirtuado tu argumentario.

    Ortega nos habla de las masas y las minorías. Julián Marías nos dice cómo deben de ser entendidos dichos conceptos (no puede ser el uno entendido sin el otro).

    No existen unas minorías que deban de ser pastores del ser y unas masas que deban ser seguidores de los mismos. Lo que Ortega dice es que todos somos hombres masa y que todos podemos ser minorías. Julián Marías lo explicaba de la siguiente manera en una conferencia. En dicha conferencia le decía a su público que justo en ese momento él era la minoría y los asistente la masa. Era la minoría porque él era discípulo de Ortega, había dedicado todo su vida al estudio de la obra de Ortega y había escrito más de mil paginas en torno a Ortega. Pero a continuación añadía que una vez terminada la conferencia él volvía a ser un hombre masa. Igualmente decía que entre el auditorio (hombre masa) podría existir, y en referencia a otros temas como pudieran ser la medicina, ingeniería, etc, alguna minoría (por ser médicos o ingenieros) mientras que él sería, y en referencia a dichas cuestiones, hombre-masa.

    Marías también habló del concepto de barbarie. Para Ortega el concepto de barbarie consistía en que una minoría se creyera que era pastor del ser en todas y cada uno de los ámbitos de la vida y de todas y cada una de las materias. Julián Marías puso como ejemplo en esa conferencia a Pau Casals. Dijo que en una ocasión se le preguntó a Casals por la situación en oriente medio y que Casals, y en vez de guardar silencio, empezó a dar su opinión sobre tales cuestiones. Marías se preguntaba que cómo era posible que alguien porque de su chelo salieran unas notas bellas se permitía el lujo de hablar de temas que no eran de su competencia. Digamos que hoy dicha barbarie está representado por políticos y tertulianos. Al parecer todos ellos son como el Dr. Liendre (de todo sabe y de nada entiende).

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  2. D. Antonio Pintor Ramos nos relata cómo Ortega se desencantó muy pronto de que fuera posible la existencia de una minoría rectora, y en los temas de su competencia, al menos en España. Y decía que dicho desencantamiento podía fecharse. La fecha sería 1932 y su: “No es esto no es esto”. A partir de ese momento Ortega deja de escribir en los periódicos españoles. Y lo mismo hará en su exilio en Argentina. Vio que su idea ya no era posible, y como buen filósofo, actuó en consecuencia. Simplemente había fracasado.

    Herrgoldmunod, nos dices: “Una supranación europea confederada (como la pensó Ortega) sería una unidad integradora de pluralidades nacionales, donde cada nación preservaría su propia soberanía nacional participando, al tiempo, en la política de un superior proyecto común europeo. Una supranación europea federal, sin embargo, articularía un fuerte poder central que anularía o limitaría la soberanía nacional de los diferentes países integrantes.”

    Verás, según mi opinión, juzgo tan imposible la una como la otra.
    En cuanto a una supranación europea confederada porque juzgo como imposible que tal supranación tuviera aplicación práctica si ella en sí misma no poseyera ningún tipo de soberanía. Es que cada nación política tiene sus propios intereses (geopolíticos, económicos, culturales, etc). ¿Cuáles serían esos presuntos intereses supranaciones (geopolíticos, económicos, culturales) capaces de satisfacer a todas y cada una de las naciones políticas?
    Pero es que además el peso de cada una de las naciones políticas en la actualidad no es el mismo. No es el mismo el peso de Alemania o de Francia que el de España o el de Grecia. Juzgo como imposible que países como Alemania o Francia vayan a dejar a un lado sus propios intereses en aras de unos presuntos intereses generales que comprometieran su propia eutaxia.
    Es decir, de una u otra forma, ese presunto proyecto común europeo no sería común por la sencilla razón que las nacionalidades políticas más potentes tratarían de convertir sus propios intereses en unos presuntos intereses supranacionales. Y eso es precisamente lo que está ocurriendo con una supranación europea federal. Se está perdiendo por parte de las naciones políticas cierta soberanía pero no a costa de unos presuntos intereses supranacionales sino de los intereses de las naciones políticas más potentes ( Alemania y Francia)
    Ese intento de una supranación ya se intentó llevar a cabo por Carlos V (articulada en torno al cristianismo) con el resultado por todos conocidos, a saber, el fracaso. Lo que allí se puso de manifiesto es que es imposible la creación de tal supranación porque cada estado nación tiene su propios intereses.
    Un imperio o una supranación como unidad totalizadora solo puede ser llevado a cabo porque una de sus partes posee un mayor poder que el resto de las partes. Y serán los intereses de esa parte los que traten de imponerse como los intereses de ese imperio o supranación.

    Desde mi punto de vista no por la razón que apuntas, Herrgoldmundo:“Este hombre-masa es el hombre previamente vaciado de su propia historia, sin entrañas de pasado y, por lo mismo, dócil a todas las disciplinas llamadas internacionales... tiene sólo apetitos, cree que tiene sólo derechos y no cree que tiene obligaciones; es el hombre sin la nobleza que obliga.” sino justamente por lo contrario. Alemania, Francia, Inglaterra o España no han olvidado su pasado. Saben que la historia de Europa ha sido una biocenosis (en términos de G. Bueno). Ha sido una lucha de siglos en la que cada nación ha tratado de imponer sus intereses frente a los intereses del resto de las naciones.

    Un saludo cordial

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  3. Hola Elías

    Sí, estoy de acuerdo contigo en que la propuesta de algunos seguidores del MF, cuando planifican o piensan en una "plataforma hispánica" unificadora y plural, también están aspirando a un proyecto político idealista.

    Ortega ya supo ver que, por más materialistas que nos obliguemos a ser, no podemos huir por completo de las cuestiones metafísicas:

    "La vida es drama y exigencia programática, por lo que toda acción vital es acción posible que provoca "titubeos metafísicos".

    Ortega lo clava cuando se refiere a los "titubeos metafísicos", porque si la vida es constante pre-ocupación (ocuparse con antelación) por cuestiones futuras, es obvio que ese "anticiparse" a lo que todavía no es, se manifiesta y actualiza en la conciencia del sujeto como un pre-ser o idea hegeliana que aspira a consumarse como un futuro ser-en el mundo.

    En efecto, pretendí señalar que la nación envolvente de G. Bueno se correspondería con la nación histórica, la nación orteguiana que se va haciendo (constituyendo) a través de trayectorias históricas reales (Julián Marías).

    Sobre minorías y masas, escribió Marías en el prólogo de "Rebelión de las masas":

    "Las minorías son individuos o grupos de individuos especialmente cualificados, la masa es el conjunto de personas no especialmente cualificado".

    Exacto, la "barbarie del especialismo", como la define Marías, es la que presentan quienes, estando especializados en un campo concreto, se comportan con competencia y autoridad en otros ámbitos de la vida. Nuestros artistas titiriteros, sin ir más lejos, serían estos bárbaros, siempre pontificando sobre política, filosofía y religión, o sobre cualquier otro ámbito de la vida privada de los otros, cuando su especialidad es cantar, actuar o escribir.

    Un saludo cordial

    Seguiré...

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  4. Hola de nuevo.

    Sigo:

    Comparto casi íntegra tu reflexión.
    Yo tampoco creo que sea posible articular una supranación europea, ya sea confederal o federal. Recuerda que ambos estuvimos de acuerdo en que "sólo puede quedar uno".

    Intenté señalar que la idea de supranación europea de Ortega tenía poco que ver con la actual Europa habermasiana, ebria de idealismo. Aunque, desde luego, y como reconoció Ortega al referirse a los "titubeos metafísicos", el proyecto político que esté totalmente exento de idealismo que tire la primera piedra.

    Respecto a lo de "sólo puede quedar uno" o, en todo caso, un número muy reducido de potencias europeas (Alemania y Francia principalmente) que ejerzan un liderazgo real, el propio Gustavo Bueno reconoció que Europa era una biocenosis, una comunidad viviente, en el sentido ecológico, donde reinaba un equilibrio armónico, pero un equilibrio logrado desde la desigualdad, la explotación y la depredación.

    Efectivamente, como tú mismo has señalado, también G. Bueno tenía muy claro que "Europa está contra España", pues cada potencia antepone sus propios intereses a los del resto de naciones. Y España, no cabe duda, cada vez tiene menos peso en la política comunitaria.

    Sin embargo, como explicó G. Bueno en un artículo suyo publicado en Diario 16 ("La Europa de las naciones y la nación europea", 1992), también España era una pieza necesaria para contribuir al equilibrio de la biocenosis europea, señalando que "España era el rompeolas del tercer mundo en Europa" (cita textual), actuando como una suerte de frontera o "Marca europea".
    Al tiempo, seguía explicando G. Bueno, nuestra integración en Europa nos preservaba del oleaje que anegaría nuestra identidad nacional.

    Estas "apreciaciones" simbióticas, explicando los mutuos beneficios entre Europa y España, eran muy parecidas a las que, todavía hoy, siguen defendiendo nuestros socialdemócratas habermasianos, muy constitucionalistas y europeos ellos.

    No hace mucho, por ejemplo, Rafael Arenas, un valiente catedrático en Derecho y miembro de "S´ha acabat", defendía con vehemencia la necesidad de denunciar y exponer en Europa todas las irregularidades y atropellos que en Cataluña se estaban produciendo contra la mitad de la ciudadanía catalana no independentista. Rafael ya había perdido la fe en un Estado español que, de hecho, había sido tomado al asalto por los enemigos internos de la identidad nacional.

    Me ha resultado curioso que el G. Bueno de 1992 pensara de forma muy parecida a como siguen pensando nuestros constitucionalistas habermasianos y como pensaba Ortega: "España es el problema y Europa la solución".

    G. Bueno, en 1992, ya era consciente de que España, por sí sola, no podría hacer frente al oleaje (interno y externo) que amenazaba con anegar su identidad nacional.

    Pero tan sólo bastaron 7 años (1º publicación de "España frente a Europa" en 1999) para que G. Bueno entendiera que la salvación no estaba en Europa, sino en los restos del naufragio español, en la extrema necesidad de asirnos a los últimos vestigios de nuestra identidad (cultura, lengua, historia, religión...). Porque G. Bueno sí entendió que Europa ni estaba ni se le esperaba.

    Sin embargo, ahí siguen los dos grandes partidos políticos españoles, PP y PSOE, con el concurso de C´s, esperando que Europa nos salve.
    Muy desesperanzador.

    Un saludo cordial

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  5. Apreciado autor y colaborador

    Leo con devoción de alumno sus razonamientos, y no seré quién se los discuta, tanto en la base que los sustenta como en el contenido

    Pero permítanme discrepancia del estado supranacional. Solo hay una confederación en Europa y es el único estado con cuatro idiomas, neutral por no participar en ninguna de las dos guerras mundiales. Hablo de suiza, paia o estado que nunca tuvo vocación de liderazgo

    Se nos olvida que un estado confederal no enviaría en el mismo número tropas a defender las fronteras, como está pasando en Ucrania, que un estado unitarios

    Holanda, no pago los gastos de su católica majestad de las facturas de Lepanto

    Y desde territorio PIG sabemos que nuestra deuda es una soga que cada vez más, y yo diría que a gusto de nuestros pastores, nos aprieta cada día más el cuello

    El origen de nuestros males es aceptar un idealismo, nación de naciones, cuando todos y últimamente Pedro insua nos preguntamos si existió la Nación española

    Nuestro antagónico espejo, francia, no se plantea nuestros dilemas. Sofocaron sus revueltas regionales con horror revolucionario y demasiada sangre

    Pero son el ejemplo del actual fracaso de estado multicultural

    Y al final solo queda, mientras nos planteamos el dilema de quienes somos, ir sobreviviendo con respeto, pero con respeto a la ley, entendida está como acuerdo, como pacto de común obligaciones y no como ahora que es una herramienta de de o de construcción social

    Saludos

    Jose

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  6. Hola, Herrgoldmundo y Jose

    El problema del título del libro de G. Bueno “España frente a Europa” ( para algún despistado lector que no es tu caso) es que se pudiera malentender. Porque si uno lee sólo el título podría entenderse que España no es Europa. Recuerdo cuando Julián Marías decía que en parte tenían razón aquellos que decían que España era “menos” europea que el resto de las naciones europeas por haber sido invadida durante siglos por los musulmanes. Eso sí, a continuación defendía que España era “más” europea que el resto de naciones. Y su argumento, que es simplemente genial, consistía en afirmar que el resto de naciones europeas eran europeas porque qué si no iban a ser? ( eran europeas porque no podían ser otra cosa) mientras que España fue europea por “vocación” (ser europeo en aquella época significaba ser cristiano. La Cristiandad era Europa). España, a diferencia del resto de naciones que no podían ser otra cosa, y por una voluntad permanente que duró siglos, decidió ser europea. Por ello, y en este sentido, España es “más” europea que el resto de las naciones europeas.

    Nos dices, Herrgoldmuno, que hace mucho Rafael Arenas “defendía con vehemencia la necesidad de denunciar y exponer en Europa todas las irregularidades y atropellos que en Cataluña se estaban produciendo contra la mitad de la ciudadanía catalana no independentista. Rafael ya había perdido la fe en un Estado español que, de hecho, había sido tomado al asalto por los enemigos internos de la identidad nacional.” Pues sí, esa es nuestra suerte. Pero si Europa se ha pronunciado en contra del sesesionismo catatán no es porque no quieran ver a una España aún más postrada sino por el problema que se les podría plantear al resto de naciones europeas. Pero bueno, no hay mal que por bien no venga.

    Comentas, y desconocía el dato que te agradezco, que G. Bueno en torno a 1992 defendía aquello de que España es el problema y Europa es la solución. G. Bueno se preguntaba que ante la situación actual qué debería hacer España. Y su respuesta era que debía de mantenerse atento o expectante (muy heideggeriano, por cierto) para que llegado el momento preciso imponga ese ortograma universalista (imperialista) mediante el cual quedó conformada y tiene su razón de ser.

    Zubiri entendía la historia como capacitación y sistema de posibilidades. Zubiri distinguía entre la transmisión fruto de la naturaleza, mediante la cual el hombre hace uso de sus potencias, y la transmisión tradente ( transmisión de tradiciones o formas de estar en la realidad) consistente en el ejercicio de posibilidades. Por tanto, el mecanismo de la evolución es mutación en generación y el mecanismo de la historia es invención en entrega.

    El hombre, en su dimensión social, y desde las posibilidades reales que le han sido transmitidas, tiene que pro-yectar lo que desea ser tanto a nivel individual como en su dimensión social. Eso sí, puede proyectar el seguir manteniéndose como está por juzgar que está bien tal como está.

    El problema, tal como lo veo, es que la sociedad actual se encuentra bien instalada, al menos a nivel sociológico e ideológico, en su situación presente. Por tanto, ese intento de conformar una sociedad basada en las minorías ( tal como la entiende Ortega) lo juzgo en la actualidad como imposible.

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  7. ¿Qué tendría que ocurrir?

    La Historia es una realidad que va dando de sí . Pero aquello que da de sí no es algo que está previamente conformado. Es decir, la historia no debe entenderse desde la existencia de un Espíritu Absoluto que va dando de sí algo que ya estaba previamente conformada en su seno y, por tanto, que simplemente se despliega a modo de pergamino. No comparto una visión teleológica de la historia al estilo hegeliano. La historia tiene “adelantos” como “retrocesos”. La Historia no es algo que se “despliega” sino que se va conformando en su propio devenir.

    Lo que quiero decir es que no sabemos qué tendría que ocurrir para que impere la visión Orteguiana. No sabemos, porque no se pueda saber, cuáles serían todas y cada una de las condiciones que deberían darse (en cuyo caso deberíamos estar en posesión de una visión “subespecie aeternitatis”) para poder afirmar que dadas esas condiciones triunfaría la visión del insigne Ortega. Lo único que podríamos hacer, y si triunfara dicha visión, es intentar desentrañar cuáles fueron sus causas. La historia, y en contra de los que muchos se piensan, no parte del pasado sino que parte del presente. Es decir, se tiene que partir indefectiblemente del presente. Y sólo sabiendo cuál es la realidad del presente adentrarnos en el pasado para tratar de explicar dicho presente. La historia no va del pasado sino del presente.

    Lo que no es difícil de aventurar es que para que triunfara la visión de Ortega se tendría que producir una “crisis” en Europa. Bastaría una gran crisis, y continuada, para ver cuál es esa supuesta fortaleza democrática que defienden los fundamentalismos democráticos. Yo no descartaría que de aquí a cincuenta años, y tras repetidas crisis económicas, se diera alguna guerra entre países europeos. Eso sí, esa “crisis” no nos aseguraría la imposición de las tesis de Ortega. Eso esto todo lo que podría decir. Lo cual no quiere decir que uno trate de dar pequeños pasos en la esperanza o en la creencia de que dado el momento preciso haya contribuido a la “causa”

    Y sí, efectivamente, partidos como PP Y PSOE siguen instalados en la creencia de que Europa nos salvará. ¿Pero nos salvará de qué? Pues supongo que será de nosotros mismos. Esa es la confianza que tienen en España. Eso sí, tal como ve uno el “patio” hasta cierto punto tienen razón.

    Un saludo cordial

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  8. Hola Jose

    En primer lugar disculparme por el mensaje anterior. Obviamente fue fruto de una equivocación. Si pudiera ser borrado lo agradecería

    Dices, Jose: “El origen de nuestros males es aceptar un idealismo, nación de naciones, cuando todos y últimamente Pedro insua nos preguntamos si existió la Nación española”

    Sí, efectivamente, hablar de nación de naciones es como hablar de un hierro de madera. No tiene sentido alguno. Y efectivamente, el problema no es ya que se considera esa supuesto hierro de madera como existente sino que lo que se niega no son las naciones sino la nación. Es decir, al parecer no se tiene duda alguna de la existencia de la nación catalana o vasca pero se juzga como un constructo ( que tuvo origen en el siglo XIX) la existencia de España como Nación.
    Esta es la razón por la que no se habla de la Nación Española sino del Estado Español. ¡Ay!, me gustaría ver la cara de todos esos que hacen uso del termino Estado Español cuando descubran que era el término del que se hizo uso en el franquismo. Sí, el franquismo puso en circulación el término Estado Español para no hablar de la España Republicana ni de la España Monárquica.

    Dices, Jose: “Nuestro antagónico espejo, francia, no se plantea nuestros dilemas. Sofocaron sus revueltas regionales con horror revolucionario y demasiada sangre”

    Efectivamente, así ocurrió. No sólo sofocaron sus revueltas sino que acabaron con el resto de las lenguas y dialectos a diferencia de lo que ocurrió en España. Eso sí, para esos nacionalismos fragmentarios que poseen su propia lengua, y las considero una riqueza, resulta que el “Estado Español” es opresor. Cataluña estuvo muy cerca en algunos momentos históricos de quedar integrado dentro del Reino de Francia. Si así hubiera sido con toda seguridad hubiese desaparecido el idioma catalán. Pero qué más da la historia…..

    Un cordial saludo

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  9. Hola José

    Ni Elías ni yo mismo estamos defendiendo la idea de una Europa supranacional. Yo, al menos, no la defiendo. De hecho, hemos señalado las deficiencias de la actual Europa supranacional siguendo los postulados de Gustavo Bueno.

    Decía Gustavo Bueno, respecto al hecho de ceder "parte" de la soberanía nacional a un proyecto europeo supranacional, que eso suponía tanto como ceder la totalidad de su soberanía. Porque la soberanía, decía G. Bueno, se tiene o no se tiene, no se puede ceder por partes.
    Una nación (por ejemplo la española) no puede seguir considerándose "soberana" si permite que desde Bruselas se decidan asuntos nacionales sobre políticas migratorias, políticas medioambientales, economía (industria, agricultura...) e incluso sobre planes hidrológicos. Ahora, por ejemplo, Europa le pide a España que elimine un importante número de presas y embalses. Le está pidiendo a España, un país que padece una progresiva desertización y escasez de agua, que prescinda de presas y embalses, ¿por qué?

    Cambiando de tema, Gustavo Bueno trituró magistralmente el concepto de "nación de naciones", argumentando que no cabía usarse el genitivo reduplicativo en ese caso. Por eso él habló de "nación envolvente", una nación (la española) que se fue constituyendo a lo largo de la historia asimilando e integrando (envolviendo) a otras naciones biológicas o étnicas, pero no políticas.

    De hecho, G. Bueno señalaba que el concepto de nación no era unívoco y cabía distinguir cuatro conceptos de nación: la biológica, la étnica, la política y la fragmentaria.

    Pedro Insua o cualquiera de nosotros puede preguntarse a partir de qué momento histórico puede hablarse de "nación española".
    Gustavo Bueno responde, primero, que la idea de nación se desarrolla a través de un proceso histórico (ver "España frente a Europa"). La acepción más primaria de nación es la biológica, es decir, considerar que la nación es el "lugar donde se nace". A partir de esta primera acepción considera también la nación étnica, aquella en la que un grupo de individuos comparten rasgos biogenéticos comunes, incluso aunque no compartan un lugar común de nacimiento. Finalmente, como consecuencia del devenir historico, aparece la "nación política", la cual se articula en la forma de un Estado.

    Suele considerarse 1812 (Cortes de Cádiz) como el momento histórico en que cabe hablar de España como nación política articulada (constituida) en un Estado. Pero ya antes, en 1789, la Revolución Francesa supuso la transformación (holimórfica) del Estado del Antiguo Regimen en un Estado republicano y nacional.

    Sigo...

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  10. Decía que Pedro Insua se refiere a España como "nación política", es decir, España como nación con Estado formada por ciudadanos soberanos que se otorgan a sí mismos una Constitución. Pero Pedro Insua también defiende que esta nación política sea, también, "nacional". Este punto es muy importante, porque Insua está dando forma a un nuevo proyecto político, junto a Félix Ovejero, que se autodenomina "izquierda jacobina". Así, Insua se retrotrae a las primeras izquierdas definidas jacobinas (Francia) que consideraron que la nación política debía ser republicana pero también nacional.

    ¿Qué significa que la nación política sea "nacional"?
    La pregunta puede parecer redundante, porque lo "nacional" lo presuponemos, de suyo, como rasgo inherente a la propia idea de nación.
    Sin embargo, la nación política española actual es tan sólo constitucional, ya que su carácter nacional, aunque el artículo 1 reconozca la indivisibilidad de la nación española, queda diluido o en entredicho en el siguiente artículo 2 donde se dice:

    "Se garantiza el derecho a la autonomía del resto de nacionalidades que la integran (a la nación española)".

    Como me comentó el propio Insua en un pequeño intercambio a través de Facebook, la actual Constitución española entra en contradicción consigo misma, porque pretende ser, al tiempo, indivisible y una suerte de "nación de naciones".
    Si el artículo 2 habla del "resto de nacionalidades" ya no tiene sentido hablar de indivisibilidad de la nación española. Esto lo saben muy bien las naciones fragmentarias dispuestas a dinamitar la unidad e integridad de la nación española.

    Decir que la nación española es una "nación envolvente" resuelve el problema, porque envolver significa asimilar y acomodar a otras nacionalidades (biológicas o étnicas) a lo largo de la historia. Así, no podemos decir que la "nación española" incorporara a otras naciones, sino que la propia nación española se fue haciendo a sí misma a lo largo de dicho proceso histórico.

    Lo mismo sucede con la lengua española que, como bien explica G. Bueno en "España frente a Europa", no debería denominarse lengua castellana, de la misma manera que al idioma italiano tampoco se le denomina toscano.

    La lengua castellana también se hizo española a lo largo de la historia, asimilando e incorporando variantes dialecticas de otras lenguas peninsulares. No es lo mismo la lengua castellana que la lengua española, de la misma manera que no es lo mismo el reino de Castilla que España, como pretenden hacernos creer las naciones fragmentarias para, así, justificar sus aspiraciones secesionistas.

    Por último, dices que sólo nos queda vivir con respeto a la ley. Pero, por desgracia, en los últimos años estamos viendo cómo la ley y la propia Constitución son vulnerados o burlados con total impunidad por el actual gobierno socialcomunista.
    ¿Cómo se puede defender la unidad e integridad de la nación eliminando el delito de sedición? ¿Cómo erradicar la corrupcion rebajando el delito de malversación?

    En fin, no hace mucho le decía a mi mujer que, ante el derrumbe de todo (economía, educación, sanidad...), sólo nos iba a quedar el recurso de volver a encender velas a los santos y de encomendarnos a Dios, porque ya "sólo un Dios podría salvarnos".

    Un saludo, José.

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  11. Hola Elías

    Justo cuando he terminado de explayarme (largamente) en responder a José he visto tus dos intervenciones.
    Hoy el tiempo ya no me da para más.
    Me leeré más tarde tus reflexiones y mañana intentaré hacer alguna aportación "interesante".

    Un saudo cordial

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  12. Por favor, no te preocupes.

    Un saludo

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  13. Buenas Tardes

    Dices, Herrgolmundo: “ En fin, no hace mucho le decía a mi mujer que, ante el derrumbe de todo (economía, educación, sanidad...), sólo nos iba a quedar el recurso de volver a encender velas a los santos y de encomendarnos a Dios, porque ya "sólo un Dios podría salvarnos”.

    Tras leerte me he visto en la obligación de citar a Ortega

    “ El día que vuelva a imperar en Europa una auténtica filosofía- única cosa que puede salvarla-se volverá a caer en la cuenta de que el hombre es, tenga de ello ganas o no, un ser constitutivamente forzado a buscar una instancia superior”

    “La vida humana, por su naturaleza propia, tiene que estar puesta a algo, a una empresa gloriosa o humilde, a un destino ilustre o trivial. Se trata de una condición extraña, pero inexorable, escrita en nuestra existencia. Por un lado vivir es algo que cada cual hace por sí y para sí. Por otro lado, si esa vida mía, que sólo a mi me importa, no es entregada por mí a algo, caminará desvencijada, sin tensión y sin “forma”….”

    Yo, me pregunto: ¿Cuál es esa instancia superior para vencer todo tipo de nacionalismo fragmentarios?

    Yo, me respondo: España

    Yo, me pregunto: ¿Quién podrá llevar a cabo tal empresa? ¿Tal vez, Vox?

    Yo, me respondo y me pregunto: No estoy seguro de ello ¿Podrá Vox ilusionar al electorado y “obligar” al PP (dejo al PSOE fuera de la ecuación por razones obvias) para alzar verdaderamente, y no de boquilla, la misma bandera en caso de una supuesta victoria conjunta en las próximas elecciones?

    De lo único que estoy cierto es de que ya no nos quedan muchas balas en la recámara. Cuando se dispara al aire lo único que se hace es perder munición. Bueno, salvo que se crea que las batallas se ganan arrojándole al enemigo versos de Neruda o frases como “Venceréis pero no convenceréis” ( Al parecer, vencieron y convencieron a muchos). Espero que se entiendan mis palabras. Lo único que digo es que hay que dar la batalla aunque se salga derrotado. No darla es ya perderla, que es precisamente lo que está ocurriendo en la actualidad.


    Un saludo cordial

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  14. Hola Elías

    Ayer se me quedaron en el tintero varias cuestiones que quisiera matizar.

    Respecto a Rafael Arenas, debo aclarar que no era "hace mucho tiempo" cuando insistía en que debíamos denunciar en Europa las irregulariadades y atropellos que se producían en Cataluña.
    Las reclamaciones de Rafael Arenas son muy actuales. De hecho, hará tan sólo uno o dos años (no lo recuerdo), Rafael Arenas fue arrastrado por los suelos por turbas de estudiantes independentistas que le agredieron y le negaron a él y a los estudiantes de "S´ha acabat" el derecho a exponer sus ideas en una carpa informativa. Sucedió en una universidad de Cataluña, sin que nadie, ni rectores, ni profesores ni miembros de seguridad ni la policía autonómica hicieran NADA por impedirlo.
    La noticia, que en cualquier otro país democrático hubiese hecho correr ríos de tinta, fue silenciada. No salió en ningún medio de información. Así estamos.

    Respecto al artículo de G. Bueno en 1992, no es que Bueno se apuntara a la idea de "Europa es la salvación". Más bien, como yo lo entendí, reconocía que entre España y Europa se producía una simbiosis que beneficiaba a ambas, Pero de ahí a creer que en Europa estaba la salvación...
    Desde luego, a día de hoy, sí está muy claro que España es totalmente incapaz de salvarse a sí misma. A los hechos más recientes podemos remitirnos.

    Dices que en unos 50 años, tras repetidas crisis económicas, podrían darse posibles guerras entre países europeos. Yo creo que podría ser mucho antes. Y cuando eso ocurra, España será agredida por Marruecos, sin duda alguna.

    Por último, te preguntas si VOX podría llevar a cabo la empresa de "salvar" a España.
    Yo soy votante de VOX, pero no por ejercer de reaccionario, que también, sino porque desde hace muchos años, desde que leí a Ortega, Zubiri, Unamuno, Fernández de la Mora, entendí que la nación que conocemos como España es mucho más que una nación política.
    Las izquierdas constitucionalistas (PSOE, PP y C´s) dicen que VOX es reaccionario (que lo es) pero no quieren ver que VOX es mucho más; es extrema necesidad y esperanza.

    Nuestras izquierdas no quieren reconocer que sólo nos queda VOX, porque NUNCA (enfatizo) tuvieron "altura de miras"; siempre consideraron que Ortega era un facha y que eso de las "alturas de miras" eran delirios de élites privilegiadas.
    Pero Fernández de la Mora, en su magnífica "La envidia igualitaria" ya dejó al desnudo, como Ortega, el modo de ser "aristofóbico" de la generalidad de nuestras izquierdas.
    Ningún país puede prosperar despreciando continuamente a los mejores, a los que se esfuerzan, arriesgan, emprenden, proyectan...

    Sin embargo, veo muy difícil que esta batalla pueda ganarla VOX, porque la batalla cultural ya hace mucho tiempo que se perdió, pero la batalla más importante, la psicólogica, también está perdiéndose.

    ¿A qué me refiero con "la batalla psicológica"?
    Me refiero a la guerra de las izquierdas consistente en "sembrar desesperanza" a través de políticas que yo llamo "zapadoras".
    Las izquierdas llevan décadas dinamitando los pilares de la nación: economía, educación, sanidad...
    Estas acciones ya han minado el ánimo y la moral de cientos de miles de ciudadanos, consiguiendo que muchos españoles "tiren la toalla", inmersos en una espiral de abatimiento que en psicología se denomina "desesperanza aprendida".

    El individuo, a fuer de enfrentar adversidades y comprobar que, haga lo que haga, el Estado cada vez le expolia más, llega a la conclusión de que emprender, construir y proyectar es "tontería y pa ná", como decía el genial filósofo José Mota.
    Así, se produce una desbandada entre las filas aristois; los empresarios solo buscarán salvar sus culos en el corto plazo; los que puedan se marcharán de España, y los que no puedan irse dejarán de invertir en un país que no deja de poner trabas a la creación de riqueza. Otro tanto pasará con los intelectuales: tonto el último en irse de España.

    Un saludo cordial

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  15. Hola, Herrgoldmundo

    Dices, Herrgoldmundo: “Ni Elías ni yo mismo estamos defendiendo la idea de una Europa supranacional..."

    Desde luego, lo que hay en la actualidad yo no lo defiendo.
    Podría defender la existencia de una “supranación”, pero no en sentido jurídico-político, sino como defensora de unos determinados ideales o valores compartidos. Así, por ejemplo, durante el siglo XIX Europa era una fuente inspiradora para el resto de los pueblos. Todas las naciones europeos tenían unos valores comunes y compartidos sin la necesidad de la existencia de una “supranación” en sentido jurídico-político. Sé perfectamente que llamar a eso “supranación” excede el término pero espero que se entienda lo que quiero decir.
    Lo que ocurre es que desde hace ya bastante tiempo lo juzgo como algo casi imposible. ¿Cuál es la razón? Pues la defensa del pluralismo axiológico.

    Durante toda la historia de lo que se conoce como Europa ha existido un monismo axiológico, es decir, la existencia de unos valores compartidos por todos los europeos. Pero con el advenimiento de la modernidad ese monismo axiológico ha sido sustituido por el pluralismo axiológico.

    Y no es que juzgue ese pluralismo axiológico como esencialmente negativo ( al menos no tendría que serlo) pero sí que impide, o al menos dificulta en gran medida, el compartir una serie de ideales comunes.

    Esa es la razón por la cual Adela Cortina nos habla de la necesidad de una ética de mínimos y de una ética de máximos. La ética de máximos sería una ética individual. Serían aquellos valores que cada cual hace suyos para su propia realización personal (la felicidad es una cuestión personal) que no tendrían que coincidir con todos los valores de los demás.
    Mientras que la ética de mínimos sería una ética social. Es decir, sería el mínimo de valores que podrían ser compartidos por todos para poder convivir.
    Y sí, a nivel teórico creo que es impecable la necesidad de una ética de mínimos y de una ética de máximos, más allá, de la crítica que D. Diego Gracia Guillén ha formulado a los términos. Más que de ética habría que hablar de valores. La ética es otra cosa.

    Pero claro, lo que no se nos dice es cuáles deben de ser esos valores mínimos que podrían ser compartido por todos. ¿Qué valores mínimos podríamos compartir todos los españoles, al menos, desde un punto de vista sociológico? Pues bien, viendo la realidad española, no sabría citar uno. ¿La defensa de la vida, tal vez? Pues creo que no. ¿La defensa de España? Pues creo que tampoco. ¿La defensa de la democracia? Nones. Sólo hay que ver la sentencia del Tribunal Inferior de Injustica de Cataluña (creo que se le denomina TSJC) relativo al caso Borrás.

    Y con Europa pasa lo mismo. Es más, creo que si existen valores compartidos, los mismos, reman a favor de la disolución de España y de la propia Europa. Y claro, eso es ya demasiado

    Continuaré….

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  16. Hola Herrgoldmundo

    Como estoy de acuerdo en el fondo con tu anterior mensaje simplemente haré unas pequeñas matizaciones.

    Dices: “Las izquierdas constitucionalistas (PSOE, PP y C´s) dicen que VOX es reaccionario (que lo es) pero no quieren ver que VOX es mucho más; es extrema necesidad y esperanza.

    Si uno va al Diccionario de la RAE podrá leer:

    Reaccionario, ria: Partidario de mantener los valores políticos, sociales y morales tradicionales y opuesto a reformas o cambios que representen progreso en la sociedad.

    Progreso: Acción de ir hacia delante. 2. m. Avance, adelanto, perfeccionamiento

    ¿Qué nos dice en el fondo estas definiciones? Pues absolutamente nada.

    O sea, un reaccionario es el que está en contra del progreso de la sociedad. Y el progreso es un adelanto o perfeccionamiento. Sí, de acuerdo, pero quién establece lo que es progreso o no y con base en qué fundamentos.

    Nos hemos tragado la “papilla” ideológica de que el progreso es lo que establezcan las izquierdas. Si uno defiende la unidad de España ( y la unidad no se contrapone a la diversidad) entonces es un “facha” o va en contra del progreso. El progreso es defender la ruptura de España. Y quien no defienda ese axioma es un reaccionario.

    Me ha encantado tu reflexión en torno a la batalla psicológica ( y sí, por supuesto, José Mota es un gran filósofo)

    Pero me atrevería a decir, desde Zubiri, que la desmoralización es aún más radical. No se trataría únicamente de una desmoralización psicológica sino ontológica, es decir, de una desmoralización que afectaría a todas las dimensiones de la realidad humana incluida la psicológica.

    ¿Qué entendía Zubiri por desmoralización o desfondamiento? Pues no poder estar sobre sí.

    En el hombre todas sus propiedades y potencias no pertenecen a su naturaleza sino que también posee unas propiedades apropiadas. Así, por ejemplo, la ciencia y la virtud. Las potencias y propiedades naturales son las que cada ser humano tiene sin que haya hecho nada para tenerlas. Las propiedades apropiadas las tiene el hombre para constituir su propio ser. Las tiene por apropiación personal.

    El hombre se apropia, de entre todas las posibilidades reales, aquellas que desea para constituir su propio ser, su vocación personal. Por eso la persona está por encima de sí mismo, es decir, por encima de las propiedades o potencias naturales. El hombre no tiene proyectos sino que él mismo es proyecto.

    Pues bien, la radical desmoralización o desfondamiento es cuando se cercena la capacidad del hombre de estar sobre sí mismo. Es decir, cuando se amputa, no ya una u otra posibilidad, sino toda capacidad posibilitadora.

    Un cordial saludo

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  17. Hola Elías

    Me ha parecido muy interesante lo que has explicado sobre la ética de mínimos, entendida ésta como una ética social que permite que la generalidad de la ciudadanía, a pesar de sus diferencias ideológicas, pueda compartir una serie de valores comunes que faciliten y permitan la convivencia.

    Efectivamente, durante mi niñez fui testigo de innumerables discusiones entre mis familiares de derechas y de izquierdas (mis propios padres tenían ideas políticas totalmente antagónicas).
    Sin embargo, la sangre nunca llegaba al río durante aquellos encendidos debates, que solían zanjarse en torno a una botella de vino, peleón las más de las veces.
    La sangre no llegaba al río y la discusión transcurría deportivamente, porque, por encima de la política, ambas partes compartían unos valores comunes: todos se sentían profundamente españoles, todos anteponían la familia a cualquier ideología y todos se conducían con una ética individual respetuosa con su interlocutor.

    Pero durante las últimas décadas han ido desapareciendo los valores comunes que deberían ser asumidos por una ética de mínimos. Zapatero inició las políticas zapadoras destinadas a enfrentar a la sociedad (resucitó el guerracivilismo) y Sánchez las ha perfeccionado traspasando todas las líneas rojas habidas y por haber.
    Ahora no es un valor común "sentirse español", ni siquiera es un valor común la vida, como bien señalas. Tampoco la familia es ya un valor compartido, pues está siendo dinamitada por el femimarxismo y la perversa ideología de género que, como comenté en una entrada anterior ("El femimarxismo que no cesa"), no sólo está enfrentando a hombres y mujeres, sino también a hermanas contra hermanos y a hijas contra padres.

    También me ha parecido muy oportuna tu distinción entre reaccionario y progresista.
    Pero no, yo no me he tragado la papilla ideológica progre, aunque es cierto que, en aras de la claridad y para no perder el tiempo matizando, tildé a VOX de reaccionario, que en cierto sentido lo es, pero desde luego no como nos lo explica nuesrra retroprogresía.

    Precisamente, no hace mucho, mantuve un breve intercambio dialéctico con Santiago Navajas, a colación del carácter "conservador" de Ortega y la definición de los conceptos "reaccionario" y "progresista".

    Sigo...

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  18. Defendía Santiago Navajas, en uno de sus artículos, que Ortega fue más un "liberal innovador" que un "liberal conservador".

    Una vez más, me dije, uno de nuestros liberales permisivos y acomplejados se ha sentido obligado a hacer malabarismos dialécticos para evitar reconocer el carácter "conservador" de la filosofía de Ortega.

    Por supuesto que la filosofía de Ortega era conservadora, pero no por ello era "reaccionaria". Sin embargo, Santiago Navajas creyó necesario eliminar el calificativo de "conservador", cambiándolo por el de "innovador" para, así, erradicar toda sospecha de que Ortega pecara de "reaccionario".

    Yo sostengo la tesis de que el verdadero progreso sólo puede llegar de la mano de un "liberalismo conservador" que hace suyo los postulados de Piaget: asimilación, acomodación y equilibración. De hecho, leí hace tiempo que Ortega se sintió muy influenciado por la obra de Piaget para explicar la dinámica de su razón histórica (raciovitalismo).

    Progresar significaba, para Ortega (para Piaget y para mí) avanzar históricamente asimilando nuevos conocimientos y acomodándolos a los ya pre-existentes, logrando, así, un equilibrio entre lo viejo y lo nuevo.
    De esta manera, el logos histórico y toda su herencia cultural se CONSERVA y se mejora, pero no se erradica, como pretendió el marxismo.

    Tanto Ortega como Unamuno fueron muy críticos con el marxismo, pues consideraban que éste era una propuesta rupturista que negaba el logos pretérito.
    Unamuno dejó escrito (parafraseo):

    "A un individuo, como a un pueblo, que en cierto sentido también es sujeto, puede cambiársele, incluso casi por completo, pero dentro de continuidad".

    Los que se dicen "progresistas" niegan esta "continuidad" conservadora de la razón histórica, porque, en realidad, son rupturistas que niegan dogmáticamente el logos anterior para endiosar a sus conciencias proletarias, ahora también animalistas, ecologistas, femimarxistas y LGTBI.

    ¿Fue Ortega un "innovador"?
    Por supuesto, pero fue innovador en tanto que liberal y conservador, pues jamás fue un reaccionario nostálgico del Antiguo Régimen.
    La trampa de nuestra retroprogresía (su papilla) consiste en hacernos creer que ser conservador es lo mismo que ser reaccionario. Y no, no es lo mismo ser conservador que ser reaccionario.

    Por último, desconocía el concepto zubiriano de "radical desmoralización", parecido a lo que en psicología se denomina "desesperanza aprendida".
    Creo que ambos conceptos, a través de diferentes vías (filosófica y psicológica) explican la desidia y desgana vital provocadas por realidades o circunstancias adversas que le niegan al individuo posibilidades para proyectar-se en el ex-sistere; para poder ser y/o autorrealizarse a sí mismo.

    Ese "no poder estar sobre sí", como definía Zubiri la "radical desmoralización" o enfosamiento, me ha recordado a "la caída" y anonadamiento de Heidegger y al "Sentimiento trágico" de Unamuno.
    De hecho, creo que el propio Unamuno, en su obra "Del sentimiento..." cita a Sta Teresa y su célebre "vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero que muero porque no muero".

    Un saludo cordial

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  19. Buenos días

    No seré yo quien interrumpa un diálogo con un nivel que no puedo alcanzar, y sin embargo voy a abrir un camino lateral con respecto a la relación de España y Europa

    Esta de moda, últimamente desde la invasión de Ucrania recordar a viejos historiadores de corte profético que consideraban como eje de la historia el control del centro de Asia y Europa. Es decir el gran juego de la Gran Bretaña y la Rusia de los zares del siglo xi

    Algún consejero alumbra a D Wladimir y Peter francopan escribió un libro, largo, sobre el corazón del mundo

    Como analista histórico se ha apuntado Tomás Pueyo, quien en pequeños círculos se hizo famoso en su interpretación de las acciones con respeto al COVID

    Tomas es hispano francés y en su último ensayo nos recuerda que es la gran pradera europea que va desde Francia hasta los urales

    Recordé al profesor Escohotado hablando sobre las virtudes de la CEE que era la mejor acción política por evitar las innumerables guerras centroeuropeas

    Tomas Pueyo nos habla de Francia de difícil acceso desde el Mediterráneo aislada de la península de Italia por los Alpes y separada de la península Ibérica por los Pirineos

    Habla de los intereses estratégicos de Francia quien dispone de las tierras más fértiles de Europa, sin apenas de límites geográficos. Y las consecuencias de considerar a sus vecinos como territorio a conquistar. Vamos como las excusas y justificación de rusia para la agresión a sus vecinos y conjurar sus miedos

    Dice tomas que el mar es más importante para España que Francia y eso que son los dos únicos países con costa atlántica y mediterránea

    A mi me dio de pensar que España es un apéndice de Portugal según sus argumentos.

    La conclusión de tomas es una profecía. El destino de Francia es fundirse con Alemania, su eterno rival. Es decir cumplir con la construcción del IV Reich, que es el sueño húmedo del diplomático Vaticano desde hace 12 siglos

    Nuestros filósofos han sido mayormente francofilos o germanofilos

    Error. Nos equivocamos en la historia con europa. Somos portugueses que hablan castellano, que hicimos cambiar el eje del mundo por crear el primer imperio global y sus rutas comerciales y que fuimos estúpidamente privados por nuestros errores de la herencia americana a favor de los anglosajones

    Saludos

    Jose

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  20. Hola, Herrgoldmundo

    Desconocía el dato de que Ortega se sintió muy influenciado por la obra de Piaget. Lo mismo le ocurrió a G. Bueno. De hecho, la teoría del cierre categorial le debe mucho a la teoría del conocimiento de Piaget.

    Total y absolutamente de acuerdo con esa frase que desconocía de Unamuno: ”A un individuo, como a un pueblo, que en cierto sentido también es sujeto, puede cambiársele, incluso casi por completo, pero dentro de continuidad”. Sí, el marxismo pretendió construir un hombre nuevo al margen del hombre viejo. Pretendió y, a modo de un Dios Creador, una creación “ex nihilo sui et subiecti”. Pero el hombre no puede crear desde la nada absoluta y, cuando cree que esta creando desde la nada, lo único que está haciendo es construir castillos en el aire. Y ya sabemos que pasa, y qué pasó, cuando se construyen castillos en el aire.

    Efectivamente, en esa radical desmoralización de Zubiri, resuenan ecos de pensadores como Unamuno, Ortega o Heidegger.

    A continuación haré un breve reflexión, porque me resulta de capital importancia, en torno al progreso

    El progreso, en tanto que concepto, no es unívoco, tampoco equivoco, sino que es análogo.

    Una primera forma de entenderlo sería desde un punto de vista que denominaré cuantitativo. El progreso consiste en un “tener”. Y cuanto más se tenga más se ha progresado. No cabe duda de que hay una gran verdad encerrada en esta concepción. La cuestión es si esa verdad es toda la verdad. Qué duda cabe que la elevación en el nivel de vida que ha sufrido la Humanidad (perdón por la sustantivación) se ha debido al hecho de tener cada vez más y más cosas y esto constituye un evidente progreso. En 1820 no existían en París más de unas decenas de casas que poseyeran un cuarto de baño. Hoy cualquier persona, y por tener cada vez más y más cosas, posee unas condiciones de vida mejores que las que pudiera poseer el mismísimo Felipe II ¿Cómo vamos a negar que ello sea constitutivo de un progreso? Por cierto, que este progreso se lo debemos a la burguesía, y no, a las izquierdas. Lo digo por aquellos izquierdistas que consideran que el progreso es sinónimo de izquierdas.

    Otra forma de entenderlo sería desde un punto de vista que denominaré cualitativo. Aquí el progreso no se entiende como un “tener” sino como un “llegar”. Dices, Herrgoldmundo: “Progresar significaba, para Ortega (para Piaget y para mí) avanzar históricamente asimilando nuevos conocimientos y acomodándolos a los ya pre-existentes, logrando, así, un equilibrio entre lo viejo y lo nuevo.De esta manera, el logos histórico y toda su herencia cultural se CONSERVA y se mejora, pero no se erradica, como pretendió el marxismo.”

    Efectivamente, progresar significa un avanzar históricamente asimilando nuevos conocimientos y acomodándolos a los ya pre-existentes, logrando así, un equilibrio entre lo viejo y lo nuevo. Pero si se progresa o se avanza es porque se ha logrado, o se está en camino, de alcanzar un fin pro-puesto. ¿Cuál es esa meta, fin propuesto o presupuesto, que nos sirve de fundamento para establecer si se está o no en progreso? Pues ha recibido varias denominaciones a lo largo de la historia de Occidente, a saber: “vida virtuosa”, “vida beatífica”, “vida auténtica”, “vida plena”, “felicidad”. El hombre progresa, pero no con base en un mero “tener”, sino con base en un “llegar a ser”. Un hombre progresa cuando llegar a ser el que tiene que ser (ética de máximos). Una sociedad progresa cuando establece unos valores mínimos de convivencia (ética de mínimos) que permitan que todo hombre pueda llegar a ser el que tiene que ser.

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  21. Una sociedad progresa cuando capacita a todos sus miembros para que cada uno de ellos pueda llegar a ser, en función de su idea concreta de autenticidad, el que él tiene que ser; el que está llamado a ser. Esta es la forma en la que entiendo yo el liberalismo.

    El error que se podría cometer, desde una concepción cuantitativa, es considerar que el progreso consiste, únicamente, en un mero tener. El error que se podría cometer desde una concepción cualitativa es considerar que basta con la sola idea de “llegar a ser el que se tiene que ser”, al margen de las condiciones materiales que lo hacen posible, y por tanto, acabar por convertir al hombre en una especie de eremita o de asceta.

    Expresado de una forma más técnica podríamos decir que la visión cuantitativa correría el riesgo de convertir los valores instrumentales en valores intrínsecos mientras que la visión cualitativa podría considerar que los valores intrínsecos pueden ser alcanzados al margen de los valores instrumentales. Pues bien, ni lo uno ni lo otro. Si tanto los instrumentales como los intrínsecos son valores entonces los mismos “exigen” ser realizados. Pero como ya supo ve Scheler existe una jerarquía en el mundo axiológico. Hay valores jerárquicamente superiores (elitismo de los valores) a otros, así, los intrínsecos en relación a los instrumentales. De lo cual no cabe deducir que ambos tipos de valores sean excluyentes. Por tanto, no se trata de optar entre un “tener” (valores instrumentales) y un “llegar a ser” (valores intrínsecos o finales) sino que se trata de lograr un armónico “tener que llegar a ser” (valores instrumentales e intrínsecos). Ya Platón, afirmó: “Come y después filosofa”.

    Ya la escuela de Fráncfort nos alerto de un uso de la razón (razón instrumental) que acaba por convertir los valores instrumentales en valores intrínsecos. Ese uso de la razón acaba por convertir al hombre en “cosa” o en “masa” según Ortega ( la rebelión de las masas no es la rebelión de la clase obrera sino de la clase media burguesa que se ha convertido en un “señorito satisfecho”). Esa crítica puede ser aplicada al mundo capitalista.

    Pero qué pasa con esta nueva izquierda. ¿Tal vez lo que propone son valores intrínsecos? Pues no lo tengo yo tan claro. Si el mundo capitalista (neoliberalismo económico) pretende convertir los valores instrumentales en valores intrínsecos lo que pretende la nueva izquierda es convertir valores intrínsecos en valores instrumentales.


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  22. En fin, trataré de explicarlo con un ejemplo. Conste que lo que voy a decir a continuación es una intuición propia o esbozo personal que aún no tengo suficientemente perfilado y desarrollado. Vayamos con el caso del aborto. Cuando en época de Zapatero se produjo la nueva ley que regulaba el aborto observé cuestiones que me llamaron poderosamente la atención. En ningún momento se abordó la cuestión desde su ámbito último o radical. No me estoy refiriendo al ámbito de la moral ( que sería posterior) sino al ámbito ontológico-científico. No importaba lo que las ciencias ( genética, embriología, organogénesis, biología, etc) tuvieran que decirnos al respecto. Como no importaba desde qué idea de la filosofía se debían de integrar dichos conocimientos. Solo se apelaba demagógicamente a supuestos valores intrínsecos. Pero al final, y cuando se aprobó la ley, recuerdo a esas nefastas ministras de Zapatero que no cabían en sí de gozo porque ahora las mujeres “tenían” un derecho.

    Todo se reducía a un mero “tener”. Cuantos más derechos se “tengan” más progresista se es o más se considera que progresa una sociedad según esa nueva izquierda. Y da igual si esos derechos son justos o injustos o si mediante esos derechos se alcanza una vida auténtica. Recuerdo cuando G. Bueno, con la gracia que lo caracterizaba, decía que en muchas ocasiones, frente a todos aquellos pánfilos o papanatas que se les llenaba la boca con la palabra libertad, se preguntaba: ¿Para qué demonios querrá este tipo la libertad? Es decir, la nueva izquierda parece que en forma recta apunta a valores intrínsecos pero en realidad apunta de forma oblicua a los valores instrumentales. No se trata de tener más y más derechos sino que se trata de tener aquellos derechos que nos permitan lograr una vida virtuosa, feliz, plena, beata o auténtica.

    Un cordial saludo

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  23. Hola José

    Dices que nuestros filósofos han sido tradicionalmente francófilos o germanófilos. Muy cierto.
    Contaba G. Bueno, mucho antes de su fallecimiento, que en cierta ocasión acudió a un congreso de filosofía en Europa y comprobó que nadie había oído hablar de Francisco Suárez, uno de nuestros filósofos más importantes del SXVI. Yo mismo supe de Suárez a través de G. Bueno, y eso que el filósofo español, por lo que he leído, influyó en la obra de pensadores como Leibniz o Heidegger.

    Desde luego, España y Portugal comparten una misma historia común. Ya hace tiempo leí algunas propuestas en torno a la posibilidad de articular un Tratado o suerte de confederación ibérica entre España y Portugal.
    Hasta donde sé, que no es mucho, la propuesta consideraba posible la creación de una "supranación ibérica". No sería un sueño idealista, pues tanto España como Portugal pertenecían al conjunto de la comunidad iberoamericana de naciones; tenían intereses geoestratégicos comunes y para España, además, podría significar una solución al secesionismo.

    No sé, pero al saber de dicha propuesta no pude evitar pensar que era otra forma de intentar "salvar a España" de sí misma. La solución al "problema España" ya no estaría en Europa, sino en una confederación iberoamericana.
    Creo que algunos discípulos de G. Bueno se están moviendo en esa dirección, pero no sé demasiado al respecto.

    Un saludo

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  24. Hola Elías

    Dices:
    "Una sociedad progresa cuando capacita a todos sus miembros para que cada uno de ellos pueda llegar a ser, en función de su idea concreta de autenticidad, el que él tiene que ser; el que está llamado a ser. Esta es la forma en la que entiendo yo el liberalismo".

    Así lo entiendo yo también y así lo entendió Ortega, que dejó escrito en "La rebelión de las masas":

    "Es insensato poner la vida europea a una sola carta, a un solo tipo de hombre, a una idéntica situación que no permita otras posibilidades abiertas".

    Ortega fue muy crítico con lo que él llamaba "la termitera humana", una sociedad uniforme en torno a un único tipo de hombre; una sociedad a la que aspiraban las izquierdas revolucionarias y las derechas tiránicas.
    Frente a la uniformidad, Ortega abogaba por la pluralidad de "tipos humanos" para que, así, cada cual pudiera autorrealizarse o hallar su autenticidad a través de un amplio abanico de posibilidades.

    Yo suelo decir que una sociedad goza de más libertad (nunca absoluta) cuanto más se le permite al individuo poder elegir entre una multitud de posibilidades en su realidad abierta.
    Una sociedad es más tiránica o despótica cuanto más restringe las posibilidades de elección de sus ciudadanos. Así de simple.

    Sólo nuestras izquierdas progres, ebrias de envidia igualitaria, siguen atreviéndose (doy fe) a llamar "facha" a Ortega.

    Distingues entre "progreso cuantitativo" (tener) y "progreso cualitativo" (llegar a ser). Y concluyes diciendo que "no se trata de optar entre un “tener” (valores instrumentales) y un “llegar a ser” (valores intrínsecos o finales) sino que se trata de lograr un armónico “tener que llegar a ser” (valores instrumentales e intrínsecos).

    Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices.

    Por último, concluyes:

    "No se trata de tener más y más derechos sino que se trata de tener aquellos derechos que nos permitan lograr una vida virtuosa, feliz, plena, beata o auténtica".

    En esta conclusión tuya se halla la raíz del problema que nos ocupa y ocupó a Ortega, porque, claro, llegados a este punto se hace necesaria una pregunta. ¿cuáles serían aquellos derechos que SÍ nos permitirían lograr una vida feliz, plena, beata, auténtica...?

    Ione Belarra considera que respetar "el derecho a la vida de una rata" es fundamental para que logremos una vida armónica, feliz y plena.
    El femimarxismo LGTBI considera que garantizar el "derecho a la identidad de género" es necesario para que algunos individuos alcancen una vida auténtica.
    Ya se nos ha reconocido el derecho para follarnos cabras y poder ser felices. Y suma y sigue...

    Estos "derechos" amplían las posibilidades de elección que nos ofrece la realidad abierta. Ahora podemos ser hombre o mujer, o sólo "persone". ¿Qué hacemos con estos "derechos"?

    Por supuesto, como bien señalas, no se trata de "tener más y más derechos", sino aquellos que nos permitan ser más felices y auténticos. ¿Pero cuáles serían aquellos derechos que, en justicia, nos permitirían ser felices y auténticos a TODOS los ciudadanos?

    ¿Qué derechos sería "justo" garantizar y cuáles no?
    Digo "justo", porque de lo que se trata, ayer como hoy, es de determinar qué es eso de la "justicia social", que no deja de ser una idea hipostasiada susceptible de definirse de muchas maneras.

    Escribió Ortega al respecto:

    "El tema de la "justicia social", con ser tan respetable, empalidece y se degrada hasta parcer retórico e insincero suspiro romántico. Pero, al tiempo, orienta sobre los caminos acertados para conseguir lo que de esa "justicia social" sea posible".

    Y Ortega nos alertaba, pues en aras de alcanzar dicha "justicia social" podría producirse una "miserable socialización" (cita literal) que nos llevara al "termitero humano".

    Un saludo cordial




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  25. Hola Herrgoldmundo

    Dices, Herrgoldmundo: “Sólo nuestras izquierdas progres, ebrias de envidia igualitaria, siguen atreviéndose (doy fe) a llamar "facha" a Ortega.”

    Sí, efectivamente, ahí reside la causa de tanta mediocridad y del odio a las élites o a las minorías. Es que las izquierdas no buscan la igualdad (en relación a los derechos) sino el igualitarismo. Y claro, como es más fácil igualar por “abajo”, de ahí nace el odio y el resentimiento a la minoría. De lo que no se dan cuenta es que el concepto de minoría que defiende Ortega no está basado en el poder sino en la exigencia. Es decir, la élite no es un poder que ordena y manda a los demás sino que la minoría es la que más se exige a sí misma. El elitismo es una autoexigencia que actúa de espejo frente a las masas.

    Dices, Hergoldmundo: ¿Qué derechos sería "justo" garantizar y cuáles no?

    Adela Cortina, con el final del franquismo, y según ella misma relata, vio que era necesario una nueva concepción de la sociedad para los nuevos tiempos que iba a llegar. Por ello partió a Alemania y de allí se trajo su ética de mínimos y de máximos. Y quizá tras la muerte de Franco tuviera aplicación. De hecho la tuvo de forma implícita.

    Desde mi punto de vista su concepción tiene aplicación, cuando la tiene, porque en el fondo se parte ya de un acuerdo mínimos que son los que supuestamente se tienen que acordar. Si nos situamos al final de los años 70 la sociedad española demandaba un cambio en un sentido determinado. Pero que la sociedad española demandara un cambio en un sentido determinado ya conlleva, aunque sea de forma implícita, una ética de mínimos. Es decir, una acuerdo mínimo que todos los españoles, sociológicamente, compartían. Esa es la razón de que la llamada transición española fue pacífica. Esa es la razón por la que creo, pese a que pudiera haber dado a entender lo contrario, que la ética de mínimos y máximos, simplemente no “funciona”.

    O dicho de otra forma, no es que exista una sociedad donde se dé una pluralidad axiológica y a posteriori se adopte un acuerdo de mínimos para la convivencia en el seno de dicha sociedad sino que es justamente al contrario. Es porque existe una sociedad que desea convivir en la existencia de una pluralidad axiológica por lo que posteriormente se plasma negro sobre blanco.

    En la concepción de A. Cortina podrá haber diversidad de valores pero siempre dentro de una determinada unidad. Claro que después de la muerte de Franco no se iba a aceptar que las mujeres tuvieran que pedir permiso a sus maridos para comprarse un coche o para abrir una cuenta corriente. Por supuesto que las mujeres no iban a quedarse en casa para cuidar a la prole porque esa tenía que ser su única función (Sé que estoy simplificando las cosas pero espero que se entienda lo que se quiere decir). Sí, todo ello es verdad. Pero de fondo, la idea de familia seguía siendo la misma. La idea de familia no fue puesta en tela de juicio. Es decir, se aceptaba por todos (sociológicamente) una determinada idea de familia aunque mucho valores fueran cambiando. No es que hubiera diferentes concepciones en torno a lo que debe de ser la familia y entonces haya que acordar una ética de mínimos para ver cómo se pueden conciliar las diferentes formas.

    No, eso último no ocurre salvo de una forma forzada o impostada. Mientras todos poseamos una misma idea en torno a la familia no existe ningún problema. El problema se da cuando se defienden diferentes concepciones en torno a lo que debe de ser una familia. Y en este punto considero que no puede haber un acuerdo de mínimos.

    Es como si en una sociedad unos defiende el neoliberalismo económico, otros el marxismo, y alguien nos dice que hay que llegar a un acuerdo de mínimos para conciliar ambas visiones para así respetar el pluralismo de visiones en torno a la economía. No, eso es imposible. O se impone una o se impone la otra. No existen los hierros de madera.

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  26. Hoy, en el plano teórico, se nos dice que hay que respetar el pluralismo axiológico y que debemos llegar a un acuerdo de mínimos. Y no digo yo que muchos lo afirmen desde la buena voluntad. Pero lo que ocurre en la práctica es bien diferente. No es que se defiendan diferentes concepciones en torno a la familia ( y lo mismo vale para otras cuestiones) para que todas puedan llevarse a la práctica. No, se intenta defender una y acabar con la otra. Es que no puede ser de otra forma. Lo que me extraña es que la nueva izquierda sepa perfectamente, que si se defiende una hay que “exterminar” a la otra, mientras que el resto de pánfilos tratan de ver cómo es posible armonizar a todas. Y mientras eso piensan se destruye la suya. La única solución es ir a la “guerra” y tratar nosotros de imponer nuestra idea de sociedad.

    Un cordial saludo

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  27. Hola Elías

    Sí, en éstas estamos:

    "Hoy, en el plano teórico, se nos dice que hay que respetar el pluralismo axiológico y que debemos llegar a un acuerdo de mínimos".

    Pero, como bien señalas, en realidad se pretende defender un nuevo y único concepto de familia (plural, divagante y extravagante) frente al modelo de familia tradicional. Ellos, los dogmáticos socialcomunistas, saben muy bien que "sólo puede quedar uno".

    Y, sí, son los pánfilos, los "liberales permisivos" de PP y C´s, quienes no han entendido todavía que estamos inmersos en una "guerra cultural", en una guerra de valores donde está en juego el modo de ser hombre.

    Afortunadamente, VOX, al menos Abascal, Iván Vélez y otros muchos, sí han leído a Gustavo Bueno con atención expectante.

    Un saludo cordial

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  28. Hola Herrgoldmundo

    Que conste que yo era de esos que creía en la concepción de A. Cortina. Bien es verdad que con el advenimiento de Zapatero al poder y la implantación ideológica de la nueva izquierda empecé a considerar que dicha propuesta ya no era viable. Es por ello que me he sumado a las tesis de G. Bueno. Creo que es necesario dar la batalla, aún a riesgo de perderla, aunque sé que las probabilidades de éxito son escasas. El no darla lo considero una imprudencia.

    El concepto de prudencia se está malinterpretando en la actualidad. Hoy por prudencia se está entendiendo como una especie de inacción o de un templar gaitas. Se considera que la prudencia es no decir lo que uno piensa, no vaya a ser que se crispe al oponente, en la creencia de que si no se crispa al oponente entonces éste abandonará tus tesis en aras de la concordia.

    No, la prudencia es hacer en cada momento lo que se debe de hacer. Aunque esto que se deba hacer sea la guerra. Pondré dos ejemplos, una antiguo y otro moderno, de cómo se ha entendido la verdadera prudencia:

    1.- El senador romano Catón “el viejo” acaba todos sus discursos y, hablara del tema de que hablara, con la frase: “Carthago delenda est” (Cartago debe ser destruida). Roma había ganado la guerra a Cartago. Pero Catón es sus múltiples viaje había observado que Cartago se estaba reorganizando y rearmando. Él sabía que Cartago, antes o después, volvería a la guerra contra Roma y juzgaba como una imprudencia temeraria el no hacer nada cuando la prudencia dictaba que lo mejor era atacar a Cartago en esos momentos. No se hizo nada y Cartago atacó nuevamente a Roma. Sí, Roma venció nuevamente. Pero qué hubiera pasado si Cartago hubiera salido triunfadora.

    2.- No sé si recordarán aquel incidente en que se vio envuelto Israel. Israel había detectado que Irán estaba construyendo armas para atacar a Israel ¿Y qué hizo? Pues envió unos cazas a territorio iraní, que volaban a baja altitud para no ser detectados por los radares, y bombardeó las plantas donde se estaban construyendo dichas armas. Al día siguiente casi toda la prensa criticó la acción de Israel por contravenir el Derecho Internacional.
    ¿Qué se supone que tenía que hacer Israel? Acaso lo que tenía que hacer, y para no violar el derecho internacional, era esperar a que Irán terminara de construir dichas armas y que las lanzara contra Israel para que Israel, y ya con el derecho internacional a su favor, atacara a Irán. Pues no, la prudencia lo que dictaba era hacer exactamente lo que hizo Israel.

    Un cordial saludo

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  29. Hola Elías

    Como bien sabes, yo siempre me he considerado orteguiano. Y a través de Ortega me ha sido muy fácil llegar a Gustavo Bueno, porque, en tanto que orteguiano, ya hace tiempo que entendí que la razón desnuda, sin impulso vital ni CONVICCIÓN que la defendiera, no servía para nada.

    La razón desligada de la vida y la realidad, sin convicción, sólo sirve para enarbolar bonitos y vanos discursos. Lo mismo sucede con las leyes y los derechos, que tan sólo son "papeles mojados" (Gustavo Bueno) cuando la fuerza operativa y coactiva del Estado no los garantiza.

    Por ejemplo, yo tengo el derecho, como ciudadano español residente en Cataluña, a que mis hijos se formen y aprendan en nuestra lengua común española. Pero este "derecho" se me niega porque el Estado español ni está ni se le espera en Cataluña.

    Con la razón sucede más de lo mismo. Ya no sirven de nada los argumentos racionales, coherentes y bien fundamentados, porque la irracionalidad sentimental, endiosada y soberbia, ha convertido a las emociones en verdades institucionalizadas.
    El femimarxismo, de hecho, ha institucionalizado su "verdad sentida" (victimista y resentida) de que todos los hombres son violadores en potencia. Y en base a ese sentir victimista ha impuesto la ley Viogen que niega la presunción de inocencia del varón.

    Pero, atención, esto está sucediendo no por la "imprudencia" de no atrevernos a dar la "batalla cultura", sino por cobardía y complejos.

    Dices:
    "La prudencia es hacer en cada momento lo que se debe de hacer".

    Sí, lo prudente es pre-ocuparnos (ocuparnos con antelación) de aquellas posibilidades futuras que puedan amenazar y poner en peligro nuestra civilización, nación, familia...
    Pero si no nos "ocupamos" con antelación de lo que está por llegar, insisto, es por complejos y cobardía.
    El complejo nace de la falta de convicción; falta de seguridad y confianza en uno mismo o en una idea. El acomplejado, en el fondo, cree que el otro es mejor que él; cree que la conciencia antagónica que amenaza a la suya es mejor o, en todo caso, también es justa y legítima.
    Desde esta creencia, llena de inseguridades y carente de convicción, el acomplejado se torna cobarde.

    Por ejemplo, no son pocos los políticos del PP que, en realidad, consideran legítimas y justas las reivindicaciones de las naciones fragmentarias. Muchos, como Feijoó, incluso han hecho suyas dichas reivindicaciones y también están arrinconando a la lengua común española en sus respectivas comunidades autonómicas.

    ¿Y a qué se debe tanta imprudencia o "no hacer lo que debe hacerse"?
    Insisto: se debe a la falta de convicción; se debe a no creer en la necesidad de articular un Estado fuerte para preservar la unidad e integridad de la nación.

    Un saludo cordial

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  30. Hola Herrgoldmundo

    Suscribo tus palabras. Simplemente añadir a tus palabras que también juega el ganar unas elecciones a cualquier precio. Aunque ese precio sea renunciar a sus propias ideales. Pero como bien dices, renunciar a los propias ideas con el fin de ganar unas elecciones, lo único que demuestra es la falta de convicción en las propias ideas. Son muchísimos los Ayuntamiento gobernado por el PP que se han sumado a las ideologías de genero simplemente para hacerse con una parte del electorado. Como decía aquel otro gran filósofo (Groucho Marx): “ Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros”.

    Un cordial saludo

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  31. Buenos días

    Estemos de acuerdo o en oposición a las letras y leyenda de Sánchez Dragó, reconozcamos que es un buen día para releer algunas páginas de su obra: Gargoris y Habidis

    Y volver a colegir cuanta influencia nos ha venido de Roma y París, o de Cluny como el nos quiso hacer ver

    Nada más

    Saludos

    Jose

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  32. Hola, Jose

    Pues sí, con sus luces y sus sombras, que por eso era humano, se va una de esas personas que se puso el mundo por montera viviendo la vida, que tocándole en suerte, quiso hacer. Una vida digna de ser vivida, es decir, una vida auténtica.

    Un cordial saludo

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  33. Hola a los dos, José y Elías

    No sé si habéis visto este video, donde Sánchez Dragó deja que Gustavo Bueno reparta mandobles a diestro y siniestro a Fraijó y Marina:

    https://youtu.be/sN-FIBwQamY

    Un saludo a los dos

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  34. Hola, Herrgoldmundo

    Sí, ya lo he visto, muchas gracias. Bien me reí la primera vez que lo vi. Marina intentaba ganarse el favor del público mientras que esa fuerza de la naturaleza encarnada en G. Bueno no hacía sino arremeter contra todo y contra todos.

    Un cordial saludo

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