INTRODUCCIÓN
Hace unos días, por casualidad y vencido por el aburrimiento, vi una película que me gustó bastante; una película mejicana titulada "¡Que viva México!
Así, como el que no quiere la cosa, descubrí al director de cine Luis Estrada y a los geniales actores Damián Alcáraz, Alfonso Herrera y Joaquín Cosío.
"Que viva México! es una buena película, quizá excesivamente larga, pero entretenida y desternillante en no pocos momentos. La fotografía es preciosista y los paisajes y la ambientación están muy cuidados.
Motivado ante semejante hallazgo, me dispuse a ver más películas de Luis Estrada y descubrí un puñado de joyas cinematográficas de gran valor: "El Infierno", "La ley de Herodes" y "La dictadura perfecta".
En la película "El Infierno" brilla singularmente el personaje de "Cochiloco", interpretado por Joaquín Cosío. El film cuenta con un brillante guión - una bien hilvanada historia de narcos- y, de nuevo, una genial fotografía y escenas de acción muy logradas. Película muy recomendable.
"La ley de Herodes" cuenta la historia de un político de segunda división que es enviado por el partido a ejercer como alcalde en un pequeño pueblecito perdido en la nada. La película retrata muy bien la mutación del inocente e inexperto politico, al principio ingenuo y honrado, hasta convertirse en un despiadado mafioso corrupto. Esta genialidad no tiene desperdicio.
Pero, parafraseando al ya desaparecido y célebre Paco Umbral, en esta entrada he venido a hablar de "La dictadura perfecta".
LA DICTADURA PERFECTA
¡Peliculón!
La historia que cuenta "La dictadura perfecta" es la crónica cruda, desagarradora y desesperanzadora, de la realidad mejicana; la realidad de una nación sometida al poder de narcos, políticos corruptos y medios de comunicación vendidos al mejor postor.
Pero "La dictadura perfecta" (2014), y esto es lo que me resultó más doloroso al descubrir esta joya cinematográfica, también retrata fielmente la realidad de la política española.
El golpe-moción de Pedro Sánchez en 2018 supuso la culminación de un asalto al poder, en complicidad con el golpismo catalán, que traspasó todas las líneas rojas habidas y por haber. España, desde aquel momento, ha estado sometida a una sutil dictadura mucho más perfecta que la que retrata la película mejicana.
La desgarradora cinta de Luis Estrada describe cómo, en perfecta comunión, la política y los medios de comunicación se ponen de acuerdo para hacer pasar por "verdad" burdas mentiras que, en principio, ni el más tonto podría creerse.
Sin embargo, como se verá a lo largo de la película, y merced a las artimañas de una poderosa cadena de televisión, la realidad no sólo se tergiversará, sino que se reinventará y construirá al servicio de los intereses del poder político de turno.
Hay una significativa escena en la que un taimado periodista, maestro en la manipulación de la realidad, le señala a un político que uno de sus casos de corrupción se está convirtiendo en trending topic en las RRSS. Y el político, sin inmutarse pero muy cabreado, le responde:
"Yo me paso los trending topic por los cojones. Los pendejos de mis electores sólo ven la televisión".
Y he ahí una cruda verdad que conoce muy bien el sanchismo: lo importante no es tanto controlar las RRSS, que también, como RTVE.
El sanchismo ha entendido perfectamente cómo funciona el cinismo posmoderno, pero, sobre todo, ha entendido que lo tiene que hacer, para implantar la dictadura perfecta, es dominar y controlar los medios de comunicación.
Esto también lo sabía muy bien Podemos, que no tardó en pedir la Secretaría del Estado de Telecomunicaciones como pago a su alianza con el PSOE. Pero Sánchez fue más listo y sólo permitió que Pablo Iglesias tuviera acceso a las comisiones internas del CNI. Total, a Sánchez le importaba y le sigue importando una higa la seguridad nacional, como ha demostrado con sus recientes genuflexiones y claudicaciones ante Marruecos,
Sánchez prefirió que Podemos tuviese acceso a importantes cuestiones (y secretos) de Estado antes que cederle el control de los medios informativos. Una decisión muy significativa que nos da la medida de lo que el sanchismo considera verdaderamente importante: controlar y dominar la opinión pública.
LA DICTADURA SANCHISTA
Nada más consumar el golpe-moción, Pedro Sánchez se dedicó a depurar mandos del ejército y las Fuerzas de Seguridad y, acto seguido, colocó a dedo a Rosa María Mateo en el cargo de directora de RTVE (Radio Televisión Española).
Se suponía que Rosa María Mateo sólo debería ocupar el cargo durante unos meses, pero acabó estando tres años manipulando la televisión pública de todos los españoles, para mayor gloria de Sánchez y su gobierno de mediocres inmorales.
Desde que Sánchez llegó al poder ya no hizo falta seguir disimulando. Ya antes, el tándem formado por Zapatero y Gabilondo, dejó al desnudo la cruda verdad que revelaba que los medios de comunicación de España estaban al servicio del pérfido PSOE.
Zapatero, ante un micro abierto, le reconocía a Gabilondo (periodista) que había que seguir tensionando a la ciudadanía desde los medios de información, porque eso les beneficiaba.
EL PSOE podía lograr, a través del control de los medios de información (RTVE y prensa escrita) que se magnificara el robo de unas cremas faciales (caso Cifuentes), pero, al tiempo, sabía cómo ocultar sus propias verdades incómodas (caso Delcy, EREs andaluces...).
De hecho, el dominio y control de los medios de comunicación le permitió al PSOE sobredimensionar las corruptelas del PP (algunas ridículas, como las de Camps o Rita Barberá) y tapar, al tiempo, sus múltiples y más graves trapos sucios, y los de sus aliados (ya nadie habla del caso Pujol).
La verdad no desvelada no es verdad; y lo que no se visibiliza nunca puede llegar a ser verdad. Así de simple y efectivo, porque, como bien señala la cinta mejicana, la mayoría de los pinches electores continúa fiándose de lo que se diga en la televisión.
Pero, como ya he señalado, mi intención es demostrar que la actual dictadura implantada por Sánchez es mucho más perfecta que la que retrata Luis Estrada en su película, que es una dictadura cimentada en la alianza entre políticos y periodistas.
La dictadura de Sánchez es mucho más perfecta, porque no sólo controla RTVE, sino también la generalidad de la prensa escrita y las RRSS. Y lo más importante, el sanchismo tiene comprado a todo el cine español.
De hecho, la dictadura sanchista es tan perfecta que, a día de hoy, resultaría imposible filmar una película tan valiente y honesta como la de Luis Estrada.
Y es este hecho, la imposibilidad de filmar una película como "La dictadura perfecta", el que, precisamente, demuestra que la dictadura sanchista es mucho más perfecta que la mejicana.
CONCLUSIÓN
En España no existe el cine disidente, porque ya hace muchos años que el cine español se vendió a los dictados de la "verdad progre".
Durante años, el cine español se ha dedicado a hacer películas adoctrinadoras y sectarias sobre la Guerra Civil, cuando no mediocres películas palomiteras, ahora también con obligados contenidos LGTBI y woke.
Hacer en España una película crítica y valiente, como la mejicana "La dictadura perfecta", sería imposible, porque en España sí estamos viviendo una auténtica dictadura perfecta; tan perfecta que ni siquiera a través del cine se cuestiona la "verdad progre"; tan perfecta que los adversarios políticos son agredidos sin que los medios de información se hagan eco de dichas agresiones; tan perfecta que nadie ha impedido los recientes fraudes electorales, a través del voto por correo, cuando todo el mundo sabía de las intenciones de Sánchez al tomar al asalto el control de numerosos organismos estatales (Correos, Indra, CIS...).
La dictadura perfecta es aquella en la que se está preparando un pucherazo electoral, a la vista de todos, pero nadie hace nada por evitarlo. Tal es la impotencia y sometimiento de la ciudadanía española.