miércoles, 23 de diciembre de 2015

"Normas para el parque humano" de Peter Sloterdijk (parte I).


Introducción

Me serviré del prólogo de la propia Teresa Rocha Barco, que es también la traductora de este pequeño pero valiosísimo ensayo de Peter Sloterdijk.

Según Teresa Rocha, Heidegger no solo plantea la esencia de lo humano desde su origen animal sino que va más allá, señalando la categoría del mismo como pastor del ser y guardián de su verdad (filosofía pastoral).

Sloterdijk pretenderá, a su vez, no solo superar el humanismo (como ya ensayara Heidegger), sino que intentará superar al propio Heidegger y su filosofía pastoral.

Sloterdijk proclamará, valientemente, que el humanismo ha fracasado; declarará el fracaso del amansamiento humanístico del hombre (domesticación) a través de la lectura obligada (pedagogía social) de textos canónicos tradicionales. Dicho fracaso se debe, principalmente, a dos factores: la supremacía de la sociedad de la información vs la literaria y el cotidiano embrutecimiento de las masas.

Sloterdijk sostiene que ya no valen las dobles valoraciones tradicionales de la moralizante candidez humanista: sujeto vs objeto o señor vs esclavo y que, por tanto, en la época presente cabe hablar de eugenesia y antropotécnicas.

Normas para el parque humano

Comienza Sloterdijk dándonos una definición de humanismo: telecomunicación fundadora de amistades (adeptos y afines) que se realiza por medio del lenguaje escrito.
El pensador alemán nos explica el origen y la evolución histórica del humanismo a partir de tres momentos que coincidirán con su génesis (antigüedad) expansión (entre 1789 y 1945) y su crisis y/o decadencia (a partir de 1945).

Orígenes del humanismo: Sloterdijk se retrotrae a Roma, donde en su parecer comenzó el deseo de un grupo selecto de alfabetizados (carácter sectario) por transmitir a través de la literatura un determinado saber (Occidental). El texto escrito constituyó un puente telecomunicativo cuya doble misión era seducir y difundir (valores). La seducción tenía como objetivo atraer fieles al círculo selecto de los alfabetizados,  un club en cuya esencia ya se hallaba el fantasma comunitario, es decir, el deseo de universalizar una determinada verdad.
Ya entonces se puso de manifiesto la pugna entre dos formas de ser: el hombre-homo (embrutecido o bárbaro)  y el hombre-humanitas (civilizado o amansado). El primero encontraba su lugar en el anfiteatro, en los juegos de lucha y los espectáculos de muerte, y el segundo tenía su hogar en los libros, en la literatura y la filosofía, es decir, en la humanitas.
El humanitas romano aprendió a controlar sus impulsos más embrutecedores y se convirtió, de hecho, en una antropodicea, es decir, se convirtió en un hombre que tenía en cuenta su apertura biológica y su ambivalencia moral.
La aspiración del humanitas sería, desde entonces y a lo largo de la historia, cómo convertir al hombre (homo) en  un ser humano (humanitas) verdadero y real.

Período entre 1789 y 1945: se alcanza la madurez y máxima difusión del círculo selecto de los humanitas (humanistas) y el otrora club de amigos de la antigüedad dará lugar a los humanismos nacionales. Las elites alfabetizadas se sentían poderosas y autosatisfechas de su tarea de instruir a las nuevas generaciones para que también entraran en el círculo (para que fuesen domesticadas según unos determinados valores). Las masas entraron a formar parte del club de los alfabetizados.
El humanismo, supuestamente y a través de sucesivas revoluciones de liberación, había logrado que los hombres se desprendieran de sus componentes más embrutecedores y tuviesen una conciencia verdadera de su condición de humanitas.

A partir de 1945: el final de la II GM supuso un punto de inflexión, pues la barbarie acontecida en la última gran guerra mundial hizo que se cuestionase la literatura humanista portadora de espíritus nacionales. El retorno a la barbarie embrutecedora de la antigua Roma, que supuso la II GM, significó, de hecho, el fracaso del humanismo.
Además, el avance imparable de las ciencias y las técnicas de la comunicación dieron lugar a una nueva cultura de masas instaurando nuevos fundamentos que cabrían considerarse post-literarios y, por tanto, post-humanísticos. A partir de entonces, las sociedad modernas solo podrían marginalmente producir síntesis políticas y culturales sobre la base de instrumentos literarios y epistolares humanísticos. Si la casa del humanitas romano estuvo en el libro, ahora, en el nuevo humanismo, estará en la tecnología.
Así, el humanismo post-bélico quedará reducido, prácticamente, a un único compromiso: rescatar a los hombres de la barbarie.
El humanismo post-bélico, en el parecer de Sloterdijk, será un humanismo que se preguntará "contra qué" articularse por tal de evitar las tendencias asilvestradas del hombre; un humanismo que tendrá como objetivo principal seguir controlando  y amansando la barbarie inherente al hombre.

Conclusión:

Sloterdijk concluye que el humanismo se asienta entre dos fuerzas: influencias inhibidoras (amansadoras) e influencias deshinhidoras (ambrutecedoras), es decir, el humanismo cree que el hombre es una animal sometido a la influencia o lucha entre ambas tendencias. Por ello, el tema latente del humanismo es la domesticación del hombre, y su tesis latente: una lectura adecuada amansa.
La cuestión será, por tanto, pensar cómo amansar al hombre de la post-modernidad que se ha desligado de la literatura; que ya no habita en la casa del libro y que corre el peligro de volver a embrutecerse (cultura de masas).

PD: seguiré resumiendo y exponiendo los contenidos de "Normas para el parque humano" en sucesivas entregas. La siguiente entrada hará referencia a los comentarios de Sloterdijk sobre Heidegger y "Carta sobre el humanismo".

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