viernes, 25 de diciembre de 2015

"Normas para el parque humano" de Peter Sloterdijk (parte II)


Introducción.

Como habíamos visto en la primera parte de esta reseña sobre "Normas para el parque humano" (parte I), Sloterdijk define al humanismo como una telecomunicación creadora de amistades a través de la literatura.

Y la literatura más íntima, la que se dirige de forma más directa al "amigo", tiene forma de carta (epístola). Por esto mismo, sostiene Sloterdijk, en "Carta sobre el humanismo" Heidegger no solo rompió con la tradicional literatura nacional (cartas dirigidas a las masas) sino que "imaginó" que su contenido solo podría ser entendido y asimilado por un único interlocutor benévolo (quizás por un reducido grupo de elegidos). Así, y en el parecer de Sloterdijk, Heidegger se distanció de la pedagogía social obcecada en dirigirse a las masas y creó una nueva humanización dirigida a pastores del Ser (elegidos y selectos).
Por supuesto, apunta Sloterdijk, los enemigos de Heidegger vieron en esta carta un astuto intento, por parte del padre de "Ser y tiempo", por tal de rehabilitar su reputación y distanciarse de su pasado nacionalsocialista.

Carta sobre el humanismo

Sostiene Heidegger, en líneas generales, que el humanismo tradicional fue un agente que obstruyó la salida a la luz de la auténtica pregunta por la esencia del hombre: una pregunta que debería plantearse desde una perspectiva existencial-ontológica.
Ya no eran válidas, en el parecer de Heidegger, las interpretaciones humanistas sobre la esencia humana; interpretaciones judeocristianas y existencialistas (alusión directa a Sartre) que tan solo se quedaban en la estructura superficial del hombre y que eludían  la pregunta radical por el sentido del Ser.
"Ser y tiempo" estuvo pensado contra el humanismo porque éste no supo, a lo largo de la historia, situar la naturaleza humana a la altura suficiente (pag. 21). Así, Heidegger se distanció de la tradicional metafísica occidental, obcecada en considerar  al hombre como un animal racional con esencia, es decir, como un animal con un plus de cultura o metafísica (alma).
El hombre, a diferencia de los animales, tiene mundo y está en el mundo, mientras que el animal se limita a estar en tensión con su entorno. El hombre, por tanto, es pastor del Ser, el encargado de guardar la verdad del Ser a través del lenguaje.
El humanismo tradicional se atribuyó una correcta interpretación de la esencia humana (desde un arrogante endiosamiento) mientras que Heidegger propuso anteponer la reflexión a la interpretación; una reflexión ontológica frente a interpretaciones religiosas (judeocristianismo) y existenciales (materialistas). Así, Heidegger defendió reflexionar sobre un nuevo humanismo.

¿Cómo habría de entenderse el nuevo humanismo de Heidegger?

Según Heidegger, los hombres son colocados como guardianes por el propio Ser; y es el Ser quien otorga al hombre el rol de pastor o guardián del mundo (ganado). Pero el mundo ha de entenderse como un hecho abierto sobre el que cabe reflexionar y prestar atención (tener cuidado), para lo cual el pastor debe permanecer expectante a la escucha de aquello que haya de manifestarse en el claro del bosque (lugar donde el Ser se muestra al hombre como Das-ein o "ser-ahí").
La diferencia sustancial entre el humanismo tradicional y el propuesto por Heidegger radicará, por tanto, en lo referente a la esencia: el humanismo tradicional presupondrá una esencia en el hombre, ya sea a priori (judeocristianismo) o construida a través de la interpretación del Ser (existencialismo materialista). Heidegger, por el contrario, sostendrá que el hombre, al no tener esencia sino mundo, tan solo podrá permanecer atento, desde su condición de guardián del Ser, para hallarla.

Visión del nuevo humanismo heideggeriano

El expectante pastor de Heidegger será más sumiso que el tradicional buen lector, pues deberá esperar, expectante y reflexivo, a que sea el propio Ser quien se manifieste en el Dasein, es decir, quien le dicte al hombre todas las cartas esenciales.
Así pues, vemos que mientras el humanismo tradicional defendía un concepto de hombre como autor (creador de su propia esencia), Heidegger tan solo le otorgará el rol de reflexivo escribano que deberá permanecer atento y paciente a los dictados del Ser.
De esta manera, y en el parecer de Sloterdijk, Heidegger se erigirá, de hecho, en el primer escribano que habrá de dar testimonio de un nuevo humanismo; una nueva fe (la terminología es mía) a la que solo podrá acceder, en principio, un círculo exclusivo de pastores recogidos en actitud sumisa y silenciosa.

Este nuevo humanismo plantea dos cuestiones fundamentales:

Primera cuestión: en la propuesta heideggeriana, referente a las figuras de meditación (pastores del Ser), subyace un carácter cripto-católico que postularía que solo bajo un nuevo ascetismo meditativo se podrían superar las metas de la tradicional educación humanística. Pero, claro, desde el momento en que este nuevo humanismo se presenta como un círculo exclusivo de pastores que escuchan al Ser (que pretenden hallarlo pero no interpretarlo), ya se espera, de hecho, encontrar una esencia que dé sentido a la existencia humana. La pregunta a responder sería: ¿y por qué habríamos de esperar hallar un sentido a la existencia? ¿Esperar (albergar esperanzas) sea acaso lo único que caracteriza al dasein?

Segunda cuestión: es consecuencia de la primera. Desde el momento en que un círculo exclusivo de pastores decidiera apostar por una vida ascética a la espera de los dictados del Ser, ¿cómo se podría constituir una nueva sociedad de vecinos del Ser que compartiera los mismos objetivos?
Sí, un grupo selecto de pastores esperaría en actitud silenciosa los dictados del Ser. Y, así, dicho grupo meditaría, cual celoso guardián, en el claro del bosque. Pero si dicha actitud pastoral solo es posible a través de la actitud reflexiva y meditativa, ¿cómo ampliaríamos el círculo selecto de manera que la gran masa formase también parte de él?. Dicho de otro modo: ¿cómo se podría articular una nueva sociedad en torno a este nuevo humanismo preocupado por el Ser? ¿Cómo se podría articular una sociedad donde todos sus miembros fueran ascetas meditabundos y no dueños señoriales del Ser?

Heidegger es claro y rotundo a la hora de contestar a estas cuestiones:

No cabe preguntarse cómo las masas podrían llegar a convertirse en ciudadanos ascetas y meditabundos, porque no hay ningún camino que pueda conducir del tradicional humanismo a este nuevo humanismo, que supondría un ejercicio intensivo de humildad ontológica.
Así, concluye Heidegger, el mismo humanismo tradicional que ha rearmado al hombre de subjetividad, por tal de hacerle creer que su camino es tomar el poder señorial sobre lo existente, también le ha convertido en cómplice natural de todas las atrocidades habidas y por haber.
Todas las diferentes formas del humanismo tradicional ejercen la misma violencia antropocéntrica, ya fuere como prepotencias desnudas y expuestas (fascismos) o como prepotencias hábilmente enmascaradas (americanismo y bolchevismo).
En ninguna de sus formas, el humanismo tradicional ha sido capaz de amansar (domesticar) al ser humano, por lo tanto: ¿qué amansará al hombre tras el fracaso del humanismo como escuela de domesticación?

PD: en una tercera entrega expondré la propuesta de Sloterdijk para superar el humanismo o filosofía pastoral de Heidegger.

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