lunes, 18 de febrero de 2019

NACIONALSOCIALISMO COMO ESPEJO DEL COMUNISMO

INTRODUCCIÓN

En mi reflexión anterior, necesaria para comprender mínimamente la terminología conceptual de Gustavo Bueno, propuse una clasificación alternativa a la del padre del materialismo filosófico:

1-Supremacismo del AR
2- Liberalismo
3- Anarquismo
4- Socialdemocracia- holización democrática (Ferdinand Lassalle)
4- Supremacismo marxista- holización revolucionaria (retorno al jacobismo) que dará origen a 3 ideologías también revolucionarias:
-Supremacismo comunista- holización prepotente internacionalista.
-Supremacismo fascista- holización prepotente histórico-cultural
-Supremacismo nacionalsocialista- holización étnica y racial.

Tras la caída del primer supremacismo, representado por el Antiguo Régimen, las izquierdas liberales se propusieron, precisamente como primera obligación, no volver al pasado, es decir, no retornar a sociedades regidas por una razón supremacista que discriminara a los ciudadanos por razones de origen, raza o clase.

Sin embargo, Gustavo Bueno consideró legítima la Revolución bolchevique (supremacismo comunista), porque, como la francesa, siguió en la misma línea holizadora de igualar a los ciudadanos, ya no solo en lo político (igualdad jurídica) sino también en el terreno ideológico (igualdad social). Así, desde una perspectiva puramente materialista (supuestamente exenta de valoraciones morales) se justificó la operatividad del terror bolchevique como otrora se justificara el terror jacobino.

El fascismo y el nacionalsocialismo, en el parecer de Bueno, quedarían “deslegitimados”, es decir, permanecerían excluidos de pertenecer a las “izquierdas definidas”, por considerar que las holizaciones ensayadas por ambos no ampliaban, sino que restringían, las igualdades entre ciudadanos. Así, el fascismo discriminaría a los ciudadanos en base a desigualdades justificadas por una razón histórico-cultural, mientras que el nacionalsocialismo haría más tarde lo propio, justificando desigualdades raciales.

La base argumental de Bueno sería que el comunismo intentó ampliar la igualdad entre ciudadanos buscando erradicar las diferentes clases sociales para lo cual, primero, era necesario que la clase más desfavorecida (el proletariado) se erigiera en única conciencia legitimada para llevar a cabo tal misión igualadora.

NO HAY RAZÓN SIN MORAL

El error de Gustavo Bueno, que continúa siendo el mismo error de todos los que se siguen diciendo “comunistas”, es que siguió considerando moralmente aceptable el supremacismo marxista-leninista en base a su intencionalidad, obviando los hechos trágicos que fueron necesarios para poder consumar la idea en la realidad. Es decir, el comunismo es bueno porque tiene un fin “bueno”: igualar en torno a la idea de clase. Punto. El fascismo y el nacionalsocialismo serán “malos” por defender igualaciones a través de “irracionales” ideas culturales y/o raciales.

Un fin considerado justo (comunismo) le permite a Bueno legitimar la revolución (ruptura de la legalidad constitucional y liberal); le permite aceptar la dictadura proletaria (negación de la igualdad jurídica) y le permite asumir la reeducación para los disidentes, un eufemismo que albergaba la posibilidad de la creación de gulags, campos de exterminios de los jemeres rojos, matanzas maoístas…

Bueno argumentará que no hará valoraciones morales al excluir a fascistas y nacionalsocialistas del grupo de las “izquierdas”, sino que se regirá por un criterio objetivo: considerar como ideologías de izquierdas a aquellas que se obliguen a ampliar la igualdad jurídica del liberalismo alcanzado la igualdad social; una igualdad necesaria (buena y justa) demostrada por la razón científica, es decir, por el materialismo dialéctico y científico.

CRÍTICA

De entrada, hay en el comunismo (que se autodenominó a sí mismo “la liga de los justos” antes de la publicación de “El manifiesto comunista”) una flagrante contradicción al pretender ser portador de una moral buena y justa e incuestionable, en tanto que científica. Bueno solo asumirá, primera crítica, que la razón que no sea científica por fuer no será razón (será “irracionalidad”).

La segunda crítica giraría en torno a la construcción “ad hoc” de la teoría marxista, ya explicada por numerosos autores, y sobre la que no deseo profundizar por falta de tiempo (y ganas).

La tercera crítica, para mí más importante, es que si el mismo Gustavo Bueno justifica, como también hace el marxismo, que es necesario prescindir de valoraciones morales (judeocristianas y kantianas a la postre), para alcanzar un fin último en forma de sociedad igualitaria, la pregunta obligada sería:
¿No sería tan igualitaria una sociedad sin clases, como otra sin razas o sin diferentes tradiciones histórico-culturales?

Me explico: ¿si el comunismo y sus derivados no dudaron en exterminar a millones de inocentes (disidentes ideológicos y conciencias contrarias al marxismo) por qué no iban a hacer lo propio fascistas y nacionalsocialistas?

¿Por qué habría de ser más “justa” una sociedad uniformada por una sola clase (tras exterminar o someter a las demás clases) que otra sociedad uniformada por la raza (tras exterminar o someter a las demás razas)?

¿CÓMO SUPERA BUENO ESTOS SESGOS MORALES?

El propio Bueno, para justificar la discrepancia entre la teoría y la praxis (lo que decía ser el comunismo y lo que realmente fue) recurre a la “creación” de dos nuevos conceptos:
Perspectiva EMIC: lo que piensa un agente de sus actos, es decir, las ideas que se defienden desde una teoría.
Perspectiva ETIC: lo que sucede objetivamente en la realidad, lo que queda DEFINIDO.
Así, de esta manera, Gustavo Bueno justifica la “bondad apriorística” del comunismo (EMIC), pues la teoría era buena y justa y estaba perfectamente legitimada por una razón científica. Otra cuestión sería que los hechos que quedaran definidos en la realidad (ETIC) no coincidieran con un fin tan loable.
Desde estas mismas perspectivas, Bueno considera al nacionalsocialismo injusto, porque carecía de “bondad apriorística”; su razón no era científica, sino “irracional”, y en sus postulados teóricos (EMIC) ya se contemplaba una praxis acorde a los mismos.

OBJECCIÓN A LA DEFENSA DEL MARXISMO POR PARTE DE GUSTAVO BUENO

Cuando Marx, razón científica mediante y desde una perspectiva EMIC (teoría), pensó que sería necesario implantar una dictadura y “reeducar” a los disidentes tras el triunfo de la revolución, lo hizo siendo consciente de que la idea solo podría consumarse a través de una praxis que se sirviera de antropotécnicas represoras .

Quizás, efectivamente, Marx jamás pensó en los gulags que asesinarían a millones de personas inocentes, y que esa sería la manera en la que se definiría su teoría en la realidad (perspectiva ETIC). Quizás Marx pensara que sería posible implantar una dictadura de “buen rollo” para reeducar a los ciudadanos disidentes, en bonitos centros de recreo con tolerantes y persuasivos “formadores”. Sin embargo, Marx sabía muy bien cómo se llevó a cabo la Revolución Francesa, por lo que no cabe presuponerle ingenuidad ni humildad ontológica, sino prepotente supremacismo, que, a diferencia del nacionalsocialista, se cuidó mucho de enmascarar por tal de hacerlo aparecer moralmente “bueno y justo”.

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