INTRODUCCIÓN
En otra entrada de este blog escribí una reflexión comparativa entre dos series
de televisión, “Juego de Tronos” y “La casa de papel”, para intentar demostrar hasta qué
punto la ideología de las mal denominadas “izquierdas” (indefinidas y
antiilustradas o reaccionarias) han ocupado y colonizado los espacios públicos
más importantes de la sociedad española (sus calles y plazas, la cultura y la
educación, medios de información…) consiguiendo, así, institucionalizar
“su verdad”.
Ese mismo día, una vez más, tuve que señalar una
nueva “inexactitud” de Andrés Trapiello, según el cual los dos grandes vencedores de
la Guerra Civil española fueron, a la postre, FE (Falange Española) y PCE (Partido Comunista Español). Pero el único vencedor, como demostró la historia e intentaré demostrar yo mismo a
continuación, fue el PCE, por la sencilla razón de que el resentimiento siempre
perdura más que cualquier sentimiento de concordia.
PROCESO DE “SOCIALDEMOCRATIZACIÓN” DE LA UNIVERSIDAD
ESPAÑOLA (y de la universidad a la sociedad)
¿Cómo ha sido posible que nuestras “izquierdas”, no
olvidemos que perdedoras de la Guerra Civil, hayan podido “colonizar”, sin que nadie les
chistara, la generalidad de los espacios públicos de nuestra nación? ¿Cómo ha sido posible que la
izquierda fuera, y siga siendo, la mano que mece la cuna; la mano que ha hecho
posible, de hecho, que España sea "roja" en esencia, tanto en su fondo como en
sus formas?La respuesta parece clara: ha sido posible debido a los complejos y la cobardía de una “derecha” que, en realidad, solo tenía de “derecha” el nombre. Desde la Transición, no ha existido una derecha auténtica en España, liberal y conservadora, republicana y democrática, orteguiana al cabo. Así que, retomando a Ortega, intentaré llegar a la verdad radical que pueda proporcionarnos una explicación racional, argumentada y fundamentada, sobre esta “anomalía histórica” que ha permitido que, en España, la historia la escribieran los perdedores.
EL CLUB DE LOS LEÍDOS
El ser humano está constituido por tres dimensiones: individual, social e histórica (Zubiri). Ortega lo resumió magníficamente con
su “Yo soy yo y mis circunstancias”. Deberemos considerar, por tanto, la
dimensión del yo (conciencia individual) y las dimensiones sociales e
históricas (conciencia colectiva) para entender cómo fue posible que durante
nuestra Transición se perdiera por el camino “el espíritu orteguiano”; ese
espíritu aristoi y liberal que nos instaba a considerar la vida como una verdad
radical en sí misma, para “superarla” (sus adversidades) a través de la razón.
Los leídos, o el “club de los alfabetizados” (genial
Sloterdijk) se dedican a razonar y solucionar problemas, lo cual está muy bien,
pero ¿para qué?
Básicamente, y pecando de reduccionistas, podríamos
decir que en España, tras la GC existieron dos clubs alfabetizadores que
“ocuparon” institucionalmente el espacio público, desplazando por completo la propuesta liberal o raciovitalista
(orteguiana):
1) El
club esencialista: los herederos del falangismo (Aranguren, Entralgo y Ridruejo
entre ellos). Se preocuparon, sobre todo, por la ética y la moral y sus
implicaciones en la religión y la política.
Estos dos "clubs" o corrientes ideológicas dieron forma, correlacionando entre ellos, a un pensamiento antiliberal que impregnó a toda la sociedad y la política española.
Lo paradójico, como veremos a continuación, es que
fueron precisamente los discípulos de Zubiri (Aranguren y Entralgo entre otros)
quienes acabaron por desterrar de las universidades españolas el pensamiento
orteguiano (maestro de Zubiri), mientras, al tiempo, convergían, a través de la ética zubiriana,
con el rostro amable del marxismo: la socialdemocracia.
Esto tiene que quedar muy claro: las universidades
españolas, durante toda la Transición, estuvieron dominadas por el pensamiento
zubiriano, dedicado casi exclusivamente a elucubrar sobre el bien y el mal,
obcecado por el problema teologal, la ética y la moral. Nadie del club
esencialista, durante la Transición, se pre-ocupó (se ocupó con antelación) de
la realidad material del momento, ignorando que el marxismo (la otra conciencia alfabetizadora), muchas veces desde
la clandestinidad, se iba infiltrando en las aulas universitarias poco a poco, hasta
imponer “su verdad”.
Pero los discípulos de Zubiri no solo ignoraron “el
peligro marxista”, sino que se
obsesionaron por hallar una ética universal a través de la cual lograr la justicia social. Otros pensadores como Ridruejo, otrora admiradores del
fascismo, acabaron convergiendo con las tesis socialdemócratas a través de la
Escuela de Frankfurt. Se olvidaron de la realidad material, de la necesidad de
preservar la integridad y unidad de la nación; se olvidaron de las libertades
individuales, de la dimensión individual del animal de realidades que es el
hombre. Solo se pre-ocuparon, impregnados de esencialismo zubiriano (a la
postre judeocristiano), de soñar con felices sociedades hermanadas a través de
una conciencia colectiva común.
CONCLUSIÓN
La idiosincrasia esencialista de los herederos del
falangismo fue, precisamente, la que les convirtió en perdedores tras acabar la Guerra Civil. Los discípulos de Zubiri se olvidaron de Ortega,
y con él se olvidaron de la realidad material; se olvidaron, ebrios de
esencialismos ético-morales, de preservar la unidad de la nación, que es, al
cabo, la capa basal sobre la que puede fundamentarse un Estado operativo que
garantice los derechos y libertades de TODOS los ciudadanos (Gustavo Bueno).
Queda demostrado que FE no ganó nada tras acabar la
GC. De hecho, el régimen franquista supuso la división de la intelligentsia
falangista, la cual se fragmentó en diferentes facciones, siendo la hedillista
la más crítica con Franco. Sin embargo, el PCE, a pesar de estar proscrito, sí
siguió perviviendo en el subconsciente colectivo de las masas, como la
posibilidad operativa (sueño mesiánico) del marxismo que algún día habría de
consumarse en el ex-sistere. Dicha posibilidad estuvo casi a punto de “alcanzar
los cielos” a través del neocomunismo emergente de Podemos que, no lo olvidemos,
todavía sigue gozando de buena salud (sobre todo en muchos municipios del Baix Llobregat,
donde a pesar de casoplones y otros cagarrones, han sido segunda fuerza por
detrás de un arrollador PSC).
El PCE, desde la perspectiva expuesta por
Andrés Trapiello, sí puede considerarse ganador. Pero no así FE, que en absoluto se ha
mimetizado en VOX.
VOX, a través de las tesis del materialismo
filosófico de Gustavo Bueno, lo único que ha intentado hacer es “recuperar” las
propuestas más raciovitalistas de Ortega y Gasset, aunque cometiendo el error,
en mi opinión, de seguir otorgándole un peso todavía demasiado relevante al
esencialismo católico (conciliador). Por ese camino, desde luego, VOX correrá
la misma suerte que los perdedores de FE (hermanitas de la caridad), porque el
único esencialismo que, a día de hoy y por todo lo expuesto, ha logrado imponer
“su verdad” en España ha sido el marxista, alimentado desde el odio y el
resentimiento hacia España y todo lo español (comunismo); un marxismo que ha sido "asimilado" tanto por las "derechas esencialistas" como por algunos sectores de la Iglesia de la liberación (jesuitas) e incluso por el actual Papa Bergoglio, ya conocido como "el Papa rojo".
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