miércoles, 8 de mayo de 2019

LA ESPAÑA QUE NUNCA PUDO SER LIBERAL


INTRODUCCIÓN
En otra entrada de este blog escribí una reflexión comparativa entre dos series de televisión, “Juego de Tronos” y “La casa de papel”, para intentar demostrar hasta qué punto la ideología de las mal denominadas “izquierdas” (indefinidas y antiilustradas o reaccionarias) han ocupado y colonizado los espacios públicos más importantes de la sociedad española (sus calles y plazas, la cultura y la educación, medios de información…) consiguiendo, así, institucionalizar “su verdad”.
Ese mismo día, una vez más, tuve que señalar una nueva “inexactitud” de Andrés Trapiello, según el cual los dos grandes vencedores de la Guerra Civil española fueron, a la postre, FE (Falange Española) y PCE (Partido Comunista Español). Pero el único vencedor, como demostró la historia e intentaré demostrar yo mismo a continuación, fue el PCE, por la sencilla razón de que el resentimiento siempre perdura más que cualquier sentimiento de concordia.

PROCESO DE “SOCIALDEMOCRATIZACIÓN” DE LA UNIVERSIDAD ESPAÑOLA (y de la universidad a la sociedad)
¿Cómo ha sido posible que nuestras “izquierdas”, no olvidemos que perdedoras de la Guerra Civil, hayan podido “colonizar”, sin que nadie les chistara, la generalidad de los espacios públicos de nuestra nación? ¿Cómo ha sido posible que la izquierda fuera, y siga siendo, la mano que mece la cuna; la mano que ha hecho posible, de hecho, que España sea "roja" en esencia, tanto en su fondo como en sus formas?

La respuesta parece clara: ha sido posible debido a los complejos y la cobardía de una “derecha” que, en realidad, solo tenía de “derecha” el nombre. Desde la Transición, no ha existido una derecha auténtica en España, liberal y conservadora, republicana y democrática, orteguiana al cabo. Así que, retomando a Ortega, intentaré llegar a la verdad radical que pueda proporcionarnos una explicación racional, argumentada y fundamentada, sobre esta “anomalía histórica” que ha permitido que, en España, la historia la escribieran los perdedores.

EL CLUB DE LOS LEÍDOS
El ser humano está constituido por tres dimensiones: individual, social e histórica (Zubiri). Ortega lo resumió magníficamente con su “Yo soy yo y mis circunstancias”. Deberemos considerar, por tanto, la dimensión del yo (conciencia individual) y las dimensiones sociales e históricas (conciencia colectiva) para entender cómo fue posible que durante nuestra Transición se perdiera por el camino “el espíritu orteguiano”; ese espíritu aristoi y liberal que nos instaba a considerar la vida como una verdad radical en sí misma, para “superarla” (sus adversidades) a través de la razón.

Los leídos, o el “club de los alfabetizados” (genial Sloterdijk) se dedican a razonar y solucionar problemas, lo cual está muy bien, pero ¿para qué?
Básicamente, y pecando de reduccionistas, podríamos decir que en España, tras la GC existieron dos clubs alfabetizadores que “ocuparon” institucionalmente el espacio público, desplazando por completo  la propuesta liberal o raciovitalista (orteguiana):

1)     El club esencialista: los herederos del falangismo (Aranguren, Entralgo y Ridruejo entre ellos). Se preocuparon, sobre todo, por la ética y la moral y sus implicaciones en la religión y la política.
 
     2)     El club materialista: marxistas en general, preocupados por transformar la realidad política de España.

Estos dos "clubs" o corrientes ideológicas dieron forma, correlacionando entre ellos, a un pensamiento antiliberal que impregnó a toda la sociedad y la política española.
Lo paradójico, como veremos a continuación, es que fueron precisamente los discípulos de Zubiri (Aranguren y Entralgo entre otros) quienes acabaron por desterrar de las universidades españolas el pensamiento orteguiano (maestro de Zubiri), mientras, al tiempo, convergían, a través de la ética zubiriana, con el rostro amable del marxismo: la socialdemocracia.
Esto tiene que quedar muy claro: las universidades españolas, durante toda la Transición, estuvieron dominadas por el pensamiento zubiriano, dedicado casi exclusivamente a elucubrar sobre el bien y el mal, obcecado por el problema teologal, la ética y la moral. Nadie del club esencialista, durante la Transición, se pre-ocupó (se ocupó con antelación) de la realidad material del momento, ignorando que el marxismo (la otra conciencia alfabetizadora), muchas veces desde la clandestinidad, se iba infiltrando en las aulas universitarias poco a poco, hasta imponer “su verdad”.

Pero los discípulos de Zubiri no solo ignoraron “el peligro marxista”, sino  que se obsesionaron por hallar una ética universal a través de la cual lograr la justicia social. Otros pensadores como Ridruejo, otrora admiradores del fascismo, acabaron convergiendo con las tesis socialdemócratas a través de la Escuela de Frankfurt. Se olvidaron de la realidad material, de la necesidad de preservar la integridad y unidad de la nación; se olvidaron de las libertades individuales, de la dimensión individual del animal de realidades que es el hombre. Solo se pre-ocuparon, impregnados de esencialismo zubiriano (a la postre judeocristiano), de soñar con felices sociedades hermanadas a través de una conciencia colectiva común.
CONCLUSIÓN

La idiosincrasia esencialista de los herederos del falangismo fue, precisamente, la que les convirtió en perdedores tras acabar la Guerra Civil. Los discípulos de Zubiri se olvidaron de Ortega, y con él se olvidaron de la realidad material; se olvidaron, ebrios de esencialismos ético-morales, de preservar la unidad de la nación, que es, al cabo, la capa basal sobre la que puede fundamentarse un Estado operativo que garantice los derechos y libertades de TODOS los ciudadanos (Gustavo Bueno).
Queda demostrado que FE no ganó nada tras acabar la GC. De hecho, el régimen franquista supuso la división de la intelligentsia falangista, la cual se fragmentó en diferentes facciones, siendo la hedillista la más crítica con Franco. Sin embargo, el PCE, a pesar de estar proscrito, sí siguió perviviendo en el subconsciente colectivo de las masas, como la posibilidad operativa (sueño mesiánico) del marxismo que algún día habría de consumarse en el ex-sistere. Dicha posibilidad estuvo casi a punto de “alcanzar los cielos” a través del neocomunismo emergente de Podemos que, no lo olvidemos, todavía sigue gozando de buena salud (sobre todo en muchos municipios del Baix Llobregat, donde a pesar de casoplones y otros cagarrones, han sido segunda fuerza por detrás de un arrollador PSC).

El PCE, desde la perspectiva expuesta por Andrés Trapiello, sí puede considerarse ganador. Pero no así FE, que en absoluto se ha mimetizado en VOX.
VOX, a través de las tesis del materialismo filosófico de Gustavo Bueno, lo único que ha intentado hacer es “recuperar” las propuestas más raciovitalistas de Ortega y Gasset, aunque cometiendo el error, en mi opinión, de seguir otorgándole un peso todavía demasiado relevante al esencialismo católico (conciliador). Por ese camino, desde luego, VOX correrá la misma suerte que los perdedores de FE (hermanitas de la caridad), porque el único esencialismo que, a día de hoy y por todo lo expuesto, ha logrado imponer “su verdad” en España ha sido el marxista, alimentado desde el odio y el resentimiento hacia España y todo lo español (comunismo); un marxismo que ha sido "asimilado" tanto por las "derechas esencialistas" como por algunos sectores de la Iglesia de la liberación (jesuitas) e incluso por el actual Papa Bergoglio, ya conocido como "el Papa rojo".

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