miércoles, 11 de marzo de 2020

COSIFICACIÓN DE LA MASCULINIDAD (series de tv)

INTRODUCCIÓN

No ha trascendido en los medios de comunicación, como era de esperar, las acciones humillantes de una monitora a un grupo de niños a los que obligó a simular una felación. Las denigrantes simulaciones formaban parte de un taller sobre VioGen (violencia de género) que se llevó a cabo en un colegio. La “España viva” (VOX) se ha lanzado rauda a condenar estos hechos, como ya hiciera en su día al denunciar las proclamas de una profesora de instituto que en sus clases abogó por castrar a todos los niños varones. Bromas, las justas.
Pero yo no me detendré en reflexionar sobre “los modos” (miserables y revanchistas) en que la verdad femimarxista comienza a operar en la realidad; no me interesará remarcar e insistir en el odio enfermizo que subyace en esta nueva ideología. No perderé el tiempo en señalar lo que resulta “evidente” para cualquiera que quiera ver y, por supuesto, no lleve anteojeras ideológicas: el femimarxismo es un nuevo supremacismo (¡y de género, menudo invento!).

Sí expondré, muy brevemente, cómo se está difundiendo este nuevo supremacismo a través de las series de TV, sobre todo en las destinadas a un público más juvenil.
DE JODIE FOSTER A BARBIJOPUTA

Cada vez resulta más evidente, porque cada vez es menor el disimulo en ocultarlo, que con NETFLIX llegó el escándalo; es decir, con la plataforma de pago NETFLIX llegó la ideología LGTBI a nuestros hogares. Fue Jodie Foster (lesbiana) la primera que nos regaló una serie sobre el empoderamiento de unas mujeres que vestían de color naranja: “Orange is the new black” (el naranja es el nuevo negro). La serie resulta un magnífico escaparate a través del cual se visibilizan diferentes modos de vivir y experienciar la sexualidad, pero, ¡ojo!, también el género. Las protagonistas, de hecho, son todas reclusas en un centro penitenciario femenino, por lo cual resulta obvio que todas ellas sean mujeres, aunque también hay una actriz transgénero (Laverne Cox). Nada que objetar. Sin embargo, el papel reservado a los actores masculinos en esta serie no deja a estos en muy buen lugar: todos son unos calzonazos (individuos débiles). Todos, desde el alcaide, pasando por el orientador de la prisión y hasta llegar al guardia buenazo que perdió una pierna en la guerra, ejercen de bufones de la corte. Solo un personaje masculino se desmarcará de este grupo de peleles sin carácter, y será, ¡cómo no!, el prototipo de machista repelente que acabará violando a una reclusa.
No hay término medio para el femimarxismo: el hombre es un ser débil y manipulable o es un malvado violador.
En mi opinión, esta será una de las primeras series de Netflix donde se reivindicará más descaradamente la ideología LGTBI humillando y denigrando, al tiempo, al sexo masculino. Después, como mostraré, llegarán muchas más producciones que irán en la misma línea de “lucha ideológica reivindicativa”.

Mientras Netflix comenzaba a dedicarse a humillar y cosificar al sexo masculino a través de series de TV, Barbijoputa y otras activistas del femimarxismo seguían el mismo camino a través de Internet y las RRSS.
En serio, no se puede ser más hijaputa que Barbijaputa. Y esto lo sabe la propia Barbijoputa y todas las feministas radicales que tienen a orgullo autodenominarse “zorras y putas”. También se autodenominan “feminazis”. Pero yo no caigo en la trampa dialéctica urdida por el feminismo supremacista, y las llamo por lo que realmente son: femimarxistas.
HEREDERAS DE JODIE FOSTER (Sex education y Euphoria)

La serie “Orange is the new black” abrió el camino a otras muchas producciones posteriores que no dudarían en dar un paso más hacia la estigmatización y ridiculización, primero, del sexo masculino, para, finalmente, acabar humillándolo y cosificándolo. Veamos este imparable proceso de cosificación del modo de ser masculino a través de tres series: "Orange is the new black", "Sex education" y "Euphoria".
1º) FASE DE RIDICULIZACIÓN

La serie de “Orange is the new black” todavía no llegó a desnudar de forma prepotente la esencia supremacista característica de la actual ideología femimarxista. Se limitó a mostrarnos dos prototipos masculinos: el pelele y el machista violador. No había término medio; pero era precisamente, a través de esa falsa ilusión de alternativas (el hombre es tonto o violador), donde mejor se reflejaba el carácter femimarxista que subyacía en toda la serie.
El alcaide era un pobre hombre que sería mangoneado sexualmente por su rival femenina, que acabaría arrebatándole la dirección del centro penitenciario y, de paso, el poder: un claro ejemplo de cómo se empodera la mujer a través de la “manipulación sexual”, sirviéndose de la debilidad de los hombres.
El orientador, a su vez, contraería matrimonio con una bella rusa que pasaría olímpicamente de él, pero que se sirvió del matrimonio con el pobre infeliz para obtener la ciudadanía estadounidense.
Pero más patético resultaría, sin embargo, el guardia minusválido, que aceptó casarse (finalmente no lo haría) con la reclusa jamona que fue violada por su malvado compañero machista. En fin…
2º) FASE de HUMILLACIÓN y COSIFICACIÓN

Tras el éxito de “Orange is the new black” proliferaron las series con contenido ideológico LGTBI. Me sería imposible, ahora mismo, citar alguna donde todos los personajes, como tiempo ha, fuesen heterosexuales.

Las nuevas series dan un paso más hacia la estigmatización del sexo masculino, y pasarán de la primera fase de humillación a una fase de cosificación de los hombres.
Como sucede con todos los supremacismos, al principio la ideología LGTBI solo “enseñó la patita”. Así, a nadie le pareció mal que en las series de tv se comenzara a visibilizar (bonito palabro) la realidad de la homosexualidad. Nada que objetar. ¿Pero qué fue pasando a continuación?
Con el tiempo, se hizo habitual que todas las series contaran con algún personaje homosexual entre el reparto, al principio entre los actores secundarios, pero muy pronto también se incorporaron a los roles protagonistas. Después le siguieron protagonistas bisexuales, transgéneros, poliamorosos y “queer”. De todos los colores y para todos los gustos. De nuevo nada que objetar, pues siempre suelo decir que “las posibilidades del ser en la realidad abierta son infinitas”.

El feminismo igualitario, en mi opinión, acepta la pluralidad de los diferentes modos de ser, por supuesto desde postulados liberales, pero el actual femimarxismo ha mutado en una nueva propuesta ideológica supremacista y fundamentalista.
Esta supremacista mutación del nuevo feminismo radical puede apreciarse en las últimas series de éxito destinadas al público más juvenil y adolescente; un dogmático femimarxismo obcecado en estigmatizar y negar la posibilidad de ser de un modo de ser masculino tradicional.
En las nuevas series puede percibirse (no hay que ser demasiado sagaz) un claro rechazo hacia el hombre heterosexual. Por tanto, también se niega la razón de ser de un feminismo heterosexual y verdaderamente igualitario.
Estas nuevas series no reflejan una verdadera “igualdad” entre hombres y mujeres, sino la imposición de un “nuevo credo”, harto reduccionista y maniqueo, que representa a la figura masculina siempre negativamente.

El refranero español nos dice que cuando el río suena, agua lleva. En términos heideggerianos podríamos expresarlo por algo así como “cuando el ser susurra, verdad lleva”.
No me cansaré de repetirlo: debemos escuchar los susurros del ser con suma atención expectante; tenemos que prestar atención a las conversaciones en bares y tabernas, en las plazas y mercados de nuestros pueblos. La verdad ya no está en los libros de sesudos intelectuales, porque hace tiempo que la verdad se despojó de los ropajes de la razón y decidió mostrarse desnuda, según los gustos sentimentales y estéticos de cada conciencia. Es lo que hay, señores.

Pues bien, las series de TV constituyen en sí mismas una perfecta realidad abierta donde escuchar los susurros del ser: son claros en el bosque en los que la verdad se muestra desnuda sin ningún pudor.
¿Y qué verdades nos susurra el ser a través de las actuales series de TV?

SEX EDUCATION Y EUPHORIA (o de cómo cosificar al varón)

Me ha llamado poderosamente la atención los paralelismos existentes entre los protagonistas de las series "Sex education" (Netflix) y "Euphoria" (HBO).
Ambas series, efectivamente, nos muestran un nuevo mundo profundamente enemigo del tradicional heteropatriarcado.
Las protagonistas indiscutibles de las dos series son chicas que comparten unos rasgos comunes: son inteligentes, rebeldes y autoconflictivas  y, por supuesto, feministas. De hecho, a lo largo de diferentes capítulos, las chicas no solo se reivindican orgullosas feministas, sino que leen "literatura feminista" y no pierden ocasión de adoctrinar a sus compañeros sobre la nueva verdad feminista. El descaro ideológico ya es total e indisimulado.

Los chicos protagonistas de estas series se dividen en dos grupos claramente diferenciados: los "aliades" de las chicas feministas, también inteligentes y sensibles, y los malotes machistas, que en ambas series son brutos jugadores de fútbol americano.

Las series juveniles tradicionales también presentaban al varón como a un bruto insensible, casi siempre deportista, ligón y desconsiderado hacia el sexo femenino. Pero estas nuevas series feministas sustituirán la figura del tradicional chico desconsiderado, que lo era debido a la ignorancia y a los efectos incontrolados de la testosterona, por un nuevo perfil de chico más agresivo y moralmente reprobable. La serie "Por trece razones" será, en mi opinión, la primera ficción juvenil importante que mostrará un nuevo perfil de chico que será recurrente a partir de entonces: el varón violador.

Tanto en "Sex education" como en "Euphoria", los chicos que otrora era tan solo los "tontos jugadores de fútbol" ahora se convertirán, además, en agresivos maltratadores e, incluso, violadores. Es lo que hay. Pero estas dos series, además, darán una vuelta más a la tuerca ideológica y de forma nada sutil, sino con total desvergüenza, apuntarán el camino que deberán seguir las nuevas generaciones de jóvenes para solucionar esta falsa dialéctica entre sexos creada por el femimarxismo; las chicas, dolidas y desengañadas de los varones maltratadores, deberán "liberarse" a través de las relaciones lésbicas. Así sucede en las dos series que estoy comentando.

¿Y qué hacer con esos malvados chicos maltratadores y machistas?

Ellos deberán "descubrir" y aceptar la homosexualidad latente que subyace en la raíz de todas sus conductas agresivas. Por increíble que parezca, tanto en "Sex education" como en "Euphoria", los chicos malos son jugadores de fútbol, machos alfas agresivos y dominantes, que, ¡oh, sorpresa!, deberán enfrentarse a sus reprimidos deseos homosexuales. Mientras que el personaje de "Sex education" saldrá del armario y luchará también para "liberarse", como las buenas chicas lésbico- feministas, el personaje de "Euphoria" se obcecará en seguir autoengañándose por tal de mantener impoluta su imagen de macho íntegro. Así tenía que ser, pues mientras que el machista de "Sex education" tenía la posibilidad de redimirse, pues en realidad era un "alma atormentada" que sufría, su alter-ego en "Euphoria" se nos mostraba (intencionadamente) como un cínico psicópata "sin salvación".

CONCLUSIÓN

La nueva ideología femimarxista no solo está ridiculizando, humillando y cosificando el hecho de ser hombre, sino que está dando un paso más allá y está proponiendo, como radical solución, que este se "feminice" (castración identitaria) o que se "homosexualice" por tal de no ser un peligro potencial para las indefensas féminas. No hay término medio, pues la supremacista conciencia femimarxista no reconoce la posibilidad de ser de una conciencia masculina que sea una "igual" de la conciencia femenina.
El femimarxismo no quiere reconocer la existencia de una conciencia masculina que no sea, por fuer, violenta y peligrosa para las mujeres.













 

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