lunes, 9 de noviembre de 2020

ESPAÑA COMUNISTA (reflexión escrita en 2014)

INTRODUCCIÓN


José, un comentarista de este humilde blog, me decía que, hasta hace poco, se negaba o no quería creer en mis pesimistas análisis de la realidad.
He descubierto está reflexión, escrita en 2014, donde ya se podía prever, perfectamente, todo lo que estaba por llegar y que, desgraciadamente, ya estamos padeciendo.

Desde hace ya algunos años vengo sosteniendo, en diferentes foros y a través de debates dialécticos, que España es esencialmente comunista, es decir, que su idiosincrasia, forma de ser y de pensar, ha estado desde siempre orientada a la consecución de utópicos supremacismos.

Habrá quien erróneamente me rebata, argumentando que la esencia más española, a lo largo de la historia, ha sido el catolicismo. Sin embargo, lejos de rebatirme, me estará dando la razón.

Y es que, sin la presencia a lo largo de los siglos de un carpetovetónico catolicismo, que impregnó de utópico supremacismo la conciencia colectiva de las masas, jamás hubiese sido posible en España la deconstrucción o reinterpretación del mismo en forma de doctrina comunista.

El catolicismo, de hecho, lejos de impedir la proliferación del comunismo se convirtió en su necesario caldo de cultivo. Tan solo bastó, para ello, que alguien se diera cuenta de que allí donde el supremacismo religioso hablaba de creyentes desposeídos era necesario, adaptándose a nuevos contextos históricos, referirse a creyentes proletarios.
Fue el ingenioso Marx quien supo ver que las masas necesitaban creer en un fin último utópico; y frente al engaño del supremacismo religioso (alcanzar la felicidad en la otra vida) supo articular un nuevo engaño, o nueva conciencia, que prometería la felicidad en un idealista Estado socialista.

No volveré a insistir en los más que evidentes paralelismos entre cristianismo y marxismo, pero sí señalaré que aquellas sociedades, que históricamente sí supieron desprenderse del supremacismo católico, evolucionaron hacia ideologías liberales más respetuosas con las libertades individuales.

Podríamos concluir, por tanto, que si el protestantismo, sobre todo el anglosajón, propició y favoreció un pensamiento más liberal, el catolicismo fue el padre religioso de un hijo comunista y ateo. Sí, es cierto que padre e hijo creen en diferentes aspiraciones supremacistas pero, al cabo, los dos son fervientes creyentes y persiguen parecidos fines últimos en forma de utópicos mundos felices (paraíso y socialismo utópico). "De tal palo tal astilla".

Si profundizamos al respecto, resulta fácil comprobar que, tanto el catolicismo como el comunismo hacen mayor hincapié en la necesidad de trabajar comunitariamente, mientras que protestantismo y liberalismo enfatizan más en las bondades del esfuerzo y el sacrificio individual.
La creación de una sociedad comunista conllevará, por tanto, a una serie de indeseables consecuencias:

CONSECUENCIAS

Destierro del esfuerzo: la primera consecuencia, inevitable, en una sociedad que se conduzca y apueste por el trabajo comunitario en detrimento del trabajo más individual, es que se creará una sociedad igualitaria que no distinguirá entre los mejores y los peores; no diferenciará a los más esforzados de los más perezosos. Si todos deben aportar, teóricamente, una misma cantidad de fuerza de trabajo a cambio de una igual o parecida retribución... ¿Para qué destacar o sobresalir? ¿Para qué un esfuerzo superior al de otro igual si, al cabo, ambos obtendrán los mismos beneficios?

Destierro del mérito y la excelencia: despreciado el esfuerzo como fuente generadora, no solo de trabajo, sino también de progreso y de riqueza, se formará una sociedad mediocre que no sentirá aspiración ninguna por mejorarse a sí misma; que evitará cualquier sacrificio necesario para aspirar a la excelencia. El vacío dejado por la ausencia de una ciudadanía responsable, defensora de sus derechos pero también cumplidora con sus obligaciones a través del trabajo esforzado, será ocupado por unas masas eternamente descontentas e insatisfechas, que buscarán la felicidad a través del mínimo esfuerzo y reclamarán que sea el Estado quien garantice su bienestar.

Pobreza generalizada: cualquier sociedad que destruye a sus propias élites intelectuales, desterrando el mérito y la excelencia de sus aulas, es una sociedad condenada a la autoinmolación vital. Sin la creación aristocrática (de los  mejores) ninguna sociedad puede progresar ni evolucionar, sino que permanecerá anclada en un triste y sempiterno presente de miseria. La pobreza acabará instalándose en todas las capas sociales de la población y los mejores, de haberlos, se verán obligados a emigrar a sociedades que sí sepan valorar sus conocimientos y, sobre todo, que reconozcan su esfuerzo personal.

Estado omnipotente: una vez empobrecida la sociedad, hasta el punto de que se muestre incapaz de crear riqueza, porque no existen las suficientes iniciativas privadas generadoras de la misma, el Estado no tendrá más remedio que asumir el rol de empresario para dinamizar la actividad económica y garantizar la supervivencia de la población.  Pero dichas acciones dinamizadoras, en tanto que alejadas de las leyes del mercado libre, serán inútiles e improductivas, es decir, no generarán riqueza , pues se llevarán a cabo sobredimensionando el peso de las administraciones públicas. Se crearán ingentes cantidades de funcionarios, que desempeñarán labores innecesarias, las cuales, sin embargo, justificaran la creación de puestos de trabajo. Trabajo, repito, que no solo no generará riqueza, sino que estará destinado a expoliar fiscalmente al resto de la ciudadanía. La clase funcionarial se convertirá, así, en nueva clase privilegiada.

Inevitable dictadura o despotismo político: cuando la población, ya empobrecida, comprenda que no tiene ningún futuro en la feliz sociedad comunitaria que se le prometió, se rebelará o buscará la manera de emigrar a sociedades más maduras y garantes de las libertades individuales. Pero para entonces, cualquier intento de revolución o de disidencia política, así como cualquier intento de huida, será duramente reprimido por un régimen totalitario provisto de un poderoso ejército leal, pero también consentido por un numeroso cuerpo de funcionarios, sumisos y serviles, que no pondrán en peligro sus privilegios y prebendas por tal de defender las libertades del resto de la población.


ANÁLISIS DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA

No hace falta ser demasiado sagaz para comprobar cómo, todas y cada una de las anteriores consecuencias, derivadas de las políticas propias de Estados comunistas, se han dado en España. Tan solo faltan por desarrollarse los dos últimos estadios, que ya llegarán.

Pero ¿Cómo ha sido posible que en una sociedad calificada como liberal o neoliberal (sobre todo por la opinión pública) se hayan dado los tres primeros estadios que caracterizan a todo sistema comunista?

La respuesta es clara: porque España nunca ha sido liberal. De hecho, el liberalismo nunca ha sido una alternativa política real en España.

La socialdemocracia ensayada en España, durante lo que dio en llamarse la Transición, nunca hizo suyos los valores propios del liberalismo, ya que el diseño de dicha falsa socialdemocracia se realizó con el consenso de las anteriores fuerzas del régimen franquista (Falangismo e Iglesia Católica) y las emergentes fuerzas políticas de la oposición (socialismo y comunismo). España se conjuró, desde la derecha y la izquierda, para seguir manteniendo "vivas" las cadenas represoras de la auténtica libertad, que no es libertad económica (como sostiene el marxismo) sino libertad vital.

Vemos, por tanto, que España fue víctima de la tormenta perfecta: la confabulación de los diferentes supremacismos, religiosos y políticos, que durante siglos habían desterrado las ideas liberales de la vida de los españoles.

Así, no debe resultar extraño que, todavía hoy, pocos españoles puedan explicar qué entienden por liberalismo, menos aún que comprendan los principios básicos del liberalismo filosófico.
Resulta realmente increíble la frivolidad con la que la generalidad de las gentes de España no dudan en culpar al liberalismo de todos sus males.
¿Acaso nuestras aulas y nuestros sistemas pedagógicos están orientados al mérito y la excelencia?
¿Se valora en España el esfuerzo y el sacrificio personal?
¿Acaso no deben emigrar nuestros mejores cerebros de un país incapaz de apostar y promocionar la excelencia?
Y, sin embargo, como en los mejores regímenes comunistas, España es uno de los países europeos con mayor número de administraciones fiscalizadoras (centrales, autonómicas y locales) y es uno de los países con mayor cantidad de funcionarios y políticos. ¿Es esto propio de un sistema "liberal"?

¿De verdad que nadie puede ver que España es, en su misma esencia, claramente comunista?
El tradicional grito de guerra en España, tanto desde las derechas como desde las izquierdas, siempre ha sido: ¡más Estado!

Ahora tan solo hace falta que la esencia comunista, desde tiempo inmemorial inherente a la razón de ser española se nos abra y se desoculte  en el claro de las urnas, para legitimarse y materializarse por la vía "democrática", ya que, en su día, no pudo hacerlo a través de inconscientes y peregrinas revoluciones frentepopulistas.
Y por fin, en nuestras graves circunstancias presentes,  aparecerá una nueva oportunidad histórica (favorecida por el dolor de una cruenta crisis)  para que la esencia del comunismo, que siempre ha estado entre nos, latente y al acecho, esperando el momento de "asaltar los cielos", vuelva a reivindicar con orgullo prepotente su razón de ser.
 
Una vez más, el insoportable dolor de una época, y el descontento generalizado (frustración, resentimiento y ansias revanchistas) de las masas, es aprovechado por los defensores de imposibles sistemas utópico-esquizofrénicos.
Ahora solo falta, en definitiva, que alguien (¿Podemos, quizás?) se encargue de desarrollar los dos últimos estadios (Estado omnipotente y dictadura) que caracterizan a toda buena sociedad comunista que se precie de serlo.
 

4 comentarios:

  1. Apreciado amigo

    Como bien sabes mi opinion sobre el comunismo, que no es mia, es que no solo es hijo discolo, sino una herejia, una desviacion del dogma, en donde se mantiene como dogma la Fe, no en Dios sino en el Partido, la Esperanza como mecanismo de amortiguacion de la respuesta del creyente ante el desastre cuando se viene encimo, pero nunca en la Caridad.

    Eso ultimo para el marxista no existe. En ese punto se parecen a luteranos, extremadamente individualistas, en donde si la suerte te va bien.... es el Cielo quien te bendice ( y seamos ciertos, en el comunismo no todos viven mal, eso si teniendo las " bendiciones" de los "primeros camaradas")

    Pero lo terrible, y en esto voy a citar, un poco a contrapelo a Han, es que el marxismo no se define como praxis politica de desarrollo estatal. Para ellos el Estado es un instrumento a servicio de la causa, son la intelligenstzia del partido, los que deben dirigir al Estado. Y sus cargos son meros empleados de confianza

    En eso se parecen de forma dramatica al islamismo, y es cuando retorno a Han, quien en algunos de sus libros ( recomiento uno menor, buen entretenimiento ) nos viene a decir las diferencias entre el mundo oaccidental ( la dialectica, el antiguo Regimen con la combinacion Altar y Trono ) dualista, y el oriental monista

    Son formas de civilizacion. En la dual-occidental esiste el Y0-Mundo, ciudadano-estado, Cuerpo- Alma, vida privada- vida publica, Rey y Papa. Pero en las civilizaciones monistas ( todas las asiaticas y la ya citada ) es la virtud de la persona la que determina su posicion social

    Es el iman, el monje budista, quien marca el trayecto al gobernante, y este como buen pastor debe arrear al rebaño. Un cometarista de You tube ( Claudio Alvarez Teran ) hace magnificos resumenes de los libros de HAn, el cual es un seguidor de Heidegger manteniendo vigentes sus codigos e interpretaciones de origen asiatico

    No hay separacion de publico- privado. Por ejemplo: Se puede aparcar un coche en una rotonda, delante de la policia?. Pues claro, que lo que no esta prohibido por los interpretes del Libro, esta permitido.

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  2. Sigue de anterior

    Pero habria que volver a la sociedad dual, y como sabes apreciado amigo........... desterrando al maldito Hegel y sus seguidores, que por plantear hipotesis falsarias ( el discurso del progre al anunciar la " buena nueva", uhy perdon quise dicer los nuevos derechos sociales ), solo por el hecho de mostrar Negacion, ya afirmas la existencia de un conflicto previo ( tu famoso pre-ser) y por tanto .......... estas obligado a la cesion para la sintesis

    Y eso solo se consigue con aristocracia ( como nos diria Javier Goma ), si bien tal como estamos hoy, con Logse, los nuevos españoles ( los que nunca se adaptaran. Ver a Christophe Guilly ), ...y las joyas de la casa, es soñar despierto

    Son muchos, pero que muchos años para formar un pueblo, un ser comunal y social. Un Estado con sus leyes, un pueblo con sus costumbres. Y mucha educacion ( aqui me vuelvo un poco ortegiano )

    Asi que por lo poco que nos queda ir preparando el agua de abrevar para los caballos de Alarico, Roma ya tiene las puertas abiertas......... y no solo a las nuevas conciencias como bien has comentado en muchos y anteriores post

    Saludos

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  3. Y liberales no ha habido
    Ni aqui, ni la España americana
    Ni siquiera tenemos aristocracia, salvo la del valor ante el toro y tampoco esa la queremos, o la gracia del arte: Camaron y Picasso, la cual pasò a mejor gloria

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  4. Hola José,

    Has hecho interesantes aportaciones sobre Han que desconocía. Tiene sentido la diferenciación entre el dualismo occidental y el monismo oriental.

    No recuerdo si fue a Javier Gomá, precisamente, a quien le leí un artículo donde reivindicaba la necesidad de tener "alturas de miras", en una línea muy orteguiana. Hace ya años.

    En los últimos años, han sido muchas las voces que han llamado a la sociedad a recuperar necesarios valores de superación, excelencia y meritocracia. Pero todo esfuerzo orientado en esta línea ha sido vano. La superestructura (educación, medios de información, cultura...) lleva décadas en poder de los "hegelianos" como tú les llamas, de esas izquierdas (de todos los colores) empeñadas en polarizar a la sociedad a través de las antiguas dialécticas de luchas de clase, pero ahora también a través de la lucha entre sexos (femimarxismo, LGTBI, Woke), luchas raciales (LBM) o incluso enfrentamientos entre especies (animalistas vs humanistas). No hay nada que hacer. Ya lo sé.

    Esta reflexión, de hace ya 6 años, solo la he recuperado para demostrar que no era tan difícil prever lo que se nos venía encima. Roma ya tiene las puertas abiertas desde hace mucho tiempo, y los bárbaros no solo entran en pateras o incluso a través de aeropuertos, sino que entran en las universidades para sentar "cátedras" incluso sin ser "doctores" (véase el caso de Begoña, la esposa del golpista Sánchez); entran en todos los medios de información, en asociaciones culturales; y, por supuesto, entran en todos y cada uno de nuestros hogares a través de plataformas de entretenimiento como Netflix o HBO.

    Un saludo

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