martes, 2 de marzo de 2021

LA REALIDAD DE LO VIRTUAL (también "duele")

INTRODUCCIÓN

Una de las cosas que más estoy disfrutando leyendo “Menos que nada” de Zizek es que, a través de su frikismo cinéfilo, me estoy descubriendo a mí mismo; estoy recordando películas que creía olvidadas, y me veo suscribiendo y “haciendo mías” (con matices y objeciones, por supuesto)  multitud de creativas y originales reflexiones y observaciones estético-ideológicas.

Viendo el documental “La guía perversa de la ideología” de Zizek recordé una película cutre de serie B que, sin embargo, me gustó mucho en su día. Se trataba de un film de culto de John Carpenter titulado “Están vivos”. Es cierto que Zizek, como no podría ser de otra manera, hace una interpretación anticapitalista de esta película. Pero, como reconoce el propio Zizek en “Menos que nada”, a Heidegger también se le puede interpretar desde la izquierda. Y si es lícito interpretar a Heidegger desde la izquierda, también se puede interpretar a Marx desde la derecha, o “volver a Marx del revés”, como hizo Gustavo Bueno para triturar al marxismo.

Lo que quiero decir, con tanta sinsorgada, es que el problema de la “vida inauténtica” se puede abordar tanto desde el concepto marxista de alienación como desde el concepto heideggeriano del “Das-man”. Diferentes perspectivas ideológicas para afrontar el problema del Ser, pero, sobre todo, para abordar un tema relevante para Zizek: “La realidad de lo virtual”.

LA REALIDAD DE LO VIRTUAL

La cuestión del Ser, hoy más que nunca, debe abordarse considerando las posibilidades de diferentes “modos de ser” que pueden manifestarse y actualizarse en la conciencia humana, sin que por ello, necesariamente, dichos “modos de ser” existan constitutivamente como ser-ahí en el ex-sistere (mundo).

Entender este galimatías es tan sencillo como comprender que todos sabemos qué es y cómo es un unicornio, pero los unicornios “no existen”. Este modo de ser virtual del unicornio, le convierte, de hecho, en una “ficción real” susceptible de ser operativa; un concepto o idea que, además de poder ser pensado o vivenciado en la conciencia, puede llegar a ser una verdad (pre-verdad) con capacidad de influir y/o transformar lo que existe fuera de la conciencia: el mundo y las sociedades humanas.

Bien, pues esta capacidad que tiene lo “virtual”, para poder ser operativo sin existir, es lo que le permite al ser humano descubrir un amplio abanico de posibilidades para interpretar su mundo, su realidad y todos los acontecimientos que en ella se suceden a través de lo que los griegos llamaron poiesis (creación artística). Y el cine es un medio perfecto para crear, mejor sería decir “re-crear”, convirtiendo lo que todavía no-es (pre-ser) en ser.

LOS TESTIGOS (película de 2003)

Y ahora sí, después de una larga introducción y una explicación, espero que clara, sobre lo que es “la realidad de lo virtual" estoy en condiciones, creo, de entender por qué me niego a ver determinadas películas o series de TV.

En no pocas ocasiones, no me place ver determinadas series de TV, que, por otro lado, resultan ser muy populares y comentadas en las RRSS (ej. "Chernobil", "Patria"...), lo  cual me insta a preguntarme sobre el “porqué” del rechazo tan claro y rotundo a estas series.

Pues bien, la respuesta, que ya intuía, me la ha proporcionado Zizek, a través de una genial interpretación de la película “The gathering” (2003), que, si no recuerdo mal, en España se tradujo como “Los testigos”. Curiosamente, y como me sucediera con “Están vivos”, he vuelto a rememorar esta película que me gustó mucho en su día, pero ya tenía olvidada.

El argumento de “Los testigos” es muy interesante; nos relata la existencia de un pequeño pueblo donde todos sus habitantes (atención spoiler!) parecen ser inmortales. Un investigador descubre que todos los rostros de los habitantes de ese pueblo aparecen en grabados, cuadros y documentos históricos a lo largo de diferentes épocas. ¿Pero por qué? ¿Qué explica la realidad de ese pueblo de “inmortales”? 

La explicación se hallará en un texto de Aristóbulo (obispo del S I dc):

Vinieron del este y del oeste, de la ciudad y la llanura. No en sagrada reverencia por nuestro Señor; sino en lujuria.

El texto hacía referencia a todos los “testigos” que acudieron, desde diferentes lugares, para ver a Jesucristo agonizar en la cruz; pero no por reverencia o amor hacia él, sino por lujuria, es decir, por el morbo enfermizo de ser testigos de su sufrimiento y dolor; para presenciar un acto cruel y horrible.

CONCLUSIÓN

En mi opinión, en todos los telespectadores que gustan de series como "Chernobil" o "Patria" (sobre el terrorismo de ETA), o que se deleitan con películas tan duras como "La naranja mecánica" o "Johnny cogió su fusil", subyace una insana curiosidad parecida a la de los "testigos" que acudieron a la crucifixión de Cristo. A través de la ficción y/o recreación de una realidad harto cruel y terrible, el telespectador participa y gusta de esa lujuria a la que se refiriera Aristóbulo. El sujeto, en su rol de "testigo", se obliga a ver películas como "Saw" instado por la curiosa morbosidad de comprobar cuánto horror, del de verdad, es capaz de transmitirle y hacerle sentir "una realidad virtual". 

Ser “testigos” de crueldades pretéritas (crímenes, guerras, genocidios...) o de horribles hechos (violaciones, mutilaciones...) a través de la ficción, vivenciándolos y actualizándolos en nuestras conciencias, nos libera de nuestras penas presentes. Pero también hay individuos que se relamen y disfrutan de escenas de ficción repletas de casquería, vísceras y sangre; escenas donde "otros" seres humanos son cosificado y despojados de cualquier vestigio de dignidad. Estos son los individuos que, en el parecer de Aristóbulo, acuden en lujuria para recrearse en el dolor ajeno.

Todos necesitamos vivenciar o experimentar sentimientos y emociones a través de ficciones virtuales. ¿Pero por qué vivenciar experiencias dolorosas a través de la ficción?

Personalmente, no veo cine “gore” o imitaciones de “snuff movies”; por las mismas razones que no he visto la saga de películas “Saw” o no he vuelto a ver determinadas películas enfermizas, patológicas o terriblemente dolorosas (“La matanza de Texas”, “La naranja mecánica”, “Johnny cogió su fusil”…).

No entiendo, por lo tanto, a los que acuden en lujuria para “vivenciar” experiencias tan dolorosa. ¿Para qué? La vida ya es suficientemente dura y cruel. Eso sí, que conste que me parece perfecto que cada cual pueda elegir cómo y con qué intensidad quiere sufrir a través de realidades virtuales... siempre que estas sean ficticias y no afecten a las libertades y derechos de terceros.

2 comentarios:

  1. Apreciado amigo

    Nos quieren encerrar, pero para que al apariencia de libertad exista, se impone una realidad paralela y virtual

    Las conciencias milenaristas que prometieron el Cielo en la Tierra olvidaron que la fecha de caducidad de la vida exige que el paraiso sea dado a corto plazo

    Como no podia ser, sus adeptos se desencantaron, y han decidido aprender del error. Ahora sera la realidad virtual, paralela, y oficial el dogma, y los creyentes de las herejias de Marx y Hegel deberan aceptar la falsa realidad como Verdad

    Asi que encerrados, sin dinero, sin trabajo, sin opcion vital............pero contentos con Netflix y los premios Goya, que este año son feministas " a tope".

    Que nivel, mon Dieu, de reportaje de ayer noche en TV2, y que bien lo hicieron las entrevistadas ( no salio ni un tipo en todo el panegirico )

    Zicek: Manu militari ( u honor u gloria al gudari ) y fake news, o verduleras news como el Show de las infantas

    Saludos y buen fin de semana


    Jose

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  2. Hola José

    A la humanidad ya no le quedan más opciones.
    Una vez convertido el ser humano en "animal de lujo", solo el ocio y la distracción "virtual" pueden salvarle del anonadamiento existencial. Ya no queda más cielo en la tierra que el virtual, cierto.
    Mis hijos, por ejemplo, son verdaderos otakus; están más tiempo encerrados en sus respectivas habitaciones que "viviendo y experimentando la vida". No hay nada que hacer.

    Un saludo

    P.D. Llevo años sin dignarme a ver la ceremonia infame de los Goya, para cuidar mi salud mental y evitar un ataque de "mala leche".

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