sábado, 19 de noviembre de 2016

Las tres edades de la razón (parte III)

¿ Y ahora que la razón se nos hizo cínica qué esperanza de salvación puede albergar la humanidad?

El arte de lo absurdo (honestidad frente a cinismo).

Hace tiempo existió un gran artista, un genio de gran talento que pintaba cuadros realmente impresionantes; obras maestras muy bellas, pero también sugerentes, que gustaban por igual al público más docto y al más iletrado.
Cierto día, un filósofo henchido de sabiduría, quiso visitar a tan insigne artista. Deseaba el sesudo pensador dialogar con aquel genio singular capaz de desvelar, a través de su arte, la verdad del ser.
Pretendía nuestro gran pensador encontrar un sentido o razón por la que vivir; buscaba en el arte la verdad trascendente del ser humano; ansiaba, en definitiva, hallar una vía de salvación para la humanidad dotando la existencia de la misma de significado y sentido.
El filósofo, haciendo gala de unas magníficas dotes retóricas y dialécticas, le habló al artista sobre la vida y la muerte, sobre el bien y el mal, lo justo y lo injusto. El artista tan solo escuchaba, pero, eso sí, paciente y atentamente, esperando que el docto sabio terminara de exponer las bondades de su sistema filosófico; un perfecto y analítico sistema capaz de dar respuestas a todas y cada una de las cuestiones vitales, ontológicas y espirituales que preocupaban a los hombres.
Por fin, tras dar por concluida su larga perorata, el artista se levantó del incómodo taburete desde donde estuvo escuchando la larga disertación del filósofo, y acercándose a él le invitó:

- Elija usted uno de los cuadros de esta sala, el que le parezca más bello.

Tras repasar y escudriñar concienzudamente todas aquellas obras de arte, el filósofo se decidió finalmente por un cuadro de grandes dimensiones que, sin duda, le pareció el más hermoso.

-¡Buena elección!, exclamó el artista. Sin duda ha elegido usted una de mis mejores creaciones. En este cuadro, prosiguió, he invertido mucho trabajo y esfuerzo. Más de un año he estado luchando contra este lienzo por tal de poder extraer de él un hálito de vida; por tal de dotarlo de alma. Noches enteras me he pasado sin dormir, esperando que un soplo divino me dictase qué colores utilizar y qué pinceladas serían las más adecuadas para tales propósitos.

- Sí, sin duda esta obra le trasciende a usted - respondió el filósofo.
- ¿Está usted seguro de ello?- preguntó el artista con tono burlón.
- ¡Claro que sí! Incluso después de su muerte este cuadro suyo perpetuará su memoria y le hará inmortal; las futuras generaciones se reconocerán en su obra. Usted puede sentirse orgulloso de haber legado a la humanidad una obra hermosa cargada de "espiritualidad".

-¿Dice usted que este trozo de tela me "sobrevivirá? ¡No, no, y mil veces no! -gritó eufórico y descontrolado el hasta entonces calmado y relajado artista-. ¿Qué triste consuelo puedo hallar en que mi obra me sobreviva cuando ya mi cuerpo, bajo tierra, sea pasto de los gusanos?

-Cálmese, no sabe usted lo que dice. Usted es un "elegido", ha sido escogido por el destino para trascender su vida misma. Usted, amigo mío, puede reconfortarse sabiendo que su vida ha tenido sentido.

Fue entonces cuando el artista, enloquecido, lanzó sobre el lienzo un líquido inflamable y le prendió fuego.

- ¿Pero por qué? -acertó a preguntar horrorizado y perplejo el filósofo-. ¿Por qué?

-Porque no podía consentir no ser honesto conmigo mismo - respondió el artista más tranquilo. No había ningún sentido sublime ni trascendental en este trozo de tela; si acaso el único sentido que tuvo pintar este enorme cuadro fue, precisamente, el haberlo pintado; el haberme obligado a estar más de un año luchando junto a él pero también contra él. Y todo por tal de ganar un poco más de tiempo; tan solo para burlar a la muerte y no pensar en lo absurda que es la existencia de los hombres. Mientras estuve pintándolo, sufriendo por no hallar los tonos adecuados, o mientras permanecí insomne intentando descubrir la mejor composición posible, estuve vivo y no pensé en la muerte. El ayudarme a huir de la desesperación y de la terrible verdad de la muerte fue, sin duda, el único sentido que tuvo esta obra para mí. Pero, una vez concluida, esta obra no significa nada, ya no es nada ni me sirve para nada que no sea el vano consuelo de alimentar mi ego.

El filósofo, cabizbajo y decepcionado por la airada reacción de aquel genio atormentado, se despidió del artista con un triste saludo. Por un instante estuvo tentado de recriminarle su egoísta proceder; estuvo a punto de afearle su falta de entereza y compromiso con la humanidad. Pero se abstuvo de hacerlo, pues un súbito pensamiento doloroso le asaltó: ¿acaso no estaba pecando él también de la misma actitud egoísta que le reprochaba a aquel pobre infeliz?
No, claro que no, se dijo a sí mismo, él todavía tenía esperanzas; su original sistema filosófico supondría la salvación del género humano; sus esfuerzos no serían vanos y lograrían el loable y noble fin último de salvar a la humanidad.
Y así, henchido de orgullo, y tras haberse autoengañado a sí mismo con una facilidad pasmosa, se dirigió con paso firme a las casas de los hombres con nuevas promesas de vida y de esperanza.

Epílogo.

Si algún paciente lector ha leído este pedagógico relato con interés, no habrá podido evitar hacerse algunas preguntas. Eso espero al menos.
Cada lector, erigido en todopoderoso juez, decidirá a qué personaje absuelve y a cual condena; decidirá, en definitiva, con cual de los dos protagonistas de esta historia se identifica su propio yo.
No hace falta ser ningún genio para comprender que nuestro artista atormentado es un ser honesto que acepta la terrible verdad de que el hombre es "un ser para la muerte"; sabe que el único sentido o esencia del existir es, precisamente, existir (perdurar en el tiempo). No hay sentidos sublimes que trasciendan nuestras insignificantes vidas, por más que sesudos sabios, místicos e ideólogos de diferentes pelajes se autoengañen y engañen a las masas por tal de mantener vivas promesas de esperanza.
Desde luego, no cabe ninguna otra opción: las masas deben ser "civilizadas" y alejadas de la barbarie, sí o sí; deben ser domadas y domesticadas desde la cuna a través del engaño, porque solo así se puede conseguir que un individuo, consciente de ser mortal, cumpla con su deber y se sacrifique a lo largo de toda su vida por tal de lograr un fin último, por tal de dotar de sentido y significado a su existencia.

La razón ilustrada conoce esta terrible verdad, y solo puede optar por proclamarla honestamente, como el atormentado artista, o por ocultarla cínicamente, obligándose a ser celosa guardiana de eso que hemos dado en llamar humanidad.
Por eso, cuando el sentido o la razón de Dios se desenmascaró históricamente como falaz, y ya no pudo formar parte de las antropotécnicas del humanismo para domesticar a los hombres, otras "técnicas" ocuparon su lugar: la ciencia, el comunismo, el budismo, el feminismo, el arte, la diversión y el espectáculo convertidos en fines últimos...
La cínica razón ilustrada sabe que al indigente y atormentado ser humano debe darle sentidos o razones por las que vivir; sabe que necesita el sacrificio voluntario de los hombres para que estos, creyéndose portadores de esencias, se autoproclamen libres dentro de sus jaulas de oro.

26 comentarios:

  1. Hola Herr Goldmundo

    Dices : “No hace falta ser ningún genio para comprender que nuestro artista atormentado es un ser honesto que acepta la terrible verdad de que el hombre es "un ser para la muerte"; sabe que el único sentido o esencia del existir es, precisamente, existir (perdurar en el tiempo). No hay sentidos sublimes que trasciendan nuestras insignificantes vidas, por más que sesudos sabios, místicos e ideólogos de diferentes pelajes se autoengañen y engañen a las masas por tal de mantener vivas promesas de esperanza.
    Desde luego, no cabe ninguna otra opción: las masas deben ser "civilizadas" y alejadas de la barbarie, sí o sí; deben ser domadas y domesticadas desde la cuna a través del engaño, porque solo así se puede conseguir que un individuo, consciente de ser mortal, cumpla con su deber y se sacrifique a lo largo de toda su vida por tal de lograr un fin último, por tal de dotar de sentido y significado a su existencia.”


    Pues debe ser que sí hace falta ser un genio para entenderlo porque yo no lo entiendo. Es decir, lo que nos estás diciendo es que como tú tienes unas creencias, que son precisamente aquellas que pones en boca de tu álter ego (el artista), entonces debería de estar clarísimo para todos que el artista posee la razón y la verdad quien no compartiera dichos razonamientos sería un ser deshonesto.

    Pero es que lo que me llama poderosamente la atención es que a continuación nos digas que hay que civilizar a las masas mediante el engaño con tal de lograr un fin último, con tal de dotar de sentido y significado a su existencia. Supongo entonces que estarías de acuerdo en que se civilizara a las masas en la creencia de que existe un Dios puesto que eso dotaría de sentido y significado la existencia de dichas personas. Eso sí, los tendría que educar también en la consideración de que dicha creencia es falsa y de que somos unos seres para la muerte.
    Cómo se puede educar a las masas en la creencia de que somos unos seres para la muerte y a la vez educarlos mediante el engaño en la creencia de que existe un fin último que dota de su sentido sus vidas.

    Bueno, supongo que lo que nos quieres decir es que debería de existir una pequeña élite, que obviamente conocería la realidad última por poseer una razón absoluta e infalible mediante la cual se sabe fehacientemente que no hay duda alguna, y de que no puede haberla, de que somos unos seres para la muerte, y que ese grupo de elegidos ( a saber por quién) deberían mediante el engaño educar a las masas en la creencia de que no somos unos seres para la muerte mediante cualquier tipo de creencias que les asegure un sentido y un significado último de su existencia.

    No sé por qué la razón vital que defiendes nos tiene que llevar a la consideración de que somos unos seres para la muerte. Y si Heidegger consideraba que somos unos seres para la muerte no era porque la razón le llevara a ello sino por sus vivencias y sus creencias. Y Heidegger, claro está, como cualquiera otro, está en su perfecto derecho de pensar y de sentir así. Pero de ahí a considerar que Heidegger es la verdad y quien no piense que el hombre es un ser para la muerte está traicionando a la verdad creo que es algo que está del todo injustificado.

    Un cordial saludo

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  2. Hola Elías.

    Pues es muy fácil de entender. Y seguro que tú también lo entiendes, aunque te obligues a ejercer de "abogado del Diablo".
    La VERDAD (en mayúsculas) que entendió el artista es que "el hombre es un ser para la muerte". Esta verdad es incuestionable; todavía, que yo sepa, no ha existido ningún hombre que haya alcanzado la inmortalidad, al menos física y materialmente.
    El artista comprende que la verdad es la vida; la vida es la única verdad y el sentido del ser es ser. Pero esta verdad también la comprende el filósofo. Lo que diferencia al artista del filósofo no es que uno comprenda esta verdad y el otro no, sino que, habiéndola comprendido ambos, uno la acepta desde una perspectiva materialista y el otro intenta trascenderla espiritualmente.
    El honesto materialista, sabiendo que ha de morir, solo se insta a perdurar en el tiempo por tal de "salvarse del suicidio"; el filósofo, en cambio, se insta a perdurar, pero para trascendentalizarse, es decir, para dotarse de una esencia (sentido) que vaya más allá de su mera existencia terrena.

    Sobre las masas, me preguntas sobre si estoy "de acuerdo" con que estas sean engañadas. Pues no, no estoy "de acuerdo", como tampoco estoy "de acuerdo" en que yo tenga que morirme. En ambos caso no importa que yo esté o no esté de acuerdo, sino que reconozca la verdad de lo que es: las masas siempre son engañadas y yo, por desgracia, soy mortal.

    Efectivamente, y como bien señalas, la razón religiosa fue una de las primeras antropotécnicas destinadas a civilizar (domar y domesticar) a las masas, pero es que toda razón ilustrada y humanista necesita que las masas CREAN, da igual en qué, porque solo a través de la creencia voluntaria en un sentido y/o razón de ser puede garantizarse el dominio sobre las mismas; es decir, solo a través del autoengaño que las masas ejercen sobre sí mismas puede el ente social garantizar la doma y domesticación de las mismas.

    Sobre las élites: no, yo no digo que "debería" existir una pequeña élite domesticadora. Voy más allá: sostengo que siempre, a lo largo de la historia y en todas las sociedades humanas ha habido una pequeña élite creadora y dirigente. No expreso una opinión y un deseo propios, sino que vuelvo a constatar la verdad de lo que siempre ha sido y ES. Lo que digo es que SIEMPRE, incluso en democracias más o menos desarrolladas, son pequeñas élites las que rigen nuestros destinos.

    Sobre Heidegger.
    Heidegger llevó a cabo una analítica existencial fenomenológica, es decir, fundamentada en los hechos. Y el hecho evidente y cierto, siempre comprobable y objetivo, es que "el hombre es un ser para la muerte".
    Pero hubo un primer momento, sin embargo, en que Heidegger todavía fue ferviente creyente y consideró posible que el hombre pudiera dotarse de esencia a través de un Dasein histórico. Sin embargo, al final, y como nuestro artista del cuento, tan solo se resignó a sobrevivir evitando el suicidio y proclamando, desconsolado, su famoso "solo un Dios puede salvarnos".

    Por cierto, tanto el artista como el filósofo del cuento son mis "alter ego". Yo todavía navego en la duda, pues de no hacerlo no estaría ahora mismo escribiendo estas pretenciosas reflexiones filosóficas. ;)

    Un saludo cordial.

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    1. Hola Herr Goldmundo

      Dices: “La VERDAD (en mayúsculas) que entendió el artista es que "el hombre es un ser para la muerte". Esta verdad es incuestionable; todavía, que yo sepa, no ha existido ningún hombre que haya alcanzado la inmortalidad, al menos física y materialmente.”

      Sí, efectivamente, todos los hombres han muerto, mueren y morirán. Y sobre esto no cabe cuestionamiento alguno. Pero es que yo no estoy cuestionando dicho aspecto sino que lo que cuestiono es que el “ser” del hombre sea un “ser” para la muerte. Y esto último sí que es discutible, archidiscutible. Es más, es que a continuación nos dices: “El artista comprende que la verdad es la vida; la vida es la única verdad y el sentido del ser es ser”. Por tanto, y ahora, el “ser” del hombre no es un “ser” para la muerte sino un “ser”para la vida aunque todos tengamos que morir, es decir, un per-durar.

      A continuación dices: “El honesto materialista, sabiendo que ha de morir, solo se insta a perdurar en el tiempo por tal de "salvarse del suicidio"; el filósofo, en cambio, se insta a perdurar, pero para trascendentalizarse, es decir, para dotarse de una esencia (sentido) que vaya más allá de su mera existencia terrena.”

      Pero por qué es más honesto el materialista que el que no lo es. Es que da la sensación de que únicamente son honestos los que piensan como tú piensas. Pues claro que el materialista, y los que no son materialistas, saben que van a morir. Es que todavía no conozco ningún creyente que crea firmemente que a él no le va a alcanzar la muerte.

      Dices: “Sobre las élites: no, yo no digo que "debería" existir una pequeña élite domesticadora. Voy más allá: sostengo que siempre, a lo largo de la historia y en todas las sociedades humanas ha habido una pequeña élite creadora y dirigente. No expreso una opinión y un deseo propios, sino que vuelvo a constatar la verdad de lo que siempre ha sido y ES. Lo que digo es que SIEMPRE, incluso en democracias más o menos desarrolladas, son pequeñas élites las que rigen nuestros destinos.”

      Bueno, Herr Goldmundo, en realidad tus palabras iniciales fueron: “las masas deben ser "civilizadas" y alejadas de la barbarie, sí o sí; deben ser domadas y domesticadas desde la cuna a través del engaño, porque solo así se puede conseguir que un individuo”.
      En cualquier caso, y si tú no tienes en cuenta el “debería” frente al “ser”, pues poco más hay sobre lo que discutir. Pero la cuestión es que sí que hay que discutirlo. Creo que tú mismo nos has dicho que el hombre es un ser constitutivamente moral, es decir, que tiene que justificar sus acciones. Cómo es que ahora nos dices, después de habernos dicho que el hombre es un ser constitutivamente moral, que hay que quedarse en el mundo del ser y renunciar o no tener en cuenta al mundo del deber ser. Francamente, no lo entiendo.

      Dices: “Heidegger llevó a cabo una analítica existencial fenomenológica, es decir, fundamentada en los hechos. Y el hecho evidente y cierto, siempre comprobable y objetivo, es que "el hombre es un ser para la muerte".

      Sinceramente, creo que no está entendiendo la frase de Heidegger. Heidegger no dice que todos los hombres son mortales o que todos vamos a morir. Es que para decir eso no hace falta ser Heidegger. Todos sabemos, al menos a partir de determinada edad, que vamos a morir. Lo que Heidegger nos está diciendo es que el hombre no se entiende o no se explica si no es desde la muerte. El hecho objetivo es que todos moriremos pero lo que ya no es objetivo es que el hombre únicamente puede explicarse o se entienda en su radicalidad desde la muerte. Es más, y ahora soy yo el que no expreso una opinión ni un deseo, todos los pueblos y todas las personas a lo largo de la historia, y éste es un hecho objetivo, se han entendido desde la trascendencia. Cuestión aparte es que porque se hayan entendido desde la trascendencia ello signifique que exista dicho mundo.


      Un saludo cordial

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  3. Hola Elías.

    Sí, tienes razón. En realidad podríamos decir, también, que el hombre es un ser para la vida. Vida y muerte, como el ser y la nada, son conceptos complementarios y no podrían entenderse el uno sin el otro.
    De hecho, sin la posibilidad de dejar de ser, no nos veríamos impelidos a positivar la muerte, es decir, no sentiríamos la imperiosa necesidad de dotar de esencia, sentido o razón, nuestras vidas.

    Ahora bien, la pregunta del millón sigue siendo la misma: ¿tiene realmente sentido existir para morir? ¿Es absurda la existencia?
    Si partimos de la verdad, como yo parto, de que el único sentido del ser es ser (existir y perdurar en el tiempo) debemos concluir que la muerte atenta directamente contra este sentido, es decir, convierte el existir (ser por un breve espacio de tiempo) en un sinsentido.
    Por esto mismo, porque la existencia es un sinsentido o gran absurdo, la razón (lógica y funcional en tanto que necesitada de la coherencia del sentido) nos insta a creer que, aunque oculto ante nosotros, por fuer debe haber "alguna" razón que justifique por qué hay vida o "algo más bien que nada".

    Es nuestra razón, por tanto, la que en cada momento histórico nos proporciona sentidos para soportar el absurdo que es la existencia. Cuando ya no nos bastó el sentido que nos proporcionaba la razón teológica acudimos al sentido de la razón científica, y así sucesivamente. Como ya señalé, lo que convierte a la razón en irracional es la superación de "la verdad de una época", es decir, el desenmascaramiento del sentido o cosmovisión (interpretación del mundo) de un Dasein histórico, que en una época posterior comienza a vivenciarse o "experienciarse" como falso o anacrónico.

    Así pues, cuando el Dasein histórico del género humano llega a su senectud (la tercera edad de la razón) ya conoce cómo procede la dialéctica de la razón, que siempre es ilustrada y, por tanto, elitista; ya sabe que lo irracional es la antigua razón superada, y comprende que verdadero y falso no son conceptos absolutos y universales sino relativos. Alcanzada la tercera edad, la razón realiza una dolorosa autocrítica introspectiva (sobre sí misma) y se pregunta si la vida (el hecho de existir) tiene realmente un sentido alieno al propio existir, o, si, por el contrario, hay alguna "fuerza" (¿poder de lo real?) que emana de la misma razón y nos obliga (impele) a creer en sentidos que deben ser hallados y/o construidos.

    Si la razón, tras llegar a esta conclusión, acepta la IMPOSIBILIDAD de hallar sentido alguno, bien porque este es alieno a la razón misma, o bien porque es creado ad hoc por la misma razón para paliar la angustia existencial o preocupación teologal, que diría Zubiri, entonces es honesta.
    Pero si la razón, tras llegar a la conclusión que nos abre a estas dos únicas posibilidades, sigue obcecándose en seguir manteniendo viva la esperanza en descubrir un sentido que salve a la humanidad, entonces se torna cínica.

    Creo que mi tesis es bien clara. ¿Crees que hay alguna otra posibilidad diferente a las dos que enumero? ¿Dónde ves las "lagunillas"?

    Un saludo cordial.

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  4. Hola Herrgoldmundo

    Dices: “Si partimos de la verdad, como yo parto, de que el único sentido del ser es ser (existir y perdurar en el tiempo) debemos concluir que la muerte atenta directamente contra este sentido, es decir, convierte el existir (ser por un breve espacio de tiempo) en un sinsentido.”

    Efectivamente, si es verdad que la muerte es definitiva entonces el existir se convierte en un sinsentido. Y ante ese absurdo el ser humano trataría de buscar alguna razón que justificara más vida que esta vida. Otra cuestión bien diferente es si esa premisa de partida es verdadera o no. Pero si la consideramos verdadera entonces las conclusiones parecen lógicas.

    Dices: “Creo que mi tesis es bien clara. ¿Crees que hay alguna otra posibilidad diferente a las dos que enumero? ¿Dónde ves las "lagunillas"?”

    En principio, y si partes de las premisas iniciales, yo no detecto ningún tipo de “lagunillas”. Es más, bien pudiera ser que así fuera y muy probablemente así será. Pero la cuestión es que no podemos saberlo, y por tanto, se podrán dar razones, que no demostraciones, y “vivenciar” que existe una realidad última o un sentido último que nos trasciende. Por cierto, que es lo mismo que pueden hacer los demás. Es decir, dar razones ( que no demostraciones) y “vivenciar” que no existe una realidad o sentido último.

    Ni estoy de acuerdo con aquellos que durante siglos consideraron que Dios era algo evidente como tampoco estoy de acuerdo ( y no lo digo por ti) con aquellos que en la actualidad dan por evidente la muerte de Dios (tan acríticos los unos como los otros). Es que lo que se dice evidente; ni lo uno ni lo otro.

    Un cordial saludo

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  5. Hola Elías.

    Gracias, entiendo que partiendo de mis premisas la tesis que sostengo es, como mínimo, lógica.
    Sin embargo, vuelves a tener razón, también podríamos partir de la premisa de que la muerte solo es un tránsito a otra vida, a más vida u otra suerte de vida. Así, la muerte no sería, necesariamente, un "sinsentido". No lo podemos saber con certeza demostrable.

    Ahora bien, tú mismo acabas de dar con la "clave" o raíz del problema que subyace en el tema que nos ocupa: la vivencia de una verdad.
    ¿Por qué el hombre "experiencia y vivencia" (Zubiri) modos de realidad que pueden no existir?
    ¿Esta "capacidad", a la que nos impele el poder de lo real, para poder "vivenciar" en nuestra conciencia verdades y/o sentidos trascendentes, surge realmente de nuestra propia religación con lo real o es producto (autoengaño o mecanismo de defensa) de nuestra conciencia (razón)?

    Me explico: está claro que el hombre es el único ser(que sepamos) CAPAZ (subrayo en mayúsculas) de "vivenciar" verdades y/o sentidos no necesariamente existentes, y todo por tal de trascendentalizar (positivar y dar sentido) a su vida.
    La pregunta sería: ¿De dónde surge dicha CAPACIDAD? ¿De un origen alieno al propio hombre, que ha sido el ente elegido (por Dios o la realidad-fundamento) para preguntarse por el ser? ¿O surge del propio hombre, el cual, a través de un proceso cognitivo-evolutivo, o de interrelación entre inteligencia (razón) y vida, se NIEGA a "dejar de ser"?
    ¿No será que lo que subyace con total seguridad, en la razón de ser de dicha CAPACIDAD, es el DESEO DE INMORTALIDAD, trascendencia al cabo?

    Un saludo cordial

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  6. Edito y añado: DESEO DE INMORTALIDAD o deseo de ser "algo" más que nada, o de "ser un ente para algo más que para la muerte". Serían otras maneras de formularlo.

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  7. Hola Herr Goldmundo


    Dices: ¿Por qué el hombre "experiencia y vivencia" (Zubiri) modos de realidad que pueden no existir?
    ¿Esta "capacidad", a la que nos impele el poder de lo real, para poder "vivenciar" en nuestra conciencia verdades y/o sentidos trascendentes, surge realmente de nuestra propia religación con lo real o es producto (autoengaño o mecanismo de defensa) de nuestra conciencia (razón)?

    Puede que sea autoengaño o mecanismo de defensa pero en principio no tiene que ser así. En fin, trataré de explicarme.

    Lo “real” es más que unos contenidos. “La” realidad es constitutiva excedencia. Y es precisamente sobre esa excedencia, sobre ese momento de realidad, sobre ese poder de lo real que nos religa apoderándose de nosotros, sobre el que los seres humanos construyen el mundo del sentido. Por tanto, el poder de lo real no es Dios y el mundo del sentido no reposa sobre sí mismo como consideran los subjetivistas sino que reposa sobre el poder de lo real.
    Y este poder de lo real puede ser experienciado, vía impresiva, por todo ser humano. Pero insisto, ese poder de lo real no es la realidad divina. A la realidad divina no se accede por la vía impresiva, es decir, mediante los sentidos. La realidad divina se postula.

    Todo ser humano, ya sea individualmente, social o históricamente, trata de dar un sentido a ese poder de lo real. Y aquí podríamos distinguir básicamente dos vías:

    1.- Aquella en la cual se postula que el poder de lo real, el cual no hay por qué negarlo, se identifica con el Mundo. Es decir, el poder de lo real es simplemente una propiedad que compete al propio mundo entendiendo a éste como un Todo. Ésta sería la vía del ateísmo. La de la pura mundaneidad.

    2.- Aquella en que el poder de lo real tiene su fundamento último en una realidad primera ( Realidad divina). Sería la vía del teísmo.

    Es decir, el sentido último de la realidad, que es construido por el hombre desde el poder de real ( por tanto, el mundo del sentido no es ni meramente objetivo ni meramente subjetivo) puede llevarnos a la pura mundaneidad (ateísmo) o hacia una realidad divina(teísmo). Ambas vías son igualmente legítimas. El hombre, y desde el hecho objetivo del poder de lo real, construye subjetivamente (mediante razones, sentimientos y voluntades) diferentes sentidos que a priori son igualmente válidos.

    Ahora bien, esto no es suficiente. Una vez construido ese mundo del sentido cada hombre tiene que “vivenciarlo”, es decir, tiene que “experienciarlo”. O dicho de otra forma, tiene que hacer su vida desde ese mundo del sentido postulado y tiene que corroborar vía experiencia que dicho mundo del sentido postulado da verdaderamente sentido a su vida. De no ser así es cuando podremos decir que el hombre ha perdido su fe. Y la pérdida de la fe atañe tanto a los teístas como a los ateos. Y digo esto porque da la sensación de que para algunos los únicos que pueden perder su fe (o ganarla) son los teístas. Pero es que el ateísmo es tan creencia como el teísmo, y por tanto, y al igual que en el caso de los anteriores, pueden ganar como perder su fe.

    Únicamente, y cuando alguien pierde su fe mediante la vivencia, sea ésta la que fuere, pero aún así sigue manteniendo que sigue creyendo en aquello postulado (pero incapaz de vivenciarlo), es cuando podemos hablar de autoengaño.

    Por tanto, y en principio, el hombre no construye un mundo del sentido, sea éste el que fuera ( ateísmo o teísmo) que se soporta únicamente en un mero sentimiento subjetivo ( trascendencia o inmanencia). El hombre construye el mundo del sentido, pero no desde sí mismo, sino desde una realidad que es contitutivamente abierta, es decir, trascendental ( y no en principio trascendente) al que Zubiri denomina el poder de lo real.

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    1. El mundo del sentido no es un mundo que reposa sobre sí mismo, y que está más allá de éste mundo, y que el hombre tiene que descubrir como tampoco es un mundo que reposa en la subjetivad humana. No. El mundo del sentido es un mundo que CONSTRUYE el ser humano pero dicha construcción se realiza desde esa dimensión trascendental ( PODER DE LO REAL) que está en todo lo real.

      Dices, Herr Goldmundo: “¿No será que lo que subyace con total seguridad, en la razón de ser de dicha CAPACIDAD, es el DESEO DE INMORTALIDAD, trascendencia al cabo? Edito y añado: DESEO DE INMORTALIDAD o deseo de ser "algo" más que nada, o de "ser un ente para algo más que para la muerte". Serían otras maneras de formularlo.”

      Yo creo que lo que subyace, y ahí esta toda la historia de la humanidad, es esa trascendentalidad ( Poder de lo real) que todos los pueblos, y de una u otra manera, han intentado plasmar ( empezando por los mitos). Por tanto, no creo que en su radicalidad última ese DESEO DE INMORTALIDAD sea una cuestión que se reduzca a la mera subjetividad humana. Es que el PODER DE LO REAL no es puesto por la subjetividad humana. Estoy completamente seguro de que si no se diera ese poder de lo real el hombre ni siquiera se plantearía la cuestión de un mundo trascendente. Es porque el hombre se sabe una realidad abierta y porque el hombre aprenhende el poder de lo real por lo que posee ese deseo de inmortalidad.

      Pero insisto, ese poder de lo real, esa trascendentalidad, puede desembocar en la pura mundaneidad como en un realidad divina.

      Un cordial saludo

      PD: No sé si me he explicado con la suficiente claridad. Si no ha sido así, o si no estás de acuerdo con lo que he dicho, por favor, házmelo saber.

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  8. Hola Elías.

    Sí, ya sé que el "poder de lo real" no es la realidad divina. Por eso me pregunto qué es el "poder de lo real".

    La clave está en intentar delimitar o conceptualizar con claridad qué es el "poder de lo real", porque en el parecer de Zubiri este sería el "motor" que nos impelería (¿empujaría?) a buscar sentidos.
    ¿Podría entenderse el "poder de lo real" como una potencia de ser-de-la realidad? Si la realidad es más que la suma de las notas que la constituyen se debe, precisamente, a que dicha realidad puede abrirse a diferentes posibilidades potenciales del ser.
    Ahora bien, dicha posibilidad abierta, solo puede ser "desvelada" por el hombre, en tanto que este es un animal de realidades o pastor del ser; es decir, el hombre (que sepamos) es el único animal capaz de preguntarse por el ser.
    Y entonces surge otra pregunta:
    ¿Por qué es el hombre el único pastor del ser o único animal capaz de "desvelar" ese plus de ser "oculto" en la realidad misma?
    Si contestamos que el hombre es el elegido porque está impelido por el poder de lo real a buscar su esencia, entramos en un círculo vicioso.
    Quiero decir: el poder de lo real solo puede explicarse en tanto existe un animal de realidades (hombre) con la capacidad de aprehender ese "algo más posible" que se encuentra en las notas que constituyen la realidad. Y también, al tiempo, el hombre se explica por estar "sometido" al poder de lo real.
    Seguimos sin saber "el porqué del porqué", es decir, ¿por qué hay un poder de lo real? ¿¿??

    Si descartamos la respuesta "fácil" del teísmo, a saber: "El poder de lo real tiene su fundamento en una realidad divina", y nos centramos en la vía ateísta, creo que se nos abren dos opciones:

    1) El poder de lo real entendido como propiedad inherente al propio mundo (señalada por ti).
    2) El poder de lo real entendido como NECESIDAD de la razón humana (tesis que intento defender).

    A través de la fe, la lectura teísta ya nos explica cómo y por qué el hombre es portador de un "plus" de esencia trascendental (divina) a priori. Basta, para ello, creer en la existencia de Dios.
    Ahora bien, si apartamos a Dios de todo este asunto (desde un posicionamiento agnóstico y no necesariamente ateísta) creo que la opción 1, considerar el poder de lo real como propiedad del mundo no se sostiene; y no se sostiene porque el mundo sin el hombre no es NADA.
    Para que el mundo sea "algo" (signifique algo y tenga sentido) debe haber alguien que lo INTERPRETE y lo haga suyo.

    Mi tesis vendría a decir que el hombre, necesitado de inmortalidad, interpreta el mundo para hallar o construir sentidos que, de facto, no estarían en el propio mundo. Descartado el mundo como "portador" a priori de "algo", llámese poder de lo real o esencia, solo nos queda la NECESIDAD del ser humano que le "auto-obliga" a creer que su existencia DEBE tener algún sentido y que, por lo tanto, él es "algo más que nada".
    Y esa necesidad nacida de la razón consciente podríamos llamarla mecanismo de defensa contra la angustia existencial o, como yo prefiero llamarla, AUTOENGAÑO.

    Un saludo cordial.

    P.D. más tarde retomaré algunos puntos sobre tu última aportación: poder de lo real como trascendentalidad que no es puesta por la subjetividad humana.

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    1. Hola Herr Goldmundo

      Las cosas reales son “más” que sus contenidos ( color, olor, sabor, tamaño, etc). Existe un momento de realidad (formalidad de realidad) por las cuales las cosas poseen unas formas y modos de realidad. Una piedra, un perro y un hombre poseen una serie de notas o contenidos. Pero es que la piedra, el perro y el hombre no se diferencian únicamente por sus contenidos sino porque cada uno posee un modo de realidad diferente. No es lo mismo ser un ser vivo que no serlo como en el caso de una piedra como no es lo mismo ser una animal de realidades ( caso del hombre) que un ser estimúlico ( resto de animales).

      Pues bien, es ese momento de realidad de las cosas, pero que no se identifica con su contenido, el que hace que las cosas reales sean últimas, posibilitantes e impelentes para el ser humano. Últimas porque el hombre, y para poder ser, se apoya en ese momento de realidad, posiblitantes porque el momento de realidad posibilita que el hombre pueda crear sentidos y posibilidades, e impelente porque es precisamente el momento de realidad es que nos fuerza ( impele) a tener que construir sentidos y posibilidades para poder ser. El hombre es un ser que tiene que hacerse y para ello se apoya y es forzado por el momento de realidad entendido como último, posibilitante e impelente. Pues es precisamente ese momento de realidad entendido como último, posibilitante e impelente lo que puede denominarse PODER DE LO REAL.

      El poder de lo real no es un sentido sino la posibilidad o fundamento de que el ser humano pueda construir un sentido. Por eso no entiendo cuando dices: “ 2) El poder de lo real entendido como NECESIDAD de la razón humana (tesis que intento defender).

      El Poder de lo real es lo que permite crear sentidos. Por tanto yo más bien diría, y en tu caso, que no es la necesidad humana la que pone el Poder de lo real sino que es el ser humano el que interpreta ese poder de lo real en clave teísta

      Bueno, salvo que lo que quieras decir es que el poder de lo real no es algo dado sino algo construido por el hombre. Es decir, que aunque aprehendamos la realidad como última, posiblitante e impelente, en realidad esas características no pertenecen a las cosas reales sino que, y sin ser advertido por el propio hombre, es puesto por éste. Es decir, no sé si estás defendiendo un idealismo en el cual el mundo está puesto por el hombre.

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    2. Dices: “Quiero decir: el poder de lo real solo puede explicarse en tanto existe un animal de realidades (hombre) con la capacidad de aprehender ese "algo más posible" que se encuentra en las notas que constituyen la realidad. Y también, al tiempo, el hombre se explica por estar "sometido" al poder de lo real.
      Seguimos sin saber "el porqué del porqué", es decir, ¿por qué hay un poder de lo real? ¿¿??”

      Es que ahí ya está implícita tu creencia en la no existencia de Dios y tu creencia en que el poder de lo real se explica desde la necesidad de la razón humana por trascender.
      Y claro, si se parte de que no existe dios y de que el poder de lo real no es algo dado sino que es algo puesto por la necesidad humana de trascender se llega a esa aporía de que el hombre se explica desde el poder de lo real y el poder de lo real desde el hombre. En cualquier caso esa aporía tendrá que ser resuelta por aquellos que adopten ese punto de partida. Pero no atañe a los demás.

      Acabas diciendo: “Mi tesis vendría a decir que el hombre, necesitado de inmortalidad, interpreta el mundo para hallar o construir sentidos que, de facto, no estarían en el propio mundo. Descartado el mundo como "portador" a priori de "algo", llámese poder de lo real o esencia, solo nos queda la NECESIDAD del ser humano que le "auto-obliga" a creer que su existencia DEBE tener algún sentido y que, por lo tanto, él es "algo más que nada".
      Y esa necesidad nacida de la razón consciente podríamos llamarla mecanismo de defensa contra la angustia existencial o, como yo prefiero llamarla, AUTOENGAÑO.

      Sí, creo que a eso se le llama IDEALISMO ( contra el cual intentaron luchar tanto Ortega como Zubiri). Efectivamente, si es el hombre es el que construye un mundo del sentido únicamente desde sí mismo, y con sus solas fuerzas, pues entonces fuera de él no existe nada. Lo que no entiendo es por qué te dices agnóstico.

      Me gustaría acabar con esa frase tuya que dice: “Para que el mundo sea "algo" (signifique algo y tenga sentido) debe haber alguien que lo INTERPRETE y lo haga suyo.”

      Sí, efectivamente, para que el mundo sea “algo” tiene que haber “alguien” que lo interprete y que lo haga suyo. Pero es que igualmente tiene que haber algo que de suyo sea interpretable. Pues bien, eso que permite que el ser humano pueda interpretar y hacer suyo al mundo es el poder de lo real.
      Ahora bien, si el sentido dependiera únicamente del sujeto entonces ocurrirían cosas tan extrañas como que una persona pudiera hacer puertas de agua. Pues no, podrá hacer puertas con hielo pero no con agua. En fin, trataré de explicarme.
      Los hombre no intuyen el sentido del mundo. Es decir, no existe un sentido del mundo independiente del hombre al cual éste debe de acceder por intuición. Tampoco el hombre crea el sentido desde sí mismo ( idealismo). El hombre “construye” el mundo del sentido. Y lo hace desde las propiedades de las cosas reales. Es que son las propiedades de las cosas reales las que permiten o no unos determinados sentidos.

      Yo puedo hacer de una oquedad en una montaña mi morada o mi caverna. La oquedad es una propiedad de la montaña pero el que dicha oquedad sea considerada como morada o caverna ya es una construcción del ser humano y que pertenece al mundo del sentido. Yo puedo hacer de una piedra con una determinada oquedad un pisapapeles o un cenicero. Pero si puede construir ese mundo del sentido ( pisapapeles o cenicero) es porque las propiedades de la piedra me lo permiten. Lo que yo puedo hacer con agua es un billete o una puerta ( ambos pertenecientes al mundo del sentido). Lo cual quiere decir que el mundo del sentido no reposa únicamente en la subjetivada humano sino que se apoya en las propiedades reales de las cosas.


      Un saludo cordial

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  9. Hola Elías.

    Te has explicado muy bien y me has facilitado mucho el que yo mismo pueda expresar con mayor claridad lo que pretendo exponer.

    Dices:
    "Pues es precisamente ese momento de realidad entendido como último, posibilitante e impelente lo que puede denominarse PODER DE LO REAL".

    Exacto, dices que "el poder de lo real" sería un momento de realidad último, en tanto que posibilitante, en el cual el hombre se apoya para dotarse de sentido.

    Y concluyes acertadamente:

    "El poder de lo real no es un sentido sino la posibilidad o fundamento que hace que el ser humano pueda construir un sentido".

    Claro, el poder de lo real no es el sentido en sí mismo, sino ese momento de realidad, POSIBILITANTE, que impele al hombre a hallar o construir sentidos. Estamos de acuerdo.
    Pero, insisto, esa POSIBILIDAD, o momento de realidad último posibilitante que es el "poder de lo real", solo ES en tanto también ES el hombre. Esto lo entendiste muy bien:

    "Bueno, salvo que lo que quieras decir es que el poder de lo real no es algo dado sino algo construido por el hombre. Es decir, que aunque aprehendamos la realidad como última, posiblitante e impelente, en realidad esas características no pertenecen a las cosas reales sino que, y sin ser advertido por el propio hombre, es puesto por éste. Es decir, no sé si estás defendiendo un idealismo en el cual el mundo está puesto por el hombre".

    Sí, entendiste lo que pretendía explicar. Pero mi explicación no pretendía ser, precisamente, una "defensa" del idealismo, sino todo lo CONTRARIO (enfatizo en mayúsculas). Yo señalé que no se podía definir y/o conceptualizar "el poder de lo real" sin el concurso del hombre, ni se podía explicar el hombre "hacedor y/o constructor de esencias" sin un "motor", o poder de lo real, que le impeliera a dotarse de sentido.

    Efectivamente, me referí a este "círculo vicioso" que tú también has sabido ver:

    "Y claro, si se parte de que no existe dios y de que el poder de lo real no es algo dado sino que es algo puesto por la necesidad humana de trascender se llega a esa aporía de que el hombre se explica desde el poder de lo real y el poder de lo real desde el hombre".

    Pero yo no parto de la creencia absoluta de que no exista Dios, sino que, como dije, "aparto" a Dios de este asunto. Lo que critico, precisamente, es el IDEALISMO que sigue construyendo sentidos, solo que habiendo sustituido la razón de Dios por la razón lógica del hombre.
    El sentido (esencia) que antes nos era dado, a priori, a través de Dios, pasó a tener que hallarse y/o construirse a posteriori a través de la razón.
    Lo que digo es que si prescindimos de "idealismos" o interpretaciones forjadas en nuestra conciencia solo podemos tener certeza de una evidencia o verdad:

    "El único sentido del ser es ser". Es que no hay más.

    Y no hay más, porque cualquier tipo de sentido que queramos darle al hecho de existir es, por fuerza, producto de la razón (inteligencia) de los hombres. De hecho, es siempre la misma razón (necesidad de inmortalidad) la que nos obliga a explicarnos cómo y por qué somos seres trascendentes (¿lo somos?).
    Siempre es la MISMA RAZÓN (subrayo que siempre es la misma), la que a través de diferentes vías (teológicas, científicas, místico-espirituales, filosóficas...) necesita AUTOENGAÑARSE por tal de soportar la angustia existencial.

    Por eso decía que el HONESTO no puede ser idealista, porque ha comprendido muy bien que TODO, Dios y razón, es la misma cosa. No puede haber Dios sin razón ni puede haber razón sin Dios. Sí, sí, no digo ningún disparate, porque lo mismo podemos referirnos a Dios como ser supremo divino como al mismo hombre "hecho Dios" (endiosado). De hecho, esto mismo es el humanismo: una suerte de religión que erige al hombre en Dios todopoderoso y en esencia de sí mismo.
    Por eso mismo, y como Heidegger, yo no soy ni idealista ni humanista.

    Un saludo cordial





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    1. Hola Herr Goldmundo

      Dices: “Pero, insisto, esa POSIBILIDAD, o momento de realidad último posibilitante que es el "poder de lo real", solo ES en tanto también ES el hombre.”

      Personalmente no estoy de acuerdo. Puede que consideres que el poder de lo real no es algo dado sino algo puesto por el sujeto pero yo no lo considero así. Para mi el poder de lo real no es puesto por el sujeto sino que es algo dado. Es el sentido de ese poder de lo real lo que es construido, desde el poder de lo real mismo, por el hombre.

      Dices: “Pero yo no parto de la creencia absoluta de que no exista Dios, sino que, como dije, "aparto" a Dios de este asunto.”

      Sí, efectivamente, yo también lo hago. Ni parto de la existencia de Dios ni de su no existencia. Por eso considero que el Poder de lo real es compatible tanto con el teísmo, con el ateísmo como con el agnosticismo.

      Dices: "El único sentido del ser es ser". Es que no hay más.
      Y no hay más, porque cualquier tipo de sentido que queramos darle al hecho de existir es, por fuerza, producto de la razón (inteligencia) de los hombres. De hecho, es siempre la misma razón (necesidad de inmortalidad) la que nos obliga a explicarnos cómo y por qué somos seres trascendentes (¿lo somos?).

      Pues tampoco estoy de acuerdo. Y no lo estoy por dos razones:

      1.- El sentido que queramos darle al hecho de existir no es por fuerza producto de la razón. O mejor dicho, no es únicamente producto de la razón. Es que la razón no produce un sentido como el hígado produce la bilis. Es el poder de lo real lo que posibilita o fundamenta que la razón pueda “producir “ un determinado sentido. Es decir, el sentido último que le demos a la realidad no se apoya en una necesidad psicológica sino que tiene su fundamento último en el poder de lo real. Tu fundamento posee carácter psicológico mientras mi fundamento es de naturaleza metafísica.

      2.- Sí, podrá ser cierto, y de hecho lo es, que el hombre albergue una necesidad psicológica de trascendencia ( prefiero este término que el de inmortalidad. La inmortalidad sería un determinado tipo de trascendencia). Ahora bien, cuál es el fundamento último de que el hombre albergue esa necesidad psicológica de trascendencia. ¿ Es que acaso esa necesidad psicológica está puesta, sustentada o fundamentada en el sujeto, en él mismo? Personalmente no lo creo así. El hombre es un ser constitutivamente abierto (tesis metafísica) y es por ello por lo que psicológicamente posee esa necesidad de trascendencia. Si el hombre no fuera una realidad constitutivamente abierta, es decir, un ser cuyo ser consiste en tener que hacer-se simplemente no albergaría esa necesidad psicología de trascendencia. Es que si el hombre puede tener esa necesidad psicológica de trascendencia es porque constitutivamente es una realidad abierta, trascendental.

      Esa trascendentalidad constitutiva es la que explica esa necesidad psicológica de trascendentalidad. Ahora bien, no es lo mismo la trascendentalidad que la trascendencia. Esa trascendentalidad le podrá llevar a postular un mundo trascendente pero no tiene por qué ser así.

      Un saludo cordial.

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  10. Hola Elías.

    Bien, tú crees que el poder de lo real es algo que nos es dado, que sería tanto como decir que la POSIBILIDAD de la realidad abierta nos es dada.
    Hace poco vi un video muy interesante donde Gustavo Bueno comentaba a Heidegger. El pensador riojano venía a decir que en España tuvimos la suerte de tener a Unamuno y Ortega para que nos hicieran más "claros" los conceptos existenciales. Decía Bueno que eran más comprensibles los conceptos de vida y circunstancia de nuestros pensadores españoles que el Dasein heideggeriano.

    Ortega ya nos dijo que la vida era una verdad radical, que era radical posibilidad. De hecho, vivir supone un constante quehacer a través de la toma de decisiones (elecciones). Hasta aquí también Zubiri, más o menos y salvando diferencias que no vienen al caso.
    Pero Ortega fue más claro; postuló la posibilidad como una "trayectoria vital a priori dada en cada circunstancia", la cual se abría a la elección del hombre. Dicha trayectoria vital posible se convertiría en trayectoria real en caso de ser elegida frente a otras trayectorias también posibles.
    Si tú me dices que el concepto zubiriano del "poder de lo real" sería el análogo a la trayectoria vital posible orteguiana, que se da en cada circunstancia, entonces estamos de acuerdo.

    Ahora bien, yo entiendo que seguimos sin salir de un aporético pensamiento "circular" sobre si primero fue la gallina o el huevo; es decir, sobre si el poder de lo real (posibilidad) podría darse como un a priori en la realidad, aunque no existiera el hombre; o solo se da y puede darse en tanto existe un ser (Dasein) capaz de aprehender la realidad y hacerla suya, de tal manera que también hace suyo ese "plus" de trascendencia.

    Vamos a ver, la necesidad psicológica que defiendo (deseo de inmortalidad) tiene un fundamento cognitivo-antropológico o biológico-evolutivo, producto de la evolución paralela que experimentó el ser humano tanto en sus rasgos físicos (habilidad manual, bipedestación, habla...)como en su inteligencia.
    Cuanto más evolucionó el hombre, controló y dominó la naturaleza, más creció en él la necesidad de perdurar y seguir siendo; más creció, también, la angustia frente al hecho inevitable de tener que morir. Existe un fundamento claro en mi tesis: antes de que apareciesen los primeros rasgos homínidos en nuestros más lejanos antepasados, lo que había era animales estimúlicos, es decir, animales a los que no les era dado el cuidado del ser y, por lo tanto, tampoco se encontraba impelidos por el poder de lo real.
    De hecho, Heidegger se refiere al Dasein (ser ahí) no necesariamente como al hombre, sino como a cualquier otro hipotético modo de ser (animal inteligente y/o extraterreste) capaz de tener cuidado del ser, es decir, capaz de buscar sentidos impelido por el poder de lo real.

    Lo que quiero decir es que sin inteligencia, ya sea humana, animal o extraterreste, tampoco hay poder de lo real. A no ser, claro, que ya partamos del hecho de que "algo o alguien" fuese el motor o principio de dicho poder que siempre estuvo ahí, en la realidad, esperando la llegada de algún modo de vida inteligente para impelirle a dotarse de sentido.

    Un saludo cordial.

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  11. Hola Herr Goldmundo

    Dices: “Pero Ortega fue más claro; postuló la posibilidad como una "trayectoria vital a priori dada en cada circunstancia", la cual se abría a la elección del hombre. Dicha trayectoria vital posible se convertiría en trayectoria real en caso de ser elegida frente a otras trayectorias también posibles.

    No entiendo qué quiere decir eso de una trayectoria vital a priori. La realidad humana es una realidad abierta, y por tanto, una realidad que tiene que hacer-se. Esa realidad como apertura es la que funda el que hombre tenga que tener una trayectoria vital, un decurso vital, una biografía personal. Todo hombre, lo quiera o no, y lo sepa o no, tiene que hacerse, por tanto, tiene que tener una trayectoria vital. Si se quiere, lo que es un a priori es que tenga que tener una trayectoria vital. Lo que ya no sería un a priori es que tenga que tener una determinada trayectoria vital. Será el hombre, todo él, y en función de sus circunstancias personales, sociales e históricas, el que trace su determinada trayectoria vital en la medida de sus posibilidades reales.

    Dices: “Si tú me dices que el concepto zubiriano del "poder de lo real" sería el análogo a la trayectoria vital posible orteguiana, que se da en cada circunstancia, entonces estamos de acuerdo.”

    La pregunta sería por qué las cosas entre las que se encuentra el hombre se convierten en posibilidades para el hombre y no, por ejemplo, para el resto de animales que también poseen vida. Zubiri no está de acuerdo con Ortega pero no porque éste no tenga razón sino porque no es suficientemente radical. Para Zubiri lo verdaderamente radical no es la vida sino el aprehender las cosas como realidades ( formalidad de realidad). Es que una animal también posee vida, y se encuentra entre cosas, pero sin embargo éstas no le están presentes como posibilidades sino como meros estímulos. Por tanto es el poder de lo real lo que fundamenta que las cosas le estén presentes al hombre como posibilidades desde las cuales realizar su trayectoria vital.

    Dices: “Ahora bien, yo entiendo que seguimos sin salir de un aporético pensamiento "circular" sobre si primero fue la gallina o el huevo; es decir, sobre si el poder de lo real (posibilidad) podría darse como un a priori en la realidad, aunque no existiera el hombre; o solo se da y puede darse en tanto existe un ser (Dasein) capaz de aprehender la realidad y hacerla suya, de tal manera que también hace suyo ese "plus" de trascendencia.”

    Verás, es que para poder explicarme adecuadamente toda esta cuestión tendría que explicarte la noología de Zubiri. Digamos que lo que viene a decir Zubiri es que el momento de realidad, el poder de lo real, no es algo inferido, pensado o conceptuado sino que se da por vía de los sentidos, es decir, por vía impresiva. Y como el momento de realidad ( el “de suyo) no es un contenido ( que sí que están mediados por el lenguaje y por la cultura) sino que es una formalidad ( forma en la que quedan dichos contenidos), y al ser aprehendida por vía impresiva, tenemos la certeza de que el poder de lo real no es algo puesto por el sujeto sino que es algo dado.

    Todos lo elementos para hacer una choza ya estaban antes de que apareciera el hombre en la tierra pero sin embargo no hubo chozas hasta que apareció el hombre. Qué significa esto ¿ qué sólo puede haber chozas si se da el hombre? Pues sí y no. Claro que si no hay hombres no habría chozas pero es que si no hay materiales que permitan hacer una choza tampoco habría chozas.

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  12. Si el hombre no fuera una realidad abierta no habría posibilidad de que éste tuviese que hacerse su propia trayectoria vital. Pero es que si las cosas no tuvieran ese momento de excedencia por el cual quedan como posibilidades para el hombre entonces éste tampoco podría hacer su propia trayectoria vital.

    Por tanto no se trata de una cuestión de huevo o gallina sino que se trata de una cuestión relacional. Eso es precisamente lo que trata de decir Ortega con su frase: “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo” ¿Qué sería primero, yo o mis circunstancias? Pues ni lo uno ni lo otro. Simplemente sería un estado relacional.

    Dices: “Cuanto más evolucionó el hombre, controló y dominó la naturaleza, más creció en él la necesidad de perdurar y seguir siendo; más creció, también, la angustia frente al hecho inevitable de tener que morir.”

    Yo sin embargo no lo veo así. Yo considero que desde que el hombre es hombre, y precisamente por serlo, ya anidaba en él el sentimiento de trascendentalidad. Otra cuestión es que lo plasmara mejor o peor o de una forma más o menos rudimentaria. Será la antropología científica la que te quite o me quite la razón. Pero desde la antropología filosófica no se entiende, o yo al menos no lo entiendo, por qué creció en él la necesidad de perdurar y seguir siendo. Si desde el punto de vista filosófico el hombre, y por serlo, es ya una realidad abierta, entonces lo es desde un principio. Cuestión aparte es que con el transcurrir del tiempo y del conocimiento humano se vayan elaborando teorías más complejas o se vaya plasmando dicha trascendentalidad de forma más elaborada.


    Dices: “Lo que quiero decir es que sin inteligencia, ya sea humana, animal o extraterreste, tampoco hay poder de lo real. A no ser, claro, que ya partamos del hecho de que "algo o alguien" fuese el motor o principio de dicho poder que siempre estuvo ahí, en la realidad, esperando la llegada de algún modo de vida inteligente para impelirle a dotarse de sentido.”

    Insisto, el poder de lo real no tiene que explicarse desde Dios. Se podrá, y desde el poder de lo real, llegar a Dios como se podrá llegar a la pura mundaneidad pero no puede partirse ni desde Dios ni desde la pura mundaneidad. Y esa es una de las críticas que le lanzo a Heidegger. Es que Heidegger ya parte de la pura mundaneidad al decirnos que el Da-sein es un ser arrojado. Y la pregunta sería la siguiente ¿ por qué vemos claramente, y lo criticamos con razón, que no puede partirse de la creencia en la existencia de dios pero sin embargo estamos ciegos cuando se parte de la creencia de la no existencia de Dios? En fin, supongo que será una cuestión de los nuevos tiempos. Pero nuevos o viejos es un error partir de la creencia en la no existencia de Dios.

    Y por supuesto que sin inteligencia, entendida en su radicalidad como aprehensión de realidad, no podríamos aprehender el poder de lo real como no lo pueden aprehender el resto de animales. Pero no es la inteligencia quien pone el momento de realidad, el poder de lo real, sino que se limita a aprehenderlo.

    Un saludo cordial.

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  13. Hola Elías.

    Sí, si tienes razón, Zubiri va más allá del raciovitalismo orteguiano y postula que lo radical en el hombre es su capacidad para aprehender la realidad de suyo; y esto es así porque la realidad es posibilidad abierta para el hombre, pero no para el resto de animales (seres con vida). Hasta aquí estamos de acuerdo.

    Tú mismo, como Zubiri en "El hombre y Dios", explicas muy bien en qué consiste ese momento de realidad formal aprehendida. Y, efectivamente, al ser la realidad aprehendida como formalidad, y no como contenido, el poder de lo real no está puesto por el sujeto (no es un concepto elaborado por la conciencia) sino que le es dado. Estamos de acuerdo también en esta lectura de Zubiri.

    Y también estamos de acuerdo en que el hombre es una realidad abierta a posibilidades del ser; y estamos de acuerdo en que las cosas tienen ese momento de excedencia posibilitante (ser más que la suma de todas las notas de la realidad) del que solo el hombre puede apropiarse.

    Lo que está claro es que el momento de aprehensión de la realidad, por parte del hombre, es, como dices, un estado relacional. Por eso apelé a Ortega, a su "yo y mis circunstancias", o hubiese podido recurrir a Heidegger y su Dasein (ser-en sí del ente y ahí en el mundo). Esta relación entre hombre y realidad es evidente e innegable.

    Pero la pregunta que tratábamos de responder era, como bien señalas tú mismo, la siguiente (copio tu párrafo):

    "La pregunta sería por qué las cosas entre las que se encuentra el hombre se convierten en posibilidades para el hombre y no, por ejemplo, para el resto de animales que también poseen vida".

    Pues eso, ya sabemos que se da un estado relacional entre hombre y realidad, pero... ¿Por qué la realidad es una posibilidad abierta para el hombre y no para el resto de animales?
    Yo defendí una tesis cognitivo-evolutiva, que ya expliqué, para dar respuesta a esta pregunta. Y tú sostienes:

    "Yo considero que desde que el hombre es hombre, y precisamente por serlo, ya anidaba en él el sentimiento de trascendentalidad".

    Y concluyes:

    "Si desde el punto de vista filosófico el hombre, y por serlo, es ya una realidad abierta, entonces lo es desde un principio".

    Yo veo una petición de principio en tu argumentación, pero no una respuesta que nos diga por qué la realidad es abierta para el hombre y no para el resto de animales. Partes del principio (que se explica a sí mismo) de que en el hombre ya anida el sentimiento de trascendencia por el hecho de ser hombre. ¿¿??

    Se me ocurre una objeción a tu respuesta: si nos dices que "la realidad es abierta para el hombre desde que el hombre es hombre", entonces tendremos que dar respuesta a otra cuestión fundamental: ¿y en qué momento el hombre es hombre?

    Solo se me ocurren dos explicaciones que nos responden a esta cuestión:

    1) El hombre es hombre desde que es creado y/o aparece, tal cual, como hombre.
    2) El hombre llega a ser hombre a través de un gradual y largo proceso evolutivo; es primero animal, luego homínido y, finalmente, hombre.

    Es que, Elías, no veo más opciones. Fíjate, incluso, que prescindo de dar una explicación divina en la explicación primera; el hombre pudo aparecer tal cual, no solo por haber sido hecho a imagen y semejanza de Dios, sino porque se produjera una mutación radical a partir de otro ser o incluso porque el hombre hubiese sido puesto en el mundo por una inteligencia alienígena.

    Ya sé que el poder de lo real no tiene por qué explicarse necesariamente desde Dios, pero cómo explicamos, entonces, el hecho de que la realidad solo sea abierta para el hombre y no para el resto de animales.
    Si respondemos que "la realidad es abierta para el hombre desde que el hombre es hombre", entonces estamos obligados a contestar desde CUÁNDO o CÓMO llegó a ser hombre el hombre.

    Un saludo cordial.




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  14. Hola Herr Goldmundo

    Dices: “Yo veo una petición de principio en tu argumentación, pero no una respuesta que nos diga por qué la realidad es abierta para el hombre y no para el resto de animales. Partes del principio (que se explica a sí mismo) de que en el hombre ya anida el sentimiento de trascendencia por el hecho de ser hombre. ¿¿??
    Se me ocurre una objeción a tu respuesta: si nos dices que "la realidad es abierta para el hombre desde que el hombre es hombre", entonces tendremos que dar respuesta a otra cuestión fundamental: ¿y en qué momento el hombre es hombre?

    Zubiri distingue en su noología entre la aprehensión primordial de realidad, el logos y la razón. Y es la aprehensión primordial de realidad la raíz fundamental que constituye al hombre en tanto que hombre. Si no fuera porque el hombre aprehende realidades (formalidad de realidad) no habría logos y razón. Ahora bien, el aprehender la cosas como realidades (aprehensión primordial de realidad) es un propiedad que se posee o no se posee (ya sabes, no se puede estar medio embarazada), por tanto, no es una cuestión de intermedios. O se aprehenden las cosas como realidades o como estímulos. Podrá haber una evolución de la razón pero lo que no puede existir en una evolución en aprehender las cosas como realidades.

    ¿Cuándo, y según Zubiri, se es hombre? Pues se es hombre desde que un animal, y por hiperformalización cerebral, aprehende las cosas como reales. Podrán poseer diferentes capacidades para razonar como en el caso del homo habilis pero todos ellos eran hombres porque aprehendían las cosas como reales. La tesis de Zubiri es que el hombo habilis, homo erectus y así hasta llegar al homo sapiens son plenamente hombres, aunque poseyeran diferentes capacidades de raciocinio, por el hecho de que todos ellos aprehendían las cosas como reales.

    Para Zubiri, y llegado un determinado punto evolutivo, se produce una hiperformalización cerebral que hace que emerja esa propiedad que llamamos alma, mente o psique (función cerebral y no sustancia separada de lo orgánico) y que es capaz de aprehender los estímulos como reales. Y es precisamente el aprehender las cosas como reales lo que hace que se aprehenda el poder de lo real y lo que hace poseer ese sentimiento de trascendentalidad como podemos comprobar de los restos arqueológicos que nos brinda la antropología positiva)

    Resumiendo:

    1.- ¿Cuando aparece el primer hombre?

    Aparece cuando un determinado animal es capaz de aprehender las cosas como reales

    2.- ¿Por qué una especie puede aprehender las cosas como reales?

    Pues porque, y a través del proceso de evolución, se produce una hiperfomalización cerebral (complejización de las estructuras cerebrales) que hace que emerja esa propiedad por la cual se pueden aprehender los estímulos como estímulos reales.

    Y todo ello nada nos dice, en principio, sobre la existencia o no de Dios. Es más, no podemos partir ni de su existencia ni de su inexistencia como en el caso de Heidegger.

    Un saludo cordial.

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  15. Hola Elías.

    Has expuesto una magnífica explicación.
    La respuesta de Zubiri a la pregunta de "cuándo se es hombre" se me antoja muy parecida a la mía.
    Sigue quedándonos en el tintero cómo se llega a configurar esa "hiperformalización cerebral", aunque no cabe duda de que tiene lugar a lo largo de un proceso evolutivo.

    Sin embargo, lo que más me interesa de la idea de "hiperformalización cerebral" (la cual desconocía) es que a partir de la funcionalidad de la misma emerja lo que podríamos denominar "alma o psique".

    Yo entiendo que aprehender la realidad formalmente, a través de una psique o un "alma" sentientes, es lo que nos hace sentirnos religados al mundo; y entiendo, por tanto, que dicha religación nos abre o posibilita el camino a la trascendencia. Un animal, por ejemplo, solo oiría unas notas musicales, pero nosotros, además, extraeríamos de esas notas un "plus" de significado: la vivenciaríamos como un modo de ser trascendente y real (nos evocaría recuerdos y despertaría en nosotros emociones bien reales); se nos podría erizar el vello, podríamos derramar alguna lágrima e incluso, como suele decirse poéticamente, podría llegar a conmoverse nuestra alma.

    Ahora bien, sabemos que esta "alma psíquica" que nos conmueve y nos permite vivenciar modos de ser que no existen para el resto de los animales, no es el alma suprasensible e inmortal de Platón ni del cristianismo. Lo que nos permite esta "alma psíquica" mortal es experienciar y vivenciar la realidad enigmáticamente, es decir, como un "algo más", misterioso y sugerente a la vez, que nos insta o impele a captar ese "plus" de realidad que es más que lo meramente estimúlico.

    Podríamos concluir, efectivamente, que este modo de vivenciar la realidad, que solo le es dado al hombre, tiene sentido (significado) mientras el hombre vive y ES. Pero al morir el hombre, también muere con él esta "alma psíquica" y con ella todas sus vivencias trascendentes.

    Mi pregunta sigue siendo la misma:
    ¿Y qué sentido tiene dotarnos de una trascendencia temporal que es vivenciada y/o experienciada como tal en tanto vivimos, pero que se convierte en NADA cuando morimos?

    ¿Quizás el sentido sea el de proporcionarnos "distracciones y búsquedas vitales" por tal de mantenernos vivos y, así, poder huir del suicidio?

    ¿Por qué surgió dicha hiperformalización cerebral?

    ¿No podría ser dicha hiperformalización cerebral el medio a través del cual nuestro organismo nos proporciona un SOMA reductor de la angustia existencial? ¿No sería el análogo a la morfina que se le suministra a un moribundo para paliar el dolor que le invade antes de morir?
    ¿No será dicha hiperformalización cerebral un taimado farmacéutico que nos suministra autoengaños neurobiológicos?

    Un saludo cordial.

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  16. Hola Herr Goldmundo

    Me gustaría hacer una matización aunque se salga un poco de tema que estamos tratando. La Biblia es un libro religioso y no un libro de ciencia o un libro de metafísica. Y verás por qué digo todo esto. En la Biblia lo que se dice es que el hombre volverá o no a reunirse con Dios. Lo que no se nos da en la Biblia es una teoría metafísica o una teoría científica en torno al hombre (ni falta que le hace). Otra cuestión es que la teología cristiana haya adoptado y adaptado determinadas teoría metafísica (platonica y/o aristotélica) para dar razón de sus creencias. Ni en la Biblia se dice que el hombre es la unión de dos sustancias (cuerpo y psique), y que tras la desaparición del cuerpo el alma permanece, ni falta que le hace. Lo que dice es que Dios acogerá a los hombres tras la muerte física. El cómo lo haga es algo que no se nos dice en la Biblia.

    Zubiri, por ejemplo, prefiere hablar de re-creación en lugar de resurrección. Y prefiere hablar de re-creación precisamente porque al considerar el alma, mente o psique, pero no como una sustancia, sino como una función cerebral, tras la muerte dicha alma, mente o psique desaparece. Zubiri decía que con la muerte del hombre acaba todo del hombre y el hombre del todo. Ahora bien, Zubiri, pero ya como creyente, consideraba que era posible por potencia del Dios absoluto una re-creación de esa persona para ser acogida en el seno de Dios. Digamos que Dios lo que haría sería volver a re-crear a la persona ( teniendo en cuenta toda su vida pasada) para acogerlo o no en su seno. Independientemente de que se esté o no de acuerdo con ello lo que pretendo decir es que para ser cristiano o creer en que las personas podrán volver al seno de Dios no es necesario sostener que el alma es inmortal.

    Dices: “¿Y qué sentido tiene dotarnos de una trascendencia temporal que es vivenciada y/o experienciada como tal en tanto vivimos, pero que se convierte en NADA cuando morimos?

    Creo que todo lo anterior responde a tu pregunta. Yo personalmente no comparto la idea de infierno que tenía Zubiri. Pero esa es ya otra cuestión.

    Dices: ¿Por qué surgió dicha hiperformalización cerebral?

    Decía Laín Entralgo que las cuestiones penúltimas son ciertas mientras que las últimas son inciertas. Es decir, el por qué último, más allá del científico, de dicha hiperformalización dependerá de si se es ateo, agnóstico o teísta.

    Dices: “¿No podría ser dicha hiperformalización cerebral el medio a través del cual nuestro organismo nos proporciona un SOMA reductor de la angustia existencial? ¿No sería el análogo a la morfina que se le suministra a un moribundo para paliar el dolor que le invade antes de morir?

    Pues verás, yo considero que es justo al contrario. Considero que la angustia existencial es consustancial, y no consecuencia, al hecho de aprehender los estímulos como reales fruto de esa hiperformalización cerebral. Es porque aprehendemos las cosas como reales por lo que consustancialmente nos tenemos que preguntar ¿Qué va a ser de mi? y ¿Qué voy a hacer de mí?
    Es decir, con la hiperformalización aparece la angustia existencial y no la reducción de la misma. Es más, en los animales no existe ningún tipo de angustia existencial precisamente por la no existencia de esa hiperformalización cerebral.

    Un saludo cordial

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  17. Hola Elías.

    La explicación zubiriana sobre la re-creación de la persona tras la muerte, teniendo en cuenta su vida pasada, me ha recordado a otra explicación parecida que me dio un pastor adventista.
    Si no recuerdo mal, dicho pastor me explicó que la resurrección consistía en una nueva "reactualización" del alma, de tal manera que esta era mejorada potenciando la felicidad y desterrando todo vestigio de sufrimiento; y, me aseguró, que dicha alma o "persona mejorada" seguiría teniendo memoria y conciencia de quién fue, pudiendo volver a reencontrarse con sus seres queridos en la "nueva vida".

    No sé, ahora ya estamos entrando en el terreno de la fe, y, efectivamente, el porqué de la hiperformalización a la que nos referimos solo podrá responderse desde las creencias o la fe de cada individuo.

    Volvemos al principio y a la circularidad aporética que lo mismo nos permitía aseverar que "el hombre es un ser para la muerte" o que "el hombre es un ser para la vida".
    Así, como bien señalas, lo mismo podríamos decir que con la hiperformalización cerebral se abrió la posibilidad de experienciar la realidad más introspectiva y enigmáticamente, haciéndonos conscientes de nuestro ser y descubriéndonos la angustia existencial.

    Ahora bien, dices que los animales no padecerían angustia existencial por carecer de hiperformalización cerebral, ¿entonces los seres humanos con muy baja capacidad cognitiva también carecerían de ella?
    Siempre se ha dicho que los "tontos viven felices en su ignorancia". Podríamos deducir que esto es así porque carecerían de una "sólida" hiperformalización cerebral, lo cual me hace sospechar que esta esté muy estrechamente relacionada con la inteligencia o capacidad para razonar. ¿Cómo lo ves?

    Un saludo cordial.

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    1. Saludos, Herr Goldmundo

      Francamente, yo tampoco estoy interesado en hablar sobre cuestiones de fe. Así que vayamos con tu pregunta que dice: “Ahora bien, dices que los animales no padecerían angustia existencial por carecer de hiperformalización cerebral, ¿entonces los seres humanos con muy baja capacidad cognitiva también carecerían de ella?
      Siempre se ha dicho que los "tontos viven felices en su ignorancia". Podríamos deducir que esto es así porque carecerían de una "sólida" hiperformalización cerebral, lo cual me hace sospechar que esta esté muy estrechamente relacionada con la inteligencia o capacidad para razonar. ¿Cómo lo ves?

      Bueno, en primer lugar disculparme porque siempre te estoy matizando y al final parece que yo soy el profesor y tu mi alumno. Lo cual, obviamente, dista de la verdad. Ya sabes que Zubiri, del cual he recibido una gran influencia, aunque no comparto todos sus puntos de vista, pero sí su núcleo fundamental, no concebía ese dualismo sentir-inteligir sino que hablaba de inteligencia sentiente. Por tanto, el logos es sentiente y la razón es sentiente.

      Pero bueno, matizaciones a un lado, yo también considero que cierta desestructuración cerebral puede mitigar o modular dicho angustia existencial incluso hasta su posible desaparición según el grado de desestructuración. En lo que ya no estoy tan de acuerdo es que esté directa o primeramente relacionada con la capacidad de razonar sino con la de sentir. La angustia existencia no es un pensamiento, un concepto o una idea sino que es un sentimiento.

      Pero claro, si yo digo ahora que la angustia existencial está relacionada con la capacidad de sentir más que con la capacidad de razonar estaría recayendo nuevamente es ese dualismo sentir-inteligir con el cual no estoy de acuerdo. Lo cual sería contrario a esa inteligencia sentiente o a esa razón vital que defendemos.

      Lo que ocurre es que no hay sentimientos puros como no existen pensamientos puros. Y parece, según experimentos científicos, que dicha tesis es sostenible. Todo sentimiento, incluso los más primarios, parece que están entreverados con creencias, ideas, etc. Es decir, que los sentimientos están constitutivamente entreverados con el logos y con la razón.
      Es decir, y a modo de ejemplo, no es lo mismo infligir una serie de golpes en una persona que un sadomasoquista. Uno puede sentir dolor mientras que el otro puede sentir placer. Y no dependerá, por tanto, únicamente de la intensidad de los golpes no de los receptores nerviosos.

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    2. Y vayamos a un último punto. El hombre es una unidad psico-orgánica. Es decir, todo lo orgánico es psíquico o todo el psiquismo es orgánico. Zubiri decía que únicamente existía un único sistema, una única sustantividad, como es la unidad psico-orgánica. Otra cuestión es que desde el punto de vista del análisis, y no desde el de a realidad, podamos distinguir entre lo orgánico y lo psíquico. Por tanto, y desde el punto de vista analítico, podemos hablar de dos subsistemas, el orgánico y el psíquico, y así podremos atribuirle más preponderancia a uno que a otro.

      Todo el mundo tiende a pensar que la digestión, por ejemplo, es un proceso meramente orgánico. Pero es que ello no es cierto. La digestión depende igualmente de los estados mentales. Una persona que posea muchos problemas o al que se le acabe de comunicar una mala noticia tendrá una mala digestión. Por tanto, hasta un proceso como la digestión, dependerá del estado mental de la persona. Todo lo orgánico es psíquico. Si a una persona que acaba de correr una maratón le sometemos al mismo test de inteligencia que cuando estaba en reposo los resultados no serán los mismos. Es que la capacidad de pensar o de reflexionar depende del estado orgánico. Por tanto, todo lo psíquico es orgánico. Todo lo psíquico es orgánico o todo lo orgánico es psíquico.

      Y por qué digo todo esto. Pues la verdad es que ya ni lo sé (creo que me he ido por las ramas). Ah, sí, ya recuerdo.

      He dicho que todo hombre posee una angustia existencial entendida por esos dos interrogantes que todo ser humano, de una u otro forma, en una u otra cultura, y en un momento u otro de su vida, se formula como son ¿qué va a ser de mi? y ¿qué voy a hacer de mi?
      Y también he dicho que dicha angustia existencial nace de que el hombre es una realidad abierta y de que la realidad nos está presente como algo “más” que unos determinados contenidos.
      Pues bien, cualquier desestructuración severa o profunda de ese unidad psico-orgánico hará que dichas preguntas se den de forma matizada o incluso muy disminuidas.

      Un saludo cordial

      Discúlpame la extensión. Además creo que esta vez he dado demasiadas vueltas para decir lo mismo.

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  18. Hola Elías.

    Tú sigue matizando, no te preocupes. Desarrollo mejor mis ideas a partir del intercambio dialéctico y compartiendo diferentes reflexiones y puntos de vista.

    De hecho, he replanteado mi conclusión final. Así, creo de justicia dar cabida a una tercera opción o respuesta a la pregunta que iniciaba esta reflexión: ¿Qué esperanza de salvación puede albergar la humanidad?

    Frente al cinismo hipócrita y la honestidad desesperanzada quizás pudiera abrirse paso la opción de una suerte de "ingenuidad" humanista que apostara por la necesidad de seguir creyendo.
    No solo Zubiri, sino también Erich Fromm y el más actual Peter Sloterdijk irían en esta última dirección.
    De hecho, Fromm criticó el pesimismo de Heidegger, referente a la imposibilidad de que el ser humano se salvara por carecer de humildad ontológica, y propuso la búsqueda de la libertad individual para salvar al hombre, a través de una autorrealización personal acorde con su propia "autenticidad".
    Sloterdijk, por su parte, retoma actualmente la idea de "alma psíquica" en su propuesta o tesis sobre la coexistencia que precede a la existencia y nos propone la alternativa de un nuevo poshumanismo.

    Todas estas propuestas de salvación son, efectivamente, opciones y posibilidades del ser, unas más religiosas o religadas a la realidad (Zubiri) otras más psicológicas (Fromm) y otras más creativas y psico-antropológicas (Sloterdik).
    Pero lamento seguir ejerciendo de abogado del Diablo: ¿Y si tan solo fuesen nuevos modos de autoengaños, necesariamente más elaborados que sus predecesores, por tal de superar los autoengaños ya desenmascarados por la razón?

    Y sí, la razón o inteligencia es sentiente, por supuesto. La inteligencia es lógica, pero también emocional, como gusta de señalarse ahora desde el descubrimiento de la "inteligencia emocional" y desde que sabemos que existen diferentes tipos de inteligencias (lógico-matemática, lingüística, corporal, intrapersonal, existencial...)

    Si te fijas, hemos dado un paso de gigante. El reconocimiento de una multiplicidad de inteligencias (12 según algunos autores) supone el reconocimiento de la singularidad de diferentes clases de personas.
    Como suelo decir: "dime qué clase de filosofía o ideología eliges, o qué clase de vía de la razón prefieres para salvarte, y te diré cómo eres".

    De todos modos, en breve expondré una reflexión sobre la verdad, donde abordaré, una vez más, el asunto más urgente y radical de nuestro tiempo: ¿todavía puede salvarse el humanismo de sí mismo?
    Sacaré a colación las propuestas de Fromm y Sloterdijk y, como no podría ser de otra manera, las desenmascararé como "creativos y originales" autoengaños.

    Un saludo cordial.

    P.D. Totalmente de acuerdo en que el hombre es una unidad psico-orgánica. Ya hace tiempo que en psicología se tiene presente la estrecha interrelación o unicidad entre psique y cuerpo: psicomotricidad, psicomatización, psicogenética...

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    1. Saludos, Herr Goldmundo

      Dices: “Pero lamento seguir ejerciendo de abogado del Diablo: ¿Y si tan solo fuesen nuevos modos de autoengaños, necesariamente más elaborados que sus predecesores, por tal de superar los autoengaños ya desenmascarados por la razón?”

      Ya, pero es que no existe una fórmula para dar con la respuesta correcta. Antes se pensaba que la existencia o inexistencia de Dios podía ser demostrada, pero en la actualidad, y tras el conocimiento y el reconocimiento de las limitaciones de la razón, ya no se habla en términos de demostraciones sino de argumentos. Es que al final se trata de “apostar”.

      Espero la publicación de tus nuevas reflexiones que sin duda serán bastante interesantes.

      Un saludo cordial.

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