jueves, 18 de abril de 2019

LA REALIDAD FUNDAMENTO Y EL SER (y sobre Dios)


INTRODUCCIÓN
Ahora que estamos en Semana Santa se me antoja, más que nunca si cabe, reflexionar sobre la filosofía primera, atender y pre-ocuparnos por las cuestiones trascendentales que impregnan la enigmática vida humana llena de misterios inescrutables: la existencia, el mundo y la realidad que nos envuelve.
Zubiri, en su magnífica obra “El hombre y Dios”, se refiere a la realidad-fundamento como una suerte de “arjé” o principio a partir del cual tiene su origen el todo (universo, mundo, vida). Creo que la definición zubiriana sería análoga a la de “ápeiron” (lo indefinido e ilimitado) de Anaximandro de Mileto, pero, sobre todo, se correspondería con la acepción heideggeriana del Ser.

PROBLEMA TEOLOGAL o LA CUESTIÓN DEL SER
La teología judeocristiana sitúa a Dios como principio (realidad última) de todas las cosas: creador del universo, el mundo y la vida. Primero fue Dios. Sin embargo, Zubiri hizo una importante distinción entre Dios (ser supremo creador) y el poder de lo real; la fuerza de la realidad misma que impele al ser humano a desentrañar el enigma (el porqué) de su propia existencia. El poder de lo real se “apoderará” de todos los seres humanos, pero no por ello, necesariamente, todos creerán en la POSIBILIDAD de que un ser supremo (Dios) sea la última realidad-fundamento.

Dirá Zubiri:
“No es Dios el que se nos presenta enigmáticamente, sino que es el poder de lo real, la propia realidad, la que se nos presenta de forma enigmática. Y será ese carácter enigmático (misterioso) de la realidad el que nos llevará a plantearnos el problema de Dios como una posibilidad más dentro del problema teologal.”

En mi opinión, el “problema teologal” al que se refiere Zubiri podría denominarse, perfectamente, el problema existencial. Cualquier ser humano apresado por el poder de lo real, pre-ocupado ante el angustioso enigma de la existencia, se pregunta por la cuestión del ser (Heidegger).
Todos, en mayor o menor medida, y con más o menos pre-ocupación o “cuidado” atendemos la cuestión del ser; aunque no es menos cierto que algunos “antiesencialistas” pretenden hacernos creer que ellos no, que ellos prescinden de cualquier tipo de razonamiento metafísico, des-pre-ocupándose, así, del problema teologal, en su opinión “irrelevante” (más adelante desenmascararé esta mentira comunista).

Zubiri escribirá al respecto en su ensayo “El problema teologal del hombre”:
“El hombre actual, sea ateo o creyente, se halla en una actitud más radical. Para el ateo no solo no existe Dios, sino que ni siquiera existe un “problema de Dios…  Pero esto mismo acontece al teísta. El teísta cree en Dios, pero no vive a Dios como problema”.

¿Qué pretende decirnos Zubiri?
Desde otra perspectiva y con otra terminología, Zubiri nos habla, como Heidegger, de la cuestión del ser; nos señala que el signo de la posmodernidad ha sido el olvido del problema teologal (léase olvido del ser). Olvidarse del “problema” del ser, des-preocuparse del mismo, ha sido una actitud común tanto en ateos como teístas. Lo que nos dice Zubiri, como Heidegger, es que el ser humano se ha olvidado voluntariamente de intentar desarrollar una visión holística de la realidad (llámesele si se prefiere visión mística y/o espiritual), alejándose, así, del camino de una necesaria humildad ontológica; negando su condición de vecino del ser y afirmándose como pastor y/o señor del mismo.

LA HUMILDAD ONTOLÓGICA
¿Quiénes pecan de falta de humildad ontológica?

Curiosa y paradójicamente, son los más fervientes creyentes, ya sean teístas o ateos, quienes con mayor prepotencia dogmática despreciarán a las conciencias contrarias. Así, en nuestras actuales sociedades, quienes siguen mostrando mayor prepotencia ontológica, y se “arrogan” estar en posesión de la verdad (sentido moral), son el Islam (teístas) y el comunismo (ateos).
EL ENGAÑO COMUNISTA

Obsérvese que, tanto el Islam, que no ha sabido reducir su celo dogmático a lo largo de la historia, como el comunismo, no dudan en sacrificar las conciencias individuales (derechos y libertades de los ciudadanos) en los sagrados altares de sus respectivos ”templos de la verdad”. Y es que, como bien supo ver Heidegger, el comunismo es una suerte de pseudoreligión con esencia propia. He ahí la gran mentira del dogmático comunismo: declararse materialista y realista, antiesencialista y antimetafísico y, sin embargo, creer ciegamente en una idea metafísica, hipostasiada y sustantivizada, llamada “justicia social”.
CONCLUSIÓN

Yo creo que el Ser de Heidegger sería el análogo al concepto de realidad de Zubiri, ese “algo que es más que nada”; esa realidad abierta al hombre como posibilidad, y a la cual este se encuentra inevitablemente religado.
Dicha “religación”, o comunión entre el hombre y el ser, obliga al Dasein a “hacerse a sí mismo”, le impele a dotar de sentido (es-sentia) su exsistencia, eligiendo para ello de entre la multitud de diferentes posibilidades que le ofrece la realidad (teísta o ateo).

No importará, en mi opinión, que la posibilidad elegida (sentido escogido) haya sido fruto de una inspiración o revelación divina, un proceso de atención reflexiva en el claro del bosque, o haya sido la construcción, pretendidamente “científica”, de un puñado de ideólogos (comunismo).

Yo no encuentro diferencia significativa entre “construir una verdad” o “hallar y/o desvelar una verdad”. El sentido descubierto podrá ser o no verdad, porque su justificación dependerá de la conciencia que, meditando y reflexionando, interprerá la realidad según su apriorística forma de ser. Pero es que, también, la verdad que se construya a través de una razón científica o consensuada o deliberada, dependerá de cómo sea el sujeto o grupo de sujetos que la hayan construido.
No será la vía (meditación vs razón científica y/o consensuada) ni el modo (descubrimiento vs construcción) quienes determinarán la “verdad del ser”, sino la clase de persona que seamos. Bien dijo Ortega que no se trataba de un problema entre clases sociales, sino entre “clases de personas”.

Una vez justificado racionalmente un sentido (hallado o construido) lo que importará será si éste respetará la realidad plural del resto de las conciencias individuales, mostrando humildad ontológica, o las combatirá con dogmático celo supremacista (Islam y comunismo).


2 comentarios:

  1. Buenas tardes

    No estoy completamente de acuerdo con alguna de sus afirmaciones, o afirmaciones de pensadores indicados, con respecto a lo que se considera verdad, o lo que deberia ser equivalente modelo cientifico.

    Los modelos cientificos pueden ser ciertos o falsos, pero constituyen una explicacion racional, mensurable y muchas veces probada con ensayos o con analisis de fenomenos. Pueden ser considerados como utilitaristas, ya que el mas nimio de los experimentos tira abajo la mas bonita de las teorias, pero siempre son sustituidos por otros que los superan y mejor justifican datos

    Sirva como ejemplo el dilema del modelo del atomo de Rutherford, el cual desde la electromecanica de Maswell era un puro disparate, y sin base cientifica. Pero nadie de los fisicos de principios de siglo XX se dio de baja de su oficio. Fue un modelo utilitarista superado poco a poco por todos y cada uno de los cientificos como Bohr, Pauli, Heisemberg, Schrodinger, y otros que lo moldearon

    Verdad cientifica? Modelo tan solo ?


    Espero haberme hecho explicar, con palabras tecnicas, ante mi bajo conocimiento conceptual de terminos filosoficos

    Reciba un cordial saludo



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  2. Hola José, gracias por tu comentario.´

    Perdona que haya tardado tanto en contestarte, pero estos días no he podido atender el blog.

    Creo que cuando tú te refieres a la ciencia la vinculas a una "verdad epistemológica" (conocimiento) pero yo me estoy refiriendo a una verdad ontológica (concerniente al ser).

    Lo que critico, precisamente, es que el Marxismo pretendiera, a través de un método científico epistemológico (materialismo científico e histórico) inferir una verdad (al cabo revelación) ontológica.

    Un saludo.

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