INTRODUCCIÓN
Decía Heráclito: “La guerra es la madre de todas las cosas, a unos hombres hace libres y a otros esclavos”.
El filósofo presocrático se refería a la guerra entendiéndola como “conflicto entre partes”, como dialéctica o lucha entre contrarios. Del resultado final de dicha lucha dependería que una de las partes fuese la dominante (libre) y la otra la sometida (esclava).
La guerra, aunque siempre cruenta e indeseable, también ha sido susceptible, a lo largo de la historia, de poder desarrollarse más o menos “civilizadamente” o, por el contrario, a la manera de “los bárbaros”, sin cuartel y sin respetar un mínimo principio ético-moral. Con la política siempre ha sucedido otro tanto, se podían desempeñar estrategias diplomáticas conciliadoras o estrategias más beligerantes y agresivas. Política y guerra siempre han aparecido lo largo de la historia unidas de forma indisoluble. No pueden entenderse la una sin la otra.
SHAKA ZULÚ (serie de 1986)
Ahora sabemos, gracias a la labor encomiable de la antropología, que a lo largo de la historia han existido pueblos y culturas que realizaban “la guerra” de una forma más ritual-deportiva que sanguinaria. Recuerdo ahora, a bote pronto, cómo en la película “El hombre que quiso ser rey” (muy recomendable) los pueblos rivales, en lo que hoy sería Afganistán, se declaraban la guerra “meando en el río” cuando las mujeres del contrario iban allí a lavar la ropa. Los guerreros, de hecho, se colocaban máscaras y escenificaban una serie de danzas, exhibiendo sus armas, más con el objetivo de demostrar su bravura que con intención de matar.
La serie “Shaka Zulú” también refleja un importante alarde de investigación antropológica, mostrándonos cómo las diferentes tribus zulúes se enfrentaban entre sí a través de una serie de “danzas guerreras”, provocándose los dos bandos, situados uno enfrente del otro, pero sin matar al contrario. Este ritual, catártico y deportivo, se fue al traste cuando un sanguinario caudillo, llamado Shaka, decidió “romper las reglas del juego”. El ambicioso Shaka recurrió a la técnica para desarrollar un arma que, más que ornamental, resultara operativa y, en definitiva, mortal: la iklwa, una especie de lanza corta, muy polivalente, que lo mismo podía utilizarse como espada o cuchillo que se podía arrojar contra el enemigo. Shaka sumó a su innovadora tecnología su desmesurada “voluntad de poder”. O quizás fuese su inmensa ambición la que le “inspiró” la creación de un arma que le permitiera subyugar a todos los pueblos vecinos.
SÁNCHEZ ZULÚ
Pues bien, lo que más me llamó la atención cuando vi “Shaka Zulú”, siendo todavía un niño-adolescente, fue la sorpresa inesperada que causaba en el enemigo el hecho de que un pueblo rival les estuviera matando realmente, de verdad, sin escenificaciones rituales. La sorpresa era tal que los guerreros se quedaban paralizados, sin dar crédito a lo que sucedía, mientras las letales iklwas los masacraban, uno a uno, sin que apenas nadie ofreciera resistencia. ¿Qué estaba pasando?
Se habían roto “las reglas del juego”; se había vulnerado la ley tradicional, no escrita, que estipulaba cómo hacer la guerra de forma civilizada. Había surgido una nueva manera de hacer la guerra.
Esto, amigos míos, es lo que ha sucedido en España con el ambicioso Sánchez. Con el actual presidente del gobierno ha surgido una nueva manera de hacer política incivilizada, letal para la nación y para todos los españoles. Sánchez zulú ha desarrollado armas propias de artero, traidor y felón, que han dejado estupefacta a la generalidad de la oposición, sin capacidad de reacción.
A la sorpresa primera, ¿cómo se ha atrevido a tanto?, le ha seguido una suerte de resignación paralizante que ha dejado a toda la clase política indefensa, esperando todos los políticos a ser fagocitados, anulados o eliminados por la nueva política artera y sin escrúpulos de Sánchez zulú.
La parálisis del contrario, incapaz de reaccionar ante "la nueva realidad", le ha permito a Sánchez masacrar a la oposición a golpe de decretos, abusando de la mentira y la deslealtad hacia España y el conjunto de los españóles.
CONCLUSIÓN
Por primera vez en democracia, desde que se iniciara la Transición tras la muerte del Caudillo, un político ambicioso y sin escrúpulos ha traspasado todas las líneas rojas y "ha roto las reglas del juego democrático". Un peligroso Shaka ha puesto en peligro la misma integridad de la patria y el futuro de todos los españoles.