INTRODUCCIÓN
Hace ya unos meses, aprovechando un día que se adivinaba soleado, salí a hacer una de mis largas caminatas "heideggerianas"; largos paseos que lo mismo me sirven para rebajar triglicéridos, colesteroles y barriga, que me permiten reflexionar sobre la frustrante realidad y el hecho trágico que supone el drama de vivir.
CAMINOS DE BOSQUE
Como decía, en uno de mis habituales paseos montañeses, recorriendo caminos rodeados de pinos, coincidí con un hombre bastante más joven que yo. Caminaba el sujeto, feliz, flanqueado por dos pequeños: un niño de unos 4 o 5 años y una pequeña de poco más de tres. A medida que me acercaba a ellos se me esbozaba una tímida sonrisa. ¡Qué recuerdos! El niño, to chulo, hacía sonar un silbato mientras la pequeña, alegre y jocosa, canturreaba letras ininteligibles.
Al llegar a la misma altura que ellos, el niño me miró fijamente y me obsequió con un sonoro y retador toque de silbato, como queriéndome decir "¡y tú qué miras!". La niña, por el contrario, me saludó con una bella sonrisa y me dijo "hola". ¡Hola!, le respondí agradecido. ¡Buenas!, añadió el padre orgulloso de su prole. Y tras devolverle el saludo proseguí mi camino, sin poder evitar recordarme a mí mismo paseando con mis pequeños hace ya algunos años.
El último paseo con el pequeño, antes de que fuese secuestrado y apartado de mí por las perversas tecnologías, fue hace más de tres años (él tendría unos 10 años). Recuerdo que la última vez que logré sacarle de casa, para que paseáramos juntos, tuve que sobornarle ofreciéndole 5 euros. Ahora ya no se mueve del sofá, o de la cama, ni por 10 euros. Prefiere pasarse las horas frente a la Play, el ordenador o el móvil. Sí, mi hijo es un otaku.
¡Cómo han cambiado los tiempos! Los mejores recuerdos que tengo con mi padre se retrotraen a aquellos sábados y domingos, o días de vacaciones, en que nos llevaba a mis hermanos y a mí a recorrer montañas, senderos o cualquier lugar apartado de la civilización. Mi padre fue un provinciano amante de la naturaleza que tuvo la desgracia de tener que vivir y morir en la urbanita Barcelona (¿cuántas veces exclamaría que él no se moriría en Cataluña?).
A cada paso que daba, el estrecho sendero por el que transitaba parecía empeñarse en despertar mi memoria. ¡Cómo echaba de menos a mis pequeñucos! Ya no volvería a pasear más con ellos. Han crecido y sus gustos e intereses están muy alejados de los míos. A ninguno de mis hijos les gusta la naturaleza.
Ya solo me queda la esperanza de llegar a ser abuelo. Me gustaría volver a recorrer bosques y senderos junto a unos nietos a los que poder explicarles cuentos y chistes, cosas sobre la naturaleza, curiosidades y tonterías, como hice yo con mis hijos y como hizo mi padre con los suyos.
NUEVAS IDEOLOGÍAS
Al llegar a casa pillé a mi hija por banda y, como el que no quiere la cosa, tras iniciar una conversación saqué a colación, distraidamente, el tema de los hijos:
- Oye, ya sabes que si alguna vez cometes un "desliz" y te quedas embarazada no debes preocuparte, la mamá y yo criamos a tu bebé.
- ¡Otra vez, viejo! ¡Qué pesado! Ya te he dicho mil veces que no pienso tener hijos. No pienso quedarme 9 meses con un niño dentro de mí y luego tener que sufrir los dolores del parto.
- ¿Por qué no te quedas preñado tú?, setenció furiosa.
- ¡Ya lo está!, apostilló el pequeño, siempre al acecho, señalando mi "generosa" barriga.
Y así, eludiendo el tema de los nietos, mis dos vástagos comenzaron a descojonarse, lo cual facilitó que mi hija se relajara y me "regalase" una lección gratuita de ideología LGTBI.
Mi joven empoderada (joío palabro) me largó un rollo patatero sobre las diferencias entre sexo y género. Me ilustró apasionadamente, explicándome que, en realidad, muchos "trans" estaban confundidos porque no diferenciaban correctamente entre lo que era sentir su propio cuerpo a nivel biológico (sexual) y a nivel cultural (género). Llegó a su propia conclusión (que no recuerdo) y, a continuación, pillándome en braguillas, me soltó:
- ¿Tú qué crees, viejo?
Yo le solté una sarta de sinsorgadas (en realidad no he reflexionado suficientemente sobre el tema en cuestión). Y mi hija, frunciendo ligeramente el ceño, seguramente advirtiendo que yo no tenía ni pajolera idea, se volvió a su habitación despidiéndose con un condescendiente vale.
Me preocupé, porque antes pensaba que mi hija no quería tener hijos por cabezonería propia de adolescentes, pero, tras comprobar que su decisión estaba tan bien meditada y fundamentada, sentí pánico: ¿me negaría mi hija la Gracia y la dicha de ser abuelo?
Caí en la cuenta, entonces, de que los tiempos, las costumbres, valores y creencias, estaban cambiando demasiado rápido; tan rápido que la vida, lo que para mí significaba el hecho de estar vivo y religado a la naturaleza, se estaba olvidando y, peor aún, se estaba despreciando sin ningún disimulo. Otras nuevas conciencias (ideologías) se están mostrando ahora desnudas en el claro del bosque. Nuevas "verdades" seducen a nuestros hijos y nos los arrebatan; nuevos modos de ser que nos niegan la esperanza en un futuro mejor; un futuro con hijos y con nietos.
¡Joíos niños! Recordé la expresión que repetía machaconamente un amigo de mi padre (tuvo 6 churumbeles). Cada vez que alguno de sus hijos se la liaba parda, se quejaba soltando su "¡joíos niños!", pero siempre con la boca chica, porque aquel buen hombre sabía, a pesar de todo, que sus hijos eran lo más valioso que tenía.
Los hijos, por mucho que nos toquen los huevecillos (como yo suelo decir), son lo más valioso de nuestras vidas... al menos de momento y hasta que una ideología supremacista dicte lo contrario.
Reflexiones de un hombre de carne y hueso, como diría Unamuno.
ResponderEliminarBuenos dias
ResponderEliminarNo esta Ud solo en sus cuitas y penas. Hay desesperanzados que sienten que les han abducido a sus hijos con la irrealidad
Pero nos han ganado Zizek, y seguidores, aquellos que entienden la realidad simbolica, es decir la milonga y cuento aprendido y asumido, como necesaria y lo real-real como obstaculo a superar
Pero, yo que vengo de formacion cientifica, mundo real? imaginario? en donde las manzanas se caen de los arboles, y siempre hacia abajo, y que he vivido en 5 paises de 4 civilizaciones diferentes ( segun Huntington ) me cuesta reconocerlo
Recordando a un video de Jesus G Maestro en donde vaticina, mas bien profetiza, el fracaso de las personas " mal educadas " en el mundo real, las cuales no seran capacaces de enfrentarse a la vida y acabaran fracasados, le recuerdo que hay que ir al origen, y negar la raiz y base de la dialectiva de Hegel, volver a los viejos criterios aristotelicos de verdad y realidad, sin bien mis ojos no lo veran ( me acerco a viejo ).
Pero lo cierto es que creyendo encontrarnos en la modernidad liquida hemos llegado a las distopias de Zizek
Cordiales saludos
Jose
Buenos dias
ResponderEliminarDisculpen el anterior discurso si les parece pomposo, pero no se ha ocurrido otra manera de explicar lo que en los pueblos se decia: Quien no tiene nada que hacer con el c.u.l.o coge flores
Y son muchos por cierto
Parece que hemos fracasado de exito.
En Occidente claro, en las otros paises aun hay mucho que hacer para ganarse el pan, el cuscus, o la torta de maiz
Saludos
Jose
Hola Ana
ResponderEliminarSí, reflexiones de "carne y hueso", o el "vano deporte de reflexionar (filosofar)", que diría Ortega.
En realidad, pretendí reflexionar sobre las nuevas ideologías LGTBI y la teoría queer, pero me pudo el hastío y me limité a transcribir vivencias más personales.
Con las nuevas ideologías posmodernas (LGTBI, animalismo, ecologismo, femimarxismo...) me pasa como en su día con las diferentes interpretaciones marxistas (anarquistas, leninistas, troskystas, maoístas...), me aburren. Ca cual defiende "su verdad" apasionadamente desde la más ferviente fe.
Un saludo
Hola José
ResponderEliminarSí, la partida la están ganando Zizek y sus seguidores, pero todavía nos quedan Peter Sloterdijk, Safranski y algún otro... ¿quizás también el legado de Gadamer?
Vuelves a arremeter contra Hegel, pero a mí el pensador de lo Absoluto me parece muy "clarividente". Hegel no tuvo la culpa de que Marx le diera la vuelta y pervirtiera, torticeramente, su tesis dialéctica.
Gustavo Bueno y Jesús G. Maestro retornan a Aristóteles, a través del realismo materialista del MF, huyen del idealismo hegeliano. Pero para ello le dan la vuelta del revés a Marx, como Marx se la dio a Hegel.
En realidad, Hegel resulta imprescindible para entender cómo funciona y opera la dinámica de la conciencia; es imprescindible para entender la filosofía de la modernidad y la posmodernidad. De hecho, Hegel está en Marx, pero también está en Heidegger. Y a partir de estos dos grandes pensadores, Marx y Heidegger, han surgido los filósofos que son actuales referentes en nuestros días: Zizek a partir de Marx, Y Sloterdijk a partir de Heidegger.
Lo que dices: "parece que hemos fracasado de éxito" es muy parecido a lo que sostiene Peter Sloterdijk, que afirma que nos hemos convertido en "animales del lujo"; somos los hijos consentidos de las "sociedades del bienestar"; individuos que se olvidaron de la cuestión del ser y se endiosaron, creyéndose con derecho a todo y sin estar sujetos a ningún deber.
Un saludo cordial