viernes, 29 de marzo de 2019

DEL PSOTHUMANISMO AL EROTISMO (Peter Sloterdijk)


Acepto que "el ser humano es constitutivamente racional y moral". No hay “don sin din (dinero), ni cojones en latín”, como decía mi abuela. Porque no hay humano que carezca de moral; es decir, no hay ningún individuo que no haga “suyos” los valores de una determinada cultura o, en su defecto, no se aferre con uñas y dientes a “sus propios valores”, a “su verdad”, que diría el vulgar y cínico Pedro Sánchez.
También acepto que la verdad es histórica, pues, como suelo señalar, es la razón histórica la que, en cada época, decide hacer suya la verdad de "su" tiempo. Y dicha verdad, tras ser "descubierta" o construida como posibilidad por algún pastor del ser (sabio o sofista ideólogo, tanto da) solo será aceptada (institucionalizada en términos Foucaultianos) por el ente colectivo tras comprobarse que es necesaria (buena) para el funcionamiento (autoconservación) del parque humano.

Lo que hemos dado en llamar “humanismo”, suerte de club de ilustrados, se encarga de ello; tiene como misión determinar qué cosmovisión y/o reglas y normas (moral al cabo) serán las más convenientes (buenas y justas) para civilizar al zoo humano. Pero deberá hacerlo teniendo muy en cuenta que el ser humano no es solo un SER TEMPORAL, que se hace a sí mismo a lo largo del tiempo (durante su existencia), sino que también es un SER EN EL ESPACIO (en-lo otro y con-lo otro).

Si la última misión del humanismo no ha de consistir tan solo en que cada individuo sea su propio señor (libre y dueño de sí mismo), sino que también ha de consistir en garantizar la preservación de cualquier tipo de sociedad (cultura y/o civilización), ¿cómo habría de lograrse tal cometido? ¿Cómo preservar la integridad y las libertades de los individuos respetando, al tiempo, la razón de ser de diferentes morales y/o ideologías, algunas con tendencias supremacistas o descaradamente supremacistas (neocomunismo, femimarxismo e Islam)?

Ante la falta de solución a la urgente cuestión de “qué hacer con las morales supremacistas”, la razón ilustrada se ha estancado en un último estadio (el actual estado de la razón CÍNICA); un estadio o momento histórico en el que permanece RESIGNADA y RENDIDA, esperando que todo salte por los aires. Mientras, las últimas almas bellas, cándidos humanistas, aún albergan la vana esperanza de que la humanidad se salve de sí misma a través de una razón verdaderamente emancipadora y/o liberadora (¿verdad Habermas?).

La pregunta del millón, pero, sigue siendo la misma desde hace décadas, y compete a la cuestión del ser (Heidegger):

"¿Está el humanismo irremediablemente abocado a su autodestrucción o hay posibilidad de salvación?”.
Heidegger fue pesimista y vio con claridad que, sin una necesaria humildad ontológica, el humanismo no podría salvarse de sí mismo, de su arrogancia prepotente y señorial como criador y domesticador del "parque humano".  Así, el dogma prepotente que no imponga una conciencia lo impondrá su conciencia antagónica.


Sloterdijk apostó en "Esferas" por un nuevo POSTHUMANISMO, una suerte de nueva metafísica (superación de Heidegger) que hiciera hincapié en la necesidad de armonizar el ser-en sí del individuo con su ser-en el otro a través del arte y la creación estética. No deja de ser una propuesta tanto o más ideal, y por tanto utópica, que la de los últimos humanismos que se erigieron en libertadores del hombre: el marxismo y el actual neomarxismo habermasiano.
La propuesta de Sloterdijk, como la de todo humanismo ilustrado, parte de la premisa de que “el otro” o “lo otro” no tiene por qué ser nuestro enemigo. Pero la historia, tan terca como obstinada, nos ha demostrado que los sueños, por desgracia, sueños son y sueños siguen siendo.

¿Ha sido casualidad que Sloterdijk, después de parir la trilogía de “Esferas”, su última búsqueda, tan desesperada como creativa, de un posthumanismo que salvara la civilización, se haya refugiado en la literatura erótica? ¿Por qué?
¿Se ha rendido Sloterdijk, como Unamuno, y cree que los hombres de carne y hueso ya solo pueden soñar con una trágica “autosalvación” personal que saben que NUNCA llegará?

¿Qué significa la incursión de Sloterdijk en la novela erótica? ¿Acaso es el pistoletazo de salida que nos invita a “follar que solo son dos días”? ¿O es la consecuencia natural y lógica del eterno retorno de la conciencia que, tras comprobar que no hay nada más allá de los sueños, vuelve a sus orígenes, volviendo a reivindicar a los antiguos dioses de la tragedia (Baco y Eros)?

miércoles, 27 de marzo de 2019

PSICOLOGÍA INVERSA (modelos paternales)


¿PSICOLOGÍA INVERSA o EL PESO DE LA RESPONSABILIDAD?

Muchos padres se jactan de saber orientar a sus hijos, logrando que su prole acabe aceptando, finalmente y después de férreas resistencias, los caminos propuestos por ellos. Yo no suelo conseguirlo. Mis hijos hacen lo que les da la realísima gana. Pero a mí, por lo general, me gusta lo que deciden hacer; y lo que no me gusta lo acepto.
Creo que la “psicología inversa”, en realidad una perversa técnica de manipulación psicológica, resulta contraproducente a largo plazo y, en todo caso, solo funciona en individuos de “carácter débil”.

Por ejemplo, me decía un padre no ha mucho: “como yo no quiero que mi hijo tome alcohol le animo a hacerlo, y así él, por tal de llevarme la contraria, decide no probarlo”.

¡Mal, muy mal señor mío! Primero, mal por manipular a su propio hijo. Y segundo y más importante, mal por no permitirle sentir “el peso de la responsabilidad”.
Cuando un individuo es víctima de la psicología inversa, lo es, sobre todo y como ya he dicho, por “falta de carácter”. En el individuo “manipulable” se activa un mecanismo cognitivo de “resistencia psicológica” ante lo que percibe como una imposición. Entonces, necesitado de autoafirmar su autonomía y libertad personal, hace todo lo contrario a lo que le están imponiendo y/o aconsejando.

Pero ¿y si el individuo en cuestión no necesita autoafirmarse a través de “acciones contrarias” porque, él mismo, ya tiene sus propios criterios, una alta autoestima y confianza en sí mismo? Pues entonces la “psicología inversa”, además de no funcionar, supondría un insulto para su inteligencia.
A un individuo (niño también) que sea inteligente (esto es muy importante) y que posea una personalidad fuerte, con elevada autoestima y autoconfianza, hay que hacerle sentir todo el peso de la responsabilidad.

Retornemos al ejemplo del alcohol. Lo conveniente sería decirle a nuestro hijo: “ya sabes que el alcohol es perjudicial para la salud  (primero, razonar) pero si deseas probarlo no hay ningún problema mientras seas responsable y no te excedas en su consumo (segundo, responsabilizar)”.
Y así con todo. Ahora tatuajes y piercings: “es tu cuerpo y tú decides, pero ten en cuenta las incomodidades o riesgos que conllevaría para tu salud”.

El niño debe “cagarse la pata abajo”. Debe aprender desde edad temprana a sufrir (afrontar la ansiedad) y tomar sus propias decisiones. C´est la vie, mon chéri!

MODELOS PATERNALES E IDEOLOGÍAS AFINES
¿Qué clase de padres sois?

PADRES AUTORITARIOS: mandan sus cojones (o sus coños empoderados). Se dedican principalmente a adoctrinar, prohibir y castigar. No utilizan refuerzos positivos. Podríamos pensar en el típico “facha”, pero en mi familia, por ejemplo, mi tío “el Stalin”, comunista hasta las trancas, pertenecía a este modelo. También pertenecería a este dogmático modelo una conocida activista feminista de mi localidad, que crió a su hijo con puño, que no mano, de hierro.
PADRES COLEGAS: nadie manda. ¡Viva el pensamiento Alicia! Nada de prohibir ni de castigar, menos aún nada que pueda perturbar la felicidad de sus pequeñines provocándoles estrés y/o ansiedad. Los niños tienen que ser felices, no importa ganar ni perder, sino participar. Tampoco importa aprobar o suspender en el colegio. Nada importa salvo ser un “happy flower”. Estos padres suelen ser “progretas”, aunque también he conocido autodenominados “liberales” que no tienen ni idea de qué significa, realmente, ser liberal. Los que van de “listos” se vanaglorian de aplicar técnicas de manipulación psicológica, como la de la psicología inversa, porque lo importante, en sus doctos pareceres, no son los dudosos medios que se empleen para educar, sino alcanzar loables fines (¡joío marxismo cultural!).

PADRES RESPONSABLES: dan una de cal y otra de arena; pueden aplicar severos correctivos y reprimendas y, al tiempo, ser jocosos bufones, porque la paternidad es como la vida misma, ora una joía carga ora un regalo de los mismísimos dioses. Son (somos) auténticos liberales y entendemos que la responsabilidad exige no solo esfuerzo, sino también sufrimiento; ser libre exige APRENDER a controlar nuestras emociones y acciones (autocontrol voluntario); pero también exige saber encajar adversidades, dominar la ansiedad  y aprender a tolerar las frustraciones vitales. No hay tu tía.

De nada, “amiguis”.

viernes, 15 de marzo de 2019

FIRST DATES en el claro del bosque



El otro día, en el programa “First Dates” (¿todavía no disfrutas de él?), un elfo tuvo una cita con una chica kawaii; una chica muy mona, aun sin ser de Barcelona, que explicó que su es-sentia o ser-en sí misma consistía en una suerte de síntesis que había logrado conciliar su dolor interno (padecimiento psicológico) con el “chachipirulismo” que reflejaba su imagen externa. O algo así.

¡Genial! Y luego vienen nuestros esaboríos “racionalistas” a reírse de la metafísica heideggeriana, cuando, precisamente hoy, la filosofía existencial de Heidegger está más viva y de actualidad que nunca.

Solo tenemos que meditar y reflexionar, escuchar con suma atención expectante los susurros del ser que se manifiestan y desocultan en el claro del bosque, en esas aperturas (posibilidades) que nos ofrece la realidad para, revelación mediante, iluminarnos y dar sentido a nuestras vidas.

En la realidad abierta, en esos claros donde se desoculta la verdad de entre la espesura del bosque, cualquiera puede reinventarse por tal de burlar el triste destino de ser, tan solo, “un ser para la muerte”.

¡Ay de quienes no sepan burlar a la de la guadaña!

Nunca falla, todo racionalista seguro de “su verdad” acaba imponiendo a los demás la interpretación del ser que a él le fue revelada en el claro del bosque. Sí, sí, siempre es una revelación (interpretación al cabo), un susurro con forma de pre-ser (que todavía no es) lo que inspira a los poetas; a esos soñadores que lo mismo imaginan utópicas sociedades futuras uniformadoras que crean posverdades, también a imagen y semejanza de sus propias voliciones.

A mí me encantan estos “seres de la luz”, porque ellos, a diferencia de otros poetas, no desean imponer nada a nadie. Me fascinan estos kawaiis, elfos y hadas cuyas orientaciones sexuales fluyen y varían según los dictados de los nuevos tiempos modernos. Me entusiasman estos seres que buscan autorrealizarse según las infinitas posibilidades que les ofrece la realidad abierta para poder llegar a ser ellos mismos.

Hoy, San Agustín yace olvidado en un oscuro y triste rincón de la memoria histórica. La máxima en estos tiempos de posverdad, en esta época inundada de seres de la luz, ya no es el célebre “conócete, acéptate, supérate”. Ahora podemos conocernos, aceptarnos y “plantarnos”.

“Aquí me planto”, dice mi hijo pequeño cuando ya no desea trabajar ni esforzarse más.

Pero la mejor frase, que niega el sacrificio necesario para alcanzar la poesía impuesta por “otros”, la pronunció un amigo (hoy ilustre doctor) cuando cansado de tanta “superación” proclamó que él “se limitaba a limitarse”. ¡Genial!

¿Para qué tanta “superación”, quillo, si todos nos vamos a morir?

Llegó el poeta Jesús y prometió a los hombres, esclavos de gentiles e imperialistas, que si se superaban y sacrificaban alcanzarían la felicidad en el reino de los cielos.

Más tarde llegó el poeta Marx y, para liberar a los hombres de dioses, reyes y tribunos, volvió a hacer promesas: alcanzareis la felicidad en la tierra, pero tras el oportuno y necesario sacrificio (of course!).

Siempre sacrificándonos y superándonos para contentar a los poetas; ora a los que soñaban con bellos paraísos celestiales, ora a los que todavía siguen soñando con paraísos terrenales. Todos poetas, todos enemigos de la sacra libertad individual; de la libertad que con autónoma voluntad nos permite elegir, en el claro del bosque, una de las muchas posibilidades que nos ofrece el SER: ser hada o elfo, ser otaku o kawaii, ser hombre, mujer, trans o lo que el caprichoso ser nos dicte que seamos. ¡Será por posibilidades!

Pero no bajemos la guardia, no sea que, un día de estos, cualquiera de estos “seres de la luz” mute en poeta ebrio de “su verdad” y nos obligue a todos a llevar orejas puntiagudas, coletitas kawaiis, o a recitar los pasajes de “El señor de los anillos” como si de un libro sagrado se tratara.

Y es que, la naturaleza humana es tan predecible…

martes, 12 de marzo de 2019

Obstinación y constancia (mis hijos y "Centauros del desierto")

INTRODUCCIÓN

Resulta maravilloso comprobar cómo determinados individuos, a fuer de tercos y obstinados, acaban imponiendo sus creencias y opiniones a otros. Sin embargo, no todos los obstinados o “terco-mulos”, como gusta de llamarlos mi mujer, presentan ese pecado tan propio de poetas y otros seres de la luz; pecado consistente en someter a “sus verdades” a los demás, pero por su propio bien, por supuesto.
Les digo, y estoy casi seguro de ello, que pocas personalidades hay tan dañinas como las que combinan peligrosamente un ego desmedido (narcisismo patológico) y, al tiempo, muestran un pensamiento en exceso rígido e inflexible (no es no).

Pero también existen obstinados independientes, autónomos y autosuficientes que rehuyen de la uniformidad gregaria como de la peste. ¡Alabado sea el Señor!

En esas estaba yo, reflexionando sobre la estrecha relación existente entre constancia y obstinación, cuando me recordé “jugando” con mis hijos, precisamente aprendiendo de ellos y conociéndolos, perversamente, he de reconocer, a partir de sus reacciones frente a la adversidad y la contrariedad.
MI HIJA
Siendo muy pequeñita (¿4 años?) a mi hija le gustaba desempeñar el rol de profesora en sus juegos. Para ello colocaba a todas sus muñecas ordenadamente, dispuestas en fila como si se encontraran en un aula. Yo debía ir asumiendo el rol de cada una de las alumnas mientras mi hija, severa profesora, les hacía preguntas o les explicaba la lección.

El juego transcurría plácidamente hasta que yo, algo vencido por el aburrimiento, decidía ponerle algo de “salsa” al asunto. Entonces, cuando mi hija llamaba a su alumna preferida, una muñeca que había bautizado con el nombre de “María”, yo le replicaba (asumiendo el rol de la alumna) que no me llamaba María, sino “Julie la Pachuli”. Mi hija, paciente y con voz conciliadora, me replicaba:
- Nooooo, te llamas María.
- Me llamo “Julie la pachuli”, gritaba yo enérgicamente afeminando mi voz todo lo que podía.

- ¡María, te llamas María!, insistía mi hija cada vez más enfadada.

- Julie, me llamo “Julie la pachuli”, reivindicaba yo sin apenas poder ya reprimir la risa.
- ¡Papá, no sabes jugar! – gritaba entonces mi hija -. ¡Vete!

- A ver, le respondía yo intentando convencerle de que Julie era un nombre que molaba, no pasa nada si le llamamos Julie, ¿no?
- ¡Pero se llama María! ¡Vete, que no sabes jugar!

Y yo, entre carcajadas, me iba a un rincón mientras la seguía observando, orgullosa y altiva, desarrollando las reglas de “su juego” según los dictados de su todopoderosa voluntad. Hoy, a sus 17 años, mi hija es una adolescente terrible, una terca-mula de manual. Me pide consejos y opiniones constantemente, pero se las pasa por “ahí abajo”. Siempre, desde que la conozco, acaba haciendo lo que ella quiere. Pero no se calla, y siempre tiene que tener la última palabra. Me encanta, es independiente, fuerte y segura de sí misma.
MI HIJO

Compramos una mascota, y mi hijo me preguntó cómo deberíamos llamarla. Él propuso llamarla Randy, pero yo, como el buen “tocapelotas” que soy, le dije que molaba más Willy.
- ¿Willy? Es nombre de friki (Willy Rex). No me gusta, sentenció.

- Pues a mí me mola, mentí como un bellaco.

El caso es que cada vez que yo mencionaba a su mascota le llamaba Willy, y mi hijo, pacientemente, me corregía:
– No, se llama Randy…

Pero yo insistía, y una y otra vez llamaba Willy a su mascota. Llegó un día en que mi propio hijo “asumió”  el nombre de Willy y se olvidó de llamarla Randy.
Mi hijo prefiere “adaptarse” a mis gustos, también jugando al COD, antes que quedarse él solo jugando, como hacía su orgullosa hermana. Me preocupa, es demasiado dócil y acomodaticio. Tiene grandes virtudes, pero no sabe estar “consigo mismo”. Lo va a pasar mal en la vida.

CENTAUROS DEL DESIERTO (el lenguaje y el problema catalán)

“The Searchers” es una magnífica película, pero de entre todas sus genialidades, que son muchas, siempre me impactó la inspirada reflexión que sobre la constancia desarrollaba el personaje de Ethan (John Wayne).
Venía a decir el obstinado Ethan que el hombre blanco era constante en la persecución de sus objetivos y metas, mientras que “el piel roja” era inconstante y al final acababa relajándose y se “olvidaba” de sus enemigos.

Yo he descubierto en mis hijos esos dos prototipos o perfiles humanos a los que se refiriera Ethan Edwards: el del obstinado hombre blanco que persigue un objetivo a “piñón fijo” (mi hija) y el que, relajado y sumiso, prefiere acomodarse a las circunstancias (mi hijo).
Realizando una de mis peregrinas analogías, se me antoja que los catalanes, en gran número al menos, son terco-mulos y, como el obstinado Ethan, solo se deben a un único objetivo o fin último: lograr la independencia. Los españoles, la mayoría en todo caso, somos seres relajados, alegres vividores que no entendemos ese “carácter” tan rígido e inflexible que pareciera orientado, tan solo, a la consecución de una única meta vital.

Tengamos presente que, ante la batalla que se está dando en Cataluña (y en Occidente), ganará el cansino más obstinado que sea capaz de IMPONER SU LENGUAJE, quien defienda la “verdad de su nombre”, concepto o idea, frente a las conciencias contrarias.
Y, por desgracia, los españoles somos como los “pieles rojas”. Muy “rojos”, desde luego, y precisamente por ello inconstantes y relajados; siempre indóciles ante los “carácteres fuertes y orgullosos” (fachas); recelosos de los últimos espíritus libres. Nos gusta adaptarnos y sentirnos seguros en la uniformidad gregaria y por eso preferimos la tribu de Podemos antes que la “búsqueda solitaria” que llevaba a cabo John Wayne. No nos importa el lenguaje ni cómo éste, a través de los nombres, impone realidades ficticias.

¿María o Julie? ¿Randy o Willy? Dependerá de qué conciencia se muestre más segura y defienda “su verdad” más enérgicamente, sin equidistancias ni “buen-rollismo” progre.
Ahí lo dejo.

lunes, 11 de marzo de 2019

Rebeliones, a las mayorías desde las minorías



Podríamos ubicar cronológicamente la aparición del fenómeno de la rebelión de las minorías en la Europa de Adorno (Escuela de Frankfurt); en las relaciones que ya entonces comenzaron a darse entre la Teoría Crítica (marxismo revisado y reinterpretado) y los crecientes secesionismos particularistas (nacionalismos provincianos), el feminismo (hoy femimarxismo) y otros colectivos que “se sentían históricamente agraviados”. No cabe duda de que existió una relación simbiótica entre el “marxismo-cultural” de los años 60 y la aparición del PENSAMIENTO SENSIBLE, cuya estética, aparentemente pacífica (falsa, como hemos podido comprobar a día de hoy) escondía realmente la prepotencia señorial de CONCIENCIAS SUPREMACISTAS.

Modestamente, e instado por la “joputa” circunstancia de vivir en tierras catalanas, he reflexionado bastante sobre el tema de la rebelión de las minorías y he llegado a algunas conclusiones:
Estoy de acuerdo en que el motor o génesis de todo movimiento rebelde o revolucionario radica en algo más que motivaciones meramente económicas (visión marxista). Yo estoy con Nietzsche, y creo que la base de toda rebeldía es, básicamente, el RESENTIMIENTO.

El nacionalismo provinciano y ombliguista siempre se ha alimentado del resentimiento para combatir al nacionalismo español dominante, acusándolo de ser aglutinador y uniformador (fascista). Del mismo modo, el feminismo legitima las aspiraciones de su actual supremacismo ideológico desde el resentimiento hacia la figura masculina, por más que se obceque (en vano, todo hay que decirlo) en asegurar que busca la igualdad entre hombres y mujeres. Lo mismo podríamos decir de las crecientes aspiraciones (control del poder) por parte de otras ideologías de género a través de lobbys económicos (Idelología LGTBI).

Quizás fuese Adorno quien destapara la caja de Pandora al desarrollar su dialéctica de la negación; dejó libre nuevos “males” que, con el tiempo, todo lo han infectado y llenado de podredumbre moral. Al cabo, todo cambio social y político sigue siendo el resultado de una lucha de contrarios (proceso dialéctico) por más que las formas y estrategias para legitimar las aspiraciones de poder muten y se adapten a nuevas fórmulas, ya sean estéticas (LGTBI) o de resistencia “aparentemente” pasiva (feminismo). Pero ningún acto de rebeldía es “pacífico”, por más que se disfrace con “máscaras sonrientes”.
¿Qué tienen en común los nacionalismos más provincianos, minoritarios y particularistas, con el feminismo e incluso con los crecientes movimientos LGTBI?
Resentimiento. Todos ellos guardan un profundo resentimiento alimentado por los numerosos agravios de los que fueron víctimas a lo largo de la historia. Agravios que lejos de “superarse”, pese a que ya no se dan en las actuales sociedades de Occidente, se reactualizan y se magnifican por tal de “sacudir conciencias dormidas” y crear nuevas MASAS MAYORITARIAS fieles a nuevos dogmas ideológicos.
¿Pero por qué y cuándo se genera el resentimiento?
Se comienza a desarrollar cuando una víctima, cualquiera, es consciente de estar siendo cosificada (convertida en medio por tal de satisfacer los fines de terceros) y, sin embargo, dicha víctima se ve incapaz, impotente y frustrada, al no saber cómo "liberarse" de tan injusta realidad.
Por supuesto, estos colectivos tendrán suficientes y legítimas razones para rebelarse, para organizarse y para formar grupos de presión que cuestionen la prepotencia de los diferentes grupos dominantes (Estados, sociedades patriarcales, supremacismos religiosos...).

Sin embargo, “los sueños de la razón engendran monstruos". Pasado un tiempo, y a medida que la minoría vaya convirtiéndose en creciente mayoría, el nacionalista provinciano ya no se contentará con ser un igual y dejar de ser vasallo, sino que aspirará (voluntad de poder mediante) a ejercer de señor soberano y prepotente. Bien nos advirtió Julián Marías que era "un grave error intentar contentar a los eternos descontentos". Yo más bien diría que es un grave error intentar contentar a los ETERNAMENTE RESENTIDOS.

Lo mismo sucede con el feminismo, el cual, a pesar de decir buscar la igualdad entre hombres y mujeres, acaba convirtiéndose en un supremacismo prepotente (también señorial) que desprecia al hombre y excluye a éste, de hecho, en el proceso de la revolución feminista, de la misma manera que la revolución proletaria excluyó a las demás clases sociales (consideradas falsas conciencias). Así, el feminismo solo aceptará como verdadera conciencia la propia de una utópica sociedad matriarcal.
Cabe la sospecha, por tanto, de que cualquier minoría actual, como ya ha demostrado el feminismo a través de sus propias celebraciones excluyentes (hombres abstenerse de participar), acabe aspirando en el futuro a tener un dominio señorial sobre quienes antes fuesen sus señores dominantes. Del mismo modo, el nacionalista provinciano, de triunfar su rebelión, todavía minoritaria, no dudará en OPERAR para en el futuro facilitar una rebelión de mayorías (siguiendo adoctrinando desde escuelas, instituciones públicas y medios de comunicación).

CONCLUSIÓN

Yo lo veo así de claro: toda rebelión minoritaria acaba aspirando, más temprano que tarde, a convertirse en una rebelión de mayorías o de masas. Por eso mismo, los grupúsculos primigenios de cualquier nacionalismo provinciano (minoritarios al principio) saben que deben manipular y condicionar las voliciones populares a través de reduccionistas y repetitivas pedagogías sociales (escuelas, medios de información), hasta crear mayorías suficientes que puedan legitimar sus aspiraciones de poder.
Este 8M las esperpénticas escenificaciones psicodramáticas de diferentes grupúsculos feministas también han dejado caer sus caretas y han dejado al desnudo sus pechos; y desnudos han quedado su ODIO Y RESENTIMIENTO que son, de facto, los verdaderos motores que mueven a toda conciencia supremacista.
Desde mi punto de vista, aspirar a tener voluntad de poder no significa ansiar poder económico, que también, sino que implica voluntad de imponer una RAZÓN DE SER; una forma de vida (cosmovisión) diferente a la tradicional, la cual se atacará calificándola de dominante (el tan manido término fascista del que abusan los tontilocos), o tildándola de heteropatriarcal (sociedad machirula de las femimarxistas actuales).
Obsérvese que ninguna de estas “minorías”, que hoy están logrando aglutinar importantes mayorías, no hubiesen podido medrar, menos aún “crear nuevas conciencias”, sin el concurso impagable del marxismo-cultural.

ORTEGA Y GASSET (llegar a ser quienes realmente somos)



INTRODUCCIÓN

A nivel político, el pensamiento de Ortega ha quedado bastante obsoleto, y no, precisamente, porque dos de sus obras más importantes, “La rebelión de las masas” y “España invertebrada”, no señalaran verdades claves para entender el hecho serio de ser español y comprender la patología inherente a las masas, sino por errar en lo concerniente a dos temas fundamentales: Cataluña y Europa.

CATALUÑA

Respecto a Cataluña (Europa no toca ahora), y lo que hoy conocemos como nacionalismos históricos (grave falacia), pienso que Unamuno hiló más fino cuando llamó TONTILOCOS a todos los ideólogos esquizofrénicos (Arana, Macià, Infante…) que, a partir de mitos y leyendas, construyeron “falsas naciones”; nacionalismos ficticios que Ortega dio en llamar particularismos periféricos.

Ortega, como decía, se equivocó con Cataluña, pues creyó irresoluble el mal denominado “conflicto catalán”, el cual, según él, solo podía CONLLEVARSE, es decir, soportarse con estoica resignación. Errado diagnóstico que, con el paso del tiempo, daría lugar a curas terapéuticas (pseudo-soluciones políticas) que nos han llevado a la actual fractura social que se vive en España. De hecho, Ortega se mostró favorable a un anteproyecto que, años más tarde, acabaría por tomar forma definiéndose como lo que hoy conocemos como “Estado de las autonomías” (suerte de federalismo enmascarado para contentar a los hunos y los hotros).

Sin duda, Ortega creía en la pluriculturalidad de España, en la riqueza de sus múltiples lenguas, sus tradiciones culturales y folclóricas. Quienes admiraban su pensamiento, José Antonio entre ellos, estaban de acuerdo en reconocer la rica pluralidad de las Españas. También su discípulo más aventajado, Julián Marías, llegó a referirse a España como una “nación de naciones” (sí, el falaz razonamiento, triturado magistralmente por Gustavo Bueno, no fue un invento del PSOE). A colación de José Antonio, por ejemplo, el mismísimo Jordi Pujol llegó a reconocer que pocos españoles habían entendido tan bien la idiosincrasia de Cataluña como el fundador de Falange Española.

Pero, entonces, ¿qué subyacía en la raíz de la psicología orteguiana? ¿Por qué el propio Ortega y pensadores como José Antonio y Julián Marías reconocieron la PLURALIDAD (Marías incluso la plurinacionalidad) de la razón de ser española?

EL FRACASO DE LO ARISTOI  ANTE LA DESLEALTAD

La filosofía de Ortega se ha definido como “aristocrática”, cuando no se ha tildado directamente de “fascista”, sobre todo por muchos ideólogos marxistas (“El maestro en el erial” de Gregorio Morán) o independentistas (Ramón Alcoberro, vinculado directamente a la ANC y el procés golpista). En mi opinión, sin embargo, el libro “José Ortega y Gasset” de Jordi Gracia es el que mejor ha sabido “descubrir” la psicología (estética) que daba forma a la moral orteguiana: una moral superior para espíritus nobles y superiores.

Señalaba Jordi Gracia, en su libro sobre Ortega, un rasgo biogenético fundamental para entender a Ortega, su psicología y su pensamiento de “altas miras” o desarrollado desde la “cima contemplativa” (Nietzsche): Ortega y Gasset era un intelectual SUPERDOTADO.

Ortega comprendió y aceptó la verdad que el marxismo siempre negó y rechazó (cínicamente), que no era otra que la de reconocer que el problema vital que enfrentaba a los seres humanos no radicaba en una lucha entre clases sociales, sino entre clases de personas.

Fichte aseveró que “la clase de persona que somos determina la clase de filosofía que escogemos”, cuando todavía las ciencias de la psique (neurobiología, neuropsiquiatría y biogenética entre otras) no habían hecho sus importantes descubrimientos: somos, en gran medida, lo que nuestra biogenética predetermina. Somos un YO (conciencia singular) condicionado por unos concretos rasgos genéticos desde el mismo momento de nacer.

Ortega sí hizo suyo el pensamiento de Fichte, porque intuía la verdad inherente al mismo, a pesar de que su veracidad todavía no hubiese sido demostrada científicamente. También tomó nota de las observaciones de Tocqueville, que alertó de la posibilidad de que la democracia mutara en tiranía despótica (hoy conocida como imposición del correccionismo político). Ortega y los “espíritus más libres” (autodefinición que sigue utilizando Peter Sloterdijk), fueron adelantados a su tiempo, recelaron del marxismo desde un principio; sobre todo del perverso IGUALITARISMO que, precisamente, negaba la existencia de diferentes CLASES DE PERSONAS (conciencias), argumentando que las grandes diferencias entre individuos se debían a la pertenencia a distintas clases sociales.

También el filósofo español Gonzalo Fernández de la Mora, autor de “la envidia igualitaria”, fue una persona singular dotada de una grandísima inteligencia. Quizás también un intelectual superdotado, como demuestran los datos sobre su trayectoria como estudiante desde muy temprana edad (ver su biografía). Después volveré a él.

¿A dónde pretendo llegar?

Muy sencillo, pretendo sostener una tesis:

 “El verdadero humanismo ingenuo por fuer es aristoi”.

Jamás ha habido, por tanto, “humanismo ingenuo” en el marxismo; una ideología que siempre ha sido una prepotencia cínica y esquizofrénica que, desde el principio, enmascaró su celo dogmático por tal de, así, seducir mejor a las masas iletradas; a los no “alfabetizados”, a los no civilizados por la razón ilustrada (a quienes les era más fácil ODIAR que saber y conocer), pero que también supo seducir a algunos de los más ingenuos de entre los ingenuos ilustrados.

Platón fue un aristoi, como lo fue Aristóteles, más tarde Kant y también Hegel. Marx no, Karl Marx estaba predeterminado biogenéticamente para ser un resentido, fue llamado por su YO, primero, y más tarde por unas circunstancias favorables para su razón de ser, a erigirse en un “igualador”, en un negador de la pluralidad de conciencias.

¿Pero cuál es la esencia (sí, me gusta el palabro) que subyace en todo pensamiento aristoi? Pues, precisamente, creer que existe y es posible aspirar a lo mejor y más excelente (la virtud platónica, el imperativo categórico de Kant y el ideal del UNO ABSOLUTO de Hegel).

Sin embargo, el pensamiento aristoi, a diferencia del marxista, cree en la meritocracia, es decir, cree en el sacrificio y el esfuerzo del individuo para que éste pueda llegar a “ser quien realmente es”; cree en la vida en la cima, en la posibilidad de llegar a la misma a través de duro trabajo.

Así, la DEBILIDAD del pensamiento aristoi radica en confiar en la nobleza y la lealtad de sus IGUALES, es decir, su error reside en obligarse a confiar en los falsos aristois.

¿Quiénes son los “falsos aristoi”? Son aquellos que movidos por sus intereses particularistas se muestran TRAIDORES y DESLEALES a lo común, a lo más grande, mejor y más excelente; son los egocéntricos ombliguistas que se sirven del engaño para satisfacer sus deseos y voliciones (voluntades de poder).

LA DECEPCIÓN Y DERROTA DEL ESPÍRITU ARISTOI EN ESPAÑA

Primero le tocó decepcionarse a Ortega, cuando con su “no es esto, no es esto” se negó a aceptar la perversión de una II República convertida en un caballo de Troya que permitió los desmanes frentepopulistas. Después le tocó desengañarse al ingenuo José Antonio, cuando después de mucho buscar la complicidad de los aristois socialistas (Prieto y Azaña entre otros) comprendió que estos ya eran rehenes del comunismo bolchevique más infecto. Más tarde le tocó a Julián Marías, el mismo que dijera que España era una “nación de naciones” hubo de rectificar para alertarnos: “Es un grave error intentar contentar a los eternos descontentos” (nacionalistas periféricos).

Y aún así, no escarmentamos. El último ingenuo fue Mariano Rajoy, por cierto, lector de Fernández de la Mora y admirador de su obra “La envidia igualitaria”. Rajoy creyó hasta el último momento en la LEALTAD de los nacionalistas (supuestos aristois) vascos para que no prosperara el golpe (ups!, quise decir la moción de censura) de Pedro Sánchez.

El problema de los aristois (“fachas” en el parecer de marxistas y filomarxistas) es que estos sí son VERDADERAMENTE INGENUOS. Y solo se dan cuenta de cuán ingenuos han sido (léase TONTOS) cuando ya es demasiado tarde.

Por eso VOX es el híbrido perfecto, pues habiéndose nutrido del materialismo filosófico de Gustavo Bueno (marxista), ha recuperado el espíritu de Ortega, Unamuno, Marañón, Marías… vacunándose contra el germen de la INGENUIDAD de los espíritus nobles. VOX ha entendido, como el José Antonio más tardío, que solo la dialéctica de los puños y pistolas (ojalá ahora sea la aplicación férrea de la ley) puede acabar con quienes atentan contra la justicia (legalidad institucional) y la integridad de la patria.
 
EUROPA
 

ORTEGA VS HABERMAS (y Kant de nuevo en el medio)
He estado informándome más exhaustivamente sobre lo que Habermas denomina “democracia deliberativa”; una democracia que posibilitaría “situaciones ideales del habla”, es decir, que propiciaría intercambios de comunicación y diálogo válidos entre interlocutores para solucionar conflictos.
En la obra “facticidad y validez”, Habermas expone los requisitos que deberían cumplirse para articular una democracia deliberativa. Dicha democracia, para empezar, no debería ser una “democracia de masas”, sino una democracia constituida por una sociedad civil bien formada políticamente y activa en el esfera pública (ámbito donde se resuelven los problemas que afectan a la generalidad de la ciudadanía).
Solo una sociedad civil formada políticamente podría garantizar un diálogo que cumpliera con dos condiciones básicas de SIMETRÍA y de relación IGUALITARIA, donde los interlocutores (posiciones enfrentadas) pudieran fundamentar sus respectivas verdades a través de argumentos razonados.
La condición de SIMETRÍA se lograría garantizando que todos los interlocutores tuvieran los mismos derechos, es decir, dispusieran de las mismas oportunidades para exponer y rebatir argumentos. Y la condición igualitaria requeriría (Habermas puntualiza que “idealmente”) que los participantes en una deliberación dispusieran de los mismos recursos culturales y el mismo poder social. De esta manera, según Habermas, se garantizaría que cada interlocutor pudiera defender sus intereses y puntos de vista y, además, se pudiera dar la posibilidad de hacer operativos (acciones políticas en la praxis) los acuerdos alcanzados entre las partes.
MI OPINIÓN  dócil indoclil desobediencia vivil Kant (incoherencias)
Mientras leía las propuestas de Habermas, no podía evitar pensar en Ortega y Gasset y, por tanto, en otros autores que ya abordaron los peligros que subyacían en la “opinión pública” (Platón) y las democracias (Tocqueville). Así, Platón ya apuntó que una ciudadanía “no formada”, guiada tan solo por sus apetitos más irracionales, podía degenerar en “dictadura de opinión”, convirtiendo en “dictatorial” a un sistema democrático. De manera parecida, Tocqueville se refirió a las “democracias despóticas”, aquellas en las que la ciudadanía “no formada” podía llegar a legitimar políticas autoritarias que atentasen, precisamente, contra los cimientos de la propia democracia.
Ortega y Gasset ya vio, como Habermas, dónde radicaba el peligro de un sistema democrático: en la ausencia de los mejores (aristos) y en la legitimidad que se arrogaban a sí mismos los “hombres masa”.
Habermas, más cuidadoso que el filósofo de las circunstancias, no utiliza los trasnochados conceptos orteguianos (tildados de “fascistas” por presuponerles exceso de prepotencia vertical) y elabora su propuesta de democracia deliberativa desde presupuestos de horizontalidad igualitaria. Los tiempos de Ortega todavía no habían sido víctimas de “pensamientos sensibles y estéticos”, y el lenguaje no tenía que ser tan “exquisito” ni había que cogérsela con papel de fumar para exponer determinadas verdades.
Y, sin embargo, Ortega ya expuso la misma verdad que reconoce Habermas: la necesidad de anteponer una ciudadanía aristoi (sociedad civil formada) a una sociedad de “hombres masas” (democracia de masas).
Para articular una “democracia deliberativa” (auténtica democracia) es necesaria la presencia de una sociedad civil formada políticamente (léase en términos orteguianos una sociedad formada por ciudadanos responsables).
¿QUÉ ES UNA SOCIEDAD CIVIL FORMADA POLÍTICAMENTE?
En mi opinión, en las diferentes acepciones de lo que debería ser una sociedad civil formada (ciudadanía responsable) radica la mayor diferencia entre Ortega (liberal) y Habermas (filomarxista al cabo).
Ortega, como buen demócrata-liberal lo tenía muy claro: el ciudadano responsable no solo tenía que estar formado y aspirar a mejorarse (aristoi), sino que tenía que OBEDER LAS LEYES. De ahí que Ortega criticara duramente cualquier manifestación de “acción directa”, ya fuera en forma de golpes dictatoriales o de subversivas revoluciones.
Sin embargo, Habermas (no olvidemos que heredero de Marx) sí legitima la “desobediencia civil”, es decir, considera saludable y necesario que la sociedad civil no solo se manifieste y haga público su descontento, sino que, además, cree que ésta debe ACTUAR (saltándose la legalidad si fuese necesario) por tal de transformar y cambiar las injusticias sociales (¡ojo, lo que dicha sociedad civil crea, sesgos ideológicos mediante, que es injusto!).
Y de nuevo nos encontramos ante diferentes lecturas o preferencias por algunos de los presupuestos kantianos que de forma incoherente se contradecían mutuamente:
Ortega hizo suyo al Kant que en su obra “Metafísica de las costumbres” escribió:
“Los ciudadanos no tienen derecho a rebelarse contra el Estado, pues supondría la destrucción de su constitución legal” (cap 6: 318-323).
Pero Habermas prefiere al Kant que enalteció la Revolución Francesa y legitimó la desobediencia civil en “Crítica de la razón práctica” (ver aquí: https://www.facebook.com/pedro.ramiro.16121/posts/286009202123012).
Y ahora, ante el golpe procesista perpetrado por el secesionismo catalán y Pedro Sánchez (cómplice y colaborador necesario), los españoles deben decidir si apuestan por Ortega (solución judicial para quienes vulneran la legalidad) o por Habermas (diálogo y negociación, solución política para quienes se saltan las leyes).
Pero, Habermas, como sucedió con el idealista Kant, también puede ser “utilizado” por ambas partes para defender sus posturas enfrentadas, pues la defensa del patriotismo constitucional obliga a ser respetuoso con la legalidad vigente, pero la apuesta por la “democracia deliberativa” obliga a considerar los “argumentos y razones” que motivaron la desobediencia civil de los golpistas.
¿Qué hacer? ¿Solución judicial (aplicación de la ley) o solución política (negociación y diálogo para llegar a acuerdos)?
El socialista Pedro Sánchez, ha optado por ser el cómplice necesario para culminar el golpe procesista. También el PSC de Iceta cree, en el fondo de su corazoncito filomarxista, que las reivindicaciones y acciones de los golpistas son LEGÍTIMAS.
Pero, tanto Sánchez como Iceta están pervirtiendo los presupuestos habermasianos de la democracia deliberativa (que no se dan) al considerar válidos a unos interlocutores secesionistas, a los cuales les “presuponen” una simetría y relación de igualitarismo que NO SE CUMPLEN.
¡He ahí la gran trampa del PSOE TRAIDOR!