¿PSICOLOGÍA INVERSA o EL PESO DE LA RESPONSABILIDAD?
Muchos padres se jactan de saber orientar a sus
hijos, logrando que su prole acabe aceptando, finalmente y después de férreas
resistencias, los caminos propuestos por ellos. Yo no suelo conseguirlo. Mis
hijos hacen lo que les da la realísima gana. Pero a mí, por lo general, me
gusta lo que deciden hacer; y lo que no me gusta lo acepto.
Creo que la “psicología inversa”, en realidad una perversa
técnica de manipulación psicológica, resulta contraproducente a largo plazo y,
en todo caso, solo funciona en individuos de “carácter débil”.Por ejemplo, me decía un padre no ha mucho: “como yo no quiero que mi hijo tome alcohol le animo a hacerlo, y así él, por tal de llevarme la contraria, decide no probarlo”.
¡Mal, muy mal señor mío! Primero, mal por manipular
a su propio hijo. Y segundo y más importante, mal por no permitirle sentir “el
peso de la responsabilidad”.
Cuando un individuo es víctima de la psicología
inversa, lo es, sobre todo y como ya he dicho, por “falta de carácter”. En el
individuo “manipulable” se activa un mecanismo cognitivo de “resistencia
psicológica” ante lo que percibe como una imposición. Entonces, necesitado de
autoafirmar su autonomía y libertad personal, hace todo lo contrario a lo que
le están imponiendo y/o aconsejando.
Pero ¿y si el individuo en cuestión no necesita
autoafirmarse a través de “acciones contrarias” porque, él mismo, ya tiene sus
propios criterios, una alta autoestima y confianza en sí mismo? Pues entonces
la “psicología inversa”, además de no funcionar, supondría un insulto para su
inteligencia.
A un individuo (niño también) que sea inteligente (esto
es muy importante) y que posea una personalidad fuerte, con elevada autoestima
y autoconfianza, hay que hacerle sentir todo el peso de la responsabilidad.
Retornemos al ejemplo del alcohol. Lo conveniente
sería decirle a nuestro hijo: “ya sabes que el alcohol es perjudicial para la
salud (primero, razonar) pero si deseas
probarlo no hay ningún problema mientras seas responsable y no te excedas en su
consumo (segundo, responsabilizar)”.
Y así con todo. Ahora tatuajes y piercings: “es tu
cuerpo y tú decides, pero ten en cuenta las incomodidades o riesgos que conllevaría
para tu salud”. El niño debe “cagarse la pata abajo”. Debe aprender desde edad temprana a sufrir (afrontar la ansiedad) y tomar sus propias decisiones. C´est la vie, mon chéri!
MODELOS PATERNALES E IDEOLOGÍAS AFINES
¿Qué clase de padres sois?PADRES AUTORITARIOS: mandan sus cojones (o sus coños empoderados). Se dedican principalmente a adoctrinar, prohibir y castigar. No utilizan refuerzos positivos. Podríamos pensar en el típico “facha”, pero en mi familia, por ejemplo, mi tío “el Stalin”, comunista hasta las trancas, pertenecía a este modelo. También pertenecería a este dogmático modelo una conocida activista feminista de mi localidad, que crió a su hijo con puño, que no mano, de hierro.
PADRES COLEGAS: nadie manda. ¡Viva el pensamiento Alicia! Nada de prohibir ni de castigar, menos aún nada que pueda perturbar la felicidad de sus pequeñines provocándoles estrés y/o ansiedad. Los niños tienen que ser felices, no importa ganar ni perder, sino participar. Tampoco importa aprobar o suspender en el colegio. Nada importa salvo ser un “happy flower”. Estos padres suelen ser “progretas”, aunque también he conocido autodenominados “liberales” que no tienen ni idea de qué significa, realmente, ser liberal. Los que van de “listos” se vanaglorian de aplicar técnicas de manipulación psicológica, como la de la psicología inversa, porque lo importante, en sus doctos pareceres, no son los dudosos medios que se empleen para educar, sino alcanzar loables fines (¡joío marxismo cultural!).
PADRES RESPONSABLES: dan una de cal y otra de arena; pueden aplicar severos correctivos y reprimendas y, al tiempo, ser jocosos bufones, porque la paternidad es como la vida misma, ora una joía carga ora un regalo de los mismísimos dioses. Son (somos) auténticos liberales y entendemos que la responsabilidad exige no solo esfuerzo, sino también sufrimiento; ser libre exige APRENDER a controlar nuestras emociones y acciones (autocontrol voluntario); pero también exige saber encajar adversidades, dominar la ansiedad y aprender a tolerar las frustraciones vitales. No hay tu tía.
De nada, “amiguis”.
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