lunes, 17 de febrero de 2014

Adoctrinar a través del consenso.

El problema de consensuar, como se denomina ahora al nuevo modo para uniformar a los individuos despojándoles a estos de sus libertades y sometiéndoles al dictado gregario de la masa, es que dicho acto de consenso puede legitimarse siempre que sepa disfrazarse con los oportunos ropajes "democráticos". De hecho, la "democracia" se ha convertido en un medio universalmente aceptado como "justo" para legitimar cualquier verdad o conciencia verdadera que aspire a imponer, ideología  mediante, un programa de vida determinado.

Pero el consenso, o acuerdo entre partes, solo puede lograrse después de que una reducida élite intelectual (ideólogos) pueda convencer a la ciudadanía de las bondades de su programa de vida. Se utilizarán, entonces, técnicas sociales de condicionamiento, destinadas a moldear las voluntades de las masas; técnicas psicológicas, tales como la desensibilización sistemática y la reestructuración cognitiva, que se encargarán de transformar a los individuos, primero, para después lograr ansiados cambios sociales.

Así, quienes debieran ser ciudadanos (individuos responsables en la preservación de derechos, pero también en el cumplimiento de deberes y obligaciones) se han ido transformando en hombres-masa guiados exclusivamente por apetitos particularistas ajenos a la consecución del bien común. Y lo que debiera ser un sistema de gobierno democrático, donde participase de forma responsable la ciudadanía, se ha transformado a su vez en una oligocracia o partitocracia, el análogo al antiguo regimen absolutista donde la sociedad se dividía en clases privilegiadas (ahora políticos) vs no privilegiadas (individuos-masa).

¿Cómo han convertido a los ciudadanos en individuos-masa, en relajados animales de lujo?

PRIMERO: despojándoles de su esencia espiritual y moral, que será tanto como arrebatarles la dignidad como persona, "cosificándoles" y convirtiéndoles en un número de DNI y, por supuesto, en un voto útil para perpetuar los intereses de los privilegiados.
La desensibilización sistemática conseguirá, lenta pero progresivamente, que se deshumanice y que no sienta el dolor ajeno, consiguiendo que un nuevo atentado de ETA, por ejemplo, sea percibido asépticamente como "uno más", conseguirá que una nueva vejación a la nación sea vista como "una más", que un nuevo acto subversivo sea "uno más" de tantos. Y en la creencia de que siempre habrá "uno más", el ciudadano se relaja y se despreocupa del deber y la obligación de preservar su identidad, es decir, se despreocupa de reconocerse como individuo libre, sí, pero también se despreocupa de reconocerse como ciudadano inserto en un proyecto de vida común que es la nación o comunidad a la que pertenece por dictado de la Razón Histórica.

SEGUNDO: Pero si la desensibilización sistemática se encarga de deshumanizarlo, haciéndole perder la capacidad para empatizar con el dolor ajeno, la reestructuración cognitiva le "robotizará" según los deseos e intereses del programador de turno.
Así, el ciudadano que resida en Cataluña, por ejemplo, será "programado", mediante los condicionamientos llevados a cabo por escuelas, medios informativos e instituciones públicas, para no sentirse español. Peor aún, su voluntad será programada para no reconocer su idiosincrasia española, y sus voluntades y deseos serán "modelados" hasta que estos coincidan con los de un grupúsculo de visionarios con Poder; grupúsculo de privilegiados que tan sólo deseará la consecución de sus ilegítimas, en tanto contrarias a la razón histórica, aspiraciones secesionistas.

A través de los inmorales procesos de "deshumanización y robotización" se crean hombres-masa desde granjas-escuelas (Peter Sloterdijk) destinadas al engorde de ganado susceptible de ser manipulado y condicionado. Nada que ver con instituciones educativas orientadas a la formación de ciudadanos.
Resulta curioso que en España, desde que un grupo de intelectuales creara La Institución Libre de Enseñanza, antes de la GC, no haya existido ningún otro sistema educativo realmente respetuoso con la libertad individual (ni durante el franquismo, ni por supuesto durante la tan magnificada Transición Democrática).
¿Y ahora qué tenemos? Pues tenemos a nuestros hijos estudiando en sistemas educativos mediocres y antiexcelencia, mientras los hijos de los privilegiados (políticos) estudian en colegios elitistas. Si no me creéis preguntadles a Artur Mas o al exhonorable José Montilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario