miércoles, 29 de abril de 2020

EL CAPITAL Y LA MORAL MARXISTA

INTRODUCCIÓN


"El manifiesto comunista" constituye un acertado análisis que explica cómo, a lo largo de la historia, unas reducidas élites oligárquicas (poderes señoriales) se apropiaron de la fuerza del trabajo de los individuos: mediante la relación señor-esclavo en la antigüedad, señor-siervo en la EM hasta llegar a la relación burgués-obrero o capitalista-proletario que se estableció a partir de la Revolución industrial.
A lo largo de la historia se han dado, por tanto, dos formas de dominación a través del trabajo explotador:

La primera: durante la antigüedad (sistema esclavista) y el feudalismo se desarrolló un dominio personal del amo o señor para explotar la fuerza del trabajo de esclavos y siervos.
La segunda: a partir de la Revolución industrial apareció un dominio abstracto, practicado por un nuevo sistema capitalista.

En "El capital", Marx resuelve la paradoja inherente al Capitalismo, el cual no surge del mero intercambio comercial o circulación de bienes, pero tampoco puede surgir si no hay Mercado (intercambio de bienes). A través del estudio y análisis de la evolución histórica del intercambio de equivalencias, Marx descubrirá que la potencia del trabajo humano será el factor que hará posible el incremento del valor de un bien: La plusvalía.

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL INTERCAMBIO DE EQUIVALENCIAS

Desde edades muy tempranas el hombre practicó el comercio como manera de suplir carencias y satisfacer necesidades vitales. Al principio, el intercambio de mercancías se realizaba a través del trueque, es decir, estableciendo equivalencias entre productos de diferente valor. El valor venía determinado por la escasez o abundancia de un producto; por ejemplo, la sal fue un producto al que se le daba gran valor en lugares donde escaseaba y por eso una pequeña cantidad de dicho producto se intercambiaba por grandes cantidades de otros.
Así, por ejemplo, un puñado de sal (bien escaso) podía intercambiarse por varios kilos de frutas (bien abundante).
Pronto se hizo necesario acuñar monedas (dinero) para facilitar los intercambios comerciales. De esa manera el intercambio de equivalencias pasó de ser producto x producto a ser producto x dinero.

Ejemplo: si un camello valía 5 dinares, el comprador lo adquiría por 5 dinares, pero tras no necesitarlo o precisar otro producto más urgente podía volver a venderlo por 5 dinares. No se producía ningún incremento en el valor del bien (camello).

Sin embargo, imaginemos que el individuo que compró el camello por 5 dinares, decidiera volver a venderlo por 8 dinares al cabo de un tiempo. El individuo argumenta que trabajó dedicándose a cuidarlo (proporcionándole cobijo y comida). Dice que hizo al camello más resistente y fuerte, y también que lo adiestró y domesticó para que fuese más útil en determinadas tareas.
¿Qué ha ocurrido?
Ha sucedido que el comprador ha incrementado el valor de la mercancía (camello) a través de su potencia de trabajo. Vende el camello más caro porque ahora éste tiene un plusvalor. Ya no es el mismo camello, sino que es un camello mejor.

Este individuo descubrirá que para incrementar el valor de su compra (inversión) debe trabajar, pero pronto descubrirá también que para crear más plusvalor, necesitará más fuerza de trabajo: esclavos y/o trabajadores. Vio que comprando 10 camellos a 5 dinares cada uno (50 dinares) podría venderlos, al cabo de un tiempo, por 80 y obtener una plusvalía de 30 dinares.
De esta manera, el intercambio de equivalencias adquirió una forma más perversa: dinero x dinero, es decir, ya no se intercambiaba dinero a cambio de un producto necesario para suplir carencias y satisfacer necesidades vitales, sino que el dinero se convertía en justificación de sí mismo; ya no era un "medio" (para adquirir bienes y productos) sino que se transformó en un fin en sí mismo. El objetivo del dinero pasó a ser acumular más dinero, es decir, su finalidad pasó a ser producir más capital.
Nuestro comerciante de camellos no tardó en comprar esclavos (nueva inversión) para que trabajaran en la cría y doma de sus camellos. Así aumentaba la producción y las ganancias (plusvalía) a cambio de muy poco: proporcionar techo y comida a sus esclavos. De esta manera se apropiaba de la fuerza del trabajo de sus esclavos en su propio beneficio.
Con la revolución industrial se establecería un nuevo intercambio económico entre burgués (empresario) y asalariado (trabajador): fuerza de trabajo x salario. Se pretendería, de esta manera, que el trabajador también percibiera una parte de la plusvalía generada por aportar su fuerza de trabajo. ¿Pero la parte de plusvalía que recibía/recibe el trabajador era/es suficiente y justa?

EL REPARTO DE LA PLUSVALÍA

No quiero profundizar en este punto crucial para no extenderme en exceso, tan solo señalaré que, como consecuencia de legitimar al Capital como justificación de sí mismo, fue necesario justificar la apropiación de la fuerza del trabajo; fue necesario pervertir el intercambio de equivalencias entre fuerza del trabajo x remuneración (salario) de tal manera que la fuerza del trabajo resultase infravalorada y las riquezas que ésta generase, en forma de plusvalías, les llegasen al empresario capitalista como acumulación de beneficios.

Para poder hacer un reparto justo de las plusvalías generadas por la fuerza del trabajo primero es necesario determinar cuál es el valor de la fuerza del trabajo.
Pero el valor de la fuerza del trabajo no puede objetivarse científicamente como pretendió Marx, considerando valores de cambio (tiempo de trabajo) y valores de uso (necesidad del producto).
El valor de la fuerza del trabajo es aquel que se determinada socialmente en cada momento histórico, es decir, es el valor que la conciencia colectiva de una época justifica como "bueno y justo".
Las primeras prepotencias señoriales, la de los amos y señores, consideraban "buena y justa" la mínima inversión que debían hacer para garantizar la subsistencia de sus esclavos y siervos. El valor de la fuerza del trabajo equivalía a la inversión mínima necesaria para garantizar, tan solo, el alimento y cobijo del trabajador.
Así, en períodos antiguos, el amo o señor consideraba casi nulo el valor de la fuerza del trabajo de su esclavo o siervo, legitimándose dicha explotación como buena y justa, pues ni el esclavo ni el siervo eran considerados como personas portadoras de dignidad y derechos. Cuanto más se infravaloraba el valor de la fuerza del trabajo, más se le expropiaba al esclavo o siervo su fuerza de trabajo, quedando un mayor beneficio económico para el amo o señor en forma de plusvalía.

PLUSVALÍA Y MORAL

Si nos fijamos, para valorar la fuerza del trabajo debemos recurrir, inevitablemente, a justificaciones morales, y no solo económicas (tiempo de producción y necesidades del producto). Si solo se realizara una justificación económica, lo lógico y lo más racional sería que quien deseara obtener beneficios para enriquecerse minimizase al máximo sus inversiones, una de las cuales sería reducir gastos en la fuerza del trabajo (mayor jornada laboral, menos salario, peores condiciones laborales, rigidez autoritaria...).
El tema del valor de la fuerza del trabajo, por tanto, es una cuestión moral. Y la moral, como sabemos, va íntimamente ligada a la razón que, dialéctica histórica mediante, decide en cada momento histórico qué es "bueno y justo" o, sencillamente, qué es "verdad".

La conciencia colectiva o verdad institucionalizada ha ido evolucionando a medida que la razón ilustrada ha ido emancipando y liberando a los hombres, reconociéndoles a estos su dignidad y sus derechos. Y con estos reconocimientos se ha ido revalorizando, paralelamente, el valor de la fuerza del trabajo. Ya nadie acepta que un obrero deba vender su fuerza del trabajo a cambio, tan solo, de comida y cobijo, para garantizar su mera subsistencia.
El trabajador de hoy quiere vivir, no tan solo subsistir, quiere autorrealizarse como persona libre y en libertad.
Ya lo expresó Aristóteles en su "Política" al enunciar que "no se trata solo de vivir, sino de vivir bien". O, como solía repetir mi padre, liberal y en absoluto marxista: "hay que trabajar para vivir, y no vivir para trabajar".
De hecho, Aristóteles diferenció diferentes usos del dinero: una crematística natural, necesaria y útil para vivir, y una crematística superflua, cuyo único fin consiste en acumular riquezas.

Pero sigue existiendo conflicto entre empresarios y/o emprendedores y trabajadores, porque los primeros no están dispuestos a invertir y arriesgar su capital sin la promesa (alta probabilidad) de obtener suculentas plusvalías, y los segundos no están dispuestos a vender su fuerza de trabajo a cambio de miseros platos de lentejas.
¿Quién debe apropiarse de las plusvalías generadas a través de la fuerza de los trabajadores? ¿Debe apropiárselas el empresario, el Estado o los propios trabajadores a través del ejercicio de su propia libertad? ¿Y por qué legitimamos o justificamos que sean unos u otros quienes tengan derecho a apropiarse de las plusvalías? ¿Sería factible la tercera opción, más cercana al ideal anarquista?

Para responder a estas preguntas tenemos que plantearnos, de nuevo, cuestiones morales; ¿qué es bueno o malo, aceptable o inaceptable?

El Capital se ha convertido en un nuevo Dios; en un nuevo ente supremum que proporciona felicidad, no en forma de eterna vida celestial, sino facilitando el goce de los sentidos en el mundo terrenal: más sexo, más diversión, más ocio, todo podrá comprarse con dinero salvo disponer de "tiempo infinito" para vivir.
la Ilustración, a través de la razón, desenmascaró la trampa moral del supremacismo religioso. No debe resultarnos extraño, por tanto, que el liberalismo, hijo de la Razón ilustrada, magnificara y legitimara el capital por el capital como suerte de nuevo Dios; como nuevo sucedáneo de felicidad y promesa de esperanza. De la misma manera que los antiguos creyentes soñaban con un paraíso celestial tras morir, así sueñan los hijos del capitalismo con que, un buen día, les toque la lotería. Todo es sueño y esperanza, todo se reduce a creencia y fe.

Pero, como no podría ser de otra manera, el supremacismo capitalista fue desenmascarado por Marx; el pensador alemán descubrió el autoengaño que subyacía en la trampa moral del capitalismo, de la misma manera que la ilustración liberal desenmascaró la trampa moral inherente a las religiones.

¿Y qué nos propuso Marx? ¿Qué autoengaño articuló el marxismo, en forma de trampa moral, para poder convencernos de que es posible alcanzar una perfecta sociedad "buena y justa"?
La trampa consistió en despreciar a una clase de persona; a aquel tipo de hombre que deseara, ante todo y por encima de todo, ser libre. Así, el marxismo no solo despreció al soberbio liberal, sino también, y de forma harto despectiva, al iluso anarquista. Estas falsas conciencias tendrían que ser negadas y deslegitimadas, primero, y reeducadas, despuésdurante la necesaria dictadura proletaria que seguiría a la revolución socialista.
El marxismo quería, tan solo, a un nuevo tipo de hombre que voluntariamente, convencido en tanto que consciente de ser el portador de una nueva concienca "buena y justa", supeditara su libertad individual al bien común; es decir, que autolimitara su libertad en aras de lograr la auténtica y verdadera conciencia en la perfecta sociedad proletaria. Quería, en definitiva, a un hombre sumiso y dócil que aceptase que el Estado decidiese por él cuál sería el reparto más justo de las plusvalías generadas por la fuerza de su trabajo.


lunes, 27 de abril de 2020

LA ESENCIA ESPAÑOLA vs EL PSOE NIHILISTA



INTRODUCCIÓN
La presente reflexión se me antoja necesaria para comprender mejor el proceder de nuestro actual gobierno socialcomunista (PSOE y Podemos); un gobierno conformado por la suma de diferentes izquierdas indefinidas, todas ellas ebrias de nihilismo negativo; izquierdas que no solo niegan la razón de ser de la nación española, sino que parecen empeñadas en despojarnos a todos de "alma y esperanza". Izquierdas apátridas y cainitas que nos niegan el futuro. De hecho, como ha aseverado Donald Trump, España ha sido destruida, de facto y ante nuestras narices, sin que nadie chistara ni moviera un dedo por evitarlo.

Quiero enfatizar el significado de esencia, entendida ésta como el sentido de aquello que es (por qué y para qué es) para enfrentarlo al concepto de nihilismo, entendido este como "ausencia de sentido apriorístico en el ente".

Un nihilismo positivo negaría los valores y sentidos (esencias) tradicionales, tanto religiosos como culturales, pero, al tiempo, se obligaría a buscar nuevos sentidos, creándolos o construyéndolos.
Sin embargo, nuestro gobierno socialcomunista está ebrio de nihilismo negativo, es decir, niega la esencia del modo de ser español, pero también niega la posibilidad de poder crear o construir nuevos sentidos, conduciéndose a través de "políticas" negligentes y autodestructivas cuyo único fin último parece consistir, tan solo, en mantenerse en el poder de forma perpetua (voluntad de perdurabilidad), como sea y al precio que sea. Caiga quien caiga.

NIHILISMO CÍNICO O NEGATIVO
Algunos analistas se han referido al PSOE de Sánchez como el portador de un proyecto nihilista, reprochándole a dicho partido que hubiese basculado hacia el bloque nihilista de las izquierdas indefinidas. ¿Pero qué podemos entender por bloque nihilista?
Si nos ceñimos a la acepción nietzscheana de nihilismo, deberemos entenderlo como una renuncia u olvido (Heidegger) de los tradicionales valores sublimes, suprasensibles o supraterrenales de nuestros padres. Es decir, el nihilismo supondría des-preocuparse por el sentido del ser (Heidegger), desentenderse del problema teologal (Zubiri); supondría renunciar a la asunción de unos valores éticos-morales que aspirasen a la consecución de un loable, bueno y justo fin último.

El PSOE de Pedro Sánchez, en tanto que conformado por la suma de izquierdas indefinidas extravagantes (grupúsculos femimarxistas), divagantes (filosofías estético-sensibles) y fundamentalistas (IU y Podemos), sería un partido nihilista; un partido sin esencia (sentido o razón de ser), pues ni se obliga a defender un Estado operativo y fuerte, para mantener la integridad de la nación, ni contempla la articulación de un proyecto común para todos los ciudadanos españoles.

Al nihilista no le preocupa Dios porque niega la existencia de Dios (idea suprasensible); pero, aunque diga lo contrario, tampoco le preocupa la moral, ni la justicia ni la libertad (también hipóstasis o sustantivaciones de ideas suprasensibles), porque sin la aceptación de unos valores universales para todos (ya sean los de la verdad de Dios, la de un imperativo categórico moral kantiano o los valores de una verdad constitucional), solo quedaría cínico pragmatismo.
Las izquierdas indefinidas (extravagantes, divagantes y fundamentalistas) ni siquiera creerían en una verdad constitucional, es decir, no defenderían la operatividad de un Estado fuerte en una nación política de ciudadanos.
LA ESENCIA MARXISTA (disfrazada de materialismo)

Las tesis marxistas, aunque Marx pretendiera validarlas científicamente parten de una perversa suposición (a priori) consistente en negar la recíproca influencia, inevitable, entre las fuerzas productivas y la conciencia social. Así, según el materialismo histórico, la infraestructura (medios de producción y fuerza del trabajo) determinarían (otorgarían sentido) a la superestructura (instituciones jurídico-políticas y educativas). 

La crítica más sencilla que desmontaría las tesis marxistas, consistiría, tan solo, en postularlas al revés, es decir, enunciando, en el caso que nos ocupa, que la superestructura o conciencia social es la que determina la infraestructura (relaciones entre fuerzas productivas). ¿Por qué no?
Sin embargo, quienes no somos marxistas, porque no creemos en determinismos hegelianos, sino en el Dasein inmerso en un azarístico devenir vital (realidad y mundo), aceptamos como inevitable la mutua interacción (feedback que se retroalimenta) entre infraestructura y superestructura. Los dos se hacen y se modifican mutuamente a lo largo del devenir histórico. Y a partir de dicha interacción se construyen las esencias que han de dar sentido a la existencia humana.

El empeño del comunismo, siguiendo obstinadamente las tesis marxistas, ha consistido en buscar la transformación (revolución mediante) de las relaciones de producción por tal de hacerlas más justas y crear una nueva conciencia social. Más justas, sí, pero desde la valoración (juicio) de una conciencia que, a priori, ya había hecho suya la cosmovisión teleológica del idealismo absoluto hegeliano: la esencia (sentido de ser) de la historia consistiría en consumarse en un fin último o absoluto, que sería la perfecta y feliz sociedad socialista.
He remarcado con mayúsculas la palabra esencia (entendida como sentido o razón de ser) porque el marxismo es, en mi opinión, esencialista, como cualquier conciencia religiosa y/o ideológica. El marxismo construyó toda una teoría ad hoc (a través del materialismo dialéctico e histórico) tan solo para legitimar una pre-conciencia (modo de pre-ser) ante las demás conciencias, no solo despreciándolas, sino cosificándolas y calificándolas de enemigas.

Algún día nuestros marxistas deberán explicarnos por qué, todavía a día de hoy, debemos presuponerles a ellos una moral superior a la del judeocristianismo o incluso a la de otros supremacismos (islamistas o fascistas).

VOLVIENDO AL TEMA DE LA ESENCIA
No podemos comenzar a construir una casa sin, primero, diseñar unos planos, es decir, sin primero tener en consideración no solo deseos y gustos estéticos, sino también teniendo en cuenta las características del terreno donde pretendo edificar. Pero para poder integrar mi yo en unas determinadas circunstancias debo, primero, conocerme a mí mismo, es decir, debo saber quién soy, qué quiero y para qué lo quiero. Debo conocer mi esencia (conocer la razón de ser de mi yo). Del mismo modo, para poder articular y/o vertebrar una sociedad deberé hallar y/o construir (tanto dará al cabo) una cosmovisión a priori (interpretación del mundo, del hombre y la realidad) que me permita planificar el modo de ser futuro de dicha sociedad; deberé encontrar una razón de ser (esencia) que justifique la creación de un tipo concreto de sociedad. ¿Quiero una sociedad más justa o una sociedad más libre? 
Marx, su pre-conciencia o modo de pre-ser creyó (fundamentalismo ideológico) que la justicia sería la meta fundamental a alcanzar para lograr el fin último de una nueva conciencia social que permitiría la consecución de una "sociedad feliz".

Me descojono, de verdad, de quienes se dicen antiesencialistas, porque todos somos inevitablemente esencialistas; todos somos creyentes en tanto todos hacemos nuestras unas determinadas cosmovisiones teleológicas que proporcionan sentido y significado a nuestras vidas. Todos, menos quizás, el nuevo socialcomunismo que se ha hecho con el poder en España.
Tan creyente es el esencialista religioso como el ideológico, ya sea liberal o marxista; pero también son creyentes los nacionalistas e incluso los ateos (cuya esencia es no creer en la esencia). Son esencialistas todos cuantos proyectan y construyen por tal de lograr un fin último común con aspiración de presunta universalidad.

Sin embargo, nuestro actual gobierno de ineptos e inútiles socialcomunistas no proyecta ni construye, no planifica, no organiza ni se obliga a defender la unidad España. 
¿Podríamos decir, por tanto, que España está en manos de cínicos nihilistas que nos conducen hacia la autoinmolación como nación? Ni siquiera los marxistas-leninistas (esencialistas al cabo) se hubiesen atrevido a tanto... ¿o sí?



viernes, 24 de abril de 2020

GOLPE-MOCIÓN EN ESPAÑA (un antes y un después)


INTRODUCCIÓN

La presente reflexión la escribí al poco de que triunfara el golpe-moción de Sánchez con el apoyo de toda la antiEspaña: populistas comunistas (Podemos) y particularismos provincianos (ERC, PNV...).
Decidí guardar este texto y no publicarlo en mi blog (sí lo hice en otros medios). No lo publiqué porque observé que, incluso los analistas más críticos con Sánchez, consideraron que el golpe, aunque de legitimidad discutible, fue legal.
De hecho, algunos críticos con el proceder de  Sánchez también arremetieron duramente contra quienes calificaron de golpe la sucia jugada del PSOE en el Congreso. Nadie, o muy pocos en todo caso, se obligaro a ver la gravedad de lo que acababa de ocurrir en España.

Yo fui uno (supongo que habría más) de los muchos españoles que pensaron que Pedro Sánchez, arropado por la generalidad  de la antiEspañala (me gusta este palabro), dio un golpe institucional posmoderno. Se podría argumentar sobre cómo sería posible perpetrar un golpe de Estado en las actuales democracias, secuestrando y pervirtiendo la Constitución, tras asaltar el poder desde dentro de su propio seno. Esto fue lo que hizo Pedro Sánchez con nocturnidad y alevosía.

UN GOLPE-MOCIÓN ILEGÍTIMO
Desde luego, si nos atenemos a los hechos objetivos y al reglamento de nuestro marco constitucional, Pedro Sánchez lo único que hizo fue una moción de censura para arrebatarle el poder al PP; una acción artera y sucia, pero legítima y legal en el parecer de muchos.

Sin embargo, la moción de Pedro Sánchez se podría, se puede y se debe, deslegitimar por muchas razones:

1- Deslealtad hacia el conjunto de todos españoles (un partido con solo 84 diputados se hizo con el poder).

2- La moción prosperó a cambio de vender España a comunistas y secesionistas.

3- Los argumentos esgrimidos (corrupción del PP) para materializar la moción fueron falsos, como demostraría más tarde una sentencia judicial que absolvió al gobierno del PP (la culpabilidad fue de particulares y no del gobierno en su conjunto). 

4- Por último, nunca hubo intención real de convocar elecciones generales tras la moción de censura, como sí afirmó Sánchez pero desmintieron los hechos posteriores.
Podríamos, como decía, deslegitimar el golpe-moción  por razones varias, y, aun así, dicha moción de censura seguiría siendo legal, en tanto no vulneró nuestro marco constitucional. Hasta aquí, estaría de acuerdo con quienes defendieron su aparente legalidad

Sin embargo, voy a intentar demostrar, sin apelar a subjetivas deslegitimaciones (siempre, lo que es legítimo para unos puede resultar ilegítimo para otros) que la sucia jugada de Sánchez fue en realidad un GOLPE EN TODA REGLA; un golpe disfrazado con los ropajes democráticos de una moción de censura.
GOLPE PERMANENTE EN CATALUÑA

No hace mucho leí un análisis brillante que definía el golpe del secesionismo catalán como un golpe permanente, como una consecución de sucesivas vulneraciones de la legalidad, de menor a mayor gravedad, que, durante años, fueron preparando y despejando el camino en Cataluña, hasta culminar con el “golpe definitivo” que se dio en el Parlament. Yo expliqué que todo ello fue posible debido al uso calculado de estrategias psicológicas de desensibilización sistemática (no volveré ahora a exponer mi tesis) que permitieron condescender y disculpar la comisión de sucesivas políticas de hechos consumados.

Pero, atemos cabos: ¿Cómo comenzó a gestarse el golpe permanente del secesionismo catalán?
Sabemos, al menos de forma orientativa, que el golpe comenzó a elaborarse a través del Plan Pujol, y que consistía en hacerse con el control de las instituciones y órganos de poder para, desde dentro, romper con la legalidad española a través de una sucesión de trasgresiones bien calculadas (retirada de símbolos españoles, ley de inmersión lingüística anticonstitucional, desobediencia a las resoluciones del TC…).

De hecho, Cataluña, salvo por la falta de aval y ratificación jurídica, ya es independiente de facto: tiene sus propios órganos e instituciones políticas, las cuales controla a través de un sistema educativo y unos medios de comunicación (TV3) también controlados por la Generalitat. Y todo defendido por una guardia pretoriana (el ejército de los mossos). Hay países reconocidos internacionalmente que no tienen tanta autonomía sobre sí mismos ni sobre sus ciudadanos disidentes.

Así empezó todo, ¿pero cuándo culminó todo?
Los más incautos, quienes olvidan que el mundo (la realidad) no es la totalidad de las cosas, sino la totalidad de las cosas que nos son accesibles (Gustavo Bueno), olvidan que la verdad de un hecho no se explica solamente, que también, desde la observación y constatación del fenómeno en sí, sino analizando, sobre todo en lo que a hechos temporales se refiere (historia), la dinámica interna que subyace en los hechos observables.

¿Cuándo culminó el golpe permanente de los procesistas? Pues con el golpe-moción de Pedro Sánchez.

TESIS GOLPISTA

Mi tesis, para poder sostener que Pedro Sánchez dio un “golpe-moción” es la siguiente:
El golpe-moción de Sánchez no hay que entenderlo como un golpe en sí mismo (un hecho accesible y objetivo) sino como parte de la dinámica (no observable, pero que intentaré objetivar) del “golpe permanente” catalán.

Así, en tanto que parte de la estrategia del “golpe permanente” procesista, la moción de censura de Sánchez se convierte, también, en “golpe”.
¿En base a qué argumentos sostengo que la moción de censura de Sánchez forma parte y es una pieza clave dentro de la dinámica del golpe secesionista en Cataluña?

Recordemos las declaraciones de Santiago Vidal que exponía a micro abierto y sin ningún rubor los planes del secesionismo. Dentro de toda la estrategia golpista se contemplaban dos apoyos fundamentales: el reconocimiento de la República catalana por parte de algunos países europeos (ya hemos visto cuáles) y el apoyo definitivo del PSOE cuando éste ganara las elecciones.
¡Atención a este dato fundamental! ¡CUANDO EL PSOE GANARA LAS ELECCIONES! ¿Cómo podía contar el secesionismo catalán con el apoyo de un PSOE de capa caída; un PSOE cada vez más débil y cuyos resultados electorales cada vez iban a peor.

A mí no me cabe duda de que el golpe-moción de Pedro Sánchez, arropado por toda la antiEspaña, no se realizó para limpiar la corrupción del PP ni para regenerar la democracia (convocar elecciones), sino que fue la última acción necesaria (golpista) para que triunfara el golpe procesista; un triunfo que se está produciendo delante de nuestras narices.

lunes, 20 de abril de 2020

EL COMUNISMO OTRA VEZ

INTRODUCCIÓN

Un principio irrenunciable en nuestra España socialcomunista: aceptar la verdad marxista-leninista y buscar nuevas vías para "revisar" (volver del revés) al marxismo y, así, adaptarlo a la España de hoy.

Ya he insistido en reflexiones anteriores: detrás de las acciones golpistas de Sánchez hay, además de una férrea voluntad por tomar el poder, una finalidad claramente ideológica.

Nadie, o muy pocos, creen que, de nuevo y tras los sucesivos fracasos históricos, nos encontremos ante un "nuevo resurgir ideológico" del comunismo. Yo mismo me resistía a sumar dos más dos; tenía reparos en aceptar que, pese a toda la experiencia negativa acumulada por la humanidad, el comunismo volviese a reivindicarse como posibilidad ontológica, no solo legítima sino también necesaria del ser.

LA ESCUELA DE GUSTAVO BUENO

Hasta hace unos años parecía claro que la mayoría de los discípulos del MF (materialismo filosófico) había seguido la senda del maestro, dejando al marxismo dialéctico a un lado y retornando al idealismo trascendental kantiano.
El MF consideraba que las ideas o conceptos "sin sustancia" (materialidad corpórea) sí eran otro modo de materialidad (M3); eran "idealismos", sin embargo, cuya esencia no tenía un origen suprasensible (celestial) sino que emanaba de la propia experiencia empírica.

Uno de estos conceptos o ideas, clave para entender las discrepancias dentro del seno del propio MF, es el de JUSTICIA (subrayo).

Yo, como buen Heideggeriano, discrepo de Gustavo Bueno. No creo que la idea de justicia se libre de ser una hipóstasis o sustantivación como, por ejemplo, la idea de Dios.

El MF nos dice, sin embargo, que el concepto de "justicia" no es una hipóstasis, pues adquiere materialidad a través de la experiencia empírica, siguiendo una línea argumentativa muy marxista. Pero el propio Bueno, enmendándose a sí mismo y adaptándose a la "realidad histórica" (fracaso de la ideología comunista), entendió que dicho concepto (retornando ahora a Kant) solo podía darse en una materialidad idealista (M3), es decir, su operatividad no podía rebasar los límites de la conciencia, no pudiendo consumarse operativamente en la realidad material (M1), que era lo que proponía el marxismo-leninismo.

LAS JUVENTUDES COMUNISTAS

Llevo tiempo leyendo a "jóvenes buenistas" como Daniel López y Santiago Armesilla y me causaba cierto estupor la admiración, abierta y sincera, que mostraban hacía la figura de Stalin y, en general, hacia las políticas operativas (realpolitik) de la ya extinta URSS.

Pues bien, Santiago Armesilla, en concreto, ha escrito un sesudo libro que pretende, farragosas argumentaciones y fundamentaciones mediante, recuperar las esencias marxistas. Sí, he escrito "esencias". Lo que reivindica Armesilla, en definitiva, es volver a abrir la puerta a la posibilidad ontológica de que el marxismo operativo se "libere" de su reclusión en M3 para hacerse operativo en M1. Vuelve a reclamar el retorno del marxismo-leninismo. Nos trae de vuelta al infecto comunismo.

Heidegger, de nuevo, acertó al señalar cómo funcionaba la dinámica de la conciencia: a través de un conflicto dialéctico entre pre-ser (idea) y ser (realidad) que era cíclico.
Decía Heidegger que cuando la idea se consumaba a través de la praxis y fracasaba en el contexto de una determinada realidad histórica se producía un "retorno" a lo anterior, a posibilidades ya superadas en el pasado.

Pues bien, de la misma manera que Bueno realizó un giro o "vuelta del revés" del marxismo para adaptarlo a la realidad histórica, acercándose políticamente a los postulados más conservadores de VOX, sus cachorrillos más jóvenes han iniciado un nuevo giro para retornar a los principios del retrógrado comunismo.

 ¿Han entendido los discípulos más jóvenes del MF que el nuevo contexto histórico en España es un campo bien abonado para que vuelva a germinar la semilla del comunismo?
Pudiera ser, porque la semilla comunista siempre estuvo ahí, en estado de latencia, esperando pacientemente a que las condiciones históricas volvieran a hacer apto su cultivo.

CONCLUSIÓN

Los susurros del ser no mienten. O, como diría mi abuela, "si el río suena, agua lleva".
Como dije en una reflexión anterior: no debemos dejarnos engañar por el Diablo. Por supuesto que el Diablo (el mal) existe, y se llama COMUNISMO.
Aún estamos a tiempo de no acabar como Venezuela. De nosotros depende.

domingo, 19 de abril de 2020

PSICOPOLÍTICA SOCIALCOMUNISTA EN ESPAÑA



INTRODUCCIÓN

Corría el año 1993, unos meses antes de las elecciones que habrían de celebrarse ese mismo año y que acabarían dando la victoria, por mayoría simple, a un PSOE cada vez más desgastado por los casos de corrupción. El socialismo catalán (PSC) estaba nervioso.

Por aquellos días,  ideólogos del PSC de un importante municipio catalán (feudo de Montilla) convocaban en una improvisada reunión a los trabajadores (familiares y allegados de diferentes cargos municipales) de una empresa municipal; también fuimos invitados los trabajadores en prácticas, entre los cuales me encontraba.

PSICOLOGÍA APLICADA A LA POLÍTICA

Los preocupados estrategas socialistas alertaron sobre el peligro de que, por primera vez desde la caída de la UCD, la derechona de Aznar pudiera alcanzar el poder. Las encuestas auguraban, como de hecho sucedió, un crecimiento espectacular del PP. La intelligentsia de Montilla, preocupada, aseguraba que, de ganar la derecha fascista, se eliminarían los entramados clientelares, alimentados con fondos de la UE, que daban trabajo a todos los presentes en aquella pedagógica reunión.

La consigna era clara: había que negar el peligro real (posible victoria de Aznar) y mostrar un falso optimismo de cara a la galería para no contagiar a la ciudadanía de trágicos sentimientos derrotistas.

El señor X (cuyo nombre mantendré en el anonimato) nos explicó que en política lo importante no eran los hechos (los sucesos reales) sino las percepciones (sentimientos y emociones) que de la realidad tenga la generalidad de la ciudadanía. Si le hacemos creer a las ciudadanía, proseguía el Señor X, que no hay crisis, entonces la gente no temerá gastar, no se dedicará a ahorrar por miedo, y así, paradójicamente, se reactivará la economía y se desvanecerá la posibilidad de que aparezca una crisis real.

CRISIS DEL 2008 Y CRISIS DE 2020 (coronavirus)

Esta estrategia basada en el pensamiento sensible (psicodramas, victimismo instrumental, negación de la realidad de los hechos...)  fue la misma que llevó a la práctica Zapatero cuando, con un jeto del 40, negó la crisis de 2008 (con la ayuda inestimable del mamporrero Pedro Solbes) que sumió a España en la miseria durante casi una década.
Esta estrategia psicopolítica, consistente en negar la realidad de los hechos, es la que continúa poniendo en práctica Pedro Sánchez. Nada es lo que es. Los hábiles ideólogos decidirán qué es la realidad, sirviéndose de medios de información (“tensionadores”) y de psicodramas estéticos (tomar las calles), para moldear y manipular a la opinión pública.
Se trata de crear una opinión pública que se sienta víctima (el machismo mata más que el coronavirus, VOX es fascista, los españolistas son colonos en Cataluña…), para, así, gobernar de acuerdo a las demandas y reivindicaciones de dicha opinión pública.
Los sofistas socialistas han entendido que gobernar consiste en hacer coincidir las políticas de Estado con las demandas de las minorías agraviadas, y por ello se encargan, primero, de crear una opinión pública a imagen y semejanza de sus intereses de partido.
Desde el año 1993, que yo tenga constancia, el socialismo español viene siguiendo la misma estrategia, sin despeinarse. Y ahora, además, peligrosamente podemizado y bolchevizado.

CONCLUSIÓN

España es el país de Europa con más muertes debidas al coronavirus. Todavía no hay un plan sanitario solvente y bien organizado para permitir una salida escalonada del confinamiento (más propio de un estado de excepción). Se está destruyendo la economía cada día que pasa, y Sánchez solo sabe llamar a la puerta del BCE y prometer a los españoles que el maná caerá del cielo (rentas mínimas de subsistencia). Ni una sola acción de choque liberal para descongestionar la burocracia y dar oxigeno a autónomos y pymes. El FMI y diversos analistas coinciden, además, en que la crisis en España será de las más duras, con una fuerte caída del PIB (más del 10%) y una elevad tasa de paro que superará el 20% de la población. Todo el dolor y el sufrimiento que se avecinan tienen una clara explicación:

Desde hace décadas, las acciones socialistas se han preocupado más de implantar políticas ideológicas (ley de memoria histórica, ley Viogen…) que de articular operativamente un Estado fuerte y eficaz, para mejorar y garantizar la eficacia de los servicios a los ciudadanos (sanidad, educación, información...), y para frenar la desintegración de la nación.
El socialismo español lleva décadas actuando como un cáncer, con el permiso del siempre cobarde y claudicante PP; lleva años dejando que la metástasis de la mediocridad, el cinismo y la mentira, corrompa e infecte la vertebración orgánica del Estado.

La crisis del coronavirus, por tanto, nos ha llegado en el peor momento y con el peor gobierno de toda la historia de la democracia en España. Nos ha llegado un virus altamente letal justo cuando España más débil se encontraba, tanto a nivel económico como sociopolítico.

¿Cuál ha sido la  respuesta del PSOE ante la amenaza del covid-19?

Pues la respuesta ha sido más psicopolítica, la sempiterna estrategia de los socialistas españoles de negar la realidad para crear, artificiosamente, una ficción paralela.

¡Pobre España! 

sábado, 11 de abril de 2020

SOCIEDAD ATARÁXICA E INTERACCIÓN HUMANO-TECNOLÓGICA


INTRODUCCIÓN

Hace casi un mes, cuando todavía apenas se estaban vislumbrando las terribles consecuencias que iban a derivarse del coronavirus, mi instinto, de natural pesimista, elucubró la cruenta posibilidad (cada vez más real) de que la crisis provocada por el covid-19 acabara legitimando la implantación de toda suerte de propuestas fundamentadas en diferentes ideologías liberadoras.
Conociéndome el percal, y consciente de que la esencia de la razón de ser española siempre ha sido “roja”, especulé sobre la aparición de una futura sociedad que podría denominarse sociedad ataráxica.

A continuación expondré un modelo raciovital que supondría la superación y síntesis, al tiempo, de las propuestas tradicionales del materialismo marxista ,y  también de las mas vitalistas, para articular un perfecto mundo feliz.
HACIA UNA SOCIEDAD ATARÁXICA

Para lograr una sociedad ataráxica, es decir, una sociedad relajada y des-preocupada ante las incertidumbres y adversidades vitales, el Estado tan solo tendría que garantizar que cada ciudadano tuviese cubiertas dos necesidades psicovitales básicas: la de supervivencia y la de autorrealización personal.
Ya estamos viendo cómo los sempiternos seguidores de Marx están abogando por la implantación de una renta mínima para permitir la supervivencia de los ciudadanos más vulnerables ante la presente crisis socio-económica que, seguramente, irá en aumento y desbordará, incluso, las predicciones más pesimistas. Nada que objetar a esta propuesta, de momento. No quiero, ahora, entrar en los pormenores sobre cuándo, cómo y a quiénes se les debería garantizar dicha renta de supervivencia.

Sí quiero señalar, pero, que de llevarse a cabo esta medida paliativa, que en principio sería temporal, aparecerían “nuevos problemas” y otros, que se me antojan más urgentes, quedarían sin resolver.
Ya dije que para lograr una sociedad ataráxica, un parque humano feliz y fácil de criar y domesticar, debería garantizarse, primero, la supervivencia de la ciudadanía (comida y vivienda principalmente), pero también, más pronto que tarde, debería facilitarse la autorrealización personal.

HACIA UN NUEVO MODELO DE AUTORREALIZACIÓN PERSONAL
El control de la ciudadanía no puede llevarse a cabo, como hasta ahora han ensayado los regímenes comunistas, garantizando únicamente la supervivencia de la ciudadanía a través de rentas mínimas o cartillas de racionamiento. De esta manera tan solo se mantiene vivo el cuerpo, pero el espíritu, entiéndase este en términos religiosos o como salud psíquica, también necesita ser alimentado; necesita autorrealizarse, creer, en definitiva, en promesas que le permitan trascender y dar sentido a su existencia.

Al ser humano no le basta con ser tan solo para ser, permítaseme este redundante juego de palabras inspirado en la acertada apreciación de Spinoza: lo propio (esencia) del ser es ser, es decir, perdurar y seguir siendo. Pero, además, el  “animal de lujo” en que nos hemos convertido tampoco se resigna ni acepta ser un ser para la muerte (Heidegger), pues necesita creer que es algo más que nada (de nuevo Heidegger).

Los regímenes comunistas, desde la extinta URSS hasta sus herederos actuales, como Cuba y Venezuela, siempre han obviado el componente psíquico o espiritual en sus modelos de cría y domesticación (ver “Normas para el parque humano” de Sloterdijk).
Los totalitarismos comunistas no tuvieron más remedio que prescindir de las necesidades de autorrealización personal, pues en el contexto histórico en que intentaron implantar sus propuestas ataráxicas (socialistas) solo el mundo capitalista y liberal permitía a los individuos que fueran libres para desarrollar sus propios proyectos vitales, a través del constante quehacer y la elección de posibilidades (Ortega).

ELEGIR Y HACER (creer en libertades virtuales)
Y aquí quería llegar, al meollo de la cuestión, que no es otro sino  la necesidad que tiene todo ser humano de creerse y sentirse libre; para hacer y, sobre todo, para elegir.

He escrito “creerse y sentirse libre”, porque lo importante, en mi parecer, no debería consistir en lograr que cada individuo dispusiera de una libertad real (imposible, de hecho), sino conseguir que este se crea ilusoriamente libre. Sí, sé que lo que escribo es triste, pero, ante lo que se nos viene encima, debemos ponernos en el peor de los escenarios posibles.
¿Cómo crear una falsa ilusión de libertad o una libertad virtual?

Ahora, cualquier modelo materialista marxista lo tendría más fácil para implantar sus propuestas de sociedades ataráxicas, pues, además de garantizar rentas mínimas, solo tendría que garantizarle a cada ciudadano el acceso a un amplio abanico de propuestas de ocio tecnológico.

Las propuestas de ocio tecnológico deberían permitirle al individuo autodesarrollarse a través de los dos rasgos raciovitales, constitutivos del ser humano, que ya he mencionado: elegir y hacer.
Así, el ciudadano ataráxico podría elegir qué películas o series ver de entre una multitud de propuestas, o podría elegir en qué mundo virtual desarrollar el rol de un alter ego…

Y si, además, las nuevas tecnologías destinadas al ocio permitieran hacer, es decir, posibilitaran operar manual y corpóreamente durante la interacción humano-tecnológica (gafas virtuales, periféricos para juegos de plataforma, robots sexuales…) muchísimo mejor.
EL SOMA

Todavía nos faltaría un tercer componente, esencial, para poder articular una sociedad ataráxica: la farmacología evasiva.
El problema del ser humano es que, incluso teniendo garantizadas las necesidades psicovitales ya mencionadas (supervivencia y autorrealización personal) tarde o temprano caería en el cuenta de estar viviendo en un autoengaño, en una suerte de autohipnosis consciente (Sloterdijk) de una falsa ilusión. Para esos momentos de inevitable toma de conciencia de la realidad, el ciudadano feliz debería poder tener la opción de evadirse a través de drogas (el soma propuesto por Aldous Huxley) que fuesen lo menos dañinas para el organismo (drogas limpias y legales). No queremos que el ciudadano ataráxico acabe con el hígado cirrótico como los camaradas de la URSS, que se ponían hasta el culo de vodka para olvidar sus penas.

CONCLUSIÓN
La articulación de una sociedad ataráxica, si no hoy, cada día estaría más cerca de ser una posibilidad en la realidad abierta. Tan solo habría que desarrollar un modelo raciovital que superara al obsoleto modelo marxista, que solo hacía hincapié en necesidades materiales de supervivencia.

Si ha de llegar una nueva sociedad feliz, al menos que se articule corrigiendo y superando las propuestas del ya obsoleto materialismo marxista.
Los tres ejes en torno a los cuales se debería articular una sociedad ataráxica poshumanista (nuevo humanismo postcoronavirus) serían:

1-    Garantía de la supervivencia (comida y vivienda).

2-    Autorrealización personal a través de una interacción humano-tecnológica (quehaceres virtuales que permitan elegir y hacer).

3-    Disposición de Farmacología para facilitar la evasión en momentos de depresión vital.

jueves, 9 de abril de 2020

MARX VS ORTEGA (Sobre Podemos, VOX y G. Bueno)


INTRODUCCIÓN

Todos pudimos ver en su día, y con claridad meridiana, qué era Podemos y quiénes formaban parte de ese nuevo partido de indignados que decía luchar contra la casta política.
Una imagen mental, que creo harto significativa para entender qué era/es Podemos, permanece todavía imborrable en mi memoria: un politiquillo de mi municipio, que se jactaba de ser comunista, exhibía en su Facebook, sin ningún rubor, una fotografía de un joven, con la camiseta del Che, que portaba un AK-47. Pues bien, al poco de irrumpir Podemos en la política española, ese astuto aprendiz de bolchevique retiró la “fotografía subversiva” y la sustituyó por la de un grupo de jóvenes sonrientes con pancartas donde podía leerse la famosa consigna podemita del  “tic-tac” (se acabó vuestro tiempo). Este personaje consiguió ser concejal por Podemos en mi municipio.

DEL KALASHNIKOV A LA CÍNICA SONRISA
No cabía ninguna duda, la mayoría de los integrantes de Podemos procedían de diferentes grupúsculos ideológicos, pero todos ellos relacionados, en mayor o menor medida, con las rancias y retrógradas tesis del comunismo más criminal.

No hacía falta ser ningún genio para comprender que el núcleo de ideólogos de Podemos (Pablo Iglesias, Monedero, Errejón…) había comprendido que la vía revolucionaria para “asaltar los cielos” debería valerse de las tesis de Gramsci: aglutinar a diferentes clases de personas (femimarxismo, animalistas, ecologistas, LGTBI…), procedentes de diferentes clases sociales (obreros, acomodados burgueses, izquierdas indefinidas…), para involucrarlas a todas en una misma lucha común: la lucha contra la privilegiada casta política, en realidad un disfraz cínico y sonriente bajo el que se escondía el viejo sueño marxista de implantar el socialismo tras la caída del Capitalismo.

Y si el Capitalismo no caía por sí mismo (pronóstico marxista), pues se le “ayudaba un poquito” poniéndole mil y una zancadillas a través del agitprop en las calles y en los medios de comunicación.
Muchos ingenuos y no pocas “almas cándidas” cayeron en la trampa de Podemos, pero no así los viejos liberales que todavía teníamos (tenemos) alma orteguiana.

ESCISIÓN ENTRE LOS SEGUIDORES DEL MATERIALISMO FILOSÓFICO (Marx vs ORTEGA)
Desde que comencé a interesarme por el Materialismo Filosófico (a partir de ahora MF) vi en él influencias claramente orteguianas. De hecho, llegué a Gustavo Bueno siguiendo las huellas de Ortega.

Es cierto que en el MF podemos encontrar la clara influencia del realismo aristotélico, la impronta de Spinoza en lo que concierne a la superación del monismo de la sustancia y, sobre todo, y como no podía ser de otra manera, hallamos la siempre omnipresente filosofía marxista. Sin embargo, yo no pude evitar, en un primer contacto con el MF, ver en la filosofía de Bueno la herencia de filósofos españoles como Unamuno, Zubiri y, por supuesto, Ortega y Gasset.

Así, por ejemplo, yo no podía dar crédito a algunos de los “argumentos” de Jesús G. Maestro que despreciaban a Ortega por ser un “idealista europeísta”. Ortega fue mucho más que eso, incluso aunque fuese tan “idealista” (yo discrepo) como sostienen algunos intérpretes de Gustavo Bueno. Ortega, a través de la enorme labor intelectual de la Escuela de Madrid, dejó un legado vital (nunca mejor dicho) que podría considerarse como la semilla de una nueva filosofía española; la semilla de una filosofía raciovitalista, en español y para los españoles, que no llegaría a germinar debido al estallido de la Guerra Civil.
Tampoco me “cuadraban” demasiado, en mi acepción de lo que es/debería ser el MF, algunas reflexiones y críticas de Pedro Insua a la “derecha española”, sobre todo a la “derecha” que representa VOX; y menos aún comprendía la retrógrada propuesta de Santiago Armesilla,  una “reinterpretación” del marxismo-leninismo para ensayar un nuevo comunismo patriótico español.

INTÉRPRETES DE GUSTAVO BUENO
Al descubrir la obra de Manuel F. Lorenzo, autor de “La razón Manual”, entendí que el MF, tras la muerte de Bueno, siguió desarrollándose a través de dos líneas filosóficas que lo fundamentaban, al mismo tiempo y de manera contradictoria: una línea de interpretación en clave marxista y otra que hacía suya la ciencia positivista piagetiana.

Pues bien, los autores antes mencionados, Pedro Insua y Santiago Armesilla, se encontrarían adscritos a la línea marxista defensora de una ontología realista-materialista, mientras que autores como Manuel F. Lorenzo abogarían por la superación y trituración definitiva del marxismo gnoseológico y político.
De hecho, “La Razón Manual” de Manuel F. Lorenzo, y a partir de la obra de Gustavo Bueno, pretende desarrollar un nuevo vitalismo, muy en la línea del raciovitalismo orteguiano, que se denomina Vitalismo Trascendental Antrópico.

Pero no me extenderé en explicar los argumentos en los que se fundamenta el Vitalismo Trascendal Antrópico (ver aquí), sino en desenmascarar las falacias de las que se ha servido Pedro Insua, en varias ocasiones, para atacar a VOX.

PEDRO INSUA CONTRA VOX
Antes de nada, y para que conste, hay que reconocer que Pedro Insua es, actualmente, uno de los más brillantes intelectuales españoles. Sin embargo, y sin pretender argumentar ad hominem, resulta obligado señalar que Insua, además de exmilitante del PCE (Partido Comunista de España) sigue defendiendo el desarrollo de una línea marxista, a partir del MF, para articular una nueva filosofía en español defensora de la nación española. Estas apreciaciones resultan obligadas para entender el distanciamiento entre Pedro Insua y VOX, un partido, no lo olvidemos, que también cuenta entre sus filas con muchos pensadores seguidores de la obra de Gustavo Bueno, como Iván Vélez .

No cabe duda de que Pedro Insua es un patriota y cree, como VOX, en la extrema necesidad de preservar la unidad e integridad de la nación española. Muchos han sido los correctivos dialécticos que Insua ha aplicado al provincianismo tontiloco y a ese gran absurdo que es nuestro parasitario sistema autonómico. Pocos como él han defendido la legitimidad de la trayectoria histórica real de España, tanto como nación indiscutible como en su papel universal de imperio generador.
Pedro Insua también se ha mostrado como un luchador infatigable contra los argumentos negrolegendarios de nuestras izquierdas indefinidas y contra el tontoprogresismo más abyecto.

¿Qué le pasa, entonces, a Pedro Insua, para que no pueda disimular su rechazo a VOX y caiga, puerilmente, en argumentaciones falaces de 1º de filosofía?

PEDRO INSUA CONTRA JESÚS LAINZ

Antes de que tuviese lugar un pequeño “rifirrafe” dialéctico entre Insua y Lainz, a colación de VOX, yo no pude evitar fijarme en cómo, en uno de sus artículos, Pedro Insua dejaba caer sobre VOX la sospecha de ser un partido islamófobo. Yo no daba crédito. Pero sí, pese a las advertencias de Gustavo Bueno sobre las amenazas impositoras del Islam, Insua se marcó “un Sampayo” que, para quien no lo sepa, es un argumento falaz del hombre de paja del tamaño de una catedral. No le di importancia. Me dije que Insua no era como el demagogo Sampayo, y que una mala tarde, que diría Chiquito, podía tenerla cualquiera.
Pero hete aquí que, al poco tiempo, descubro a Pedro Insua tirando otra vez de falacia argumental, en esta ocasión usando una analogía falaz para igualar torticeramente a Podemos con VOX. Venía a sostener Insua que tan totalitario era Podemos, en tanto comunista, como VOX, en tanto que fascista.

Afortunadamente, Jesús Lainz (otro gran intelectual) le salió al quite rápidamente para triturar su argumentación falaz de un plumazo. Efectivamente, y como bien señaló Lainz, Podemos y su líder Pablo Iglesias SÍ habían declarado públicamente ser comunistas, pero ni VOX ni su líder Santiago Abascal habían dicho jamás ser fascistas. Pero dejando de lado las declaraciones verbales, y atendiendo a los hechos fácticos, Lainz también demostró que Pablo Iglesias sí había cantando la Internacional con el puño en alto en más de una ocasión y había exhibido simbología comunista, mientras que VOX no había hecho lo propio con himnos ni simbologías fascistas. Hechos.

PEDRO INSUA CONTRA “GOBIERNO DIMISIÓN”
A mí no me interesaba, de verdad de la buena, escribir nada que pudiera perjudicar mínimamente el buen quehacer de Pedro Insua. Me mola Pedro Insua y prefiero que, pese a su ojeriza contra VOX, esté en el bando de “nuestros hijos de puta” (léase como aliado de quienes defendemos la unidad de la nación española).

Sin embargo, ayer no pude morderme la lengua y le solté un sarcástico maullido cuando, con aires de intelectual de impoluta ética, el “estirado” Pedro Insua afeó y criticó las “malas maneras”, y en su parecer mentiras, que exhibieron algunos de los que convocaron la manifestación de “Gobierno dimisión”.
He de decir que Pedro Insua me contestó respetuosamente con una lacónica frase que hacía hincapié en el hecho de que él era, ante todo, un patriota español. Nada que ver con el cobarde Sampayo, que me bloqueó de buenas a primeras cuando le pregunté por sus falacias contra VOX.

CONCLUSIÓN
No quiero que se me malinterprete, pues, como suelen señalarme algunas amistades virtuales, tengo el feo defecto de “poner nombres” siempre que elaboro alguna de mis despiadadas críticas. Pero los nombres (con apellidos) son necesarios, porque la crítica que pretendo exponer no va dirigida a mi suegra (votante del PSOE) ni a mi vecina choni que vota a Podemos; no va dirigida a los millones de españoles que dieron sus votos a PSOE y Podemos. Mi crítica, mis maullidos y mis arañazos gatunos, va dirigida, sobre todo, a ciertos personajes con ínfulas (ésta me la he copiado de un insulto que me dedicó en su día Julio Béjar , jejeje); va dirigida a sujetos, supuestamente ilustrados, como el cobarde Sampayo, el cínico Javier Marías o el errado Mikel Arteta (antes mil veces Podemos que VOX).

Nada tiene que ver Pedro Insua, por supuesto, con los personajes anteriormente citados, salvo, quizás, el hecho de compartir con ellos apegos y afectos tempranos por la ideología marxista. Y aquí quería llegar.
He escrito otro tocho, tan vano como sinsorgo, para intentar, una vez más, llegar a la raíz del problema que subyace en la razón de ser española: el problema de ser roja en tanto que católica.

Gustavo Bueno supo verlo muy bien cuando se declaró “ateo católico” y “marxista español”, intentando conciliar dentro del sistema del MF las diferentes esencias nacionalistas, católicas y marxistas.
Pero Manuel F. Lorenzo ha sabido verlo mucho mejor. Hay que rescatar el raciovitalismo orteguiano y triturar, de una vez por todas, la ontología materialista del marxismo. Hay que desterrar esos afectos tempranos que impulsaron ayer a Pedro Insua a defender al peor gobierno de la historia de España. Debemos acabar con esos apegos que instaron a Insua, en graves momentos para la nación española, a ejercer como “abogado del Diablo” defendiendo a cínicos criminales (golpistas) sin escrúpulos.

martes, 7 de abril de 2020

EL TÍO JUANILLO (la pseudomoral marxista)


INTRODUCCIÓN

Mi abuelo fue un rojo, y además sindicalista, que pensaba como un rojo y actuaba como un rojo, pero sin haber leído jamás a Marx, como tampoco lo han leído, hoy, la mayoría de los "rojos de boquilla" que pululan por España. Por eso, por ser un díscolo rojeras, al acabar la GC mi abuelo sufrió represalias y fue internado en un campo de prisioneros. Al no demostrarse que hubiese cometido delitos de sangre, fue indultado al cabo de unos años.

Mi abuelo no sabía leer ni escribir. Fue un auténtico hijo de la España profunda que fue adoctrinado desde edad temprana en la moral del resentimiento; en la moral de los desarraigados y desposeídos; en esa suerte de pseudomoral eslava, como la llamó Ortega, que se vanagloriaba de ser la única buena y justa; que se jactaba de no creer en dioses ni en reyes ni en tribunos.
Solía repetir mi abuelo, constantemente, que él era de Jesucristo, verdadero comunista, pero no de Dios. ¡Cómo le hubiese gustado el actual Papa Francisco!

Al carecer de estudios, mi abuelo no disponía de dotes retóricas y dialécticas necesarias para expresar, a través de argumentos y fundamentos, su verdad; la verdad auténtica que se manifestaba y experienciaba en su conciencia de clase. Por ello, cuando mi abuelo deseaba hacerse entender, solía recurrir a los refranes. Pero en muchas ocasiones también solía contar historias, a modo de parábolas, que encerraban grandes verdades.

LA HISTORIA DEL TÍO JUANILLO

Contaba mi abuelo que en su pueblo vivía un individuo, reconocido sindicalista, que siempre se escaqueaba del trabajo. Mientras todos los jornaleros sudaban la gota gorda, el tío Juanillo apenas daba palo al agua. Cuando algún compañero le advertía de la presencia cercana de algún capataz, el tío Juanillo respondía que daba igual, que mientras le decían algo o tomaban cartas en el asunto, el tiempo ya iba pasando.

Y así, con el paso de los años, también la historia del tío Juanillo y la verdad moral que esta encerraba se convirtieron en refrán:

"¡Cuidado, tío Juanillo, que le están viendo!
Sí (respondía Juanillo) pero el tiempo se va yendo".

Cuando yo era un niño no comprendía la valiosa verdad que encerraba este refrán. Tardé en descubrir la moral, subversiva y transgresora, que subyacía en la conducta del tío Juanillo. No importaba que le pillaran escaqueándose, eludiendo sus deberes y responsabilidades, porque mientras los demás eran esclavos sujetos a leyes, normas y reglas, él había comprendido que solo se trataba de ganar tiempo; se trataba de sobrevivir, como fuese y a costa de lo que fuese, sin pensar que existiese un mañana; sin pensar en las generaciones futuras, menos aún en la pervivencia de verdades esencialistas.

EL CONSUELO DE LOS TONTOS

Leo todos los días (¡qué cruz!) noticias y comentarios que se congratulan de que a los tíos Juanillos de hoy (políticos socialcomunistas) les estén viendo delinquir, zafarse de sus responsabilidades, mentir y falsear la verdad con total descaro. ¡Menudo zasca se ha llevado Pedro Sánchez! ¡Le han cantado las cuarenta a Pablo Iglesias! ¡Han dejado en ridículo a Ábalos! ¡Vaya repaso le ha dado Cayetana Álvarez de Toledo al felón! ¡Cómo ha humillado Arrimadas a Torra! ! ¡Abascal los ha puesto a todos en su sitio!

¿Y qué?
Repito: ¿y qué? A todos los tíos Juanillos de España, que son muchos y de diferentes pelajes, les da igual que les vean, que les pillen mintiendo descaradamente o cruzándose de brazos mientras se vulneran las leyes. Ellos saben que, mientras el tiempo se va yendo, pueden seguir haciendo, destruyendo, corrompiendo, empobreciendo...

El tiempo se acaba, y el señalar las felonías no sirve de nada si no se actúa.

lunes, 6 de abril de 2020

DEL POSHUMANISMO AL EROTISMO

INTRODUCCIÓN

Acepto que el ser humano es constitutivamente racional y moral, porque no hay ser humano que carezca de moral; es decir, no hay ningún individuo que no haga “suyos” los valores de una determinada cultura o, en su defecto, no se aferre con uñas y dientes a “sus propios valores”, a “su verdad”, que diría el vulgar y cínico Pedro Sánchez.

También acepto que la verdad es histórica, pues, como suelo señalar, es la razón histórica la que, en cada época, decide hacer suya la verdad de su tiempo. Y dicha verdad, tras ser "descubierta" o construida como posibilidad por algún pastor del ser (sabio o sofista ideólogo, tanto da) solo será aceptada (institucionalizada en términos Foucaultianos) por el ente colectivo tras comprobarse que es necesaria (buena) para el funcionamiento (autoconservación) del parque humano.

Lo que hemos dado en llamar “humanismo”, suerte de club de ilustrados, se encarga de ello; tiene como misión determinar qué cosmovisión y/o reglas y normas (moral al cabo) serán las más convenientes (buenas y justas) para civilizar al zoo humano. Pero deberá hacerlo teniendo muy en cuenta que el ser humano no es solo un ser temporal, que se hace a sí mismo a lo largo del tiempo (durante su existencia), sino que también es un ser en el espacio (en-lo otro y con-lo otro).

Si la última misión del humanismo no ha de consistir, tan solo, en que cada individuo sea su propio señor (libre y dueño de sí mismo), sino que también ha de consistir en garantizar la preservación de cualquier tipo de sociedad (cultura y/o civilización), ¿cómo habría de lograrse tal cometido? ¿Cómo preservar la integridad y las libertades de los individuos respetando, al tiempo, la razón de ser de diferentes morales y/o ideologías, algunas con tendencias supremacistas o descaradamente supremacistas (neocomunismo, femimarxismo e Islam)?

MORALES SUPREMACISTAS

Ante la falta de solución a la urgente cuestión de qué hacer con las morales supremacistas, la razón ilustrada se ha estancado en un último estadio (el actual estado de la razón cínica); un estadio o momento histórico en el que la razón permanece resignada y rendida , esperando que todo salte por los aires. Mientras, las últimas almas bellas, cándidos humanistas, aún albergan la vana esperanza de que la humanidad se salve de sí misma a través de una razón verdaderamente emancipadora y/o liberadora (¿verdad Habermas?).

La pregunta del millón, pero, sigue siendo la misma desde hace décadas, y compete a la cuestión del ser (Heidegger):

¿Está el humanismo irremediablemente abocado a su autodestrucción o hay posibilidad de salvación?

Heidegger fue pesimista y vio con claridad que, sin una necesaria humildad ontológica, el humanismo no podría salvarse de sí mismo, de su arrogancia prepotente y señorial como criador y domesticador del "parque humano".  A Heidegger fue consciente de que el dogma prepotente que no impusiera una conciencia lo impondría su conciencia antagónica. Puro pesimismo.

Sloterdijk apostó en "Esferas" por un nuevo poshumanismo, una suerte de nueva metafísica (superación de Heidegger) que hiciera hincapié en la necesidad de armonizar el ser-en sí del individuo con su ser-en el otro a través del arte y la creación estética. No deja de ser una propuesta tanto o más ideal, y por tanto utópica, que la de los últimos humanismos que se erigieron en libertadores del hombre: el marxismo y el actual neomarxismo habermasiano.

La propuesta de Sloterdijk, como la de todo humanismo ilustrado, parte de la premisa de que “el otro” o “lo otro” no tiene por qué ser nuestro enemigo. Pero la historia, tan terca como obstinada, nos ha demostrado que los sueños, por desgracia, sueños son y sueños siguen siendo.

¿Ha sido casualidad que Sloterdijk, después de parir la trilogía de “Esferas”, su última búsqueda, tan desesperada como creativa, de un posthumanismo que salvara la civilización, se haya refugiado en la literatura erótica? ¿Por qué?

¿Se ha rendido Sloterdijk, como Unamuno, y cree que los hombres de carne y hueso ya solo pueden soñar con una trágica autosalvación personal que saben que nunca llegará?

¿Qué significa la incursión de Sloterdijk en la novela erótica? ¿Acaso es el pistoletazo de salida que nos invita a vivir que solo son dos días? ¿O es la consecuencia natural y lógica del eterno retorno de la conciencia que, tras comprobar que no hay nada más allá de los sueños, vuelve a sus orígenes, volviendo a reivindicar a los antiguos dioses de la tragedia (Baco y Eros)?