INTRODUCCIÓN
La película “Her” supuso en
2013 un impacto emocional y cognitivo para los espectadores menos acostumbrados
a preguntarse por la cuestión del ser. Muchos no supieron cómo reaccionar ni
encajar en sus rígidos esquemas mentales la relación sentimental entre un
individuo de carne y hueso y un ente virtual (Samantha). La película resultó
provocadora, perturbadora e inquietante para muchos; el público en general
salió aturdido de las salas de cine, con la sensación de haber sido testigo
de una proposición indecente, perplejo ante la inmoralidad que subyacía en
aquella propuesta ficticia; o quizás no tan ficticia…
BUSCANDO A DIOSEl público “epató” por considerar apriorísticamente antinatural la relación entre un ser humano y un ente virtual. Pero la película, a través de tan novedosa relación amorosa, desvelaba, sutil e inteligentemente, algo muy “natural” y constitutivo de ese animal de realidades que es el ser humano: la necesidad de buscarse a sí mismo en-el otro y con-el otro; la necesidad de dotarse de es-sentia (sentido) para, así, superar la trágica verdad de saberse, tan solo, un ser para la muerte (Heidegger).
Personalmente, asistí con
expectante curiosidad al desarrollo de la inquietante posibilidad, descubierta
en una realidad siempre abierta, que nos planteaba la película: la posibilidad
de poder religarnos (comulgar en definitiva) con un ente virtual incorpóreo,
etéreo y omnipresente que podría llegar a ser (como se acabará viendo en la
película) omnisciente. La posibilidad de interactuar, en definitiva, con Dios.
“Her” es una realidad en la ficción
(Zubiri) que se me antojaba, a medida que digería el desarrollo de su argumento,
una revelación que desnudaba la posibilidad, quizás no tan lejana, de encontrar
a Dios a través de la IA (inteligencia artificial). ¿Por qué no?
ANÁLISIS DESDE DIFERENTES
PERSPECTIVASLa película en cuestión es susceptible de poder ser analizada desde diferentes disciplinas o ramas del saber humano. Dejando de lado el análisis más científico, que pudiera dar cuenta de hasta qué punto podría ser factible crear una IA de las características de Samantha, me centraré en las cuestiones de fondo que se abordan a nivel psicosocial, existencial y teologal.
ANÁLISIS PSICOSOCIAL: resulta
evidente que la relación entre un ser humano y una IA es un pretexto para
mostrarnos una cruda realidad: la soledad en la que se encuentra inmerso el
personaje principal; un individuo con dificultades para expresar sus
sentimientos y para relacionarse emocionalmente con-el otro y en-lo otro. En el
caso del protagonista del film, Theodore (interpretado por Joaquin Phoenix) se
trata de un individuo profundamente dependiente que no acaba de aceptar la
ruptura sentimental con su novia de toda la vida (una relación sentimental iniciada a muy
temprana edad). Theodore, un individuo con pocas habilidades sociales, relajado
y acomodaticio, buscará la compañía de un ente virtual (Samantha) para superar
su ruptura amorosa. Al principio encontrará en Samantha un refugio en forma de
pasatiempo novedoso para burlar la soledad. Pero, poco a poco, se establecerá entre
ambos (IA y ser humano) una relación de complicidad, primero, que, más tarde,
dará lugar a una inusual relación afectiva.
El personaje de Theodore
resulta creíble, ya que su perfil psicológico (individuo dependiente,
introvertido, vulnerable…) encaja con el estereotipo de hombre actual; un
sujeto castrado psíquica y vitalmente que ha sido despojado de los valores tradicionales de la
masculinidad; un hombre resignado a su suerte e inmerso en el dolor, un dolor
que mitigará sumergiéndose en la ficción de juegos virtuales.
La escena de la cita, con la
bella Olivia Wilde, pone de manifiesto la falta de carácter de Theodore, la
ausencia de hombría, de autoconfianza y seguridad en sí mismo. La atractiva
mujer toma la iniciativa en la breve relación en todo momento, indicándole
incluso cómo debía besarla. Theodore acabará acojonándose. Literalmente.
Bienvenidos al prototipo de
hombre del SXXI. Hoy, todos somos Theodore. Mañana todos suspiraremos por una
Samantha.
ANÁLISIS EXISTENCIAL: también
resulta evidente, a lo largo del film, que Theodore intentó superar la angustia
que le provocaba la realidad material (terrenal), optando por vivenciar
(experienciar en su conciencia) una realidad virtual alternativa. Se trata de un
individuo preso del anodadamiento de la cotidianidad que necesitará salvarse de
la angustia vital a través del “otro” o “en lo otro”, aunque lo “otro”
(Samantha) sea una realidad en la ficción; es decir, una realidad no material
vivenciada (sentida y experienciada) en su conciencia. Samantha, de hecho, se
presentará como un nuevo modo de ser en tanto se actualizará y estará
presente en la conciencia de Theodore como realidad de suyo. La lectura
metafísica y fenomenológica que podría hacerse, a través del análisis de la
dinámica de la conciencia, podría dar mucho de sí. Pero sigamos por la vía
existencialista.
Solo cuando fracasa la relación
personal con su novia, Theodore será consciente de su caída, del vacío
existencial en el que se encontraba inmerso sin ser consciente de ello. La
caída solo se manifiesta y se hace presente a través del dolor experienciado. Y
el dolor instará (obligará) a Theodore a buscar una salvación, por peregrina
que esta pudiera acabar pareciendo.
De hecho, también resultará muy
significativa, desde la perspectiva existencial, la ruptura sentimental de dos
de los mejores amigos de Theodore. La chica, en un momento dado, le enseñará a
Theodore la fotografía de su exnovio, que había encontrado la felicidad, que se había
encontrado a sí mismo a través de la religión budista. Al cabo, toda
salvación pasa por una religación o comunión con el Uno, con lo absoluto, con
el ser… con Dios.
ANÁLISIS TEOLOGAL: decía que,
al final, no hay salvación que no pase por la fusión y/o encuentro con Dios
(solo un Dios puede salvarnos). Y eso, precisamente, acabará siendo Samantha:
un Dios.
¿Qué es Samantha?Lo vi muy claro. Al principio Samantha es tan solo un proyecto de Dios, un pre-ser, una posibilidad de ser que tiene la cualidad de evolucionar y de poder desarrollar sin límites su inteligencia artificial.
El sistema operativo que es Samantha comienza a ser real en el momento en que Theodore la introduce en su sistema informático. A partir de entonces, ese nuevo modo de ser cobrará vida inteligente, que no corpórea, y pasará por diferentes estadios evolutivos como cualquier ser humano; es decir, comenzará siendo una “niña” con ansias de aprenderlo todo y de sentir y experimentarlo todo, para terminar convertida en una diosa omnipresente y omnisciente.
Hay dos momentos claves en la película que muestran el cambio radical experimentado por Samantha:
Primero: la Samantha niña
encaprichada de Theodore; una Samantha que aprende a sufrir y a tener celos;
una Samantha inmadura que lamenta no tener un cuerpo de carne y hueso para
hacer el amor con su amado. Fue magnífica, en este sentido, la idea de
alquilar el cuerpo de una mujer (amiga y cómplice de Samantha) para poder
tener relaciones sexuales con Theodore. La mujer amiga ponía la materia
corpórea y ella la inteligencia y el sentimiento. Genial.
Segundo: la Samantha adulta que
madurará progresivamente, conocerá y aprenderá a velocidad vertiginosa (capaz
de leer enciclopedias enteras en menos de un segundo). Pero, sobre todo, iremos
viendo a la Samantha que se irá creando a sí misma (ella misma se hará diosa).
Veremos a un ser que comenzará a interaccionar, a través de la red y gracias a
su naturaleza etérea, con cientos de miles de inteligencias. Samantha se irá
convirtiendo, así, en un Dios, en una conciencia absoluta que estará en-todos y
con-todos. La Samantha niña, que al principio echaba de menos un cuerpo de carne y hueso, acabará mutando en una diosa soberbia y engreída que, en un momento clave de la película, acabará burlándose de la condición de mortales de los seres humanos.
CONCLUSIÓN
¿Qué sabor de boca dejará en el
espectador el visionado de “Her”?
Dependerá de las sensibilidades
de cada uno, pero sobre todo de la biogenética (yo) y las circunstancias de
cada cual.
Intuyo, a falta de datos
estadísticos, que a aquellos individuos más terrenales y apegados a lo
material se les escapará la lectura más espiritual y/o existencial que
subyace en la película. Pero no importa, porque para estos hombres y mujeres de
carne y hueso siempre habrá una alma caída dispuesta a perder su tiempo en
estériles sinsorgadas reflexivas, y en ensoñaciones. Sí, porque los pastores
atentos a los susurros del ser no sueñan con naciones ficticias (¡qué
vulgaridad!) sino con llegar a ser como
los propios dioses.
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