El filósofo alemán Peter Sloterdijk escribió un ensayo titulado "Celo de Dios", donde intentó mostrar los supuestos lógicos, principios psicopolíticos y psicodinámicos, que, a lo largo de la historia, condujeron a los seres humanos hacia las religiones monoteístas (judaísmo, cristianimo e islamismo).
Explica dicho filósofo, en líneas generales, que el monoteísmo surgió como necesidad vital del ser humano por "dar sentido a la vida"; buscando servir a un ente superior, anhelando comulgar con el todo absoluto; llámesele Dios, Ser o principio espiritual.
Las tres principales religiones monoteístas, como demuestra Sloterdijk, comparten importantes puntos comunes, pues, de hecho, tanto el cristianismo como el islamismo son superaciones teológicas del más antiguo judaísmo.
Las circunstancias históricas -entiéndase las dinámicas psicopolíticas de cada época- determinaron cómo habrían de evolucionar todas las religiones monoteístas en un continuum temporal que habría de conducirlas hacia un fin último: La salvación del ser humano.
Pero, ¿en qué consiste la salvación del ser humano?
La salvación del ser humano solo es posible a través del imperativo vital que nos insta a positivar la muerte, es decir, solo nos salvaremos en la medida que podamos rehuir el nihilismo existencial y aceptemos el carácter finito del ex-sistere. Dicha aceptación y superación de la finitud de la existencia insta al ser humano a buscar el sentido de ésta y, por tanto, le apremia a buscar un proyecto vital que le permita realizarse y, al cabo, transcendentalizarse.
Volvemos de nuevo, y como en reflexiones anteriores insertas en este blog, a la pregunta por la cuestión del Ser planteada por Heidegger, pero ahora situándola dentro de un conjunto más amplio de propuestas cuyo objetivo principal, en palabras de Sloterdijk, será la autorrealización del ser humano a través de la comunión con lo Supremum.
El Supremum (lo superior): debemos entenderlo como el TODO; el UNO absoluto que da sentido a la existencia humana; la razón o el sentido del ser. A la pregunta de ¿cuál es el ser del Ser? (cuál es el sentido del ser) le corresponden diferentes respuestas, determinadas éstas no solo por las circunstancias históricas o psicodinámicas (como bien señala Sloterdijk) sino también por las diferentes psicologías humanas (clases de personas) que, a la postre, identificarán a cada tipo humano con aquellas vías (respuestas) más acordes, a priori, con sus particulares idiosincrasias (psicobiológicas y psiconeurológicas).
Estaríamos aceptando y revalidando la vieja máxima orteguiana "yo soy yo y mis circunstancias", pero reactualizándola, enriqueciéndola y superándola con nuevos conocimientos aportados por la ciencia y la tecnología en los diversos terrenos de la política, la sociología, la antropología y la psicología.
Sloterdijk, en su ensayo "Celo de Dios", se limita a explicar cómo los condicionantes psicopolíticos y psicosociales (variables circunstanciales) configuraron y determinaron las diferentes posturas adoptadas por los grupos humanos, a lo largo de la historia, para llegar al Supremum. Pero obvía, en mi opinión, la variable del yo individual (la clase de persona que se es).
Suprematismos religiosos
Las tres religiones monoteístas identifican al Supremum con la idea de Dios, siendo Dios el UNO todopoderoso y Omnipresente, creador y justiciero que da sentido a la vida de los seres humanos.
El Supremum religioso es el más conocido y popular, el más característico de las masas, en tanto ha sido interiorizado en el subconsciente colectivo a través de una larga historia de tradicional pedagogía social. Proponía, en definitiva, un servicio a la idea de Dios.
Poco a poco, sin embargo, y debido a los avances de la Ilustración y al auge de la filosofía, el ser humano se preguntó por un Supremum filosófico u ontológico, alejado de la idea de Dios. Se aceptó, básicamente, que no tenía que haber necesariamente un Dios que diese sentido a la existencia del ser humano, pero sí una esencia transcendente y, por tanto, suprema. En esta línea, Heidegger rehuyó de la tradición histórico-religiosa y se propuso una búsqueda objetiva y fenomenológica del ser del Ser: ¿Qué principio primigenio de vida posibilita o hace posible la existencia?
Tras el fracaso de la metafísica -vía filosófica- ensayada por Heidegger para hallar la respuesta a la cuestión del ser, éste concluyó, resignado, que solo un Dios podría salvar a la humanidad. Se propuso una responsabilidad (cuidado del ser) ante la existencia, que tampoco pudo superar el nihilismo de la modernidad, incapaz, en definitiva, de positivar la muerte.
Suprematismos ideológicos
Un híbrido entre la vía teológica y la filosófica lo constituye el monoteísmo comunista, del que Sloterdijk señala algunas de sus coincidencias con la reinterpretación de un cristianismo primigenio basado en la igualdad, pero donde, paradójicamente, y a través de una vía racional, se legitima un nuevo tipo de servidumbre, no hacia un Señor (Dios) sino hacia un Estado (un UNO) todopoderoso y supremum.
La modernidad y el triunfo de las democracias igualadoras (Sloterdijk) no facilitan la pervivencia del comunismo. Tan solo en excepcionales sociedades (Cuba, China, Corea del Norte, por ejemplo) y en grupúsculos nostálgicos de la uniformidad servil hacia el Estado, despreocupados por las libertades individuales, subsiste el germen de este pseudomonoteísmo comunista, que ya fuera calificado como pseudofilosófico por el pensador Bertrand Russell.
Tras la modernidad, y en el actual período contemporáneo, se abren terceras vías hacia la búsqueda del sentido del ser (para positivar la muerte) considerando un Supremum espiritual, que no debe confundirse con el religioso, por más que comparta algunas coincidencias.
Ahora cada ser humano podrá transcendentalizarse de forma más individual, considerando su comunión con el TODO como un acto responsable, pero también artístico y creador.
Quizás el arte, y las diferentes formas de expresión del mismo, constituyan, hoy, la vía de autorrealización personal más avanzada para positivar la muerte, aunque todavía las demás vías (religiosa, filosófica e ideológica) sigan teniendo sus adeptos.
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