Toda la obra de Hermann Hesse es una búsqueda incesante del propio autor por conocerse a sí mismo. Los protagonistas de sus libros, las más de las veces, son personajes angustiados y atormentados que sienten la imperiosa necesidad de llegar a ser ellos mismos a través de la superación de adversas circunstancias vitales. A través de sus personajes, Hesse realiza un minucioso ejercicio de introspección analítica (psicoanálisis) para exorcizar sus propias angustias, pero también para vencer a los demonios que le instaron al suicidio y le sumieron en la desesperación existencial a lo largo de toda su vida.
Afrontando el suicidio.
Las primeras obras de Hesse están protagonizadas por jóvenes que sufren y que se sienten frustrados e impotentes para afrontar la existencia. Son jóvenes inexpertos que sienten que no son dueños de sus destinos; que sienten la vida como una grave carga impuesta por sus mayores. Estos jóvenes sufridores, lejos de sentirse libres, se sienten subyugados y oprimidos; se sienten rehenes de una realidad que no pueden ni saben manejar. Así, como estos jóvenes que terminaban deprimiéndose y perdiendo las ganas de vivir, se sintió seguramente Hesse en su juventud. Y como ellos, probablemente, también Hesse llegó a fantasear con ideas de suicidio.
Hesse decidió en "Bajo las Ruedas", a través de una dura catarsis sin concesiones a la vida, que el destino del joven y atormentado Hans no podía ser otro mas que el de poner fin a su vida a través del suicidio. Así, a través de la autoinmolación literaria de su personaje en la ficción, Hesse escenificó y vivió su propio suicidio. La catarsis realizada en "Bajo las Ruedas" funcionó, y la muerte simbólica del atormentado Hesse le posibilitó la reencarnación en otro ente de ficción que tendría más fortuna que el desgraciado Hans.
En "Demian" Hesse se reencarna y se mete en la piel del joven Emil Sinclair. De hecho, el propio Hesse firmó la novela utilizando como seudónimo el nombre del desorientado protagonista.
En esta ocasión, el sufridor Emil no llegará a los extremos de desesperación que llegara Hans, el alter ego de Hesse en "Bajo las Ruedas", porque Emil encontrará la salvación a través de la amistad.
"Demian" será la primera novela redentora o salvadora que le permitirá a Hesse apostar por la vida, y en lo sucesivo sus protagonistas crecerán y aprenderán a superar las adversidades a través de diferentes vías.
Si en "Demian" el protagonista se salva a través de la vía de la amistad, en el "El Lobo Estepario" el atormentado Harry Haller (mismas iniciales que Hermann Hesse) escapará del sentimiento trágico de vivir a través del amor.
El solitario y antisocial Harry ya no es un joven, como tampoco lo era por entonces, en el momento de escribir la novela, el propio Hesse. Transcurren 22 años desde que en "Bajo las Ruedas", Hesse decidiera que el suicidio era la única solución para las almas atormentadas. En "El Lobo Estepario" el protagonista sigue siendo un sufridor impenitente e irredento; sigue siendo un firme candidato al suicidio, pero en esta ocasión será una mujer quien le enseñará al protagonista a vivir.
En "Demian", el joven protagonista necesitó un primus inter pares, precisó reconocerse y autoafirmar su propia identidad a través de una figura modelo; a través de un igual, pero de mayor autoridad moral y/o intelectual.
En "El Lobo Estepario" Harry, sin embargo, no se salvará a través de un guía espiritual docto y ejemplar, sino a través de una guía vitalista y alegre: la bailarina Hermine.
Con "El Lobo Estepario" se cierra un ciclo, y termina el recorrido literario que precisó Hesse para aprender a afrontar la existencia a través de guías espirituales y/o vitales. Hesse ya había descubierto, de la mano de sus personajes, que la amistad y el amor eran dos formidables salvavidas para afrontar el drama de vivir.
Viajes iniciáticos.
"Narciso y Goldmundo" supone, precisamente, la síntesis entre las dos tesis u opciones redentoras que Hesse había descubierto para sanar el alma y afrontar la existencia: el recogimiento espiritual y/o intelectual ("Demian") y la experiencia vital ("El Lobo Estepario").
Ahora será Narciso la figura ejemplar y modelo que otrora desempeñara Demian; será el referente espiritual e intelectual, mientras que Goldmundo reencarnará a la parte más femenina y vital, como hiciera Hermine en "El Lobo Estepario".
Hesse pasa ahora de ser aprendiz a convertirse en experimentador, mal que sea a través de sus personajes de ficción. Si sus primeros personajes, alter egos de sí mismo, necesitaron referentes o guías espirituales y vitales para encontrar su salvación, ahora Hesse, ya convertido en maestro, desempeñará un magnífico juego de roles, siendo a un tiempo Narciso y Goldmundo.
Con "Narciso y Goldmundo", en mi opinión, Hesse llega a un sumum grado de empatía y conocimiento del alma humana que le permite, magistralmente además, reencarnarse en dos perfiles humanos aparentemente antagónicos y muy distintos entre sí, pero que por fuerza se complementan y han de encontrar la conciliación (síntesis). Dos opciones vitales perfectamente válidas, dos caminos de vida y, sin embargo, el mismo drama ante la existencia, la misma necesidad de luchar para poder ser.
La complejidad de Narciso y Goldmundo requerirá un análisis de reflexión más profundo (ver aquí).
Y por último, resulta obligado mencionar "Viaje a Oriente", el último viaje iniciático que realizará Hesse a través de sus novelas, si bien ya en "Siddharta", anterior a "El Lobo Estepario", se adivinaba el interés de Hesse por la mística oriental.
Si "Narciso y Goldmundo" supone un analítico recorrido a través del dualismo filosófico occidental (idealismo vs vitalismo), reflejando dos maneras de poder conocernos a nosotros mismos y de llegar a ser quienes realmente somos, ahora en "Viaje a Oriente", el autor ensayará un último viaje iniciático al interior de su propio yo; ensayará el recorrido a través de una novedosa vía mística muy influenciada por la cultura oriental, pero que en 1932 todavía era una gran desconocida para la generalidad de Occidente.
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